(este artículo se publicó originalmente el 28 de octubre de 2019 en el diario La Información)
En economía se usa el término free rider para referirse a aquellos consumidores de determinados bienes y servicios que se benefician de su disfrute sin pagar contraprestación alguna. Generalmente pasa con lo que los economistas llamamos bienes públicos, es decir bienes provistos por el Estado cuyo consumo es indivisible y que puede ser consumidos por todos los miembros de una comunidad sin excluir a ninguno, el alumbrado de las calles o los parques son los típicos ejemplos que explicamos los profesores en clase de macroeconomía.
En español, al referirnos a estos consumidores, hablamos de parásitos o, en una traducción más informal, como gorrones. Estos personajes han superado lo económico para introducirse en disciplinas como la psicología o la política con el llamado «problema del polizón». Surge cuando una persona trata de recibir un beneficio por utilizar algo sin pagar por ello. El gasto militar o la defensa sindical son paradigmáticos de lo anterior. Ninguna persona puede ser excluida de ser defendida por el Ejército de un país, y por ello siempre hay gente que se niega a ser corresponsable de ese gasto aunque finalmente disfrute de la Defensa en caso de una supuesta invasión. La solución política han sido los impuestos y en algunos países el servicio militar obligatorio. En el caso de los sindicatos, un polizón es un empleado que no paga cuota sindical, pero que sin embargo recibe los mismos beneficios conseguidos por la representación sindical para sus asociados que sí abonan su cuota. Por ello los sindicatos gozan de financiación pública para evitar depender en exclusiva de las cuotas de sus, cada vez más escasos, afiliados.
Un ejemplo más reciente de estos free riders lo encontramos en el auge del comercio electrónico. Las grandes cadenas de supermercados se esfuerzan ofreciendo una gran oferta de productos que los consumidores pueden tocar, ver y hasta probar en multitud de puntos de venta a lo largo y ancho de la geografía. Esto implica un gasto muy importante para esas empresas que incluye la contratación de vendedores. Pero hoy el auge de los compradores polizones hace que sean utilizadas estas tiendas como meros probadores para finalmente comprar, mas barato, en internet. Los nuevos compradores online se aprovechan vilmente del esfuerzo de esas grandes superficies.
Estas semanas me he acordado de nuestros amigos los free riders escuchando a los políticos, en precampaña electoral, sus diferentes propuestas económicas. A pesar de que no existe indicador o informe alguno que deje de alertar sobre la inminencia de una recesión, la mayoría de las propuestas inciden en gastar como si no hubiera un mañana. Pero, eso sí, con la tranquilidad de que Europa nos ayudará si hay problemas para evitar que nuestra economía, sistémica, arrastre al resto de los socios de la Unión. Ademas los pocos partidos responsables con sus medidas económicas ya que son conscientes de la gravedad de la situación, saben que el electorado no les premiará con su voto siendo pacatos. Pero, y esto es peor, les dará la confianza solamente cuando la situación de la economía se torne crítica, para volver a sacar al país de la crisis.
Pero también veo free riders con motivo de la tensa situación en Cataluña. En las mismas localidades empapeladas con lazos amarillos que reclaman la salida de "las fuerzas de ocupación", si las circunstancias lo requieren como un grave incendio, unos montañeros despeñados o una terrible inundación, no se hace ascos a la ayuda de la Guardia Civil o el ejército. Por no hablar de esos comerciantes y vecinos de la Vía Laietana barcelonesa que financian las movilizaciones independentistas pero se benefician de la seguridad en la zona que otorga la presencia policial.
La política económica resolvió el problema, como hemos visto, de los consumidores parásitos, vía impuestos o subvenciones. Pero es mucho pedir que las urnas castiguen a aquellas fuerzas políticas que se benefician de los esfuerzos de los demás. Otra opción sería un repentino ataque de sentido común de esos "gorrones" que a pesar de sus posiciones antiespañolas disfrutan de unas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (en las que incluyo a los Mossos y a la Ertzaintza) sin los cuales ni sus ideas secesionistas, podrían defenderse. Difícil pero no imposible.
Inaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR