jueves, 28 de diciembre de 2017

Bitcoin, Benzema y otros elefantes en la habitación

(este artículo se publicó originalmente el día 25 de diciembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)

Esta semana me he acordado varias veces de la frase en inglés “el elefante en la habitación”. La expresión alude a un tema espinoso que todo el mundo conoce pero del que nadie se atreve a hablar, con lo cual se hace el silencio y se finge que no existe. El modismo también se aplica a un problema o riesgo obvio que ninguna persona quiere discutir. Se basa en la idea de que sería imposible pasar por alto la presencia de un elefante en una habitación. Por ello las personas que simulan que el paquidermo no está, han elegido evitar lidiar con el enorme problema que implica su simple asunción.
Elephant in the room es definido por el diccionario de Cambridge como un problema obvio sobre el que nadie quiere discutir y se ha incorporado al idioma español como una expresión metafórica que hace referencia a una verdad evidente e incómoda que es ignorada. El origen de la expresión viene de un famoso cuento de la India. Al parecer fue usado por los budistas y los hindúes como parábola en sus religiones para enseñar que no todo es fácil de explicar y que no todos vemos lo mismo siempre.
En un templo en medio de las junglas más profundas de la India, vivían cuatro jóvenes monjes y su sabio maestro. Un día los discípulos se pusieron a discutir sobre cómo era Dios. Cada uno tenía su propia versión, mientras uno decía que era "bueno", los otro decían que era "severo" o "justo", menos su viejo profesor quien permanecía en silencio. Cansado de la discusión y viendo la oportunidad de enseñarles algo, les pidió que se pusieran una venda en los ojos y entraran en una habitación para explicar que había dentro. Cada uno tenía asignado un sitio y no podían moverse de él. Los cuatro monjes entraron intrigados y tras cinco minutos salieron y contaron lo que pensaban que había dentro de la habitación usando para ello solo el tacto. El primero habló de una serpiente, el segundo creyó estar en un enorme barco porque tocó unas velas. En cambio para el tercero solo había un cuarto vacio porque posó sus manos en una rugosa pared. Por fin, el último tenía claro que dentro había un árbol con un ancho y húmedo tronco.
El maestro sonreía mientras les quitaba las vendas. Cuando los hizo pasar a la habitación sus alumnos no se lo podían creer. Ahí había un enorme elefante. La serpiente era la trompa, las velas del barco eran las orejas, la pared era la tripa y el tronco del árbol una pata. Entonces el anciano maestro les explicó: “Alumnos míos, cada uno habéis podido observar al elefante desde un punto de vista. Si hubierais escuchado a vuestros compañeros en vez de creer que cada uno de vosotros tenía toda la razón quizás lo hubierais adivinado. Cada uno tiene su verdad, pero mejor que pelearos, es más fácil hablar y conocer esa verdad desde todas sus perspectiva”.

En apenas tres días la casualidad hizo que apareciesen varios de esos elefantes en España. El jueves 21 de diciembre las elecciones catalanas pusieron al PP frente a la realidad de que en la comunidad autónoma de España más rica, tiene un apoyo residual entre otras razones por un candidato que no parece el más adecuado. El viernes 22 de diciembre el bitcoin se desplomó un 30% tras haber alcanzado en solo 11 meses una revalorización del 1.400%. La polémica criptomoneda llegó a perder en algún momento de ese día la mitad de su valor e hizo que se les cayera la venda de los ojos a miles de inversores en todo el mundo. La última serendipia se produjo el sábado 23 de diciembre cuando el Real Madrid fue humillado en el Santiago Bernabéu por su eterno rival. El FC Barcelona demostró a los directivos del club madrileño y a los millones de espectadores que siguieron “el clásico” que la zaga merengue tiene un problema que ya no puede obviarse.

Rajoy tiene un elefante en su habitación con el PP catalán desde hace años. El bitcoin ha sido capaz de movilizar billones de dólares pero como el elefante de la expresión nadie entiende la tecnología que lo soporta. Benzema no marca los goles que un club como el suyo necesita pero su entrenador no ve el elefante a pesar de la evidencia.

No solo el idioma inglés recurre a los elefantes para explicar situaciones complejas como las vividas esta semana. De hecho en castellano es muy popular la locución “elefante en una cacharrería” utilizada para poner de manifiesto el daño que puede ocasionar la inadecuada presencia de alguien en unas  determinadas circunstancias. Su origen está en el imaginario popular haciendo alusión a los posibles destrozos que podría causar ese paquidermo en una pequeña tienda con muchos estantes. El Partido Popular, la comunidad inversora mundial y Florentino Pérez tendrán que elegir entre la expresión inglesa o la española, pero parece que es más fácil reconocer el problema que acabar actuando tarde y torpemente.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Bienvenida la moda de emprender

(este artículo se publicó originalmente en la revista Corresponsables en el mes de diciembre de 2017)

El informe Global Entrepreneurship Monitor -la red de investigadores del fenómeno emprendedor más potente del mundo-, constata en su informe para España que los emprendedores se están configurándose como una palanca de empleo, desarrollo y prosperidad. Frente a los que durante demasiados años sugerían que los emprendedores retardaban la actividad económica porque eran menos eficientes y estaban fuera de la actividad innovadora por falta de recursos, hoy nadie duda de los beneficios que reportan a la sociedad los emprendedores. Ha hecho falta quizás la irrupción en la agenda mundial de disruptivas startups en sectores  como el turismo, el trasporte o la automoción. Pero en nuestros días, en España, es una realidad que la iniciativa emprendedora es el vehículo por el cual las ideas más innovadoras son implementadas. La explicación de este auge tiene su base en la globalización que ha hecho migrar la ventaja competitiva hacia actividades basadas en el conocimiento.  También los cambios tecnológicos han reducido el papel de las economías de escala, aumentado la competencia en los mercados y mejorando la capacitación de los agentes económicos, lo que ha beneficiado a la pequeña iniciativa empresarial. Y por último, las nuevas generaciones de millennials que no están dispuestos a malgastar su vida trabajando para otros en proyectos que no les ilusionan, han encontrado en el emprendimiento su válvula de escape.
La literatura económica ha incorporado el concepto de ecosistema desde la biología para explicar las características de los territorios más dinámicos. Los países con ecosistemas emprendedores egresan continuamente nuevas empresas con capacidad de crecer y crear empleos, innovando en bienes, servicios y modelos de negocio. Y lo hacen porque los gobiernos, instituciones de conocimiento y grandes empresas orquestan sus actuaciones para conseguir más actividad emprendedora en el país.
Pero para que en nuestro país no se quede este fenómeno en una efímera  moda es preciso tener en cuenta  las siguientes cuestiones. Los poderes públicos en España tienen todavía una magna tarea por delante para avanzar en la transición hacia una auténtica economía emprendedora. Lo cual pasa no tanto por crear más programas públicos como por conseguir alinearlos en sus objetivos y coordinarlos en su ejecución. Se necesitan programas integrales, público-privados e insistentes frente a la provisión de servicios concretos o las ayudas coyunturales. Por ello disponer de mecanismos de evaluación para conocer el retorno de las políticas y su comparación con las mejores prácticas internacionales se hace indispensable. Las grandes empresas y la sociedad en su conjunto también deben hacer su parte; a las primeras les corresponde integrar este colectivo no solo dentro de sus planes de responsabilidad social, sino también en el seno de su misma estrategia corporativa a través de fórmulas innovación abierta. La sociedad, por su parte, debe desterrar definitivamente viejos estereotipos que aún pesan sobre los empresarios y otorgar al emprendedor una consideración social acorde al importante papel que desempeña en la economía.
A su vez cualquier programa de fomento en materia de emprendimiento ha de fortalecer el ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes. Actuar buscando el rédito a corto plazo y el protagonismo unilateral es síntoma de que no se está respetando ese equilibrio, lo que conduce al error de sustituir el ecosistema por un egosistema.
La persistencia y creación de grandes infraestructuras para la innovación desconectadas‎ de los emprendedores y sus necesidades. La sobreactuación gubernamental sin el mínimo análisis previo motivada por la agenda política o económica. El autismo de las grandes empresas a la hora de colaborar en sus programas de emprendimiento corporativo. La inexistencia de una gran fundación público-privada de ámbito nacional que permita que los jóvenes más brillantes  aspiren a emprender globalmente. La utopía de disponer de una auténtica unidad de mercado es también otro ejemplo de actuaciones en contra del ecosistema, como todos los anteriores.
Porque las personas con ideas están cada vez más presentes en las agendas de las instituciones y los medios de comunicación he querido titular este artículo Bienvenida la moda de emprender. Ciertamente la visibilización del fenómeno y de sus conexiones con el desarrollo económico y social es la primera condición para impulsar este talento en la buena dirección. Sin embargo, de todos depende que esta política pública no quede en algo pasajero como la primera acepción de la palabra moda lleva implícito, sino, muy al contrario, que perduren y se generalicen las mejores prácticas en este terreno. No en vano, la cuarta acepción de moda en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, esa que procede de la estadística y las ciencias sociales, se refiere al “valor que aparece con mayor frecuencia en una serie de medidas”.


Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja –UNIR-

jueves, 21 de diciembre de 2017

Otro Black Friday es posible. Cambiar para acertar

(este artículo se publicó originalmente el día 18 de diciembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)

Esta semana el nuevo consejero delegado de El Corte Inglés tuvo su primer acto público desde su nombramiento. Víctor del Pozo eligió para ello, curiosamente, una tertulia con directivos y jóvenes con motivo de la presentación de mi nuevo libro “Generación z”. La charla giró sobre la nueva forma de comportarse de los nacidos a partir de 1994. Los medios se hicieron eco de sus reflexiones como primer ejecutivo del gigante de la distribución español alrededor de los nuevos hábitos de consumo de los nativos digitales. El señor del Pozo conoce bien cómo se comportan los clientes porque lleva más de 25 años de cara al público ya que sacó su carrera a la vez que trabajaba en los grandes almacenes, y desde entonces no ha dejado la firma de la calle Hermosilla. El nuevo CEO de retail afirmó  que “los nuevos consumidores nos obligan a cambiar” y basó su argumentación en tres pilares. Primero, los nuevos clientes están superinformados, en segundo lugar viven en internet por lo que las empresas han de migrar hacia allí, por último los posmillennials exigen cambios constantes de marcas ya que son tremendamente volátiles en sus gustos. Acompañó su argumentación citando a Isidoro Álvarez, histórico presidente de El Corte Inglés, que también tuvo que cambiar la estrategia de su compañía pasando de ser unos almacenes en grandes ciudades a situarse en la mayoría de las capitales de provincia o lanzando la primera tarjeta de consumo a crédito en nuestro país. Isidoro además era conocido por visitar, casi obsesivamente, todos sus centros comerciales y atender personalmente a los clientes. Del Pozo también mencionó a Javier Goyeneche, fundador de la empresa de moda Ecoalf, como ejemplo de esas nuevas marcas que gustan a la generación z y que están presentes en sus expositores. Goyeneche también tuvo que arriesgarse hace unos años y cambiar de negocio. Tras una increíble expansión, con decenas de tiendas por toda la geografía española, la enseña Fun&Basic entró en concurso de acreedores y Goyeneche creó Ecoalf, esta vez con una única tienda pero con una potente venta online para sus irresistibles prendas de abrigo hechas con botellas de plástico recicladas. Hoy es una de las referencias de éxito de la nueva moda española en el mundo.

Jordi Albareda no fue citado esa tarde pero estaba presente en el numeroso público que abarrotó la sexta planta de El Corte Inglés de la calle Castellana de Madrid para la presentación del libro. Jordi también tuvo que arriesgar cuando dejó su trabajo en la consultora Mckinsey. Esta firma de servicios profesionales con sede en Nueva York se ha convertido en el mejor semillero de directivos de las grandes compañías. Solo en España los consejeros delegados del BBVA y Telefónica trabajaron en Mckinsey. También pasó por esa firma Fuencisla Clemares, hoy CEO de Google en nuestro país  que año tras año lidera los rankings del mejor sitio para trabajar. Las minutas diarias de la firma de consultoría estratégica superan el salario mínimo interprofesional de todo un año en España pero obliga a sus meritorios trabajadores a fijar su residencia en los aeropuertos de medio mundo. Volviendo a Jordi Albareda y su decisión de dejar un sueldo soñado y un mejor porvenir, más aún sorprende cuando se conoce que lo hizo para acabar con el Black Friday –que El Corte Inglés y todas las grandes empresas de retail han adoptado- a través de una ONG. Jordi ha conseguido con su iniciativa Fair Saturday que un centenar de ciudades y gobiernos como Bilbao, Santander, Cáceres o Málaga pero también Escocia o Perú reivindiquen al día siguiente del famoso día de rebajas, que otro mundo es posible a través del arte y la cultura.

Cambiar para acertar es la enseñanza de las palabras de Víctor del Pozo, pero también de las trayectorias profesionales de Isidoro Álvarez, Javier Goyeneche, Jordi Albareda y Fuencisla Clemares. Pero no quiero defraudar al lector de esta columna sin incluir una serendipia como todas las semanas. Todos los nombres propios citados en las líneas anteriores y el autor de este artículo  tenemos en común que de los 18 a los 22 años estábamos haciendo lo mismo a pesar de los distintos lugares y fecha de nacimiento. Todos nosotros estudiamos la licenciatura de empresariales. Casualidad o causalidad es algo que solo podrían responder cada uno de nosotros. Pero lo que yo sí puede afirmar es que para que puedan surgir más directivos que usen el lema «cambiar para acertar», las asignaturas de ese grado universitario también han de cambiar, actualizarse, para seguir acertando.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

La fórmula secreta para la digitalización

(este artículo se publicó originalmente en el diario El Economista el día 13 de diciembre de 2017)



La letra z es la última del alfabeto español. También los últimos que han llegado a trabajar a las empresas son los jóvenes nacidos a partir de 1994, conocidos como la generación z. El origen de la z viene de unas antiquísimas inscripciones en la península del Sinaí que representaban gráficamente esa letra con un puñal. Los que trabajamos con esa cohorte de edad en ocasiones sentimos ese puñal cuando se empeñan, con su irreverencia, en poner en cuestión todo lo que hacemos. El fin del principio de autoridad era algo que se venía produciendo en los últimos tiempos pero los jóvenes nativos digitales han perdido todo el respeto a sus jefes, padres y profesores porque no les necesitan ya para obtener las respuestas a sus preguntas.

Al parecer en Egipto ya había jeroglíficos que representaban la letra z, pero también los fenicios, etruscos y hasta los hebreos usaban unas figuras para representar la z y en todas ellas significaba «arma blanca». Conviene recordar que las armas blancas frente a las de fuego se llamaban así porque eran usadas por los caballeros que iban de punta en blanco, impecables. Es decir que a pesar de que esas armas infringían daño lo hacían de un modo honesto, conforme a unas normas. Los chicas y chicas de la generación z también  hacen daño a muchas industrias innovando con su startups, saltándose anticuadas barreras de entrada. Los emprendedores de fintech, insurtech o proptech ponen en apuros a la banca, los seguros y las inmobiliarias pero honestamente, porque están consiguiendo modernizar mercados obsoletos y además dar mejores y más baratos servicios a los consumidores.

Hubo que esperar a la civilización griega para que la letra z tomará su forma actual que heredaron los latinos y de ahí a nuestro idioma. El paso de los siglos nos ha hecho olvidar que detrás de muchas letras de nuestro abecedario hay un jeroglífico. La irrupción de esta generación z está generando mucha incertidumbre entre padres, maestros y en empresas porque no saben como acertar con esos jóvenes tan cambiantes. Esto nos recuerda qué dificil es descifrar lo desconocido. De hecho los jeroglíficos egipcios no fueron descifrados hasta después de dos mil años por el francés Jean François Champollion, llamado por ello el"Padre de la Egiptología". Nosotros no podemos tardar tanto es descifrar qué hay detrás de la conducta de los jóvenes que están poniendo en peligro la comodidad de las empresas incumbentes y nuestra paciencia en las aulas y oficinas.

La mitología atribuyó a un templo en Delfos la capacidad de conocer el futuro mediante unas sacerdotisas que hablaban por boca de Apolo. Eran las llamadas pitonisas. Durante varios siglos miles de personas, reyes o plebeyos, acudían una vez al mes al oráculo para saber que les depararía la vida. Muchas empresas hoy le consultarían si con la trasformación digital sobrevivirán. No pocos trabajadores alertados por los negros designios sobre la era de la inteligencia artificial le encuestarían si su empleo sobrevivirá. Y padres, profesores y empleadores harían cola para saber si la generación z tienen remedio o hay que dejarles ser así. Al mundo de la empresa ha llegado la estela del famoso oráculo con el muy usado en sociología método delphi, técnica  que te permite hacer predicciones mediante un proceso iterativo de encuestas a expertos. Nosotros después de estudiar a esta generación usando este método nos atrevemos a dar las claves para entender a los nuevos millennials. Será en un libro que presentamos este mes de diciembre en Madrid con la ayuda de dos empresas, Mapfre y El Corte Inglés, y las reflexiones de sus consejeros delegados. Por la novena letra de nuestro alfabeto empiezan tres de sus rasgos que hemos ido diseccionando en este mismo artículo. Irreverencia, innovación, e incertidumbre. Pero sin dos palabras más que también tienen la i como primera letra nada de lo anterior tendría sentido.

Los chicas y chicas que traerán la digitalización son la primera generación en la historia que se ha educado con internet en sus casas. Algo más de ocho millones en España pero el 25% de la población mundial, es decir son dos mil millones de almas que se han socializado y forjado su personalidad con acceso libre a la red de redes. Internet ha hecho que la unidad de medida del tiempo se haya acelerado de tal manera que lo que las generaciones anteriores aspirábamos a tener en un mes ellos lo tienen en un minuto. Música, amigos, compras, lecturas, viajes se consiguen ahora casi de forma inmediata. Por ello los jóvenes nos reclaman esa inmediatez cuando trabajan que nos parece inaudita pero para ellos y para cada vez más gente es lo natural.

Así que por favor apunten la fórmula secreta para adaptarse a nueva era de la mano de estos jóvenes: internet, innovación, irreverencia, inmediatez e incertidumbre.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

Nuria Vilanova es empresaria y presidenta de Atrevia

martes, 19 de diciembre de 2017

Emprender en una empresa es un cuento

(este artículo se publicó originalmente en el número de lanzamiento de la revista GLOBAL SQUARE el 12 de diciembre de 2017)

Si no le suena el cuento de “El elefante y la gacela”, no se preocupe porque no es tan conocido como “La cigarra y la hormiga” de La Fontaine que tanto nos repitieron nuestros padres. Tampoco lo firma el fabulista español Samaniego que nos dejó inolvidables piezas como “La gallina de los huevos de oro”. Este cuento de animales africanos, no existía hasta hace unos meses, pero ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, el emprendimiento corporativo es el conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno (intraemprendimiento), bien mediante la incorporación de conocimiento externo, por ejemplo startups, susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio (innovación abierta). Un nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España como lo demuestra las 43 corporaciones que reconocen que utilizan el emprendimiento corporativo y facturan en conjunto el equivalente al 21% PIB español, representando más del 53% de la capitalización del IBEX 35.
“Un joven elefante que vivía en la sabana observaba diariamente con admiración la agilidad con la que la ligera gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer giro de la danza, la pata del elefante se posó, por error pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela que murió aplastada en el acto”.
Lo que precede este párrafo es una fábula. Un género compuesto por una composición literaria breve con intención didáctica en la que los personajes son animales que presentan características humanas. Esas enseñanzas o aprendizajes que lo definen aparecen siempre al final del cuento y se conocen popularmente como moraleja. No traslades a los demás tus culpas, es la moraleja en la recordada fábula “La zorra y las uvas” y en  “El león y el ratón” se aprende a nunca despreciar las promesas de los pequeños porque puede que un día se cumplan.
Las metáforas con el mundo animal en la literatura económica no son nuevas: los tigres asiáticos a principios de este siglo para referirse a las entonces emergentes potencias asiáticas de Corea, Singapur, Taiwán y Hong-Kong; los PIGS, acrónimo acuñado por medios anglosajones para referirse peyorativamente a los países mediterráneos acuciados hace unos años por problemas de déficit y balanza de pagos, son solo algunos ejemplos. En el campo del emprendimiento, en el año 1979, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe “Job generation process”, al atreverse a poner en entredicho el paradigma dominante a favor de la gran empresa.  Birch demostró que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto y explicó estas dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello analogías zoológicas que aunque han pasado décadas siguen hoy muy vigentes. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Por último, ya en nuestros días, los unicornios se han traído de la mitología al mundo de la inversión, para definir las nuevas empresas que tienen una valoración de 1000 millones de dólares. Linkedin, Uber o Airnbn son ejemplos de esos unicornios tan deseados por los fondos de inversión.
También las moralejas han estado presentes en la doctrina económica y tras dos años de estudio el informe sobre emprendimiento corporativo que he tenido el honor de coordinar y que ha llevado por subtítulo “elefantes y gacelas bailan sin pisarse” ha dado lugar a cuatro enseñanzas. La primera es que este  fenómeno ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  Esta investigación permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad.  En segundo lugar y gracias al contraste entre dos encuestas hechas a intraemprendedores y a los propios directivos, hemos demostrado que el masivo apoyo al emprendimiento corporativo en España manifestado por las empresas  muestra más deseos que realidades. La tercera enseñanza es que la existencia de exitosos programas en multinacionales españolas demuestra que a pesar de la juventud del fenómeno ya hay buenas prácticas que permiten abonar el camino para los que empiezan ahora. La última lección aprendida  es que son muchos los obstáculos a sortear para implantar estrategias efectivas de innovación abierta e intraemprendimiento en las grandes corporaciones porque además de las dificultades propias de hacer crecer negocios emergentes se encuentran inercias de las grandes empresas que no respetan las peculiaridades del mundo startup.
En la vida real es muy difícil que dos especies tan distintas puedan ensayar una danza, al menos no sin que la gacela, corra un alto riesgo de ser apisonada por las toneladas del elefante. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en un cuento, que bailen ambos animales, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia es el propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem. Hace unos días en la sede la Fundación Rafael del Pino se pudo escuchar a los consejeros delegados de empresas de sectores tan dispares como Enagás, Telefónica, CAF o Vocento comentar su fructífero trabajo con emprendedores. Explicaron cómo, no sin dificultades, los elefantes están empezando a bailar sin pisar a las gacelas. Hace unos años el profesor del MIT Clayton Christensen vaticinó que las empresas diseñadas en el siglo XX para triunfar, están abocadas a fracasar en el siglo XXI, salvo que adopten la mentalidad startup. Por ello y si queremos que nuestro cuento además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro de nuestra economía con más garantías, tendremos que escribir un nuevo final en el que el elefante aprenda a bailar poco a poco con la gacela sin hacerle daño. De modo y manera que un día, no muy lejano, ambos anímales deleiten a toda la sabana bailando armónicamente.

Iñaki Ortega es profesor de la Universidad de Deusto y ha coordinado el Informe sobre Emprendimiento Corporativo en España promovido por CISE y Santander Universidades

viernes, 15 de diciembre de 2017

Ay Carmena, oh Jerusalén

(este artículo se publicó originalmente el día 4 de diciembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)


Esta semana se hizo viral el video de una señora en muletas que protesta airadamente porque la policía de Madrid le impide andar en sentido contrario al que la nueva consigna municipal obliga para evitar aglomeraciones navideñas. La señora con evidentes dificultades de movilidad, indignada con la alcaldesa Carmena, increpa al guardia urbano por no poder moverse libremente por la calle Preciados y la calle del Carmen de una tienda a otra, calle arriba, calle abajo como lo ha hecho durante las últimas cincuenta navidades.

También esta semana Donald Trump anunció el reconocimiento de Jerusalén por parte de los Estados Unidos de América como capital de Israel y el inmediato traslado de su embajada desde Tel Aviv a la ciudad santa. De ese modo la potencia americana se convierte en el primer y único país del mundo que asume la histórica reivindicación de los sionistas. Jerusalén es sagrada para las tres grandes religiones monoteístas y precisamente por eso a la largo de la historia ha sido foco de conflicto para judíos, cristianos y musulmanes.

Que en el mismo periodo de tiempo hayan surgido ambas noticias sin duda es casual pero ello nos permite encontrar una serendipia sobre la que dedicar unas cuentas reflexiones. La alcaldesa de Madrid y el presidente Trump comparten con estas decisiones sus ganas de llevar la contraria, de romper con lo establecido, quizás sin medir las consecuencias que ello traiga.

En la lengua hebrea la palabra chutzpah se usa como sinónimo de insolencia y audacia. El término cogió fama mundial gracias al bestseller “La nación startup”. En ese libro se explica el llamado efecto chutzpah cómo  la irreverencia con la que los estudiantes se dirigen a sus profesores en la universidad,  la manera en que los empleados desafían a sus jefes o los funcionarios ponen en duda los mandatos del Ministro de turno.  En algún momento de su vida, un israelí, aprende que lo normal es tener confianza en uno mismo y cuestionar las órdenes en base a tus conocimientos. Eso hace crecer también a tu sociedad. Para los autores del libro el secreto de que Israel sea uno de los países más innovadores del mundo con miles de patentes, cientos de startups de éxito y decenas de premios nobeles, está precisamente en esa irreverencia para poner en cuestión lo establecido.

Frente a esa chutzpah, por estas latitudes, estamos más acostumbrados al principio de autoridad, que se resume en  el aforismo “magister dixit”. Detrás de “el maestro lo dijo” subyace la milenaria idea de que el conocimiento solo puede proceder de los llamados maestros y de la enseñanza tradicional. El corpus intelectual, de hecho, debía considerarse inamovible y por tanto contradecir al maestro o al padre era casi como contradecir a Dios. Era la garantía del mantenimiento de un orden que no podía ponerse en cuestión por muchas dudas que cupiesen.

Dominique Lapierre y Larry Collins han vuelto a la actualidad estos días por su libro “Oh Jerusalén” escrito en 1972 en el que narraban el nacimiento del Estado de Israel. Quisieron resumir la dureza de esa historia con la interjección “Oh” que en casi todos los idiomas del mundo indica un gemido, un sentimiento profundo de pena. Unos años después, en 1986, el dramaturgo español Sanchís Sinisterra escribió la obra de teatro “Ay Carmela” que narra las vicisitudes de una pareja de actores en plena guerra civil. La obra conocida para el gran público por la película protagonizada por Carmen Maura y Andrés Pajares tomó para su título otra interjección, en este caso “Ay”.  Así se pretendía mostrar el dolor por esa dramática época de la historia de España. La serendipia hubiese sido perfecta si el apellido de la alcaldesa de Madrid tuviese una letra “ele” en lugar de una “ene”.

Dejo a elección del lector si tras la decisión del Ayuntamiento de Madrid y Donald Trump hay esa audacia que hace que el mundo se mueva o solamente causarán más interjecciones como las que titulan las anteriores obras de la literatura. 

lunes, 4 de diciembre de 2017

La lechuza que desde León llegó a todo el mundo pasando por Bilbao



(este artículo se publicó originalmente el día 4 de diciembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)


Esta semana El Heraldo publicó una noticia haciéndose eco de la ley de autónomos aprobada este otoño por el Congreso de los Diputados. Las nuevas ayudas para los emprendedores, repasadas en el artículo del periódico, llevaron a concluir al redactor que la nueva  norma coadyuvará a consolidar la tendencia al alza del emprendimiento en nuestro país. El diario aragonés, para ello, citaba el capítulo español del informe Global Entrepreneurship Monitor, conocido por sus siglas GEM, que con datos de 2016 reflejaba que la mitad de los españoles consideran emprender como una buena opción profesional.

El GEM utiliza un indicador propio para medir el emprendimiento en un territorio y poder comparar la capacidad de emprender de unos países con otros. Así, la tasa TEA, refleja el número de personas involucradas en un determinado año en actividades de emprendimiento. A su vez define el emprendimiento, a efectos de facilitar su medición, como el proceso de 42 meses desde que una persona tiene una idea, la pone en marcha y lanza una nueva empresa. En España el TEA es de algo más de 5 puntos, es decir que cinco de cada 100 personas en edad de trabajar están implicadas en la creación de startups. La bondad del GEM es que nos permite la comparación, por ejemplo,  con territorios de alta tradición emprendedora como Estados Unidos que está en el grupo de cabeza del ranking global con una TEA de 13. La distancia que aún nos separa del país de Silicon Valley no ha de desanimarnos sino al contrario servirnos de inspiración, por ejemplo alguna de las cuestiones que el propio informe cita como claves para generar un ecosistema emprendedor dinámico. El economista Paul Reynolds, padre del GEM, ha escrito mucho sobre la importancia de una cultura nacional que propicie las nuevas vocaciones empresariales. Situar en la cúspide de los valores patrios a los empresarios y su capacidad de arriesgar e innovar se consigue de muchas maneras pero sin duda una de ellas es conociendo y difundiendo las historias personales que hay detrás de los fundadores de empresas de éxito

Es difícil encontrar un ciudadano americano que no conozca la biografía de Steve Jobs o Mark Zuckerberg porque en la televisión, cine y hasta en los colegios los creadores de Apple y Facebook, como en su día los fundadores de Ford o Coca-Cola, son paradigmas a imitar. Por desgracia, como nos recuerda un reciente informe del Círculo de Empresarios, en nuestro país la imagen de los empresarios en los libros de texto es francamente mejorable y son pocos los ejemplos de emprendedores nacionales citados en las aulas.

También esta semana tuve el honor de compartir en Deusto Business School un largo café de tres horas con la presidenta de Eulen, María José Álvarez que tuvo como hilo conductor la trayectoria vital de su padre, fundador de la empresa familiar. La historia de David Álvarez es de esas biografías que solo de escucharlas en un colegio generarían cientos de vocaciones empresariales. Cualquiera puede imaginarse el efecto multiplicador que se lograría, en términos de nuevos emprendedores, si además la televisión, la literatura, el cine o la redes sociales se hiciesen eco de la vida de este español nacido una aldea de León que tras crear una pequeña empresa en Bilbao consiguió construir lo que es hoy Eulen: una corporación global del sector de la externalización de servicios que ofrece sus servicios en más de 30 países.
Crémenes es un pequeño pueblo de la parte leonesa de los Picos de Europa que vio nacer a David Álvarez en el año 1927. Pronto sus padres emigraron al industrial Bilbao en busca de las oportunidades que la localidad leonesa, gran parte del año aislada por la nieve, les negaba. Pero ya en la capital vizcaína el joven David tuvo que abandonar sus estudios de ingeniería para traer dinero a casa. Y en lugar de colocarse en cualquier taller, aprovechando sus estudios comenzó a dar clases particulares a jóvenes que preparaban los exámenes de reválida en Valladolid para hacer regularizar sus estudios universitarios todavía no oficiales en Bilbao. La fama de buen profesor le llevó a crear la Academia Minerva que hizo posible durante diez años que cientos de estudiantes oficializaran sus títulos y de paso que David Álvarez ganase la amistad de los influyentes padres de esos jóvenes cachorros de los industriales vascos. Pero en los años 60, Bilbao logró ser distrito universitario y con ello el servicio que prestaba dejó de tener sentido lo que llevaba inexorablemente a la quiebra a la academia. Un día pensando en voz alta qué hacer con su vida, David Álvarez recibió por casualidad un consejo de la empleada que limpiaba de madrugada su academia que le cambió la vida. La señora le explico que solo había una empresa que limpiaba todas las oficinas del pujante tejido empresarial vizcaíno. Ni corto ni perezoso abandonó corriendo la academia para recorrerse uno a uno los comercios de la Gran Vía ofreciéndoles la limpieza de los castigados escaparates por el sirimiri vasco. La imbatible oferta junto a las dotes comerciales del leonés le llevaron a tener como clientes ese día a todos las tiendas de la arteria comercial del Bocho. Nació entonces Central de Limpieza El Sol. De ahí a limpiar con la ayuda de sus amigos las oficinas de Iberduero, el gigante de la energía. Abrir delegaciones con la llegada de la democracia en 15 comunidades autónomas fue el siguiente paso sin olvidar conseguir ser el pionero en los servicios de vigilancia con la nueva ley de seguridad privada. 20 años después del fortuito consejo de la limpiadora, la empresa pasó a llamarse Eulen, marca ideada por encargo a una empresa de marketing que no significaba nada pero que tenía buena sonoridad para ser recordada. La nueva empresa mantuvo la imagen de la lechuza que también estaba presente en la academia por ser el símbolo con el que se representaba a la diosa de la templanza. 

Hoy Eulen está presente en 14 países, da empleo a más de 70.000 personas, tiene de clientes a las empresas más importantes del mundo y ofrece servicios en ámbitos tan diversos como el trabajo temporal, el telemarketing, la salud, la seguridad, la limpieza, el mantenimiento o el medio ambiente.

Detrás de la historia de éxito de Eulen hay un emprendedor que construyó su empresa sobre los valores del esfuerzo y el sacrificio pero también pensando mas allá de los resultados. El padre de la actual presidenta de Eulen defendió que las personas eran siempre más importantes que los beneficios cuestión esta que sus empleados disfrutaron durante los más de 50 años que estuvo al frente de la compañía.

Ninguno de estos valores descritos fueron casualidad pero en esta columna siempre ponemos el acento en la serendipia y el texto de hoy no será la excepción. María José Álvarez apuró su último cigarro en la puerta de Deusto explicándome la cara de sorpresa que se les quedó a todo el clan familiar hace unos pocos años cuando un amigo les contó que Eulen en alemán es el plural de Búho. Ese mismo viejo búho que dibujó David Álvarez en el cartel de la humilde Academia Minerva porque ya entonces sabía que solo la prudencia y la sabiduría, que representa la lechuza, eran las claves del éxito.

martes, 28 de noviembre de 2017

¿Cuántos trillones tiene un zettabyte?

(este artículo se publicó originalmente el día 27 de noviembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)

La información digital que existe en el mundo es muchísima, casi infinita. De hecho, se habla de que cada año generaramos más contenidos que todos los que se habían creado hasta ese momento en toda la historia. Recientemente, unos científicos se atrevieron a poner negro sobre blanco cuánta información hay disponible. Para estos expertos son varios zettabytes. Si no sabes qué es un zettabyte no pasa nada, simplemente quédate con que es sinónimo de alta capacidad. La serendipia aparece porque el prefijo de los zettabytes -zetta- coincide con el nombre con el que se conoce a la cohorte de chicos y chicas educados con internet en sus hogares. Es decir la llamada generación z, los nacidos a partir de 1994, fecha consensuada por los informáticos como el inicio del internet moderno. 

Se les llame «generación z» también por pura casualidad, no porque haya un sesudo análisis detrás. Lisa y llanamente porque son el grupo de edad que siguió a los «millennials» o «generación y», los que nacen en los años 80. Y se les conoce así porque antes hubo otro grupo de edad, los que ven la luz en los años 70, que tenían un comportamiento  tan incomprensible que un escritor canadiense, Douglas Coupland, les bautizó en un libro como la «generación x», precisamente por ser toda una incógnita para sus coetáneos. 

Un bit es un dígito del sistema de numeración binario, es decir un 1 o un 0,  sobre el que se basa lo que hoy conocemos como computación. Pronto los bits dejaron de usarse por el crecimiento de las capacidades de los ordenadores y fueron sustituidos por los bytes que son combinaciones de ocho bits.  Lo anterior nos permite llegar a definir un zettabyte que no es más que 1 byte seguido de 21 ceros. Está demostrado  que a partir de cierta cantidad de ceros nuestra mente es incapaz de poner en perspectiva una cifra tan elevada. Si no entendemos los zettabytes pero en cambio sí dominamos la ciencia, estaremos en disposición de entender a estos otros zetas, la generación z.

«Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para entrar en el mundo del saber.» La frase, atribuida al científico alemán Albert Einstein, no fue nunca tan cierta como con la generación que ha dejado antiguos a los famosos millennials. Los chicos y chicas que hoy tienen veinte años no han considerado la tecnología como una asignatura, a diferencia de los que superamos la treintena. Para ellos, los conocimientos técnicos en programación, por citar un ejemplo, no suponen una obligación, sino una expresión del mundo en el que se desenvuelven desde que tienen uso de razón. Sin entender esas cuestiones no podrían moverse con la soltura con la que lo hacen en el mundo digital. 

Si quieres entenderlos has de hablar su idioma, y su idioma es la tecnología o, lo que es lo mismo, la ciencia. Porque, como nos recuerda el dirigente español de IBM, Juan Antonio Zufiría, hoy viven el 99% de todos los científicos de la historia de la humanidad o tiene más tecnología un coche fabricado en 2015 para que conduzcan jovencitos con su carnet recién sacado que el propio Apolo 11, que consiguió alunizar en 1969. Por no mencionar que cualquier chico de la generación z tiene en su smartphone más capacidad de computación que todos los ordenadores que permitieron a los rusos lanzar el satélite Sputnik al espacio.

Los tecnólogos insisten en que entre 2030 y 2050 la ficción se hará realidad y la inteligencia artificial superará al ser humano. Como nos recuerda Shushanik Papanyan, la automatización está penetrando en actividades tan humanas como el razonamiento o la percepción, desplazándose, por tanto, desde el sector manufacturero al de servicios. El blockchain dejará sin trabajo a los notarios. Los chatbots están ya vaciando de personal los departamentos de atención al público. La impresión aditiva cambiará la vida de las factorías y el hacking exige jubilar a muchos policías y jueces para hacer frente con garantías al cibercrimen. El big data reinventará el marketing y la forma de fidelizar a clientes.

Por ello quédate con que zettabytes es una medida para almacenar datos y que además sus primeras letras son el apelativo con el que se conoce a una nueva generación. Ambos, esa medida y esos jóvenes, son sinónimos de altas capacidades y no se explican sin la importancia de la ciencia. Así que nada de tirar esos viejos manuales de álgebra que acumulan polvo en tu armario porque son más necesarios que nunca. 


martes, 21 de noviembre de 2017

Gafas a 20 euros, zapatillas a 40 euros y bancos a un euro.

(este artículo se publicó originalmente el día 13 de noviembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)



Esta semana nos hemos enterado de que varias entidades financieras rechazaron la compra del Banco Popular tras analizar en detalle los balances de la entidad entonces presidida por Emilio Saracho. De hecho, se ha conocido que en la reunión del Consejo de Administración del Banco Popular de 6 de junio de este año fueron comunicadas unas pérdidas de más de 4.000 millones lo que finalmente llevó a aprobar por unanimidad “la consideración legal de entidad inviable y el traslado de este hecho al Banco Central Europeo”. Los analistas de los bancos que cortejaban a Popular constataron que la entidad había perdido la solvencia por el deterioro de sus activos y sospechaban del agravamiento del ratio de liquidez por las fugas de depósitos paralelas a rumores y decisiones de las agencias de rating. Además los más que previsibles litigios con accionistas por la última ampliación de capital fueron la puntilla al proceso abierto por el propio Popular para encontrar un salvador . Pero aún así, lo que no quisieron BBVA, Sabadell o Bankia, el Banco Santander sí. Y finalmente compró por un euro al Mecanismo Único de Resolución Europeo la histórica entidad madrileña.



Este otoño también han vuelto a la actualidad las teorías económicas de la llamada “racionalidad limitada” con motivo del nuevo Nobel. No todo es matemática sino que en ocasiones los sentimientos nos llevan a tomar decisiones alejadas del sentido común, afirman los laureados profesores americanos Khaneman y Thaler. Puede parecer que la ausencia de lógica y la preponderancia de las emociones nos lleva inexorablemente a equivocarnos. Veamos algunas serendipias en el mundo empresarial para darnos cuenta de que no siempre la racionalidad es el camino del triunfo.

La mítica marca Levis nació como una empresa que fabricaba un material para las tiendas de campaña de los mineros pero la casualidad de que un operario  se quedase sin pantalones y tuviese que usar ese tejido permitió describir las bondades del denim que hoy sigue arrasando. También la Coca Cola comenzó fracasando ya que la bebida era un jarabe para los males de estómago hasta que unos clientes de la farmacia de John Pemberton en Atlanta decidieron llevarla de la botica a los bares. 

Pero no hay que irse a Estados Unidos para encontrar ejemplos de cómo las casualidades ayudan a triunfar. El Ganso es una marca de moda española de éxito fundada por dos hermanos en 2004. Clemente Cebrián me contó un día paseando por la playa de Hendaya que en un viaje con sus padres a Praga descubrió por azar una vieja tienda de zapatillas del ejército checo. Les gustó tanto que encargaron a este establecimiento la primera colección de sus famosas zapatillas blancas con rayas rojas y azules convertidas hoy en un clásico que se venden a 40 euros en medio mundo. 

En septiembre, Félix Ruiz, el fundador de la red social Tuenti e inversor de referencia en Job&Talent,  estuvo en Deusto Business School. Se sinceró con la audiencia explicando la preocupación que le invadió cuando vio que los números no salían en la startup de búsqueda de empleo que él había conseguido fondear con varios socios capitalistas. Por ello, decidió buscar una empresa para recomendar a esos mismos inversores que metieran dinero y obtuviesen así retorno inmediatamente. Con tan poco tiempo solamente se le ocurrió la marca de un par de gafas de sol que tenía junto a su ordenador. Hawkers con un modelo de negocio muy sencillo, gafas de moda a 20 euros, empezaba a dar buenos números. La inversión promovida,  permitió que la empresa óptica de Elche sea hoy líder mundial y pueda contratar como modelo al mismísimo Leo Messi. Pero lo más importante para nuestro amigo Félix Ruiz, es que él ha mantenido su prestigio.

No es fácil acertar en los negocios, por ello solamente el tiempo nos dirá si la decisión de la señora Botín de comprar un banco por un euro fue lógica, un error o pura serendipia.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

jueves, 16 de noviembre de 2017

Tres hermanos

(este artículo se publicó originalmente el día 13 de noviembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)




En el año 2014 la Real Academia de la Lengua Española admitió como correcto el neologismo serendipia incorporándose, por tanto, al diccionario. Ahora en esta nueva etapa de lainformacion.com  esos "hallazgos valiosos que se producen de forma accidental" serán el título de mi colaboración periódica. 

Esta palabra no es un anglicismo, como muchos creen, sino que proviene del persa «serendip», que es el nombre en ese idioma de Sri Lanka.  Pero para entender por qué esa isla, conocida hasta hace poco como Ceilán, se convirtió en paradigma de la casualidad hay que recurrir a un cuento que data del año 1300, «Los tres príncipes de Serendip». Tres hijos de un Rey educados exquisitamente adquieren habilidades para de la casualidad conseguir resultados increíbles. Su aventura con un robo de camellos y el modo en que solucionan el entuerto salvándose milagrosamente en el último momento, han divertido tanto que hasta el cine contemporáneo, además de la propia RAE, se han inspirado en el lugar de nacimiento de esos tres príncipes. 

Me gusta la palabra serendipia porque son muchas las veces que de modo casual conseguimos cosas fantásticas.  En la ciencia se ha documentado mucho el fenómeno, de hecho el doctor Fleming descubrió la penicilina debido a que un cultivo, por un descuido, se infectó con un hongo. Incluso detrás del descubrimiento de América hay casualidad porque Colon creía que inauguraba una nueva ruta para llegar a las Indias.  Pero en economía y política poco se ha explotado las poderosas consecuencias de las casualidades y en esta columna abundaré en ello con una pretensión más lúdica que científica. 

Empecemos con un aperitivo para siguientes serendipias.

Esta semana Estados Unidos se despertó con el enésimo ataque de un perturbado con armas de fuego. En la iglesia de una pequeña localidad de Texas un joven expulsado hace años del Ejército asesinó a sangre fría a una veintena de feligreses. Casi al mismo tiempo en España conocimos que el ciclismo es el deporte más practicado en nuestro país. Precisamente surge la serendipia porque aparentemente poco tiene que ver un loco con pistola en Texas con que dos de cada tres españoles tengan una bici. Pero si siguen leyendo encontrarán el vínculo. En España sabemos también de rifles e incluso tenemos una “ciudad armera”, es Éibar, aunque hoy la fabricación de pistolas y escopetas ha sido prácticamente sustituida por otras industrias. Todo empezó tras la primera guerra mundial, momento en el que las ventas de armas de desplomaron. Según se cuenta por aquellos lares, un empresario enfadado al ver tanto perfil de hierro sin usar porque no había pedidos, lo intentó romper de rabia con su rodilla pero solo logró doblarlo. La forma en la que la barra de hierro quedo torcida se asemejaba muchísimo a un cuadro de una bicicleta. Esa casualidad hizo que todo un sector armero se reconvirtiese a fabricar bicicletas, liderado también por tres hermanos, en esta ocasión por los Beistegui con la mítica marca que cogió sus iniciales, BH.

domingo, 29 de octubre de 2017

La fábula del elefante y la gacela que quieren bailar juntos

(este artículo fue publicado originalmente el domingo día 29 de octubre de 2017 en el periódico El Mundo)

Un joven elefante que vivía en la sabana africana observaba con admiración todos los días la agilidad con la que la gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia, pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer giro de la danza la pata del elefante se posó por error, pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela, que murió aplastada en el acto.

Esta fábula ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores (CISE) con el apoyo de NEORIS, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Este  fenómeno  ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con éstas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores. Nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España.

La investigación, que ha llevado por subtítulo elefantes y gacelas bailan sin pisarse, permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad. Así, tras dos años de estudio, hemos formulado nueve aprendizajes,  recomendaciones basadas en experiencias exitosas de colaboración entre startups y corporaciones. 

La primera es la imprescindible implicación de la alta dirección en el impulso del emprendimiento corporativo. El alineamiento con los objetivos de la compañía es la segunda. El siguiente consejo es que el emprendimiento corporativo solo es una apuesta segura a largo plazo. Aprender de otros, pero desarrollar una política de emprendimiento corporativo adaptada a la propia organización y dotar a la organización de personas con conocimientos y competencias que les permitan acompañar y entender a startups e intraemprendedores, son la cuarta y la quinta. Buscar sinergias en el ecosistema emprendedor local así como hacer un esfuerzo por evangelizar a toda la organización también se hace necesario.  Como octava lección se recomienda  apoyar a los intraemprendedores con recursos, tiempo y garantías de carrera profesional. Una última reflexión para las empresas que operan en industrias de alta tecnología: al hilo de la velocidad a la que avanzan el cambio en modelos de negocio así como las fórmulas de innovación abierta, la figura del Chief Entrepreneur Executive no tardará en extenderse entre todas aquellas que aspiren a mantenerse líderes.

El sentido común nos dice que difícilmente dos especies tan distintas podrían ensayar una danza, al menos no sin que la gacela corra un alto riesgo de ser apisonada por la envergadura del elefante. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. El propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem.

Como recordaba recientemente el Foro Económico Mundial, del grado de desarrollo del ecosistema de emprendimiento corporativo dependerá cada vez más la competitividad de los países. Por ello y si queremos que nuestra fábula además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro europeo con más garantías tendremos que escribir un nuevo final en el que nuestro elefante aprenda a bailar sin prisas con la gacela para que sus torpezas no pongan en peligro la vida del antílope. De modo y manera que un día ambos animales nos deleiten bailando sin pisarse ni hacerse daño.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario