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domingo, 29 de octubre de 2023

La propuesta desnuda

(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el día 29 de octubre de 2023)

Estos días estamos conociendo los detalles del programa de gobierno entre el PSOE y Sumar. La reducción de la jornada laboral sin reducir el salario ha copado todos los titulares y sin duda habrá causado sorpresa y mucha alegría entre millones de españoles. Trabajar menos y cobrar lo mismo suena bien. Un sueño hecho realidad.  Esas mismas sensaciones seguro que sintieron en el famoso cuento de Hans Christian Andersen los súbditos del Rey cuando vieron el nuevo traje de su emperador mientras se paseaba en la carroza real. La noticia había corrido como la pólvora por el reino, un nuevo tejido tan suave y delicado que apenas se percibía; únicamente las mentes más sensibles eran capaces de verlo

La propuesta de Sánchez y Diaz que vendrá acompañada de una nueva ley de usos del tiempo para “ganar tiempo a la vida” suena increíble, igual que la nueva tela del traje del emperador. Pobre del que se atreva a poner en cuestión cualquier de las dos. ¿Qué empleado no quiere trabajar menos? ¿Qué español no quiere que su familiar esté menos horas trabajando pero que la nómina no baje? ¿Qué paisano del cuento quería pasar por un estúpido por no ver la tela? ¿Quién en pleno desfile osaría humillar al Emperador por estar desnudo?

Reputados asesores habrán participado en la propuesta de las 37 horas y media semanales. Sesudos informes habrán sido encargados, fiables encuestas de opinión realizadas además de rigurosos análisis sobre los antecedentes de esta medida en todo el mundo. Para finalizar la nómina de expertos, institutos económicos habrán glosado el impacto económico de la decisión. No pocos cientos de miles de euros invertidos. También en el cuento, dos personajes, los hermanos Guido y Luigi Farabutto juraban que poseían una combinación de materiales que les permitía fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar un ser humano. Eso sí, no eran materiales precisamente baratos y sólo un poderoso podría permitírselo. Estos “expertos” simulaban que trabajaban en la ropa, pero se quedaban con la rica materia prima que solicitaban para tal fin. También mucho dinero malgastado de las arcas reales en el engaño.

Llegó el día Sánchez y Diaz anunciaron su medida estrella. Así como el monarca decidió estrenar su traje invisible en un día de fiesta y desfile. Todos los habitantes del reino alabaron enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, al igual que estas semanas con la reducción de la jornada laboral, imposible no estar de acuerdo ante semejante utopía hecha realidad.  En el cuento finalmente, un niño dijo: «¡Pero si va desnudo!» La gente empezó a cuchichear hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo y el engaño se deshizo. Si en las presentaciones políticas, como la de la semana pasada de PSOE y Sumar, se permitieran preguntas seguro que alguien hubiera formulado la siguiente ¿Por qué si es tan evidente las ventajas de la medida no se ha hecho antes? ¿Tendrán que ser más productivos los trabajadores o asumirán las empresas la medida? Ese imaginario periodista hubiese acabado con la mistificación.

Pero como el derecho a la información está en horas bajas y parece que las ruedas de prensa de las fuerzas políticas con preguntas son cosa del pasado, habrá que buscar ese niño que denuncie el engaño como en el relato de Andersen. Y no es complejo. Te animo a que hables con tu panadero, o con el carpintero, también con el tapicero o el dueño del bar de la esquina. Por supuesto que vale el zapatero o el amigo que se lanzó a abrir una librería o una farmacia. En realidad, cualquier pyme española es el niño del “Rey desnudo”. Te dirán que llevan meses con los costes creciendo más que las ventas, que tener un empleado cada vez es más caro y que si esto sigue así tendrán que cerrar. Y finalmente sin temor a lo que piense el mundo entero gritará, como el niño, que lo que toca ahora es trabajar más para ganar lo mismo y no al revés.

Este cuento danés como las fábulas españolas tiene moraleja. La enseñanza es que no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es así. Pero también que no hay preguntas estúpidas ante afirmaciones que sí lo son. En las historias para niños lo anterior funciona y en las propuestas políticas también.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

domingo, 26 de febrero de 2023

Píldoras contra la escasez

(este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Cataluña, El Levante y el Periódico de España el día 24 de febrero de 2023)

La economía es una ciencia que nace para explicar la escasez. Los recursos son limitados pero no así las necesidades y deseos de las personas, por ello y para evitar la pobreza los agentes han de tomar decisiones. La economía utiliza modelos estadísticos y datos matemáticos a fin de que esas decisiones sean las más adecuadas. Pero no todo siempre es ciencia. Los economistas clásicos como Smith o Hume y más recientemente Keynes, se quejaban de que muchas veces las decisiones económicas son irracionales, casi como si estuviésemos poseídos por espíritus animales que nos llevan a actuar al margen de la lógica y los datos.

Un siglo después de que el economista inglés lamentase los impulsos primarios de muchos actores económicos, en España la emoción vence a la razón en la economía. Las interpretaciones gubernamentales de las cifras del PIB, el empleo, la inflación, los tipos de interés, los salarios, las pensiones o los impuestos, siempre son las mismas. Da igual lo que diga el dato, el guion es siempre idéntico: “qué buena situación la de la economía española gracias a la excelente gestión del gobierno”.

Cerramos el año 2022 con una subida del PIB del 5,5% y el titular dictado por el gobierno es que crecemos más que nadie en Europa, obviando que somos el único país de la eurozona que no ha recuperado el PIB prepandemia. La economía española en febrero de 2023 es más pequeña que en febrero de 2020.  Tres años perdidos.

Superamos la cifra de veinte millones de empleados y la euforia se instala en la sala de prensa del consejo de ministros sin analizar que las horas trabajadas hoy son menos que las de hace tres años o que la factura del desempleo es mayor que antes del covid. Perdemos productividad, pero lo celebramos como si España fuese la nueva Suiza cuando seguimos siendo la pareja de baile de Grecia.

La inflación subyacente se dispara en nuestro país pese a las acciones desesperadas de política económica y los portavoces de los partidos que apoyan al gobierno repiten el argumentario oficial de que somos el oasis europeo de los precios. Poco les importa que en la cola de los supermercados crece la indignación o que el Banco Central Europeo no entienda de fronteras locales y siga subiendo los tipos de interés para frenar el IPC continental. El discurso triunfalista sobre nuestra supuesta ventaja inflacionaria se derrumba cuando los ciudadanos comprueban en sus cuentas las subidas de la cuota de la hipoteca o la ruina de una cesta de la compra por las nubes.

El salario mínimo alcanza en cuatro años una subida del 47% y hay que felicitarse porque somos el país del mundo que más ayuda a los trabajadores con menores ingresos. Quién paga esta decisión del BOE, es lo de menos. Parece muy fácil subir el sueldo por decreto a dos millones de empleados cuando los que pagan las nóminas no trabajan en los ministerios. Pero es muy difícil concluir que cuando suben el precio de un bien (y el salario es el precio del trabajo) estamos provocando que baje la demanda del mismo en el medio plazo. ¿De qué sirve un SMI alto, si lo que se consigue es desincentivar la creación de empleo?

Las pensiones suben con la inflación y celebramos que somos la nación con más dignidad de Occidente con sus mayores. Nada en las soflamas del fin de semana de que la presión fiscal en España es ya de las más altas de Europa o que nuestro gasto social está como el de Suecia o Alemania, sin serlo en nuestra capacidad de generar riqueza. Tampoco se encontrará en esos mítines una sola palabra de reconocimiento a los empresarios que han tenido que asumir una brutal subida de las cotizaciones para pagar la indexaciòn de las jubilaciones. En cambio, el hostigamiento a los empresarios se ha convertido en habitual. No hay día que un ministro ataque a la empresa, cuando la razón indica que solo con muchos emprendedores, España podrá generar la suficiente actividad que acabe con la pobreza que nos ha traído esta crisis.

Pedro Sánchez es doctor en economía y Nadia Calviño economista del estado, por lo que no me cabe duda de que conocen bien la teoría keynesiana. Saben de lo que hablan. No confunden emociones y datos. No están poseídos de ningún espíritu animal. Pero como en la película de ciencia ficción, Matrix, en la que el protagonista vive en una distopía y ha de elegir entre tomar una pastilla azul que le mantendrá en un mundo de plácida fantasía o una pastilla roja para ser consciente de la dolorosa realidad, ambos han tomado una decisión. Los españoles nos merecemos esa pastilla azul, por lo menos este año 2023.  Así, van a hacer todo lo que este en su mano para ello y no es poco, con un presupuesto público inflado por los fondos Next Generation y la recaudación no deflactada.  Los demás no tendremos más remedio que optar entre vivir tranquilos pero engañados o intranquilos pero informados. No será sencillo pero yo lo tengo claro.

Iñaki es doctor en economía en La Universidad de Internet (UNIR) y LLYC