(Artículo publicado el día 27 de abril en el Diario Expansión)
Sufrimos un periodo de crisis en el sentido moderno de la palabra, ése que hace referencia a una situación difícil o complicada; pero también en su sentido etimológico, aquél que evoca un cambio profundo. Es en el terreno de la economía donde más se están dejando notar tanto las dificultades como las transformaciones.
Sufrimos un periodo de crisis en el sentido moderno de la palabra, ése que hace referencia a una situación difícil o complicada; pero también en su sentido etimológico, aquél que evoca un cambio profundo. Es en el terreno de la economía donde más se están dejando notar tanto las dificultades como las transformaciones.
Una de las mutaciones más visibles del
sistema productivo es la que están protagonizando los emprendedores,
quienes parecen estar desplazando poco a poco a la gran empresa como palanca de
empleo y crecimiento. La evolución que ha sufrido este colectivo a raíz del
estallido de la crisis –en su doble acepción- se asemeja a la que desencadenó
el meteorito que chocó contra la
Tierra hace 65 millones de años.
Por aquel entonces, los dinosaurios,
como las multinacionales durante casi todo el siglo XX, llevaban mucho tiempo
dominando el planeta en virtud de unas condiciones medioambientales privilegiadas,
las cuales les ayudaron a alcanzar unas dimensiones enormes. El mamífero, que
para nosotros aquí es el emprendedor, difícilmente podía competir con ellos en
ese entorno, por lo que, aunque coexistía con los reptiles en todas
partes, permanecía en un segundo plano, no llegando nunca a superar el tamaño
de un roedor actual.
Unos miles de años antes del cataclismo que
precipitó la extinción de los dinosaurios, este tipo de animales ya estaba en
declive debido a una serie de cambios geológicos y climáticos que venían
alterando significativamente las condiciones de vida sobre la Tierra , y que en nuestra
metáfora pueden identificarse con la revolución tecnológica acaecida a finales
del siglo pasado. Los grandes reptiles, con una capacidad de adaptación
reducida, empezaron a tener serios problemas para mantener su supremacía; todo
lo contrario que los mamíferos, que no sólo no se vieron perjudicados por la
nueva situación, sino que se beneficiaron de ella, comenzando gradualmente a
ocupar el hueco que dejaron los saurios. Las startups que han conquistado el mundo en las últimas décadas desde
Silicon Valley, el primer lugar del globo en vivir el cambio de era, son el
equivalente a los individuos más adaptados de la pujante familia animal. La
caída del meteorito no hizo sino acelerar drásticamente este proceso darwiniano,
de forma que la población de dinosaurios quedó enseguida diezmada, mientras la
de los mamíferos pronto experimentaría una explosión en número y diversidad.
En el presente, nos hallamos en una tesitura
económica similar a la que vivieron nuestros antepasados más lejanos en los
estertores del jurásico: los modelos de organización dominantes están cayendo,
y la pequeña escala empresarial está cobrando fuerza, pese a que aún no ha
tenido tiempo de desplegar todo su potencial. Pero lo hará; las leyes que
gobiernan la evolución son ineludibles y la especie más adaptada, sí o sí,
acaba triunfando.