martes, 29 de diciembre de 2015

La buena nueva

(este post se publicó en el blog de GEM España el día 29 de diciembre de 2015)


2015 está terminando con una buena noticia, un año record en la captación de fondos por las startups. El volumen total de inversión en firmas de reciente creación en España supera los 600 millones de euros, conforme a la información  que recoge Expansión del observatorio europeo Venture Watch. Los datos demuestran el aumento de la financiación de los proyectos emprendedores respecto a años anteriores pero además ponen de manifiesto algo más importante, la madurez de la industria del venture capital en  nuestro país. Así lo atestigua, por ejemplo, que los inversores extranjeros superan a los nacionales o que las operaciones no solo se localizan en Madrid y Barcelona sino que Valencia ha irrumpido con fuerza, sin olvidar la creciente importancia de las inversiones ángel y de los instrumentos de co-inversión públicos y privados frente a los clásicos vehículos de private equity. Las operaciones ya no son solamente en proyectos de ecommerce sino que fintech o ciberseguridad reciben importantes rondas de financiación. Si profundizamos aún más veremos como dos empresa de venta de segunda mano, Letgo y Wallapop, ha levantado 90 y  35 millones de euros respectivamente o una joven compañía de búsqueda de empleo, Job&Talent ha recibido capital por 23 millones de euros.

Este verano visitó Europa la responsable del fondo mulitlateral de inversiones, FOMIN,  del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La ejecutiva argentina, Susana García-Robles, en una conferencia en la sede de la Universidad de Deusto en Madrid, proponía el uso del término “capital emprendedor” frente al de “capital riesgo” para referirse a las inyecciones de fondos que hacen crecer a las empresas nacientes. Ya sea inversiones semilla, business angels, préstamos participativos, crowdfunding, fondos corporativos, fondos públicos o aceleradoras, todo ellos son imprescindibles para que una startup pueda crecer y convertirse en un proyecto generador de riqueza y empleo como nos recuerda todos los años el apartado sobre el entorno emprendedor del informe GEM.

Ha pasado muchos años desde que se publicó en 1867, El Capital, de Carlos Marx y aunque nadie duda su aportación a la ciencia económica, informaciones como la que ha dado origen a este post, demuestran que el tiempo no pase en balde, y que el capital empieza a ser también emprendedor. La lucha de clases entre los trabajadores y los empresarios por el capital, la alienación de la mano de obra porque no recibe más que un salario de un capitalista… se antojan ya obsoletas en un mundo como el actual en el que solo con talento, como demuestra la lista de los emprendedores citados, puedes conseguir el capital que quieras para hacer crecer tu proyecto empresarial.


Esa sí es la auténtica noticia del año, hoy la tecnología está haciendo posible una revolución inimaginable en siglo XIX: la universalización de los medios de producción. Hoy el acceso al conocimiento y al capital es más democrático que nunca, gracias a Internet y a la financiación no bancaria, están al alcance de todos. La combinación de talento y tecnología está permitiendo nuevas soluciones a viejos problemas. Los protagonistas son los emprendedores y pueden consiguir un mundo mejor.

Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School y forma parte del equipo GEM de la Comunidad de Madrid.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

COP21. Empezar es la mitad del camino

(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 16 de diciembre de 2015)

‎Horacio, es considerado el principal poeta de la Roma clásica. Su influencia desde el año 35 a.C. ha llegado hasta nuestros días, de modo y manera, que una de las expresiones que este lírico latino acuñó, puede resumir las conclusiones de la conferencia del cambio climático de París. «Empezar es la mitad del camino».

El acuerdo que han firmado este sábado 195 países de todo el mundo, sitúa en el 2020 el inicio de los compromisos para frenar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Pero gracias a la atención generada en los meses previos y a los debates celebrados en la capital francesa desde el 30 de noviembre, en la llamada conferencia de participes (COP21), gran parte del camino está ya andado, aunque todavía falten cuatro años para la fecha de implementación  del nuevo pacto climático.

París nos ha hecho abrir los ojos ‎y ya nadie duda, ni en la ciencia ni en la ciudadanía, de que tenemos un problema, causado por la propia acción humana. La eyección de dióxido de carbono fruto de los combustibles fósiles captan la radiación infrarroja produciendo calentamiento global. Si no hacemos nada por parar este uso, cuando termine el siglo XXI la temperatura del planeta habrá aumentado cuatro grados con efectos devastadores para la humanidad. Aun ejecutando planes como el de París, bajar a dos grados el aumento del calentamiento global, traería desequilibrios que harían desaparecer miles de poblaciones costeras y bosques en medio mundo.

Ahora, parar esa tendencia esta en nuestra mano y ya no podemos escudarnos en la falta de acuerdo de los Estados, la inoperancia de los políticos o la codicia del capitalismo de las multinacionales. El acuerdo de la cumbre de París junto con las oportunidades que hoy ofrece la tecnología, son las palancas sobre las que impulsar un nuevo activismo ciudadano, que no responde a ideologías, y que empieza por nosotros mismos, en nuestras casas y en nuestras ciudades.

El cambio climático no está causado solo por las chimeneas de grandes industrias en China o India, sino que tiene su base en nuestro desaforado consumismo, nuestra indolencia para reciclar o nuestro complejo cuando no egoísmo para usar más el transporte público‎. De hecho el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero se producen en nuestra actividad diaria.  Tenemos al alcance de nuestra mano el poder de contribuir a su freno a través de pequeños gestos cotidianos pero a la vez poderosos como, por ejemplo, los 15 millones de toneladas de CO2 no emitidas gracias al reciclado de los envases del contenedor amarillo y azul en España. En 2030 seremos nueve mil millones de habitantes en el planeta, por ello es imprescindible repensar, como nos recuerda el Papa Francisco en su encíclica “Laudato si” sobre el cuidado de la casa común, la forma que tenemos de producir y consumir cuando los recursos serán cada vez más escasos. El ecodiseño, la economía circular, el reciclado y el consumo responsable sin olvidar la acción de los emprendedores, en un momento en el que se ha democratizado el acceso al capital y al conocimiento, son las heramientas que tendremos que usar. El ya mítico emprendedor en serie, Elon Musk, con Tesla, está acercando, por fin, el coche eléctrico a los consumidores gracias a sus nuevas baterías que harán posible también un menor consumo en nuestros hogares. También, desde España, estamos ayudando con los disruptivos contadores eléctricos de los emprendedores de Green Momit, catalogados como una de las 50 startups de mayor impacto en Europa, puesto que con sus dispositivos smart, alineamos compromiso mediombiental y ahorro en la factura de la luz.

Es también el momento de las energías limpias y la movilidad sostenible. En París unos de los temas recurrentes en las sesiones ha sido el papel de las ciudades como agentes del cambio para alcanzar una economía baja en carbono. Ya existen buenas prácticas para seguir, el caso de Islandia, por ejemplo, con el 100% de su energía de origen renovable a través de la geotermia. Adelaida desde Australia explicó cómo una ciudad puede apostar por las energías limpias y por la innovación para conseguir que el 40% de su energía proceda de fuentes renovables, recortando sus emisiones un 20% mientras que ha incrementado su PIB en un 28% y todo ello con un incremento de población de un 27%. Bristol en el Reino Unido ha pasado de ser una de las ciudades más industrializadas del planeta a convertirse en un modelo de sostenibilidad como ha puesto de manifiesto su titulo este año de European Green Capital, cogiendo el testigo de las modélicas Vitoria en España y Copenhague en Dinamarca. 

Convivimos con alertas por contaminación que pensábamos que  no nos afectaban porque estábamos lejos de Beijing, Delhi o México DF pero ya no sólo Madrid sino hasta Oviedo sufren protocolos anti-polución. El problema está aquí pero la solución también está en nuestras manos. En el MIT hablaron hace unos años del Gran Desacople, una coyuntura diabólica en la cual los problemas crecían rápidamente y en cambio las soluciones iban muchísimo más despacio. Hoy, en cambio, conocemos bien los problemas que causa el cambio climático pero también, con una economía digital en que los ciudadanos en todo el mundo se están empoderando frente a las injusticias, tenemos las soluciones en nuestras casas y en nuestros propios hábitos. Por ello, comencemos  a cambiar, porque si lo hacemos, ya sabemos desde hace 2000 años, que «empezar es la mitad del camino».


Iñaki Ortega es director de Deusto Business School.
Oscar Martin es consejero delegado de Ecoembes.


viernes, 4 de diciembre de 2015

Ecosistema vasco

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico El Correo el día 23 de noviembre 2015)

Vivimos en tiempos de revolución tecnológica, las clásicas barreras que impedían el acceso universal al conocimiento y al capital se están derrumbando, los cambios ya no vienen de arriba sino, por fin, de muchas pequeñas actuaciones sistémicas.

El emprendimiento representa esa capacidad de cambiar las cosas y ha mostrado a lo largo de la historia, tal y como atestigua el informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor), el potencial suficiente para reducir esa brecha siempre y cuando sea capaz de evolucionar desde sus formas más primarias: autoempleo y emprendimiento de necesidad, hacia proyectos empresariales basados en la innovación, como auguró el siglo pasado el economista austriaco Schumpeter.

Por suerte en el País Vasco, el apoyo a los emprendedores es hoy una de las prioridades de prácticamente todas las instituciones públicas y privadas. Pero apoyar a las nuevas empresas no significa que todo lo que se haga en materia de emprendimiento esté bien hecho. Las experiencias de éxito en territorios tan dinámicos como Israel, Dinamarca o Canadá y el riesgo de una cierta burbuja en este terreno por la inflación de actuaciones, nos lleva a recomendar el seguimiento de la regla de las tres Es para todos aquellos que en Euskadi quieran ayudar a los nuevos empresarios.

Primera EEstorbos. Gaspar de Jovellanos, dejó escrito que la más importante tarea de las leyes era levantar los estorbos que impedían que la actividad económica fluyese. Más de dos siglos después de su cita, eliminar obstáculos a los emprendedores ha de ser la principal tarea de cualquier programa en la materia. Por lo primero es preguntar a los emprendedores cómo se les puede hacer la vida más fácil, qué trabas quitar que les impidan crecer.

Segunda E. Emprender ligero. Las nuevas empresas que están revolucionado industrias como el turismo, el trasporte o la telefonía aplican en su gestión la filosofía lean startup. Podríamos traducirlo como “emprender ligero” puesto que la clave para estos visionarios es no malgastar recursos en proyectos que no se sabe si tendrán respuesta positiva por parte del mercado. Emprender ligero permite cambiar el rumbo del proyecto sin grandes trastornos. Esa coherencia ha de aplicarse también a los recursos dedicados a los emprendedores por las instituciones: programas ligeros que solo crecen si son exitosos, es decir si tienen respuesta positiva de los beneficiarios, que es la validación del mercado.

Tercera EEcosistema. Los ecosistemas de la naturaleza son una serie de cadenas de interdependencia. En economía los ecosistemas emprendedores son la clave para que las nuevas empresas surjan y finalmente generen empleo. Cualquier programa de intervención en este terreno ha de fortalecer ese ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes, a saber instituciones del conocimiento, administraciones públicas, grandes empresas y los propios emprendedores. Buscar el protagonismo unilateral es síntoma de que no se está respetando la tercera E.


El profesor de la Universidad de Toronto Richard Florida considera que en la sociedad del conocimiento que vivimos, los innovadores, “las clases creativas”, son el principal motor económico. La clase creadora incluye intelectuales, artistas, ingenieros o emprendedores. En su  libro “Cities and creative class” incluye datos estadísticos que respaldan su idea de que las ciudades que atraen y retienen miembros de la clase creadora prosperan mientras que las que no lo hacen se estancan. De acuerdo con sus conclusiones la mano de obra yo no sigue a las empresas sino que son las propias empresas las que siguen a la mano de obra.

Lo más novedoso del profesor Florida no es señalar que la clave del éxito está en el talento, ya que su aportación al desarrollo económico de las sociedades había sido estudiada por buen número de autores. Lo más original es que a diferencia del factor productivo tradicional, la tierra, no constituyen una simple dotación, un stock que viene dado por las características de una determinada sociedad sino un flujo. Se trata de elementos altamente móviles que se desplazan de un lugar a otro. La clave para atraer y retener ese talento está en la tolerancia y la calidad de vida. De esta manera las regiones abiertas, diversas, respetuosas y tolerantes serán las más exitosas.

En 2008, con la amenaza del terrorismo etarra todavía presente, escribí un artículo también en El Correo en el que me lamentaba de que en el País Vasco de poco servía dedicar esfuerzos a favor de la innovación si no cumplíamos la regla básica del profesor Florida: la tolerancia. Hoy, siete años después, ya no tenemos excusas.


Iñaki Ortega es doctor en economía, profesor de la Universidad de Deusto y director de Deusto Business School en Madrid.