(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el día 29 de enero de 2023)
Las palabras se ponen de moda. Un día te encuentras en un informe un término que no recuerdas haber oído nunca y a partir de ahí empieza a aparecer en todo lo que lees. Los economistas devoramos análisis de coyuntura y mucha prospectiva. Artículos, estudios, notas técnicas de universidades, analistas o think tanks y en todos se repite estos días un neologismo: policrisis.En otoño del pasado año, el que fue secretario del Tesoro en la administración Clinton, Larry Summers preguntado por la situación económica afirmó que no podía recordar un momento con tantas crisis superpuestas. La galopante inflación, el endurecimiento de la política monetaria, el shock energético, la invasión rusa de Ucrania, el enfriamiento de la economía china y las tensiones geopolíticas. Y suscribió la tesis del profesor de la Universidad de Columbia, Adam Tooze que en un artículo en Financial Times en octubre de 2022 hablaba de policrisis, como el concepto que mejor resume el momento que vivimos.
La sucesión de una serie de riesgos interrelacionados que pueden llegar a retroalimentarse provoca una crisis inédita o policrisis, cuyas consecuencias son además impredecibles. En esta edición de Davos ha sido la palabra más repetida en los discursos, en concreto, un informe firmado por el Foro Económico Mundial habla de una “policrisis inminente” que afectará a todo el planeta y que se producirá por la combinación de factores como el cambio climático, la inflación subyacente, la polarización, las tensiones geoeconómicas y la crisis de materias primas. La lista de riesgos interrelacionados incluye la guerra de Ucrania y el cibercrimen.
Una aplicación del buscador Google te permite conocer la popularidad que tiene una palabra o lo que es lo mismo cuánta gente la teclea para encontrarla en la red. En el caso de policrisis hoy su popularidad en el mundo tiene 100 puntos, la máxima. Lo curioso es que a lo largo de los últimos años ha estado en cero o como mucho en diez puntos, salvo los 40 puntos que alcanzó el pasado año coincidiendo con su aparición en la conocida como biblia del periodismo económico. La página web también permite obtener la información por países. En España, según Google, no hay datos porque a nadie le interesa este término. Es decir que en todo el planeta estamos preocupados por saber qué significa policrisis, por conocer porqué vivimos un tiempo caracterizado por múltiples crisis globales que se desarrollan al mismo tiempo en una escala sin precedentes, pero en España a nadie le interesa.
Aquí vivimos una realidad paralela. Una suerte de alucinación colectiva auspiciada por el gobierno que ha trasladado que estamos en una situación económica muy favorable. Los medios oficiales lo cuentan, los ministros lo repiten y el presidente Pedro Sánchez en su intensa agenda internacional lo recita de carrerilla. Disfrutamos de los mejores precios de la energía, somos los que más energía verde tenemos, al mismo gozamos de la menor tasa de inflación de Europa, crecemos más que nadie y el empleo no deja de darnos alegrías, bien sea con los datos de la EPA o de la afiliación a la Seguridad Social.
Parecería como si un inhibidor de frecuencia situado en los Pirineos estuviera evitando que a nuestro país llegasen las malas noticias ante la cercanía de las elecciones. Pero que nadie busque policrisis en el ordenador no significa que no tengamos una policrisis española.
El encarecimiento en casi un 50% en dos años de la cesta de la compra; la factura de la luz y de la gasolina enquistada en precios inasumibles; el desempleo que no baja de los tres millones de hogares; la creación de empleo solo para puestos a tiempo parcial y fijos discontinuos; las hipotecas que han subido de media casi 200 euros al mes; la presión fiscal a los creadores de empleo en máximos; el gasto público por encima del de países ricos como Alemania o Suecia; los alquileres inalcanzables por no hablar de los cientos de miles de jóvenes y seniors que han tirado la toalla de poder trabajar algún día fuera de la economía sumergida o el medio millón de pluriempleados por la emergencia económica.
Pero los economistas no han sido los que acuñaron la palabra policrisis. Parece ser que fue usada por primera vez a fines de la década de 1990 por dos sociólogos franceses Morin y Kern, quienes lo emplearon para describir crisis sociales entrelazadas y superpuestas. Y en España algunas de esas situaciones sociales tambien tenemos aunque no se hable de ellas en los medios oficiales. La inmigración, el nacionalismo radical, la pobreza sistémica, el fracaso escolar, la deslegitimación del empresario, el populismo o la cultura del subsidio. Crisis sociales y económicas muy españolas, pero mal que le pese a alguno, también son policrisis.
Iñaki Ortega es doctor en economía en la Universidad de Internet (UNIR) y LLYC