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jueves, 26 de agosto de 2021

Un gemelo para la ola de calor

(este artículo se publicó originalmente en el diario 20 Minutos el día 23 de agosto de 2021)

 

Una megatendencia, para los economistas, es una fuerza emergente que tendrá un impacto significativo en la toma de decisiones de los consumidores, las empresas y los gobiernos. Suelen ser sugeridas por consultoras y centros de investigación de gran prestigio, generalmente se cumplen y tienen que ver con la tecnología. Algunas de esas megatendencias en el pasado fueron el comercio electrónico o la irrupción de las plataformas de televisión.

 

Estos meses ha surgido con fuerza una nueva predicción que es la creación de gemelos digitales a través de la supercomputación. Se trataría de la generación de una réplica virtual de un producto, servicio o proceso que simula el comportamiento del original, con el objetivo de analizar su reacción ante determinadas situaciones y con ello mejorar su rendimiento. Para conseguirlo es imprescindible una increíble capacidad de computación puesto que es necesario procesar muchísimos datos que hagan que ese gemelo sea una copia perfecta.

 

Me cuentan mis amigos de Hewlett Packard Enterprise, que en medicina, por ejemplo, se están construyendo gemelos digitales de órganos como el corazón para observar y así podrían responder a diversas intervenciones, minimizando el riesgo de los primeros ensayos en humanos y acelerando la disponibilidad de los tratamientos para los pacientes. Pero en un futuro muy cercano uno de los principales retos será la interpretación del ADN, con un gemelo digital, lo que dará lugar a una medicina personalizada y a la cura de la mayoría de las enfermedades. Según Pierluigi Nicotera, director científico de DZNE -Deutsches Zentrum für Neurodegenerative Erkrankungen- un organismo público de investigación alemán dedicado a combatir enfermedades neurodegenerativas, la supercomputación “aumenta la probabilidad de que encontremos una terapia para el Alzheimer en un corto período de tiempo”.

 

Pero hay otros campos como la astrofísica, en la facultad de matemáticas de Cambridge existe una plataforma de computación que permite avanzar a los científicos de manera mucho más rápida en sus investigaciones cosmológicas. Sirva como ejemplo la búsqueda que lleva a cabo este grupo de pistas ocultas en conjuntos de datos masivos, que abarcan 14.000 millones de años de información, y que podrían revelar los secretos de los orígenes del universo y de los agujeros negros.

 

La NASA en el ámbito aeroespacial  dispone del superordenador Spaceborne Computer en una estación interespacial para ayudar a la tripulación a interpretar los datos que ofrecen los distintos instrumentales y realizar pruebas piloto relacionados con la salud y la condición médica de los propios tripulantes con capacidad de procesar gráficamente secuencias de ADN.

 

Pero también empresas de energía están diseñando un océano virtual, que simula el comportamiento de las olas durante miles de años para así poder generar energía mareomotriz con garantías. Y hasta en la Fórmula 1 los fabricantes de coches de carreras están creando gemelos digitales de sus vehículos y los prueban en túneles de viento virtuales. Estas simulaciones ayudan a los fabricantes a diseñar más formas aerodinámicas justo antes de cada carrera.

 

A su vez varias organizaciones meteorológicas están creando gemelos digitales de los sistemas de tormentas. Cuando los observadores meteorológicos observan una determinada formación de nubes en los radares, introducen los datos en un superordenador, y así pueden anticipar la posible llegada de un tornado. Además, pueden construir el gemelo digital del tornado y estudiar su comportamiento -incluido el lugar donde podría tocar tierra- antes de que el tornado real tome forma. El objetivo es simular más rápidamente que en tiempo real, lo que supone un enorme avance en la predicción meteorológica y la seguridad pública. Pero también los científicos del clima están utilizando gemelos digitales de la Tierra para predecir las temperaturas futuras y comprender los efectos del calentamiento global.

 

Por eso ahora que en España hemos sufrido una ola de calor en nuestra ciudades, me atrevo a sugerir aplicar esta tecnología para conseguir espacios mucho más amigables para las personas. Un gemelo digital de una ciudad sería una ciudad virtual en la que ensayar el sueño de Aristóteles de una buena vida en las urbes. El profesor Benigno Lacort, quizás uno de los mayores especialistas en España en tecnologías para la dependencia,  prefiere usar más que el término de ciudades inteligentes el de útiles. Lugares con sombra, más jardines, menos coches, más vegetación, estanques y fuentes o espacios públicos refrigerados. Pero también diseños arquitectónicos y urbanistas además de nuevas políticas públicas para hacer atractivas las ciudades seguro que surgirían en esa ciudad gemela digital que nos hubiera permitido soportar mejor la ola de calor.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

lunes, 22 de marzo de 2021

Hasta aquí hemos llegado

(Este artículo se publicó originalmente el día 22 de marzo de 2021 en el diario 20 Minutos)


La noticia saltó a la opinión pública esta semana. Un grupo de jóvenes analistas del banco americano Goldman Sachs había demandado a su empleador por largas jornadas laborales de hasta 95 horas semanales.  Todos los días, incluidos viernes y domingos salían de la oficina más allá de la media noche. Históricamente los jóvenes más brillantes tras estudiar en las mejores universidades comienzan su carrera profesional en este tipo de entidades: grandes consultoras o banca privada. Era y sigue siendo el primer escalón hacia el éxito, pero a cambio -como si vendieran su alma al diablo- tienen que soportar dos o tres años de jornadas interminables, presión salvaje por los resultados y niveles de desempeño más que exigentes. Bajo la supervisión de profesionales del sector “dopados” por estratosféricas nóminas que se multiplican en función de los éxitos anuales, aprenden que la mera presencialidad y la total disponibilidad es tan importante como su capacitación. Tres generaciones llevan soportando esta presión sin aparentes quejas, de hecho, pasan los años y los directivos que en su día fueron analistas de primer año explotados, acaban por reproducir esos mismos hábitos.

De vez en cuando aparece un renglón torcido, nos escandalizamos, pero pronto se olvida y todo vuelve a ser igual. En 2013, en Londres, un becario de Bank of America con 21 años perdió la vida tras trabajar 72 horas sin descanso. Clientes exigentes, directivos implacables, jóvenes hipermotivados e incentivo económico desorbitados han persistido hasta nuestros días. Este modelo de negocio enfermizo no se ha debilitado por la covid19 sino al contrario, ya que las peores perspectivas para el empleo juvenil han cebado la competencia entre los recién egresados por llegar a estas posiciones.

Pero detrás de esos jóvenes de Nueva York que han documentado las enfermizas prácticas laborales de la banca de inversión, no solo está su valentía sino una irreverencia que caracteriza a la generación nacida a partir de 1994. La conocida como generación z (porque son el grupo etario posterior a los millennials o generación y), son la primera generación en la historia que se ha educado y socializado con internet en sus casas. Algo más de ocho millones de jóvenes en España y 2.000 millones de personas en el mundo que han forjado su personalidad con acceso libre de modo inmediato a un conocimiento casi infinito.  Precisamente por eso los z son irreverentes por naturaleza y se lo cuestionan todo. El mayor reto que tienen las empresas y las universidades es saber escucharlos. Un directivo no los escuchó y hoy gracias a twitter pero también a Financial Times, este banco de inversión tiene un problema. “Hasta aquí hemos llegado” han gritado esos brillantes jóvenes desde sus oficinas en Manhattan.

Pero esto no ha hecho más que empezar y como ha recordado el filósofo coreano Byung-Chul Han en el teletrabajo y “zoom” está una de las más potentes explotaciones contemporáneas. Esa es la siguiente batalla de los z. Al tiempo.

 

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

lunes, 29 de junio de 2020

El nuevo FOMO

(este artículo se publicó originalmente el día 29 de junio de 2020 en el periódico 20 Minutos)

Los psicólogos dicen que siempre ha existido, pero con la irrupción de las redes sociales se ha convertido en una de las aprensiones más comunes de nuestro tiempo. El FOMO. Si te inquieta pensar que puedes estar perdiéndote algo que tus amigos están disfrutando y tú no, puedes tener el llamado síndrome FOMO. El nombre proviene del acrónimo inglés, fear of missing out, o lo que es lo mismo, un temor infundado a perderse algo.
Cuando el ocio no estaba vinculada a internet -hace apenas 20 años- el FOMO lo sentían los jóvenes castigados sin salir un fin de semana o los adultos convalecientes tras una enfermedad. Ese tiempo sin compartir experiencias con tus amigos, colegas o familia nunca se recuperaba y los que por un tiempo eran “aislados sociales” sufrían pensando que se habían perdido para siempre lo no vivido. Pero era excepcional, hoy gracias a internet empieza a ser demasiado normal sufrir esa ansiedad por los “momentos digitales” perdidos. El video en tik tok que todos tus amigos comentan, el meme que arrasa en whastapp, la historia de instagram que ha emocionado a tu familia o el hilo de twitter que hasta sale en las noticias. Si te has perdido esas experiencias no tienes de qué hablar, o por lo menos eso piensan muchos de los candidatos al FOMO. Este nuevo síndrome aparece también cuando no funciona el WIFI o has perdido la cobertura en un viaje. Pero se convierte en patología cuando te angustia estar haciendo otra cosa que no sea seguir tus redes sociales, de modo y manera que esa ansiedad te impide trabajar, hacer deporte o incluso descansar. Ese tiempo sin chequear tus dispositivos móviles te impide estar al día de todo lo que pasa virtualmente y comienza un círculo vicioso de adicción y falta de descanso que lleva a situaciones límite. Algunos estudios dicen que dos tercios de los usuarios de las redes lo padecen de alguna manera, otros hablan de sus consecuencias como la falta de concentración ya que dedicamos como máximo nueve segundos de atención a lo que vemos en internet.
No creas que por no ser adolescente esto no te afecta. O que si eres un profesional sensato estás libre. Ni mucho menos. Acaso no tenemos síntomas de FOMO quienes no podemos empezar el día sin leer varios periódicos, ojear varias webs de información o comprobar tu resumen de prensa favorito. Miedo a perderte algo es lo que sentimos también muchos economistas estos días. El informe del FMI que eleva la caída del PIB español, la comparecencia del gobernador del Banco de España con nuevos datos sobre la crisis, las nuevas previsiones de la OCDE confirmando el desplome de nuestro país por no hablar de los editoriales de Financial Times o The Economist. En realidad, creo que mi miedo no es por perderme su lectura, sino por leer lo que pueden decir sobre el negro futuro de nuestro país. Ese es mi nuevo FOMO.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

martes, 19 de marzo de 2019

El edadismo, esa desconocida discriminación

(este artículo se publicó originalmente el 18 de marzo en el diario 20minutos en la sección de opinión)


Aunque será difícil que en tu cabeza este mes de marzo entre otro “ismo” que no sea el del feminismo, quiero hablarte de otra forma de discriminación que te afecta ahora o sino con seguridad en el futuro. El edadismo es el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que sufren las persones mayores simplemente por tener esa edad. Los datos que demuestran que este fenómeno es imparable se amontonan: el desempleo de los mayores de 45 años no ha dejado de crecer en la última década al mismo tiempo que las empresas tiran directamente a la papelera la mitad de los currículos de los mayores de 50 años. Para las empresas, pero también para la publicidad y para lo público eres ya un anciano desde que estás rondando los 50 años. La ciencia hace años que ha desterrado el edadismo y habla, en cambio, de la edad biológica frente a la cronológica, es decir exclusivamente entraremos en una fase vital de descanso, de jubilación, quince años antes de la esperanza de vida; de modo y manera que si en España estamos en el entorno de los 85 de esperanza de vida, solo seremos viejos a partir de los 70 años.
Pero nadie presta atención a lo anterior y  el edadismo avanza inexorablemente  porque como en el viejo poema alemán “primero vinieron a por los judíos y yo no dije nada porque yo no lo era”. Pero que no te sientas o seas viejo no te salva del edadismo, ya que es cuestión de tiempo. Quiero que recuerdes cuando te diste cuenta que tu cantante favorito era más joven que tu o cuando comprobaste que el mejor futbolista de tu equipo podría ser tu hijo; en ese momento comprendes que el tiempo ha pasado y ya no eres el niño que suspiraba por esa estrella. A partir de ese momento todo pasa muy rápido y te encontrarás de repente siendo fiscalizado por un entrevistador que tiene señalada con fluorescente tu edad en el CV. Nadie quiere mayores en su empresa porque el edadismo ha implantado la gran falsedad de que solamente puede promover lo digital un millennial, obviando que la computación no es algo reciente sino que los primeros graduados en informática, ya se han jubilado. Pero además el edadismo ha borrado de un plumazo las virtudes que aporta la edad en un profesional como es la templanza, la resiliencia o la experiencia acumulada.
Ahora que viene una época en la que otros “ismos” tomarán el relevo al feminismo como el fascismo, el centrismo el comunismo, el socialismo o el liberalismo, mi humilde consejo es que estés atento a si los representantes de esos “ismos” dedican tiempo y propuestas a luchar contra una discriminación tan irracional como la fecha de nacimiento de tu DNI.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR


miércoles, 20 de diciembre de 2017

La fórmula secreta para la digitalización

(este artículo se publicó originalmente en el diario El Economista el día 13 de diciembre de 2017)



La letra z es la última del alfabeto español. También los últimos que han llegado a trabajar a las empresas son los jóvenes nacidos a partir de 1994, conocidos como la generación z. El origen de la z viene de unas antiquísimas inscripciones en la península del Sinaí que representaban gráficamente esa letra con un puñal. Los que trabajamos con esa cohorte de edad en ocasiones sentimos ese puñal cuando se empeñan, con su irreverencia, en poner en cuestión todo lo que hacemos. El fin del principio de autoridad era algo que se venía produciendo en los últimos tiempos pero los jóvenes nativos digitales han perdido todo el respeto a sus jefes, padres y profesores porque no les necesitan ya para obtener las respuestas a sus preguntas.

Al parecer en Egipto ya había jeroglíficos que representaban la letra z, pero también los fenicios, etruscos y hasta los hebreos usaban unas figuras para representar la z y en todas ellas significaba «arma blanca». Conviene recordar que las armas blancas frente a las de fuego se llamaban así porque eran usadas por los caballeros que iban de punta en blanco, impecables. Es decir que a pesar de que esas armas infringían daño lo hacían de un modo honesto, conforme a unas normas. Los chicas y chicas de la generación z también  hacen daño a muchas industrias innovando con su startups, saltándose anticuadas barreras de entrada. Los emprendedores de fintech, insurtech o proptech ponen en apuros a la banca, los seguros y las inmobiliarias pero honestamente, porque están consiguiendo modernizar mercados obsoletos y además dar mejores y más baratos servicios a los consumidores.

Hubo que esperar a la civilización griega para que la letra z tomará su forma actual que heredaron los latinos y de ahí a nuestro idioma. El paso de los siglos nos ha hecho olvidar que detrás de muchas letras de nuestro abecedario hay un jeroglífico. La irrupción de esta generación z está generando mucha incertidumbre entre padres, maestros y en empresas porque no saben como acertar con esos jóvenes tan cambiantes. Esto nos recuerda qué dificil es descifrar lo desconocido. De hecho los jeroglíficos egipcios no fueron descifrados hasta después de dos mil años por el francés Jean François Champollion, llamado por ello el"Padre de la Egiptología". Nosotros no podemos tardar tanto es descifrar qué hay detrás de la conducta de los jóvenes que están poniendo en peligro la comodidad de las empresas incumbentes y nuestra paciencia en las aulas y oficinas.

La mitología atribuyó a un templo en Delfos la capacidad de conocer el futuro mediante unas sacerdotisas que hablaban por boca de Apolo. Eran las llamadas pitonisas. Durante varios siglos miles de personas, reyes o plebeyos, acudían una vez al mes al oráculo para saber que les depararía la vida. Muchas empresas hoy le consultarían si con la trasformación digital sobrevivirán. No pocos trabajadores alertados por los negros designios sobre la era de la inteligencia artificial le encuestarían si su empleo sobrevivirá. Y padres, profesores y empleadores harían cola para saber si la generación z tienen remedio o hay que dejarles ser así. Al mundo de la empresa ha llegado la estela del famoso oráculo con el muy usado en sociología método delphi, técnica  que te permite hacer predicciones mediante un proceso iterativo de encuestas a expertos. Nosotros después de estudiar a esta generación usando este método nos atrevemos a dar las claves para entender a los nuevos millennials. Será en un libro que presentamos este mes de diciembre en Madrid con la ayuda de dos empresas, Mapfre y El Corte Inglés, y las reflexiones de sus consejeros delegados. Por la novena letra de nuestro alfabeto empiezan tres de sus rasgos que hemos ido diseccionando en este mismo artículo. Irreverencia, innovación, e incertidumbre. Pero sin dos palabras más que también tienen la i como primera letra nada de lo anterior tendría sentido.

Los chicas y chicas que traerán la digitalización son la primera generación en la historia que se ha educado con internet en sus casas. Algo más de ocho millones en España pero el 25% de la población mundial, es decir son dos mil millones de almas que se han socializado y forjado su personalidad con acceso libre a la red de redes. Internet ha hecho que la unidad de medida del tiempo se haya acelerado de tal manera que lo que las generaciones anteriores aspirábamos a tener en un mes ellos lo tienen en un minuto. Música, amigos, compras, lecturas, viajes se consiguen ahora casi de forma inmediata. Por ello los jóvenes nos reclaman esa inmediatez cuando trabajan que nos parece inaudita pero para ellos y para cada vez más gente es lo natural.

Así que por favor apunten la fórmula secreta para adaptarse a nueva era de la mano de estos jóvenes: internet, innovación, irreverencia, inmediatez e incertidumbre.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

Nuria Vilanova es empresaria y presidenta de Atrevia

lunes, 24 de julio de 2017

Los nuevos consumidores exigen la transformación digital


(este artículo fue publicado originalmente en el mes de julio de 2017 dentro del número114 de la Revista de Estudios de Juventud)

Auténticos nativos digitales –usan las nuevas tecnologías desde que tienen uso de razón– y por ende, autodidactas, creativos, colaborativos y expuestos a la información. Así son los y las jóvenes de la generación Z. Rasgos que los convierten en un nuevo modelo de consumidor, con diferentes hábitos, aptitudes y actitudes a la hora de afrontar su relación con las marcas. Y rasgos que están obligando a las empresas a adaptarse a una nueva realidad donde la digitalización cobra su máxima expresión. La transformación digital de su comunicación es más que necesaria, es urgente.

Y hacerla exige un ejercicio de análisis, comprensión y acción. La transformación digital no es estar a la última en tecnología, o por lo menos no es únicamente eso. La transformación digital significa entender a un consumidor absolutamente digitalizado y utilizar la tecnología para conectar con él. Una generación que sólo entiende el aquí y el ahora.

¿Pero qué es lo verdaderamente importante de estos nativos digitales? ¿Qué es lo que tienen o deberían tener en cuenta las marcas en su relación con ellos? ¿Está cambiando sólo la forma de consumir? ¿O también los bienes y servicios que se consumen? ¿Ven o esperan de las marcas lo mismo que sus antecesores, los millennials, o incluso generaciones anteriores como los baby boomers o la generación X?

Hagamos un pequeño análisis de la generación Z. Son jóvenes nacidos entre aproximadamente 1994 y 2009, años en los que la World Wide Web ya estaba totalmente desarrollada y presente en la mayoría de hogares. Y por ello, la gran diferencia con las generaciones anteriores viene marcada por el contexto tecnológico tan diferente en el que han crecido. Mientras que la Generación X ha nacido con el walkman, el PC de sobremesa o la Game Boy, los millennials lo han hecho con la tecnología 2G, el portátil y el uso del SMS, y la generación Z con la tableta, los smartphones y un entorno donde se usaba de forma masiva WhatsApp para comunicarse.

Los y las jóvenes de la generación Z están habituados a un consumo online en el sentido más amplio de la palabra: compran cada vez más a través de los canales digitales, pero consumen también a través de estos mismos medios todo tipo de informaciones, de opiniones, de consejos, que les ayudan a crear sus propias opiniones y, por supuesto, a tomar decisiones de compra, decisiones que les pueden inducir a adquirir un determinado producto o servicio, pero también les pueden hacer desistir de hacerlo. Nunca antes un canal tuvo tanta fuerza a la hora de convertirse en prescriptor para bien o para mal. Nunca un canal tuvo tanta fuerza a la hora de viralizar una motivación de compra. Y nunca un canal tuvo tanta fuerza a la hora de penalizar la adquisición de un producto o servicio.

¿Y cómo están actuando las marcas ante esta realidad? En definitiva, ¿cómo están llevando su transformación digital? Es evidente que las marcas ya han empezado a trabajar en esta dirección, aunque todavía queda mucho camino por recorrer. Es cierto que empezaron ya a adoptar sus servicios de tiendas online con la eclosión de los millennials y los están perfeccionando a marchas forzadas para fidelizar a los más emergentes Z. Pero también es cierto, como veremos más adelante, que la transformación digital que permita generar una relación auténtica y un engagement con estos y estas jóvenes va mucho más allá de un canal de venta y de una tecnología vanguardista. Y lo que parece claro es que ninguna marca va a querer quedarse atrás en esta carrera.

Venta online

Comencemos con las tiendas online. Es cierto que han sabido enganchar a la juventud perteneciente a la generación Z ofreciendo las mejores ofertas, personalizando al máximo el proceso de compra y proporcionando un servicio eficiente en un corto plazo. Estados Unidos, por ejemplo, cuenta con un largo recorrido en la compraventa de productos a través de Internet, y España también se ha ido sumando a esta tendencia del e-commerce en los últimos años. Sin embargo, resulta curiosos ver cómo las razones principales que incitan a los clientes estadounidenses a utilizar el medio online distan de las reconocidas por los españoles. Los primeros buscan la comodidad debido a la posibilidad de comprar desde cualquier sitio, sin importar la distancia o el día y la hora; por su parte, los segundos destacan los jugosos descuentos que ofrecen las páginas webs, que no resultan fáciles de encontrar en las tiendas físicas tradicionales.

Conviene destacar que, al margen de las razones, la realidad demuestra que son jóvenes que cada vez compran más a través de Internet y que, por tanto, están cambiando por completo las tendencias del mercado, algo que está a su vez obligando a las marcas a ajustarse a las peticiones de los clientes para ser capaces de ofrecer respuestas casi inmediatas.ç

Las empresas, las marcas, los profesionales del marketing y la comunicación deben tener muy en cuenta esta nueva realidad, esta nueva forma de consumir por parte de los y las más jóvenes. Además, la explosión de los dispositivos electrónicos, sobre todo los smartphones, permite que las compraventas online sean aún más rápidas, sencillas y provechosas, lo que debería poner en alerta a los comercios y proveedores de servicios tradicionales.

Nos movemos con datos como que el 90% de los usuarios de smartphone utiliza su dispositivo en algún momento del proceso de compra y el 60% efectúa pagos a través de su móvil. El uso de los smartphones es clave para el comercio electrónico ya que la mayoría de los usuarios lo utiliza habitualmente para leer opiniones (72%), consultar precios (78%) y contrastar las características de un producto o servicio específico (81%), tal y como apunta el VII Estudio Anual sobre Mobile Marketing, realizado por el IAB Spain junto con Elogia. En cuanto a la compra a través de smartphones, este estudio señala que los internautas acuden a su dispositivo móvil por la facilidad de uso (41%), por haber hecho una búsqueda en Google (23%) o por haberlo visto en una app (19%) o en una tienda (14%). Estos datos, aunque aplicables a todos los usuarios de teléfonos inteligentes, son más fácilmente extrapolables a la generación Z (incluso los porcentajes de uso probablemente subirían bastante) puesto que todos disponen de Smartphone desde edades muy tempranas y están mucho más habituados a realizar todo tipo de operaciones a través de estos dispositivos.

El consumo online está, por tanto, muy arraigado entre los jóvenes Z en todos aquellos productos donde no existen dudas en la calidad de los mismos y que tienen mayor facilidad a la hora de comparar especificaciones y precios: viajes y ocio (38%), moda (34%) y electrónica (33%) son los reyes en esta área. Y aunque las diferencias entre sexos cada vez se estrechan más, aún sigue habiendo mayor propensión de las chicas a adquirir viajes, contenidos audiovisuales y editoriales o cosmética, en tanto los chicos se inclinan por la electrónica de consumo, los artículos deportivos y los espectáculos.

Las marcas están invirtiendo en experiencias de compra de los consumidores que buscan una vivencia única y diferenciada que recuerden más allá del hecho de comprar un producto específico. Algunos de los conceptos que comienzan a triunfar en los e-commerce son la transparencia en los procesos, la personalidad en los productos y la autenticidad; unos términos que a los jóvenes Z les gustan y con los que se sienten identificados. Igualmente, esta autenticidad, transparencia y personalidad dejará su impronta en la propia oferta física. Iremos viendo cómo, en paralelo al crecimiento de la compra digital, irán eclosionando los flagship stores, es decir, espacios de marca que suelen abrirse en puntos emblemáticos de la ciudad y que buscan convertirse más que en un canal de venta, en tiendas experienciales para el consumidor, consumidor que, a posteriori, en multitud de ocasiones acabará realizando la compra a través de los canales digitales.

Los jóvenes Z impulsarán con toda probabilidad otra tendencia, la del marketing de datos, que lleva entre nosotros largo tiempo pero que está llamada a evolucionar aún más. Existe, por ejemplo, cada vez un mayor número de compañías especializadas en los datos de localización móvil, cuyo negocio se basa en recolectar, agregar y distribuir esta información a cientos de actores de la industria publicitaria. Es de prever que, gracias al análisis de los datos de los dispositivos móviles, las empresas del ramo perfeccionarán el modo de seguir los pasos de los usuarios en sus rutinas diarias, lo que les ayudará a conectar de un modo más eficiente con sus públicos objetivos.

Generación social digitalizada

Los miembros de la generación Z han incorporado Internet en las fases más tempranas de su aprendizaje y socialización y son incapaces de imaginar un mundo sin tecnología. El estudio El último salto generacional realizado entre Deusto Business School y Atrevia, señala a esta generación como nativa digital desde el punto de vista de que prácticamente han abandonado otros soportes para la transmisión de información y de relación social lo que les está llevando a ser los primeros en convivir de forma cotidiana con el Internet de las cosas y, por lo tanto, en un mundo mixto entre inteligencia humana y artificial”. Utilizan herramientas digitales en toda relación social, laboral o cultural y han construido su seña de identidad con el uso masivo de redes sociales. Es tan importante este aspecto a la hora de entender la forma de consumir de estos y estas jóvenes que merece un momento de reflexión.

Emilie Durkheim ya señalaba en sus escritos de principios del siglo XX, que el hombre es un ser de naturaleza social, y los y las jóvenes de la Generación Z no son de otra manera. Son sociales, a su modo, con y a través de las redes sociales. Por ello, para entender su ecosistema social, debemos prestar especial atención a estas plataformas digitales ya que es el lugar donde están más acostumbrados a interactuar y establecer relaciones personales en función de sus afinidades, sin importar la edad o la proximidad física.

La presencia casi constante de los jóvenes Z en las redes sociales –más notoria todavía que en el caso de sus predecesores millennials– hace aún más perentoria la necesidad de las marcas de estar en ellas. Según el informe enREDados: Cómo hacer rentables las redes sociales, realizado por PWC, el 84% de los usuarios de Internet está presente en estas redes y el 50% se conecta al menos una vez al día. Por tanto, parece claro que la decisión de estar en las redes ya no depende de la marca. En estos espacios virtuales se habla y se opina de la enseña independientemente de los deseos e intenciones de la misma. La marca ya no posee el control sobre su imagen ni sobre lo que dicen de ella.

Las conclusiones del trabajo elaborado por PWC son claras: el posicionamiento de la marca está siendo sorteado. El 32% de los usuarios españoles (un dato similar al europeo) decide sus compras en función de lo que se dice en la red. Y dentro de ese porcentaje, el 78% se basa en las opiniones de amigos y desconocidos; es decir, “los no expertos”. Identificar e influir a los que influyen será fundamental para garantizar el posicionamiento deseado.

En estos espacios hay que aprender a hablar, conversar y escuchar al consumidor y de esta forma adaptar el mensaje en función de las diferentes redes sociales, pues el usuario tiene un perfil distinto en cada una de ellas. Es evidente que las redes sociales son un inmenso focus group, un lugar donde escuchar al usuario y poder recabar información para usarla en beneficio de la relación entre la marca y el propio consumidor.

El hecho de vivir constantemente conectados supone un reto para los jóvenes de la generación Z, que deberán saber equilibrar su vida real y cibernética, así como lidiar con el riesgo de adicción tecnológica y otros peligros relacionados con la privacidad, el acoso y el cibercrimen. Un estudio realizado por J. Walter Thompson Intelligence sobre la generación Z (2015), indica que el 82% reconoce tener cuidado sobre lo que publica en las redes sociales y el 71% de los jóvenes Z utiliza Facebook más que otra red social, aunque en el último año ha habido un vertiginoso desarrollo de nuevas redes como Snapchat. Algo que les atrae de esta última app es la rapidez de información y su interfaz de filtros personalizados ya que les gusta actuar de manera incógnita y privada, fruto de su conciencia sobre los riesgos e inconvenientes que implica compartir toda su información en Internet.

Todo este continuo movimiento por distintas redes sociales, plataformas y aplicaciones digitales en general les hace convertirse en expertos del mundo online. Manejan con facilidad varias pantallas –portátil, smartphone,  reproductor de música, ordenador de mesa, televisión– simultáneamente, optan por vídeos cortos y mensajes rápidos y están totalmente preparados para comprender y utilizar las innovaciones que aparezcan a corto o medio plazo. De hecho, serían capaces de enseñar a sus compañeros o parientes de mayor edad sobre el uso de la tecnología.

Como punto negativo, algunos expertos apuntan que las nuevas promociones de estudiantes tienen más dificultades para hablar en público y redactar textos complejos, así como para mantenerse concentrados de manera prolongada, debido a la generalización de los mensajes cortos y el uso de los dispositivos digitales como medio de relación social por excelencia.
Este informe también señala que los periodos de atención de los Z son más cortos, ocho segundos es el tiempo medio que los jóvenes prestan atención plena a algo en concreto. Sus cerebros han evolucionado para procesar información a velocidades más rápidas y son cognitivamente más ágiles para manejar desafíos mentales. Un hecho que las marcas no pueden dejar pasar por alto. 8 segundos de atención va a obligarles a relacionarse con ellos de una manera totalmente diferente a cómo lo han hecho hasta ahora con otras generaciones.
Pero más allá de esta socialización cibernética y uso de la tecnología, ¿por qué es una generación tan importante? En primer lugar, porque representan cerca del 25% de la población mundial. Y en segundo lugar, porque protagonizan el mayor cambio generacional vivido hasta la fecha. El estudio de una determinada generación nos permite observar cómo los hábitos y comportamientos de las personas van transformándose y cómo las marcas se ven obligadas a ajustarse para alcanzar sus objetivos de negocio, pero probablemente nunca habíamos vivido una transformación tan grande en tan poco tiempo. 

Por descontado, la generación Z, acostumbrada a que todo esté y pase por la Red, es un colectivo que entiende que todo se puede o se debe poder consumir a través de esa Red. Ello nos muestra a unos jóvenes marcados por unos clarísimos rasgos de diferenciación, lo que llamamos las 5 íes y las 5 ces: Influencia y Conexión; Inmediatez y Cortoplacismo; Innovación y Creatividad; Irreverencia y Contraste; Inquietud y Cambio, y una C con mayúsculas, la de Compartir.

Influencia y Conexión

Resulta necesario señalar que estamos ante la generación con más acceso a la información de la historia, pero no necesariamente la mejor informada. El estudio El último salto generacional señala como los y las jóvenes de la generación Z tienen a su alcance todo el saber, y cómo el hecho de que puedan compartirlo convierte a las múltiples redes en una poderosa herramienta educativa que van a poder aprovechar como nunca antes. Darán acceso a nuevos modos de aprendizaje, más centrados en lo vocacional y en las experiencias, y su responsabilidad principal será tener el juicio crítico de saber cribar la información para no ser contribuyentes al enmarañamiento del conocimiento en Internet.

Y lo que es incluso más importante. Esta generación está dando lugar a un halo de influencia a tener en cuenta. Hay una realidad. Los integrantes de la generación Z comienzan a colocarse en lo alto de la pirámide de la influencia y, en muy pocos años, dejarán atrás a las generaciones anteriores para hacerse con la cúspide. J Walter Thompson Intelligence apunta en su estudio Gen Z: Digital in their DNA (2012) que el 93% de los padres de los jóvenes Z dicen que sus hijos tienen influencia sobre las decisiones de gasto de los hogares; el 65% asegura que sus hijos determinan la elección del lugar de vacaciones, y el 32% dice que la opinión de sus hijos importa a la hora de comprar muebles de la casa.

No tiene razón de ser que las empresas busquen anclarse en el pasado y que se dirijan a los Z como lo han hecho a generaciones anteriores, ya que estos jóvenes comienzan a tomar decisiones de compra independientes y se decantarán por aquellas marcas que cumplan con todas sus expectativas. Por añadidura, la mayoría de consumidores optan por una determinada marca en función del apego que sienten por la misma, por lo que el factor emocional es y será cada vez más clave para crear ese vínculo marca-cliente desde las edades más tempranas.
En este sentido, un elemento fundamental para poder ganarse la confianza de este tipo de consumidores es la empatía, entendida como ser auténtico, escuchar y entender al consumidor. Brené Brown explica en su charla TED El poder de la vulnerabilidad que la habilidad de sentirnos conectados con alguien es nuestra programación neurológica. Apunta que la empatía es una elección vulnerable porque para conectar con una persona, antes hay que conectar con algo en uno mismo que conoce ese sentimiento. Aquellas marcas que consiguen entender cuál es la situación del consumidor y aplican en sus estrategias de negocio un nivel de compromiso emocional mayor, serán las que conecten con los consumidores y se ganen su confianza.

En definitiva, la empatía con el consumidor es fundamental. Pero no confundir  la empatía con la perfección, que puede generar lo contrario, desconexión. La conexión con sus clientes pasa por la autenticidad, más que por la excelencia, y la autenticidad rara vez es perfecta. Presentarte de manera natural, entendiendo a la generación Z será clave para convertirse en una marca de preferencia. La empatía y la imperfección ganan adeptos entre los miembros de la generación Z.

Inmediatez y cortoplacismo

Los jóvenes Z están acostumbrados a acceder a cualquier tipo de información con solo un clic, sin limitaciones de tiempo y espacio. El medio y largo plazo no existe para ellos, viven en el aquí y el ahora. Quieren cubrir todas sus necesidades en el mismo momento en el que las precisan, algo que supone un reto para las marcas, que tendrán que acostumbrarse a dar respuestas inmediatas. Para ellos, el marketing es aquel que se adapta a sus necesidades según las circunstancias de cada momento y es capaz de cubrirlas de manera individual.
Los jóvenes, acostumbrados a la inmediatez y la eficiencia que proporciona la tecnología, incrementan la presión de las empresas por revisar sus procedimientos internos e invertir en su mejora. Las compañías y la sociedad en general deberán adaptar sus recursos y sistemas a sus nuevas necesidades.

Este hecho está obligando a las marcas a trabajar un marketing en tiempo real como nunca hasta ahora se había hecho. Para ello, tendrán que ser capaces de gestionar el gran número de datos al que nos enfrentamos hoy, interpretarlos y establecer estrategias absolutamente ad hoc a las necesidades de cada uno de sus consumidores. Los planes de MK dejan de ser anuales, para convertirse en planes en tiempo real. Ello permitirá a las empresas aprovechar las oportunidades que se presenten en todo momento. Sin duda alguna, las marcas más exitosas serán aquellas capaces de gestionar el poder del ahora, capaces de trabajar sus contenidos al momento, capaces de satisfacer las necesidades cambiantes de sus clientes

El consumidor marca los tiempos.

Innovación y creatividad

El ritmo y forma a través de los cuales se produce la información ha cambiado enormemente respecto a generaciones anteriores. La producción científica mundial se ha multiplicado por dos en la última década, los volúmenes de datos digitales se empiezan a contar en petabytes y la velocidad a la que se transmiten y procesan tiende a la inmediatez gracias al loT y el big data.

En este contexto, la generación Z se prepara para innovar de una forma diferente: cada uno construirá sus propios contenidos provenientes de fuentes académicas o vulgares, tomando elementos de información que pueden modificar o alterar en cualquier momento y que estarán relacionados con uno o varios sectores distintos de la ciencia o la economía. El volumen de información en el que se mueven es tan grande, que se convierten en grandes creadores de contenidos. De su mano estará tener la capacidad de cribar la información, discernir lo importante de lo irrelevante y lograr obtener una idea innovadora.

El estudio El último salto generacional revela que para estos y estas jóvenes ya no es suficiente con pensar fuera de la caja (think out of the box) porque la caja se ha desbordado y el desorden es cada vez más acusado. Frente a este hecho, los y las jóvenes Z se preparar para construir su propia caja, desde su propia experiencia educativa y personal. Las ideas innovadoras surgirán del singular modo en que combinan información procedente de fuentes de lo más diverso.

Otra gran novedad de esta generación es la desjerarquización de la transmisión de la información, lo que significa la posibilidad de crear, modificar y transmitir la información a través de distintos medios digitales.  Así, se creen con el derecho inalienable de compartir contenidos abiertamente sin ser conocedores de que la información tenía filtros en el pasado.

Ya sea en la adquisición de ropa, alimentos o productos alimenticios, los integrantes de esta generación son amantes de las marcas y tienden a adquirir productos más caros que personas mayores a ellos. Tal y como señala un estudio realizado por la consultora PricewaterhouseCoopers (PwC), los jóvenes Z otorgan mucha importancia a las marcas: el 88% entre 16 y 24 años opinan que es “importante” o “muy importante” que un producto de electrónica de consumo sea de marca. A pesar de este deseo de adquirir los productos de última moda y de las enseñas más reconocidas mundialmente, los jóvenes Z mantienen la curiosidad por encontrar nuevos lugares para adquirir sus artículos favoritos; el 87% de los encuestados admite localizar otros puntos de venta atractivos a los productos de marca.

Y por esa capacidad suya innovadora y creativa, saben y les gusta valorar la creatividad de las empresas. Valorarán entre otras cosas la capacidad de las empresas de ser innovadoras tanto en su oferta de productos y servicios, como en su manera de comunicarse con el consumidor. La innovación como fidelizadora del consumidor.

Irreverencia y contraste

Los Jóvenes Z han nacido o crecido en una época marcada por la recesión económica, cifras de paro vertiginosas e incertidumbre por el cambio climático. Esto les ha hecho más realistas, críticos y estar dispuestos a luchar por alcanzar un mundo mejor.

Tienen una concepción realista de aquello que les rodea y las noticias económicas con las que han crecido les hacen ser conservadores a la hora de invertir. Prefieren apostar por la seguridad económica a través de las cuentas de ahorro para costearse, por ejemplo, sus futuros estudios universitarios.

Si a lo mencionado anteriormente le sumamos que con Internet son capaces de contrastar de una manera rápida y sencilla cualquier tipo de información, venga de donde venga la fuente, y que eligen sus propias referencias a través de lo que dan por válido o en lo que creen y confían, da como resultado una generación caracterizada por ser irreverentes, inconformistas y con ganas de trabajar conjuntamente para mejorar la situación actual.

Según el estudio de PWC, en las decisiones de compra de los usuarios de redes sociales, las opiniones de individuos (conocidos y desconocidos) pesan el doble que las de los profesionales (expertos, periodistas, blogueros) y el triple que los mensajes de las marcas. Este es uno de los grandes mensajes que las marcas y profesionales deben tener en cuenta a la hora de diseñar sus estrategias de MK y Comunicación en su relación con el consumidor Z.
Ni que decir tiene que un poder de influencia semejante sobre las decisiones de consumo familiar debe ser explorado por las empresas, marcas, centros de enseñanza y responsables sociales y políticos. No sólo por su impacto actual en la movilización de recursos económicos, sino porque el análisis de los gustos de los jóvenes Z es clave para conectar con ellos en tanto que son los consumidores y usuarios del presente y futuro más cercano.

En este sentido, los estudios revelan que los miembros de la generación Z son más tolerantes a la publicidad online que los millennials, prefieren que los anunciantes lleguen a ellos a través del mundo digital y lo hagan con personas reales con las que puedan sentirse identificados. De ahí no es llamativo que su página web preferida sea Youtube, donde personas anónimas hace unos años se han erigido en grandes influencers sociales, con cientos de miles de visualizaciones en sus canales y que mueven contratos de grandes cantidades de dinero por recomendar productos específicos.

Desde el punto de vista social, son más respetuosos hacia otras opiniones y estilos de vida, la diversidad es consustancial. Los jóvenes Z han nacido en un mundo donde el género es cada vez más anodino y la aproximación multicultural, muy inclusiva y liberal en el sentido social, es algo que les lleva a aproximarse a la realidad de otro modo muy diferente.

Resultan reseñables los datos expuestos en el estudio Meet Generation Z: forget everything you learned about Millennials, elaborado por Sparks & Honey. Apunta que los niños multirraciales protagonizan el aumento más rápido de los grupos sociales en Estados Unidos con un crecimiento mayor del 50% desde el año 2000. Las familias modernas son de todos los colores y tamaños y el estilo de educación que reciben los jóvenes Z en casa ha cambiado respecto a los millennials. Cuentan con más espacio personal, lo que les hace acceder a Internet para buscar respuestas o inspiración sobre un tema concreto, desarrollando un aprendizaje más autodidacta. De hecho, el 52% de los jóvenes acude a una red social o Youtube para realizar una búsqueda relacionada con alguna duda del colegio.

Son irreverentes hasta en la forma de comunicarse. No siguen los criterios establecidos. Les gusta emplear un lenguaje diferente. La manera en la que la generación Z utiliza el lenguaje e interactúa con sus amigos también ha cambiado por completo. Adoran sustituir las palabras por emoticono y emojis. Esta comunicación a través de símbolos se ha convertido en la nueva extensión del lenguaje y permite incluir sentimientos en los mensajes.

Esta realidad está obligando a las marcas a dar un paso más en la comunicación con sus consumidores Z. No es hablar de tú a tú con el cliente. Ese hecho se convierte en un código antiguo. Es hablar como ellos. Conseguir ser una marca de referencia y una marca respetada por la generación Z va a llevar a las empresas a utilizar el mismo lenguaje, el mismo tono y la misma línea que utilizan los y las jóvenes de la generación Z. Las marcas hablando como la generación Z.

Inquietud y cambio

Una de las características de la generación Z es la inquietud que muestran en todos los ámbitos de su vida y su predisposición al cambio. Como refleja el estudio realizado por Deusto Business School y Atrevia saben que buena parte de las profesiones a las que dedicarán su tiempo no existen todavía y que por tanto carece de sentido prepararse para ellas. Igualmente, sienten preocupación por no encontrar un empleo acorde a su personalidad, no tener oportunidad de crecimiento profesional y no alcanzar aquellas metas que se fijen a lo largo de su vida.

La nueva generación da por desaparecido el concepto de educación formal y trabajo fijo y actúan con normalidad ante el hecho de cambiar de empleo, sector y categoría profesional. Serán protagonistas de la llamada gig economy, una gran red de trabajos autónomos que, enlazados en cadena, generan un gran proyecto. Estos jóvenes, que comienzan a incorporarse al mercado laboral, prefieren entornos flexibles que faciliten su creatividad y la conciliación de su vida profesional y personal. A pesar de vivir hiperconectados, son independientes y persiguen la autonomía en el entorno empresarial. Una parte de ellos se acostumbrará a vincularse a proyectos más que a empleadores, lo que incrementará la incertidumbre y el riesgo de caer en la precariedad laboral.

La conexión les brinda más oportunidades de colaborar en proyectos políticos y sociales y se muestran sensibilizados con desigualdades económicas y sociales que tienen a su alrededor. Son jóvenes muy preocupados por el medio ambiente, la desigualdad o la justicia, así como pequeñas grandes inquietudes que se convierten en el día a día de la generación Z. Tienen más conciencia colaborativa y les gustan los proyectos que surgen en la calle y aquellos que velan por los pequeños cambios. Desde el punto de vista del Z consumidor, estamos asistiendo al empoderamiento de las personas con inquietudes y estamos viendo un aumento de las redes colaborativas que velan por los pequeños cambios.

Las marcas se enfrentan en este caso al reto de estar continuamente en continuo movimiento y en constante cambio. Sólo aquellas capaces de cambiar y adaptarse a las necesidades reales de sus consumidores Z, así como empatizar con las pequeñas grandes causas que les mueven serán capaces de generar una conexión real con esta generación. Cambio y adaptación como motores de la relación entre la marca y el consumidor Z.

Compartir

Si algo caracteriza a la generación Z por encima de otros rasgos es su habilidad para compartir. Compartir bienes, servicios, conocimiento, opiniones … El mundo deja de estar basado en la propiedad, y prevalece el compartir. La generación Z tiene hábitos de consumo muy distintos a los de años atrás, son consumidores que ven su mayor beneficio en el propio beneficio y/o satisfacción que pueden sacar de las cosas. Lo importante no es tener, sino disfrutar.

En este sentido, los Z entienden, apoyan y aceptan la economía colaborativa en la que estos jóvenes intervienen activamente, hoy como consumidores. Progresivamente muchos de sus integrantes irán sumándose a esta realidad emergente, y ya no como usuarios, sino también como oferentes de servicios. Hoy en día, las marcas deberán ser capaces de encontrar el equilibrio entre el que compra y comparte y entre el que prefiere compartir a partir de lo adquirido por otros. Lo importante para estos consumidores es adquirir los productos realmente útiles, el resto pueden compartirlo, prestarlo a añadirlo al consumo colaborativo.

Cuando hablamos de compartir información dentro de las redes sociales, los miembros de esta generación optan por compartir de forma selectiva la información con varios subgrupos de diversos núcleos de relación, personales y profesionales. Los integrantes de la generación Z no pierden el tiempo copiando y pegando la URL de una web, sino que buscan el botón compartir en cada uno de los mensajes.

Ante un consumidor que le gusta compartir, las marcas tendrán que llevar a cabo una estrategia de comunicación participativa en la que el consumidor es el auténtico protagonista compartiendo opiniones, sugerencias, ideas. A lo largo del tiempo, hemos pasado de una relación de información de las marcas con sus consumidores, a una relación de escucha, a una relación dialogante, y por último, a esa relación que demandan los Z en la que el consumidor quiere y tiene que ser partícipe de la cadena de valor de a compañía.

Participar en la creación de un producto o servicio, en el posicionamiento de una compañía, en la campaña de comunicación de una marca, tener libertad para opinar y debatir… son únicamente algunas de las herramientas necesarias para colmar las necesidades de un Z al que le gusta compartir. Afortunadamente, algunas empresas pioneras ya han empezado a adaptarse a este nuevo target estratégico y realizan campañas donde el consumidor es parte del proceso de producción. A esto le debemos sumar que todas las acciones llevadas a cabo por las marcas deben tener sentido conjunto, ya que los miembros de este grupo saltan de una plataforma a otra con rapidez e impaciencia. El consumidor Z hace la marca.

Ciertamente, las cosas están cambiando. Ahora todo pasa por el mundo digital. A lo largo del artículo, hemos visto como la conexión de las marcas con la generación Z pasa por una auténtica transformación digital. No se concebiría que las marcas pudieran utilizar un marketing en tiempo real, un código como el de la generación Z, una participación de estos jóvenes en su cadena de valor o una economía colaborativa, sin dicha transformación. A pesar de ello, y a pesar de la auténtica digitalización de esta generación es indispensable seguir trabajando para que las vivencias vayan más allá de las redes. Una experiencia se vuelve completa cuando se vive con los cinco sentidos y somos capaces de ver, oír, oler, tocar y sentir aquello que tenemos enfrente. Si queremos seguir llegando plenamente a todos nuestros consumidores, debemos entender que la tan necesaria transformación digital lleva consigo todo un mundo de conexiones con los Z más allá de la red. On y off se funden en un único universo.

En definitiva, los jóvenes de la generación Z han nacido en un contexto social muy diferente al de generaciones anteriores y no conciben una vida sin pantalla y conexión a Internet. Representan un nuevo modelo de consumidor que está cambiando el presente y futuro inmediato de las compañías y de la sociedad en su conjunto.

Iñaki Ortega es profesor de la Universidad de Deusto y de UNIR 

Isabel Lara es Vicepresidenta de ATREVIA



 Bibliografía:

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Atrevia; Deusto Business School. (2016). Generación Z, el último salto generacional.  Accedido 11 agosto 2016. http://atrevia.com/generacion-z/

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Brené Brown (2010). El poder de la vulnerabilidad. TED. Accedido 30 agosto 2016. https://www.ted.com/talks/brene_brown_on_vulnerability/transcript?language=es