lunes, 27 de febrero de 2012

Reformas, emprendedores e impuestos

La languideciente evolución de la natalidad empresarial en nuestro país desde que comenzara la crisis ha pasado inadvertida en la mayoría de los análisis: eclipsada por la sucesión de malas noticias sobre el paro y los mercados financieros o ignorada por no tener un impacto tan inmediato y dramático como los cierres empresariales.

En diciembre un informe internacional llamaba la atención sobre el fuerte desplome de la actividad emprendedora en España entre 2006 y 2010. Dicho trabajo puso de manifiesto que somos el último país de los llamados desarrollados en cuanto a constitución de nuevas sociedades en ese periodo. Resultaría difícil creer que España pudiese ocupar el extremo más deshonroso en un ranking integrado por 34 estados –entre los que se hallan algunos de los más golpeados por la recesión, como Grecia o Portugal- de no ser porque hace tiempo que nos encontramos en ese lugar en la comparativa por tasa de desempleo. Como farolillo rojo, a España le queda el triste consuelo de que la mayoría de los países que también registran tasas negativas de natalidad empresarial son también economías de su entorno europeo. De hecho, solo en dos estados de la UE-15 ha aumentado el ritmo de creación de empresas, a saber: Francia y Holanda.

Las excepciones francesa y holandesa no son casualidad porque ambos países gozan del marco contributivo más propicio para la puesta en marcha de nuevas iniciativas empresariales, merced a las no muy lejanas reformas emprendidas por sus gobiernos.

Holanda posee desde hace años un sistema de seguridad social en el que la cuantía de las cuotas a pagar por quienes ejercen una actividad empresarial queda modulada por el volumen de facturación. La única barrera de entrada en este sentido es una prima de 90 euros mensuales correspondiente al seguro médico obligatorio, dependiendo el resto de pagos de la marcha de la empresa. Francia, por otra parte, aprobó en 2008 el Estatuto del Emprendedor. Se trata de una ley que, además de establecer para los autónomos un sistema de cotización variable en función de los ingresos, prevé para las pequeñas empresas un régimen fiscal ventajoso en el impuesto de sociedades, el IVA y el IAE.

En virtud de estas reformas fiscales, los Países Bajos han ganado 150.000 autónomos en los últimos cinco años y Francia ha duplicado con creces el número de empresas que se constituyen anualmente, hasta llegar en 2010 a la cifra récord de 590.000 nuevos negocios.

Estos números fortalecen la capacidad, tanto real y como percibida, de ambos países para hacer frente al incierto y convulso panorama económico que amenaza con enquistarse durante varios años más. No en vano, desde los años 80 la ciencia económica viene advirtiendo -y demostrando con datos- del cambio de escala empresarial que, al compás de la globalización y los avances tecnológicos, se está produciendo en los determinantes del crecimiento económico. Fruto de este proceso, economistas y policy-makers cada vez prestan más atención al fenómeno emprendedor como agente de empleo, innovación y desarrollo económico.

Bajo este prisma, los países en los que aumenten los emprendedores tendrán una recuperación más rápida, mientras que aquellos en los que disminuyan estarán abocados a un renqueante crecimiento. España, con 5,3 millones de parados, necesita un repunte vigoroso de su economía, por lo que es preciso que se tomen medidas cuanto antes a favor de los nuevos empresarios.

Los casos de Francia y Holanda nos muestran que las cargas fiscales que soportan las empresas en sus primeros años de vida influyen de manera muy significativa en la actividad emprendedora, por lo que pueden constituir una buena orientación a la hora de diseñar las reformas que a nivel nacional necesitamos.

En el ámbito local, el Ayuntamiento de Madrid ya ha empezado a transitar por esta senda y lo ha querido hacer dirigiéndose al colectivo más castigado por el paro: desde el 1 de enero de este año y hasta 2015, la administración municipal va a reintegrar a los jóvenes de la capital que se den de alta como autónomos el 50% de las primeras 18 cuotas a la seguridad social que satisfagan. Sin duda, este incentivo no solo contribuirá a dar salidas a este grupo social tan prioritario, sino que al mismo tiempo hará un poco más fácil la superación definitiva de la crisis fortaleciendo el maltrecho tejido productivo.

España necesita estar entre el grupo de países que encabece la recuperación y ello pasa porque sus emprendedores puedan desarrollar su actividad en las mejores condiciones; con reformas valientes, como la prometida por el Presidente Rajoy, y que, al estilo de Francia y Holanda, incluya rebajas fiscales tendentes al establecimiento de una autentica economía emprendedora en nuestro país.


Artículo publicado en la Revista Emprendedores, en el número de marzo de 2012
Iñaki Ortega
Profesor Universidad Rey Juan Carlos
@InakiOrtega