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sábado, 17 de enero de 2015

Uber es riqueza en latín

(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 16 de enero de 2015)

El año terminó con una mala noticia para afrontar con garantías los retos del 2015. El cierre de la plataforma colaborativa UBER en España -propiciado por resolución judicial ante la demanda de los taxistas- supone  la persistencia  de insalvables barreras de entrada a un mercado, que como recuerda la teoría económica, solo provoca altos precios y baja calidad.

La noticia tiene consecuencias más allá del sector en el que opera UBER. El recurso de la tecnológica americana ante la prohibición de sus actividades en nuestro país pone el dedo en la llaga al considerar que “en muchas ocasiones las innovaciones han sido consideradas competencia desleal”. Hace ya más de 100 años el economista austro-norteamericano Joseph Schumpeter se refería a la actividad emprendedora como “destrucción creativa” puesto que las creaciones de esos emprendedores acaban por destruir obsoletos productos o servicios que solo se mantienen por la inercia de falta de competencia. El Instituto Tecnológico de Massachusetts, conocido como MIT, define las innovaciones como aquellas novedades que crean valor aunque para ello haya en la mayoría de ocasiones haya que alterar el status quo o como decimos en la academia el estado del arte.

 “La regulación a veces restringe la entrada de servicios más eficientes” continúa la queja de la compañía que busca compartir el transporte privado en las grandes ciudades. Un vistazo rápido a las economías más dinámicas del momento  demuestra que el estado de derecho puede y debe  ayudar e impulsar la creación de nuevas empresas con leyes inteligentes.  En este sentido es bueno recordar que Silicon Valley, el territorio donde nacen las más exitosas compañías, forma parte del país del mundo con más apoyo público a los emprendedores, bien  en forma de subvenciones o con legislaciones adhoc.  

La economía, fruto de las disrupciones tecnológicas, vive el proceso más profundo y rápido de cambios en la historia reciente. Hoy, como recientemente recordaba el dirigente español de  IBM Juan Antonio Zufiría, viven el 99% de todos los científicos de la historia de la humanidad o  tiene más tecnología un coche utilitario fabricado en el 2014 que el propio Apolo 11 que consiguió alunizar en 1969.  Precisamente esa misma historia  nos enseña que negarse a afrontar los cambios -como los luditas que quemaban las primeras máquinas de la revolución industrial en el siglo XVIII o como aquellos que en el siglo pasado, en los inicios del mercado único europeo, saboteaban en las fronteras los productos extranjeros- además de irracional es sinónimo de pobreza futura.

UBER es ya algo más que un unicornio  (así definimos los estudiosos del emprendimiento a las nuevas empresas que alcanza una valoración privada anterior a su salida a Bolsa de 1.000 millones de dólares) sino que presenta algunos de los cuatro atributos a poseer en la nueva economía que casualmente empiezan por la letra s y que algunos países como España y China, que también está poniendo trabas a este nuevo modelo de trasporte, se empeñan en entorpecer.

La llamada ‘regla de las cuatro S’ nos exigirá para poder afrontar la complejidad técnica del momento tener una sólida formación en STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics –ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) como los programadores y  trabajadores de UBER o como los brillantes matemáticos que fundaron WhatsApp o Google.

Utilizaremos las startups para inventarnos nuestro propio empleo y contratar a otros; la Fundación Kauffman, con sede en Oklahoma, no deja de recordarnos cada año desde el  informe del economista David Birch en 1979,  que el empleo neto en USA no lo crean las grandes corporaciones sino las nuevas empresas.   

Tendremos que aprovechar la sharing economy o economía colaborativa, donde prima el uso frente la propiedad, para tratar de solucionar los problemas del mundo, entre los que estará seguro el caótico transporte en las grandes ciudades.  Jeremy Rifkin ha pronosticado una nueva economía de prosumidores, donde seremos productores y consumidores a la vez gracias tecnologías como el internet de las cosas o la impresión 3D. Son ya  ejemplos de ello la nueva industria de la música, el video o el turismo.

Y sobre todo, tendremos que estar dispuestos a asumir a lo largo de nuestra vida muchos cambios de profesión, de competidores o incluso de residencia (switch). La nueva generación del milenio, los millennials nacidos en el periodo comprendido entre finales de los 70 y los 80, se aplican este paradigma del cambio continuo y por eso no hay gran compañía en el mundo que no esté volcando sus políticas de recruitment en atraerles.

En 2015 estamos a tiempo de enmendar el error, con la ley en la mano y permitir que más empresas como UBER surjan en nuestro país y generen la  riqueza que su etimología latina indica.


Iñaki Ortega es director de programas de Deusto Business School y acaba de publicar MILLENNIALS, INVENTA TU EMPLEO (UNIR ediciones)

jueves, 21 de agosto de 2014

La regla de las cuatro E

(Esté artículo fue publicado originalmente en el Diario Montañés el día 21 de agosto de 2014)

Durante mucho tiempo se pensó que la prosperidad económica en un territorio solo podría llegar a través de una gran intervención: una inversión mastodóntica, la llegada de una multinacional, la organización de un gran evento internacional, incluso mediante la promulgación de una nueva ley o un cambio de gobierno. La realidad es tozuda y la experiencia de territorios dinámicos como Corea, Dinamarca o Canadá demuestra que los cambios no vienen de arriba sino de muchas pequeñas actuaciones sistémicas, los anglosajones lo llaman BottomUp.


Hace unas semanas se fallaron los premios del programa Nansa Emprende que, por cuarto año consecutivo, ha promovido la Fundación Botín en los valles cántabros más alejados de Santander, con epicentro en el Valle del Nansa, dentro  del programa Patrimonio y Territorio, con objeto de potenciar el tejido económico local y, por ende, empleo sostenible. Los proyectos emprendedores ganadores orientados a tres nichos de futuro: la alimentación saludable, la asistencia social y el turismo deportivo, ponen de manifiesto que los cambios empiezan desde abajo y que los emprendedores no han dejado de ser, como afirmó el siglo pasado el economista austriaco Schumpeter, los protagonistas de la actividad económica por su capacidad para prever el futuro.

Por suerte para  nuestro país, el apoyo a los emprendedores es hoy una de las prioridades de las instituciones públicas y privadas; sin duda hay que reconocer en este hecho el papel desempeñado por el actual Presidente del Gobierno de España y su determinación para que España contase con una Ley de Emprendedores, como la que se aprobó el año pasado. Pero apoyar a las nuevas empresas no significa que todo lo que se haga en materia de emprendimiento esté bien hecho. La positiva experiencia del programa Nansa Emprende, el estudio de los ecosistemas emprendedores más exitosos de todo el mundo y el riesgo de una cierta burbuja en este terreno por la inflación de actuaciones, nos lleva a recomendar el seguimiento de la regla de las cuatro Es para todos aquellos que quieran ayudar a los nuevos empresarios.

Primera E. Estorbos.  Jovellanos dejo escrito en su reforma agraria que la más importante tarea de las leyes era levantar los estorbos que impedían que la actividad económica fluyese. Más de dos siglos después de su cita, eliminar obstáculos a los emprendedores ha de ser la principal tarea de cualquier programa en la materia. Por ello la primera pregunta que se debe hacer a los emprendedores es cómo puedo hacerles la vida más fácil, eliminando un estorbo que depende de mí y que les impide crecer.

Segunda E. Emprender ligero. La multinacional japonesa TOYOTA aplicó los principios de lean manufacturing para,  a través de su productividad, convertirse en la empresa líder en automoción. Las más exitosas empresas en Estados Unidos han adaptado esos principios de Japón para hacer viables sus compañías, lo han llamado lean startup. Podríamos traducirlo al castellano como “emprender ligero” puesto que la clave para estos visionarios es no malgastar recursos en proyectos que no se sabe si tendrán respuesta positiva por parte del mercado. Emprender ligero permite cambiar el rumbo del proyecto sin grandes trastornos. Ellos lo llaman iterar o pivotar el plan de negocio. Esa coherencia ha de aplicarse también a los recursos dedicados a los emprendedores  por las instituciones: programas ligeros, que solo crecen si son exitosos, es decir si tienen respuesta  positiva de los beneficiarios.

Tercera E. Ecosistema. Al igual que los ecosistemas de la naturaleza son una serie de cadenas de interdependencia entre los organismos vivos y el medio físico, en economía los ecosistemas emprendedores son la clave para que las nuevas empresas surjan y finalmente generen empleo. Cualquier programa de intervención ha de fortalecer ese ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes, a saber instituciones del conocimiento, administraciones públicas, grandes empresas y los propios emprendedores. Buscar el rédito a corto plazo y el protagonismo unilateral es síntoma de que no se está respetando la tercera E.

Cuarta E. Evaluar resultados.  De poco servirá nada de lo anterior si no disponemos de métricas objetivas que nos permitan saber si las actuaciones de apoyo a emprendedores están eliminando obstáculos, reforzando los agentes del ecosistema y lo más importante si están logrando retorno social en términos de empleo o bienestar social. Monetizar los resultados de los programas de apoyo a emprendedores también es una garantía para seguir obteniendo la confianza de los que finalmente asumen los desembolsos, que no son otros que los  contribuyentes, patronos, accionistas y los propios emprendedores.

Al igual que los principios de la física nos dicen que el agua siempre empieza a hervir por abajo,  en economía los emprendedores, cuyos planes examinamos en la Fundación Botín, con su capacidad innovadora, perseverancia, ilusión y conciencia social, son el motor que desde abajo puede promover el cambio hacia una sociedad más sostenible.

Iñaki Ortega, es director de programas de Deusto Business School.

José María Ballester, es director del programa patrimonio y territorio de la Fundación Botín.

sábado, 2 de agosto de 2014

Innovación abierta, una oportunidad

( Este artículo se publicó el día 2 de agosto de 2014 en el periódico El Norte de Castilla )

Por mucho talento y buenas ideas que haya dentro de una empresa siempre habrá más y mejores fuera de ella. No tener en cuenta este nuevo paradigma económico es desperdiciar oportunidades cuando no estar abocado a la bancarrota.

En la empresa, durante mucho tiempo, se pensó que las grandes ideas solo podían surgir en el seno de una gran compañía fruto de la acumulación de recursos y talento. En esa lógica las innovaciones debían de ser protegidas con patentes, con el secreto industrial o incluso aislando los laboratorios del resto de la organización, para mantener la exclusividad y así poder recuperar la ingente inversión


La economía de nuestros días basada en la capacidad de desarrollo de nuevos productos y servicios que permitan competir, ha demostrado lo erróneo de esa forma cerrada de pensar y actuar.

En 2003, Chesbrough, un profesor de Berkeley acuñó el término “Innovación abierta” para referirse  a una nueva concepción de la I+D que aprovecha no sólo los flujos de conocimiento de la propia empresa sino también del mercado. La idea es sencilla y, sin lugar a dudas, ha demostrado su eficacia en múltiples organizaciones y entornos: desde la generación de ideas para campañas publicitarias hasta el planteamiento de algoritmos para resolver una recomendación en una web, pasando incluso por la propuesta de tratamientos para curar la Diabetes. ¿Increíble? Pues es cierto. Emprendedores, en muchos casos ni siquiera contrastados expertos en el tema, con un bagaje diverso y con puntos de vista poco convencionales, son capaces de resolver problemas de un modo brillante y, además, con un coste que puede llegar a ser muy limitado para las organizaciones implicadas. La inteligencia colectiva es imbatible y sirve además de sumario de esta nueva forma de entender la innovación.

Son muchas las empresas en todo el mundo que se están beneficiando de este nuevo torrente de innovaciones: General Electric, 3M, Procter&Gamble y en España con Telefónica, BBVA y Ferrovial a la cabeza, son ya habituales las convocatorias abiertas al ecosistema emprendedor e innovador para que ayuden a resolver los numerosos retos a los que se enfrentan en estos momentos las grandes corporaciones.

La innovación abierta funciona. En muchos casos y de forma muy sobresaliente. Si nos centramos en la generación de ideas, parece sensato concluir que la apertura del proceso al exterior tendrá un efecto inmediato en el incremento exponencial del número de ideas lo que, por pura estadística, aumentará la calidad de la mejor idea obtenida en el proceso. Además, este tipo de procesos también fomenta la diversidad de las propuestas: la desemejanza de puntos de vista, implica esa mayor diferencia en las ideas, lo que también afecta en positivo a que la idea final sea mejor. Es la co-creación de la nueva economía que está surgiendo y es además una expresión de la llamada economía compartida o “sharing economy”.

Christensen, profesor de Harvard, afirmó en 1997 “aunque sigan los mejores métodos de gestión, las grandes empresas están abocadas a fallar si no son disruptivas; en esa tarea los emprendedores les pueden ayudar” El término disruptivo esta traído a la ciencia económica desde la física (“que produce ruptura brusca”) y no es más que una actualización del viejo pero muy actual paradigma de Schumpeter, uno de los padres de la economía moderna, que basaba en los emprendedores la supervivencia de la economía de mercado por su capacidad para innovar a través de la destrucción creativa. Algo que hoy  tienen muy presenten las grandes empresas en todo el mundo y en todos los sectores,  para no acabar destruidas por la creatividad de nuevos jugadores como Amazon, PayPal, AirBnb o Whatsapp.



Iñaki Ortega, es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Juan José Nájera, es doctor en economía y vicerrector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)


domingo, 5 de enero de 2014

La economía emprendedora

(Artículo publicado originalmente en el periódico ABC el día 5 de enero de 2014)


El país más pobre de Asia a mediados del siglo pasado es hoy el líder mundial en alta tecnología. Donde hace un siglo en la costa mediterránea había un desierto, hoy se sitúa la mayor concentración de innovación y talento del planeta. La nación sudamericana con la dictadura más extractiva en los años setenta se ha convertido en la referencia global de políticas gubernamentales inclusivas a favor de las startups. El estado europeo con más impuestos a los emprendedores hacia el año 1990 goza estos días de la tasa de actividad más alta gracias a la eliminación de trabas a la creación de nuevas empresas. En una granja cerca de la costa californiana, a finales del siglo XIX, quince profesores crearon una universidad que gracias a la iniciativa emprendedora de sus alumnos, docentes y con la ayuda de los diferentes gobiernos se ha convertido en el lugar donde han nacido y siguen naciendo las mejores empresas.


Los casos de Corea, Israel, Chile, Holanda y Silicon Valley demuestran que en economía el estado de las cosas puede cambiarse y no hay determinismos basados en la geografía, la cultura o la tradición política. El conocimiento se ha convertido en el factor de producción decisivo que está reconfigurando la estructura económica mundial. Y los emprendedores son el vehículo imprescindible para que ese conocimiento se trasforme en prosperidad. Por ello los países han de garantizar un entorno, orquestado desde lo público y lo privado, con un alto grado de libertad económica que incentive la iniciativa empresarial. La literatura económica ha definido esta tarea como la búsqueda de una “economía emprendedora”.



La presidenta de Corea lo ha llamado “economía creativa” y fundamenta su modelo en una educación de excelencia como motor de desarrollo e innovación empresarial. Lo que le ha permitido a esta nación asiática multiplicar un 400% su riqueza en apenas cincuenta años. Simón Peres bautizó a Israel como “la nación emprendedora” para lo cual trasformaron las granjas en incubadoras tecnológicas y los agricultores en científicos. Chile se cansó en 2010 de que los mejores se fuesen de su territorio y unió la fuerza de un programa gubernamental de atracción de emprendedores con fortísimos incentivos a un entorno institucional y territorial atractivo para crear “Startup Chile” que ha inspirado a los gobiernos del Reino Unido o Canadá a replicarlo en sus países. Holanda veía como se desincentivaba la iniciativa emprendedora con inasumibles cargas de seguridad social a empresas que apenas facturaban. Ante esta situación, el país acometió a finales del siglo pasado varias reformas inspiradas en el aforismo “pensar primero en pequeña escala”, que supusieron la eliminación de trámites y la rebaja de cargas fiscales y de seguridad social, especialmente para los emprendedores. Hoy, los Países Bajos se sitúan como una de las naciones con menor desempleo en Europa. Francia, por cierto, en 2008 emprendió una estrategia similar basada en reducir los costes de seguridad social para los emprendedores desde la aprobación del “estatuto del autoemprendedor” y logró escalar veinte puestos en el ranking del Banco Mundial sobre facilidad para hacer negocios. En Estados Unidos, hacia 1892, el fundador de la Universidad de Stanford, el corazón de Silicon Valley, cogió como lema “sopla el viento de la libertad”. Desde entonces, ese viento ha sido generado por el talento que ha egresado de esa institución, pero también por los sucesivos gobiernos federales con sus programas públicos de financiación a pymes, por los municipios del “Valle” con sus zonas libres de impuestos para emprendedores, con las actuaciones estatales que facilitaban la inversión de las grandes empresas y con el capital financiero más inteligente que por todo lo anterior se situó allí.


Son diferentes expresiones para una misma misión que Melchor de Jovellanos, hace ya más de 200 años, exigía a las leyes “remover estorbos que impiden la libre acción de la actividad económica”. En economía los milagros no existen, y solo propiciando las mejores condiciones para que el talento emprendedor nazca y crezca conseguiremos que España esté en la lista de esas “economías emprendedoras”. La buena noticia de la aprobación de la ley de emprendedores solo será recordada como el punto de inflexión hacia esa nueva economía si se consiguen políticas públicas eficientes en este terreno y se alinean con los valiosos programas de innovación abierta de las grandes compañías españolas y con una educación que promueva actitudes emprendedoras.



Iñaki Ortega es director de Madrid Emprende y profesor de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja)




miércoles, 25 de septiembre de 2013

Cancel, abort or retry

(post publicado originalmente en www.ticbeat.com el 25/09/13)

Todo el mundo con un mínimo kilometraje en el entorno informático se ha encontrado alguna vez con el dichoso diálogo cancel, abort or retry, con el que el sistema nos indica que algo ha fallado al introducir un comando. Aunque no siempre resulta, lo normal es que en esta situación pensemos que vale la pena probar al menos una vez más  antes de desistir. Por desgracia, el retry todavía no es una opción atractiva en España fuera del mundo de los ordenadores.
Es un hecho que cuanto más rompedor y ambicioso es un proyecto más probabilidades hay de que acabe malográndose. Por eso el mundo de las nuevas tecnologías, que es la punta de lanza de la revolución que nos está metiendo a marchar forzadas en la sociedad de la información, está plagado de grandes fracasos.
En Internet abundan las listas con los desastres más estrepitosos en el ámbito de las TIC –algunos, por cierto, protagonizados por las empresas fundadas por los mayores emprendedores de todos los tiempos–, pero éstos no son ni la milésima parte de los que ha habido debido a que normalmente lo que falla se acaba extinguiendo sin apenas repercusión.Silicon Valley, de hecho, se ha construido más a golpe de metedura de pata que de éxito porque  empresas como HP, Oracle, Apple, Cisco, Yahoo! o Facebook son el resultado de un caldo de cultivo en el que todas las semanas desde hace décadas se administra el bautismo y la extremaunción a nuevas startups.
Un bucle infinito de prueba y error; así es como hay que entender el funcionamiento de este lugar del globo tan particular. De este modo, lo que está detrás del éxito del epicentro de la cultura startup es paradójicamente el fracaso, o para ser más exactos su aceptación como algo natural cuando alguien arriesga. Claro está que la Universidad de Stanford, la generosa financiación de las agencias federales y  la industria del venture capital son factores importantes, pero es la sana costumbre de no etiquetar a los que tropiezan, e incluso de encumbrarles por habérsela jugado y aprendido con algo que merecía la pena, lo que  marca la diferencia con lo que ocurre en otras latitudes.
En España  hasta hace poco sólo estaba bien visto caerse cuando uno aprendía a montar en bicicleta,  y pese a que poco a poco nos movemos hacia una cultura más tolerante con quienes arriesgan, todavía no nos hemos desprendido de un hábito tan inveteradamente nuestro como colgar sambenitos.
Como prescriben los métotos Agile o Leanlo importante es estar preparado para cometer, no una, sino mil equivocaciones a la hora de sacar adelante un proyecto. Por eso resulta esencial que el entorno, como pasa en el valle californiano, libre al emprendedor de la amenaza de recibir un fatídico “te lo dije” y  refuerce su comportamiento audaz.
La receta, pues, es clara; si eres emprendedor no dudes nunca en reivindicar tu derecho a equivocarte y si eres profesor, padre o amigo de emprendedores hazles ver que más importante que tener éxito es intentarlo tener. Sólo así lograremos que de una vez por todas se desbloquee la opción retry que ha hecho de  San José y sus alrededores la cuna de la mayoría de las tecnologías que utilizamos a diario.

lunes, 14 de noviembre de 2011

España Emprende, Start-up Spain

Llegamos con retraso, pero precisamente por este motivo estamos a tiempo de no llegar mal.

En los años 80,  se produjo un cambio de escala en las palancas de competitividad y empleo de las economías desarrolladas, y fue Estados Unidos el primer país en atisbar el nuevo paradigma. De hecho, ya en el cambio de década, los trabajos de D. Birch pusieron de relieve que, contrariamente a lo que se venía creyendo, no eran las grandes corporaciones las que más impulsaban el empleo, sino la empresa incipiente. 

En particular, la conclusión a la que llegó este investigador del MIT fue que el 80% de los puestos de trabajo que se creaban entonces debían atribuirse a PYMEs que no alcanzaban los cuatro años de antigüedad.  A la luz de estos resultados, el gobierno federal incrementó considerablemente su apoyo a la formación y expansión de start-ups, creando unos instrumentos financieros que, junto al capital privado, han hecho posible el desarrollo de tecnologías como el GPS, Internet o el wifi.


Recientemente, un estudio de la Fundación Kauffman ha corroborado ese papel estratégico que ha tenido la  iniciativa empresarial en Estados Unidos al concluir  que las empresas de reciente constitución están detrás de todo el empleo neto creado en las últimas décadas, lo cual no deja de ser una constatación de que la cultura del entrepreneurship ha ganado terreno durante ese tiempo a la del management. Esta forma de entender el mundo de la empresa es un valioso intangible puesto que los emprendedores tienen incentivos para ampliar la frontera de posibilidades de producción mientras que los directivos, más inclinados hacia la eficiencia, los tienen para operar dentro de ella –el éxito económico de Silicon Valley e Israel, los dos mejores ecosistemas para el emprendimiento a nivel mundial, son prueba de ello.

España, país donde tradicionalmente no se ha sabido valorar el potencial de la pequeña escala empresarial,  también ha empezado a dar importantes pasos en esa dirección. El Ministerio de Industria ha identificado, entre públicas y privadas, más de 2.500 plataformas dedicadas a la promoción del emprendimiento. Sin embargo, y pese a esta inflación de apoyos, la estrategia no está funcionando, como lo demuestra la vacilante marcha hacia la recuperación económica y, sobre todo, la cifra de cinco millones de parados. Y es que estos mecanismos ni han evitado la caído de la natalidad empresarial -más de un 40% desde 2007- ni han propiciado que las empresas creadas, salvo alguna notable excepción, posean proyección suficiente para acelerar la transición hacia una nueva orientación productiva.

El porqué de la ausencia de resultados hay que encontrarlo en la forma en que se ha implementado. Mientras que en Estados Unidos –dando un renovado impulso a la política de apoyo al emprendimiento- se ha lanzado Start-up America, siguiendo la experiencia chilena, un gran programa de colaboración público-privada entre el gobierno federal y las grandes empresas del país para canalizar y coordinar los esfuerzos dirigidos a los emprendedores, en España ha faltado orquestación entre administraciones y no se ha explorado lo suficiente la posibilidad de establecer  alianzas estratégicas con los puntales del tejido empresarial. Si se corrigieran estas deficiencias a buen seguro que las actuaciones realizadas acabarían teniendo el efecto multiplicador pretendido sobre el empleo y la innovación.

El difícil panorama financiero impone a la administración más ajustes prespuestarios, pero el establecimiento de puentes de colaboración con el sector privado, unido a una mayor coordinación entre instituciones, permitiría al gobierno que saliese de las elecciones del 20N seguir avanzando en el cambio de escala a través del apoyo a los emprendedores  sin necesidad de incrementar los recursos públicos que ya se destinan a este fin y, desde luego,  con mejores resultados.

España necesita más iniciativa empresarial, especialmente en sectores que, por ser intensivos en tecnología y conocimiento, tienen más recorrido, para que no volvamos a confundir, como durante el boom inmobiliario, progresar con crecer.  Para que haya verdadero progreso el emprendimiento de alto potencial debe ocupar su lugar como motor de la economía, de igual forma que la cultura del esfuerzo y el talento debe sustituir a la de la especulación y el subsidio. España necesita un plan España Emprende, un auténtico Start-up Spain, y cuanto antes lo tenga mejor.

Publicado originalmente El Confidencial

Promotores de la Iniciativa:
- Iñaki Ortega Profesor en la Universidad Rey Juan Carlos
- Javier Santiso Profesor ESADE
- Zaryn Dentzel Emprendedor TUENTI
- Gustavo Garcia Emprendedor BUYVIP
- Iñaki Arrola Business Angel y Chamberi Valley
- Luis Rivera Emprendedor Tetuan Valley

- Marek Fodor Business Angel y Seedrocket 


jueves, 1 de abril de 2010

Ambiente para emprender

El entorno en el que creas tu empresa puede ser determinante para su éxito o fracaso. Y no sólo por razones técnicas y legales. Está demostrado que las personas con talento se vuelven mas creativas cuando están rodeadas de otras semejantes. Los espacios urbanos, cosmopolitas y abiertos son los idóneos para montar negocios innovadores.

Que casi cualquier sitio puede valer para empezar a trabajar en tu proyecto es algo que poca gente pone en duda. Aunque un tanto manidos, ahí están los casos de HP y Apple, nacidas en garajes. Sin embargo, el contexto en el que se encuentre el lugar que hayas convertido en tu oficina sí puede ser determinante.

De hecho, lo fue para esas dos multinacionales y para todas las demás que han surgido en esa excepcional macroincubadora de empresas llamada Silicon Valley. De igual manera que las oportunidades laborales varían enormemente en función del país o la región, las perspectivas para montar un negocio con éxito también pueden ser muy diferentes de un territorio a otro. Así, un proyecto puede estar abocado al fracaso simplemente porque el emprendedor ha elegido para su materializaci6n el lugar donde reside y no el lugar que ofrece las mejores condiciones para el emprendimiento.

En este sentido, existe una pluralidad de factores "ambientales" que debes tener muy en cuenta como son, por ejemplo, el marco jurídico y fiscal, el nivel de desarrollo tecnológico y el dinamismo económico. Ahora bien, el más importante de todos, especialmente si se trata de una idea innovadora, es la presencia de personas que puedan ayudarte en la andadura empresarial; principalmente, emprendedores con planteamientos complementarios, profesionales de alta cualificación y business angels.

Es lo que Richard Florida, profesor de la Universidad de Toronto, llama "el poder de la concentración" y que parte de la tesis de que los individuos dotados de talento se vuelven más creativos y productivos cuando están cerca unos de otros. Florida demuestra en sus trabajos que los espacios urbanos cosmopolitas, abiertos y dinámicos ejercen un fuerte poder de atracción sobre este tipo de personas y que su presencia en ellos constituye, a su vez, un fuerte estimulo para quienes buscan un ambiente propicio para poner en marcha nuevas ideas.

Publicado originalmente en la revista Emprendedores