(este artículo se publicó en el periódico El Norte de Castilla el día 13 de marzo de 2016)

Estos días en Madrid, en cualquier estación de metro o de
autobús, puede verse
una campaña organizada por la red mundial de emprendedores sociales, Ashoka, con el lema “Todo el mundo puede
cambiar el mundo”. Esta ONG pretende
llamar la atención sobre la capacidad trasformadora de los emprendedores. Hoy, gracias a la tecnología y
usando el vehículo de una nueva empresa,
es más fácil que nunca encontrar soluciones a los problemas que acechan nuestras sociedades. No desaprovechar este
momento es un reto que todos los territorios han
de saber aprovechar haciendo posible, lo
que se ha venido a llamar, un ecosistema emprendedor.
Se trata de alinear los diferentes agentes que
intervienen en el proceso por el cual una idea de un emprendedor se convierte
en realidad. El camino de un proyecto innovador a una empresa viable es harto
complicado, por ello para que eso ocurra, se necesita que todos los elementos
que acompañan ese proceso estén perfectamente orquestados. Pero Castilla y León
es una región con singularidades evidentes como la dispersión poblacional, la
dimensión geográfica y el envejecimiento, que lo hacen más difícil que en otros
lugares. Por eso, es tan imprescindible, conseguir ese ecosistema emprendedor
con todos los eslabones de la cadena funcionando perfectamente para que nadie,
ninguna idea, se quede por el camino.
Por suerte Castilla y León disfruta de todos los elementos para que la capacidad
innovadora de sus habitantes pueda desarrollarse en su entorno.
1. Un tejido empresarial colaborativo. Existe una cada vez
mayor conciencia de cooperación para escalar nuevos proyectos innovadores entre
empresas de nuestro territorio. Diez, son los clúster constituidos sobre
sectores de especialización inteligente, un número importante de
multinacionales que han confiado en la estabilidad y paz social que otorga
Castilla y León y una
creciente clase empresarial regional con indubitable voluntad de
crecer.
2. Un sistema financiero inclusivo. La crisis del sector no ha hecho mella en
la cultura ahorradora de nuestra comunidad. Y el proyecto hecho ya realidad de
creación de una plataforma financiera, la Lanzadera Financiera de Castilla y
León, que agrupa a dieciocho entidades financieras y a la propia Junta de Castilla y León para garantizar financiación, cobertura y capital semilla a todos los
emprendedores, es una excelente noticia.
3. Infraestructuras inteligentes. La extensión de Castilla y León demanda la
existencia de infraestructuras a disposición de las ideas surgidas de los emprendedores. Ocho universidades en Valladolid, Salamanca, León, Burgos,
Segovia y Ávila que dan cobertura a todas las disciplinas universitarias de
nuestra tierra. Parques científicos- tecnológicos, viveros de empresas,
incubadoras y otras infraestructuras de universidades, cámaras de comercio,
Junta de Castilla y León, Ayuntamientos y Diputaciones, garantizan espacios y
capital inteligente para hacer crecer sus startups. En este sentido, la Junta de Castilla y León ya ha dado el primer paso de este ejercicio
garantizando a los emprendedores de base tecnológica espacio gratuito en sus
Parques Tecnológicos durante el primer año.
4. Instituciones volcadas con el emprendimiento. Hace unos meses el veterano
inversor español, Rodolfo Carpentier, pionero en la creación de aceleradoras de
startups, puso el dedo en la llaga al
afirmar que en nuestro país a los políticos les ha dado por besar emprendedores
en lugar de besar niños. Bonita foto. No es Castilla y León una excepción en
este sentido, cada capital de provincia, cada villa o pueblo de cierta
dimensión, cada diputación e institución se ha dotado de un plan de creación de empresas. No creemos que
esto sea malo per se, de hecho mejor
le hubiera ido a nuestro país si en lugar de la burbuja inmobiliaria hubiéramos
apostado por los emprendedores. Pero sí
echamos de menos una coordinación real, ya que una cosa es actuación en
campaña electoral y otra bien distinta es una estrategia real para facilitar la
creación y crecimiento de empresas, un plan que pasa por poner a trabajar en la
misma dirección a los agentes que acabamos de mencionar.
Es ahí donde se sitúa la creación de la red de innovación y
emprendimiento de Castilla y León que pretender agrupar a todos estos agentes
para crear un verdadero ecosistema regional para
emprendedores en torno a cuatro ejes: los emprendedores de base tecnológica,
los emprendedores sociales, los emprendedores rurales –vitales para la fijación
poblacional en nuestros pueblos- y los emprendedores inclusivos que buscan la
autogeneración de empleo por necesidad.
El
emprendimiento ha representado la capacidad de cambiar las cosas a lo largo de
la historia. Tiene, según el informe GEM, el potencial suficiente para reducir
la brecha entre los problemas y las soluciones. Eso sí, siempre y cuando sea
capaz de evolucionar desde sus formas más primarias: autoempleo y
emprendimiento de necesidad, hacia proyectos empresariales basados en la
innovación, como auguró el siglo pasado el economista austriaco-americano
Schumpeter.
Por ello no vemos ningún lugar más idóneo que Villarcayo, Almazán, Babia,
Guardo, Tordesillas, Toro o Sanchonuño pero también Burgos, Salamanca,
Valladolid o Segovia por solo citar algunas poblaciones de esta tierra para defender el lema
de los innovadores sociales que citábamos al principio de nuestro artículo: “Todo
el mundo puede cambiar el mundo”.
Iñaki Ortega, es doctor en
economía y Director de Deusto Business School en Madrid
Carlos Martín Tobalina, es
Director General de Industria y Competitividad de la Junta de Castilla y León.