miércoles, 16 de noviembre de 2011

Start-up Spain España Emprende

We are late arrivals, but that's precisely why we are in time to get it right. In the 1980s, there was a shift in the scale of developed economies' competitiveness and employment levers, and the United States was the first to spot the new paradigm. In fact, in the 1990s, works by PhD. David Birch were already evidencing that, contrary to the then popular view, it was not the major corporations that boosted employment most, but start-ups. In particular, the conclusion reached by this MIT researcher was that 80% of jobs created in that decade were attributable to SMEs less than 4 years old.

In light of these results, the federal government ramped up its backing for training and expanding start-ups, creating financial instruments which, coupled with private capital, have enabled technologies like GPS, Internet and Wi-Fi to develop. Recently, a study conducted by the Kauffman Foundation underpinned the strategic role played by business initiatives in the US, concluding that start-ups have driven all net job creation in the last few decades, which shows that the culture of entrepreneurship has gained considerable ground on the culture of management in the period.

This manner of understanding the world of business is a valuable intangible asset since entrepreneurs have incentives to broaden the range of production possibilities, while managers, more efficiency-driven, are motivated to operate within it–the economic success of Silicon Valley and Israel, two of the top eco-systems for global entrepreneurship, are evidence of this. Spain, which has traditionally been slow to appreciate the potential of small-scale business, has also started to make significant progress in this direction.

The Ministry of Industry has identified more than 2,500 public and private platforms focusing on boosting entrepreneurship. However, despite increasing the support, the strategy is not working, as evidenced by the shaky path towards economic recovery and, above all, the figure of five million unemployed. The fact is that these mechanisms have neither prevented the fall in the business birth rate (more than 40% since 2007) nor helped start-ups, with a few notable exceptions, to gain enough projection to be able to accelerate the transition towards an economy that is skewed towards production.

The reason for the lack of results is the way the measures have been implemented. While in the United States–giving a renewed boost to the policy of support for entrepreneurship–Start-up America was launched, based on the Chilean experience, a major public-private cooperation programme between the federal government and the country's leading companies to channel and coordinate efforts to help entrepreneurs, in Spain there has been little or no joint action between the administrations and the possibility of setting up strategic alliances with the cornerstones of business fabric has not been sufficiently explored.
If these deficiencies were corrected there is every likelihood that the measures implemented would end up having the intended multiplying effect on employment and innovation. The tough financial environment means the administration must make further cuts to the budget, but building bridges for cooperation with the private sector, coupled with greater coordination between institutions, would enable the government resulting from the 20 November election to continue to change scale through support to entrepreneurs with no need to increase the taxpayer funds already earmarked for this purpose and, no doubt, with better results.

If we are to avoid confusing progress with growth, as we did during the real estate boom, Spain must have more business initiative, especially in technology- and knowledge-intensive sectors, which offer greater upside. For there to be real progress, high-potential entrepreneurship must take its place as the engine of the economy, just as the culture of hard work and talent must replace that of speculation and subsidy. Spain needs a real "Start-up Spain" plan, and the sooner the better.

* This article is signed and supported by a group of professors and entrepreneurs who advocate the launch of a plan to foster entrepreneurship and the creation of new companies. Iñaki Ortega (Professor at Universidad Rey Juan Carlos), Javier Santiso (Professor at ESADE Business School), Zaryn Dentzel (Tuenti. Entrepreneur), Gustavo Garcia (Buyvip. Entrepreneur), Iñaki Arrola (Business Angel and Chamberi Valley), Luis Rivera (Tetuan Valley. Entrepreneur) and Marek Fodor (Business Angel and Seedrocket).
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lunes, 14 de noviembre de 2011

España Emprende, Start-up Spain

Llegamos con retraso, pero precisamente por este motivo estamos a tiempo de no llegar mal.

En los años 80,  se produjo un cambio de escala en las palancas de competitividad y empleo de las economías desarrolladas, y fue Estados Unidos el primer país en atisbar el nuevo paradigma. De hecho, ya en el cambio de década, los trabajos de D. Birch pusieron de relieve que, contrariamente a lo que se venía creyendo, no eran las grandes corporaciones las que más impulsaban el empleo, sino la empresa incipiente. 

En particular, la conclusión a la que llegó este investigador del MIT fue que el 80% de los puestos de trabajo que se creaban entonces debían atribuirse a PYMEs que no alcanzaban los cuatro años de antigüedad.  A la luz de estos resultados, el gobierno federal incrementó considerablemente su apoyo a la formación y expansión de start-ups, creando unos instrumentos financieros que, junto al capital privado, han hecho posible el desarrollo de tecnologías como el GPS, Internet o el wifi.


Recientemente, un estudio de la Fundación Kauffman ha corroborado ese papel estratégico que ha tenido la  iniciativa empresarial en Estados Unidos al concluir  que las empresas de reciente constitución están detrás de todo el empleo neto creado en las últimas décadas, lo cual no deja de ser una constatación de que la cultura del entrepreneurship ha ganado terreno durante ese tiempo a la del management. Esta forma de entender el mundo de la empresa es un valioso intangible puesto que los emprendedores tienen incentivos para ampliar la frontera de posibilidades de producción mientras que los directivos, más inclinados hacia la eficiencia, los tienen para operar dentro de ella –el éxito económico de Silicon Valley e Israel, los dos mejores ecosistemas para el emprendimiento a nivel mundial, son prueba de ello.

España, país donde tradicionalmente no se ha sabido valorar el potencial de la pequeña escala empresarial,  también ha empezado a dar importantes pasos en esa dirección. El Ministerio de Industria ha identificado, entre públicas y privadas, más de 2.500 plataformas dedicadas a la promoción del emprendimiento. Sin embargo, y pese a esta inflación de apoyos, la estrategia no está funcionando, como lo demuestra la vacilante marcha hacia la recuperación económica y, sobre todo, la cifra de cinco millones de parados. Y es que estos mecanismos ni han evitado la caído de la natalidad empresarial -más de un 40% desde 2007- ni han propiciado que las empresas creadas, salvo alguna notable excepción, posean proyección suficiente para acelerar la transición hacia una nueva orientación productiva.

El porqué de la ausencia de resultados hay que encontrarlo en la forma en que se ha implementado. Mientras que en Estados Unidos –dando un renovado impulso a la política de apoyo al emprendimiento- se ha lanzado Start-up America, siguiendo la experiencia chilena, un gran programa de colaboración público-privada entre el gobierno federal y las grandes empresas del país para canalizar y coordinar los esfuerzos dirigidos a los emprendedores, en España ha faltado orquestación entre administraciones y no se ha explorado lo suficiente la posibilidad de establecer  alianzas estratégicas con los puntales del tejido empresarial. Si se corrigieran estas deficiencias a buen seguro que las actuaciones realizadas acabarían teniendo el efecto multiplicador pretendido sobre el empleo y la innovación.

El difícil panorama financiero impone a la administración más ajustes prespuestarios, pero el establecimiento de puentes de colaboración con el sector privado, unido a una mayor coordinación entre instituciones, permitiría al gobierno que saliese de las elecciones del 20N seguir avanzando en el cambio de escala a través del apoyo a los emprendedores  sin necesidad de incrementar los recursos públicos que ya se destinan a este fin y, desde luego,  con mejores resultados.

España necesita más iniciativa empresarial, especialmente en sectores que, por ser intensivos en tecnología y conocimiento, tienen más recorrido, para que no volvamos a confundir, como durante el boom inmobiliario, progresar con crecer.  Para que haya verdadero progreso el emprendimiento de alto potencial debe ocupar su lugar como motor de la economía, de igual forma que la cultura del esfuerzo y el talento debe sustituir a la de la especulación y el subsidio. España necesita un plan España Emprende, un auténtico Start-up Spain, y cuanto antes lo tenga mejor.

Publicado originalmente El Confidencial

Promotores de la Iniciativa:
- Iñaki Ortega Profesor en la Universidad Rey Juan Carlos
- Javier Santiso Profesor ESADE
- Zaryn Dentzel Emprendedor TUENTI
- Gustavo Garcia Emprendedor BUYVIP
- Iñaki Arrola Business Angel y Chamberi Valley
- Luis Rivera Emprendedor Tetuan Valley

- Marek Fodor Business Angel y Seedrocket