En 2007 dos profesores de instituto de una pequeña población de
Colorado hartos de las ausencias de los alumnos por la dureza del clima y las
largas distancias que tenían que recorrer para llegar a clase idearon una
sencilla herramienta. Jonathan Bergman y Aarón Sams grababan las lecciones
y junto los materiales que habían usado en clase las volcaban en internet para
que aquellos estudiantes que no habían asistido a clase pudieran tener acceso a las mismas.
Rápidamente su uso se hizo viral y los dos profesores comenzaron a explicar a otros docentes cómo
enseñar a los alumnos fuera del aula. Tan grande fue la aceptación que maestros
en todo el mundo comenzaron a utilizar estas lecciones fuera del aula con lo
que conseguían aprovechar el tiempo de clase para realizar ejercicios y
trabajar en equipo. Así es como en medio de las montañas rocosas americanas
nació la llamada aula invertida o flipped
classroom como se conoce en el mundo anglosajón.
En realidad el término había sido originalmente acuñado por dos
académicas, Walvoord y Anderson, que en 1998 propusieron un modelo donde los
estudiantes, antes de la clase, tenían un primer acercamiento al contenido.
Luego en el aula, se fomentaría la comprensión del contenido mediante un
aprendizaje activo. Con el objetivo de asegurar que los estudiantes realizaran
la preparación necesaria para el trabajo en el aula, éstos debían llevar a cabo
una serie de actividades previamente. Al introducirse años después la
tecnología multimedia, el método de clase invertida se perfeccionó con las
infinitas posibilidades que daba la universalización de internet. Hoy es una
modalidad de aprendizaje
semipresencial (blended learning) que
está llamada a revolucionar la enseñanza reglada acabando con la antiquísima
clase magistral. Porque si somos capaces de cambiar el modelo tradicional de
clase, llevando parte del proceso de enseñanza y aprendizaje fuera del aula, se
consigue utilizar el tiempo de clase para actividades con las que perfeccionar
el aprendizaje.
Este mes dos profesores de la Universidad de Deusto, Alex Rayón
y yo mismo impartimos una clase con este método con gran éxito a la vista de
las encuestas que rellenaron los alumnos de executive
education que participaron en el aula invertida. Ambos docentes grabamos en
enero de este año un video de no más de 6 minutos, siguiendo las
recomendaciones de los expertos chilenos de la plataforma de enseñanza digital
Flipp, puesto que internet ha reducido
la capacidad de concentración de los estudiantes. Además les adjuntamos una
serie de lecturas y un cuestionario sobre lo explicado. Finalmente en abril
convocamos la sesión presencial en la que la clase, al ser invertida, la daban
los propios alumnos explicando sus aprendizajes y planteando a los dos
profesores sus dudas. La sesión se convirtió en un enriquecedor debate donde
comprobamos la virtualidad de este método.
Pero lo que si me atrevo a sugerir es la necesidad de escalar
este método fuera de la educación. Sus fundamentos teóricos se centran de forma
principal en dedicar el tiempo de clase a tareas en las que el alumnado sea el
protagonista del aprendizaje y no a la realización de explicaciones teóricas
que pueden realizarse cómodamente en casa gracias a la tecnología.
En breve veremos tediosos debates en el Congreso de los
Diputados para aprobar los presupuestos generales del Estado. Así mismo estos días termina el plazo que establece la legislación mercantil para celebrar
interminables juntas generales de accionistas de las más importantes empresas
españolas. En unos y otras el método ha sido el mismo que queremos modernizar,
la clase magistral. Monólogos de ministros y de portavoces parlamentarios; de
consejeros delegados, presidentes y secretarios de consejos de administración.
Con apenas (como dicen en el baloncesto para ese tiempo que se juega sabiendo
que el resultado del partido no cambiará) unos minutos de la basura para preguntas
de periodistas o accionistas minoritarios.
En el método de aula
invertida al darle la vuelta a la clase, el rol como docente también debe
moverse y el profesor ha de tener otras habilidades como la empatía, la escucha
activa, la modestia y la vocación de servicio. No estaría mal que los que
gestionan empresas y gobiernos se apliquen el cuento.