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martes, 4 de julio de 2023

Fortaleza y agilidad confluyen: cada vez más, grandes empresas y startups trabajan en conjunto

(este artículo se publicó originalmente en The Conversation el día 3 julio 2023)


La colaboración entre startups y grandes empresas ha dejado de ser algo excepcional en España. Al contrario, es una actividad ya presente en el 80 % de las cotizadas en el IBEX 35 y en el 76 % de los 50 mayores grupos empresariales del país. Esta colaboración se conoce como emprendimiento corporativo o innovación abierta (corporate venturing).

Las grandes corporaciones, pesadas como elefantes, pero también fuertes y robustas, ya son capaces de seguir el ritmo de innovación de las startups, ligeras y ágiles como gacelas. Hasta ahora, ese baile acababa perjudicando a los emprendedores, que se veían aplastados por las normas y la cultura corporativa de las grandes empresas.

Una investigación dirigida por la UNIR y auspiciada por el CISE muestra cómo ha mejorado la visión que tienen las grandes empresas españolas sobre las startups: ahora las consideran catalizadoras de la innovación corporativa.

El 76,4 % de las empresas analizadas tienen programas de innovación abierta y el 70,5 % de intraemprendimiento. La mitad de las entidades de la muestra (52,9 %) compatibilizan ambas actividades.

Nuestro estudio constata que el arraigo del emprendimiento corporativo se manifiesta también en la antigüedad de los programas. Casi el 70 % de las organizaciones tienen ya más de cinco años de experiencia en esta actividad. En el informe de 2020 dicho porcentaje estaba 25 puntos por debajo.

También es relevante señalar la fortaleza de las relaciones de colaboración con empresas del mismo sector, incluso potencialmente competidoras: llega al 91,4 % entre las entidades encuestadas.

No obstante, la actividad innovadora no siempre tiene la ambición que se le presupone al emprendimiento corporativo. Si un 86,6 % de las organizaciones la enfoca a la mejora continua de bienes y servicios que ya se comercializan, la cifra baja al 68,6 % en cuanto a innovación disruptiva, aquella que busca competir contra la tecnología dominante mediante una renovación radical de los productos o servicios.

Un campo de mejora pendiente es la escasa presencia de los directivos del área de innovación en los órganos de decisión de la empresa.

En menos de la mitad de las organizaciones analizadas el responsable del emprendimiento corporativo forma parte del máximo órgano de dirección de la empresa. Además, solo en el 17,9 % de los casos esos directivos se dedican de forma exclusiva al área de innovación.

Aunque, en términos generales, los datos obtenidos son positivos, los aspectos relativos al aprendizaje de nuevas tecnologías y a la imagen corporativa están sensiblemente mejor valorados que aquellos que pueden tener un impacto más directo o evidente en la cuenta de resultados.

Que el objetivo de rentabilidad financiera no sea prioritario favorece la función exploratoria del emprendimiento corporativo centrándolo en el negocio futuro. Sin embargo, su lejanía del centro de la actividad empresarial presente hace que los programas de innovación sean especialmente vulnerables a los cambios o reestructuraciones que la alta dirección pueda llegar a adoptar en un momento dado.

Este estudio ha querido mencionar cinco buenas prácticas empresariales en España que pueden inspirar a otras empresas a seguir este camino de colaboración entre pequeñas y grandes unidades empresariales. Los programas seleccionados de MAPFRE, Ecoembes, Soltec, Mercadona y Cofares son la constatación de que España va por el buen camino para lograr que startups y grandes empresas trabajen juntas y la sociedad en su conjunto se pueda beneficiar de ello en términos de generación de empleo y riqueza.


Iñaki Ortega Cachón. Profesor de Dirección de Empresas, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja


viernes, 2 de junio de 2023

La fauna empresarial española

(este artículo se publicó originalmente en el diario económico La Información el día 1 de junio de 2023)

Esta semana ha sido presentado el informe que mide el emprendimiento de las grandes compañías españolas. En la Fundación Botín de Madrid se ha conocido el estado de salud de la colaboración de las corporaciones patrias con las startups. Usando una muestra de 95 compañías se ha confirmado que ha dejado de ser algo excepcional trabajar con los emprendedores, más bien al contrario, es una actividad ya presente en el 80% de las cotizadas en el IBEX 35 y en el 76% de los 50 mayores grupos empresariales. De ahí el subtítulo del informe “Elefantes y gacelas ya bailan juntos”


La metáfora de los animales fue acuñada por el investigador del MIT, David Birch, en la cual los elefantes se correspondían con compañías que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresa minúsculas y recién creadas por tanto vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades inéditas para el elefante. De ahí que en 2017 se optase por “Gacelas y Elefantes bailan sin pisarse” como subtítulo del I Informe de emprendimiento corporativo en España.


En 2020 el II Informe de emprendimiento corporativo en España publicado consiguió demostrar con datos empíricos y casos reales que estas dos especies tan distintas podrían ensayar un baile sin que las gacelas -las startups- corriesen el riesgo de ser apisonadas por los 5.000 kilos del paquidermo -las multinacionales-. “Enseñando a bailar al elefante como una gacela” fue el subtítulo de ese informe precisamente porque demostrado que han empezado a danzar muchos elefantes con gacelas, urge enseñarle a perfeccionar su baile para evitar pisotones de consecuencias irreversibles. De nuevo la referencia se trajo de otro investigador, esta vez James Belasco de la Universidad de San Diego State, que en 1991 utilizó este símil en su libro “Enseñando a bailar al elefante” para enfatizar la necesidad de mantener vivo el espíritu de innovación en las grandes empresas. Las grandes compañías se comportan del mismo modo que los elefantes que raramente olvidan lo que aprendieron hace muchísimos años y esto en los asuntos de la innovación no ayuda precisamente.


El nuevo informe conocido estos días ha analizado exhaustivamente las herramientas que hacen posible la colaboración entre emprendedores y grandes empresas, además de actualizar con una nueva encuesta, la fotografía del fenómeno del emprendimiento corporativo en nuestro país. La buena noticia es que las corporaciones han "desaprendido” esa cultura paquidérmica de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación de una startup. De hecho, una mayoría aplastante de las grandes empresas españolas analizadas en este informe utilizan e invierten recursos en el emprendimiento corporativo para innovar y apuestan por seguir

así.


En la presentación de la investigación participaron varios directivos en representación de otras tantas buenas prácticas de empresas españolas de sectores tan diferentes como la salud, la energía, el medio ambiente, la energía o la distribución. La sorpresa fue que estos campeones nacionales no quieren ser lentos y robustos elefantes, pero tampoco rápidas y frágiles gacelas. Defendieron ser jirafas. Fuertes ya que pesan más de una tonelada, pero asombrosamente rápidas ya que en una carrera Usain Bolt no podría alcanzarlas. Y lo más importante, con un cuello tan alto que les permite otear los peligros y adelantarse a ellos. Las empresas españolas aspiran a tener sólidas bases en el territorio al mismo tiempo que la capacidad para moverse rápido cuando las circunstancias económicas lo exijan y siempre con la suficiente altura de miras para distinguir lo importante de lo accesorio. No estaría mal: muchas más organizaciones jirafas no solo en la empresa sino también en la vida pública.


 

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

jueves, 3 de junio de 2021

No es país para startups

(Este artículo se publicó originalmente el 1 de junio de 2021 en el periódico La Información)


He revisado las portadas en papel de los principales diarios económicos españoles y nada, no aparece. He buceado en los tuits de los líderes políticos y tampoco, ni una palabra. ¿Cómo es posible que la noticia más relevante en materia de emprendedores en años no exista para la economía y la política patria? ¿Alguien puede explicar tantas grandes palabras sobre los emprendedores y promoviendo rimbombantes planes de apoyos a startups y ahora nadie se acuerde?

El pasado 26 de mayo la compañía de origen español Flywire comenzó a cotizar en el Nasdaq, el índice tecnológico de la Bolsa de Nueva York. Flywire es una fintech creada por un ingeniero valenciano. En 2008 Iker Marcaide en pleno estallido de la crisis financiera iniciaba su andadura en el prestigioso Massachusetts Technology Institute (MIT) de Estados Unidos, fue tal el quebradero de cabeza con la transferencia para el pago de la matrícula que le llevó a crear una startup de nombre Peertransfer. La idea era sencilla, montar una plataforma de pagos a los estudiantes en las universidades. La clave nacer a caballo entre Boston y Valencia; el primero uno de los ecosistemas de referencia global para la innovación y Valencia con talento de calidad y competitivo para la oficina de desarrollo. Trece años después, Flywire es uno de los pocos unicornios españoles junto a Cabify y Glovo y nuestra primera startup que logra salir al Nasdaq.

Mientras tanto en España parece que lo importante son las malas noticias de las viejas empresas. Que, si el gobierno pone y quita presidentes de una cotizada como Indra o que el Banco Sabadell y el BBVA darán la última vuelta de tuerca para reducir aún más la plantilla por no hablar del presidente de Iberdrola que acudirá “voluntariamente” a declarar en los tribunales. No es país para startups.

“Navegando a Bizancio” es uno de los poemas del poeta William Butler Yeats. Escrito en 1920, el primer verso reza asi: That is no country for old men (No es país para viejos). De este modo el premio Nobel irlandés se quejaba del poco caso que los jóvenes hacían de la experiencia de los mayores. La frase se hizo conocida en los ambientes literarios y la película de los hermanos Coen de 2007 con Barden como protagonista terminó por hacerla viral. Casi cien años después a la vista de la nula atención a los éxitos de los emprendedores españoles (salvo honrosas excepciones) podemos lamentarnos como el literato dublinés: ¡No es para para startups!

Flywire es una solución a los altos costes y a la incertidumbre de los pagos internacionales y es lo que se ha venido a llamar como una fintech. Se encuentra dentro de la industria de los servicios de pago, quizás una de las ramas financieras donde más penetración tienen en la actualidad las startups. Las nuevas tecnologías facilitan los pagos, reducen su coste y permiten dar cobertura a segmentos de población que antes tenían dificultades de acceso a este tipo de servicios. La creciente demanda ha estimulado la entrada de estas empresas tecnológicas que, mediante aplicaciones web y móvil, pasan a formar parte de los sistemas de pagos.

Siguiendo al quizás mayor experto español en venture capital Joaquín Sanz-Berrioategortúa, el término fintech procede de las palabras en inglés finance y technology, hace referencia a todas aquellas actividades que implican el empleo de la innovación y los desarrollos tecnológicos para el diseño, oferta y prestación de productos y servicios financieros. Actualmente representan alrededor del 5% del negocio bancario, pero su crecimiento está siendo muy rápido.  El número de nuevas empresas de este tipo casi se duplicó en el último año llegando a un total de 20.925 empresas.

Es muy amplio el espectro de empresas fintech que existen en el mercado, en aras de simplificar podríamos identificar los principales verticales de los emprendedores financieros.  Además de los ya explicados medios de pagos tenemos el asesoramiento patrimonial, es decir plataformas desde las que se gestiona el capital de los clientes utilizando procedimientos automatizados, que incluyen complejos algoritmos. Son conocidos como roboadvisors, robots que asesoran en las finanzas mediante carteras automatizadas pero que tienen en cuenta las circunstancias personales. Son los nuevos competidores de la banca personal y privada, una revolución en la gestión de patrimonios. Si tuviésemos que destacar en España una fintech en esta especialidad podría ser Finanbest que ofrece planes de pensiones y carteras de fondos de inversión en función del perfil de inversor, construidas mediante un modelo de inversión algorítmico sumado a muy bajos costes gracias a la automatización. La aportación mínima es de 3.000€ y la rentabilidad para sus clientes es de un 3,4% neta anual superior a la media del mercado, medida por Inverco.

Otro ámbito de las fintech son las finanzas personales. De modo y manera que ofrecen al cliente la gestión de las finanzas personales y la posibilidad de comparar distintos productos financieros. Facilitan información sobre el estado y los movimientos de sus cuentas y ofrecen productos financieros perfilados a las necesidades de los usuarios. Hacen posible organizar automáticamente los gastos en tiempo real, colocando en una misma aplicación la información financiera personal de bancos y tarjetas, de tal manera que se puede obtener predicciones financieras, así como, recomendaciones de ahorro en función de nuestro estilo de vida. Fintonic, es española y es el primer banco de este tipo de habla hispana que facilita servicios financieros gracias a su oferta de préstamos, cuentas y tarjetas, renegociación de facturas y acceso único a los movimientos de todos los bancos y tarjetas. Todo en remoto.

El tercer vertical fintech podría ser la financiación alternativa. Son préstamos rápidos online. Préstamos a particulares y empresas, de pequeños importes, concedidos de forma ágil. Y por otro lado la financiación participativa, que consiste en poner en contacto a través de una plataforma a promotores que necesitan financiación para sus proyectos con una pluralidad de inversores particulares. Este tipo de financiación, también conocida como crowdfunding, puede ser a través de préstamos (crowdlending) o mediante la emisión de determinados instrumentos financieros como son las acciones (crowdequity). Grow.ly fundada en 2014 ha sido pionera en nuestro país en este campo.

No podemos olvidar las fintech que usan tecnologías disruptivas como el bigdata, inteligencia artificial, la biometría y el blockchain. En este último caso los más llamativos están siendo los criptoactivos que son la representación de activos, registrados en formato digital, que se apoyan en la criptografía y en las tecnologías de registros distribuidos como el blockchain. Entre estos activos se encuentran las criptomonedas como el bitcoin, omnipresentes en los últimos tiempos por sus expectativas a pesar del alto grado de volatilidad y especulación.

Pero las fintech están desbordando las finanzas para alcanzar industrias como los seguros o la promoción inmobiliaria. Si siguen al doctorado por Deusto Business School, Sanz-Berrioategortúa, podrán saber que la comparación entre las entidades tradicionales del sector financiero con las nuevas fintech exige fijarse en el modelo de negocio de cada una de ellas. Se trata de lo digital frente a lo analógico. De ese modo podemos resumir en tres conceptos este cambio de paradigma. En primer lugar, el coste fijo vs coste variable. La forma tradicional de hacer empresa exige una estructura física, en las fintech todo pasa a ser coste variable y venta incremental. En segundo lugar, la fábrica vs plataforma. Tradicionalmente era dentro de las paredes de la empresa donde se crean, elaboran y gestionan las nuevas propuestas de negocio. A la inversa, las fintech operan en un entorno abierto y compartido. No funcionan como compartimentos estancos, sino frente a las caducas relaciones bidireccionales empresa-cliente, para ellas cualquier relación, hasta la más simple, es multilateral. Y por último conocimiento privado vs conocimiento compartido. En la empresa tradicional el conocimiento es considerado parte de la propiedad. Por el contrario, en las fintech el centro de gravedad se desplaza hacia los usuarios que van ganando en libertad de elección y visibilidad de la oferta gracias a la mayor transparencia que concede internet.

No quiero terminar sin recordar que Flywire ha podido llegar hasta aquí gracias a talento de sus fundadores pero también al apoyo de inversores españoles que creyeron en ellos desde el inicio del proyecto, como Kibo Ventures, el fondo de inversión liderado por Aquilino Peña y Javier Torremocha, además de agentes clave del ecosistema valenciano como Raúl Aznar o Iñaki Berenguer. Estos inversores españoles, pero también otros como Carina Szpilka, Javier Santiso, Iñaki Arrola, Jon Uriarte o Yago Arbeloa y emprendedores fintech como Lupina Iturriaga, Asier Uribeechevarria y Mireia Badía son la esperanza para que un día gritemos ¡España, si es un país para startups!.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


lunes, 20 de julio de 2020

¿Eres elefante o gacela?

(este artículo se publicó originalmente el día 19 de julio de 2020 en el suplemento Actualidad Económica del periódico El Mundo)


Recuerdo de pequeño los domingos después de comer esos maravillosos documentales de National Geografic sobre la sabana africana en los que siempre la veloz gacela acababa siendo abatida por algún poderoso carnívoro. En cambio, el elefante, en manada y con su paso lento pero firme sobrevivía a los rigores de su ecosistema. Si entonces me hubieran dado a elegir entre ser gacela o elefante, mi opción sería una larga vida de paquidermo.

No he tenido la oportunidad de preguntar a los profesores Birch del Instituto Tecnológico de Massachusetts y Belasco de la Universidad de San Diego sobre sus aficiones de sobremesa, pero sí he leído sus artículos académicos sobre los emprendedores. Ambos han usado el símil con estos animales para ilustrar la relación entre corporaciones y emprendedores. A finales de los 70, David Birch sorprendió al mundo con su informe “Job generation process”, todo un hito en la superación del paradigma dominante de la gran empresa, demostrando que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto. Para Birch, los elefantes son grandes multinacionales que sufren rígidas burocracias. Las gacelas, en cambio son empresas muy débiles -por pequeñas y jóvenes- pero tan ligeras que casi vuelan. Años más tarde el profesor Belasco quiso enfatizar la imperiosa necesidad de mantener vivo el espíritu de innovación en las grandes empresas en su libro “Enseñar a bailar al elefante”. Las grandes compañías se comportan del mismo modo que los elefantes, no solo por su tamaño, sino también por ser animales de costumbres que raramente olvidan lo aprendido en el pasado. Esas enseñanzas hoy ya no sirven; pero se siguen cumpliendo como si fuese religión en las grandes organizaciones, cuando las bases de la economía son radicalmente diferentes. Sólo olvidando esas obsoletas lecciones, el elefante aprenderá a bailar. 

Han pasado décadas desde la publicación de estos estudios y desde mis sentadas ante la televisión para ver documentales y ya no tengo tan claro si quiero ser elefante o gacela.   Los elefantes siguen siendo grandes compañías bien asentadas pero muy lentas; las gacelas, por el contrario, son startups que mueren en su mayoría en los primeros años de vida por muy disruptivas que sean. Pero mis dudas se acrecentaron aún más hace cuatro años cuando un grupo de académicos nos pusimos a investigar el fenómeno del emprendimiento corporativo o lo que es lo mismo la colaboración entre grandes empresas y emprendedores para innovar. La tesis de nuestra investigación se resumía en que solo cooperando (bailando) ambos animales podrían sobrevivir. En la nueva economía, el elefante no es tan fuerte y la gacela no es tan frágil. Nuestra encuesta a las más grandes empresas con operaciones en nuestro país así lo ha demostrado. El trabajo de campo realizado hace unos pocos meses constató que el 86% de esas grandes empresas usaban la innovación abierta frente al 23% que decían eso mismo hace apenas dos años. De nuevo el elefante volvía a jugar bien y ganaba la partida.

Pero en esas estábamos cuando apareció en el mes de junio de este año una noticia muy extraña. En el delta de Okawango (Bostwana) aparecieron 169 elefantes muertos sin razones aparentes. Los animales no tenían muestras de violencia, pero tampoco de enfermedad alguna. Los expertos alertaban de las consecuencias de estas muertes en la cada vez más exigua población de elefantes precisamente por la ansiedad causada de ver morir a tantos de su especie. Inmediatamente me puse a chequear el ranking de Bloomberg de las empresas más importantes. En apenas unas décadas se han evaporado la mayoría de los elefantes corporativos. No solo los elefantes mueren en África sino también en la bolsa americana. Ser grande ya no es garantía de nada y muchos de esos paquidermos empresariales empiezan a tener miedo; un miedo que las startups huelen y les impulsa a seguir saltando cada vez más lejos, cada vez más fuertes. Por eso, ahora, si tengo que elegir, escojo ser gacela.


Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School y director del II Informe de Emprendimiento Corporativo de Santander Universidades y CISE.

lunes, 3 de junio de 2019

Anticuerpos para todas las empresas

(este artículo se publicó originalmente el día 3 de junio de 2019 en el diario 20 minutos en la sección de opinión)


Ahora que los movimientos antivacunas, con la ayuda de internet y las noticias falsas, se han convertido en globales me gustaría hablarte de estas medicinas. La vacuna toma su nombre precisamente de la palabra latina vacca, ya que antiguamente los que se contagiaban de la viruela animal por el contacto con vacas quedaban inmunizados frente a la mortífera viruela humana. Inspirado en estas prácticas el científico francés, Louis Pasteur, a finales del siglo XIX desarrolló con éxito la primera vacuna para uso humano. A partir de entonces la vacunación se convirtió en una obligación en medio mundo logrando, según la OMS, acabar con más de veinte peligrosas enfermedades. El funcionamiento de la vacuna es muy sencillo, simplemente se trata de inocular en un organismo una cantidad mínima de agentes infecciosos para activar el sistema inmunitario e inhabilitar la amenaza.  A la vez se consigue el efecto más importante, que no es otro que crear en el cuerpo un recuerdo, los anticuerpos, una suerte de aprendizaje para cuando el ataque no sea tan débil pueda responderse con garantías. Dos siglos aplicando vacunas han permitido la erradicación de la viruela, varicela, tétanos o poliomielitis, pero últimamente ha surgido una insumisión a este proceso con graves consecuencias, por ejemplo, el sarampión ha vuelto fortísimo como enfermedad infecciosa. Los antivacunación se han apoyado en bulos como la supuesta vinculación con el autismo o la imbatibilidad de la medicina alternativa cuando no las acusaciones de una conspiración del capitalismo contra el indefenso pueblo.

Como puedes comprobar mis conocimientos médicos son escasos y lo que pretendo es encontrar un paralelismo de las vacunas con el mundo de los negocios. Llevamos un tiempo en que las grandes empresas de cualquier sector ven amenazadas su primacía por la irrupción de nuevos operadores que usando la tecnología compiten en precio y calidad. Las empresas más dinámicas han puesto en marcha procesos de innovación abierta para captar ese talento externo; se trata de incorporar a la empresa nuevos perfiles, más innovadores y diversos, de trabajadores o incluso fichar emprendedores de la propia competencia. Inoculando nuevos valores en la compañía, como si de una vacuna se tratase, consiguen generar un aprendizaje, unos anticuerpos, que les permitirán ser más fuertes para enfrentarse a los nuevos operadores cuando se conviertan en gigantes. Telefónica creó hace años un departamento para ello y hoy todas las grandes compañías tienen las llamadas “aceleradoras”, es decir un sistema para introducir pequeñas dosis de emprendedores disruptivos, para aprender y conseguir extender -sin riesgos- a toda la compañía el espíritu innovador de esos nuevos operadores. Si las grandes empresas quieren sobrevivir al nuevo mundo de los negocios solo podrán hacerlo con los anticuerpos que provoca un emprendedor dentro de sus viejas estructuras. Pero si en tu empresa todavía queda algún jefe que despotrica de los emprendedores y minusvalora la nueva economía, te pido que le metas en el mismo grupo que los antivacunas, es decir nostálgicos en contra del progreso que solamente provocan desgracias.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

viernes, 2 de marzo de 2018

Sandbox. Una caja de arena para la innovación corporativa


(este artículo se publicó originalmente el día 26 de febrero de 2018, su versión corta, en el periódico lainformacion.com dentro de la columna semanal #serendipias)


Un arenero es un espacio lleno de arena que suele situarse en parques y patios de colegios para que los niños jueguen. La arena de estos espacios mantiene a los niños entretenidos haciendo carreteras y castillos pero también les evita consecuencias mayores ante golpes o accidentes y protege a los más pequeños de los juegos más violentos de los mayores. 


En la pirotecnia las cajas de arena se usan para explotar fuegos artificiales que ya no pueden lanzarse y de ese modo amortiguar el sonido y otras consecuencias de la deflagración.

 Por último, en el ámbito de los desarrollos informáticos, el término se utiliza para referirse a un entorno de pruebas aislado que evita la eventual afección a las partes claves del sistema en funcionamiento. En ciberseguridad es habitual usar estas cajas de arena o sandbox para estudiar la evolución de un software potencialmente malicioso sin que afecte de manera real a los sistemas. 

Aunque como directivo de una empresa no te ocupen los virus informáticos, no tengas niños pequeños y lo más cerca que hayas visto fuegos artificiales sea en las fiestas de tu ciudad, me temo que cada día más a menudo oirás hablar de las sandbox. El nuevo uso del término sigue manteniendo el significado original, un lugar donde jugar, hacer pruebas o experimentar sin consecuencias irreparables. En el ámbito legal anglosajón se utiliza la expresión sandbox cuando un regulador o supervisor público permite desarrollar una determinada actividad al amparo de una autorización administrativa sin aplicar la regulación vigente en ese ámbito. Es, como recuerda el abogado Francisco Uría, un espacio de prueba en el que un determinado producto, servicio o tecnología puede chequearse en relación con un número determinado de clientes, con la seguridad de que no existirán consecuencias sancionadoras por parte de los supervisores. 

Un sandbox está concebido por tanto, para promover las mejores condiciones que favorezcan el desarrollo de nuevos modelos de negocio en el contexto de mercados regulados que se encuentran sometidos a la irrupción de la tecnología. Su objetivo es evitar que ideas innovadoras, susceptibles de repercutir en un beneficio para los consumidores, sean desechadas por las complicaciones regulatorias que impiden ponerlas en marcha. Esta técnica regulatoria se está utilizando ya en Reino Unido, Singapur, Malasia o Australia para facilitar la innovación tecnológica y la trasformación digital en ámbitos de los servicios financieros como son el fintech o el insurtech. Según Lupicinio Abogados hasta veinte países han anunciado al día de hoy la implantación de alguna forma de regulatory sandbox, dentro de una estrategia más amplia para atraer el talento internacional emprendedor. En España la CNMV ha incluido en su plan de actividades de 2018 el estudio de este fenómeno y no son pocas las voces que reclamaban su implantación inmediata de cara a mejorar el ecosistema de innovación en el sector financiero español. 

Es tal su utilidad, que los sandbox están desbordando el ámbito regulatorio para introducirse en el corazón de las grandes corporaciones coincidiendo con la disrupción tecnológica. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo, las organizaciones han visto en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores. Pero es sabido que los procesos y procedimientos matan muchas nuevas ideas en las grandes empresas, más aún si hablamos de emprendimiento corporativo donde habitualmente el elefante -la multinacional- acaba pisando a la gacela -el intraemprendedor-. Por eso para evitar que la burocracia, el status quo o las jerarquías puedan convertirse en un freno para la innovación tecnológica, las empresas pioneras en innovación abierta implantaron en su día fast tracks, inspirados en esos servicios de las compañías aéreas que permiten que los clientes VIPS no esperen largas colas y embarquen directamente. De modo y manera que los emprendedores disponían de un camino expedito para innovar en las compañías. El siguiente paso en esta estrategia facilitadora, son los sandbox. Esta caja de arena garantiza el mejor ambiente para emprender dentro de una organización. Un ambiente que es algo más que espacios abiertos de trabajo o financiación para crecer, es un ecosistema dentro de la corporación que blinde a las startups y que les permita trascender los procedimientos corporativos y hasta las políticas basadas en la tradición y la cultura de la empresa, que lastran su velocidad de crecimiento. 

¿Se nos ocurre otra forma de promover en las empresas el uso de una tecnología como el blockchain, con sus derivadas en criptomonedas, ICOs o smart contracts, que no sea aislándola en nuestro “arenero”? ¿Acaso alguien cree que pasaría el estricto control de la asesoría jurídica de turno? La otra opción es dejar escapar el tren de las innovaciones disruptivas. Un sandbox es el único camino para compatibilizar la velocidad de los emprendedores con los objetivos corporativos al facilitar un ambiente controlado de prueba y error. Además, permite una estrecha colaboración entre startups y corporaciones donde ambos aprenden y puede funcionar la innovación abierta. Es una herramienta indispensable para que los intraemprendedores, muchas veces directivos, no lastren ellos mismos sus proyectos por miedo a traicionar el legacy de sus empresas. Todo sea por proteger el emprendimiento de la tediosa e improductiva lentitud de las multinacionales. El último libro del ideólogo de la filosofía lean startup, Eric Ries "The Startup Way: How Entrepreneurial Management Transforms Culture and Drives Growth" nos avisa de que la única forma de sobrevivir a los cambios que se avecinan es que “todos los empleados tendrán que tener la oportunidad de ser emprendedores y sus ideas serán respetadas e impulsadas”. Los sandbox van en esa dirección.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

martes, 19 de diciembre de 2017

Emprender en una empresa es un cuento

(este artículo se publicó originalmente en el número de lanzamiento de la revista GLOBAL SQUARE el 12 de diciembre de 2017)

Si no le suena el cuento de “El elefante y la gacela”, no se preocupe porque no es tan conocido como “La cigarra y la hormiga” de La Fontaine que tanto nos repitieron nuestros padres. Tampoco lo firma el fabulista español Samaniego que nos dejó inolvidables piezas como “La gallina de los huevos de oro”. Este cuento de animales africanos, no existía hasta hace unos meses, pero ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, el emprendimiento corporativo es el conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno (intraemprendimiento), bien mediante la incorporación de conocimiento externo, por ejemplo startups, susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio (innovación abierta). Un nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España como lo demuestra las 43 corporaciones que reconocen que utilizan el emprendimiento corporativo y facturan en conjunto el equivalente al 21% PIB español, representando más del 53% de la capitalización del IBEX 35.
“Un joven elefante que vivía en la sabana observaba diariamente con admiración la agilidad con la que la ligera gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer giro de la danza, la pata del elefante se posó, por error pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela que murió aplastada en el acto”.
Lo que precede este párrafo es una fábula. Un género compuesto por una composición literaria breve con intención didáctica en la que los personajes son animales que presentan características humanas. Esas enseñanzas o aprendizajes que lo definen aparecen siempre al final del cuento y se conocen popularmente como moraleja. No traslades a los demás tus culpas, es la moraleja en la recordada fábula “La zorra y las uvas” y en  “El león y el ratón” se aprende a nunca despreciar las promesas de los pequeños porque puede que un día se cumplan.
Las metáforas con el mundo animal en la literatura económica no son nuevas: los tigres asiáticos a principios de este siglo para referirse a las entonces emergentes potencias asiáticas de Corea, Singapur, Taiwán y Hong-Kong; los PIGS, acrónimo acuñado por medios anglosajones para referirse peyorativamente a los países mediterráneos acuciados hace unos años por problemas de déficit y balanza de pagos, son solo algunos ejemplos. En el campo del emprendimiento, en el año 1979, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe “Job generation process”, al atreverse a poner en entredicho el paradigma dominante a favor de la gran empresa.  Birch demostró que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto y explicó estas dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello analogías zoológicas que aunque han pasado décadas siguen hoy muy vigentes. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Por último, ya en nuestros días, los unicornios se han traído de la mitología al mundo de la inversión, para definir las nuevas empresas que tienen una valoración de 1000 millones de dólares. Linkedin, Uber o Airnbn son ejemplos de esos unicornios tan deseados por los fondos de inversión.
También las moralejas han estado presentes en la doctrina económica y tras dos años de estudio el informe sobre emprendimiento corporativo que he tenido el honor de coordinar y que ha llevado por subtítulo “elefantes y gacelas bailan sin pisarse” ha dado lugar a cuatro enseñanzas. La primera es que este  fenómeno ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  Esta investigación permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad.  En segundo lugar y gracias al contraste entre dos encuestas hechas a intraemprendedores y a los propios directivos, hemos demostrado que el masivo apoyo al emprendimiento corporativo en España manifestado por las empresas  muestra más deseos que realidades. La tercera enseñanza es que la existencia de exitosos programas en multinacionales españolas demuestra que a pesar de la juventud del fenómeno ya hay buenas prácticas que permiten abonar el camino para los que empiezan ahora. La última lección aprendida  es que son muchos los obstáculos a sortear para implantar estrategias efectivas de innovación abierta e intraemprendimiento en las grandes corporaciones porque además de las dificultades propias de hacer crecer negocios emergentes se encuentran inercias de las grandes empresas que no respetan las peculiaridades del mundo startup.
En la vida real es muy difícil que dos especies tan distintas puedan ensayar una danza, al menos no sin que la gacela, corra un alto riesgo de ser apisonada por las toneladas del elefante. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en un cuento, que bailen ambos animales, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia es el propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem. Hace unos días en la sede la Fundación Rafael del Pino se pudo escuchar a los consejeros delegados de empresas de sectores tan dispares como Enagás, Telefónica, CAF o Vocento comentar su fructífero trabajo con emprendedores. Explicaron cómo, no sin dificultades, los elefantes están empezando a bailar sin pisar a las gacelas. Hace unos años el profesor del MIT Clayton Christensen vaticinó que las empresas diseñadas en el siglo XX para triunfar, están abocadas a fracasar en el siglo XXI, salvo que adopten la mentalidad startup. Por ello y si queremos que nuestro cuento además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro de nuestra economía con más garantías, tendremos que escribir un nuevo final en el que el elefante aprenda a bailar poco a poco con la gacela sin hacerle daño. De modo y manera que un día, no muy lejano, ambos anímales deleiten a toda la sabana bailando armónicamente.

Iñaki Ortega es profesor de la Universidad de Deusto y ha coordinado el Informe sobre Emprendimiento Corporativo en España promovido por CISE y Santander Universidades

domingo, 29 de octubre de 2017

La fábula del elefante y la gacela que quieren bailar juntos

(este artículo fue publicado originalmente el domingo día 29 de octubre de 2017 en el periódico El Mundo)

Un joven elefante que vivía en la sabana africana observaba con admiración todos los días la agilidad con la que la gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia, pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer giro de la danza la pata del elefante se posó por error, pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela, que murió aplastada en el acto.

Esta fábula ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores (CISE) con el apoyo de NEORIS, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Este  fenómeno  ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con éstas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores. Nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España.

La investigación, que ha llevado por subtítulo elefantes y gacelas bailan sin pisarse, permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad. Así, tras dos años de estudio, hemos formulado nueve aprendizajes,  recomendaciones basadas en experiencias exitosas de colaboración entre startups y corporaciones. 

La primera es la imprescindible implicación de la alta dirección en el impulso del emprendimiento corporativo. El alineamiento con los objetivos de la compañía es la segunda. El siguiente consejo es que el emprendimiento corporativo solo es una apuesta segura a largo plazo. Aprender de otros, pero desarrollar una política de emprendimiento corporativo adaptada a la propia organización y dotar a la organización de personas con conocimientos y competencias que les permitan acompañar y entender a startups e intraemprendedores, son la cuarta y la quinta. Buscar sinergias en el ecosistema emprendedor local así como hacer un esfuerzo por evangelizar a toda la organización también se hace necesario.  Como octava lección se recomienda  apoyar a los intraemprendedores con recursos, tiempo y garantías de carrera profesional. Una última reflexión para las empresas que operan en industrias de alta tecnología: al hilo de la velocidad a la que avanzan el cambio en modelos de negocio así como las fórmulas de innovación abierta, la figura del Chief Entrepreneur Executive no tardará en extenderse entre todas aquellas que aspiren a mantenerse líderes.

El sentido común nos dice que difícilmente dos especies tan distintas podrían ensayar una danza, al menos no sin que la gacela corra un alto riesgo de ser apisonada por la envergadura del elefante. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. El propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem.

Como recordaba recientemente el Foro Económico Mundial, del grado de desarrollo del ecosistema de emprendimiento corporativo dependerá cada vez más la competitividad de los países. Por ello y si queremos que nuestra fábula además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro europeo con más garantías tendremos que escribir un nuevo final en el que nuestro elefante aprenda a bailar sin prisas con la gacela para que sus torpezas no pongan en peligro la vida del antílope. De modo y manera que un día ambos animales nos deleiten bailando sin pisarse ni hacerse daño.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario


lunes, 19 de junio de 2017

Un cuento chino


(este artículo fue publicado originalmente el día 8 de junio de 2017 en el blog de socios e inversores)


En castellano se usa la expresión “cuento chino” para referirse a un engaño sofisticado. Al parecer se acuñó, irónicamente, por los coetáneos de Marco Polo a raíz  de las narraciones orales que se difundieron después de los viajes de este mítico explorador. El mercader veneciano fue de los primeros en explorar la llamada ruta de la seda y contar la experiencia de sus viajes por el extremo oriente a través de “El  libro de las Maravillas”. Además de ser un detallado manual para comerciantes, la obra narra todos los descubrimientos que hizo el aventurero veneciano en sus viajes por China, India o Japón. Las descripciones que aparecen sobre animales raros, especias de sabores extraños, etnias desconocidas y un descomunal palacio de oro y plata hicieron que esa narración resultara poco creíble, de ahí que se catalogaran muchos de estos pasajes como un cuento chino para restarle toda credibilidad. La expresión, acuñada en el siglo XIII ha llegado hasta nuestros días.
De hecho son muchos los que piensan que emprender dentro de una gran corporación es un cuento chino. Para un grupo de profesores, entre los que me encuentro, es un cuento, y dejamos que sea el lector el que lo juzgue como chino o no. “El elefante y la gacela aprenden a bailar sin pisarse” es un cuento de animales africanos que no existía hasta hace unos meses, pero ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores y Santander Universidades, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, el emprendimiento corporativo es el conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno (intraemprendimiento), bien mediante la incorporación de conocimiento externo, por ejemplo startups, susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio (innovación abierta). Un nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España como lo demuestra las 43 corporaciones que reconocen que utilizan el emprendimiento corporativo y facturan en conjunto el equivalente al 21% PIB español, representando más del 53% de la capitalización del IBEX 35.
“Un joven elefante que vivía en la sabana observaba diariamente con admiración la agilidad con la que la ligera gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia pero por un momento le vino a la cabeza la escena de ambos bailando y en el primer giro de la danza, la pata del elefante se posaría, por error pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en su frágil columna que haría que muriese aplastada en el acto. Por eso la gacela convenció al elefante para que aprendiese a bailar poco a poco, eso sí,  sin arrimarse para evitar hacerse daño. Al cabo de meses de ensayos un día ambos anímales convocaron a todos su amigos y deleitaron a toda la sabana bailando armónicamente, sin que la débil pero astuta gacela sufriese daño alguno”
Las metáforas con el mundo animal en la literatura económica no son nuevas: los tigres asiáticos a principios de este siglo para referirse a las entonces emergentes potencias asiáticas de Corea, Singapur, Taiwán y Hong-Kong; los PIGS, acrónimo acuñado por medios anglosajones para referirse peyorativamente a los países mediterráneos acuciados hace unos años por problemas de déficit y balanza de pagos, son solo algunos ejemplos. En el campo del emprendimiento, en el año 1979, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe “Job generation process”, al atreverse a poner en entredicho el paradigma dominante a favor de la gran empresa.  Birch demostró que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto y explicó estas dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello analogías zoológicas que aunque han pasado décadas siguen hoy muy vigentes. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Por último, ya en nuestros días, los unicornios se han traído de la mitología al mundo de la inversión, para definir las nuevas empresas que tienen una valoración de 1000 millones de dólares. Linkedin, Uber o Airnbn son ejemplos de esos unicornios tan deseados por los fondos de inversión.
También las moralejas de los cuentos han estado presentes en la doctrina económica y tras dos años de estudio el informe sobre emprendimiento corporativo que he tenido el honor de coordinar y que ha llevado precisamente por subtítulo “elefantes y gacelas bailan sin pisarse” ha dado lugar a cuatro enseñanzas. La primera es que este  fenómeno ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  En segundo lugar y gracias al contraste entre dos encuestas hechas a intraemprendedores y a los propios directivos, hemos demostrado que el masivo apoyo al emprendimiento corporativo en España manifestado por las empresas  muestra más deseos que realidades. La tercera enseñanza es que la existencia de exitosos programas en multinacionales españolas demuestra que a pesar de la juventud del fenómeno ya hay buenas prácticas que permiten abonar el camino para los que empiezan ahora. La última lección aprendida  es que son muchos los obstáculos a sortear para implantar estrategias efectivas de innovación abierta e intraemprendimiento en las grandes corporaciones porque además de las dificultades propias de hacer crecer negocios emergentes se encuentran inercias de las grandes empresas que no respetan las peculiaridades del mundo startup.
En la vida real es muy difícil que dos especies tan distintas puedan ensayar una danza, al menos sin que la gacela, corra un alto riesgo de ser apisonada por las toneladas del elefante. Por eso es normal que algunos lleguen a pensar que el intraemprendimiento es un cuento chino. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, que bailen ambos animales, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia es el propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem. Hace unos años el profesor del MIT Clayton Christensen vaticinó que las empresas diseñadas en el siglo XX para triunfar, están abocadas a fracasar en el siglo XXI, salvo que adopten la mentalidad startup. Por ello y si queremos que nuestro cuento además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro de nuestra economía con más garantías, tendremos que aprender de la paciencia y el método seguido por los dos animales africanos.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Ha coordinado el Informe sobre Emprendimiento Corporativo en España promovido por CISE y Santander Universidades

martes, 23 de mayo de 2017

Caja de herramientas para las administraciones emprendedoras

(este artículo fue publicado originalmente en el número de abril de la Revista de Economía Aragonesa)
INTRODUCCIÓN
Los emprendedores son el vehículo por el cual las ideas se implementan y desempeñan un rol clave en la innovación, lo que les ha convertido en el principal agente de la nueva economía.
A este respecto existen pocas dudas en el ámbito académico, político e incluso en la opinión pública. No obstante, para llegar a esta afirmación se ha necesitado toda una nueva área de investigación en la ciencia económica que ha tomado por nombre su vocablo en inglés entrepreneurship.
Las externalidades positivas de las nuevas iniciativas empresariales están detrás del hecho de que las administraciones públicas hayan querido apoyar al colectivo emprendedor. Las sucesivas crisis, además, han impulsado estas políticas, pero también han acentuado la necesidad de resultados visibles en el corto plazo, desdeñándose -equivocadamente- las actuaciones más lentas de ecosistema en favor de programas de impulso a determinados colectivos.
Este artículo ofrece un sencillo marco teórico a políticos y administraciones, pero también a empresas, instituciones educativas y medios de comunicación para que acierten con sus actuaciones a favor de los emprendedores.
DESARROLLO
Para diversos autores los principales problemas que se encuentran los gestores públicos a la hora de aplicar políticas de apoyo a los emprendedores son tres. La ausencia de una teoría que aglutine todas las perspectivas del fenómeno emprendedor; la inexistencia de un consenso en la definición del término emprendedor y por último, la desconexión entre las políticas públicas y los fallos de mercado[1] que las causan. Estas cuestiones serán abordadas en este artículo a continuación.

I.              EL CAMPO DEL ENTREPRENEURSHIP

El entrepreneurship es un área de investigación enmarcada en las ciencias sociales que puede considerarse relativamente joven o que por lo menos no ha alcanzado su plenitud con importantes avances muy recientes.
De hecho, es muy difícil encontrar una traducción comúnmente aceptada del término al castellano. Es habitual el uso de denominaciones tan dispares como factor empresarial, función empresarial o iniciativa emprendedora. La tendencia de la literatura en habla hispana es el mantenimiento del vocablo en inglés entrepreneurship[2].
A pesar de que aún no existe un consenso sobre la definición de este campo de estudio, un gran número de investigadores coinciden en que la creación de nuevas empresas es una de las principales manifestaciones del entrepreneurship (Morales y Roig, 2005).

II.            LOS EMPRENDEDORES: SU DEFINICIÓN[3]

Existe una abundante literatura económica al respecto de la definición del emprendedor. Con el propósito de aclarar el concepto Sternberg y Wennekers (2005) identifican dos vertientes en la actividad emprendedora. Por un lado, se encuentra la ocupacional, que “se refiere a la propiedad y administración de un negocio que corre por cuenta propia y del que se asumen todos los riesgos”. Por otro se sitúa la acepción conductual de la actividad emprendedora.
Para ésta última, la iniciativa emprendedora no es más que las habilidades que poseen determinadas personas. Cuando esos rasgos de personalidad guían la actividad mercantil de los individuos se asume un rol predominante de emprendedor. Pero medir rasgos discontinuos de la personalidad emprendedora de las poblaciones o actitudes emprendedoras de los individuos en las empresas se antoja imposible para la estadística. Por ello, los estudios empíricos en entrepreneurship han usado la visión ocupacional de la definición de emprendedor.
La perspectiva ocupacional ha llevado a identificar emprendedores con figuras jurídicas mercantiles. Las asociaciones más frecuentes son empresario individual, pequeña empresa y joven empresa. La debilidad de usar la primera de ellas radica en que se vincula actividad emprendedora con trabajo autónomo dejando fuera las pymes, y por tanto circunscribiendo el fenómeno emprendedor al autoempleo. También son conocidos los inconvenientes de la identificación con pyme, puesto que no todas las pequeñas empresas asumen comportamientos emprendedores y no solamente en las empresas de reducida dimensión están los emprendedores. En opinión de Reynolds (2004), para definir emprendimiento las diversas tendencias tienen al menos en común que lo relacionan con la creación de algo nuevo. Lo que nos permite introducir a la joven empresa o empresa recién creada[4] como el tercer y último concepto identificado con emprendimiento a la hora de facilitar su medición. La creación de empresas es para muchos investigadores el foco más adecuado para aproximarse al entrepreneurship[5]. Esta identificación ha triunfado hasta el extremo de aparecer en la mayoría de los discursos institucionales el concepto de emprendedor asociado inexorablemente al adjetivo joven.
Sin duda, la perspectiva ocupacional ayuda a medir la actividad emprendedora, pero eso no debe llevarnos a asumir que el emprendedor es un empresario en pequeña escala. Al contrario, un emprendedor se asocia más con la novedad que con el tamaño. La definición recomendada en este artículo para entender el fenómeno emprendedor es “persona que pone en marcha una idea arriesgada con efectos económicos usando una empresa[6]”.

III.           LOS EFECTOS EN LA ECONOMÍA DE LA ACTIVIDAD EMPRENDEDORA. LAS POLÍTICAS PÚBLICAS


La abundancia de actuaciones públicas a favor de los emprendedores tiene su causa en las bondades económicas de las nuevas empresas. En primer lugar conoceremos esos efectos, para después recapitular las políticas.
1.    Los efectos en la economía de la actividades emprendedora

Para poner en valor esas externalidades conviene repasar los más importantes autores que han estudiado este campo. Aunque gran parte de la producción es reciente, se pueden distribuir en etapas que abarcan desde principios del siglo XVIII a nuestros días y que se resume en la Tabla 1.



Etapas
Marco temporal
Descripción de la etapa
Autores
Antecedentes
Siglos XVIII y XIX.
Aparición y definición del término
Cantillon
Say
Mill
Inicios
De finales del siglo XIX a la posguerra de la II Guerra Mundial
Los emprendedores como elementos de desarrollo económico

Marshall

Schumpeter

Madurez
Años 80 y 90 del siglo XX
La medición de las consecuencias económicas de la actividad emprendedora
Baumol
Birch
Reynolds
Auge
Del fin de siglo a nuestros días
La economía emprendedora

Jovanovic
Acs
Audretsch
Thurik



Fuente: Ortega Cachón (2012)


i.      Aparición y definición del término emprendedor

Esta primera etapa se inicia con la obra de Cantillon (1755) y abarca desde el siglo XVIII hasta finales del siglo XIX. Los principales economistas que escriben sobre el tema son Cantillon, Say y Mill[7]. Say es quien popularizó el término emprendedor (entrepreneur), aunque es Cantillon quien lo utiliza por primera vez.
En la definición de Cantillon, es empresario quien asume riesgos en su intento de crear riqueza en un entorno de incertidumbre, mientras Say (1840) lo definió como un ser capaz de coordinar y combinar factores de producción. Finalmente Mill (1848) en su libro Principios de Política Económica usa el término emprendedor para referirse a aquella persona que asume tanto el riesgo como la gestión en una empresa.

ii.            Los emprendedores como elementos de desarrollo económico: finales s. XIX a años sesenta.

Es aquí cuando, gracias a la obra de Marshall y Schumpeter, se puede hablar del inicio de un cuerpo sólido de conocimiento en relación con el impacto económico de la acción empresarial.
El trabajo de Marshall (1890) Principles of Economics destaca la actividad del empresario como proveedor de bienes para la sociedad, pero también de innovación y progreso. En su esquema conceptual de la economía de mercado, el empresario desempeña un rol central, es él quien maneja los procesos de producción y distribución coordinando la oferta y la demanda en el mercado y los factores productivos en la empresa. Marshall afirmó que la capacidad organizativa “era el cuarto factor productivo” detrás de la tierra, el capital físico y la mano de obra.
Schumpeter es, sin duda, uno de los autores que más ha enriquecido el entrepreneurship al centrar su análisis en la innovación en lugar de en la gestión, como era habitual hasta la publicación de su obra en 1911 The Theory of Economic Development. El emprendedor, para el autor austriaco, es el factor clave del desarrollo económico, porque en su búsqueda de beneficios introduce cambios e innovaciones que rompen el equilibrio y mueven el flujo circular de la economía hacia un estadio superior. Para Schumpeter el emprendedor no ha de ser necesariamente el empresario, sino que es aquella persona que en la empresa, no acomodándose a la situación establecida, introduce las innovaciones que finalmente a través del proceso que denomina “destrucción creativa”, provoca desarrollo económico.
Pero lo relevante de la obra de Schumpeter no puede ocultar que las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial son un campo baldío para el entrepreneurship. En parte debido a la aparición en la escena económica del auge de las grandes empresas y las multinacionales. Pero también por la divulgación de las tesis de Galbraith (1967) anunciando las excelencias de la gran empresa, la era de la tecnoestructura y la desaparición del empresario, lo que llevó a centrar en la gran empresa la docencia e investigación universitaria.

iii.           Medición de las consecuencias económicas de la actividad emprendedora

Durante la década de los ochenta y los noventa y debido a la situación de estancamiento y alto desempleo, los gobiernos especialmente en los Estados Unidos empiezan a abandonar la estrategia de atracción y fidelización de grandes empresas en sus territorios en favor de la promoción de los emprendedores.
Al mismo tiempo son diversos autores, entre los que pueden destacarse Baumol o el premio Nobel  de economía North, quienes sitúan el marco institucional como fundamental para la actividad empresarial y determinante para que el carácter de la misma sea compatible con el progreso y el crecimiento económico.
Pero quien provoca la explosión de la investigación científica en este terreno es Birch, con la publicación en 1979 de The job generation process. La presentación de este informe en el Congreso de los Estados Unidos en el que se ponía de manifiesto que la mitad de los nuevos puestos de trabajo en ese país fueron creados por nuevas empresas, tuvo un enorme eco. Es a partir de esas reveladoras cifras cuando políticos de todos los colores descubren al empresario y la necesidad de fomentar nuevas empresas. Son muchos los estudios posteriores que siguen esa estela, pero merece la pena destacar el trabajo de Reynolds (1987) por su búsqueda de indicadores que midan la iniciativa emprendedora y sobre todo, porque sin su obra no hubiese podido nacer a finales de los noventa el informe Global Entrepreneurhip Monitor (GEM).

iv.           La economía emprendedora

En la frontera del cambio de siglo se inicia el periodo más prolífico para esta  producción literaria. Los autores destacados son los americanos Audretsch, Acs y el holandés Thurik. Todos ellos basan sus investigaciones en los escritos de Marshall y Schumpeter y desarrollan un cuerpo teórico al respecto de la iniciativa emprendedora como una suerte de cuarto factor productivo que les lleva a hablar de entrepreneurial economy. La base teórica que permite establecer la relación entre entrepreneurship y crecimiento económico es provista por las nuevas teorías de la evolución de la industria de Jovanovic (1982).
Frente a los que sugerían que los emprendedores retardaban la actividad económica (eran menos eficientes y estaban fuera de la actividad innovadora por falta de recursos), Jovanovic sugiere exactamente lo contrario: el emprendimiento estimula y genera crecimiento. La iniciativa emprendedora se convierte, por tanto, en el vehículo por el cual las ideas, en muchas ocasiones, son implementadas (Audretsch, 2002). La explicación que dan a este empoderamiento del entrepreneurship tiene su base en la globalización que ha hecho migrar la ventaja competitiva hacia actividades basadas en el conocimiento. Los cambios tecnológicos han reducido el papel de las economías de escala, aumentado la competencia en los mercados y mejorado la capacitación de los agentes económicos, lo que ha beneficiado a las nuevas empresas.
Estos autores lo resumen así: “la nueva economía es aquella en la que la tecnología y los productos se vuelven obsoletos mucho más rápido que décadas atrás. Está claro que estamos entrando en la era de las jóvenes empresas. El rol que jugarán será mayor que el que nunca antes ha tenido en los últimos setenta años”.
…………………………………………………………………………………………….
Para el lector que quiera profundizar sobre la vinculación entre emprendedores y externalidades positivas puede ser útil la Tabla 2 que aglutina, por una parte las principales variables y por otra, los autores que lo han demostrado.



Externalidad
Variable
Autor
Empleo
Nuevos empleos
Birch
Crecimiento
Aumento del PIB
Audrestch
Productividad
Producción / persona / hora
Disney
Innovación
Nueva función de producción
Schumpeter
Cohesión Social
Empresarios de éxito
Kirchhoff

Fuente: Ortega Cachón (2012)

 

2.    Las políticas públicas de apoyo a los emprendedores

La demostración de la positiva relación de la actividad emprendedora con el empleo, el crecimiento, la productividad, la innovación y la cohesión social ha hecho que gobiernos de toda ideología hayan impulsado esta figura con diferentes políticas. Unas veces en el más puro estilo keynesiano con políticas de demanda[8], pero otras muchas también con políticas de oferta[9] como la defensa de la competencia o la reducción de trabas burocráticas e impuestos.
Son ya cien años de estas actuaciones, por ello y para facilitar su conocimiento a los nuevos agentes que se incorporen a este apoyo se han aglutinado en cinco etapas históricas. Además, se sugieren varios programas que pueden considerarse buenas prácticas (Tabla 3).


Tabla 3: Etapas y buenas prácticas de políticas públicas de emprendimiento

Nombre
Étapa
Buena práctica
Leyes Antitrust
Finales s.XIX a años 40
Ley Sherman
Primeras políticas de pymes
Años 50- años 60
SBA
Generalización políticas de pymes
Años 60 - años 70
SBIR
Primeras políticas para emprenedores
Años 90 – crisis 2008
YOZMA
Auge políticas para emprendedores
Crisis 2008 – nuestros días
Startup Chile
Estatuto francés del emprendedor




Fuente: Elaboración propia
a)    Las leyes anti trust en Estados Unidos (desde finales del siglo XIX hasta los años cuarenta)
Las leyes anti trust no estuvieron motivadas únicamente por la preocupación del gobierno federal de evitar comportamientos abusivos de la gran empresa sobre los consumidores, sino también sobre los pequeños negocios. En este sentido, la ley Sherman de 1890, que prohibía la concentración empresarial bajo la forma de trust[10], es considerada la primera norma a favor de los emprendedores
La aparición temprana de este tipo de actuaciones en Estados Unidos no debe extrañar, ya que el espíritu emprendedor puede ser entendido como una extensión de aquel que impulsó a los primeros colonos de la emergente nación. Concibiéndose, bajo la óptica jeffersoniana[11], a los pequeños empresarios como un elemento clave para la consolidación de la clase media y, por ende, del sistema democrático.
A raíz de la Gran Depresión de los años treinta y, posteriormente, del estallido de la Segunda Guerra Mundial, se produce un impulso importante en la actitud del gobierno de Estados Unidos hacia el pequeño tejido productivo. Surgen en este momento las primeras políticas activas[12] de apoyo a la pequeña empresa, cuya implementación será encomendada a agencias públicas de carácter temporal.
b)    Primeras actuaciones permanentes a favor de la pequeña empresa (años cincuenta y sesenta)
Como se ha comentado, estas décadas constituyen la edad de oro de la gran empresa, aparecen y se consolidan buen número de multinacionales a ambos lados del Atlántico. No obstante, impulsada por la creciente preocupación de la clase política por el pequeño empresario ante ese auge, es en esta época cuando nace la política de fomento a la pyme en Estados Unidos, Canadá y Holanda. Muchas de las medidas adoptadas por estos gobiernos se centrarán en la prestación de apoyo financiero a las empresas, siendo paradigmática la actuación de una agencia de Estados Unidos: Small Business Administration[13] (1953). De hecho, en los años 60 esa agencia se convirtió en una de las herramientas de las que se sirvió la nueva administración demócrata para llevar a cabo su política de promoción social entre determinadas minorías, introduciendo para ello medidas encaminadas a favorecer el autoempleo en dichos colectivos.
c)    Generalización y consolidación de las políticas de apoyo a la pyme (años setenta y ochenta)
Hasta las crisis del petróleo de 1973, el paradigma de la gran empresa apenas si se había cuestionado y la defensa de las pymes estaba todavía más ligada a la protección de elementos sociales que a la eficiencia. Sin embargo, a partir de entonces se produce un cambio en esta tendencia, cobrando la pequeña empresa un destacado protagonismo y, por extensión, el emprendedor. Los gobiernos, acuciados por el aumento del paro y la caída de la actividad renuevan su interés en la pyme, tomando en consideración los primeros estudios que acreditan la pérdida de tamaño de las grandes empresas y el abandono de ciertas actividades a favor de las organizaciones más pequeñas, así como las investigaciones sobre el efecto de la pequeña iniciativa en el empleo y la competitividad.
En esta etapa, los instrumentos públicos de promoción empiezan a diversificarse no tratándose ya meramente de facilidades financieras, sino también de servicios de asesoramiento y consultoría, junto a actuaciones de simplificación administrativa y adecuación del marco jurídico. Es también en este periodo cuando surgen las incubadoras empresariales[14] y las agencias de desarrollo económico, tanto a nivel local como regional.
En este periodo tiene lugar un hito en la política pública de estímulo empresarial al crearse en Estados Unidos un nuevo instrumento que facilitaría específicamente el surgimiento de empresas tecnológicas: Small Business Innovation Research Program (SBIR)[15]. Este programa obliga a las principales agencias federales de I+D a destinar una parte de su presupuesto de investigación a la financiación de pequeñas empresas innovadoras. El apoyo financiero cubre, a través de un itinerario compuesto de tres fases, desde la concepción de la idea hasta la comercialización del nuevo producto o servicio. Tuvo un gran éxito en la financiación de proyectos innovadores, estando detrás del surgimiento de empresas como Intel, Apple o Compaq.
d)    Nacimiento de las políticas de apoyo al emprendimiento stricto sensu
En muchos países, también en España, desde finales de los años ochenta, surgen nuevas actuaciones que abordan aspectos distintos de los financieros como la cultura empresarial, la asistencia en la definición del plan de negocio o la puesta a disposición de espacios adecuados, por citar algunos.
Será también a partir de mediados de los noventa cuando la OCDE (1995) y la Unión Europea (Comisión Europea, 1998, 2000) empiecen a reconocer el papel que tienen los emprendedores en el logro de una economía próspera y a estudiar vías para promover la creación de empresas.
Entre las actuaciones públicas introducidas en este periodo, ha de ser mencionado el Programa Yozma (1993) de Israel. Esta iniciativa tenía por objetivo desarrollar un sector del capital riesgo orientado hacia startups de alto componente tecnológico. A tal efecto, la administración destinó cien millones de dólares para la constitución de diez fondos de capital riesgo en los que participarían también inversores privados, ascendiendo su aportación hasta el 60% de la cuantía total. El programa logró atraer a importantes vehículos financieros internacionales, interesados no solo por la posibilidad de invertir en proyectos de gran potencial, sino también por la opción de adquirir, al término de cinco años, la participación pública en los mismos a un precio fijado de antemano. Es de recomendable lectura, para entender Yozma en el contexto de una estrategia nacional, el bestseller escrito por Senor y Singer en 2009 con el título Israel, la historia de una nación startup.
e)    Auge de las políticas de apoyo a emprendedores
La crisis desencadenada en 2007 por las hipotecas subprime extendida a todo el mundo un año después  con la quiebra de Lehman Brothers, marca la última etapa en esta intervención pública. Acuciados por la necesidad de reactivar el empleo y la actividad empresarial sin desequilibrar las cuentas públicas, los gobiernos han visto en la creación de empresas una eficaz estrategia de estímulo.
Por otro lado, la madurez y democratización del acceso a la tecnología han hecho posibles nuevas y eficaces políticas. Se caracterizan por tener en cuenta la movilidad internacional del capital emprendedor, estar dirigidas a proyectos empresariales de fuerte componente innovador y tender puentes de colaboración con el sector privado. Los casos de Estados Unidos (Startup America[16]), Chile (Startup Chile[17]) y España (Rising Startup Spain[18]) son paradigmáticos de esta reinvención de las actuaciones de apoyo a los emprendedores. En el campo de la eliminación de trabas fiscales y administrativas, destaca la Ley del Autoemprendedor de Francia de 2008, la cual ha creado una nueva forma mercantil con un régimen de IVA y de seguridad social específicos para las nuevas empresas.
La Unión Europea, por su parte, también dio un paso importante mediante la aprobación en 2008 y 2011 de una resolución denominada Small Business Act for Europe. En cuanto a España, desde el cambio de coyuntura económica se incrementó notablemente la sensibilidad de la administración pública y la clase política hacia el emprendimiento en su vertiente de fuente de autoempleo y generador de actividad. Fruto de ello, se han multiplicado las iniciativas que se dirigen a los nuevos empresarios, destacándose la Ley de apoyo a los emprendedores del año 2013.
Este crecimiento en todo el mundo del apoyo al emprendimiento por las administraciones llevó a que la economista Mariana Mazzucato escribiese en 2014 el libro El estado emprendedor que combina la perspectiva keynesiana con la schumpeteriana para afirmar que el estado es una de la organizaciones más emprendedoras del mercado y la que asume inversiones de mayor riesgo. 
Hay un fenómeno que por su importancia reciente, rápido crecimiento y caracterización como de ecosistémico ha de ser mencionado expresamente en este apartado. El emprendimiento corporativo, también conocido como intraemprendimiento o incluso innovación abierta, se ha convertido en los últimos cinco años en una de las estrategias más habituales de las grandes empresas. Buscan adoptar el modelo de éxito de innovación de las startups y para ello han empezado a trabajar con ellas y/o convertir a los trabajadores en emprendedores. El estudio que he tenido el honor de coordinar bajo el título  Emprendimiento Corporativo en España (2017) pone de manifiesto que el 86% de las grandes empresas con actividad en España tienen programas de fomento de intraemprendimiento en marcha a partir del año 2014. De hecho, el emprendimiento corporativo ha desbordado lo empresarial y son ya muchas organizaciones públicas en todo el mundo que han empezado a implementar programas de intraemprendimiento como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington o el Ayuntamiento de Madrid con el apoyo de la Fundación COTEC.
…………………………………………………………………………………………
Pero, a pesar de las buenas intenciones, la intervención pública a favor de la creación de empresas puede no funcionar, por razones de índole muy diversa que se resumen en la Tabla 4.


Tabla 4: Causas de las políticas fallidas de apoyo a los emprendedores


Política fallida
Autor

Utilización de los mismos instrumentos para tipos de emprendimiento y/o áreas regionales muy diferentes
Douhan y Henrekson

Los intereses políticos y el corto plazo pesan más en las decisiones relacionadas con la prestación de servicios que los criterios puramente de eficiencia
Urbano y Veciana

Velasco y Saiz

La excesiva complejidad de los trámites para acceder a determinadas prestaciones e instrumentos de apoyo

Landabaso y Mouton

Elección de actuaciones de cuya eficiencia no existe base empírica alguna
Parker

La actuación exclusivamente sobre los determinantes de la demanda de la actividad empresarial sin mejorar las condiciones de los mercados para absorber esta
García Tabuenca

Fuente: Elaboración propia

La falta de rigor técnico a la hora de diseñar las actuaciones; la rigidez del funcionamiento de la administración o el uso de una estrategia indiferenciada para apoyar a los distintos tipos de son algunas de las causas de que fallen estas políticas. Uno de los errores más comunes es impulsar estrategias cortoplacistas, cuando los efectos positivos de estas políticas suelen tardar en manifestarse. Es por esto que, desde este artículo, se recomienda a los policymakers paciencia y tenacidad en este campo. También hay que denunciar la falta de realismo de los gobiernos que tratan de alcanzar en un lapso de tiempo muy reducido las cifras y tipología de nuevas empresas surgidas en Estados Unidos simplemente emulando las políticas de este país, obviando el hecho de que su desarrollo fue el resultado de un proceso que duró décadas y que cada país exige actuaciones propias.
En cualquier caso, buena parte de las críticas a fallidas actuaciones se centran no en la decisión gubernamental de beneficiar a emprendedores o nuevas empresas frente al resto, sino en la forma en que dicha decisión se materializa, lo cual tiene que ver con cuestiones propias de la teoría del Public Choice[19]. Por otra parte, la ineficiencia de estas políticas a menudo no es achacable solamente a la dinámica político-administrativa o a la naturaleza del instrumento concreto elegido, sino a la falta de un enfoque global y coherente en la acción dirigida a los emprendedores.

Cuadro 1. La regla 4E
Se propone una sencilla regla nemotécnica para acertar a la hora de poner en marcha actuaciones de apoyo a los emprendedores. La regla 4E, nos recuerda cuatro conceptos que han de seguirse y que empiezan por la letra e. En primer lugar estudiar en profundidad los estorbos (1E), obstáculos, a la actividad emprendedora y las instituciones que están en su origen o solución. Utilizar el ecosistema emprendedor (2E), todos los agentes públicos o privados que estén en la cadena de valor de la vida de una empresa como aliados en la actuación. La tercera es perseguir no solo la mejora de un colectivo o el corto plazo, sino la consecución a largo plazo de una economía emprendedora (3E) frente a la vieja economía dominada por las grandes empresas y la obsesión por la eficiencia. Por último, evaluar (4E) periódicamente los recursos usados y su retorno para buscar la eficiencia de los recursos públicos.

 CONCLUSIONES  
Los emprendedores han emergido como el motor del desarrollo económico-social y están cambiando radicalmente las economías más avanzadas. En el auge actual de este fenómeno y con una difícil coyuntura, los gobiernos se aferran a la promoción de los emprendedores con la desesperación que lo hace el náufrago al barco hundido. Por ello se hace necesario ganar coherencia y foco en la acción pública en este terreno. Pero no bastará con que las políticas públicas de apoyo sean eficaces, eficientes y sostenibles, sino que tienen que ir en la buena dirección, que para este autor es conseguir una sociedad más emprendedora. La recomendación a los responsables de la promoción económica es que sus actuaciones se inserten en la lógica de la nueva economía donde el conocimiento, junto con la capacidad para emprender, es el nuevo factor de producción.
La nueva economía emprendedora no se conseguirá nunca con actuaciones al nivel de la empresa sino tocando también los aspectos ambientales que incidan en los sustratos individual y macroeconómico. Esta tarea reformista no afecta únicamente a lo público, al contrario, sin la intervención del resto de agentes no podría llevarse a cabo. Y es que solo uniendo fuerzas y coordinando estrategias por parte de gobiernos, empresas, emprendedores e instituciones educativas podrá conseguirse un auténtico capital emprendedor que garantice una economía basada en el conocimiento, que crezca, cree empleo y además sea sostenible.
En este sentido la tarea pendiente en España para conseguir una auténtica economía emprendedora es ingente. Las políticas públicas tienen que seguir profundizando en el cambio de escala, iniciado en los años ochenta en otros países, desde las grandes empresas a los emprendedores. Para ello, son necesarios menos programas públicos de apoyo a emprendedores pero más alineados y coordinados. La política emprendedora en nuestro país no puede ser un elemento retórico y en cambio se necesitan programas integrales, público-privados e insistentes frente a la provisión de servicios concretos o las ayudas coyunturales.
También los empresarios y sus asociaciones han de huir de polémicas absurdas al respecto de minusvalorar el término emprendedor y su reciente auge. Frente a la miope visión de que los emprendedores son aprendices de empresarios merece la pena aprender de los territorios más dinámicos, donde esa figura goza de la mayor consideración social. El análisis que Deusto Business School e ICADE Business School realizaron sobre los programas electorales de los cuatro principales partidos españoles en el año 2016 demostró el consenso político sobre el apoyo al emprendimiento. De hecho, el éxito de la denominación emprendedor frente a otros términos indica en sí mismo una victoria de las tesis que propugnan una legitimación de esa figura. El triunfo de la palabra emprendedor facilita que se rompa con los estereotipos negativos del término empresario. Es el camino para poner en valor su nuevo papel en la actividad económica, frente a la polémica cainita que solo da alas a aquellos que quieren recuperar trasnochados discursos de lucha de clases. Las grandes corporaciones en todo el mundo lo han entendido perfectamente y el emprendimiento corporativo es buena muestra de ello.
Este artículo ha pretendido ofrecer a todos los agentes involucrados un marco teórico, además de buenas prácticas y actuaciones fallidas que, a modo de caja de herramientas, les ayude a entender mejor el emprendimiento, y así elegir las mejores actuaciones para conseguir una economía más emprendedora.
Para finalizar, los responsables de las actuaciones públicas, que sirven a la sociedad en general, son los primeros que han de aplicarse los principios de la economía emprendedora. Si seguimos la definición que Holcombe (2002) hace del político emprendedor como “aquel que está siempre alerta para captar oportunidades que le permitan conseguir la eficiencia en las actuaciones públicas y la consecución de la redistribución de la riqueza”, veremos que ambas figuras no deberían estar tan lejos.
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitarios

RESUMEN
Los emprendedores han emergido como el motor de desarrollo de las economías más avanzadas. Los beneficios que provoca su actividad y las sucesivas crisis han llevado a las administraciones -pero también a otras instituciones- a apoyar al colectivo emprendedor durante los últimos cien años.
Este artículo pretende ofrecer a los agentes políticos, administraciones, empresas, instituciones educativas y medios de comunicación, un marco teórico, además de buenas prácticas y actuaciones fallidas que, a modo de caja de herramientas, les ayude a entender mejor el fenómeno y así conseguir una economía y una sociedad más emprendedora.
RELACIÓN DE PALABRAS CLAVE
Ecosistema emprendedor, emprendimiento, emprendimiento corporativo, entrepreneurial economy, entrepreneurship, externalidades, GEM, innovación, intraemprendimiento, nueva economía, policymaker, político emprendedor, políticas públicas, SBA, SBIR, startup y Yozma.
CURRICULUM VITAE DEL AUTOR DEL ARTÍCULO
Iñaki Ortega nació en Bilbao en 1972 es doctor en  economía, profesor de universidad y consultor. Actualmente es el director de Deusto Business School en Madrid además de profesor de la Universidad de Deusto y de la Universidad Internacional de la Rioja -UNIR-. Ha sido director general de Madrid Emprende durante los ocho primeros años de vida de esa agencia pública.
Es habitual articulista en El Mundo, ABC, Expansión y Cinco Días y escribe en medios de comunicación americanos como Forbes y América Economía. Ha dirigido proyectos de investigación para el BID, Microsoft o GEM. Es autor de varios libros entre los que está el primero que se editó en castellano sobre la nueva generación digital, los millennials. Además ha asesorado a gobiernos en España, Guatemala, Paraguay, México o República Dominicana en sus programas de apoyo a emprendedores. Ha trabajado para Ferrovial, Telefónica o Repsol entre otras grandes empresas, en el lanzamiento de sus actuaciones de innovación abierta. Ha dictado conferencias en más de diez países de Europa, América y Asia.  Es emprendedor, inversor, patrono de la Fundación Créate y miembro del consejo editorial de la revista Ethic.
Por todo lo anterior y por su paso por el legislativo como diputado en el Parlamento vasco tiene una visión sistémica que le ha permitido ser considerado uno de los mayores expertos en España en materia de ecosistema emprendedor.
IDEAS FUERZA DEL ARTÍCULO
1.    Los emprendedores son las personas que ponen en marcha una idea arriesgada con efectos económicos usando para ello una empresa.
2.    La actividad emprendedora tiene importantes consecuencias en la economía en términos de empleo, riqueza e innovación, que se han reforzado con la llegada de la nueva economía.
3.    Los gobiernos llevan más de cien años con políticas para los emprendedores, primeramente buscando la equidad y en los últimos tiempos por sus externalidades positivas.
4.    Existen buenas prácticas pero también ejemplos de políticas fallidas por el enfoque cortoplacista, partidista o erróneo de aplicar unas mismas actuaciones en diferentes territorios.
5.    La regla 4E para políticas exitosas. Estudiar los estorbos (1E) que sufren los emprendedores, actuar con el ecosistema (2E), buscar una economía emprendedora (3E) y evaluar (4E)  los programas.
6.    El término emprendedor y la necesidad de su apoyo por parte de las instituciones es un consenso político por encima de las ideologías.
7.    Hay que huir de la identificación de emprendedor con aprendiz de empresario, ya que solo refuerza estereotipos negativos de la actividad mercantil.
8.    La economía emprendedora es aquella que elimina barreras de entrada, busca la igualdad de oportunidades y promueve vocaciones empresariales para conseguir innovaciones que aporten bienestar.
 BIBLIOGRAFIA
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[1] En microeconomía los fallos de mercado son situaciones en las que el mercado no asigna eficientemente los recursos con consecuencias que lesionan el interés público.
[2] Aunque puede encontrarse en castellano el término “emprendimiento” como traducción. En cambio la Real Academia de la Lengua no admite los muy usados “emprendeduría” y “emprendizaje”.
[3] La Real Academia de la Lengua define el adjetivo emprendedor “que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas”. Y el verbo emprender. “(Del lat. in, en, y prendĕre, coger) cometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”.
[4] La identificación de startup con nueva empresa no es automática puesto que la primera añade un componente tecnológico y una capacidad de crecer rápido que no tiene porqué tener la segunda.
[5] El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) es el informe de medición del emprendimiento más citado que se realiza cada año en más de 100 países y mide la actividad emprendedora usando la definición siguiente “personas entre 18 y 64 años de edad que han iniciado una actividad empresarial en los últimos 42 meses”.
[6] La definición utiliza los conceptos clave de las tres principales escuelas que han estudiado el emprendimiento. Propensión al riesgo (Knight, 1921), innovador (Schumpeter, 1911) y buscador de oportunidades (Kirzner, 1973).
[7] En dicha lista Veciana (1999) no incorpora ni a Adam Smith ni a David Ricardo, porque según afirma,  para ellos no existe la figura del empresario, sino sólo la del capitalista.
[8] Keynes es un economista británico considerado como uno de los más influyentes del siglo XX y padre de la macroeconomía moderna. Su teoría apuesta por el gasto público para alimentar la demanda agregada y conseguir crecimiento económico. De ahí que a las políticas que siguen esa máxima se les denomine como keynesianas y sean consideradas políticas de demanda.
[9] Las políticas económicas de oferta son aquellas que confían en la fuerza del libre mercado y del individuo como agentes económicos y por ello buscan reforzar la oferta agregada dando facilidades a los oferentes, es decir, a los empresarios.
[10] Trust es un cártel o acuerdo entre empresas para limitar la competencia en beneficio propio.
[11] Jefferson fue el tercer presidente de los Estados Unidos de América a principios del siglo XIX y considerado uno de los padres de esa nación por su defensa de la libertad, la democracia y en contra del imperialismo británico.
[12] Las políticas activas de empleo son aquellas que buscan introducir a los parados en el mercado laboral con medidas como la formación. Los subsidios de desempleo en cambio palían los efectos de la falta de empleo y son consideradas políticas pasivas.
[13] www.sba.gov
[14] Una incubadora es una infraestructura que ayuda con diferentes servicios a las nuevas empresas en sus primeros años de vida.
[16] www.startupamericapartnership.org
[18] www.investinspain.org
[19]La teoría de Public Choice también conocida como de la Elección Pública, estudia en el ámbito económico las decisiones de los agentes políticos para desarrollar un marco institucional que refuerce la sociedad civil. Su máximo representante fue el premio Nobel y economista americano Buchanan.