(este artículo fue publicado originalmente el domingo día 29 de octubre de 2017 en el periódico El Mundo)
Un joven elefante que vivía en la sabana
africana observaba con admiración todos los días la agilidad con la que la
gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones. Los
acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de
salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar
varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le
propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco
mil kilos de su amigo frente a sus solo cincuenta eran demasiada
diferencia, pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los
dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer
giro de la danza la pata del elefante se posó por error, pero con toda la
fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela, que
murió aplastada en el acto.
Esta fábula ha servido para ilustrar el
informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro
Internacional Santander Emprendedores (CISE) con el apoyo de NEORIS, sobre el
estado del emprendimiento corporativo en España. Este fenómeno ha
pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes
empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en
cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y
competitivo las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía
para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups,
ya sea tendiendo puentes de colaboración con éstas mediante fórmulas de
innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios
trabajadores. Nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la
mayoría de las grandes empresas con sede en España.
La investigación, que ha llevado por
subtítulo elefantes y gacelas bailan sin pisarse, permite
aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las
emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más
competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad.
Así, tras dos años de estudio, hemos formulado nueve aprendizajes,
recomendaciones basadas en experiencias exitosas de colaboración entre
startups y corporaciones.
La primera es la imprescindible
implicación de la alta dirección en el impulso del emprendimiento corporativo.
El alineamiento con los objetivos de la compañía es la segunda. El siguiente
consejo es que el emprendimiento corporativo solo es una apuesta segura a largo
plazo. Aprender de otros, pero desarrollar una política de emprendimiento
corporativo adaptada a la propia organización y dotar a la organización de
personas con conocimientos y competencias que les permitan acompañar y entender
a startups e intraemprendedores, son la cuarta y la quinta. Buscar sinergias en
el ecosistema emprendedor local así como hacer un esfuerzo por evangelizar a
toda la organización también se hace necesario. Como octava lección se
recomienda apoyar a los intraemprendedores con recursos, tiempo y
garantías de carrera profesional. Una última reflexión para las empresas que
operan en industrias de alta tecnología: al hilo de la velocidad a la que
avanzan el cambio en modelos de negocio así como las fórmulas de innovación
abierta, la figura del Chief Entrepreneur Executive no tardará en extenderse
entre todas aquellas que aspiren a mantenerse líderes.
El sentido común nos dice que
difícilmente dos especies tan distintas podrían ensayar una danza, al menos no
sin que la gacela corra un alto riesgo de ser apisonada por la envergadura del
elefante. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, sí puede
convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. El propósito que ha
llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente demostrar con
datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han
empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos
pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem.
Como recordaba recientemente el Foro
Económico Mundial, del grado de desarrollo del ecosistema de emprendimiento
corporativo dependerá cada vez más la competitividad de los países. Por ello y
si queremos que nuestra fábula además de tener final feliz nos ayude a afrontar
el futuro europeo con más garantías tendremos que escribir un nuevo final en el
que nuestro elefante aprenda a bailar sin prisas con la gacela para que sus
torpezas no pongan en peligro la vida del antílope. De modo y manera que un día
ambos animales nos deleiten bailando sin pisarse ni hacerse daño.
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario