viernes, 28 de diciembre de 2012

Startup World Cup

(Artículo publicado en Marketing Directo el día 28 de diciembre de 2012)

¿Qué pasaría si, en un mundial de fútbol, España tuviera la suerte de enfrentarse a rivales de la talla de Koshovo, Botsuana o Kazajistán, y perdiera contra todos ellos por goleada? Ciertamente, no se hablaría  de otra cosa durante semanas, o quizá meses, y la consternación de todo un país exigiría la adopción de medidas urgentes y de calado para evitar que esta deblacle se repitiera en el futuro.

Las airadas consecuencias que traería  este fracaso hipotético en lo deportivo contrastan con las tímidas reacciones suscitadas por otro fracaso, en este caso real y en lo económico, que hemos sufrido hace poco contra esos mismos Estados -y otros muchos tanto o más modestos-. Y es que el Banco Mundial publicó hace unas semanas un informe en el que se situaba a España en el puesto 136 del mundo en cuanto a facilidad para abrir negocios.

El hecho de que la noticia  no haya tenido más que un tenue eco en algunos diarios especializados, sin que haya servido de revulsivo para policymakers ni para la opinión pública, sorprende tanto como el hecho de que sea más sencillo montar una empresa en  latitudes tropicales que en este rincón de Europa.

El contenido  y la repercusión del informe  reflejan los escasos resultados que han dado  las medidas de los últimos años tanto para mejorar de las condiciones en que nace la iniciativa empresarial como para sensibilizar a la sociedad hacia el emprendimiento. La situación es grave, dado el papel de las nuevas empresas en la regeneración del tejido productivo, y, por tanto, cuanto más tardemos en tomar conciencia de que los más de 2.800 programas que impulsan la creación de empresas no están funcionando será peor.

Afortunadamente, no todo es negativo; en los últimos años el colectivo emprendedor ha pasado a ocupar un lugar destacado en la agenda institucional, lo que evidencia que existe voluntad política de apoyarlo –el ingente número de actuaciones en marcha habla por sí mismo-. Por tanto, no se trata de construir una política partiendo de cero, sino de  revisar la estrategia que se ha seguido para traducir los compromisos asumidos en actuaciones eficientes. En este sentido, la propia metodología que emplea el Banco Mundial a la hora de medir la capacidad de una economía para generar actividad empresarial nos pone sobre la pista: es preciso sustituir el enfoque tradicional, que se centra en la prestación de servicios y la concesión de ayudas al negocio de reciente creación, por otro más amplio que tenga en cuenta factores ambientales tales como los trámites y plazos requeridos para constituir una empresa, la fiscalidad de los empresarios noveles, la flexibilidad de la legislación laboral, etc. Asimismo, habida cuenta de la influencia de la cultura en el  fenómeno del emprendimiento, resulta perentorio que  la nueva estrategia incida en aquellas  actitudes contrarias al espíritu emprendedor que todavía persisten y que el propio marco institucional ha contribuido a generar  y perpetuar.

La combinación de estos dos niveles de acción, junto a la introducción de mecanismos de coordinación de las diferentes iniciativas y la estricta evaluación de su eficiencia, permitiría, sin comprometer más recursos, aumentar el número de emprendedores y, con ello,  las cifras de empleo,  actividad e innovación.

Y es que, si queremos volver a ilusionarnos como país en el actual escenario económico, no basta con que  nuestra selección nacional esté en la élite mundial, también lo debe estar nuestro ecosistema emprendedor.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Un visado para los emprendedores

(artículo publicado en el periódico "El Economista" en la sección de economía real del lunes 17 de diciembre de 2012)



Recientemente hemos conocido que el Gobierno estudia una reforma de la ley de Extranjería con vistas a estimular la inversión inmobiliaria y reducir así el stock de viviendas vacías que todavía existe en nuestro país. El recurso a la  inmigración selectiva como un instrumento de política económica puede sonar muy novedoso en España, pero lo cierto es que constituye una tendencia que, poco a poco, se va abriendo paso entre los países más avanzados. Lo cual, además de venir motivado por la necesidad de medidas que estimulen el crecimiento, es coherente con el hecho de que en la era de la globalización y el cambio tecnológico el factor humano tiene una creciente importancia en la actividad productiva.

Es, precisamente, esta revalorización del individuo, basada sobre todo en su dimensión de fuente inagotable de  conocimiento y creatividad, la que hace que  ámbitos de actuación gubernamental, como la educación, la sanidad o la propia legislación inmigratoria, se hayan convertidos en claves a la hora de influir en la prosperidad de un territorio.

La evolución de la estrategia de promoción de la iniciativa emprendedora ilustra muy bien cómo el foco de la actuación pública se ha  desplazado gradualmente desde la empresa creada a la persona que la crea. La aprobación de la ley Small Business Act en 1953 en los Estados Unidos marcó el comienzo de este proceso marcado por el cambio de escala en los motores del empleo y la competitividad en el mundo desarrollado, y que se ha traducido en un creciente protagonismo de la pequeña iniciativa empresarial  frente a la gran empresa.

Si bien ya desde finales de los noventa se podía identificar en la política comparada una actuación específicamente dirigida a elevar la natalidad empresarial, el nivel de intervención todavía se situaba en la organización. Los instrumentos, por tanto, continuaban siendo -con mayor grado de sofisticación, quizá- los mismos que se venían utilizando desde los años 50: mecanismos de financiación blanda, provisión de espacios de trabajo a precios competitivos, programas de formación  en gestión empresarial, etc.

Sin embargo, a raíz de las últimas investigaciones que han revelando el carácter complejo del fenómeno emprendedor, ha quedado de manifiesto que un enfoque que no incida en el nivel individual y ambiental es claramente insuficiente. Algunos países pioneros en la creación de ecosistemas emprendedores están haciendo un esfuerzo considerable para coordinar esta actividad tradicional de promoción con la que se lleva a cabo desde otras instancias públicas o privadas que son susceptibles de influir en los niveles de emprendimiento.

La reducción de trámites, licencias y plazos para crear nuevos negocios es una actuación que se inscribe en este nuevo paradigma de la política de emprendedores y que se está extendiendo en todo el mundo desarrollado, incluido nuestro país, aunque conforme nos recuerdo cada año el informe Doing Business no con mucho éxito.

Pero también se enmarcan en esta estrategia los cambios que introdujo el Reino Unido el año pasado en su legislación de extranjería a fin de favorecer la creación de startups de alto potencial. Y es que facilitar el establecimiento de emprendedores foráneos constituye  un claro ejemplo de cómo una medida en principio ajena a la política empresarial pueden influir enormemente sobre ella.

Canadá hace dos meses anunció que creará también un nuevo visado para emprendedores, y en Estados Unidos la propuesta lleva ya varios meses debatiéndose en el Congreso. Así pues, merced a las novedades aportadas en el último estadio de esta política, la atracción de talento empresarial se va a convertir en un campo de batalla más para las naciones en la economía global, junto al comercio internacional, la inversión extranjera y el turismo.

La creación en nuestro país de una “visa” destinada a facilitar el establecimiento de emprendedores  extranjeros, así como la contratación de talento internacional por las startups españolas, sin duda, favorecería la creación y expansión de “empresas gacela”, situando a España en buenas condiciones para competir por las mejores mentes con las naciones que ya han dado el paso y de paso el Gobierno respondería a una petición unánime de los emprendedores españoles más exitosos.

Comoquiera que sea, España necesita acelerar la transición hacia una “economía emprendedora” para volver a crecer y generar empleo neto, y por ello es fundamental que las administraciones sigan apostando por el apoyo a los emprendedores y las pymes  con un enfoque más amplio  y mejor coordinado de lo que se ha tenido hasta la fecha. En este sentido, un visado para los emprendedores al estilo anglosajón demostraría que más allá de la retórica vamos por el buen camino.

Iñaki Ortega es Doctor en Economía

martes, 11 de diciembre de 2012

¡¡España Emprende!! Nada es imposible

(El manifiesto ¡¡España Emprende!! presentado públicamente el día 11 de diciembre de 2012 ha sido promovido por el Circulo de Empresarios y diversos agentes del ecosistema emprendedor español entre los que se encuentra Iñaki Ortega. Puedes adherirte a través de este enlace: manifiesto circulo de empresarios)



¡¡España Emprende!!  Es la expresión de que “nada es imposible” para un país que ha sido y es un país de emprendedores, de personas con iniciativa, talento y deseo de desarrollar nuevas oportunidades e ideas. Es el reflejo de la necesidad de crear nuevas empresas, de generar nuevos puestos de trabajo, de buscar nuevos mercados, de unir personas e ideas, y de promover una sociedad emprendedora como motor del cambio económico y social. En ¡¡España Emprende!! Se recogen las medidas urgentes e inmediatas y de medio y largo plazo, en cada una de las cinco áreas que consideramos fundamentales, para dinamizar la economía española, impulsar la iniciativa privada y permitir así la creación de 500.000 empresas en los próximos años. ¡¡España Emprende!! Es una iniciativa colectiva formada por emprendedores, empresarios, organizaciones empresariales y sociales, escuelas de negocio y otras instituciones, que cree en la necesidad y urgencia de impulsar el emprendimiento en España como respuesta a los nuevos retos económicos del contexto nacional e internacional.

EDUCACIÓN

1.            Implantación de la educación emprendedora y empresarial, basada en metodologías vivenciales e inminentemente práctica, en el ámbito curricular en la Educación Básica, Bachillerato, Formación Profesional y Universitaria; fomentando el desarrollo de actitudes y valores, capacidades y habilidades emprendedoras.

2.            Capacitación de los docentes en materia de educación emprendedora mediante su incorporación tanto en los estudios reglados de docencia como en la oferta de formación continúa.

3.            Desarrollo de programas que promuevan la creación de empresas en los centros de formación profesional, las universidades y escuelas de negocios


INNOVACIÓN


4.            Creación del “Visado de Emprendedores” que permita atraer talento empresarial e innovador del resto del mundo.

5.            Generar un entorno de contratación más transparente y competitivo que posibilite a las startups o empresas de nueva creación acceder a contratos de la Administración Pública y de grandes empresas.

6.            Vincular la financiación de las Universidades públicas a spin off o a proyectos con empresas privadas.




FINANCIACIÓN


7.            Creación de un Fondo de Emprendimiento de capital semilla público-privado, con gestión privada, para el desarrollo de la pequeña empresa.

8.            Creación de un Fondo de Capital Riesgo público-privado, con gestión privada, para empresas de nueva creación o startups de carácter innovador, en el que participen el ICO y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) junto a Sociedades de Capital Riesgo.

9.            Creación de indicadores que identifiquen el retorno y calidad de cada una de las iniciativas de apoyo a los emprendedores y fomento de la innovación puestas en marcha por la Administración Pública, de cara a tomar decisiones sobre su continuidad.


REGULACIÓN


10.       Tramitación on-line de la constitución de empresas en 24 horas y con un coste que no podrá ser superior a 24 euros.

11.       Devolución mensual del IVA a las empresas de nueva creación o startups, durante los tres primeros años.

12.       Creación de un nuevo sistema de cálculo de cuotas de la Seguridad Social para las empresas de nueva creación o startups ligado a la cifra de negocio, hasta 100.000 euros de facturación anual, y proporcional a esta, durante los tres primeros años.


FISCALIDAD


13.       Creación de la “acción de emprendimiento” (startup shares) al objeto de facilitar la atracción de talento por los emprendedores en los primeros años de vida de su empresa, permitiéndose retribuir a sus trabajadores con este tipo de acciones, con un beneficioso tratamiento fiscal, cuando la empresa despunte. La acción de emprendimiento supondrá un régimen fiscal favorable para el personal de empresas de nueva creación o startups durante los tres primeros años desde su creación.

14.       Personas físicas/ business angels: (I) Plusvalías: tributación al 1% por las plusvalías obtenidas en empresas de nueva creación o startups, en adquisiciones realizadas hasta el quinto año de constitución y con un mínimo de tenencia de 2 años. (II) Minusvalías: integración en el IRPF con el límite de 150.000 euros/año, pudiendo integrar el exceso de la pérdida durante los cuatro años siguientes.
15.       Incentivos fiscales en el IRPF para inversión y/o financiación de startups o empresas de nueva creación. En el caso de inversión, deducción del 15% con el límite base de 100.000 euros. En el caso de financiación, tributación al 10% sobre las rentas obtenidas.


15 medidas + 1


Promover la aparición de una sociedad emprendedora e innovadora requiere, junto a las 15 medidas prioritarias, una mayor coordinación y cooperación entre la Administración Pública y el sector privado.


Es necesario unificar esfuerzos, recursos e ideas para generar riqueza, empleo, competitividad y bienestar. De ahí, que propongamos la creación de una entidad público-privado de carácter nacional, «España Emprende». Esta entidad tendrá dos grandes misiones: En primer lugar, orquestará y dará coherencia a las iniciativas públicas y privadas de apoyo a los emprendedores para garantizar su eficiencia y sostenibilidad. En segundo lugar, se encargará de la elección y desarrollo de las áreas prioritarias de innovación, gestionará la financiación y generará sinergias entre las universidades, las escuelas de negocios y las empresas.


martes, 2 de octubre de 2012

Viveros de empresas creativas: la experiencia de Madrid Emprende

(Este artículo forma parte del documento “Hacia el Plan Estratégico de la Cultura de la ciudad de Madrid 2012-2015”. Puede encontrarse el documento completo pinchando en este enlace: PECAM).
 


Mientras que ciudades como Nueva York, Londres o París acumulan ya varias décadas de experiencia en el terreno de la promoción económica, en Madrid, la puesta en marcha de una verdadera estrategia municipal de apoyo a la iniciativa empresarial e impulso a sectores de alto valor añadido ha tenido lugar en 2004. Ese año se dieron los primeros pasos para el desarrollo de actuaciones en este ámbito, marcándose como uno de los objetivos del Programa Municipal de Gobierno la implantación de la Sociedad de la Información y el impulso de la Nueva Economía en la ciudad de Madrid.

La creación de “Madrid Emprende”, en 2005, se inscribe en este contexto. Esta agencia municipal nació con la misión de favorecer un modelo productivo competitivo y sostenible en la capital, a través del impulso a emprendedores y PYME.

El diagnóstico de la situación de partida detectó que, si bien Madrid representaba un entorno favorable para la actividad empresarial general, muchos proyectos emprendedores -especialmente los más intensivos en creatividad y conocimiento- no llegaban a materializarse por falta de mecanismos de apoyo específicos. De hecho, hasta la constitución de la Agencia, en Madrid no había instrumentos de promoción tan básicos como servicios presenciales de asesoramiento en materia de creación de empresas, programas de tutelaje empresarial o cursos de formación para emprendedores e infraestructuras de incubación.

Por esta razón, y tomando como referencia el éxito cosechado por las incubadoras de empresas tecnológicas en Estados Unidos o los Centros Europeos de Empresas Innovadoras (CEEI), “Madrid Emprende” diseñó la “Red de Viveros de Empresas de la Ciudad de Madrid”, buscando concentrar en los centros que la integran los recursos y servicios más útiles para los emprendedores.

A este respecto, cabe reseñar que “Madrid Emprende” obtuvo en 2010 la acreditación BIC (Business Innovation Centre), un sello de calidad de la Comisión Europea que valida el modelo de promoción empresarial desarrollado en la Red de Viveros.

Una red de incubadoras empresariales al servicio de los emprendedores

La creación de la “Red de Viveros de Empresas de la Ciudad”, se enmarca dentro de las estrategias y actuaciones de la Agencia de Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Madrid destinadas a impulsar el talento emprendedor y la cultura de la innovación en la ciudad. Con una inversión de 23,9 millones de euros, su propósito es potenciar el ecosistema emprendedor de Madrid mediante el despliegue de un entramado de espacios de inspiración, creación y trabajo para los nuevos empresarios.

Desde 2005, la red ha ido materializándose, año tras año, hasta englobar actualmente siete centros repartidos estratégicamente en el arco Sur-Sureste de la ciudad, con arreglo a un principio de reequilibrio territorial, ubicándose en los distritos madrileños de San Blas, Vicálvaro, Puente de Vallecas, Villaverde, Latina, Carabanchel y Moratalaz. Suman 15.700 m2 dedicados a la incubación empresarial.

El apoyo que se ofrece a los emprendedores y empresas de la Red de Viveros se concreta en:

1. Servicios de asesoramiento para la elaboración del plan de empresa, la realización de trámites administrativos y la obtención de ayudas públicas.

2. Formación en diferentes aspectos relativos a la actividad empresarial (gestión financiera, marketing, fiscalidad, etc.).

3. Seguimiento del plan de negocio, a través de tutorías con profesionales y especialistas en emprendimiento.

4. Alojamiento empresarial, en despacho propio o en un puesto de trabajo compartido (coworking).

5. Actividades de networking e inspiración con la colaboración de empresas de gran éxito (Tuenti, Idealista, Acens, BuyVip…).

En cuanto a la gestión de los viveros de “Madrid Emprende”, esta responde a un modelo de colaboración público-privada, en virtud del cual la agencia municipal, además de aportar know-how, construye y administra las infraestructuras, mientras que son entidades de la sociedad civil las que se ocupan de la gestión del día a día y de los servicios de acompañamiento a los emprendedores.

Resumen de datos de la red de viveros

Estas entidades colaboradoras de “Madrid Emprende” son instituciones o asociaciones comprometidas con la promoción del talento emprendedor que han sido elegidas por su vinculación o conocimiento de la realidad empresarial en la que van a operar los emprendedores. Por otra parte, se ha conseguido involucrar a grandes multinacionales, como Cisco, Microsoft, HP y Philips, en la Red de Viveros para que apoyen tanto el proyecto como a los emprendedores, proporcionando tecnología de última generación.

También cabe destacar el proyecto “Fondo de Capital Semilla”. Esta medida es la respuesta municipal a las dificultades que tienen los emprendedores para obtener financiación en la actual coyuntura y constituye una fórmula alternativa a la financiación bancaria que busca proporcionar a proyectos empresariales de alto potencial el capital que precisan para arrancar, apoyando la actividad de business angels y de sociedades de capital riesgo. Se trata de un mecanismo financiero público-privado en virtud del cual el Ayuntamiento podrá aportar hasta 100.000 euros por proyecto, movilizando un importe equivalente del sector privado. La capacidad de intervención del fondo asciende a 8 millones de euros en tres años.

El modelo en el que se ha inspirado “Madrid Emprende” responde, por tanto, al de la “triple hélice”, en el que la Administración Pública, las entidades del conocimiento y las empresas, interaccionan con objeto de acometer proyectos de desarrollo económico que redunden en un incremento de la riqueza y el empleo local.


 


 
Un ecosistema para las Industrias Creativas y Culturales

El diseño y las industrias afines son considerados estratégicos por “Madrid Emprende” dentro de su actividad de fomento de la competitividad e impulso de la economía del conocimiento. Por este motivo, la Agencia ha puesto en marcha una línea de trabajo específica para favorecer el nacimiento y desarrollo de las empresas de este sector que comprende no solo actuaciones de incubación empresarial, sino también de formación y de concesión de incentivos fiscales:

1. Zona Franca Urbana para ICCs.
El Ayuntamiento ha identificado una importante concentración de empresas pertenecientes a las Industrias Creativas y Culturales en el Barrio de Las Cortes. Por ello, a partir de julio de 2012, con el objeto de convertir este cluster espontáneo en la primera Zona Franca para emprendedores de nuestro país, las empresas ubicadas en este barrio que formen parte del sector del diseño, la moda, las artes escénicas, la cinematografía, los videojuegos y la arquitectura, entre otras, pueden beneficiarse de exenciones en una cesta de tributos municipales, como el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO), Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM), Tasa de Basuras o Tasa por Paso de Vehículos, además de la exención general de las tasas relativas a las licencias de actividad que concede la Comunidad de Madrid.

2. Programa de formación en creación de empresas del diseño.
Se trata de un programa para profesionales del diseño e industrias afines que, teniendo una idea de negocio, necesiten las herramientas de gestión y acompañamiento necesarias para transformarla en una empresa real. Esta actuación formativa se ha llevado a cabo en 2009 y 2010en colaboración con la Escuela de Organización Industrial (EOI), la Sociedad Estatal para el Desarrollo del Diseño y la Innovación (DDI) y la Asociación de Diseñadores de Madrid (DIMAD).

3. Vivero de Latina.
Dirigido a las Industrias Culturales y Creativas, este centro abrió sus puertas en 2010. En sus 460m2 alberga una preincubadora, una oficina de asesoramiento empresarial y varias salas de reuniones y teleconferencia. Son la Asociación de Empresas Culturales Madrileñas (Aecumad) y la Asociación Española de Mujeres Empresarias (ASEME) las encargadas de dinamizar el vivero.

4. Vivero de Moratalaz.
Esta infraestructura está orientada hacia la promoción de las empresas del sector diseño. Sus 1.000m2 de superficie ofrecen 13 despachos para emprendedores, una sala de reuniones y varios espacios comunes. Este centro se ha concebido como un anexo de la Escuela Arte 4 con el objeto de establecer sinergias entre el vivero y los alumnos de esta institución dedicada a la enseñanza del diseño.

Resultados de la Red de Viveros

La Red de Viveros de Empresas ha sido decisiva para el nacimiento de muchas iniciativas empresariales en la ciudad, y está contribuyendo a fortalecer sectores clave como las TIC, la moda, el diseño y las industrias culturales.

El año 2011 concluyó con 225 empresas vinculadas a la Red de Viveros, a través de los programas de incubación y preincubación. Al término de este ejercicio las empresas de la Red empleaban a 780 personas y la facturación conjunta de las constituidas ascendía a cerca de 16 millones de euros, siendo más de 3.206 el número de empresarios y emprendedores madrileños que han hecho uso de sus servicios de asesoramiento y formación. Las industrias culturales y creativas representan el 28% del total de empresas de la Red, desglosándose por tipo de actividad como sigue: arquitectura (10%), comunicación e industrias culturales (8%), moda (6%) y diseño e industrias afines (4%).


 



Propuestas para el debate en el marco del proceso participativo de elaboración del PECAM

Clases creativas y entornos urbanos
En la economía del siglo XXI el individuo ocupa el centro del sistema productivo, aunque no ya como mano de obra, sino como fuente de creatividad y conocimiento. El profesor Richard Florida, de la Universidad de Toronto, considera que las ciudades están llamadas a liderar el cambio de modelo productivo debido, precisamente, al poder de atracción y seducción que ejercen sobre las mentes más inquietas y cualificadas.

¿Qué se puede hacer desde el gobierno local para atraer y retener a las clases creativas?

Desde el mundo académico se ha insistido reiteradamente en la conveniencia de que las administraciones públicas, en general, y los ayuntamientos, en particular, pongan en marcha actuaciones en beneficio de los emprendedores debido a la problemática específica asociada a proyectos empresariales de nuevo cuño. Sin embargo, también estudiosos y policymakers advierten acerca de los riesgos de una intervención pública que vaya más allá de la pura corrección de los fallos de mercado.

¿Cuáles son las dificultades que tienen los empresarios de las ICC a la hora de sacar adelante sus negocios y cómo pueden atajarse?

Es necesario analizar el papel del sector público y del sector privado en el desarrollo de la actividad empresarial creativa.

Las nuevas fábricas urbanas: incubadoras de empresas y espacios de coworking
En los últimos años han proliferado los espacios de trabajo y networking dirigidos a emprendedores en nuestra ciudad. Los emprendedores recurren a ellos no solo buscando un lugar en el que instalar un negocio, también servicios y actividades que puedan serles de utilidad en el impulso de sus negocios.

¿Cuáles son las claves del éxito de estos espacios? ¿Cómo se puede apoyar a estas iniciativas desde el Ayuntamiento?

El carácter estratégico del sector del diseño en la economía madrileña.
Según el Observatorio Económico (2007), “Madrid, presenta hoy un sector de diseño con más de un millar de empresas con esa actividad como principal objetivo, que cuenta con una fuerza de trabajo creativa y con prestigio, en la que se combina la necesaria experiencia con el dinamismo más actual. Esto contribuye a convertirla, tanto por su volumen como por su calidad, en uno de los centros europeos de referencia del sector”.

- Importancia del diseño como actividad económica transversal.

- Relevancia del diseño como sector empresarial.

- El diseño y la imagen de ciudad

Analizar el “Design Thinking” (“pensamiento de diseño), un nuevo método para abordar los problemas que fija más su atención en las soluciones imaginables que en las soluciones que, a priori, pueden resultar lógicas. El objetivo es usar la creatividad para analizar la situación desde nuevas perspectivas.
 
 

lunes, 3 de septiembre de 2012

Las políticas públicas para la promoción de la capacidad emprendedora en España


(Artículo publicado en el numero 132 de la "Revista  Economistas" de Septiembre 2012 del Colegio de Economistas de Madrid)

Resumen
Desde lo público y la academia se ha ido prestando una creciente atención al fenómeno emprendedor, de manera paralela a las transformaciones económicas vividas en el último tercio del siglo pasado; lo que viene a constatar el cambio de orientación operado en la política de apoyo empresarial de los países avanzados en la transición hacia la entrepreneurial economy. La materialización de esta intervención pública frente a los fallos de mercado –o gubernamentales- ha sido dispar en cuanto enfoque, instrumentos y resultados: en el caso español, se ha caracterizado por la existencia de un elevado número de iniciativas centradas en el nivel empresarial y la ausencia de una verdadera estrategia nacional dirigida a orquestarlas.

Palabras clave:
Emprendedores, entrepreneurial economy, creación de empresas, política de emprendedores.


Génesis y evolución de la  política de emprendedores

El momento en  que se puede considerar que nacieron las  políticas públicas de promoción del emprendimiento varía según la propia definición de estas políticas  que se adopte. Si se emplea una definición estricta, referida exclusivamente a  actuaciones cuyo objeto es propiciar la aparición de emprendedores e impulsar la puesta en marcha de empresas, sólo en tiempos muy recientes puede hablarse de una verdadera  actividad administrativa de esta naturaleza.

No obstante, en caso de que se parta de un concepto más laxo se comprobará que las primeras manifestaciones datan al menos de los años 501.
 
Mediante el análisis comparado de intervención pública de fomento empresarial en los países industrializados, se pueden identificar  tres tipos de políticas:

-          Política de PYMEs
-          Política de Nuevas Empresas
-          Políticas de Emprendedores

Se trata de orientaciones que han surgido en diferentes momentos desde la segunda mitad del siglo pasado de resultas de los esfuerzos vertidos por  los gobiernos para  acompañar el avance hacia la economía del conocimiento. Hay que precisar que la adopción de una nueva política en ningún caso ha supuesto el abandono  de la anterior, sino su adaptación en algunas de sus materializaciones y  su coexistencia  en otras.

La política de PYMEs surge en la década de los 50, precisamente en los años dorados de la gran empresa cuando en Estados Unidos y en otros países industrializados se crean los primeros instrumentos estables de apoyo a los pequeños empresarios motivados por la creciente sensibilidad de la clase política hacia los propietarios de negocios y la situación de las minorías (Dennis, 2005; Blackford, 2003).

Los programas de fomento empresarial tienden a tener una importancia muy limitada y apuntan   principalmente a ayudar a los empresarios más débiles a desarrollar su actividad y a facilitar a sectores desfavorecidos de la población el acceso a la condición de autoempleado.  Los emprendedores, por tanto, son destinatarios de la nueva actividad gubernamental de promoción únicamente en la medida en que se hallen al frente de una empresa de reducida dimensión.

Las actuaciones se circunscriben a subvenciones, microcréditos, servicios de asesoramiento y otros instrumentos de alcance limitado, siendo sus destinatarios emprendedores y empresarios consolidados indistintamente.

La aparición de una política específicamente dirigida a la promoción del emprendimiento es para Audretsch y Thurik (2001), dos de los más renombrados especialistas en la materia, el resultado de la acomodación de la intervención pública en el sector empresarial a los cambios acontecidos en las palancas de competitividad y crecimiento en el último tercio del siglo pasado. Es a partir de entonces cuando empiezan a resquebrajarse los cimientos de lo que denominan managed economy, un planteamiento  inspirado en las ideas de Chandler y  Galbraith que concibe a la gran corporación como el puntal de la economía y considera que las PYMEs están condenadas indefectiblemente a la ineficiencia. La contribución de Birch a principios de los 70 acerca del dinamismo de la pequeña empresa en la creación de empleo en Estados Unidos sería la primera evidencia empírica que oradaría esta concepción.

De manera paralela a los procesos de redimensionamiento y deslocalización empresarial experiementados en el mundo occidental,  la entrepreneurial economy empezaría a abrise paso. En el panorama económico dibujado por las crisis del petróleo, la creciente interdependencia económica y el espectacular desarrollo tecnológico, el conocimiento sustituye al capital como  principal fuente de  competitividad, lo que revaloriza  la pequeña escala y supone una amenaza a la hegemonía de la multinacional. Debido a ello, la intervención gubernamental en el sector empresarial abandona gradualmente el carácter restrictivo:  la actividad de control y aseguramiento del libre mercado, dominante hasta entonces, pierde protagonismo frente a la de fomento y promoción.

Los policymakers, apoyándose en las aportaciones de la investigación académica en el ámbito de la nueva economía,  vieron en este contexto la conveniencia de desligar las actuaciones de apoyo al tejido empresarial emergente de las dirigidas a las empresas existentes. La intervención a favor de la creación de empresas se configura desde el principio como una política económica encaminada a elevar la competitividad y la innovación del tejido productivo, si bien no supone el cese de las actuaciones destinadas a favorecer el autoempleo que caracterizaban el anterior enfoque. La acción pública busca apoyar con medidas específicas a quienes están dando los pasos para sacar adelante una nueva empresa.

El objeto de la acción no es la dinámica emprendedora, sino la actividad empresarial de nuevo cuño. Bajo esta orientación, el propósito general de elevar el número de empresas es compatible con  programas destinados a grupos sociales o profesionales concretos: investigadores, estudiantes universitarios y mujeres son los colectivos destinatarios más habituales. Los instrumentos de promoción se caracterizan por actuar principalemente en el plano de la organización empresarial: incubadoras empresariales, fondos de capital semilla, avales,  incentivos para la constitución de spin-offs, entre otros.

Desde el cambio de siglo, son varios los trabajos de investigación que se hacen eco de la apertura de una nueva etapa en las políticas de fomento empresarial: Reynolds et al. (1999), Lundström y Stevenson (2001, 2002, 2005), Wennekers y Thurik (1999), Verheul et al.(2002), Audretsch et al. (2007)2. Es en estos momentos cuando surge la política de emprendedores en sentido estricto:  la acción pública ya no se dirige exclusivamente a quienes han tomado la decisión de crear una empresa, sino que busca difundir la cultura emprendedora en el conjunto de la sociedad. Esta orientación estratégica comprende la actividad administrativa general, de forma que el alcance de las actuaciones públicas a favor del emprendimiento van mucho más allá de la órbita directa de los interesados, abarcando ámbitos como el sistema educativo, la cultura empresarial y los valores de la sociedad. El cometido de los gobiernos y la administración es auspiciar entornos que incrementen el flujo de nuevos emprendedores, junto con las condiciones que permitan a estos crear y desarrollar su empresa con éxito.  En consecuencia, la política de emprendedores no es competencia de un organismo público o un ministerio concreto, sino de la administración en su conjunto.

Una de las características definitorias de esta estrategia es que la intervención pública incide en el nivel individual y en el del entorno, además de en el empresarial.   Las actuaciones que se inscriben en esta política comprenden  las previstas en las anteriores concepciones  a las que se añaden otras destinadas a generar un ecosistema emprendedor: adaptación de currículos educativos para  familiarizar a los alumnos con el espíritu empresarial, eliminación de barreras de entrada y salida en el sistema productivo, promover la presencia en los medios de comunicación de la cultura emprendedora, adaptar el marco fiscal a las necesidades de las empresas inicipientes, entre otras.

Un particularidad de esta política es que la acción administrativa trasciende el ámbito competencial de la administración central; los gobiernos buscan la participación activa de otros agentes tanto públicos (administraciones locales y regionales) como privados (multinacionales, entidades de la sociedad civil) en las fases de diseño y ejecución, a través de esquemas colaborativos que suponen la distribución de esfuerzos y costes en aras a la máxima eficiencia.

Cuadro 1

Evolución de la actividad de fomento empresarial

          Fuente: Elaboración propia.


Los emprendedores como destinatarios de la actividad de fomento empresarial en España

En España la asunción de los planteamientos de la entrepreneurial economy  en la política empresarial es relativamente tardía. Si se repasa la historia reciente no fue hasta  bien entrada la década de los años 70 cuando se puso en marcha una intervención pública sistemática en beneficio de  la pequeña empresa -el principal hito sería la creación del Instituto de la Mediana y Pequeña Empresa Industrial (IMPI);  y las primeras medidas expresamente encaminadas a incrementar la natalidad empresarial se adoptaron casi tres décadas después, cuando los emprendedores pasaron a ser el colectivo objetivo de algunas de las actuaciones de la recién constituida Dirección General de la Pequeña y Mediana Empresa. En este sentido, la transferencia de las competencias del Ministerio de Comercio a la macrocartera de Economía y Hacienda supuso que por primera vez un centro directivo del Estado asumiera como objetivo incrementar el número de empresas que componen el tejido productivo, con independencia de su sector de actividad. Desde entonces, la administración central  ha hecho un esfuerzo considerable  por dotarse de una verdadera  política de emprendedores. Un esfuerzo que ha tenido eco en las administraciones autonómicas y locales, ya sea en coordinación, colaboración o solapamiento con la estrategia estatal.

El resultado es que se han adoptado en relativamente poco tiempo un buen número de iniciativas que operan  en el nivel de empresa de reciente constitución.  La actuación en el terreno de la financiación es un claro exponente, ya que, por un lado, se encuentran las líneas ICO y de  las sociedades de garantía recíproca que operan bajo el paraguas de CERSA, con una vocación generalista, y por otro,  las entidades CDTI y ENISA, mucho más centradas en proyectos empresariales tecnológicos o innovadores.

La actividad pública ha comprendido otros campos: la simplificación administrativa (creación de Ventanillas Únicas Empresariales y puesta en marcha de la red CIRCE), la divulgación del espíritu emprendedor (introducción de la noción de empresa en los programas educativos mediante la LOCE, programa Emprendemos Juntos) e instrumentos específicos de promoción (acciones de formación, asesoramiento y alojamiento empresarial de los diferentes Centros de Apoyo a Emprendedores).

Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas los obstáculos que se interponen en el camino hacia una economía emprendedora siguen siendo muy importantes: restricciones al crédito (CSC, 2012), escaso emprendimiento innovador (GEM, 2011), alto porcentaje de  emprendedores por necesidad frente a los de oportunidad (Alemany et al., 2011), menor participación de la población femenina en la actividad empresarial (GEM, 2011), trabas administrativas a  la creación de empresas (Banco Mundial, 2012), actitud negativa o ambivalente hacia los empresarios (Círculo de Empresarios, 2010), baja preferencia por el trabajo por cuenta propia (Comisión Europea, 2009), débil difusión de la cultura emprendedora desde el sistema educativo (Comisión Europea, 2009; Alemany, 2011).  Algunos de estos problemas se están agravando en el nuevo escenario económico –especialmente los relativos a la financiación-, lo que está privando al emprendimiento de su potencial anticíclico. De hecho, un estudio ha puesto de manifiesto que España es el país de la OCDE donde más ha caído la natalidad empresarial durante la crisis (UHY, 2011).

Una Política de Emprendedores en ciernes

El despliegue de actuaciones por parte de la administración ha tenido poco éxito en la promoción de la iniciativa empresarial en gran medida porque la mayor parte de los esfuerzos volcados han seguido respondiendo a una política de nuevas empresas en vez de a una auténtica política de emprendedores; hoy día, esta intervención sigue adoleciendo de un enfoque estratégico y transversal, lo que se manifiesta en la falta de actuaciones “ambientales” eficaces (North, 1990) y en la deficiente coordinación de los agentes implicados en su implementación.

En este sentido, la actividad pública ha puesto el acento en el plano empresarial, siguiendo un esquema similar al de la política de PYMEs –la denominación del centro directivo estatal competente  es suficientemente ilustrativa a este respecto-, descuidando así los aspectos individuales y del entorno. Aunque se ha tratado de cubrir algunos aspectos  propios de una aproximación más holística del fenómeno emprendedor, su materialización ha sido muy débil. Así, se han creado muchos instrumentos  para ayudar al nuevo negocio a hacer frente  a problemas concretos del entorno, pero no se ha logrado de manera efectiva  atacar el origen de estos ni generar en el seno de la sociedad una cultura emprendedora que propicie el aumento del número y calidad de los emprendedores.

Por otra parte, como ocurre en otros ámbitos de la actividad administrativa, son notas características la dispersión institucional, la falta de coordinación y la escasez de puentes de colaboración con el sector privado. En este sentido, ya en 2005 el Consejo Económico y Social llamó la atención sobre la necesidad de elaborar una estrategia coordinada que unificara, integrara y vertebrara todas las actuaciones (CES, 2005). Cinco años después, la DGPYME (2010) identificó en España más de 2.500 plataformas públicas de apoyo a los emprendedores y sus responsables admitieron los graves inconvenientes que comporta esta complejidad institucional; en primer lugar para los futuros empresarios, por generar confusión ante la pluralidad de incentivos públicos; y en segundo lugar, para la propia actividad  de promoción, pues la dispersión, las duplicidades y la falta de sinergias van en detrimento de su eficiencia. Ello refuerza los argumentos que llevan a Velasco a asegurar que  nuestro país carece de una verdadera política de emprendedores, pues  “la simple acumulación de programas no basta para configurar una política y, de hecho, podríamos llegar a la conclusión de que la convivencia de un número tan elevado de estos es precisamente el síntoma más inequívoco de su ausencia” (Velasco, 2007).

El dinamismo de la iniciativa emprendedora de alto potencial que se está registrando en países como Estados Unidos y Reino Unido, merced a los grandes programas nacionales de colaboración público privada (Startup Britain y  Startup America), o el espectacular incremento en plena crisis de la natalidad empresarial en Francia resultante de la aplicación del Estatuto del Emprendedor parecen indicar que la política de emprendedores puede convertirse en un potente instrumento de reactivación económica si se configura adecuadamente. En este sentido, España estaría en condiciones mucho más favorables para abordar la ansiada recuperación si en lugar de haber perdido 560.000 empresarios en los últimos cuatro años, hubiese alcanzado en este tiempo, como en Francia, las cifras más altas de creación de empresas de su historia.

Pero hay razones para pensar que todavía se puede dar la vuelta a la situación.  Y es que una de las pocas cosas positivas relacionadas con la economía que han acontecido en los últimos años es el aumento de la sensibilidad de la administración pública y los partidos mayoritarios hacia el emprendimiento como fuente de empleo,  actividad y competitividad.  Quienes tienen el coraje de alimentar, con sacrificio y talento, las actividades empresariales en el actual escenario han pasado por fin a formar parte de la agenda política, lo que es un paso fundamental en el avance hacia la entrepreneurial economy.

Sin embargo, el agravamiento de la crisis en los últimos meses y  la austeridad que imponen las instituciones comunitarias y los mercados financieros pueden comprometer la implantación de las medidas requeridas para obrar el cambio hacia la política de emprendedores que tanto necesita nuestro país. A este respecto, la anunciada Ley de Emprendedores, un instrumento jurídico con capacidad para desplegar efectos a todos los sectores y niveles de actividad administrativa, constituye una gran esperanza con vistas a sentar las bases de una estrategia nacional de impulso de la iniciativa emprendedora. En este sentido, es imprescindible que no se frustre en el último momento esta iniciativa decisiva para apuntalar la maltrecha  economía real por la irracionalidad de la economía financiera.




Notas

1 Es Estados Unidos un país pionero en este terreno. Así, el Congreso de este país aprobó en 1953 la Small Business Act,  que dispuso la creación de la primera agencia federal de promoción empresarial con carácter permanente. No obstante, algunos estudiosos  ven en determinadas actuaciones del New Deal  e incluso en las   en las leyes antitrust de finales del siglo XIX una forma temprana de política de apoyo a las PYMEs (Audretsch, 2006;   Blackford, 2003; Bean, 1995). En el caso de España, se suele señalar como primer hito de la política de PYMEs la creación del Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa Industrial en 1976.

2 La gran aportación de estos autores  es el estudio de la política de emprendimiento desde un enfoque integral, destinado a orientar todos aquellos ámbitos de actuación administrativa susceptibles de afectar a la actividad emprendedora, en sustitución de la tradicional visión que identificaba esta intervención con una serie de servicios específicos encaminados a facilitar el arranque y expansión de las nuevas empresas.

El contenido de la naciente política de emprendedores es el resultado de un concepto del emprendimiento que trasciende la tradicional concepción economicista: el fenómeno emprendedor es una realidad multidimensional que solo puede comprenderse plenamente a través de un enfoque ecléctico, que incorpore aspectos de distintas disciplinas -psicología, sociología, economía...- y atienda a los diferentes ámbitos en los que se produce -individuo, sector, empresa, entorno y país (Verheul et al. 2002; Wenekers y Thurik. 1999).

Por otra parte, estos académicos defienden que  la Ciencia Económica,  en el estudio de los procesos empresariales, ha de superar los postulados de la teoría neoclásica, ya que esta se interesa por el fenómeno emprendedor casi exclusivamente desde el punto de vista de la eficiencia de los mercados, obviando el papel que desempeñan las nuevas empresas en la penetración de la economía del conocimiento. En este sentido, la noción de emprendimiento estaría mucho más próxima a la tradición Schumpeteriana, que considera al emprendedor como un agente de innovación con un papel clave en el crecimiento económico.

Su postura entronca en cierta medida con los postulados de la Nueva Economía Institucional, la cual estudia cómo  el entorno, que se identifica con las instituciones formales e informales de una sociedad, conforma el comportamiento de los individuos en la actividad empresarial (North, 1990). La creación de empresas a la luz de este enfoque vendría determinada por las instituciones presentes en un territorio, pues fijan la estructura de incentivos óptima para la iniciativa emprendedora al incidir en las percepciones empresariales que condicionan la acumulación de conocimientos, las actitudes hacia la modernización de la estructura productiva y distributiva, así como en la acumulación de capital físico y humano (Montes, 2010).


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