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martes, 30 de octubre de 2018

De Madrid a Davos en Cabify

(este artículo se publicó originalemente el 29 de octubre de 2018 en el periódico La Información en la columna #serendipias)


Klaus Martin Schwab es un octogenario alemán desconocido para el gran público. El 2 de octubre visitó Madrid y los más importantes líderes de nuestro país le recibieron a pesar de que nadie le reconociese en el aeropuerto ni un sus paseos madrileños. Pero hasta el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y los presidentes del PP y Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera se entrevistaron con él además de los más altos responsables de las principales empresas españolas. Schwab es tratado como un alto mandatario cada vez que visita un país aunque solamente sea un profesor basado en Suiza. La explicación reside en que este anciano a finales de los años sesenta, entonces recién doctorado como economista, promovió una serie de encuentros empresariales que dieron lugar, en 1971, a la creación del Foro Económico Mundial, WEF (World Economic Forum), por sus siglas en inglés. Desde entonces todos los años en la localidad suiza de Davos convocados por el viejo profesor acuden los personajes más poderosos pero también los más inspiradores del planeta. Schwab no solo creó un evento anual sino una organización que es capaz de atraer el mejor talento para producir documentos informes e índices de alta calidad sobre la economía, la empresa y las instituciones. El propio profesor ha dejado por escrito trascendentes reflexiones en el libro “La cuarta revolución industrial” (Editorial debate, 2016) que conviene releer estos días que tanto nos preocupa la coyuntura económica y el impacto de la tecnología en el futuro de nuestro país.

El profesor Schwab aprovechó su visita a Madrid para reunirse en la sede de Deusto Business School en Madrid con un grupo de jóvenes talentos que él mismo apadrina y que son conocidos en el WEF como global shapers. Tuve el honor de saludarle y escuchar cómo contaba a estos emprendedores millennials la historia del nacimiento del foro de Davos. Después de graduarse como ingeniero en Zúrich y economista en Friburgo fue contratado por la asociación de empresas alemanas de maquinaria e instalaciones para elaborar un informe. Los industriales alemanes querían saber en aquellos años sesenta qué estrategias debían acometer para mejorar su competitividad. El profesor puso negro sobre blanco en aquel informe que la respuesta no se la daría él sino los “agentes interesados” en sus empresas. Con ese concepto de agentes involucrados o interesados se refería a que los empresarios debían pensar más allá de sus intereses y los de sus accionistas para tener en cuenta la opinión de sus clientes, proveedores, competidores, trabajadores, medios de comunicación e instituciones públicas. La conclusión de su estudio para ese cluster alemán fue que era preciso organizar unas jornadas para juntar a todos esos “interesados”. Años más tarde este concepto se popularizó por el americano Freeman con el vocablo anglosajón stakeholders. Precisamente porque Schwab no buscó un interés académico sino uno más práctico optó por volcar todo su talento no en escribir la teoría de los “agentes interesados” sino en conseguir que los más importantes agentes pudiesen encontrarse y compartir experiencias una vez al año.

La tesis del fundador del Foro Económico Mundial sobre la trascendencia del momento actual se apoya en la conocida como cuarta revolución industrial que no se define solamente por un conjunto de tecnologías emergentes como el big data, la inteligencia artificial o el internet de las cosas. Va más allá porque impone una velocidad de cambio, alcance e impacto inédito en la historia de la civilización que modificará nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos. Pero nada de esto sería posible si no hubiera habido una primera revolución industrial entre 1760 y 1830 con la introducción de las máquinas en la cadena de montaje. O una segunda, a
mediados del siglo XIX que con la electricidad hizo posible la manufactura en masa. Finalmente la tercera, ya avanzado el siglo XX, permitió con las tecnologías de la información y comunicación, la llamada globalización. Schwab cree que esta revolución es radicalmente
diferente a cualquiera sucedida hasta ahora por tres razones. La primera es la exponencialidad frente al crecimiento lineal de las anteriores. La segunda por su alcance global “weltangchauung” en alemán y por último por las tensiones cada vez mayores que aparecerán causadas por los populistas nacionalistas. Poco halagüeño el panorama que nos espera sino seguimos los consejos que periódicamente el WEF nos traslada en sus informes y que se pueden resumir en más libertad y democracia para que la innovación y el emprendimiento aporten todo su potencial a los territorios que los promuevan.

El fundador de Davos invitó a su reunión aquella tarde del 2 de octubre en Madrid a la empresa Cabify presente en más de 14 países y primer “unicornio” español, con una valoración que supera los 1.400 millones de dólares. El economista alemán se congratuló que desde España surgiesen iniciativas de este tipo que aprovechan las nuevas tendencias de la movilidad y los puso como ejemplo del camino a seguir. Nunca pudo imaginarse que el mismo presidente del Gobierno que unas horas antes le había recibido tan calurosamente en el Palacio de la Moncloa, unos pocos días antes había firmado un decreto para impedir la libre competencia, que tanto defiende Schwab e impedirá que otros Cabify surjan en nuestro país. Pero quedémonos con la buena noticia de que todavía hoy puede viajarse de Madrid a Davos en Cabify.

Iñaki Ortega es profesor de Duesto Business School y la UNIR

viernes, 2 de marzo de 2018

Sandbox. Una caja de arena para la innovación corporativa


(este artículo se publicó originalmente el día 26 de febrero de 2018, su versión corta, en el periódico lainformacion.com dentro de la columna semanal #serendipias)


Un arenero es un espacio lleno de arena que suele situarse en parques y patios de colegios para que los niños jueguen. La arena de estos espacios mantiene a los niños entretenidos haciendo carreteras y castillos pero también les evita consecuencias mayores ante golpes o accidentes y protege a los más pequeños de los juegos más violentos de los mayores. 


En la pirotecnia las cajas de arena se usan para explotar fuegos artificiales que ya no pueden lanzarse y de ese modo amortiguar el sonido y otras consecuencias de la deflagración.

 Por último, en el ámbito de los desarrollos informáticos, el término se utiliza para referirse a un entorno de pruebas aislado que evita la eventual afección a las partes claves del sistema en funcionamiento. En ciberseguridad es habitual usar estas cajas de arena o sandbox para estudiar la evolución de un software potencialmente malicioso sin que afecte de manera real a los sistemas. 

Aunque como directivo de una empresa no te ocupen los virus informáticos, no tengas niños pequeños y lo más cerca que hayas visto fuegos artificiales sea en las fiestas de tu ciudad, me temo que cada día más a menudo oirás hablar de las sandbox. El nuevo uso del término sigue manteniendo el significado original, un lugar donde jugar, hacer pruebas o experimentar sin consecuencias irreparables. En el ámbito legal anglosajón se utiliza la expresión sandbox cuando un regulador o supervisor público permite desarrollar una determinada actividad al amparo de una autorización administrativa sin aplicar la regulación vigente en ese ámbito. Es, como recuerda el abogado Francisco Uría, un espacio de prueba en el que un determinado producto, servicio o tecnología puede chequearse en relación con un número determinado de clientes, con la seguridad de que no existirán consecuencias sancionadoras por parte de los supervisores. 

Un sandbox está concebido por tanto, para promover las mejores condiciones que favorezcan el desarrollo de nuevos modelos de negocio en el contexto de mercados regulados que se encuentran sometidos a la irrupción de la tecnología. Su objetivo es evitar que ideas innovadoras, susceptibles de repercutir en un beneficio para los consumidores, sean desechadas por las complicaciones regulatorias que impiden ponerlas en marcha. Esta técnica regulatoria se está utilizando ya en Reino Unido, Singapur, Malasia o Australia para facilitar la innovación tecnológica y la trasformación digital en ámbitos de los servicios financieros como son el fintech o el insurtech. Según Lupicinio Abogados hasta veinte países han anunciado al día de hoy la implantación de alguna forma de regulatory sandbox, dentro de una estrategia más amplia para atraer el talento internacional emprendedor. En España la CNMV ha incluido en su plan de actividades de 2018 el estudio de este fenómeno y no son pocas las voces que reclamaban su implantación inmediata de cara a mejorar el ecosistema de innovación en el sector financiero español. 

Es tal su utilidad, que los sandbox están desbordando el ámbito regulatorio para introducirse en el corazón de las grandes corporaciones coincidiendo con la disrupción tecnológica. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo, las organizaciones han visto en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores. Pero es sabido que los procesos y procedimientos matan muchas nuevas ideas en las grandes empresas, más aún si hablamos de emprendimiento corporativo donde habitualmente el elefante -la multinacional- acaba pisando a la gacela -el intraemprendedor-. Por eso para evitar que la burocracia, el status quo o las jerarquías puedan convertirse en un freno para la innovación tecnológica, las empresas pioneras en innovación abierta implantaron en su día fast tracks, inspirados en esos servicios de las compañías aéreas que permiten que los clientes VIPS no esperen largas colas y embarquen directamente. De modo y manera que los emprendedores disponían de un camino expedito para innovar en las compañías. El siguiente paso en esta estrategia facilitadora, son los sandbox. Esta caja de arena garantiza el mejor ambiente para emprender dentro de una organización. Un ambiente que es algo más que espacios abiertos de trabajo o financiación para crecer, es un ecosistema dentro de la corporación que blinde a las startups y que les permita trascender los procedimientos corporativos y hasta las políticas basadas en la tradición y la cultura de la empresa, que lastran su velocidad de crecimiento. 

¿Se nos ocurre otra forma de promover en las empresas el uso de una tecnología como el blockchain, con sus derivadas en criptomonedas, ICOs o smart contracts, que no sea aislándola en nuestro “arenero”? ¿Acaso alguien cree que pasaría el estricto control de la asesoría jurídica de turno? La otra opción es dejar escapar el tren de las innovaciones disruptivas. Un sandbox es el único camino para compatibilizar la velocidad de los emprendedores con los objetivos corporativos al facilitar un ambiente controlado de prueba y error. Además, permite una estrecha colaboración entre startups y corporaciones donde ambos aprenden y puede funcionar la innovación abierta. Es una herramienta indispensable para que los intraemprendedores, muchas veces directivos, no lastren ellos mismos sus proyectos por miedo a traicionar el legacy de sus empresas. Todo sea por proteger el emprendimiento de la tediosa e improductiva lentitud de las multinacionales. El último libro del ideólogo de la filosofía lean startup, Eric Ries "The Startup Way: How Entrepreneurial Management Transforms Culture and Drives Growth" nos avisa de que la única forma de sobrevivir a los cambios que se avecinan es que “todos los empleados tendrán que tener la oportunidad de ser emprendedores y sus ideas serán respetadas e impulsadas”. Los sandbox van en esa dirección.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

domingo, 29 de diciembre de 2013

Ideas

(Artículo publicado el 18 de noviembre en el periódico ABC)


Las ideas de quienes crean, montan negocios, generan valor añadido no entienden ni de nacionalidad ni de ideología. Lo que hace que unas tengan más éxito que otras son las facilidades que determinados territorios dan a las personas con talento para que pongan en marcha sus iniciativas.

La ciencia económica viene prestando en las últimas décadas mucha atención a las interrelaciones entre la iniciativa empresarial y las instituciones sociales y políticas para explicar el crecimiento económico. Para una mayoría de entendidos, el progreso a largo plazo sólo puede lograrse cuando en un territorio se dan las condiciones de libertad y estímulo para que sus empresas e individuos desarrollen actividades económicas.

Bajo este prisma, lo público -en su doble faceta de garante de los derechos fundamentales y ordenador de la economía- importa, y mucho. Mientras que en Estados Unidos los gobiernos han tenido siempre una gran sensibilidad por la labor que desarrollan los pequeños empresarios, en España sólo en los últimos tiempos se ha empezado hacer una política realmente consecuente con ellos.

Con la llegada de la democracia, el País Vasco ha tratado de ir por delante en el impulso del clima empresarial, articulando actuaciones que van desde la creación de la SPRI y de las primeras incubadoras por las diputaciones forales hasta la pionera ley vasca de la actividad emprendedora. Y todo eso a pesar del enorme lastre de la violencia de ETA, del ambiente de coacción que vivía una parte de la sociedad vasca y que, en el caso de los empresarios, con frecuencia, se convertía en extorsión, cuando no en asesinato.

Dos conocidos economistas, Acemoglu y Robinson, han puesto de relieve en el libro Why nations fail que a largo plazo sólo pueden prosperar los territorios inclusivos en los que el marco institucional es realmente participativo y no constriñe la iniciativa individual. Los países que fallan son aquéllos con instituciones que no fomentan la libertad, la igualdad de oportunidad o desincentivan la actividad empresarial con subidas de impuestos.

Ciertamente, en este terreno, hemos mejorado mucho y en relativamente poco tiempo, tanto en España como en el País Vasco; somos una sociedad democrática, plural, tolerante y cada vez más emprendedora. Pero no podemos bajar la guardia ante la magnitud del reto que tenemos por delante, que es acelerar la salida del país de la que ha sido la peor crisis económica de nuestra historia democrática.

Cuanto más grandes son las dificultades más necesitamos sumar esfuerzos. Así pues, tomemos nota de las fórmulas que están siguiendo las naciones más inclusivas para volver a crecer. Fomentar la innovación, el emprendimiento, la internacionalización y, en definitiva, todo aquello que puede ayudar a llevar lejos el potencial que reside entre nosotros es el camino a seguir. No hacerlo es no tener “ni idea” de lo que han practicado los países más dinámicos en todo el mundo.

Hoy se hace imprescindible alinear los esfuerzos de las instituciones vascas con el prestigio y fortaleza de herramientas estatales como por ejemplo el ICEX para que las pymes vascas afronten con garantías su expansión internacional. Todos los esfuerzos serán pocos.

De nada servirá que el País Vasco sea un país lleno de ideas si éstas no encuentran salida porque, como opinaba Santiago Ramón y Cajal -en un tiempo, por cierto, no menos complicado que el actual- o se hace algo con ellas pronto o pierden su valor.

Iñaki Ortega. Doctor en economía
Arantza Quiroga. Presidenta PP vasco

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Cancel, abort or retry

(post publicado originalmente en www.ticbeat.com el 25/09/13)

Todo el mundo con un mínimo kilometraje en el entorno informático se ha encontrado alguna vez con el dichoso diálogo cancel, abort or retry, con el que el sistema nos indica que algo ha fallado al introducir un comando. Aunque no siempre resulta, lo normal es que en esta situación pensemos que vale la pena probar al menos una vez más  antes de desistir. Por desgracia, el retry todavía no es una opción atractiva en España fuera del mundo de los ordenadores.
Es un hecho que cuanto más rompedor y ambicioso es un proyecto más probabilidades hay de que acabe malográndose. Por eso el mundo de las nuevas tecnologías, que es la punta de lanza de la revolución que nos está metiendo a marchar forzadas en la sociedad de la información, está plagado de grandes fracasos.
En Internet abundan las listas con los desastres más estrepitosos en el ámbito de las TIC –algunos, por cierto, protagonizados por las empresas fundadas por los mayores emprendedores de todos los tiempos–, pero éstos no son ni la milésima parte de los que ha habido debido a que normalmente lo que falla se acaba extinguiendo sin apenas repercusión.Silicon Valley, de hecho, se ha construido más a golpe de metedura de pata que de éxito porque  empresas como HP, Oracle, Apple, Cisco, Yahoo! o Facebook son el resultado de un caldo de cultivo en el que todas las semanas desde hace décadas se administra el bautismo y la extremaunción a nuevas startups.
Un bucle infinito de prueba y error; así es como hay que entender el funcionamiento de este lugar del globo tan particular. De este modo, lo que está detrás del éxito del epicentro de la cultura startup es paradójicamente el fracaso, o para ser más exactos su aceptación como algo natural cuando alguien arriesga. Claro está que la Universidad de Stanford, la generosa financiación de las agencias federales y  la industria del venture capital son factores importantes, pero es la sana costumbre de no etiquetar a los que tropiezan, e incluso de encumbrarles por habérsela jugado y aprendido con algo que merecía la pena, lo que  marca la diferencia con lo que ocurre en otras latitudes.
En España  hasta hace poco sólo estaba bien visto caerse cuando uno aprendía a montar en bicicleta,  y pese a que poco a poco nos movemos hacia una cultura más tolerante con quienes arriesgan, todavía no nos hemos desprendido de un hábito tan inveteradamente nuestro como colgar sambenitos.
Como prescriben los métotos Agile o Leanlo importante es estar preparado para cometer, no una, sino mil equivocaciones a la hora de sacar adelante un proyecto. Por eso resulta esencial que el entorno, como pasa en el valle californiano, libre al emprendedor de la amenaza de recibir un fatídico “te lo dije” y  refuerce su comportamiento audaz.
La receta, pues, es clara; si eres emprendedor no dudes nunca en reivindicar tu derecho a equivocarte y si eres profesor, padre o amigo de emprendedores hazles ver que más importante que tener éxito es intentarlo tener. Sólo así lograremos que de una vez por todas se desbloquee la opción retry que ha hecho de  San José y sus alrededores la cuna de la mayoría de las tecnologías que utilizamos a diario.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Start-up Spain España Emprende

We are late arrivals, but that's precisely why we are in time to get it right. In the 1980s, there was a shift in the scale of developed economies' competitiveness and employment levers, and the United States was the first to spot the new paradigm. In fact, in the 1990s, works by PhD. David Birch were already evidencing that, contrary to the then popular view, it was not the major corporations that boosted employment most, but start-ups. In particular, the conclusion reached by this MIT researcher was that 80% of jobs created in that decade were attributable to SMEs less than 4 years old.

In light of these results, the federal government ramped up its backing for training and expanding start-ups, creating financial instruments which, coupled with private capital, have enabled technologies like GPS, Internet and Wi-Fi to develop. Recently, a study conducted by the Kauffman Foundation underpinned the strategic role played by business initiatives in the US, concluding that start-ups have driven all net job creation in the last few decades, which shows that the culture of entrepreneurship has gained considerable ground on the culture of management in the period.

This manner of understanding the world of business is a valuable intangible asset since entrepreneurs have incentives to broaden the range of production possibilities, while managers, more efficiency-driven, are motivated to operate within it–the economic success of Silicon Valley and Israel, two of the top eco-systems for global entrepreneurship, are evidence of this. Spain, which has traditionally been slow to appreciate the potential of small-scale business, has also started to make significant progress in this direction.

The Ministry of Industry has identified more than 2,500 public and private platforms focusing on boosting entrepreneurship. However, despite increasing the support, the strategy is not working, as evidenced by the shaky path towards economic recovery and, above all, the figure of five million unemployed. The fact is that these mechanisms have neither prevented the fall in the business birth rate (more than 40% since 2007) nor helped start-ups, with a few notable exceptions, to gain enough projection to be able to accelerate the transition towards an economy that is skewed towards production.

The reason for the lack of results is the way the measures have been implemented. While in the United States–giving a renewed boost to the policy of support for entrepreneurship–Start-up America was launched, based on the Chilean experience, a major public-private cooperation programme between the federal government and the country's leading companies to channel and coordinate efforts to help entrepreneurs, in Spain there has been little or no joint action between the administrations and the possibility of setting up strategic alliances with the cornerstones of business fabric has not been sufficiently explored.
If these deficiencies were corrected there is every likelihood that the measures implemented would end up having the intended multiplying effect on employment and innovation. The tough financial environment means the administration must make further cuts to the budget, but building bridges for cooperation with the private sector, coupled with greater coordination between institutions, would enable the government resulting from the 20 November election to continue to change scale through support to entrepreneurs with no need to increase the taxpayer funds already earmarked for this purpose and, no doubt, with better results.

If we are to avoid confusing progress with growth, as we did during the real estate boom, Spain must have more business initiative, especially in technology- and knowledge-intensive sectors, which offer greater upside. For there to be real progress, high-potential entrepreneurship must take its place as the engine of the economy, just as the culture of hard work and talent must replace that of speculation and subsidy. Spain needs a real "Start-up Spain" plan, and the sooner the better.

* This article is signed and supported by a group of professors and entrepreneurs who advocate the launch of a plan to foster entrepreneurship and the creation of new companies. Iñaki Ortega (Professor at Universidad Rey Juan Carlos), Javier Santiso (Professor at ESADE Business School), Zaryn Dentzel (Tuenti. Entrepreneur), Gustavo Garcia (Buyvip. Entrepreneur), Iñaki Arrola (Business Angel and Chamberi Valley), Luis Rivera (Tetuan Valley. Entrepreneur) and Marek Fodor (Business Angel and Seedrocket).
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