viernes, 28 de octubre de 2011

Asimetrías de información, el peor enemigo

En Madrid Emprende, hemos constatado que muchos emprendedores tienden a ver la actitud de inversores y entidades de crédito como caprichosa o aprovechada porque les deniegan o encarecen en exceso la financiación solicitada, cuando, a menudo, es puramente racional, habida cuenta de la percepción que tienen desde el lado de la oferta del mercado financiero. 




Para dar cuenta de esta particularidad, propia de los mercados de capitales, los economistas desarrollaron hace años el concepto de 'información asimétrica'. Su conocimiento puede servirle al emprendedor para afrontar la ardua tarea de la búsqueda de financiación con mayores posibilidades de éxito gracias a una mayor comprensión de la posición de quienes financian empresas. 

Grosso modo, la asimetría de información es un fallo del mercado que se fundamenta en el menor conocimiento que tiene una de las partes, la que tiene el dinero, en relación a la otra, la que lo necesita, lo que produce el efecto indeseado de endurecer las condiciones bajo las que se ofrece financiación. 

En el caso de las start-ups, la información es especialmente asimétrica debido a la gran incertidumbre que rodea a todo proyecto empresarial de nueva creación, máxime si se basa en una tecnología novedosa o se dirige a un mercado incipiente. Por ello, conviene que el futuro empresario se familiarice con las tres principales consecuencias de la información asimétrica: 
  • La selección adversa: hace referencia a la insuficiente información de que dispone la parte capitalista sobre el sector de actividad de la futura empresa, el valor del modelo de negocio propuesto y la habilidad del emprendedor para ejecutarlo. El emprendedor puede combatir la selección adversa a través de múltiples acciones encaminadas a reducir el riesgo percibido: dirigirse a inversores especializados en su sector; cuidar al máximo la comunicación del proyecto y tratar de generar confianza en la otra parte; elaborar un esquema de financiación progresivo cuyo desarrollo esté condicionado a la consecución de ciertos hitos, etc. 
  • El riesgo moral: motivado por la preocupación del inversor de que, consciente o inconscientemente, el emprendedor sea prudente a la hora de desarrollar la idea empresarial con su dinero que si lo hiciera con su propio patrimonio. Para rebajar esta inquietud, hay que demostrar que es el primero que está dispuesto a asumir riesgos. La dedicación absoluta del emprendedor al proyecto y la aportación de sus ahorros al mismo son, por esta razón, comportamientos valorados, cuando no exigidos, por potenciales socios o acreedores. 
  • Los costes de transacción: son aquellos en que incurre la parte que financia al analizar la inversión, formalizar la operación o velar por el cumplimiento del contrato. Son inevitables y una de las pocas cosas que puede hacer el emprendedor es averiguar qué umbrales mínimos de financiación suele manejar cada inversor o entidad de crédito de cara a no perder ni hacer perder el tiempo. Por lo general, la deuda tiene costes de transacción inferiores a los aportes de capital y normalmente cuanto menor es la cuantía de la operación más pesa este esfuerzo. 
Estas tres asimetrías no son los únicos factores que explican por qué el maná financiero no llega a los emprendedores en su travesía por el desierto en un momento económico tan complicado, pero, sin duda, conocerlas les evitará tropezar con alguna de las piedras que existen en su difícil camino. 


Publicado originalmente en Dossier Empresarial.
Imagen de Thomas Hawk