jueves, 30 de diciembre de 2021

2022 y los prosumidores

(este artículo se publicó originalmente en el diario económico La Información el día 28 de diciembre de 2021)


El año que empieza, si la covid19 no lo impide, puede ser el inicio de la era de los prosumidores. Aunque se le atribuye a Jeremy Rifkin, este término fue acuñado en 1980 por el futurólogo Alvin Toffler en su libro “La tercera ola”. La tesis de Toffer es que la civilización está en una tercera ola que deja atrás la primera o agrícola en la que se vivió hasta la revolución industrial que es la segunda. Esta ola permitirá pasar del autoabastecimiento preindustrial y el consumo masivo de las últimas décadas a uno nuevo posindustrial en el que se podrá producir y consumir al mismo tiempo.

Hace apenas dos años Rifkin explicaba este fenómeno en una conferencia en la Fundación Rafael del Pino de Madrid. Para este profesor de Wharton College, la economía colaborativa, es el primer sistema económico que se consolida desde el surgimiento del capitalismo y el socialismo, de hecho, ya coexiste con la economía de mercado. Este nuevo paradigma está llamado a transformar radicalmente la vida económica porque -según este sociólogo de Denver- permite el coste marginal cero, es decir que no habrá costes añadidos si se aumenta la producción de un bien o servicio. Es el sueño que siempre han perseguido las empresas y no es ciencia ficción porque es lo que está empezando a suceder. Y es en este escenario de economía colaborativa, en el que la figura del consumidor desaparece y aparece una inédita: el prosumidor. Son aquellas personas que han empezado a producir o compartir a través de internet. Desde su propia música, a sus videos en YouTube, sus conocimientos en Wikipedia o sus propias noticias en redes sociales. Todo esto comenzó hace más de un lustro, pero ya ha tenido su impacto en sectores económicos como el turismo, el transporte en las ciudades, pero también en la industria del entretenimiento con periódicos, discográficas y hasta productoras de cine quebradas.

Hasta aquí nada nuevo, pensará el lector, pero lo disruptivo viene ahora con la economía de la energía. La tecnología ya permite a millones de prosumidores producir y compartir su propia energía renovable, con un coste marginal casi nulo. Rifkin defiende que no es algo residual y que son decenas de millones los americanos que ya participan de forma activa en esta tendencia, bien compartiendo automóvil o vivienda y ahora produciendo energía.

Si las búsquedas en internet anticipan tendencias de futuro, Google España ha confirmado en un informe de la Fundación MAPFRE que casi la mitad de los mayores de 55 años en España están muy cerca de ser prosumidores porque forman parte del movimiento conocido como Do It Yourself. Son los que quieren hacer las cosas por ellos mismos, generalmente aficionados al bricolaje que tienden a construir, modificar o reparar cosas que poseen sin contar con la ayuda de un profesional. Sus actividades abarcan desde mejoras para el hogar hasta proyectos de jardinería y mantenimiento de vehículos. Están en internet viendo tutoriales o buscando herramientas para el hogar o su coche. Y crecen a ritmo de dos dígitos.

Esta nueva forma de autoconsumo al mismo tiempo que la economía circular del reciclaje, se ha acelerado con el confinamiento de la pandemia formando un cóctel que diferentes analistas han llamado neoecología. Un nuevo activismo orientado hacia una forma de consumir diferente protagonizado por el uso inteligente y sostenible de los recursos. Esta neoecología es mucho más que la mera protección de la naturaleza o la oposición contra el consumismo desaforado. Cada vez más consumidores eligen empresas que no sólo ofrecen un mero producto, sino el compromiso de hacer una contribución a la vida de sus clientes, empleados y de la sociedad en su conjunto. En el mundo anglosajón las multinacionales con propósito se han unido a este movimiento bautizado como Tech4Good y que por estos lares me he atrevido a resumir como “La Buena tecnología” título de mi último libro escrito junto al presidente del Sur de Europa de Hewlett Packard Enterprise, José María de la Torre.

La organización ecologista, WWF, habla incluso de un futuro energético descentralizado gracias a lo anterior. La generación de energía a partir del viento y el sol, pero también de otras fuentes de energía renovable, estará descentralizada. En lugar de unas pocas grandes centrales eléctricas, en el sistema energético del futuro, millones de pequeñas centrales generarán energía. Y, aquí viene lo mejor, muchas de las partes involucradas -incluso en países pobres- en este proceso serán al mismo tiempo productores como consumidores de energía, es decir prosumidores.  La empresa francesa Schneider en boca de su directivo Jordi García, defiende que la descentralización no se limitará a las fuentes de energía sino al propio control de esa red. En este sentido, los consumidores se están empezando a empoderar, convirtiéndose en prosumidores activos, capaces de generar, almacenar y redistribuir energía cuando sea necesario, es decir, capaces de gestionar activamente sus propios recursos energéticos, no solo consumir la energía que les llega de la red. Evolucionaremos de consumidores energéticos unilaterales a prosumidores energéticos multidireccionales.

Pero esto no ha hecho más que empezar. Según otro estudio de PwC y Siemens hasta los edificios de la España 5.0 serían prosumidores de energía, mucho más activos y con potestad para generar electricidad, usarla, venderla, almacenarla o distribuirla a las redes inteligentes, formando así un ecosistema integrado. En la multinacional española, Soltec, han dado un paso más con un nuevo concepto, la ecovoltaica. La generación de energía fotovoltaica y la agricultura pueden coexistir en el mismo terreno. Basándose en estudios de la Universidad de Oregón la convivencia de las dos actividades aporta beneficios recíprocos a los prosumidores. Por ejemplo, la sombra de los paneles solares ayuda a producir hasta un 12% más de cultivo que en los campos tradicionales, otra consecuencia es la reducción de la evaporación del suelo, que así mantiene el ambiente más húmedo y, por lo tanto, genera un menor consumo de agua para el riego. Finalmente, el gobierno de España se ha sumado a esa tendencia de la mano de una nueva regulación, la Orden TED/1247/2021 de 15 de noviembre regula los coeficientes de reparto variables en autoconsumo colectivo, y va a facilitar que muchos pequeños industriales y hasta agricultores pasen a ser prosumidores, en un contexto en que cualquier ahorro de la factura eléctrica será bien recibido.

Buenas noticias para cientos de miles de españoles que podrán beneficiarse y a la vez ayudar al planeta siendo prosumidores. Ahora solo necesitamos, crucemos los dedos, que la cadena de suministro global se normalice incluidos los chips y el acero chino para que florezca esta nueva industria de los prosumidores energéticos. Pero eso es otro cantar. Feliz 2022.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de dirección de empresas en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

lunes, 27 de diciembre de 2021

La reforma laboral de la Navidad

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20Minutos el día 27 de diciembre de 2021)

Hoy ha sonado el despertador y todavía medio dormido un esbozo de sonrisa se ha dibujado en su cara porque es el primer lunes desde hace un año que en la agenda no aparece una interminable reunión de horas para negociar. Con el café caliente en la mano, ya no ojea como en los últimos meses un farragoso dossier de legislación laboral y sorprendentemente se escucha tarareando una canción de Bob Dylan. El móvil llama su atención, pero sus ojos sin darse cuenta van a los memes navideños y no a la bandeja de correo electrónico, algo que no sucedía desde ya no sabe ni cuándo. En el coche ha hecho una llamada para reírse con ese viejo amigo al que no respondía sus mensajes desde hace demasiados días porque hoy no siente que una pesada losa le impide bromear sobre el mundo.  Entrando en el despacho no le ha importado mojarse con la inopinada lluvia de Madrid porque ningún funcionario europeo le espera con su impecable traje oscuro sino simplemente una reunión con el equipo que le ha ayudado a conseguir un acuerdo histórico para España. Elige subir por las escaleras, en lugar del ascensor, se ve con energía porque ese maldito contador de la cuenta atrás para conseguir una nueva reforma laboral por fin se ha apagado.

No tengo muy claro si Pepe, Antonio, Yolanda, Unai y Gerardo, las cinco personas que han tenido la responsabilidad de acordar un nuevo marco laboral para nuestro país, se sentirán así este lunes navideño, pero quiero pensar que sí. Me gusta creer que la alegría les invade porque han llegado a un acuerdo, aunque no sea el que ninguno de ellos deseaba cuando empezaron las negociaciones. Me sienta bien pensar que españoles tan diferentes son capaces de limar diferencias para darse la mano porque por encima de sus ideologías está un bien superior que el interés general de su país. A mí me gusta, creo que como a ti, que los que me representan como agentes sociales no se tiren los trastos a la cabeza porque lo que veo en mi día a día no es eso. Los empresarios que yo conozco no son explotadores, los trabajadores no son vagos, los autónomos no son defraudadores, los sindicalistas no solo van a manifestaciones y los que nos gobiernan -sean del color que sean- no quieren arruinar el país. La realidad es que con independencia de a quien voten o en qué territorio de España vivan los empresarios crean empleo, los trabajadores permiten que el país funcione, los autónomos nos hacen la vida más fácil, los sindicatos ayudan a mucha gente y los gobiernos quieren que la mayoría prospere.

La víspera de Nochebuena se conoció que tras años de negociaciones España tiene un nuevo marco laboral que permitirá reducir la temporalidad y seguir creando puestos de trabajo. Ojalá que este final feliz no sea un cuento de Navidad del que acabemos despertando. Por si acaso me atrevo a recordar a los negociadores cómo termina el de Dickens. El “espíritu de las navidades futuras” muestra al Señor Scrooge que por su egoísmo en un año nadie llorará su muerte. Si ante esa visión el viejo huraño pudo cambiar su destino, quizás inspire a los protagonistas de esta columna.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


viernes, 24 de diciembre de 2021

Los invisibles digitales

(este artículo se publicó originalmente en el blog del centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE el 20 de diciembre de 2021)

 

El pasado 10 de diciembre de 2021 se presentó el II Barómetro del Consumidor Sénior elaborado con una encuesta -como la edición de 2020- pero también con la información recolectada anónimamente por Google. El objetivo al igual que el año pasado es conocer los hábitos de los más de15 millones de españoles que superan los 55 años. La realidad puesta de manifiesto en este estudio se aleja de los negativos clichés sobre esta cohorte de edad y ayuda a acabar con la preocupante discriminación -edadismo- que sufren, basada precisamente en esos falsos prejuicios.

Los sénior españoles tienen más de un ingreso en su hogar (uno de cada dos), ayudan a sus familiares (cuatro de cada diez) y tienen capacidad de ahorro (uno de cada dos). En cuanto a la vivienda, son propietarios (ocho de cada diez), no quieren cambiar de casa (seis de cada diez) pero ha aumentado la incertidumbre sobre este hecho porque hace un año eran ocho de cada diez. Son optimistas respecto al futuro (seis de cada diez) aunque creen que sus gastos de vivienda y energía aumentarán (seis de cada diez). Al mismo tiempo cuidan de su salud a través de la alimentación (siete de cada diez), viajan habitualmente (siete de cada diez) y son minoría los que visitan el médico habitualmente (uno de cada diez). La mayoría está en internet (seis de cada diez), usa el comercio electrónico (cuatro de cada diez) pero también son más de nueve millones los que están en Facebook, se mensajean por WhatsApp o utilizan YouTube. Para finalizar estos titulares del II Barómetro, los seniors españoles están informados en mayor proporción que otros grupos de edad especialmente en todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad.

Este informe mide el estado de la población mayor de 55 años en España a través de su consumo. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española un barómetro también se ocupa de medir un proceso y evolución. Por ello, el Barómetro del Consumidor Sénior se ha vuelto a realizar en 2021 para hacer un seguimiento de sus hábitos de consumo. Así, el este nuevo informe permite conocer los cambios en el comportamiento de los mayores españoles como consumidores y corrobora algunos datos de la primera edición. Los adultos mayores españoles mantienen su alto poder adquisitivo y su capacidad de ahorro, a pesar de la crisis pandémica. Son el motor del consumo patrio ya que uno de cada dos euros gastados parte de este grupo etario, según recientes datos de CENIE y Oxford. Como novedad el II Barómetro del Consumidor Sénior ha detectado una tendencia a corroborar que es su capacidad de apoyo económico a sus círculos más cercanos. A su vez, quizás causado por el fin del confinamiento o por cuestiones estructurales, la vivienda y la energía han desplazado a la alimentación en la predicción de mayor gasto futuro para los senior.

Por primera vez, el informe con datos suministrados por Google y Comscore ha analizado monográficamente el impacto de la tecnología en el consumo sénior. Se ha constatado la falsedad de los prejuicios que asocian a los adultos mayores con personas analógicas puesto que el número de mayores activos en internet ha aumentado en casi cuatro millones desde 2017. La pandemia, como en otros ámbitos, ha sido un acicate para su digitalización, y se ha visto cómo el número de usuarios se situaba en los 10 millones, aumentando un millón en 2020 hasta suponer el 60% de todos ellos. A pesar de estos datos para una gran mayoría de las empresas, los seniors en relación con la tecnología no existen, son invisibles.

Ahora toca difundir esta realidad en el tejido económico español de cara a que surjan nuevos bienes y servicios para los seniors que generen empleo y riqueza, pero que también resuelvan sus necesidades, todavía hoy insatisfechas. De este modo, España se beneficiará de este nuevo bono demográfico que desde las instituciones comunitarias se ha bautizado como el ‘euro plateado’. Si nos ayudas a difundir estos datos, estarás ayudando a tu país.

 

Si quiere leer el resumen ejecutivo del II Barómetro, pulse aquí

Si quiere leer el informe completo del II Barómetro, pulse aquí

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

sábado, 18 de diciembre de 2021

California en el Mediterráneo

(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Verdad de Murcia el día 18 de diciembre de 2021)


El día 10 de noviembre en Madrid volvió a escucharse el clamor de la mitad de España que reclama un corredor a la altura de la riqueza que se genera en las comunidades que recorre, uno de cada dos euros del país. Ese día también se puso de manifiesto que Murcia es el cuello de botella para disponer de una línea ferroviaria desde La Junquera hasta Algeciras. Habrá que esperar hasta 2025 para que ese flujo de riqueza recorra el Mediterráneo español porque en Murcia, como en las viejas películas del Oeste, las vías -inopinadamente- están sin terminar y solo queda polvo por delante.

Pero, décadas de retrasos no pueden nublarnos la vista, y Murcia está hoy en la mejor posición para ser el corazón de ese corredor de prosperidad. La calidad y cantidad de las empresas con base en la región, la apertura al mundo de su tejido productivo, el talento STEM egresado en sus universidades y un marco fiscal favorable a la inversión acompañado de una envidiable calidad de vida. 

El caso de California en Estados Unidos puede ayudar a inspirar a Murcia en estos momentos de zozobra. De hecho, ya son muchos economistas que hablan de que el desempeño del estado californiano está detrás de la ambición económica del mandato del presidente norteamericano, Joe Biden. En el primer trimestre de 2021, la economía estadounidense creció el 6,4 por ciento (el ritmo más acelerado desde 1984), debido al estímulo monetario y fiscal. Un componente fundamental es el poderío en investigación para respaldar la innovación en sectores de crecimiento globales. Estos sectores son los que impulsan el crecimiento de la productividad, crean empleos de calidad y alimentan las exportaciones y la creación de riqueza de todo Estados Unidos. En este sentido no puede olvidarse que California ha liderado la innovación global desde la Segunda Guerra Mundial. Es sede de un sistema universitario de primera con universidades de referencia mundial y seis laboratorios federales de investigación, junto con cientos privados. Los indicadores así lo demuestran. En 2020, más de 440.000 californianos iniciaron una nueva empresa, un 22 por ciento más que en 2019. Asimismo, y son datos de la consultora McKinsey, en 2020 la mitad de toda la financiación de capital de riesgo del país fue a California. De aproximadamente 750 rondas de financiación de capital riesgo superiores a los 1.000 millones de dólares, casi el 70 por ciento han sido en California. Y cerca del 80 por ciento de las startups americanas valoradas en más de 10.000 millones de dólares están radicadas en la zona de San Francisco. Por si fuera poco, Silicon Valley sigue siendo la mayor concentración de empresas de éxito siendo la sede de Google, Facebook, Intel o Apple entre otras muchas. De nuevo el poder de la acumulación.

Pero no siempre fue así. Durante décadas ni siquiera llegaban los trenes y si lo hacían era tras muchas penalidades. El impulso nace a inicios del siglo XX, cuando desde la Universidad de Stanford se promovió una agrupación de empresas de base tecnológica, frente a la tradicional ubicación de la costa Este de Estados Unidos. La acción orquestada de universidades, gobiernos y empresas obró el milagro en apenas unas décadas.

Desde Murcia no podemos convertirnos de la noche a la mañana en California, pero con una ambiciosa promoción del espíritu emprendedor que ya ha conseguido grandes logros en sectores locales como la industria agroalimentaria; con una mentalidad startup en nuestras compañías; buscando la colaboración con las provincias limítrofes en sectores como el calzado, juguete, muebles o logística pero también en inteligencia artificial o turismo sostenible; evitando los colapsos administrativos y apostando por la trasformación digital y la sostenibilidad favoreceríamos este milagro.

Estamos lejos de tener el PIB de California, que es más del doble que toda España, pero tenemos similitudes sobre la que apalancarnos, por ejemplo, una agricultura eficiente que ha abrazado la tecnología para ser más productiva o una aglomeración en el entorno de 60 kilómetros que nos permite ser el tercer mayor cinturón poblacional en España. A California se le conoce como el estado dorado por las horas de sol que disfrutan, tantas como las de Murcia, una oportunidad que ya se está aplicando por emprendedores murcianos con ambición global para producir y exportar energía limpia y que in incluso permitirá convertir a esta parte de España en la capital del hidrogeno verde que descarbonizará la industria europea.

Tenemos que aprovechar que hoy la tecnología nos permite mirar más allá de nuestras fronteras, trabajar a distancia, asumir con naturalidad la irreverencia de las nuevas generaciones, encontrar valor en los datos o competir con cualquiera. Y además abrirnos más al mundo con políticas migratorias capaces de atraer el talento global. Por si alguien no lo sabe, es obligado recordar que aproximadamente la mitad de todas las empresas del Fortune500 en Estados Unidos fueron fundadas por inmigrantes o por sus vástagos. California se ha beneficiado enormemente de su liderazgo en la economía de la innovación en el pasado ¿por qué no Murcia pueden hacerlo usando todas las palancas que acabamos de citar?

En los westerns el tren se para porque no había ya más vías sobre las que circular, unas veces porque los indios impiden las obras otras porque el dinero de los vaqueros se acaba, pero siempre acaba lográndose el milagro y el convoy llegaba hasta una California que entonces era un erial. Ese mismo Estado que hoy es la quinta economía del mundo. Ojalá que este corredor acabe también con final feliz, convirtiéndonos en la California del Mediterráneo. Está en nuestra mano.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Eduardo de San Nicolás es ingeniero industrial y jefe de estrategia e innovación en SOLTEC

viernes, 17 de diciembre de 2021

El huevo de la serpiente

 

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 13 de diciembre de 2021)


No tengo muy claro si hay un hábitat idóneo para las serpientes y menos en qué parte de nuestro país se crían con más facilidad. La zoología no es lo mío, pero cuando la semana pasada observé la manifestación en contra del niño de Canet no tuve duda alguna: ahí había un huevo de serpiente. En 1977 el genial director de cine, Ingmar Bergman, estrenó la película “El huevo de la serpiente” ambientada en los años previos a la llegada del poder de Hitler. En una escena, uno de los personajes, el Dr. Vergerus dice «cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado». Solo es cuestión de tiempo, y de un inofensivo zigoto, surgirá un peligroso reptil. La película anticipa lo que finalmente sucede en Alemania una década después que no es otra cosa que el régimen nazi que tanto dolor trajo. Pero en los años veinte ya podía preverse porque los huevos de la serpiente ya estaban dispersos por toda Alemania. No se hizo nada.

 

La serpiente ha servido en el cristianismo para representar el mal, precisamente porque en la cultura popular un ofidio supone un gran peligro por su venenosa mordedura. Nadie, en su sano juicio, en esta parte del mundo permite que una serpiente anide en su casa o que deje sus huevos para que en poco tiempo nazcan nuevas culebras. No domino la cría de las serpientes, pero sí he vivido en primera persona durante muchos años las consecuencias de minusvalorar el terrorismo de ETA que tenía por símbolo una serpiente. Los mismos que empezaban acosando con manifestaciones en frente de casas como la mía, seguían poniendo pintadas con insultos para acabar tirando piedras cuando no balas 9 mm parabellum.

 

No he visto nunca un huevo de una serpiente, pero he visto muchas veces en el País Vasco el mismo odio que en las caras de los manifestantes de Canet. ¿Cómo un inocente niño de cinco años puede llevar a la ira a tantas personas? ¿Qué clase de fanatismo es capaz de movilizar a ciudadanos y representantes del pueblo para acosar a un menor? ¿tan poco conocemos la historia reciente de nuestro país o de Europa para no darnos cuenta de que la semilla del odio ya ha germinado y es preciso actuar?

 

Nunca me ha mordido una serpiente, pero sí he sentido en mis carnes el pánico al fanatismo terrorista y me hago una idea de lo qué sentirán ahora mismo los padres del niño de Canet. Ese miedo que miles de familias catalanas van a tener a partir de ahora cuando tengan que tomar la valiente decisión de reclamar el derecho a que sus hijos estudien en el idioma del país en el que viven. La inquina de unos, el terror de otros y mientras tantos los huevos a punto de romperse porque la serpiente ya ha crecido lo suficiente.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

 

 


jueves, 2 de diciembre de 2021

La palabra del año para Cambridge (y para la economía española)

(Este artículo se publicó originalmente en el diario La Información el día 30 de noviembre de 2021)


Los diccionarios por estas fechas eligen una palabra que acumula méritos para ser considerada la del año. Oxford busca siempre un término o significado nuevo, Cambridge que se haya buscado mucho en su diccionario online y en España, la Fundeu prioriza que forme parte del debate social de ese año. Palabras como confinamiento, cuarentena o posverdad han tenido ese honor en los últimos tiempos.

Este año Cambridge nos ha sorprendido eligiendo a la perseverancia. Ni vacuna, ni criptomonedas y tampoco apagón se han buscado tanto como el nombre de la misión espacial a Marte. Las búsquedas de la palabra se dispararon después de que el vehículo de nombre Perseverance hiciera su descenso al planeta rojo el 18 de febrero del 2021. En la página web de Cambridge se ha encontrado más de 243.000 veces durante 2021. El diccionario inglés ha definido estos días la perseverancia como "el esfuerzo continuado para hacer o conseguir algo, incluso cuando esto es difícil o lleva mucho tiempo". Los expertos han explicado que es normal lo que ha sucedido con esa palabra porque perseverancia no es una palabra común y los usuarios del diccionario, estudiantes de inglés en su mayoría, han debido de buscarla para entender su significado. Pero lo más interesante de la elección de la palabra este año es que los editores consideraron que era perfecta dados los desafíos a los que se ha enfrentado el mundo en 2021. "Al igual que se necesita perseverancia para hacer aterrizar una nave en Marte, se necesita para afrontar los retos y la interrupción de nuestras vidas a causa de Covid-19, los desastres climáticos, la inestabilidad política y los conflictos".

Por mucho que la NASA usase perseverance para bautizar su misión a Marte, es una palabra de origen latino, en concreto del verbo perseverare. En español y para la RAE es la acción de mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión. Por eso, aunque nadie me lo ha pedido, me atrevo a considerarla la palabra del año también para la economía española.

Perseverancia para lograr los fondos europeos y que no pasen de largo -como en los años 40 del siglo pasado el plan Marshall- porque no cumplíamos las condiciones que puso el general americano. Ahora Next Generation son 140.000 millones de euros de los cuales 72.000 millones en subvenciones no reembolsables y 68.000 en créditos, pero sobre todo es un 11 por ciento del PIB de nuestro país y el doble de fondos que hemos recibido en los últimos seis años. Unas ayudas claves para un nuevo modelo económico que nos permita competir y crear empleo sostenible en el tiempo. Pero que exigen constancia de nuestro tejido, a la vista de los retrasos, pero también de los gestores europeos para no desesperarse ante las batallas de los socios del gobierno español.

Perseverancia para vencer a la inflación a pesar de las decisiones políticas que han elevado la factura de las pensiones o la incapacidad para frenar la escalada de los precios de la energía que ya se ha trasladado a los costes industriales con parones y cierres de la actividad en sectores como la automoción o la construcción.

Perseverancia para superar la crisis de suministros porque no somos soberanos desde un punto de vista industrial y nadie pensó en ello en los últimos treinta años. Sin factorías de microchips o de baterías, pero importando provisiones de manera sistemática, estamos condenados a depender del tablero de la geopolítica global en el que no somos nadie.

Perseverancia para que la reconstrucción no pase exclusivamente por los fondos europeos, ni por planes gubernamentales o por sofisticados proyectos privados que necesitan al BOE sino por cientos de miles de talentos que trabajen y emprendan en nuestro país. Por acciones concertadas que democraticen el acceso a las tecnologías emergentes también a las pymes. Con estrategias publico-privadas para tener más españoles preparados, respetados y admirados; más emprendedores e innovadores que hagan grandes nuestras empresas y nuestro país.

Perseverancia para no caer en el enfrentamiento y mantener los acuerdos que nos han hecho disfrutar del mayor periodo de prosperidad en la historia de nuestro país. O fuerza suficiente para que nuestra democracia no caiga ante los ataques populistas y nacionalistas. Si prefieren, persistencia para no caer en la trampa de reformar nuestra carta magna que ha hecho posible que seamos uno de los mejores países del mundo para vivir. En definitiva, mantener el rumbo de los acuerdos entre diferentes, sean políticos o empresarios y sindicatos, para reconstruir juntos la España que nos ha dejado la pandemia.

Gracias, por tanto, a la NASA por habernos dado, sin querer, una lección de economía y demostrarnos que, sí a Marte se puede llegar con un coche de nombre perseverancia, también podemos llegar a tiempo para firmar en Bruselas las reformas que hagan posible la llegada de esos fondos europeos que cambiarán el destino de nuestro país.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Ómicron

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 29 de noviembre de 2021)


Es una de las letras del alfabeto heleno y lo lleva siendo durante los últimos dos mil años. Ómicron en griego es la letra “o” breve, frente a omega que es la larga. Ojalá que en unas semanas no tengamos que incorporar en el diccionario otro significado para esta palabra, porque eso supondrá que la nueva variante del coronavirus, bautizada así por las autoridades sanitarias, ha caído en el olvido.

Cuando se descubrió el virus causante de la pandemia, se le puso el nombre de covid19 por el año en cuestión-2019- acompañado de las iniciales de coronavirus y enfermedad en inglés (disease). Pero conforme este virus mutaba, el término Covid19 quedó obsoleto y los expertos decidieron añadir una letra griega. Alpha ante la variante inglesa o Delta por la cepa norteamericana y así hasta este viernes pasado en el que Ómicron ha entrado en escena. La OMS emitió un comunicado avisando de la peligrosidad de la nueva mutación con origen africano y como si fueran piezas de dominó fueron cayendo, una tras otra, las cotizaciones de todas las empresas del planeta, especialmente las vinculadas a los viajes y el turismo. La altísima trasmisibilidad de esta variación del virus es tal que en apenas unas horas ya se han detectado infectados en Estados Unidos, Bélgica, Alemania, Reino Unido o Italia lo que ha acelerado la vuelta en muchos países a las restricciones sanitarias más duras.

Esta desconocida letra griega no solo ha hecho perder en la Bolsa cientos de millones a las empresas, sino que puede frenar en seco la recuperación económica que ya venía languideciendo. Los precios no han parado de subir por la presión de la demanda insatisfecha y ayudados por la escalada de los costes energéticos. Las trabas al comercio internacional en China primero dejaron sin superconductores -chips- a las industrias occidentales y luego les tocó el turno a otras provisiones clave para sectores como la construcción y las manufacturas. La economía real se resintió con rapidez porque fábricas de coches, juguetes y móviles -entre otras- se pararon por la falta de componentes, al mismo tiempo que miles de proveedores y empleados. La electricidad decidió entrar en este cóctel elevando los costes a las compañías lo que hizo que algunas también decidieran dejar de producir al no compensarles esos gastos. Y en esas estábamos, esperando las ayudas europeas que nos salven, cuando Ómicron apareció.

Nadie puede asegurar si este nuevo virus será una falsa alarma o una catástrofe, pero sí podemos certificar lo absurdo de los debates de estas semanas en los que consumimos nuestras fuerzas. Una prebenda más para mi comunidad o una subvención para diferenciarme de mis vecinos. No acabaremos con la pandemia -ni con la crisis que la acompaña- mirándonos al ombligo sino cooperando. No enfrentando territorios sino trabajando codo con codo. Solo funcionando como una orquesta, no desafinaremos. De qué sirve sacar pecho por tener más del 80% de vacunados si nuestros vecinos africanos no lo están. O nos salvamos todos o ninguno se salvará.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

lunes, 15 de noviembre de 2021

Greta Thunberg se ha hecho mayor

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 15 de noviembre de 2021)


La activista medioambiental atrapada en un cuerpo de niña ha alcanzado la mayoría de edad este año, pero sigue enfadada. La hemos visto regañar a empresas, organismos internacionales y políticos estos días en Escocia con motivo de la cumbre del clima. Ha dejado su Suecia natal por unos días para “cantar las cuarenta” a los asistentes a la COP26 de Glasgow. Greta se hizo conocida en 2018 en su país por su huelga -novillos le llamábamos en mi época- en protesta por la inacción de su gobierno para parar el cambio climático, a partir de ahí se convirtió en un fenómeno mundial que arrastra donde va a multitudes de jóvenes ecologistas, pero también colas de mandatarios occidentales que quieren una foto con ella.

Greta, protegida y animada por las autoridades escocesas, ha congregado a decenas de miles de jóvenes para proclamar el fracaso de la cumbre climática de Glasgow acusando a sus organizadores de cómplices de la destrucción del planeta. Para Greta, esta COP ha sido la reunión de los quieren lavar sus conciencias mientras siguen contaminando el mundo. Duras palabras que sin embargo no le han supuesto ningún problema con las autoridades británicas ni del resto de países desarrollados que siguen deseando una cita con la joven sueca.

Cuánta ironía con la jovencita nórdica. Enfadada con los países que más la quieren; insultando a los dirigentes que suspiran por subir una foto en redes sociales con ella; despotricando de las empresas de la COP26 que son de las que más se esfuerzan en la transición energética, hablando mal de Europa que es el continente que más está haciendo por el medio ambiente como se está poniendo de manifiesto en la interesante iniciativa comunitaria de la Conferencia sobre el Futuro de Europa… Y mientras tanto China y sus empresas siguen contaminando el planeta sin ninguna Greta que les moleste. El profesor Manuel Arias explica magistralmente que de nada sirve que los europeos cambiemos el coche por la bicicleta, si los chinos están cambiando la bicicleta por el coche. China es responsable de un tercio de la emisión de dióxido de carbono y por tanto el país que más contribuye al calentamiento global y al resto de problemas asociados al conocido como Antropoceno o una nueva era geológica‎. Los científicos se han puesto de acuerdo en que hemos conseguido alterar el ciclo vital del planeta y de ahí el calentamiento, la acidificación de los mares o la desaparición de cientos de especies naturales que para el CSIC están trayendo nuevas enfermedades infecciosas. 234 científicos de 60 países creen que en 2040 el mundo alcanzará un calentamiento de dos grados de temperatura lo que provocará inundaciones, olas de calor y el aumento del nivel del mar. Greta tiene razón en estar enfadada, pero debería mirar hacia Oriente. Es contra China donde su enfado de verdad estaría justificado, pero me temo que en Pekín ni las televisiones, ni las calles, ni las autoridades se rendirían a sus mensajes como por aquí. Pero quién dijo que las causas justas sean fáciles. Ánimo con ello, querida Greta, que ya tienes 18 años.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja


sábado, 13 de noviembre de 2021

El trabajo "silver"

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico El Mundo el 9 de noviembre de 2021)

Nuestro país, al igual que una gran parte de Europa, está inmerso en un proceso claro e irreversible de envejecimiento como consecuencia tanto del incremento de la esperanza de vida, lo cual es un gran logro social, como de la importante caída de natalidad que se inició hace ya varias décadas.

Actualmente, nuestra población mayor de 55 años engloba a más de 15,5 millones de personas, que suponen el 32% del total de la población. Casi una de cada tres personas en España es sénior. De éstos, la población mayor de 55 años y menor de 70 años en España suma más de 8 millones de personas, que suponen un número similar al de jóvenes entre 15 y 30 años. Este proceso de envejecimiento de la población nos genera grandes retos a nivel macro, individual y empresarial

A nivel macro el envejecimiento será una amenaza para nuestro Estado de Bienestar, especialmente en cuanto al sistema de pensiones que nos hemos dado y a las necesidades de dependencia y tendrá consecuencias en cuanto a la configuración de nuestras ciudades y territorios, espacios, vías públicas, etc. A nivel individual supondrá que los ciudadanos tendrán que asumir vivir vidas más largas y, por consiguiente, la necesidad de tener rentas durante más atos Los ciudadanos tendrán que prepararse para vivir más años y trabajar hasta edades más avanzadas

A nivel empresarial tiene dos implicaciones. Por una parte la necesidad de ajustar la oferta de productos y servicios a un mercado silver, lo que está generando nuevas oportunidades. Y por otra parte, el asumir la gestión de equipos también más mayores que lo que era habitual hasta ahora (talento sénior). 

Y paradójicamente, llevamos décadas en las que hemos fomentado la salida muy temprana del mercado laboral, mediante fórmulas de prejubilación o de utilización de la fórmula legal de la jubilación anticipada. Esta salida temprana, pactada muchas veces entre las empresas y los trabajadores ha sido bendecida por las distintas administraciones

Para las empresas son un instrumento de ajuste, de rejuvenecimiento de la plantilla y en estos procesos los trabajadores de más edad han sido señalados prioritariamente a la hora de efectuar dichos ajustes con su propio beneplácito, de hecho, salir del mercado era una quimera deseada por muchos trabajadores y aprovechada por sus representantes.

Además, tenemos un claro problema de edadismo o discriminación por edad, de modo que aquellos trabajadores que eran expulsados del mercado laboral a partir de los 50 anos, e incluso antes, sus opciones de acce so al mercado por cuenta ajena se ven muy mermadas Así, se ha instalado la idea de que superar los cincuenta años es sinónimo de no tener futuro laboral. Durante décadas había muy pocas cares en el sistema productivo y hemos asociado erróneamente las canas a un mal desempeño y una baja productividad

Esto hace que muchos sénior que se quedan sin trabajo tienen grandes complicaciones de encontrar un nuevo puesto. Así, la población desempleada mayor de 55 años suma un total de 508.000 personas, esta cifra no ha dejado de crecer en la última década E paro senior casi se ha triplicado desde el año 2008 en España ya que los parados ese año eran 180.000 personas y casi la mitad de los sénior parados llevan más de dos años en esa situación.

Los trabajadores sénior que salen del mercado de trabajo si quieren seguir ocupados, prácticamente solo tienen la vía del trabajo por cuenta propia e incluso algunos se acercan por primera vez al emprendimiento, poniendo en marcha sociedades para ofrecer sus productos y servicios, generando cierta riqueza e incluso creando otros puestos de trabajo. Este trabajo por cuenta propia es la única via de seguir ejerciendo una actividad productiva.

La población mayor de 55 años que trabaja por cuenta propia (afiliados a la Seguridad Social) suma un total de 910.000 personas, que suponen un 27% de todos los autónomos españoles. Casi uno de cada tres autónomos en España es sénior.

El trabajo autónomo en España crece conforme cumpleaños la población ocupada y en el colectivo sénior está mucho más presente. De media uno de cada cuatro afiliados sénior a la Seguridad Social es autónomo, pero en algunos tramos supera el 50%. Ser autónomo es la opción mayoritaria para seguir activo en los últimos años de vida laboral.

Estos fenómenos se han incrementado en nuestro país desde 2008 por dos razones: por haber muchos más efectivos en esos tramos de edad al estar llegan do a esas edades las primeras cohortes de los babyboomers españoles y como consecuencia de los ajustes y reestructuraciones tras la crisis de 2008.

En resumen, hoy hay más sénior, hay más sénior que quieren trabajar, hay más sénior en términos absolutos que salen anticipadamente del mercado laboral, más sénior que saben que tienen que seguir teniendo rentas hasta su acceso a la jubilación más sénior en paro, y más sénior que acceden al trabajo por cuenta propia o al emprendimiento como única vía de seguir ocupados.

Nuestra radiografía del mercado de trabajo senior es bastante distinta de la de nuestros vecinos del norte y del centro de Europa y la principal diferencia es que en el resto de Europa un trabajador está socialmente activo hasta la edad de jubilación

Por tanto, no debería haber excusas para tomar decisiones urgentes que permitan que el talento sénior aporte más y mejora la economía española. Y esto afecta colegiadamente a todos los intervinientes

Las administraciones deben generar sistemas de incentivos para no anticipar la inactividad, e incluso para su prolongación cuando los trabajadores y las empresas estén de acuerdo en ello

Las empresas deberán desarrollar estrategias orientadas a disponer también del talento sénior, colaborando en su actividad sin pérdida de productividad para ello se tienen que aplicar políticas en diversos ejes y que están perfectamente descritas en múltiples prácticas internacionales. En este punto cabe destacar que es en Europa el entorno global que antes está siendo afectado por el envejecimiento y, por tanto, es en Europa donde tenemos que mirar

Tambien los trabajadores y sus representantes tienen que asumir que una sociedad sostenible requiere un compromiso de participación más amplio en el mercado laboral y que no deberíamos premiar modelos de salida temprana del talento senior o que se produzca discriminación por edad en los procesos de entrada

Muchas veces el debate se suscita erróneamente. Se debate sobre la edad de jubilación, sin embargo, el debate debería ser la edad real de salida del mercado.

La sociedad en su conjunto debería velar por una salida del mercado laboral del talento de manera sostenible. Y desde luego nuestro comportamiento en este tema, no lo es, lo único que hacemos con estas prácticas es poner en riesgo los sistemas de protección de nuestro Estado de bienestar y condenar a muchos trabajadores a no tener un propósito social de contribución al resto de la comunidad.

El trabajo es una manera de contribuir con la sociedad, da propósito a la persona y es un factor de bienestar psicosocial y, por tanto, no deberíamos consentir que nuestra sociedad pierda efectivos que pueden seguir aportando un gran valor, al menos hasta la edad legal de jubilación e incluso más allá de manera voluntaria

Rafael Puyol es presidente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Alfonso Jiménez es socio de Exec Avenue e Iñaki Ortega es consejero asesor del Centro de Investigación Ageingnomics. Los tres son autores del Mapa Talento senior 2021, de la Fundación MAPFRE.


domingo, 7 de noviembre de 2021

De los zeta a los silvers (la ruta para salir de la crisis)

(este artículo se publicó originalmente en el blog de Vida Silver el día 3 de noviembre de 2021)

 

Han pasado más de cinco años desde la primera investigación que dirigí sobre la “Generación Z”, entonces tenía la convicción de que estos jóvenes digitales liderarían el mundo. La irrupción de los nacidos después de 1995 había demostrado la necesidad de adaptar una economía, pero también nos enfrentó a una sociedad que arrastraba los pies frente a los rápidos cambios tecnológicos.

Hasta marzo de 2020 los virus que más nos preocupaban eran los informáticos, pero todo cambió esa primavera marcada por la covid19. No obstante, en plena crisis sanitaria, la tecnología nos permitió sobrevivir. Hizo posible que la atención médica en remoto salvase vidas, garantizó el suministro alimentario y evitó también un colapso de las infraestructuras. A la vez y en tiempo récord, se pudo diseñar unas vacunas que ya han salvado millones de vidas y que apuntalarán la reconstrucción. Ha tenido que ser el coronavirus el que nos ha hecho ver cómo la tecnología nos ha cambiado la vida para bien y no hay marcha atrás.  Los zeta seguían dando pasos para ser la generación clave, pero al mismo tiempo la pandemia ha puesto de manifiesto la fortaleza de un grupo de edad, los mayores de 55 años, que sufrió como nadie pero que son invisibles para el mercado laboral y en muchas ocasiones para las empresas y gobiernos, a pesar de lo que representan.

Ya son varios los informe, como los de CENIE, el Círculo de Empresarios o el centro de investigación ageingnomics, que han demostrado que la mayoría del consumo y el patrimonio recae en España en los seniors. Incluso se ha llegado a tasar en un 26% la aportación de la llamada economía plateada al PIB. Además de suponer ya uno de cada tres habitantes de nuestro país y que con seguridad en 2050 serán ya la mitad de la población.

Sigo pensando que los zeta son una generación clave para liderar el mundo, pero no lo van a hacer solos. Los silvers, es decir, los seniors que superan los 55 años están empezando a aparecer en esta ecuación. Una cohorte de edad sin complejos, decidida a seguir siendo un pilar fundamental a pesar de que los usos y costumbres les quieren apartar, jubilándoles laboral y socialmente. Mi apuesta es que los zeta y los silvers, dos generaciones muy diferentes, son el motor oculto de una sociedad que necesita reinventarse ante los últimos acontecimientos que han puesto en jaque todas nuestras certezas y a las que nos hemos enfrentado con improvisación.

Cada época histórica ha tenido una cohorte etaria que ha sido motor de desarrollo. Los jóvenes en los años 60, las mujeres con la democracia o la inmigración en el nuevo milenio. La combinación de pandemia y avances científicos hace que sean dos generaciones en la sombra (los menores de 25 años y los mayores de 55 años) los llamados a liderar el mundo. Los zeta y los silvers, hasta ahora “invisibles” y damnificados emergerán. Es imposible seguir soportando altísimas tasas de desempleo y de precariedad en el empleo de los jóvenes. Nuestro país tampoco se merece que prácticamente la única forma de seguir empleado a partir de los cincuenta sea ser autónomo. Este abandono de los mayores y los jóvenes que representan el 60% del censo electoral, tarde o temprano tendrá sus consecuencias. Quizás algo tiene que ver que poco más del 30% de los diputados del Congreso están en esas franjas de edad.

La generación Z se puso de moda, como en su día lo hicieron los millennials, pero, con lo que no contábamos en aquel momento, era que iban a compartir el liderazgo con los silvers. Pero la sabiduría popular siempre lo tuvo claro. Conviene recordar algunos refranes que se pierden en el tiempo para entender cómo ambos, zetas y silvers, pueden ser la combinación perfecta para una reactivación económica y social tan necesaria en estos tiempos. “La juventud tiene la fuerza y la vejez la prudencia”. Pero más castiza aún es “A caballero nuevo, caballo viejo”. Ambas nos llevan a entender que la experiencia y resiliencia de la persona madura debe encauzar la osadía e intrepidez de la juventud. Los mayores son quienes mejor pueden guiar a los jóvenes, por su experiencia, sabiduría, ese conocimiento tan importante para acertar en las decisiones y evitar errores. Los jóvenes, a su vez, retando a los mayores con sus innovaciones que ponen en cuestión lo hecho hasta ahora.

La convivencia intergeneracional en las empresas, pero en general en nuestro país traería ventajas indudables. Compañías que entenderían mejor a su público y por tanto serían más rentables y administraciones que servirían mejor a sus administrados, por no hablar de un abanico de oportunidades para generar nuevos bienes y servicios que generen creación de valor y creen empleo. Los profesores David Ruiz y Carlos Arciniega están aplicando con éxito modelos de este tipo en grandes compañías utilizando el tratamiento masivo de datos.

Hasta ahora todos estos retos económicos siempre descansaban en las élites que tenían acceso a información privilegiada o gozaban de insalvables barreras de entrada. Pero una vez que se ha puesto de manifiesto para el gran público este caudal de nuevos negocios, no hay excusas para que emprendedores patrios se beneficien de estas nuevas oportunidades económicas. Tampoco hay ningún impedimento para que nuevos bienes y servicios se ofrezcan a estos silvers y zetas que no han visto satisfechas hasta ahora gran parte de sus necesidades.

Nuestra economía en crisis pide a gritos que empresas, ciudadanos y administraciones se comprometan a situar la economía de la diversidad en la más alta prioridad. Dar alas a dos generaciones, los mayores y los jóvenes, rompiendo estereotipos y miradas sesgadas, buscando las sinergias, pero tomando decisiones valientes.

Iñaki Ortega es doctor en economía, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y coautor del libro reciénpublicado “De los zetas a los silvers”


martes, 2 de noviembre de 2021

El gran apagón (The Great Blackout)

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 minutos el día 1 de noviembre de 2021)


No es el título de una película de serie B, pero podría serlo. Tampoco una olvidada entrega del cine de catástrofes ni la nueva serie de una plataforma televisiva, sino uno de los temas de conversación más seguidos en el mundo hoy en día.

Pero no te lamentes por no haber acertado la respuesta. Hace dos años, la mayoría hubiéramos caído en el mismo error si nos hubieran hablado de una epidemia global que nos encerraría en casa dos meses o de una nevada que aislaría una semana la capital de una gran nación del sur de Europa. Hasta hubiésemos catalogado como argumento para un libro de ciencia ficción, un volcán en erupción durante más de cuarenta días en un país civilizado.

Todos estos negros (y muy peliculeros) presagios han ido pasando en este inicio de la década de estos años veinte así que, por lo menos, me temo que tendrás que terminar este artículo para saber qué es eso del gran apagón y dónde ha empezado este tema global. Hace unas semanas el gobierno de Austria puso en marcha una campaña para preparar a la población ante un posible corte energético que, según ellos, podría producirse próximamente. Entre las recomendaciones estaban hacer acopio de combustible, velas, baterías, conservas y agua potable. Las magistraturas austriacas buscaban concienciar a la población sobre esta amenaza porque le dan visos de verosimilitud. Para ello, han desarrollado toda una serie de consejos sobre generadores móviles de energía o cómo cocinar y comunicarse sin electricidad, además de conocimientos básicos sobre primeros auxilios. Pero eso no es todo, el país alpino ha decidido preparar también instalaciones públicas como cuarteles del ejército y servir de apoyo a los servicios de emergencias en caso de un apagón.

Quizás en el siglo pasado este anuncio no hubiera salido de las fronteras austriacas, pero hoy la noticia ha corrido como la pólvora especialmente por este párrafo del comunicado del Ministerio de Defensa: «todas las redes eléctricas de los países europeos están interconectadas en la red europea, de manera que, si hay un apagón, las luces podrían dejar de funcionar en toda Europa».

Y en España ha sido como echar más lecha al fuego. Porque por estos lares llevamos ya unos meses que solo se habla del recibo de la luz que ha aumentado, para una familia media en lo que va de 2021 y según la OCU, un 33%. O lo que es lo mismo, la factura ha subido 181 euros en un hogar tipo en España. Para colmo, el mes de octubre ha terminado y con ello el suministro de gas que recibimos los españoles vía Marruecos a través del polémico gaseoducto argelino.

Tampoco lo ponemos fácil por aquí cuando seguimos escandalizándonos por la energía nuclear de nuestro vecinos franceses -que les hace autosuficientes- o en el país del sol legislamos en contra de energías limpias como las fotovoltaicas.

Inmediatamente expertos y autoridades han salido a desmentir que este riesgo sea real en España, pero con los antecedentes de tantas voces autorizadas voy a ver si tengo una vela en casa.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


domingo, 31 de octubre de 2021

No es la pandemia, es el futuro (upskilling & reskilling)

(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el día 29 de octubre de 2021)

 

El teléfono tardó 75 años en alcanzar los 100 millones de usuarios, para que el móvil consiguiera esos datos apenas se necesitaron 16 años. Internet logró esos usuarios en siete años y Facebook solamente precisó de cuatro años. Instagram lo hizo en dos, pero la aplicación de videos Tik Tok lo ha hecho posible en solo uno. Esa rapidez para crecer tiene otra cara menos amable que es la increíble velocidad también para desaparecer. De las cinco primeras empresas del mundo en 2005, hoy solo queda una en ese listado. En 1964 el promedio de vida de las empresas del índice S&P500 era de 33 años, hoy es de 22 años y si nada cambia está previsto que en el 2027 sea de 12 años.

Charles Darwin, con su teoría de la evolución, demostró que solo sobreviven los animales más dotados para afrontar el complicado día a día. La época tecnológica que nos ha tocado vivir está tristemente protagonizada no sólo por el cierre de empresas sino también por la destrucción de empleos y lo que es peor por la dificultad para crear nuevos puestos de trabajo. Mientras no asumamos que el mercado laboral, como las especies de Darwin, está en plena evolución, no conseguiremos solucionar el problema de nuestro siglo.

La economía, fruto de la disrupción tecnológica, está viviendo el proceso más profundo y rápido de cambios de la historia reciente. Eso ha supuesto que los empleos estén cambiando vertiginosamente. Miles de trabajos que desaparecen, nuevas relaciones laborales, nuevas profesiones, cientos de oficios amortizados, nuevos nichos de empleo, nuevas capacitaciones, necesidades inéditas que hacen que la oferta y la demanda del mercado laboral no casen. Convivimos con alarmantes tasas de desempleo, pero al mismo tiempo las vacantes no dejan de crecer.

No podemos dejar de recordarlo ahora que los debates para mantener el escudo de los ERTEs versan sobre condicionar estos beneficios a recibir o no una formación. La pandemia no ha hecho más que acelerar un proceso en el mercado laboral que estará protagonizado por la recualificación, conocida como reskilling y upskilling en su terminología anglosajona. No es opinable, sin formación a lo largo de la vida no habrá espacio en el mercado de trabajo.

Para los que no ven progreso en la formación de los trabajadores, estén o no en ERTE, estemos o no en pandemia, los animamos a que sigan leyendo estas líneas. Estudios del Foro de Davos defienden que la mitad de los empleados tendrán que reciclarse antes de 2030 y que eso les supondrá de media seis meses de estudio. CoDir´21 es una reciente encuesta internacional a directivos promovida por la prestigiosa firma Alexander Hughes cuyo resumen es que el 80% de los comités de dirección de las compañías líderes ha de mejorar en capacidades, organización y funcionamiento.

Cultura sólida, habilidades digitales, innovación estratégica, visión compartida y desarrollo sostenido son los aspectos que han de reforzarse en la fuerza laboral para los consejeros delegados de las grandes empresas, según me confirma Ignacio Pascual uno de los expertos de referencia en España en capital humano. Llámese como quiera, upskilling o reskilling. El primero pretende enseñar a un directivo nuevas competencias para optimizar su desempeño; el segundo entendido como reciclaje profesional, aspira a formar a un empleado para adaptarlo a un nuevo puesto en la empresa. Lo importante es saber que se necesitarán trabajadores más especializados -upskilling- y empleados más versátiles -reskilling-. Una fuerza laboral que en el primer supuesto crezca verticalmente y en el segundo horizontalmente. Ambos conceptos comparten que luchan contra la brecha digital en el seno de la empresa y la hacen más competitiva; mejoran los procesos de selección y, en consecuencia, los periodos de adaptación; ayudan a fidelizar y a retener el talento.

Tampoco puede obviarse la necesidad de recualificarse para así entender al otro, formarse para dejarse contagiar de la corriente intergeneracional ¿Acaso no somos cada vez más, como los nativos digitales, impacientes? ¿O quién no aspira a tener la resiliencia de los seniors que acumulan crisis en sus espaldas sin rendirse?

Estos procesos de desarrollo a lo largo de la vida profesional además mejoran la reputación corporativa puesto que siguen los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, concretamente los numerados como 8, 9 y 10. Así mismo promueven una cultura de empresa dinámica adaptada a un entorno en constante evolución. El World Economic Forum ha tasado en un aumento del PIB español de 6,7% de aquí al 2030 y una nada despreciable cifra de 230.000 nuevos trabajos si se mejorasen las competencias digitales.

Para terminar, que nadie piense que esta tarea sólo atañe a los emprendedores, directivos y trabajadores. La foto de Darwin debería estar en los despachos de todos los rectores universitarios. Que nadie lo olvide en un sector como el de la educación superior, que aun con más de 700 años de vida, puede desaparecer de un plumazo si deja de ser útil para los imprescindibles y urgentes procesos de upskilling y resikilling que acabamos de describir.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

 

 

miércoles, 20 de octubre de 2021

El unicornio vasco

(este artículo se publicó originalmente en el diario El Correo el día 19 de octubre de 2021)


En la mitología los unicornios son animales invencibles luchando gracias a los poderes de su cuerno. Se les representa como un ser híbrido, con cuerpo de caballo y afilado cuerno de chivo. Las leyendas cuentan que todo aquel que bebiera de una poción mágica hecha con ese cuerno alcanzaba la vida eterna.

Los unicornios, en nuestros días han saltado de los cuentos a los manuales de economía. Un unicornio es una empresa emprendedora que consigue en los tres primeros años de su vida una capitalización superior a los mil millones de dólares. Esa “magia” la han logrado compañías como la chino-americana Zoom que hizo posible el teletrabajo y la enseñanza a distancia en pleno confinamiento o la alemana Zalando que hace fácil comprar moda por internet. Ambas son unicornios como también lo es AirBnB que ha revolucionado el turismo con su oferta de casas y habitaciones a precios asequibles. En España también tenemos unicornios que superan la valoración de un billón, usando la nomenclatura de dólares americanos. Cabify en el transporte de personas en las ciudades, Glovo en la comida a domicilio y Flywire en las transferencias de pagos internacionales, engrosan la lista de estos nuevos objetos de deseo a la que se ha unido recientemente Wallbox especializada en cargadores para coches eléctricos. Empresas con sede en Madrid, Barcelona y Valencia, pero a pesar de la querencia en estas latitudes a la mitología, todavía no hay unicornios vascos.

Se acaba de presentar el informe Spanish Tech Ecosystem que concluye que el ecosistema emprendedor español medido por la valoración de las nuevas empresas tecnológicas se ha quintuplicado desde 2015 precisamente por la aparición de unicornios españoles. Al extremo de que este estudio considera a España como el quinto país europeo con más potenciales unicornios. Seguro que en esa lista de futuras empresas milmillonarias hay algunas lideradas por emprendedores vascos pero los datos que arroja el informe es que Madrid y Barcelona están en el top ten de ciudades continentales con el mayor número de empresas que pueden convertirse en unicornios. Exactamente igual pasa con los fondos movilizados desde el capital riesgo para invertir en startups, Barcelona con 4.600 millones de euros acumulados desde 2015 lidera la lista en la que, tras Madrid, Valencia, Alicante y Palma de Mallorca, cuesta encontrar, pero aparece una ciudad vasca: Bilbao.

Para frotarse los ojos de incredulidad, pero la realidad es que ni en los cuentos de hadas podemos encontrar por aquí un unicornio vasco. La caída de las vocaciones emprendedoras -detectada por el informe GEM Euskadi desde hace muchos años, y la escasez de incentivos potentes para escalar globalmente los proyectos innovadores desde la CAPV explican este erial de empresas de altísimo potencial. Los casos de emprendedores vascos como Cesar Oteiza y José Poza que han conseguido exitosos desempeños, uno siendo cofundador de Idealista -expatriado en Portugal o Italia- y el otro con crecimientos no orgánicos hasta convertirla en MasMovil -con su sede social en San Sebastián-, nos animan a ser optimistas. A pesar de las leyendas, la magia no existe en la economía con los unicornios, pero sí las oportunidades. El País Vasco ha visto como nacían grandes bancos y reputados banqueros en su territorio. Tenemos la experiencia, el capital humano -pero también financiero- y un largo historial innovador para seguir siendo protagonistas. Hoy el BBVA es uno de los bancos más importantes de Europa, Kutxa es envidiada por su solvencia en todo el continente y el primer banco español CaixaBank es presidido por un vasco, ¿por qué no el primer unicornio de las finanzas tenga su sede en nuestra tierra?

Los casos de unicornios europeos de las finanzas en lo que se ha venido a llamar como fintechs, nos pueden inspirar. El neobanco Revolut desde el Reino Unido, Klarna en Suecia gestionando los pagos del comercio electrónico o los alemanes de N26 con su banco digital. Es verdad que emprendedores vascos como Asier Uribeechebarría de Finanbest han sido pioneros, pero para que no sea algo anecdótico, han de orquestarse de manera decidida todavía más acciones públicas y privadas que atraigan, retengan y escalen el talento local. Suecia tiene más unicornios que el Reino Unido, Spotify les abrió el camino con la música en internet. Ojalá que las finanzas abran la senda de decenas de unicornios vascos.

La Unión Europea se ha propuesto que esta década sea la “década digital” y esto conlleva un conjunto importante de inversiones en infraestructuras, capacitación y transformación de las administraciones y las empresas. Uno de los indicadores de cumplimiento del plan es que el número de unicornios debería duplicarse. Esperemos que las matemáticas no nos engañen y en el País Vasco cumplamos esas previsiones y no solamente porque el doble de cero es cero.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

lunes, 18 de octubre de 2021

La tinta del calamar

 Este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 18 de octubre de 2021


Todo el mundo habla de “El juego del calamar” y reconozco -eso sí, en voz baja- que no he visto ni un minuto de la serie. En casa, los mayores y los más pequeños, dicen que no pasaron del anuncio porque les dio pereza, pero con 100 millones de audiencia en un único mes, me temo que en mi familia estamos equivocados porque es ya un fenómeno global. Para que tengas tema de conversación te resumo el argumento. Cientos de desarrapados sociales, bien por deudas, adiciones, pobreza o enfermedades aceptan una extraña invitación a un juego de supervivencia, de nombre calamar, que si ganan les hará millonarios, pero solo a uno, porque el resto morirá. Más allá de la brutalidad de las imágenes -siempre ha habido películas o videojuegos de este tipo- la inquietud ha surgido porque menores en todo el mundo han comenzado a imitar a los personajes del tablero del calamar. En España colegios gallegos, madrileños y de Mallorca han dado la voz de alarma al ver a los alumnos más jóvenes en acción; en Paris incluso las agresiones han sido ya físicas.

Inmediatamente la maquinaria mediática se ha puesto a funcionar. En ausencia de pandemia y con el volcán ya varias semanas en erupción hemos abrazado con ganas el asunto del calamar. Psicólogos que prohibirían a los menores de edad que la vean y supuestos expertos que criminalizan a las productoras americanas han desfilado por los platós, pero ni rastro en las tertulias de los millones de fans de la serie porque el coro es monocolor.

Nada diferente a lo que pasó en los años 70 con la Naranja Mecánica de Kubrick o en los 80 con Superman por eso a mí a estas alturas lo que me preocupa es el cefalópodo patrio. No perdonaré jamás que uno de los platos estrella de nuestra cocina se haya visto salpicado por la polémica de una serie de televisión filipina. Quiero comer calamar a la plancha sin pensar en asesinatos de niños, saborear un guiso de calamares con patatas y no ver una cabeza rota, pedir en el aperitivo unos calamares a la romana sin plantearme si he poner control parental a la televisión. Los españoles desde el País vasco hemos hecho grandes aportaciones a la gastronomía mundial, uno de ellos es la salsa negra de los calamares en su tinta. Y quizás ahí está la explicación de la polémica de estos días. El calamar para defenderse de los depredadores marinos expulsa una sustancia de color negro que les desconcierta y así consigue huir. Esa sustancia en una cazuela ligada con aceite y tomate es la mítica salsa vasca. Mientras hablamos de la serie coreana no dedicaremos tiempo al drama del desempleo juvenil o el desmantelamiento de la educación de calidad por no mencionar el aumento galopante del déficit y la inflación que empobrecerá en breve al país. Eso sí es importante y esa tinta del calamar que nos ciega es la que debería de preocuparnos.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

 

jueves, 14 de octubre de 2021

Cómo aprovechar el talento senior en España

 Este artículo se publicó originalmente en The Conversation España el día 14 de octubre de 2021


La población sénior en España tiene capacidad para aportar talento al mercado laboral y a la economía española. Así lo ha puesto de manifiesto el Mapa de Talento Sénior que hemos elaborado para el centro de investigación Ageingnomics de la Fundación MAPFRE.

Los séniores y el mercado laboral

Más de cuatro millones de séniores forman parte de la población activa, casi un millón son autónomos y por lo menos 100 000 son emprendedores. Los mayores activos crecieron desde 2008 en 1 600 000 efectivos. No solo hay más séniores ocupados en el mercado laboral español, sino que se mantienen empleados más años.

El talento sénior, por tanto, está muy presente en la economía española y no solo en términos absolutos, como avalan las cifras anteriores, sino también relativamente. Uno de cada cinco ocupados en España son séniores y uno de cada tres autónomos españoles tienen más de 55 años. Y su tasa de participación en la población activa total pasó del 11 % al 18,3 %.

Emprender o trabajar por cuenta propia es, en muchas ocasiones, la única vía para seguir activo siendo sénior en España. Este estudio ha demostrado que más de medio millón de séniores que quieren trabajar no pueden hacerlo. La mitad de los desempleados sénior llevan más de dos años sin trabajar y las cifras de parados casi se han triplicado desde 2008. También las tasas de emprendimiento sénior están por debajo de las de otros grupos de edad y lejos de las de sus pares europeos.

Por último, se ha detectado una consolidada tendencia de los séniores a abandonar prematuramente el mercado laboral. En algunos casos esta salida puede llegar a producirse a una edad tan anticipada como los cincuenta y pocos años, lo cual alarga el periodo de ociosidad poslaboral a más de 30 años, un tiempo equivalente (o incluso más largo) al de la actividad misma. Además, conforme mayores son los españoles, más probabilidad tienen de estar en regímenes de trabajadores por cuenta propia, ya que es la única forma de seguir trabajando.

La riqueza de la economía plateada

Todo lo anterior supone para la economía española una pérdida de oportunidades en términos de riqueza que diferentes estudios internacionales han tasado en varios puntos del PIB.

Además, las ventajas de la economía plateada no son aprovechadas suficientemente por las empresas españolas debido a que los séniores españoles tienen tasas de actividad por debajo de sus pares europeos y de la OCDE.

Conviene recordar que España tiene las mejores circunstancias para ser un país de referencia en la silver economy por su alta esperanza de vida, su sistema sanitario y de dependencia y su apertura al exterior. No obstante, esta oportunidad se alejará si los séniores no están presentes en el mercado laboral trabajando y también aportando una nueva perspectiva de diversidad en las compañías.

Se deben tomar decisiones inmediatas que permitan que el talento sénior aporte más y mejor a la economía española. Esta llamada de atención no afecta solo al sector público, que establece el marco del mercado laboral, sino también a las empresas, a los representantes de los trabajadores y a los propios séniores.

En el Mapa de Talento Sénior se ha recomendado una serie de reformas a la Administración que pasan por hacer viables para muchos séniores segundas carreras como autónomos, después de recibir un salario durante la mayoría o la totalidad de la vida laboral.

También han de desincentivarse las prejubilaciones y la jubilación anticipada, y promover una jubilación activa en la que sean compatibles el trabajo con el cobro de la pensión.

Se debe fomentar, además, que quienes lo deseen puedan trabajar más allá de la edad legal y sancionar a las empresas que abusen del despido de estos trabajadores.

Buenas prácticas internacionales

El éxito alcanzado por algunas grandes corporaciones al promover programas de talento sénior ha de ser un incentivo para el tejido empresarial español. Estas empresas han demostrado que se puede hacer pero también que es una gran oportunidad económica.

Con la nueva pirámide poblacional, los representantes de los trabajadores han de entender que alargar la vida laboral de los séniores no lesiona las perspectivas laborales de los más jóvenes.

No hay suficientes efectivos jóvenes para completar el relevo generacional y disponer de más séniores trabajando es garantía de mayores ingresos para el estado del bienestar.

Urge concienciar a los propios séniores de que, a pesar de lo atractiva que puede parecer una vida sin obligaciones, la realidad indica que una de las mejores formas de envejecer con salud es seguir siendo útil trabajando.