martes, 31 de octubre de 2023

La economía creativa

(este artículo se publicó originalmente en el Periódico de Cataluña el día 27 de octubre de 2023)

Con la llegada del otoño nos toca a los profesores desempolvar los trajes académicos para las aperturas del curso universitario. Toga y birrete negros, guantes blancos y muceta del color de la facultad. Este año en una de estas ceremonias la lección magistral fue sobre la creatividad. El honor de dictar dicha lección recayó en un profesor que vestía de blanco porque se había doctorado en Bellas Artes y aportó algunos guarismos para demostrar la relevancia la importancia de este atributo. Para el profesor especializado en arte audiovisual José Cuesta si fuera un país el conjunto de actividades vinculadas a la educación, el arte, la cultura o el entretenimiento sería por facturación la cuarta economía mundial detrás del PIB de Estados Unidos, China y Japón. La también conocida como ICCs (industrias culturales y creativas) sería el noveno país con mayor exportación y la cuarta fuerza laboral con 144 millones de trabajadores. Y lo mejor es que sería el país del mundo con el mercado laboral más paritario, el que más empleo generaría para los jóvenes en el planeta y la nación con el mayor nivel de estudios entre sus trabajadores.

La economía creativa para el primero que la acuñó, John Howkins, es aquel sector de la economía que aglutina la generación de ideas y conocimiento. El concepto abarca la economía del conocimiento con actividades como educación, investigación e innovación, pero también la disciplinas como el arte, entretenimiento, diseño, arquitectura, moda, comunicación o gastronomía. Lo más interesante es que en estas actividades de conocimiento trabajan las bautizadas por el profesor Ricard Florida como clases creativas. Este profesor de la Universidad de Toronto considera que esta clase creativa, es el principal motor económico del mundo moderno. El estrato de creadores incluye intelectuales, artistas, diseñadores o emprendedores y las ciudades que atraen y retienen miembros de esta nueva clase prosperan mientras que las que no lo hacen se estancan. De acuerdo con sus conclusiones la mano de obra ya no sigue a las empresas, sino que son las propias empresas las que siguen a la mano de obra.

Lo más novedoso del profesor Florida no es señalar que la clave del éxito está en el talento, ya que la aportación al desarrollo había sido estudiada por buen número de investigadores de la doctrina económica. Lo más original es que a diferencia del factor productivo clásico, la tierra, no constituyen una simple dotación que viene dado por las características de una determinada sociedad sino un flujo. Se trata de elementos altamente móviles que se desplazan de un lugar a otro. La clave para traer ese talento está en libertad y en la calidad de vida. De esta manera los países abiertos, diversos, respetuosos y tolerantes serán los más exitosos.

Por ello las instituciones han de priorizar estas condiciones (y no las contrarias). Los territorios pueden experimentar salidas o entradas en su stock de talento en función del atractivo respecto a sus vecinos. Algunas políticas destinadas a promover son la implantación de sistemas educativos de calidad, meritocráticos y adaptados a las necesidades del mercado. Otras buscan promover la predisposición de los individuos hacia la innovación, la asunción de riesgos y la actividad empresarial. También son muy destacadas las actuaciones para que la tecnología y la empresa se imbriquen. Por último, es imprescindible que el entorno no sólo ofrezca oportunidades académicas, profesionales o empresariales sino también personales; el talento debe sentirse a gusto y, para ello, es necesario que exista tolerancia, mentalidad abierta, oferta de ocio y entretenimiento, así como discursos públicos que dignifiquen y apoyen a estos innovadores.

En los textos de Howkins se habla indistintamente de economía creativa o economía naranja siempre que comprendan todas las actividades relacionadas con la creatividad y generen valor. Pero, con independencia de cómo le llamemos, conviene no confundir economía creativa con otras expresiones, por ejemplo, la contabilidad creativa. Tras la reciente actualización de los datos de contabilidad nacional que tanto ha gustado al gobierno en funciones o la exclusión de los fijos discontinuos de los datos de desempleo, muchos economistas pensamos que algo de creatividad -de la mala- hay para acabar tergiversando la información. También sería imperdonable equivocarse con otro tipo de creatividad como aquella con la que sorprendió hace poco la vicepresidenta Yolanda Diaz al acusar a los innovadores de diseñar "cohetes para escapar de la tierra” o de huir “del mundo con el metaverso” y así dejar a los pobres tirados. Qué pena porque todas estas otras “creatividades” van justo en la dirección contraria de las recomendaciones de los expertos mencionados y por tanto en alejarnos del dividendo de la economía que glosó el profesor de videojuegos en la apertura del curso académico.

Naranja es la economía que puede salvar el mercado laboral español y es también el color de la muceta que nos colocamos encima de la toga los economistas cuando nos toca usar el traje académico. Creatividad y economía unidas en un color y ojalá en un país.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

 

lunes, 30 de octubre de 2023

No es lo mismo

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 30 de octubre de 2023)

Por mucho que en los últimos tiempos tengamos la sensación de que ha cambiado la forma de pensar del mundo y de nuestros paisanos, conviene recordar algunas cuestiones obvias y por eso mismo inmutables.

Un secuestrador no será nunca lo mismo que un secuestrado. No es lo mismo ser Hitler que Roosevelt. Un empleo no es únicamente una anotación en la estadística oficial. Solamente los resultados empresariales no hacen mejor a la compañía. Una enfermera acosada por usar el castellano no merece el mismo respeto que el político que la persigue. La amnistía no es lo mismo que el indulto. No es igual ganar una plaza por oposición que sin ella. No da igual que las empresas atiendan bien a sus clientes o no. Putin y Zelenski no son lo mismo. Las deudas tienen que pagarse. Fichar a los mejores no es lo mismo que no hacerlo. Lo que nos une con los otros, nos hace mejores que lo que nos divide. Sin bancos no tendríamos casas en propiedad. Leer periódicos es mejor que no hacerlo. Un directivo tóxico lo seguirá siendo por muy rentable que sea su compañía. Un etarra y un policía nunca estarán en el mismo plano moral. Comprar a los árbitros no es defendible.  Esforzarse tiene más réditos que no hacerlo.  La inflación no afecta a todos de la misma manera, siempre se ceba en los que menos tienen. Un dictador no es igual que un primer ministro elegido en las urnas. Los terroristas son muy diferentes a los militares. Hoy todavía hay menos mujeres en puestos de responsabilidad. La educación no supone lo mismo que la barbarie. Los empleos los crean las empresas. No son mejores los musulmanes que los judíos, ni al revés. No son lo mismo el que respeta la cola que el que se la salta. La mentira no es un cambio de opinión. Los que atacan no representan lo mismo que los que se defienden. Aprobar es mejor que no hacerlo. No es idéntico un atleta dopado que el que está limpio. Un régimen teocrático no puede permitirse dar lecciones a una democracia. Trabajar, no es igual que cobrar un subsidio. Innovar no tiene las mismas consecuencias que no hacerlo. Cumplir las leyes hace mejores a los países. Ser puntual es mejor que llegar siempre tarde. Los jóvenes no emprenden más que los mayores.

Hoy posicionarse ante determinados mantras supone un esfuerzo tremendo. Se han instalado en la opinión pública apoyados por un relativismo moral que lo impregna todo y que lleva a proscribir lo que no solo es éticamente defendible, sino que está en las bases de nuestra civilización y nuestra prosperidad. Defender lo obvio se ha convertido en una de las grandes batallas para los próximos tiempos. No es lo mismo la verdad que la mentira. No es lo mismo unir que romper. No es lo mismo madrugar que holgazanear. No es lo mismo apoyar al que crea empleo que atacarle. No es lo mismo, pero qué difícil defenderlo.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLY

domingo, 29 de octubre de 2023

La propuesta desnuda

(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el día 29 de octubre de 2023)

Estos días estamos conociendo los detalles del programa de gobierno entre el PSOE y Sumar. La reducción de la jornada laboral sin reducir el salario ha copado todos los titulares y sin duda habrá causado sorpresa y mucha alegría entre millones de españoles. Trabajar menos y cobrar lo mismo suena bien. Un sueño hecho realidad.  Esas mismas sensaciones seguro que sintieron en el famoso cuento de Hans Christian Andersen los súbditos del Rey cuando vieron el nuevo traje de su emperador mientras se paseaba en la carroza real. La noticia había corrido como la pólvora por el reino, un nuevo tejido tan suave y delicado que apenas se percibía; únicamente las mentes más sensibles eran capaces de verlo

La propuesta de Sánchez y Diaz que vendrá acompañada de una nueva ley de usos del tiempo para “ganar tiempo a la vida” suena increíble, igual que la nueva tela del traje del emperador. Pobre del que se atreva a poner en cuestión cualquier de las dos. ¿Qué empleado no quiere trabajar menos? ¿Qué español no quiere que su familiar esté menos horas trabajando pero que la nómina no baje? ¿Qué paisano del cuento quería pasar por un estúpido por no ver la tela? ¿Quién en pleno desfile osaría humillar al Emperador por estar desnudo?

Reputados asesores habrán participado en la propuesta de las 37 horas y media semanales. Sesudos informes habrán sido encargados, fiables encuestas de opinión realizadas además de rigurosos análisis sobre los antecedentes de esta medida en todo el mundo. Para finalizar la nómina de expertos, institutos económicos habrán glosado el impacto económico de la decisión. No pocos cientos de miles de euros invertidos. También en el cuento, dos personajes, los hermanos Guido y Luigi Farabutto juraban que poseían una combinación de materiales que les permitía fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar un ser humano. Eso sí, no eran materiales precisamente baratos y sólo un poderoso podría permitírselo. Estos “expertos” simulaban que trabajaban en la ropa, pero se quedaban con la rica materia prima que solicitaban para tal fin. También mucho dinero malgastado de las arcas reales en el engaño.

Llegó el día Sánchez y Diaz anunciaron su medida estrella. Así como el monarca decidió estrenar su traje invisible en un día de fiesta y desfile. Todos los habitantes del reino alabaron enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, al igual que estas semanas con la reducción de la jornada laboral, imposible no estar de acuerdo ante semejante utopía hecha realidad.  En el cuento finalmente, un niño dijo: «¡Pero si va desnudo!» La gente empezó a cuchichear hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo y el engaño se deshizo. Si en las presentaciones políticas, como la de la semana pasada de PSOE y Sumar, se permitieran preguntas seguro que alguien hubiera formulado la siguiente ¿Por qué si es tan evidente las ventajas de la medida no se ha hecho antes? ¿Tendrán que ser más productivos los trabajadores o asumirán las empresas la medida? Ese imaginario periodista hubiese acabado con la mistificación.

Pero como el derecho a la información está en horas bajas y parece que las ruedas de prensa de las fuerzas políticas con preguntas son cosa del pasado, habrá que buscar ese niño que denuncie el engaño como en el relato de Andersen. Y no es complejo. Te animo a que hables con tu panadero, o con el carpintero, también con el tapicero o el dueño del bar de la esquina. Por supuesto que vale el zapatero o el amigo que se lanzó a abrir una librería o una farmacia. En realidad, cualquier pyme española es el niño del “Rey desnudo”. Te dirán que llevan meses con los costes creciendo más que las ventas, que tener un empleado cada vez es más caro y que si esto sigue así tendrán que cerrar. Y finalmente sin temor a lo que piense el mundo entero gritará, como el niño, que lo que toca ahora es trabajar más para ganar lo mismo y no al revés.

Este cuento danés como las fábulas españolas tiene moraleja. La enseñanza es que no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es así. Pero también que no hay preguntas estúpidas ante afirmaciones que sí lo son. En las historias para niños lo anterior funciona y en las propuestas políticas también.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

domingo, 22 de octubre de 2023

Leonor

 (este artículo se publico originalmente en el periódico 20 minutos el 16 de octubre de 2023)

Todo son malas noticias. Menos mal que la princesa Leonor ha salido a la palestra para ser la excepción. La guerra de Ucrania se cronifica con los aliados mostrando claros síntomas de agotamiento. Los precios de la gasolina han vuelto a subir y los alimentos acumulan año y medio de alzas todos los meses a doble dígito. La gobernabilidad en España se acerca al precipicio. Miles de migrantes cada día llegan a nuestras playas, jugándose la vida mientras las mafias se enriquecen a su costa. Mueren periodistas de raza en la radio y los judíos viven otra vez la pesadilla de ser masacrados.

En esas estábamos en este mes de octubre cuando la Princesa de Asturias juró bandera el día siete en la Academia General Militar de Zaragoza junto a algo más de cuatrocientos jóvenes adiestrados para defender nuestro país de amenazas como las que acabamos de citar. Como una más, a pesar de su condición, ha seguido la dura instrucción dando un ejemplo de que el liderazgo ha de estar basado en la humildad, la discreción y el servicio. El pasado doce de octubre le tocó de nuevo examinarse en el desfile y en el besamanos del día de la Fiesta Nacional. Leonor volvió a demostrar que se puede ser el centro de todas las miradas sin arrogancia y soberbia. Virtudes que no todos lo practican a pesar de las altas magistraturas que ostentan. Y ahora en Oviedo en los premios que llevan su nombre se atrevió a defender en su discurso palabras hoy proscritas pero imprescindibles: esfuerzo, obligación, responsabilidad y libertad

En la Grecia de hace veinticinco siglos la palestra era el lugar donde se combatía, derivado del verbo palaíein ‘luchar’. Los griegos y romanos llamaban así a los gimnasios porque se practicaba la lucha clásica. No se sabe porqué pero los antiguos pasaron a denominar con la misma palabra también el sitio de ejercicios literarios y debates públicos, quizás porque era una lucha intelectual. A partir de esta acepción, se formó la expresión salir a la palestra o saltar a la palestra, que significa ‘tomar parte activa en una competencia pública’ o bien ‘aparecer públicamente’.

Leonor ha salido a la palestra y con su mayoría de edad y la jura de la Constitución en el Congreso el próximo 31 de octubre le tocará participar en la vida pública de nuestro país, cada vez más emponzoñada por la política, pero también por una economía que no mejora desde la gran crisis del 2008, que la pandemia del 2020 terminó de rematar y que todo los analistas anuncian empeorará en el 2024.

Leonor necesitará los mejores recursos para esa lucha intelectual, sin duda su formación militar le ayudará y el ejemplo de sus padres que atesoran un reinado impecable repleto de momentos de la verdad que han superado con nota. Pero lo que ha quedado ya en nuestra retina de estos días de octubre es una joven con los mejores valores que reclamamos a las nuevas generaciones y el Rey Felipe VI recordó el Teatro Campoamor: deber, entrega e ilusión. Le viene en el ADN, pero también desde que fue bautizada con el nombre Leonor. Un clásico de las reinas europeas pero qué casualidad también de origen griego, como su abuela la reina Sofía, porque proviene de Leocadia que significa "la que todo lo ilumina con su blancura". Así nos hemos sentido muchos españoles al verla este mes de octubre. Qué dure mucho.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

sábado, 14 de octubre de 2023

Gregarios al poder

(este artículo se publicó originalmente en el Periódico de Cataluña el día 14 de octubre de 2023)

A la ciencia económica le lleva ocupando más de cien años entender por qué algunas empresas triunfan y otras no. Investigadores de varias universidades americanas concluyeron en los años treinta del siglo pasado que el secreto del éxito residía en el carácter del líder de la compañía. Incluso se atrevieron a concretar media docena de rasgos de personalidad asociados a la gloria empresarial: dinamismo, inteligencia, conocimientos técnicos, confianza en sí mismo, extroversión y deseo de dirigir.

Pronto esos mismos economistas comprobaron con experimentos empíricos que poseer las cualidades de un líder no garantizaba un comportamiento de liderazgo. Tampoco actuar de un modo ideal era garantía de alto desempeño empresarial. En muchas ocasiones no es suficiente una buena gestión para que los resultados sean excelentes.  Concluyeron que lo importante no era la personalidad o una conducta determinada, sino cómo reaccionar ante determinadas contingencias. Se puede ser muy inteligente y poseer la más alta capacitación técnica y actuar equivocadamente ante situaciones de alta presión. Así como atesorar una experiencia de éxitos pasados, no garantizará aciertos futuros en la misma función.

Algunas de estas lecciones las hemos visto recientemente en el mundo del ciclismo profesional. España acogió a finales de este verano La Vuelta. Tres semanas de competición que toman el testigo del Tour y el Giro. Este año todas las casas de apuestas daban la victoria a dos corredores que compartían el mismo equipo y venían de ganar las carreras por etapas de Francia e Italia. Vingegaard y Pogacar, dos favoritos dentro de Jumbo la escuadra más potente de la historia del ciclismo y además con las mejores cualidades para ganar: experiencia, autoestima, calidad, físico y personalidad. Casi las mismas que los investigadores americanos describieron para el buen líder empresarial. Como esos estudiosos del siglo pasado, también los pronósticos erraron estrepitosamente. La carrera la ganó un desconocido ciclista, sin apenas palmarés y cuyo único desempeño conocido era ser el gregario de los dos mediáticos líderes. Para los que no les guste el ciclismo, han de saber que un gregario es un miembro del equipo cuya misión es ayudar a que el líder gane carreras y para ello no ha de dudar en sacrificar su posición en la general o en la etapa. Esperar el líder cuando no está bien, acelerar cuando te lo pide el cabeza de filas o taparle el viento y la lluvia para que no consuma energía. Nadie conoce sus nombres porque no ganan nunca. Pero este año un sin nombre ha ganado La Vuelta. Y de paso nos ha recordado las lecciones de liderazgo en las organizaciones.

No basta con ser el líder para alcanzar la excelencia. Sepp Kuss sin quererlo y cumpliendo con su papel de gregario se puso a la cabeza de la clasificación en la etapa número ocho. Tantos años ayudando a Pogacar y Vingegaard en sus triunfos, ahora le tocaba a él. Pero sus dos colegas no lo entendieron así y le atacaron en las etapas de montaña. Lo nunca visto, un líder abandonado por su equipo. De alguna manera estaban diciéndole que su papel era el de gregario y jamás alcanzaría la gloria que estaba reservada para ellos. Pero Kuss resistió como un titán, aunque fuese por solo ocho segundos. Y llegó el momento de la verdad para Jumbo, su equipo. Un día antes de terminar la carrera, de una manera catártica, se decidió acabar con el lamentable espectáculo de luchar contra tu propio compañero precisamente aquel al que le debes tus victorias pasadas. Los promotores y patrocinadores del equipo pusieron pie en pared. Tanta inversión y tanto esfuerzo se iba a echar a peder porque hoy la sociedad no perdona la falta de ética. Y Kuss entró triunfante en la meta de Madrid escoltado por los carismáticos líderes de su formación. La regla no escrita del ciclismo se consagró en esa foto del Paseo de la Castellana: sin gregarios no hay victoria. Porque en un equipo de alto rendimiento ha de haber rodadores, escaladores, contrarrelojistas y sprinters. También ciclistas que corran bien con frío, pero otros que lo hagan con calor o lluvia. En el deporte de las dos ruedas y en las organizaciones. Se ha acabado el tiempo de los liderazgos cesaristas y no se entiende el mundo de hoy más que desde el liderazgo coral y también moral. Un día gregario y otro día ganador. Una contingencia será ideal para tus cualidades y otra situación para las de tu compañero pero nunca traicionarás tu palabra.

Los estudiosos del comportamiento empresarial acuñaron hace unos años el concepto de liderazgo transformacional que sigue vigente hoy en día en cualquier manual de gestión. Son aquellas organizaciones que consiguen inspirar a sus componentes para lograr resultados extraordinarios. Atrás quedó el tiempo del liderazgo transaccional, aquel basado en las recompensas al seguidor: “si me sigues te irá bien”. Kuss comprobó en sus carnes que esa “transacción” no se cumplía cuando sus propios compañeros le atacaron para quitarle el maillot de líder, pero al mismo tiempo está disfrutando de formar parte de un equipo “transformacional” que le ha permitido estar en lo alto del pódium siendo un "sin nombre". Todo líder tiene que saber ser gregario y todo gregario puede llegar a ser líder. En el ciclismo y  -aviso a navegantes- también en la empresa y en la política.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

lunes, 2 de octubre de 2023

Mayores

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 2 de octubre de 2023)


Ayer fue uno de octubre. Palabras mayores. Y no me refiero al aniversario de los sucesos de Cataluña. Es normal que el lector lo piense porque llevamos unas semanas con la matraca de la amnistía a los condenados por saltarse la ley para convocar un referéndum de autodeterminación. Pero desde el año 1990 el primero de octubre es muy importante porque se celebra en todo el mundo el día de las personas mayores. La cantinela de los independentistas pasará -con o sin investidura de Pedro Sánchez- pero los derechos de las personas mayores seguirán reclamando la atención de todos nosotros. Eso sí es importante.

Este día internacional lo instauró la ONU para denunciar la discriminación de los que tienen más de cincuenta y tantos años. Jamás los mayores han tenido unas condiciones de salud, cuidados e ingresos como ahora, la paradoja reside en que coexiste con una discriminación lacerante de este colectivo. A este hecho se le ha puesto un nombre que es edadismo.  La palabra incluida hace unos meses en el diccionario de la lengua española alude a la marginación, cuando no exclusión, que se padece al entrar en la vejez. En el mundo laboral los trabajos apenas existen para los seniors por eso hay un millón de mayores que optan por ser autónomos para seguir activos. En el sistema sanitario persisten costumbres de considerar la edad como una enfermedad que ha de curarse exclusivamente con medicinas. En la publicidad es difícil encontrar una persona mayor que no esté enferma o impedida a pesar de la creciente esperanza de vida con salud.  En la política cuando se cumplen años comienzan las dudas y las insidiosas insinuaciones de retiro sin tener en cuenta la capacidad. El ocio parece que les está vetado años salvo sentarse en un banco al sol, cuando la realidad es que la jubilación es el momento del júbilo y las agencias de viajes, gimnasios y aulas de cultura están repletas de esta cohorte de edad. Hasta el sexo es una quimera, como recuerda la gerontóloga Maite Sancho, porque hasta hace unos pocos años en las encuestas públicas de hábitos familiares la pregunta de la práctica del sexto no tenía casilla de respuesta a partir de los 55 años.

Pero la peor de las discriminaciones es la que está cogiendo fuerza en los últimos tiempos que no es otra que enfrentar a los jóvenes con los mayores. Como si nuestra economía fuese un alambique de vasos comunicantes en el que los recursos dedicados a los seniors fueran en perjuicio de las oportunidades de los jóvenes. Es la peor de las acusaciones y la que más alimenta el edadismo y contra la que más hay que luchar. Una batalla en la que habremos de ir bien pertrechados. Con los datos, puesto que es radicalmente falso esa insinuación ya que los mayores siguen aportando a la economía con su trabajo, su consumo e incluso con el empleo no remunerado del voluntariado en los cuidados. La segunda y más potente de las armas para esta lucha será la dignidad ética para no perder ni un centímetro de lo que tanto ha costado lograr que no es otra cosa que por primera vez en la historia de la civilización ser mayor no es sinónimo de ser pobre.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC