lunes, 28 de junio de 2021

Juegos muy serios


(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 28 de junio de 2021)


Ahora que comienzan las vacaciones escolares, si tienes cerca un adolescente (y conexión wifi) es muy probable que le oigas gritar, reír y hasta patalear a solas encerrado en su cuarto. No te alarmes, no está poseído por el demonio. Tampoco te enfades pensando que ha montado una fiesta en tu casa. Simplemente está jugando.

Jugar es consustancial a la edad infantil. Y menos mal. Los psicólogos aseguran que los juegos infantiles facilitan la creatividad y el aprendizaje. Además, fomentan la autoestima, hacen sonreír, focalizan la atención y segregan endorfinas, la hormona de la felicidad. Pero a pesar de todo eso, algunos adultos nos hemos empeñado desde hace unas décadas en que jugar es malo. Me explico. Todo comenzó a mediados de los ochenta del siglo pasado cuando, gracias a la tecnología, los videojuegos llegaron a los hogares. Los videojuegos se habían inventado un poco antes, pero el paso de jugar al Comecocos en los salones recreativos a hacerlo en casa con la irrupción de los ordenadores portátiles marcó todo un hito. La generación de la EGB se acostumbró a videojuegos como Super Mario Bros con las famosas consolas de Nintendo o los Spectrum. Y jugar que había sido una sana costumbre para los niños a lo largo de la civilización, comenzó a ser vista como una amenaza para su futuro. Los padres de entonces (y los de ahora) despotricaban de esos chismes que distraían a los chavales de estudiar y labrarse un buen futuro. Nada más lejos de la realidad. Me cuenta el profesor madrileño José Cuesta que hoy la tecnología que soporta los videojuegos es una herramienta clave para la competitividad de las empresas ya que les ayuda en su transformación digital. Por ejemplo, usando la realidad virtual de los videojuegos se posibilita la monitorización de una planta industrial. Pero si agrupamos el uso de tecnología de los videojuegos en las empresas aparecen tres grandes campos: la selección de personal, el entrenamiento de habilidades y las simulaciones virtuales. Y esto no ha hecho más que empezar porque gracias a que millones de jugadores se divierten, se ha creado una industria que no deja de crecer e invertir en mejorar hasta límites insospechados los videojuegos. Esa sofisticación de los juegos digitales tiene aplicaciones en la salud, con las cirugías en remoto o en la seguridad del mundo, usando la realidad virtual para evitar catástrofes o atentados terroristas. El cine y las nuevas plataformas de televisión actuales tampoco se entenderían sin la calidad técnica de los videojuegos.

Esta afición exige destrezas como la rapidez de respuesta, la memoria visual o la concentración. Y por si fuera poco la tecnología de hoy permite jugar con tus amigos, aunque cada uno esté en su casa, fomentando el trabajo en equipo. Hay quien se ha atrevido a bautizar como “juegos serios” este fenómeno porque mezcla aprendizaje y diversión. Por eso cuando oigas ese jaleo en la habitación del adolescente, alégrate porque está preparándose para la economía digital y el nuevo mercado laboral.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

domingo, 27 de junio de 2021

3, …, 1, 0 ¿la cuenta atrás para las empresas españolas?

(este artículo se publicó originalmente el día 19 de junio en el diario El Economista)


No hay equivocación en el título de este artículo. No se ha borrado el número “2” de esta particular cuenta. Lo entenderán si se animan a seguir leyendo y de paso para conocerán la mayor startup de finanzas en el planeta.

Ant Group es su nombre. Y ha llegado a esta posición gracias a ser la plataforma de pago y de servicios de Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico. Sus resultados del año 2020 impresionan, unos ingresos de 71.985 millones de dólares que suponen un crecimiento del 62% frente al ejercicio anterior y un beneficio neto de 21.080 millones de dólares que mejora en un 85% el de 2019. Ant Group, con sede en Hangzhou, conocida como el Silicon Valley chino, controla el 70% del mercado de pagos móviles en su país China y da servicio a un total de 960 millones de clientes, en el que dos de cada diez ya están fuera de China.

La ambición de convertirse en un supermercado financiero le ha llevado a abrirse camino internacionalmente a golpe de talonario. En 2018 pagó 880 millones de euros por MoneyGram, el líder americano de las remesas. También ha invertido en la india Paytm, la tailandesa Ascent Money y la surcoreana Kakao Pay. La guinda de esta estrategia corporativa iba a ser la salida a Bolsa a finales del pasado año, la más grande de la historia con un importe total de 270.000 millones de euros, pero se canceló por el gobierno chino que no veía con buenos ojos tanto poder en una única empresa. Abrumadoras cifras e intervenciones estatales aparte, es evidente que Ant Group es un buen ejemplo de la innovación que está sufriendo las finanzas con las conocidas como fintech, empresas de nueva creación en este sector que se apalancan sobre la tecnología.

Los pagos a través de Alipay son el negocio fundamental de Ant Group, sin embargo, la empresa está creciendo rápidamente con nuevos servicios que van desde la gestión de activos hasta los préstamos y seguros. Servicios como Ant Fortune (plataforma de gestión de patrimonio), Zhima Credit (sistema de calificación de riesgos o scoring financiero además de un programa de fidelización) o Ant Forest (aplicación que busca concienciar a los ciudadanos de llevar una vida más saludable y respetuosa con el medio ambiente) son una muestra de esta diversificación.

Pero para lo que nos ocupa aquí tenemos que destacar su servicio MyBank, un banco exclusivamente digital, muy enfocado a los autónomos y a las PYMES chinas que desde su creación en 2015 ha concedido más de 290 billones de dólares en préstamos bajo el modelo 3-1-0. Una oferta imbatible que se resumen en “3 minutos para solicitar el préstamo, 1 segundo para su aprobación y 0 intervención humana”. En todo el proceso no precisan de personal alguno pues el big data y la inteligencia artificial hacen todo el trabajo. Además, lLa cantidad de información que Ant Group posee de sus clientes hace además posible tenerle permite además hacer gala del el menor nivel de impagados del sector, un 1%. Por eso nos preguntamos si el slogan 3-1-0 puede ser la cuenta atrás para la desaparición de las entidades que no sean capaces de digitalizarse a la velocidad china.

A principios de este año Jack Ma, el fundador de este grupo, aseguró que los bancos tradicionales son dirigidos como “viejas casas de empeño”. Más allá del exabrupto contra uno de sus competidores, es una realidad la debilidad de las empresas europeas de finanzas pero también del retail, y lo que es peor el desplome de sus valores bursátiles. Si las empresas incumbentes de esta parte del mundo quieren defender su cuota de mercado están obligados a innovar y prestar una atención excelente al cliente, dos áreas en las que destacan las fintech exitosas,

Por todo lo anterior se requiere una transformación completa y “enseñar a bailar a los elefantes como gacelas” que así como resumieron los investigadores de CISE en su reciente informe sobre intraemprendimiento. En la búsqueda de mantener vivo el espíritu de innovación las grandes empresas se sienten torpes, su estructura paquidérmica les impide ser ágiles como las fintechs. Pero la música está sonando, y la pista de baile se está poblando con infinidad de gacelas bailonas, de hecho, se estima que actualmente hay ya más de 20.000 fintechs operando en los mercados financieros.

Este momento recuerda a un agujero negro, donde las leyes convencionales de espacio y tiempo no resultan aplicables. Las corporaciones tienen que “desaprender” la cultura de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación. Esperemos que la amenaza china del “3, …, 1, 0” junto con la oportunidad del emprendimiento corporativo lleven a muchas grandes empresas a aprender a bailar como estas gacelas fintech y así salvarse.

Por todo lo anterior se requiere una transformación completa y “enseñar a bailar a los elefantes como gacelas” que así como resumieron los investigadores de CISE en su reciente informe sobre intraemprendimiento. En la búsqueda de mantener vivo el espíritu de innovación las grandes empresas se sienten torpes, su estructura paquidérmica les impide ser ágiles como las fintechs. Pero la música está sonando, y la pista de baile se está poblando con infinidad de gacelas bailonas, de hecho, se estima que actualmente hay ya más de 20.000 fintechs operando en los mercados financieros.

Este momento recuerda a un agujero negro, donde las leyes convencionales de espacio y tiempo no resultan aplicables. Las corporaciones tienen que “desaprender” la cultura de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación. Esperemos que la amenaza china del “3, …, 1, 0” junto con la oportunidad del emprendimiento corporativo lleven a muchas grandes empresas a aprender a bailar como estas gacelas fintech y así salvarse.

 

IÑAKI ORTEGA CACHÓN, PhD. Profesor en Universidad Internacional de la Rioja UNIR

JOAQUIN SANZ BERRIOATEGORTUA, PhD. Socio en Kereon venture capital

domingo, 20 de junio de 2021

El color del dinero

 (este artículo se publicó el 20 de junio de 2021 en el blog del centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE)

No es nuevo teñir de color el dinero. A lo largo de la historia el dorado ha sido asociado a la riqueza ya que las reservas de oro de los países permitían emitir moneda de curso legal. Con la llegada del papel moneda, el verde de los dólares triunfo en el mundo ya que esta moneda se convirtió en el patrón monetario de la economía. Pronto apareció el dinero negro para referirnos a aquel que no se declara, aunque también es el que procede de actividades ilegales. Así surgió el blanquear el dinero cuando quiere lavarse, quitar el color negro de este dinero obtenido ilícitamente y así incluirlo en el flujo legal de la economía.

Pero hay otras historias que merecen la pena ser contadas sobre el color del dinero. Los anglosajones llaman «libra morada», a los beneficios de incorporar a tantas mujeres como hombres a la actividad económica. Con ello no solo se reduce el desempleo femenino, sino que además se ceba la economía con más consumo. El color morado de este dividendo demográfico de las mujeres se remonta a hace más de 100 años en Nueva York cuando una fábrica textil se incendia y mueren quemadas cientos de trabajadoras ya que las puertas estaban bloqueadas para evitar el absentismo. De la factoría en llamas unas columnas de humo morado pudieron verse a cientos de kilómetros de Manhattan; en la combustión se habían mezclado los tejidos rojos que fabricaban esas mujeres con el hollín de las chimeneas.

El dólar rosa, también conocido como dólar arcoíris, se acuña para explicar el nicho económico que ha ido creciendo desde los años 80 del siglo pasado vinculado al consumo del colectivo LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales) en sectores como el turismo, ocio, tecnología o moda. El color arcoíris del movimiento gay parece que proviene de la canción de la película el Mago de Oz que la musa de ese colectivo Judy Garland interpretó.

Pero también existe la economía naranja o la vinculada a las industrias culturales y creativas con subsectores como la arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, audiovisual, música, publicidad, software y videojuegos; según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), «si la economía naranja fuera un país, sería la cuarta potencia económica del mundo, un 20 por ciento más grande que Alemania. Ocuparía el noveno lugar entre los diez mayores exportadores, duplicando el valor de las exportaciones de petróleo de Arabia Saudí”

Y ahora la economía plateada o silver economy por su termino en inglés. Siguiendo a los profesores Aracil y Roch de la Universidad de Comillas el envejecimiento demográfico, entendido como un gran desafío, promueve también importantes cambios socioeconómicos radicales. Los cambios socioeconómicos radicales presentan implicaciones a largo plazo e influyen en los desarrollos organizativos e institucionales. Así, el envejecimiento de la población promueve un nuevo paradigma socioeconómico conocido como economía plateada que incorpora cambios socioeconómicos e influye en el comportamiento organizativo e institucional. En palabras de la Comisión Europea podemos hablar de un euro plateado "el rápido envejecimiento demográfico no solo es un desafío social importante en términos de presupuestos públicos, mano de obra, competitividad y calidad de vida, sino también una gran oportunidad para nuevos empleos y crecimiento". Como resultado, en 2018 la Comisión Europea definió la economía plateada como "la suma de toda la actividad económica que satisface las necesidades de las personas de 50 años o más, incluidos los productos y servicios que compran directamente y la actividad económica adicional. Además de la anterior, existen varios intentos de definir la economía plateada, promovidos especialmente por instituciones supranacionales. Por ejemplo, para la OCDE es "un entorno en el que los mayores de 60 años interactúan y prosperan en el lugar de trabajo, participan en empresas innovadoras, ayudan a impulsar el mercado como consumidores y llevan una vida saludable, activa y productiva". Otras definiciones de la economía plateada como la de la OMS se sostienen sobre las mismas características principales, como, por ejemplo, "la economía plateada es un concepto que intenta capturar los efectos económicos y las oportunidades resultantes del envejecimiento de la población". No caben en este breve artículo más definiciones a la vista de un reciente análisis bibliométrico encargado por el centro de investigación ageingnomics de Fundación MAPFRE que tasó en 1968 documentos científicos publicados entre 1975 hasta octubre de 2020 sobre el particular. Por ello nos quedamos con que este nuevo color plateado del dinero fruto de esta silver economy se refiere a las oportunidades para gobiernos, empresas, sociedades e individuos que surgen al adaptar y crear políticas, productos y procesos a las necesidades del envejecimiento de la población.

 

Si quiere leer el informe sobre la economía plateada del BID

Si quiere leer el informe sobre la silver economy de la Comisión Europea

Si quiere leer el informe sobre la silver economy de la OCDE

Si quiere leer el informe España 2050 donde se menciona la economía plateada

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja UNIR

lunes, 14 de junio de 2021

¿Qué le debo?

 

(este artículo se publicó originalmente en el diario 20 Minutos el 14 de junio de 2021)


Hay expresiones que pertenecen a otra época y me temo que la que titula este artículo es una de ellas. No sólo ha dejado de usarse eso del “qué le debo” (acabo de comprobarlo con mis hijos adolescentes) sino que ya ni siquiera nos lo preguntamos quizás porque pensamos que nos merecemos todo, creemos que hemos alcanzado la sociedad del gratis total.

Todas estas ideas me vinieron a la cabeza la semana pasada en la cola para vacunarme contra la covid19. Viendo todo tan organizado, celadores esperándote para aclarar dudas, instalaciones impolutas, carteles indicativos novísimos, sistemas informáticos con diligentes funcionarios comprobando tus datos, enfermeros pinchándote un vial y salas de espera con médicos de retén, era difícil no pensar que tenía un coste.

Pero ni mi vacunación ni nada es gratis. Todo tiene un precio y ese precio muchas veces es económico, tiene un valor monetario. Pero incluso cuando no somos capaces de calcularlo en euros, posee un valor en esfuerzo personal o en el coste de dejar de haber hecho otras cosas por ello. Los economistas lo llamamos "coste de oportunidad", Samuelson, premio nobel de economía decía que "toda elección implica un costo" y por ello nada en la vida es gratis.

Por supuesto que se podría calcular el precio de los apenas tres minutos que estuve en el hospital vacunándome. Tendríamos que sumar lo que la administración ha pagado a los laboratorios por las vacunas, pero también agujas, vendas y esparadrapo, añadir los sueldos de todo el personal, los costes de las instalaciones sanitarias incluyendo construcción y mantenimiento, no obstante, sería incompleto. De justicia parece sumar también el valor de todas las actuaciones públicas estos meses para frenar la expansión del coronavirus incluyendo nuevos hospitales; la factura de todo un sistema sanitario volcado en atender a cientos de miles de contagiados y por supuesto las personas que se han dejado la vida por llegar a esta situación, me refiero a funcionarios como médicos o policías y los miles de ciudadanos que murieron durante la pandemia por la ausencia de protección o por decisiones que minusvaloraron la amenaza vírica.

Y aún más. Siguiendo a Samuelson habría que incluir en esta imaginaria cuenta a satisfacer el coste de oportunidad de no tener una industria farmacológica en España o la ausencia de políticas de apoyo a la investigación que nos hubiera permitido tener antes a muchas más personas inmunizadas y por tanto haber salvado de la muerte a miles de españoles. Pero no se acaba la lista aquí porque no puede obviarse el coste que sufren y sufrirán las personas que han perdido su empleo por la crisis pandémica o los enfermos que han debido retrasar sus tratamientos por la alarma sanitaria. Por no hablar del brutal impacto emocional que tendrá consecuencias que se trasladarán a la sociedad y a la economía en términos de absentismo, bajas laborales o atenciones médicas.

Pero, a pesar de todo ello, me fui del hospital con mi brazo dolorido y sin decirle a nadie ¿qué le debo por la vacuna?

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor en la Universidad Internacional de La Rioja UNIR

 

domingo, 6 de junio de 2021

Castillos de arena frente a tsunamis

 

(este artículo se publicó originalmente el día 6 de junio de 2021 en el suplemento Actualidad Económica del periódico El Mundo)

Alipay es la plataforma de pagos de Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico, pero también es la punta de lanza de más de 20.000 fintechs que están poniendo en jaque a las entidades financieras. Un auténtico tsunami en el que las finanzas occidentales han de optar entre quedarse en sus “playas” jugando a castillos de arena con los famosos sandboxes o surfear la “ola gigante” de la disrupción.

Siguiendo al especialista en venture capital, Joaquín Sanz-Berrioategortúa, los resultados anuales de Alibaba en el año fiscal 2020 impresionan. Obtuvo 71.985 millones de dólares de ingresos y un beneficio neto de 21.080 millones de dólares, con un aumento anual del 62% en el primer caso y del 86% en el segundo. Su plataforma de pagos, Alipay controla el 70% del mercado de pagos móviles en China. Su ambición de convertirse en un gigante financiero le ha llevado a abrirse camino internacionalmente a golpe de talonario. En enero del 2018 pagó 880 millones de euros por MoneyGram, el líder de las remesas en Estados Unidos. También ha invertido en la fintech india Paytm, la tailandesa Ascent Money y la surcoreana Kakao Pay. La guinda de toda esta estrategia corporativa iba a ser la salida a bolsa, la más grande de la historia, con un importe total de 270.000 millones de euros, pero el estado chino ha paralizado esta operación además de propiciar un relevo del CEO. La decisión sólo se explica por el temor del gobierno chino a perder el control ante el gigante.

Alibaba junto a Baidu, Tencent, conocidas como las BAT por sus siglas, son un buen ejemplo de la innovación financiera con origen en China. Estamos acostumbrados a tener a Occidente como referente mundial, pero para entender esta revolución hemos de comenzar mirando hacia el Este. Su laxa regulación favorece la incursión de las grandes tecnológicas chinas en los servicios financieros mientras que en Europa celebramos que hemos empezado a jugar a “castillos de arena” con los sandboxes promovidos por las autoridades nacionales.

Volviendo a Alibaba, los pagos a través de Alipay son su negocio fundamental en esta industria, pero al mismo tiempo está creciendo rápidamente en áreas que van desde la gestión de activos hasta los préstamos pasando por los seguros puesto que conforme afirma el doctor en economía Sanz-Berrioategortúa cuenta con una base inmejorable de 960 millones de usuarios y 225 millones de operaciones que realiza diariamente. De hecho, hoy en el grupo financiero de Alibaba nos encontramos plataformas de servicios a través de la cual sus usuarios pueden desde pedir un taxi o gestionar su patrimonio pero también servicios de inversión personalizados y hasta sistemas de calificación de riesgos, seguros médicos, bancos digitales para autónomos que conceden préstamos en tres minutos o créditos sin intereses para jóvenes.

Resulta apabullante el vendaval de servicios de Alibabá, sin embargo, este gigante chino no es más que la punta del iceberg de la nueva industria fintech. El término fintech procede de las palabras en inglés finance y technology, y hace referencia a todas aquellas actividades que implican el empleo de la innovación y los desarrollos tecnológicos para el diseño, oferta y prestación de productos y servicios financieros. Las fintechs han llegado para quedarse. Actualmente representan alrededor del 5% del negocio bancario, pero su crecimiento está siendo muy rápido (49% anual según Morgan Stanley). Estas nuevas empresas aportan innovación, movilidad y una mejor experiencia de usuario.  Son muchas las expresiones de este nuevo sector desde el asesoramiento y gestión patrimonial, pasando por las finanzas personales y por supuesto las criptomonedas.

A principios de 2021 Jack Ma, el fundador de Alibaba tachó las normativas financieras de obsoletas y demasiado reacias a tomar riesgos. Se atrevió a tildar los acuerdos de supervisión bancaria de Basilea como “obra de un club de viejos”. El primer aviso de un tsunami con origen chino. No es la primera alerta, hace diez años Bill Gates definió la banca de consumo como un “dinosaurio” que iba a sufrir indefectiblemente ante las soluciones nativas. Hasta Harvard en una reciente encuesta a directivos ha constatado que el 65% de éstos consideran que las fintechs pasarán a ser un muy serio competidor en el cercano 2022. 

Para hacer frente a este tsunami, las instituciones financieras tradicionales se han puesto manos a la obra con nuevos CEOs tecnólogos, fusiones y cierres de oficinas para adelgazar. También con sofisticadas herramientas de inversión e incubación de emprendedores. Al mismo tiempo promoviendo espacios libres de regulación para innovar de la mano de sus reguladores: “areneros» se les ha llamado por su nombre en inglés sandboxes. Toda una ironía jugar con la arena en las “playas” de la regulación europea mientras el tsunami financiero avanza sin que nadie le pare.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR)

jueves, 3 de junio de 2021

Nadie cuidó a los cuidadores

 

(este artículo se publicó originalmente en el blog de Supercuidadores en el mes de junio de 2021)


La cohorte de edad que más ha padecido el covid-19 en términos de mortalidad ha sido la de los adultos mayores. Además, una gran mayoría de los fallecidos de esa edad vivían en residencias de mayores. La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de las personas mayores, pero especialmente del sistema de cuidados de larga duración. Los centros residenciales han evidenciado múltiples carencias y al mismo tiempo, se observaron interrupciones en otros tipos de servicios como centros de días o los servicios domiciliarios que también sufrieron las consecuencias de la insuficiente resiliencia de los recursos humanos dedicados a los cuidados.

Un equipo de consultores e investigadores del BID, entre los que me incluyo, mediante un proceso cualitativo desarrollado en 2020 y un análisis de fuentes disponible para Europa, con especial foco en España, hemos identificado los principales elementos a mejorar en la gestión de los cuidados en los adultos mayores, así como una serie de buenas prácticas, A su vez se han sistematizado recomendaciones para avanzar hacia un sistema de cuidados centrado en la persona.

A modo de resumen hay que destacar que en plena alarma sanitaria se demostró un insuficiente apoyo prestado a los cuidadores. La pandemia supuso una incidencia muy alta de bajas laborales y dificultades de sustitución ante una oferta de contratos precarios y tareas poco atractivas, a los que se unió el alto riesgo personal. La falta endémica de estos profesionales también incrementó la carga del personal que permaneció activo, reduciendo su adherencia a medidas de protección. Fue preocupante especialmente la situación de los profesionales que realizaron tareas de refuerzo transitando por diferentes centros, con el objeto de lograr una jornada laboral completa.

La situación laboral de los cuidadores de personas adultas mayores frágiles, por tanto, debería ser revisada. En primer lugar, mejorando sus competencias a través de formación y acompañamiento (urge una revisión de las habilidades de los profesionales para ir más allá de las acciones de higiene, movilización o limpieza y migrar a competencias actitudinales y de identificación de lo que constituye un buen trato.  Garantizando condiciones dignas de trabajo y salario asociadas a la responsabilidad y complejidad de su perfil profesional y evitando la continua rotación en su actividad laboral no solo por el peligro que entraña en este momento, sino también para mejorar la calidad de la atención que ofrecen (cuidar a las personas cuidadoras y facilitar su bienestar, es la única vía para garantizar el desempeño de su trabajo desde la dignidad y autonomía que requiere). Por último, no puede olvidarse el apoyo a las cuidadoras familiares o informales dando respuesta a sus múltiples necesidades: apoyo psicológico, servicios de respiro suficientemente evaluados y flexibles, medidas de conciliación, así como la escucha y el acompañamiento en las situaciones difíciles que afrontan en el proceso de cuidado

En cuanto a las buenas prácticas ha de remarcarse que están alineadas con tendencias de largo plazo en el sector del cuidado, hacía la creación de un modelo de atención centrado en la persona, donde los servicios se brindan en la casa o con una personalización que apunta a replicar las condiciones de la casa. No puede obviarse a la hora de hablar de cuidadores que la responsabilidad de los cuidados en el entorno familiar evoluciona sin camino de retorno. Las mujeres, sostenedoras de la vida doméstica, van incorporándose progresivamente a la vida laboral. Es a partir de estas circunstancias cuando los cuidados empiezan a salir del ámbito de la intimidad para convertirse en un asunto social, de responsabilidad compartida, que debe ser asumido, al menos en parte, por los poderes públicos. A su vez el incremento de los hogares unipersonales está modificando de manera sustancial las relaciones de convivencia y también el modelo de transferencia de cuidados. Por otra parte, y relacionado directamente con la configuración de los hogares, la soledad aparece con fuerza en este grupo de población, generando nuevas necesidades de intervención.

Los cuidados son una fuente de generación de empleo y una oportunidad económica para los territorios que tomen las decisiones adecuadas desde el ámbito público y privado. Todas las previsiones indican que el número de adultos mayores aumentará considerablemente en los próximos años en todo el mundo y con ello su multiplicarán las situaciones de dependencia que han de obtener respuestas con nuevos bienes y servicios en el ámbito de la economía plateada.

Iñaki Ortega es profesor de la UNIR y publicó en 2021 para el BID el informe "Fragilidad de los sistemas sociosanitarios durante la covid19"

 

No es país para startups

(Este artículo se publicó originalmente el 1 de junio de 2021 en el periódico La Información)


He revisado las portadas en papel de los principales diarios económicos españoles y nada, no aparece. He buceado en los tuits de los líderes políticos y tampoco, ni una palabra. ¿Cómo es posible que la noticia más relevante en materia de emprendedores en años no exista para la economía y la política patria? ¿Alguien puede explicar tantas grandes palabras sobre los emprendedores y promoviendo rimbombantes planes de apoyos a startups y ahora nadie se acuerde?

El pasado 26 de mayo la compañía de origen español Flywire comenzó a cotizar en el Nasdaq, el índice tecnológico de la Bolsa de Nueva York. Flywire es una fintech creada por un ingeniero valenciano. En 2008 Iker Marcaide en pleno estallido de la crisis financiera iniciaba su andadura en el prestigioso Massachusetts Technology Institute (MIT) de Estados Unidos, fue tal el quebradero de cabeza con la transferencia para el pago de la matrícula que le llevó a crear una startup de nombre Peertransfer. La idea era sencilla, montar una plataforma de pagos a los estudiantes en las universidades. La clave nacer a caballo entre Boston y Valencia; el primero uno de los ecosistemas de referencia global para la innovación y Valencia con talento de calidad y competitivo para la oficina de desarrollo. Trece años después, Flywire es uno de los pocos unicornios españoles junto a Cabify y Glovo y nuestra primera startup que logra salir al Nasdaq.

Mientras tanto en España parece que lo importante son las malas noticias de las viejas empresas. Que, si el gobierno pone y quita presidentes de una cotizada como Indra o que el Banco Sabadell y el BBVA darán la última vuelta de tuerca para reducir aún más la plantilla por no hablar del presidente de Iberdrola que acudirá “voluntariamente” a declarar en los tribunales. No es país para startups.

“Navegando a Bizancio” es uno de los poemas del poeta William Butler Yeats. Escrito en 1920, el primer verso reza asi: That is no country for old men (No es país para viejos). De este modo el premio Nobel irlandés se quejaba del poco caso que los jóvenes hacían de la experiencia de los mayores. La frase se hizo conocida en los ambientes literarios y la película de los hermanos Coen de 2007 con Barden como protagonista terminó por hacerla viral. Casi cien años después a la vista de la nula atención a los éxitos de los emprendedores españoles (salvo honrosas excepciones) podemos lamentarnos como el literato dublinés: ¡No es para para startups!

Flywire es una solución a los altos costes y a la incertidumbre de los pagos internacionales y es lo que se ha venido a llamar como una fintech. Se encuentra dentro de la industria de los servicios de pago, quizás una de las ramas financieras donde más penetración tienen en la actualidad las startups. Las nuevas tecnologías facilitan los pagos, reducen su coste y permiten dar cobertura a segmentos de población que antes tenían dificultades de acceso a este tipo de servicios. La creciente demanda ha estimulado la entrada de estas empresas tecnológicas que, mediante aplicaciones web y móvil, pasan a formar parte de los sistemas de pagos.

Siguiendo al quizás mayor experto español en venture capital Joaquín Sanz-Berrioategortúa, el término fintech procede de las palabras en inglés finance y technology, hace referencia a todas aquellas actividades que implican el empleo de la innovación y los desarrollos tecnológicos para el diseño, oferta y prestación de productos y servicios financieros. Actualmente representan alrededor del 5% del negocio bancario, pero su crecimiento está siendo muy rápido.  El número de nuevas empresas de este tipo casi se duplicó en el último año llegando a un total de 20.925 empresas.

Es muy amplio el espectro de empresas fintech que existen en el mercado, en aras de simplificar podríamos identificar los principales verticales de los emprendedores financieros.  Además de los ya explicados medios de pagos tenemos el asesoramiento patrimonial, es decir plataformas desde las que se gestiona el capital de los clientes utilizando procedimientos automatizados, que incluyen complejos algoritmos. Son conocidos como roboadvisors, robots que asesoran en las finanzas mediante carteras automatizadas pero que tienen en cuenta las circunstancias personales. Son los nuevos competidores de la banca personal y privada, una revolución en la gestión de patrimonios. Si tuviésemos que destacar en España una fintech en esta especialidad podría ser Finanbest que ofrece planes de pensiones y carteras de fondos de inversión en función del perfil de inversor, construidas mediante un modelo de inversión algorítmico sumado a muy bajos costes gracias a la automatización. La aportación mínima es de 3.000€ y la rentabilidad para sus clientes es de un 3,4% neta anual superior a la media del mercado, medida por Inverco.

Otro ámbito de las fintech son las finanzas personales. De modo y manera que ofrecen al cliente la gestión de las finanzas personales y la posibilidad de comparar distintos productos financieros. Facilitan información sobre el estado y los movimientos de sus cuentas y ofrecen productos financieros perfilados a las necesidades de los usuarios. Hacen posible organizar automáticamente los gastos en tiempo real, colocando en una misma aplicación la información financiera personal de bancos y tarjetas, de tal manera que se puede obtener predicciones financieras, así como, recomendaciones de ahorro en función de nuestro estilo de vida. Fintonic, es española y es el primer banco de este tipo de habla hispana que facilita servicios financieros gracias a su oferta de préstamos, cuentas y tarjetas, renegociación de facturas y acceso único a los movimientos de todos los bancos y tarjetas. Todo en remoto.

El tercer vertical fintech podría ser la financiación alternativa. Son préstamos rápidos online. Préstamos a particulares y empresas, de pequeños importes, concedidos de forma ágil. Y por otro lado la financiación participativa, que consiste en poner en contacto a través de una plataforma a promotores que necesitan financiación para sus proyectos con una pluralidad de inversores particulares. Este tipo de financiación, también conocida como crowdfunding, puede ser a través de préstamos (crowdlending) o mediante la emisión de determinados instrumentos financieros como son las acciones (crowdequity). Grow.ly fundada en 2014 ha sido pionera en nuestro país en este campo.

No podemos olvidar las fintech que usan tecnologías disruptivas como el bigdata, inteligencia artificial, la biometría y el blockchain. En este último caso los más llamativos están siendo los criptoactivos que son la representación de activos, registrados en formato digital, que se apoyan en la criptografía y en las tecnologías de registros distribuidos como el blockchain. Entre estos activos se encuentran las criptomonedas como el bitcoin, omnipresentes en los últimos tiempos por sus expectativas a pesar del alto grado de volatilidad y especulación.

Pero las fintech están desbordando las finanzas para alcanzar industrias como los seguros o la promoción inmobiliaria. Si siguen al doctorado por Deusto Business School, Sanz-Berrioategortúa, podrán saber que la comparación entre las entidades tradicionales del sector financiero con las nuevas fintech exige fijarse en el modelo de negocio de cada una de ellas. Se trata de lo digital frente a lo analógico. De ese modo podemos resumir en tres conceptos este cambio de paradigma. En primer lugar, el coste fijo vs coste variable. La forma tradicional de hacer empresa exige una estructura física, en las fintech todo pasa a ser coste variable y venta incremental. En segundo lugar, la fábrica vs plataforma. Tradicionalmente era dentro de las paredes de la empresa donde se crean, elaboran y gestionan las nuevas propuestas de negocio. A la inversa, las fintech operan en un entorno abierto y compartido. No funcionan como compartimentos estancos, sino frente a las caducas relaciones bidireccionales empresa-cliente, para ellas cualquier relación, hasta la más simple, es multilateral. Y por último conocimiento privado vs conocimiento compartido. En la empresa tradicional el conocimiento es considerado parte de la propiedad. Por el contrario, en las fintech el centro de gravedad se desplaza hacia los usuarios que van ganando en libertad de elección y visibilidad de la oferta gracias a la mayor transparencia que concede internet.

No quiero terminar sin recordar que Flywire ha podido llegar hasta aquí gracias a talento de sus fundadores pero también al apoyo de inversores españoles que creyeron en ellos desde el inicio del proyecto, como Kibo Ventures, el fondo de inversión liderado por Aquilino Peña y Javier Torremocha, además de agentes clave del ecosistema valenciano como Raúl Aznar o Iñaki Berenguer. Estos inversores españoles, pero también otros como Carina Szpilka, Javier Santiso, Iñaki Arrola, Jon Uriarte o Yago Arbeloa y emprendedores fintech como Lupina Iturriaga, Asier Uribeechevarria y Mireia Badía son la esperanza para que un día gritemos ¡España, si es un país para startups!.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


martes, 1 de junio de 2021

La píldora del indulto (Matrix en España)

 Este artículo se publicó originalmente el día 31 de mayo de 2021 en el periódico 20 Minutos)


La película Matrix se estrenó en 1999, han pasado dos décadas, pero su impronta sigue muy presente en los que la vimos.  Si te pilló muy joven o estabas “a por uvas” en el cambio de siglo, te la resumo en unas líneas.

Neo es un joven programador de día y hacker de noche. Lleva toda su vida intuyendo que algo no cuadra en el mundo que le ha tocado vivir. Un día, una amiga le anuncia que otro hacker llamado Morfeo tiene una terrible información que le hará entender todo. Para obtenerla debe renunciar a su vida anterior y a todo lo que había conocido antes, simplemente tomando una píldora roja. Al mismo tiempo le ofrece una píldora azul que le devolverá a su normalidad sin recordar nada y por tanto sin preocupación alguna, pero sin conocer la verdad. Neo opta por la pastilla roja y descubre que el mundo en el que creía vivir no es más que una simulación virtual (Matrix) a la que se encuentra conectado mediante un cable enchufado en su cerebro. Millones de personas están siendo cultivadas para poder dar energía a las máquinas. La humanidad esclavizada por ordenadores que usaron la inteligencia artificial para rebelarse contra sus creadores. Neo, su amiga y Morfeo comienzan entonces una serie de peripecias para salvar al mundo.

Ahora dime si estos días no te sientes como el actor Keanu Reeves, Neo en la película, teniendo que elegir entre apoyar el indulto a los condenados por romper con la legalidad el 1 octubre de 2017 u oponerte a la medida de gracia.

Si aceptas el indulto (la píldora azul) nos dice el Gobierno que seremos buenas personas para siempre y la tranquilidad volverá a Cataluña, aunque eso sí, tendremos que olvidar que los hoy presos quisieron reventar la democracia y violar los derechos de cientos de miles de catalanes. Si te opones al indulto (la píldora roja) te arriesgas a que te tachen de facha, vengativo; tendrás que ir a manifestaciones, te enfadarás y conocerás pactos que te helarán la sangre.

Si tomas la píldora azul no habrá informe en contra de la Fiscalía o del Tribunal Supremo que recordar, tampoco en tu cabeza volverá a aparecer las declaraciones de los compañeros de partido de los condenados exigiendo las excarcelaciones para sostener este gobierno. Pero, ay, si te tragas la píldora roja, cada nuevo órdago al orden constitucional desde Cataluña será culpa tuya; te convertirás en heredero de las peores dictaduras y en una persona con los sentimientos más abyectos que puede tener un ser humano.

Parece que la elección es sencilla. Mejor la tranquilidad que la incomodidad. La píldora azul que la roja. Pero igual que Neo optó por saber la verdad, aunque le costase la vida (spoiler), cada vez es más común llevar la contraria. Que se lo digan a los miles de españoles que han optado por la segunda dosis de Astrazeneca a pesar de que lo fácil (y lo que nos recomendaban las autoridades) era Pfizer. Será porque en su mayoría son babyboomers que habían visto Matrix o bien que se ha iniciado un proceso imparable de no fiarse de las verdades cómodas. Pronto lo sabremos.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)