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martes, 15 de mayo de 2018

Emprender es muy español


(este artículo se publicó originalmente el 14 de mayo de 2018 en el diario La Información en la columna semanal #serendipias)


Hace unas semanas se presentó en la sede de la Fundación Rafael del Pino de Madrid el informe global de medición del emprendimiento conocido por sus siglas en inglés GEM. El estudio, desde 1999, analiza con el apoyo de investigadores universitarios el fenómeno emprendedor, este año han participado 53 países lo que convierte al Global Entrepreneurship Monitor en el mejor observatorio internacional de la actividad emprendedora. La buena noticia del análisis del capítulo español es que por primera vez desde 2008 la actividad emprendedora en fase inicial ha rebrotado, rompiendo la barrera del 6% y acercándose a los niveles pre-crisis. Este aumento se debe en parte al continuo incremento del porcentaje de la población que percibe oportunidades de negocio, alcanzando este año el máximo de la serie histórica con un 32%.

Nuestro país es desde hace años el equipo más numeroso de este consorcio, 19 grupos investigadores  y más de 100 académicos, con una práctica inédita que es la existencia de un informe en cada comunidad autónoma, financiado por instituciones universitarias y entidades privadas. Las personas emprendedoras se han convertido, como se recordó en ese acto de presentación, en la herramienta con capacidad para demoler cualquier frontera y solucionar los grandes problemas de la humanidad. Que el estudio referente en el mundo, fuente imprescindible del conocimiento del emprendimiento, reconozca el liderazgo de los académicos españoles, es algo de lo que nunca se habla, pero que debe hacernos reflexionar.

Tampoco ningún manual de economía en castellano explica que la escuela de pensadores escolásticos españoles de los siglos XVI y XVII, desde la Universidad de Salamanca, impregnaron el ámbito universitario escocés del siglo XVIII inmediatamente anterior a la obra de Adam Smith (que sí ha pasado a la historia con el calificativo del primer economista moderno) como recuerda el profesor Vicente Montes. Tampoco nadie menciona en esos libros de texto que el gran economista del siglo XX, el austro-americano Joseph A. Schumpeter con sus pioneros estudios sobre la innovación disruptiva de los emprendedores, reconoció la influencia del jesuita toledano Juan de Mariana, también escolástico que murió en 1624, y que estudió el dinero y sus fluctuaciones en un escenario histórico en el que medio mundo se asombraba de los descubrimientos españoles y del poderío de nuestras instituciones.

No podemos achacar estas ausencias a la tradición anglosajona de esta ciencia social ni al endémico retraso español porque el primer manual de economía de Alfred Marshall editado en Cambridge, Reino Unido, solo data de 1890 y apenas unos años después, en 1916, nacen los primeros estudios universitarios de empresa en nuestro país con la creación en Bilbao de la Escuela Comercial de la Universidad de Deusto, hoy conocida como Deusto Business School. Más de 100 años de estudios superiores de empresa en nuestro país y no hemos sido capaces de explicar a los cientos de miles de egresados que los españoles estamos detrás del origen de la ciencia social más importante que explica los fenómenos más relevantes de los últimos dos siglos.

El veterano economista del estado, Carlos Espinosa de los Monteros, Alto Comisionado del Gobierno de la Marca España, y ex presidente de Mercedes-Benz explica muchos de estos olvidos con esta frase atribuida al Canciller Bismarck al ser preguntado por el país que más admiraba del mundo: “España. Porque los españoles llevan siglos queriendo destruirla y no lo han conseguido. Lo que da muestras de su fortaleza”.
Ahora que las universidades españolas no pasan por su mejor momento es imprescindible que recordar que a pesar de que no tenemos ningún nobel de economía, detrás de una gran mayoría de ellos está la influencia de los universitarios españoles de la Escuela de Salamanca como Juan de Mariana o Francisco de Vitoria. Y que tampoco hace falta viajar cinco siglos en el tiempo para encontrar referentes españoles en este terreno que hibrida emprendimiento y universidad. Por ejemplo dos de los grandes emprendedores de nuestros días, Amancio Ortega de Inditex y Juan Roig de Mercadona, no solo han revolucionado sus industrias sino que han devuelto a la sociedad parte de lo ganado con sus corporaciones a través de becas universitarias, el primero y una magnífica escuela de negocios el segundo. Pero tampoco ocupan los lugares más destacados de las noticias que dos de las empresas de bandera de nuestro país, Telefónica y Banco Santander, poseen dos de los programas de apoyo al emprendimiento más referenciados en todo el mundo. La incubadora global Wayra de Telefónica es visita obligada en Madrid para cualquier personalidad internacional del mundo económico que nos visita, como best practice de innovación abierta. Por no hablar del fondo de inversión de Telefónica, Amerigo, que fue catalogado hace unos años como el mejor venture capital del mundo. Por último el proyecto Santander Universidades (que sostiene el informe GEM) es la causa de que el banco español sea, según la UNESCO, la empresa del mundo que más invierte en educación con convenios con 1182 universidades y centros de investigación de todo el mundo.

El acto de presentación del informe GEM finalizó con el ranking de los países donde hay más emprendimientos, medido por la tasa de actividad emprendedora (TEA por sus siglas en inglés). España no aparecía entre los diez primeros. Pero estoy seguro que si preguntamos a los cientos de investigadores de más de 50 países que forman parte de este informe global que escriban una lista corta de países emprendedores, España con su historia, sus empresas bandera y sus profesionales emprendedores, no faltaría, a pesar de los españoles.

martes, 21 de noviembre de 2017

Gafas a 20 euros, zapatillas a 40 euros y bancos a un euro.

(este artículo se publicó originalmente el día 13 de noviembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)



Esta semana nos hemos enterado de que varias entidades financieras rechazaron la compra del Banco Popular tras analizar en detalle los balances de la entidad entonces presidida por Emilio Saracho. De hecho, se ha conocido que en la reunión del Consejo de Administración del Banco Popular de 6 de junio de este año fueron comunicadas unas pérdidas de más de 4.000 millones lo que finalmente llevó a aprobar por unanimidad “la consideración legal de entidad inviable y el traslado de este hecho al Banco Central Europeo”. Los analistas de los bancos que cortejaban a Popular constataron que la entidad había perdido la solvencia por el deterioro de sus activos y sospechaban del agravamiento del ratio de liquidez por las fugas de depósitos paralelas a rumores y decisiones de las agencias de rating. Además los más que previsibles litigios con accionistas por la última ampliación de capital fueron la puntilla al proceso abierto por el propio Popular para encontrar un salvador . Pero aún así, lo que no quisieron BBVA, Sabadell o Bankia, el Banco Santander sí. Y finalmente compró por un euro al Mecanismo Único de Resolución Europeo la histórica entidad madrileña.



Este otoño también han vuelto a la actualidad las teorías económicas de la llamada “racionalidad limitada” con motivo del nuevo Nobel. No todo es matemática sino que en ocasiones los sentimientos nos llevan a tomar decisiones alejadas del sentido común, afirman los laureados profesores americanos Khaneman y Thaler. Puede parecer que la ausencia de lógica y la preponderancia de las emociones nos lleva inexorablemente a equivocarnos. Veamos algunas serendipias en el mundo empresarial para darnos cuenta de que no siempre la racionalidad es el camino del triunfo.

La mítica marca Levis nació como una empresa que fabricaba un material para las tiendas de campaña de los mineros pero la casualidad de que un operario  se quedase sin pantalones y tuviese que usar ese tejido permitió describir las bondades del denim que hoy sigue arrasando. También la Coca Cola comenzó fracasando ya que la bebida era un jarabe para los males de estómago hasta que unos clientes de la farmacia de John Pemberton en Atlanta decidieron llevarla de la botica a los bares. 

Pero no hay que irse a Estados Unidos para encontrar ejemplos de cómo las casualidades ayudan a triunfar. El Ganso es una marca de moda española de éxito fundada por dos hermanos en 2004. Clemente Cebrián me contó un día paseando por la playa de Hendaya que en un viaje con sus padres a Praga descubrió por azar una vieja tienda de zapatillas del ejército checo. Les gustó tanto que encargaron a este establecimiento la primera colección de sus famosas zapatillas blancas con rayas rojas y azules convertidas hoy en un clásico que se venden a 40 euros en medio mundo. 

En septiembre, Félix Ruiz, el fundador de la red social Tuenti e inversor de referencia en Job&Talent,  estuvo en Deusto Business School. Se sinceró con la audiencia explicando la preocupación que le invadió cuando vio que los números no salían en la startup de búsqueda de empleo que él había conseguido fondear con varios socios capitalistas. Por ello, decidió buscar una empresa para recomendar a esos mismos inversores que metieran dinero y obtuviesen así retorno inmediatamente. Con tan poco tiempo solamente se le ocurrió la marca de un par de gafas de sol que tenía junto a su ordenador. Hawkers con un modelo de negocio muy sencillo, gafas de moda a 20 euros, empezaba a dar buenos números. La inversión promovida,  permitió que la empresa óptica de Elche sea hoy líder mundial y pueda contratar como modelo al mismísimo Leo Messi. Pero lo más importante para nuestro amigo Félix Ruiz, es que él ha mantenido su prestigio.

No es fácil acertar en los negocios, por ello solamente el tiempo nos dirá si la decisión de la señora Botín de comprar un banco por un euro fue lógica, un error o pura serendipia.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

miércoles, 21 de diciembre de 2016

La era de la colaboración

(Este artículo fue publicado originalmente en el periódico La Nueva España, La Opinión de Tenerife, La Provincia de Las Palmas el día 21 y 22 de diciembre de 2016)

Cuando la crisis nos obligó a renunciar a viajar o coger un taxi surgieron unos emprendedores que primando el uso frente a la propiedad y con el impulso de la tecnología nos daban una solución. Así nació la economía colaborativa con empresas como Uber o Blablacar para compartir coche en las grandes urbes o alojarte en apartamentos de particulares gracias a AirBnb. El movimiento de la economía P2P (entre iguales, peer to peer en inglés) es imparable porque gracias al consumo compartido se puede acceder a bienes y servicios que de otro modo sería imposible, de hecho se ha extendido ya a industrias como la música, con spotify, la textil, con la moda de segunda mano o  las finanzas con los préstamos colectivos también conocidos como crowfunding.

Esa colaboración es lo que explica algunos avances tecnológicos que disfrutamos hoy. Emprendedores programando en un código suministrado por Apple o Google porque la inteligencia colectiva llega más lejos que la corporativa. Grandes empresas recurriendo a startups para encontrar soluciones a sus problemas porque ya sus departamentos de I+D son incapaces de tener la velocidad que exige el momento. E industrias beneficiándose de los investigaciones de otras ha venido pasando con  los microprocesadores, las cámaras digitales o el reconocimiento de voz.

Los empleos  tampoco se entienden sin la colaboración. La mitad de los trabajadores del prestigioso ranking Forbes 500 desarrollan sus tareas en equipos y como ha vaticinado el World Economic Forum en 2020 una mayoría de nosotros estaremos involucrados profesionalmente en sistemas de colaboración abierta. Los trabajos del futuro estarán más cerca de la experiencia cooperativa de wikipedia que de la soledad de un investigador encerrado en un laboratorio.

La universidad también se ha beneficiado de la corriente de colaboración. Los cursos masivos y gratuitos (los  llamados MOOCs), los grupos multidisciplinares e internacionales de investigación, por no hablar del polémico pero pionero emprendedor español del rincón del vago. De hecho la cooperación ha estado siempre en el ADN de la educación superior, precisamente este año la escuela de negocios de la Universidad de Deusto celebró su centenario con una clase magistral en Madrid del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, flanqueado por el antiguo máximo dirigente del PSOE, Joaquín Almunia, y el actual presidente del PP, Mariano Rajoy. Igual que sin la colaboración entre ambos dirigentes políticos no hubiera sido posible tener al banquero italiano en el aniversario de Deusto Business School la legislatura que acaba de empezar exigirá como estamos viendo ceder y dialogar en asuntos como la educación, el mercado de trabajo o la fiscalidad.

Vivimos una época en la que el acceso a la tecnología se ha democratizado. Pero a la vez, hoy los ciudadanos, se han convertido en palabras de Moises Naim, en micropoderes que exigen trasparencia y ejemplaridad. Con nuestro móvil todos podemos cambiar el mundo y desde las redes sociales todos podemos llevar la contraria al poder. Aunque suene idílico, en muchos países ya está pasando y pronto no quedará ningún territorio libre de tiranos gracias al empoderamiento ciudadano. España disfruta de una democracia bien engrasada como lo demuestra la irrupción de dos nuevas fuerzas políticas que han mediatizado la formación de gobiernos en los dos últimos años. La fórmula mágica para afrontar con garantías el futuro de nuestro Estado de Derecho será, como acabamos de ver en la economía, hablar mucho y cesiones entre diferentes, en definitiva pactos por el bien de España. Si no como ha vaticinado el profesor Brandenbrurger, para las empresas que no colaboren con otras, tendremos que cerrar la persiana.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

domingo, 11 de diciembre de 2016

El Antropoceno empresarial

(Este artículo fue publicado originalmente en la revista Forbes México de diciembre de 2016)

Hace unas semanas se anunció por parte de un grupo multidisciplinar de científicos, tras siete años de investigación coral, que la tierra iniciaba una nueva era geológica, el Antropoceno. Con este término cuya etimología griega significa "nuevo por el hombre”, bautizan una nueva época dentro del periodo Cuaternario‎. La Tierra ha entrado en una página distinta del calendario geológico porque  ‎los humanos hemos conseguido con nuestras acciones alterar el ciclo vital del planeta lo que se colige del cambio climático, la acidificación de los mares o la desaparición de cientos de especies naturales entre otros muchos ejemplos. Pero al mismo tiempo estamos venciendo a las calamidades naturales que de vez en cuando nos azotan, las pandemias están dejando de serlo y la esperanza de vida al nacer no deja de crecer.

El hombre con la tecnología ha cambiado la Tierra para bien y para mal como acabamos de ver, pero también la economía. ‎Hoy a la vez que entramos en el Antropoceno en el mundo de la empresa están sucediendo tres fenómenos que merece la pena conocer y que tienen su causa en la disrupción tecnológica.

Primero. La mayoría de las industrias de nuestra economía están reventándose  por su base. No hay sector que quede libre de la desaparición de las barreras de entrada y el talento de los emprendedores está cambiando los modelos de negocio de todos los verticales: el turismo, el transporte o las telecomunicaciones son solo ejemplos de lo que está por llegar con las fintech o la industria 4.0. Las startups con su talento y buscando mejores productos y servicios compiten sin complejos con las grandes corporaciones.

En segundo lugar, la vuelta a las bases del capitalismo original sin asimetrías de información junto a la democratización en el acceso a la tecnología están reinventado todos los empleos.‎ En pocos años, como alertó el presidente Obama, la mayoría de los actuales puestos de trabajo podrán ser sustituidos por máquinas. Ya sucede en los medios de comunicación, donde como en este mismo medio la información financiera la elabora una máquina, o en las finanzas con los llamados robadvisor que invierten el dinero de clientes usando un algoritmo  o en el mundo jurídico como la plataforma e-litigation de Ebay que resuelve disputas legales sin abogados  Para reinventarnos como profesionales solo nos quedará la hibridación. Mezclar habilidades  tecnológicas con conocimiento de tu sector es ya la clave en especialidades como la enseñanza universitaria donde los moocs campan por sus respetos o el marketing con el big data sin olvidarnos de la policía y la ciberseguridad. Seremos polímatas para poder tener empleo. 

Nada de lo anterior tendría sentido sin la tercera variable a tener en cuenta. La reivindicación de una nueva sociedad dónde los ciudadanos se han empoderado usando las nuevas formas de comunicarse para convertirse en micropoderes. Como nos recuerda el economista venezolano Moisés Naim el poder ya no es lo que era y la energía iconoclasta de los micropoderes no perdona la mentira, puede derrocar a políticos corruptos, acabar con los monopolios, apostar por la economía circular y abrir nuevas e increíbles oportunidades.
Hoy los jóvenes llamados millennials, porque se hicieron mayores con el nuevo milenio, tienen en su poder armas inéditas, para cambiar el mundo y han empezado a usarlas. La tecnología y el capital están a su disposición y por primera vez en la historia no importa donde nazcas o si dispones o no de dinero...si tienes talento puedes conseguir que tus ideas se hagan realidad. El vehículo de este fenómeno es el emprendimiento. En los años 60 si querías cambiar el mundo ibas a una manifestación hoy los jóvenes idealistas usan el emprendimiento para solucionar problemas. Esta tendencia se ha convertido en global y Iberoamérica no es una excepción. Si repasamos los mejores expedientes de los egresados en las universidades de la región veremos que se han convertido en emprendedores, algunos ya creando cientos de empleos y recibiendo inversiones millonarias. Sus ámbitos de actuación son nuevos, modelos de negocios que nadie reparó antes pero que están funcionando. La lucha contra la contaminación, el agrotech, los mapas, la segunda mano por internet, los bitcoins…son ejemplos de sus disrupciones. Por eso hoy los grandes inversores, las multinacionales y cualquiera que quiera adivinar el futuro ya no recurre a pitonisas sino que visitan las incubadoras de las startups que se han implantado por toda Latinoamérica.

Los geólogos también nos recuerdan que a pesar de los avances tecnológicos solo hemos perforado catorce kilómetros de los seis mil trescientos que tiene de radio nuestro planeta. Queda mucho por descubrir bajo nuestros pies,  queda mucho por inventar para hacer un mundo más humano y los millennials latinoamericanos pueden conseguirlo en este Antropoceno que acaba de empezar. Para ello necesitamos un efectivo ecosistema donde el dinero y las instituciones sean coherentes y conscientes de que el mundo es mejor con los emprendedores.

Iñaki Ortega Cachón,  Doctor en Economía y Director de Deusto Business School en Madrid.


miércoles, 28 de octubre de 2015

El tren

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico El Norte de Castilla el día 27 de octubre 2015)

Durante mucho tiempo pensamos que el éxito profesional era algo parecido a subirse a un tren. Por supuesto que no era fácil coger ese tren y para ello había que tener una buena titulación académica, idiomas o un contrastado desempeño profesional. Pero, eso sí, ‎una vez dentro, solo era cuestión de tiempo que alcanzases tus metas. Sin darnos cuenta, en 2007 llegó la crisis y lo cambió todo. Dejó congeladas las expectativas profesionales de toda una generación. El tren se paró y nunca más volvió a funcionar. Las vías se habían terminado, al igual que en las viejas películas del Oeste.


La buena noticia es que al mismo tiempo que irrumpió la crisis, la tecnología ha hecho posible una revolución inimaginable a principios del siglo XX: la universalización de los medios de producción. Hoy el acceso al conocimiento y al capital son más democráticos que nunca; gracias a Internet y a la financiación no bancaria están al alcance de todos. Esa combinación de crisis y tecnología está permitiendo nuevas soluciones a viejos problemas. La economía colaborativa de Wikipedia que consigue que tengamos una enciclopedia en el bolsillo. La innovación abierta de los juguetes de Lego que incorpora a los propios niños a su proceso de ideación para que Dinamarca gane por goleada en calidad y ventas a sus competidores asiáticos. La innovación social de la empresa alemana SAP que se ha comprometido a llegar a un 1% de empleados autistas por su gran capacidad de concentración para detectar fallos de programación. Todos son ejemplos de cómo hoy el mundo puede ser mejor. Un mundo que ha cambiado el enfoque con el que se analizaban las cosas, de lo grande a lo pequeño. Como lo son los nuevos líderes globales en industrias como la hotelera o la del trasporte, nuevos agentes que como David han vencido a Goliat. Esos nuevos micropoderes de los que alertó hace unos años Moisés Naim representan un nuevo activismo que utiliza sus startups para conseguir un mundo mejor y que actúan en sectores como la ecología y la defensa de derechos civiles, que creíamos solo abonados para las ONG o la política.

El tren que da título a este artículo se paró porque no había ya más vías sobre las que circular, pero la buena nueva es que ya no es necesario seguir los raíles de nadie para triunfar. Hoy gracias a la tecnología somos más libres, más autónomos para ir por donde queramos, para orientar nuestras vidas profesionales. Porque con la disrupción digital tenemos herramientas que nos empoderan y además permitirán hacer un mundo mejor.


Iñaki Ortega es director de Deusto Business School en Madrid y profesor de la UNIR


martes, 23 de junio de 2015

Más allá de la economía circular

(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 23 de junio de 2015)

A principios de los años 80 la Comisión Europea encargó a un grupo de economistas estudiar las consecuencias de la crisis energética y sugerir propuestas para la recuperación. En su informe acuñaron el término de economía circular como respuesta a una economía lineal que consumía recursos como si fuesen inagotables. Romper la tendencia insostenible de energía-producir-consumir-‎residuos-energía para producir más... a favor de un ciclo que convertía los residuos en energía o en materias primas a través del reciclaje, abrió las puertas también a las renovables y en definitiva a la hoy admitida por todos sostenibilidad.


Una década después, en Estados Unidos, la multinacional DuPont, conocida por su capacidad para generar nuevos materiales como el nylon, la licra o el neopreno, se enfrentó a una ‎situación inédita en sus 200 años de historia, las ventas estaban bajando y afectando a la continuidad de la compañía. El entonces consejero delegado Chad Holliday hizo famoso un lema para conseguir que la empresa se reinventase mirando hacia afuera. “Beyond the molecules, más allá de las moléculas” espoleó a la multinacional a no vivir de los éxitos pasados, a levantar la vista del microscopio y a implantar un modelo de innovación abierta que le permitió remontar y aun hoy se mantiene.

Hoy también hay que levantar la vista de lo “green” para darse cuenta que la economía circular está siendo practicada también por los emprendedores de la economía colaborativa. Priorizar el uso frente a la propiedad como el car sharing, las plataformas que permiten compartir casas o el auge de la segunda mano son ejemplos de ello. Por supuesto los innovadores sociales ‎que están solucionando problemas en medio mundo como Tarifas Blancas en Sevilla con su empresa de descuentos para parados, son pura economía circular. Las empresas como Danone que contratan mujeres víctimas de violencia doméstica se sitúan también en lo circular.

Dinamarca y su capital Copenhague, este año capital verde en Europa, aparecen frecuentemente como modelo de sostenibilidad. Pero más allá de los huertos urbanos o la movilidad urbana en bicicleta, los daneses con su cultura de pactos políticos entre diferentes o con su liderazgo mundial en una agricultura tecnificada y supercompetitiva demuestran, como el párrafo anterior, que la economía circular está superando lo meramente ecológico. 

La nueva economía circular es aquella que busca integrar en las estrategias corporativas, institucionales o incluso personales no sólo el medio ambiente sino a clientes, proveedores, administrados o simplemente a los vecinos. Emprendimiento corporativo, innovación social y activismo son los conceptos a seguir. Ya hay pioneros que lo están practicando como ENGIE (GDF SUEZ) ​con su estrategia de innovación abierta ​que hace posible que jóvenes con talento en todo el mundo puedan poner en marcha su idea de negocio. También ASHOKA con su red mundial de innovadores sociales que dan soluciones a los problemas del mundo a través de la creación de empresas sostenibles y sociales. ‎, o CHANGE.ORG, que canaliza en una suerte de nuevo activismo las quejas de la ciudadanía para conseguir luchar y vencer a las injusticias.

El periodista de New York Times, Thomas Friedman, postuló durante muchos años que “El mundo es plano” para poner el acento en la globalización y las posibilidades que la tecnología ofrecía para trabajar desde cualquier lugar.‎ Hoy, sin temor a equivocarnos podemos decir como Pitágoras que la tierra es redonda, que el mundo es circular. El mundo ha de ser circular, no sólo la economía. Para ello hay que conjugar cuatro conceptos que casualmente empiezan por la letra i. Intraemprendededores, innovación, inclusivo e instituciones. Intraemprender es actuar desde tu empresa u organización por cambiar las cosas. Innovar es hacerlo de un modo diferente y buscando ser inclusivo. Pero sin el apoyo de las instituciones ese reto será inalcanzable para lo cual habrá que ser capaces de alinear a lo público y lo privado.

Hace unos días y con motivo de la cumbre del clima de París el paleontólogo español Juan Luis Arsuaga, que tanto ha estudiado las consecuencias del clima a lo largo de la historia del hombre, respondió a una pregunta sobre el calentamiento global diciendo “solo el pasado está escrito, aún se puede cambiar el futuro”. La inédita combinación de la disrupción tecnológica con nuestro activismo es la nueva economía circular que cambiará el mundo para bien.

Iñaki Ortega es Director de Deusto Business School
Loreto Ordoñez es Consejera Delegada de ENGIE (GDF SUEZ) en España


domingo, 17 de mayo de 2015

De los ninis a la generación Z

(este artículo fue publicado originalmente en el Diario Montañés el día 17 de mayo de 2015)


El término "ni-ni" saltó a la opinión pública española hace más de seis años de forma paralela al estallido de la crisis económica. Muchos jóvenes estaban abocados a no poder estudiar ni trabajar. En ese contexto de rápida destrucción de empleo, y ante la perspectiva de una larga recesión, no fueron pocas las voces que alertaban del grave riesgo de perder a toda una generación de españoles que iba a tener muy difícil no sólo incorporarse al mercado laboral, sino sobre todo, avanzar hacia la madurez carentes de ilusión y sin ningún proyecto de vida.



Ha pasado mucho tiempo desde 2008 y la crisis ha cambiado nuestra economía, no sin un importante coste para las familias. Muchas de las amenazas siguen ahí, pero España exporta más que nunca -en diversas universidades europeas vuelven a hablar  del "milagro español"-, el crecimiento se consolida  y volvemos a ser atractivos para invertir.

Y sin hacer ruido, buena parte de estos indicadores positivos están directamente relacionados con el constante acceso de integrantes de la generación del milenio -milennials- a puestos y espacios de responsabilidad en la economía española. Ese conjunto de españoles nacidos en los 80 y primeros 90 forman la primera generación que ha convivido con la crisis y la disrupción tecnológica, la más emprendedora y la que mejor ha sabido entender los cambios que nuestro tejido productivo necesitaba para retomar la senda del crecimiento.

Muchos de ellos se han curtido en empleos para los que estaban sobrecualificados; otros no dudaron en inventar su propio puesto de trabajo incluso más de una vez, sin desaliento; y han obligado a las multinacionales a entender su concepto de economía colaborativa y de gestión del talento.

Hace unas semanas en un seminario sobre esta generación impartido en la Fundación Botín, se nos recordó que en su día las grandes compañías incorporaban a sus filas a los trabajadores que entendían más cualificados para hacer crecer sus cifras de negocio dentro de su sector de actividad. Hoy los más demandados son aquellos que aportan ideas para diversificar la empresa, para sumar a nuevos grupos de clientes y para renovar procesos que el propio peso de la compañía había dejado obsoletos. Y a la hora de atraer ese talento, las empresas han tenido que cambiar también determinadas actitudes: por encima del sueldo cuenta el entorno de trabajo, la sensación de pertenecer a un proyecto común y las posibilidades de seguir aprendiendo y desarrollándose.

Los milennials están llevando a cabo en todo el mundo la máxima de que el crecimiento económico actual se genera en espacios de emprendimiento pequeños en los que se unen personas de origen y cualificación diversa. Y en Cantabría, territorio de pymes, pueden ser el estímulo que necesitamos para dejar atrás definitivamente la crisis, renovando nuestra realidad productiva de abajo hacia arriba. Pymes más tecnológicas, más capaces de internacionalizarse y más resistentes a los vaivenes económicos. Los milennials están creando las empresas que darán trabajo a nuestros hijos mientras llevan a España al nivel de I+D+i que el tamaño de nuestra economía exige (el ranking Global Innovation Index nos sitúa aún en el puesto 27).

Además, la segunda mitad de esta década va a ser la de la incorporación masiva de los milennials a los puestos de responsabilidad en la política y en las empresas públicas. Veremos si los nuevos aires que ya han traído a nuestra economía se trasladan a la res pública y obtenemos como resultado un país más proclive al emprendimiento, a la innovación y a la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, para afianzar la recuperación que ellos mismos han iniciado desde el sector privado.

Y por último, no podemos olvidar a los que llegan por detrás: la que diversos autores norteamericanos han denominado "Generación Z" (los nacidos aproximadamente entre 1994 y 2002), y cuya principal característica es la de haber llegado a un mundo en el que la World Wide Web estaba ya plenamente desarrollada. Por lo tanto, carecen del concepto -tanto mental como académico- de libros, archivos y orden bibliotecario: desde la infancia han recibido miles de estímulos informativos sin filtrar -todo cabe en Internet- y siempre en forma de ceros y unos.

Sus integrantes de más edad están accediendo ya a universidades y al mercado laboral, destacando por su facilidad para adaptarse a entornos cambiantes, su pluralidad de opiniones y su necesidad de dedicar su tiempo solamente a aquellas cosas que les interesan. Una generación que ya está siendo objeto de estudio entre analistas y universidades de todo el mundo, porque entenderla es clave para vislumbrar el futuro plenamente digital que se desarrollará a lo largo del siglo XXI.

El reto para lo público, la academia y las empresas será alinear sus estrategias para tener muchos “jóvenes z” y en cambio los “ni-nis” sean ya sólo un triste recuerdo del pasado.


Leticia Diaz es Consejera de Presidencia y Justicia del Gobierno de Cantabria
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto.

NOTA: Este artículo se inspiró en la presentación del libro Millennials, inventa tu empleo (ediciones UNIR) en Santander en la Fundación Botín el día 24 de mayo.

sábado, 9 de mayo de 2015

Atención a los millennials

(este artículo fue publicado originalmente en los periódico El Correo y Diario Vasco el día 7 de mayo de 2015)

La generación del milenio representa las actitudes y habilidades propias del contexto del tercer milenio. Los jóvenes que tienen entre veintitantos y treinta y tantos años - los millennials – se están desarrollando profesionalmente en un contexto muy complejo y novedoso. Por una parte, la larga crisis les ha inducido a desarrollar actitudes laborales proactivas e innovadoras; por otra, la rápida evolución tecnológica en la que han crecido les han convertido en los mejor preparados para afrontarla. Un joven segmento demográfico todavía minoritario, con un importante potencial de crecimiento e influencia en el conjunto de la sociedad.

El estudio sociológico de esos jóvenes pone de manifiesto que estos tienden a cumplir la regla de las 4 Cs: están dispuestos a cambiar de empleo o de ciudad, son más creativos, propensos a la cooperación y a una mayor preparación científico-técnica. Resulta sintomático que durante éste último año el grado universitario con mayor nota de corte en España haya sido la licenciatura de física con matemáticas, unos estudios orientados al análisis cuantitativo más sofisticado. La omnipresencia de la informática, los dispositivos de telefonía, los programas y aplicaciones de interrelación social promueven el dominio de conocimientos y habilidades para aprovecharse de éste entorno. Un nivel de capacitación científico – técnico que está alcanzando a grandes capas de población en el mundo entero, y que les va a permitir una capacidad de progreso personal y dinamización socio-económica como nunca ha habido en la historia.

Los millenials están creciendo con dos clases de “héroes” en sus cabezas. Por una parte los pioneros “mayores” como Bill Gates (Microsoft) o Steve Jobs (Apple); y por otra los más jóvenes, como Larry page y Serguéi Brin (Google), Mark Zuckerberk (Facebook) y Jan Koum (WhatsApp). Ambos grupos de pioneros tienen en común una característica con un enorme potencial de ilusión y de transformación social; partieron de unas escasísimas bases de recursos financieros y humanos, multiplicando exponencialmente la inversión realizada hasta extremos nunca vistos hasta ahora en la historia del hombre sobre la tierra. Tan irresistible atractivo, apoyado por un entorno inversor extraordinariamente favorable (por los bajos tipos y los innumerables clubs de inversores e incubadoras de internet, además del crowdfunding) está convirtiendo el emprendimiento en la primera opción de un creciente segmento de la población occidental.

Por ello los nuevos yacimientos de empleo de los altamente cualificados millenials son cada vez menos accesibles para las grandes empresas, que durante el siglo XX habían venido acaparando el empleo de los segmentos de población más capacitados. Desde que el economista David Birch publicara en 1979 que el empleo lo provocan los emprendedores, los sucesivos estudios han refrendado su tesis; muchas pequeñas y medianas organizaciones son las que crean los empleos; empresas que se coordinan entre sí en complejas cadenas de valor añadido que van copando crecientes parcelas de la economía. Éste entorno les ha empujado a las grandes empresas a buscar cómo integrar en su cultura las actitudes y las capacidades de éste colectivo incorporándolos a sus plantillas; para ello están promoviendo en sus grupos el intra-emprendimiento (el I+D+I que genera nuevos negocios para diversificar); de hecho, el profesor Christiansen – de la Universidad de Harvard – ha afirmado que las empresas del siglo XXI están abocadas a fracasar si no trabajan con emprendedores. No hace falta dedicar mucho espacio a argumentar que la forma de tratar a los millenials debe de ser sustancialmente distinta a la de los empleados habituales; son personas más asertivas, independientes, e incluso rebeldes; si el entorno no les gusta mucho, se marchan. También tienen el potencial de promover y mantener procesos colectivos de innovación y progreso que creen un extraordinario valor para los accionistas de esas corporaciones.

Éste grupo social ha hecho de la necesidad virtud; son fuertes y resueltos. Y nadie puede vislumbrar todavía cual puede ser llegar a ser su influencia en los gustos del conjunto de la sociedad y en las exigencias que van a plantear a las organizaciones sociales y los partidos políticos. Conforme vaya aumentando su número y el peso de sus decisiones en el conjunto de la sociedad, podremos evaluarlo con más precisión. Ahora, en este momento, lo que es seguro que se puede proclamar ¡atención a los millenials!

Ignacio Suárez-Zuloaga, Presidente de la Fundación Zuloaga e Iñaki Ortega Cachón profesor de Deusto Business School.

domingo, 26 de abril de 2015

La economía circular

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico ABC el día 26 de abril de 2015)



En el siglo XVII en el seno de la Iglesia Católica surgió un movimiento místico-religioso que se extendió rápidamente por Europa. El quietismo propugnaba el abandono más absoluto de la participación en la vida pública. Fundado por el sacerdote español Miguel de Molinos, defendía la pasividad porque era más probable que Dios hablase al alma cuando ésta estuviera en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar facultad alguna, aceptando el mandato divino.

Han pasado cuatro siglos desde entonces pero hoy un quietismo actualizado está plenamente vigente. Es habitual leer o escuchar la apología de la no implicación social, el desprecio hacia los asuntos públicos o la desconfianza hacía la política. Las razones de esta defensa de la inacción tienen bases sólidas en el descrédito de la clase política o en la larga crisis económica que ha exigido el redimensionamiento de las administraciones públicas, lesionando el estado del bienestar y por supuesto en el ensimismamiento que ha venido de la mano de internet y las redes sociales. En ocasiones parece que esos nuevos ideólogos de la pasividad olvidan la crisis que sufrimos y pontifican en una suerte de “il dolce far niente”.


Pero si hacia el 1685 la propia Iglesia fue capaz de impedir que el quietismo echase raíces o el actual Papa ha hecho bandera de lo opuesto con un activismo rayano en lo políticamente incorrecto, por qué no vamos a poder cambiar ese determinismo imperante. La cultura del encuentro del Papa Francisco unido a su defensa de las causas pérdidas sin olvidar su valentía en asuntos como la limpieza de la finanzas vaticanas son la pauta de cómo actuar.

No estamos tan lejos de lograrlo y basta con cambiar el enfoque de la lente con la que nos aproximamos a la realidad cotidiana para darnos cuenta de ello. Hoy el activismo social es la forma con la que miles de ciudadanos del mundo intentan cambiar las cosas que no les gustan. Son innovadores sociales los que han hecho posible que SAP, la multinacional alemana del software, se haya comprometido a tener en su plantilla a un 1% de empleados autistas porque con su capacidad de concentración son los más eficaces detectando errores de programación.
Ashoka, nos recuerda que el 99% de las muertes en los partos se producen en zonas rurales del mundo no desarrollado que podrían evitarse si tuviesen atención médica. Andrés Martínez es un profesor español de ingeniería en telecomunicaciones que ha ideado una mochila con un kit que permite realizar ecografías y mandarlas vía wifi al médico más cercano. Los resultados de la mochila de este emprendedor social en Guatemala, Perú y Ecuador son espectaculares y lo que es más importante están salvando cientos de vidas de madres y bebés.

La profesora de la universidad de Sussex, Mariana Mazzucato se ha atrevido a defender y demostrar en su libro “El estado emprendedor” que la acción de lo público está detrás de las más arriesgadas innovaciones, como por ejemplo internet. Sin duda, la red es la herramienta conocida más democratizadora y generadora de oportunidades. Por ello no hay que dejar de actuar con políticas gubernamentales que fomenten la actividad económica como lo hacen Israel, Corea del Sur o Dinamarca.

La nueva amenaza del cibercrimen hizo posible, hace unos días, que se reuniesen en La Haya gobiernos, empresas, hackers y juristas, dejando a un lado sus diferencias para, en palabras del primer ministro holandés, “que internet siga siendo libre, abierto y seguro”.

Actuar en cooperación es, asimismo, la filosofía de la nueva economía colaborativa que ha hecho posible que la mayor cadena de hoteles del mundo no tenga ni una habitación, o que la más amplia red de trasporte público del mundo sea privada y no posea ni un vehículo en propiedad. AirBnb o Uber, permiten que la gente viaje barato y seguro y son ejemplos de un mundo que viene, que se ha definido con el acrónimo P2P (del inglés peer to peer o lo que es lo mismo: una red entre iguales).

El concepto de “economía circular” surgió hace unos años vinculado a la energía y la necesidad de tener un mundo sostenible donde el reciclaje o las renovables ayudasen a esa causa. Hoy podemos decir que su significado se ha desbordado capilarizándose a toda la economía esa actuación circular, inclusiva, concertada de los emprendedores, el sector público y las grandes corporaciones en un mundo que no es el que nos gustaría tener pero que nos ofrece, como nunca antes, herramientas para cambiarlo.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario

NOTA: Este artículo fue inspirado por una visita a la sede de la empresa Ecoembes. También el presidente de Ashoka, Carlos Abad y el visionario emprendedor español Carlos Barrabés, en sendas conversaciones me dieron, sin saberlo, las claves para escribirlo.

domingo, 5 de enero de 2014

La economía emprendedora

(Artículo publicado originalmente en el periódico ABC el día 5 de enero de 2014)


El país más pobre de Asia a mediados del siglo pasado es hoy el líder mundial en alta tecnología. Donde hace un siglo en la costa mediterránea había un desierto, hoy se sitúa la mayor concentración de innovación y talento del planeta. La nación sudamericana con la dictadura más extractiva en los años setenta se ha convertido en la referencia global de políticas gubernamentales inclusivas a favor de las startups. El estado europeo con más impuestos a los emprendedores hacia el año 1990 goza estos días de la tasa de actividad más alta gracias a la eliminación de trabas a la creación de nuevas empresas. En una granja cerca de la costa californiana, a finales del siglo XIX, quince profesores crearon una universidad que gracias a la iniciativa emprendedora de sus alumnos, docentes y con la ayuda de los diferentes gobiernos se ha convertido en el lugar donde han nacido y siguen naciendo las mejores empresas.


Los casos de Corea, Israel, Chile, Holanda y Silicon Valley demuestran que en economía el estado de las cosas puede cambiarse y no hay determinismos basados en la geografía, la cultura o la tradición política. El conocimiento se ha convertido en el factor de producción decisivo que está reconfigurando la estructura económica mundial. Y los emprendedores son el vehículo imprescindible para que ese conocimiento se trasforme en prosperidad. Por ello los países han de garantizar un entorno, orquestado desde lo público y lo privado, con un alto grado de libertad económica que incentive la iniciativa empresarial. La literatura económica ha definido esta tarea como la búsqueda de una “economía emprendedora”.



La presidenta de Corea lo ha llamado “economía creativa” y fundamenta su modelo en una educación de excelencia como motor de desarrollo e innovación empresarial. Lo que le ha permitido a esta nación asiática multiplicar un 400% su riqueza en apenas cincuenta años. Simón Peres bautizó a Israel como “la nación emprendedora” para lo cual trasformaron las granjas en incubadoras tecnológicas y los agricultores en científicos. Chile se cansó en 2010 de que los mejores se fuesen de su territorio y unió la fuerza de un programa gubernamental de atracción de emprendedores con fortísimos incentivos a un entorno institucional y territorial atractivo para crear “Startup Chile” que ha inspirado a los gobiernos del Reino Unido o Canadá a replicarlo en sus países. Holanda veía como se desincentivaba la iniciativa emprendedora con inasumibles cargas de seguridad social a empresas que apenas facturaban. Ante esta situación, el país acometió a finales del siglo pasado varias reformas inspiradas en el aforismo “pensar primero en pequeña escala”, que supusieron la eliminación de trámites y la rebaja de cargas fiscales y de seguridad social, especialmente para los emprendedores. Hoy, los Países Bajos se sitúan como una de las naciones con menor desempleo en Europa. Francia, por cierto, en 2008 emprendió una estrategia similar basada en reducir los costes de seguridad social para los emprendedores desde la aprobación del “estatuto del autoemprendedor” y logró escalar veinte puestos en el ranking del Banco Mundial sobre facilidad para hacer negocios. En Estados Unidos, hacia 1892, el fundador de la Universidad de Stanford, el corazón de Silicon Valley, cogió como lema “sopla el viento de la libertad”. Desde entonces, ese viento ha sido generado por el talento que ha egresado de esa institución, pero también por los sucesivos gobiernos federales con sus programas públicos de financiación a pymes, por los municipios del “Valle” con sus zonas libres de impuestos para emprendedores, con las actuaciones estatales que facilitaban la inversión de las grandes empresas y con el capital financiero más inteligente que por todo lo anterior se situó allí.


Son diferentes expresiones para una misma misión que Melchor de Jovellanos, hace ya más de 200 años, exigía a las leyes “remover estorbos que impiden la libre acción de la actividad económica”. En economía los milagros no existen, y solo propiciando las mejores condiciones para que el talento emprendedor nazca y crezca conseguiremos que España esté en la lista de esas “economías emprendedoras”. La buena noticia de la aprobación de la ley de emprendedores solo será recordada como el punto de inflexión hacia esa nueva economía si se consiguen políticas públicas eficientes en este terreno y se alinean con los valiosos programas de innovación abierta de las grandes compañías españolas y con una educación que promueva actitudes emprendedoras.



Iñaki Ortega es director de Madrid Emprende y profesor de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja)




viernes, 19 de abril de 2013

Obstáculos

(Artículo publicado, en parte, en el número de abril de la revista "Nuestra" de la Universidad Nebrija)

Emprender es una carrera de obstáculos. Precisamente para luchar contra  ello nació Madrid Emprende al objeto de promover un ecosistema emprendedor que facilitase el arranque de nuevas empresas.


Partiendo de la misma premisa que soporta el informe Global Entrepreneurship Monitor: el emprendimiento es un fenómeno complejo en el que intervienen factores tan variados como el  marco fiscal, las cargas administrativas, la financiación, los conocimientos del emprendedor, la disponibilidad de locales,... el objetivo de la agencia madrileña que dirijo es proporcionar apoyo en las distintas vertientes de este proceso. Para ello se trabaja íntimamente con todas las entidades que integran el entorno empresarial de la ciudad: administraciones públicas, asociaciones sectoriales, grandes empresas, bancos, redes de inversores y, por supuesto, universidades.


El catálogo de servicios y recursos que Madrid Emprende ofrece a los futuros empresarios abarca un one-stop-shop desde el que nuestros expertos asesoran sobre los pasos a seguir para montar la empresa y tutelan el plan de negocio; programas de in-formación en marketing, finanzas, ventas y sobre todo mucho networking;  puntos de tramitación telemática que permiten constituir tu empresa en 48 horas; y unared de incubadoras y espacios de co-working en los que el emprendedor puede instalar su proyecto y acceder a todo lo anterior.

En el último año, con el programa MADRID.BIZ se han creado nuevos apoyos e incentivos con vistas a atajar algunos de los problemas más acuciantes que sufren los emprendedores como son las cargas asociadas al alta como empresario, la financiación y los impuestos; así, hemos sacado una ayuda destinada a rembolsar al nuevo autónomo el 50% de las cuotas a la seguridad social, y se ha creado, en colaboración con business angels y la industria del capital riesgo, un fondo de inversión en startups dotado de 8 millones de euros. Por último Madrid será la primera ciudad europea donde los emprendedores no paguen impuestos con el programa taxfree.

Por último la candidatura olímpica de Madrid también se ha incorporado a la “revolución emprendedora” con el programa 2020startupMadrid que pretende atraer a 2020 emprendedores a la ciudad antes de 2020.

En Madrid, con un incipiente ecosistema emprendedor, se está logrando  que emprender se parezca cada vez menos a una competición de 1.000 metros vallas y más a una de 100 metros lisos.

Quienes ya tengan claro que su meta es trabajar en su propia empresa, tienen que saber que en Madrid es más fácil porque cada vez los obstáculos son más saltables. El año pasado 30.000 emprendedores lo pudieron comprobar acudiendo a los servicios de Madrid Emprende, en 2013 serán muchos más.


lunes, 8 de abril de 2013

La segunda transición


(Artículo publicado el 28 de marzo en Cinco Días y firmado conjuntamente por el Profesor de la Universidad Internacional de la Rioja Iñaki Ortega y el Profesor de la Universidad Complutense de Madrid Francesco Sandulli)

La actividad emprendedora determinará cómo y cuando España saldrá de la crisis. En una reciente investigación económica los profesores Koellinger y Thurik de la Erasmus University de Rotterdam han demostrado que, contrariamente a lo que se pensaba, el ciclo económico no es un factor exógeno a la actividad emprendedora y que el emprendimiento en épocas de crisis económica es el factor determinante de cómo y cuando una economía volverá a un ciclo expansivo.


Este hecho debe hacer reflexionar a los responsables de las políticas económicas sobre la necesidad de impulsar en el actual contexto de crisis una decidida transición de una economía del management a una economía emprendedora. Esta transición permitirá que el tejido empresarial en España tenga incentivos a la ampliación de la frontera de posibilidades de producción, en lugar de seguir operando dentro de ella. Asimismo, los datos del Global Entrepreneurship Monitor para 2012 y del Directorio Central de Empresas del INE para 2012 indican que la actividad emprendedora y la microempresa están capeando la crisis mejor que la mediana y gran empresa. Ahora es el momento de aprovechar esta inercia con una política decidida de fomento de la economía emprendedora.

A la hora de diseñar los objetivos de la política que promueva esta nueva cultura se debe tener en cuenta que la economía emprendedora se fundamenta en tres pilares: conocimiento, riesgo y financiación.

En relación al conocimiento, España no es una excepción a la denominada European Paradox, por la cual el proceso de transformación de conocimiento en emprendimiento es muy ineficiente en Europa. Aplicando las lecciones aprendidas en otros países, el responsable de política emprendedora debería en primer lugar preocuparse por conseguir fondos para aumentar el stock medio de capital intelectual disponible en España, atrayendo a individuos altamente cualificados del exterior y fomentando la retención de talento nacional. Además es urgente que el emprendimiento sea una prioridad máxima en las políticas de las universidades españolas para que éstas se integren como un elemento más del sistema productivo y adopten una actitud mucho más activa en la comercialización de su tecnología y conocimiento, tal y como ya sucede por ejemplo en la Universidad de Mondragón. Para fomentar la comercialización del desaprovechado conocimiento universitario, es necesario promover en primer lugar su oferta, reconsiderando por ejemplo los actuales incentivos académicos a la creación de empresas de base tecnológica, e impulsar su demanda, reduciendo por ejemplo la elevada complejidad administrativa y tributaria asociada a los incentivos a la I+D externa en ámbito privado o a los mecanismos de fomento de la transferencia tecnológica como el patent box. Las políticas emprendedoras deberían potenciar el aumento del capital relacional de los emprendedores a través de programas de inmersión en redes de emprendedores como los planteados por Startup Loans en el Reino Unido.

El segundo pilar de la economía emprendedora es el riesgo. Aunque el riesgo es intrínseco a la actividad emprendedora, excesivos niveles de incertidumbre constituyen una barrera infranqueable para el emprendedor. El riesgo del emprendedor depende de la eficiencia de los mercados y la facilidad para que en España se produzcan fenómenos de creación destructiva . Una forma que tienen las administraciones de reducir el riesgo del emprendedor, especialmente la de corte más innovador por ser la que sufre las cotas más altas de incertidumbre, es facilitar el acceso a la contratación pública a la iniciativa emprendedora. Para muchas empresas en Silicon Valley el sector público fue su primer cliente facilitando la supervivencia inicial de la empresa. En España, la Ley de Economía sostenible no ha conseguido resolver los problemas que plantea la Ley de Contratos del Sector Público a los interventores de las distintas administraciones a la hora de aprobar contratos de productos innovadores o empresas nuevas. Estos problemas explican en gran medida por qué en España no existe una fuerte demanda temprana pública de productos innovadores. Este papel de fomento de la demanda temprana también puede ser jugado por la gran empresa, pero sería necesario sustituir los actuales incentivos a la I+D interna por el fomento de la I+D externa y la compra tecnológica.

El riesgo del emprendedor aumenta con regulaciones adversas. Por ejemplo, diversos estudios económicos demuestran que la rigidez del mercado laboral, las excesivas diferencias entre las prestaciones de protección por desempleo entre autónomos y asalariados, la inseguridad jurídica en la regulación de varios sectores de actividad, la elevada morosidad pública y privada o la actual falta de competencia en algunos sectores estratégicos incrementan el riesgo de emprender en España. Por tanto, incentivar el emprendimiento significa intentar resolver estos fallos regulatorios sistémicos que protegen el actual status quo en los mercados y que en muchos casos son intrínsecos a la forma de pensar y a la cultura del management que impera en España.


El tercer pilar de la economía emprendedora es la financiación. Emprendedores y financiadores comparten el mismo riesgo. Es muy elevado el número de investigaciones económicas que demuestran que la política más eficaz para atraer financiación al emprendimiento consiste simplemente en resolver aquellos fallos regulatorios sistémicos que aumentan el riesgo emprendedor. En Europa, Suecia es uno de los mejores ejemplos de cómo modificaciones en la regulación del sistema financiero, del mercado laboral, del sistema tributario o de los mecanismos de transferencia de conocimiento pueden hacer florecer un activo mercado de capitales orientado a la inversión en start-ups. Los ámbitos de potencial mejora son muchos, desde los incentivos fiscales para las ganancias de capital, los incentivos fiscales a la inversión de los fondos de pensiones en capital riesgo, la eficiencia del Mercado Alternativo Bursátil que actualmente tiene unos costes de salida excesivos o la potenciación de cauces más ágiles de acceso a microcrédito para fases semilla de start-ups que siguiendo el ejemplo de la iniciativa americana MicroLoan Program mejoren las actuales ineficaces fuentes de acceso a microcrédito basadas en la intermediación de entidades financieras.

La ejecución es tan importante como la estrategia. Hasta el momento, los esfuerzos públicos de fomento a los emprendedores se caracterizan por su fragmentación y descoordinación. Esta situación se debe a que el emprendimiento es un elemento puramente retórico en el discurso político que se sustenta en políticas coyunturales y en servicios públicos puntuales carentes, en la mayoría de las ocasiones, de un impacto relevante en la economía española. Es necesario definir una estrategia global que desarrolle políticas y programas de fomento del emprendimiento integrales de largo plazo. La estrategia política de fomento del emprendimiento no será eficaz sin un adecuado mecanismo de control. En este sentido, la medición de retorno a las políticas públicas como por ejemplo el ROI (Return on Investment) aplicado con éxito en el caso de Madrid Emprende se antoja esencial en la transición a la economía del emprendimiento. La medición del ROI permitirá discernir qué políticas y qué receptores de dichas políticas son los que generan un mayor retorno, ya que como señala Scott Shane, uno de los mayores expertos mundiales en emprendimiento, las políticas horizontales de fomento del emprendimiento, actualmente preponderantes en España, son mucho menos eficaces que las políticas verticales y discriminantes.

Si no se aprovecha el hecho de que, gracias a la actual crisis económica, el emprendimiento ha recibido la atención de ciudadanos y políticos, una vez superada la crisis, todos volverán a pensar en términos de economía del management y será mucho más complicado que España realice la tan necesaria transición a la economía del emprendimiento. La triple hélice española (administración, empresa y universidad) debe asumir el reto de impulsar esta transición y acelerar el cambio de ciclo económico. Se buscan políticos, consejeros delegados y rectores emprendedores para ello.