domingo, 18 de mayo de 2014

Smart en madrileño significa libertad

La libertad es el principal atributo de Madrid. El día 15 de mayo asistí a la ceremonia de entrega de las Medallas de Oro de la Ciudad, en la que la alcaldesa defendió esta idea. No puedo estar más de acuerdo; la libertad está detrás de que la capital de España haya alumbrado en los últimos tiempos tantas personalidades y organizaciones merecedoras de reconocimiento y admiración. Se trata de una libertad de ida y vuelta, porque la actividad de estos significados exponentes ha sido uno de los factores que más ha contribuido a hacer más libres al resto de los madrileños.

Los galardonados por el Ayuntamiento de Madrid en la festividad de San Isidro proporcionan un buen ejemplo de ello: la libertad permitió a Cáritas acometer durante mucho tiempo su excelsa labor, sin apenas ayudas, en beneficio de quienes pasan penuria; libres hace el doctor Matesanz a quienes se benefician del sistema de transplantes que puso en marcha hace 25 años. La libertad es también la base de los estudios de Marañón y Ortega, de cuyo compromiso con el progreso es continuadora la fundación que lleva sus apellidos, y Vicente del Bosque no ha dejado nunca de ser un espíritu libre, mal que le pesase en su día a algún futbolista de gran fama.

La estrategia de smart city de la ciudad de Madrid tiene mucho que ver con la libertad porque busca, precisamente, cultivar talento y ayudarle a desarrollar su potencial en beneficio de todos. Los emprendedores hacen posible un nuevo modelo de gestión urbana que se caracteriza no sólo por desplegarse de abajo arriba, sino también por facilitar que los ciudadanos encuentren en el medio urbano menos restricciones y más oportunidades a la hora de llevar su vida.

Una ciudad smart trasciende de este modo la noción de un ayuntamiento inteligente. La iniciativa municipal puede y debe ciertamente mejorar los servicios públicos, pero las posibilidades que abre el espíritu emprendedor, cuando se orienta hacia la mejora del espacio urbano, van mucho más allá. Las soluciones tecnológicas que ayudan a los urbanitas con actos tan cotidianos como hacer la compra, buscar un taxi o encontrar una farmacia no son más que el principio de un nuevo proceso que está llamado a revolucionar las principales áreas metropolitanas del mundo.

Aun en estas etapas tempranas, podemos atisbar la capacidad que las startups tienen para transformar las ciudades delo siglo XXI. Basta con pensar en un ejemplo tan prosaico como el del sector de los cupones de descuento; Groupon, una empresa nacida en Chicago en 2008, es capaz de llenar un restaurante en la calle más escondida de Bangalore o de multiplicar las ventas de una pequeña tienda en Vallecas. O el caso de Airbnb, que gestiona muchos más alojamientos turísticos en destinos urbanos que cualquier inmobiliaria o cadena hotelera.

Esto es sólo el comienzo de una era en la que la relación del habitante con el medio urbano será cada vez más eficiente. Lo que equivale a decir más libre porque las innovaciones que introducen los emprendedores suponen un ahorro de tiempo, dinero o esfuerzos, que se pueden dedicar a cualquier otra cosa.

Madrid quiere sacar partido de su pujante ecosistema emprendedor para detectar necesidades emergentes y oportunidades de mejora en la gestión urbana. Para ello, Madrid Emprende está creando una serie de mecanismos dirigidos a ayudar a las startups a explotar nichos hasta ahora desconocidos o que eran patrimonio del Ayuntamiento y las grandes empresas.

La capital ya goza de reconocimiento internacional en la puesta en marcha de servicios smart por iniciativa de la administración municipal en el terreno de la movilidad y el transporte público (EMT), la seguridad y las emergencias (CISEM), los servicios sociales, la eficiencia energética de edificios y el telecontrol de infraestructuras. Pero ahora, sin renunciar a las metas alcanzadas y por alcanzar en la provisión de los servicios públicos, toca ceder el liderazgo en la construcción de la ciudad inteligente a favor de los emprendedores.

Así, a la actuación del Ayuntamiento se une ahora la fuerza multiplicadora de la actividad emprendedora en beneficio de una noción de smart city muy diferente de la que se ha venido manejando hasta la fecha. Y es que la administración local puede y debe ayudar a mejorar la vida de los vecinos en tanto que responsable de la gestión urbana. Sin embargo, no hay que olvidar que las nuevas condiciones hacen posible que este cometido no dependa exclusivamente de las instituciones. La administración local tiene capacidad de orquestar el ecosistema emprendedor para que sean las ideas de la propia ciudadanía las que resuelvan las necesidades que ésta detecta en su día a día.

De nuevo, la ciudad de Madrid y la libertad.

Iñaki Ortega

Doctor en economía

Director de Madrid Emprende