(este artículo se publicó originalmente el día 4 de diciembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)
Esta semana El Heraldo
publicó una noticia haciéndose eco de la ley de autónomos aprobada este otoño por
el Congreso de los Diputados. Las nuevas ayudas para los emprendedores,
repasadas en el artículo del periódico, llevaron a concluir al redactor que la
nueva norma coadyuvará a consolidar la tendencia al alza del
emprendimiento en nuestro país. El diario aragonés, para ello, citaba el
capítulo español del informe Global Entrepreneurship Monitor, conocido por sus
siglas GEM, que con datos de 2016 reflejaba que la mitad de los españoles
consideran emprender como una buena opción profesional.
El GEM utiliza un
indicador propio para medir el emprendimiento en un territorio y poder comparar
la capacidad de emprender de unos países con otros. Así, la tasa TEA, refleja
el número de personas involucradas en un determinado año en actividades de
emprendimiento. A su vez define el emprendimiento, a efectos de facilitar su
medición, como el proceso de 42 meses desde que una persona tiene una idea, la
pone en marcha y lanza una nueva empresa. En España el TEA es de algo más de 5
puntos, es decir que cinco de cada 100 personas en edad de trabajar están
implicadas en la creación de startups.
La bondad del GEM es que nos permite la comparación, por ejemplo, con
territorios de alta tradición emprendedora como Estados Unidos que está en el
grupo de cabeza del ranking global con una TEA de 13. La distancia que aún nos
separa del país de Silicon Valley no ha de desanimarnos sino al contrario
servirnos de inspiración, por ejemplo alguna de las cuestiones que el propio
informe cita como claves para generar un ecosistema emprendedor dinámico. El
economista Paul Reynolds, padre del GEM, ha escrito mucho sobre la importancia
de una cultura nacional que propicie las nuevas vocaciones empresariales.
Situar en la cúspide de los valores patrios a los empresarios y su capacidad de
arriesgar e innovar se consigue de muchas maneras pero sin duda una de ellas es
conociendo y difundiendo las historias personales que hay detrás de los
fundadores de empresas de éxito
Es difícil encontrar
un ciudadano americano que no conozca la biografía de Steve Jobs o Mark
Zuckerberg porque en la televisión, cine y hasta en los colegios los creadores
de Apple y Facebook, como en su día los fundadores de Ford o Coca-Cola, son
paradigmas a imitar. Por desgracia, como nos recuerda un reciente informe del
Círculo de Empresarios, en nuestro país la imagen de los empresarios en los
libros de texto es francamente mejorable y son pocos los ejemplos de
emprendedores nacionales citados en las aulas.
También esta semana tuve el honor de
compartir en Deusto Business School un largo café de tres horas con la
presidenta de Eulen, María José Álvarez que tuvo como hilo conductor la
trayectoria vital de su padre, fundador de la empresa familiar. La historia de
David Álvarez es de esas biografías que solo de escucharlas en un colegio
generarían cientos de vocaciones empresariales. Cualquiera puede imaginarse el
efecto multiplicador que se lograría, en términos de nuevos emprendedores, si
además la televisión, la literatura, el cine o la redes sociales se hiciesen
eco de la vida de este español nacido una aldea de León que tras crear una
pequeña empresa en Bilbao consiguió construir lo que es hoy Eulen: una
corporación global del sector de la externalización de servicios que ofrece sus
servicios en más de 30 países.
Crémenes es un pequeño pueblo de la
parte leonesa de los Picos de Europa que vio nacer a David Álvarez en el año
1927. Pronto sus padres emigraron al industrial Bilbao en busca de las
oportunidades que la localidad leonesa, gran parte del año aislada por la
nieve, les negaba. Pero ya en la capital vizcaína el joven David tuvo que
abandonar sus estudios de ingeniería para traer dinero a casa. Y en lugar de
colocarse en cualquier taller, aprovechando sus estudios comenzó a dar clases
particulares a jóvenes que preparaban los exámenes de reválida en Valladolid
para hacer regularizar sus estudios universitarios todavía no oficiales en
Bilbao. La fama de buen profesor le llevó a crear la Academia Minerva que hizo
posible durante diez años que cientos de estudiantes oficializaran sus títulos
y de paso que David Álvarez ganase la amistad de los influyentes padres de esos
jóvenes cachorros de los industriales vascos. Pero en los años 60, Bilbao logró
ser distrito universitario y con ello el servicio que prestaba dejó de tener
sentido lo que llevaba inexorablemente a la quiebra a la academia. Un día
pensando en voz alta qué hacer con su vida, David Álvarez recibió por casualidad
un consejo de la empleada que limpiaba de madrugada su academia que le cambió
la vida. La señora le explico que solo había una empresa que limpiaba todas las
oficinas del pujante tejido empresarial vizcaíno. Ni corto ni perezoso abandonó
corriendo la academia para recorrerse uno a uno los comercios de la Gran Vía
ofreciéndoles la limpieza de los castigados escaparates por el sirimiri vasco.
La imbatible oferta junto a las dotes comerciales del leonés le llevaron a
tener como clientes ese día a todos las tiendas de la arteria comercial del
Bocho. Nació entonces Central de Limpieza El Sol. De ahí a limpiar con la ayuda
de sus amigos las oficinas de Iberduero, el gigante de la energía. Abrir
delegaciones con la llegada de la democracia en 15 comunidades autónomas fue el
siguiente paso sin olvidar conseguir ser el pionero en los servicios de
vigilancia con la nueva ley de seguridad privada. 20 años después del fortuito
consejo de la limpiadora, la empresa pasó a llamarse Eulen, marca ideada por encargo
a una empresa de marketing que no significaba nada pero que tenía buena
sonoridad para ser recordada. La nueva empresa mantuvo la imagen de la lechuza
que también estaba presente en la academia por ser el símbolo con el que se
representaba a la diosa de la templanza.
Hoy Eulen está presente en 14 países, da
empleo a más de 70.000 personas, tiene de clientes a las empresas más
importantes del mundo y ofrece servicios en ámbitos tan diversos como el
trabajo temporal, el telemarketing, la salud, la seguridad, la limpieza, el
mantenimiento o el medio ambiente.
Detrás de la historia de éxito de Eulen hay
un emprendedor que construyó su empresa sobre los valores del esfuerzo y el
sacrificio pero también pensando mas allá de los resultados. El padre de la
actual presidenta de Eulen defendió que las personas eran siempre más
importantes que los beneficios cuestión esta que sus empleados disfrutaron
durante los más de 50 años que estuvo al frente de la compañía.
Ninguno de estos valores descritos
fueron casualidad pero en esta columna siempre ponemos el acento en la
serendipia y el texto de hoy no será la excepción. María José Álvarez apuró su último
cigarro en la puerta de Deusto explicándome la cara de sorpresa que se les
quedó a todo el clan familiar hace unos pocos años cuando un amigo les contó
que Eulen en alemán es el plural de Búho. Ese mismo viejo búho que dibujó David
Álvarez en el cartel de la humilde Academia Minerva porque ya entonces sabía
que solo la prudencia y la sabiduría, que representa la lechuza, eran las
claves del éxito.
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