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jueves, 3 de junio de 2021

No es país para startups

(Este artículo se publicó originalmente el 1 de junio de 2021 en el periódico La Información)


He revisado las portadas en papel de los principales diarios económicos españoles y nada, no aparece. He buceado en los tuits de los líderes políticos y tampoco, ni una palabra. ¿Cómo es posible que la noticia más relevante en materia de emprendedores en años no exista para la economía y la política patria? ¿Alguien puede explicar tantas grandes palabras sobre los emprendedores y promoviendo rimbombantes planes de apoyos a startups y ahora nadie se acuerde?

El pasado 26 de mayo la compañía de origen español Flywire comenzó a cotizar en el Nasdaq, el índice tecnológico de la Bolsa de Nueva York. Flywire es una fintech creada por un ingeniero valenciano. En 2008 Iker Marcaide en pleno estallido de la crisis financiera iniciaba su andadura en el prestigioso Massachusetts Technology Institute (MIT) de Estados Unidos, fue tal el quebradero de cabeza con la transferencia para el pago de la matrícula que le llevó a crear una startup de nombre Peertransfer. La idea era sencilla, montar una plataforma de pagos a los estudiantes en las universidades. La clave nacer a caballo entre Boston y Valencia; el primero uno de los ecosistemas de referencia global para la innovación y Valencia con talento de calidad y competitivo para la oficina de desarrollo. Trece años después, Flywire es uno de los pocos unicornios españoles junto a Cabify y Glovo y nuestra primera startup que logra salir al Nasdaq.

Mientras tanto en España parece que lo importante son las malas noticias de las viejas empresas. Que, si el gobierno pone y quita presidentes de una cotizada como Indra o que el Banco Sabadell y el BBVA darán la última vuelta de tuerca para reducir aún más la plantilla por no hablar del presidente de Iberdrola que acudirá “voluntariamente” a declarar en los tribunales. No es país para startups.

“Navegando a Bizancio” es uno de los poemas del poeta William Butler Yeats. Escrito en 1920, el primer verso reza asi: That is no country for old men (No es país para viejos). De este modo el premio Nobel irlandés se quejaba del poco caso que los jóvenes hacían de la experiencia de los mayores. La frase se hizo conocida en los ambientes literarios y la película de los hermanos Coen de 2007 con Barden como protagonista terminó por hacerla viral. Casi cien años después a la vista de la nula atención a los éxitos de los emprendedores españoles (salvo honrosas excepciones) podemos lamentarnos como el literato dublinés: ¡No es para para startups!

Flywire es una solución a los altos costes y a la incertidumbre de los pagos internacionales y es lo que se ha venido a llamar como una fintech. Se encuentra dentro de la industria de los servicios de pago, quizás una de las ramas financieras donde más penetración tienen en la actualidad las startups. Las nuevas tecnologías facilitan los pagos, reducen su coste y permiten dar cobertura a segmentos de población que antes tenían dificultades de acceso a este tipo de servicios. La creciente demanda ha estimulado la entrada de estas empresas tecnológicas que, mediante aplicaciones web y móvil, pasan a formar parte de los sistemas de pagos.

Siguiendo al quizás mayor experto español en venture capital Joaquín Sanz-Berrioategortúa, el término fintech procede de las palabras en inglés finance y technology, hace referencia a todas aquellas actividades que implican el empleo de la innovación y los desarrollos tecnológicos para el diseño, oferta y prestación de productos y servicios financieros. Actualmente representan alrededor del 5% del negocio bancario, pero su crecimiento está siendo muy rápido.  El número de nuevas empresas de este tipo casi se duplicó en el último año llegando a un total de 20.925 empresas.

Es muy amplio el espectro de empresas fintech que existen en el mercado, en aras de simplificar podríamos identificar los principales verticales de los emprendedores financieros.  Además de los ya explicados medios de pagos tenemos el asesoramiento patrimonial, es decir plataformas desde las que se gestiona el capital de los clientes utilizando procedimientos automatizados, que incluyen complejos algoritmos. Son conocidos como roboadvisors, robots que asesoran en las finanzas mediante carteras automatizadas pero que tienen en cuenta las circunstancias personales. Son los nuevos competidores de la banca personal y privada, una revolución en la gestión de patrimonios. Si tuviésemos que destacar en España una fintech en esta especialidad podría ser Finanbest que ofrece planes de pensiones y carteras de fondos de inversión en función del perfil de inversor, construidas mediante un modelo de inversión algorítmico sumado a muy bajos costes gracias a la automatización. La aportación mínima es de 3.000€ y la rentabilidad para sus clientes es de un 3,4% neta anual superior a la media del mercado, medida por Inverco.

Otro ámbito de las fintech son las finanzas personales. De modo y manera que ofrecen al cliente la gestión de las finanzas personales y la posibilidad de comparar distintos productos financieros. Facilitan información sobre el estado y los movimientos de sus cuentas y ofrecen productos financieros perfilados a las necesidades de los usuarios. Hacen posible organizar automáticamente los gastos en tiempo real, colocando en una misma aplicación la información financiera personal de bancos y tarjetas, de tal manera que se puede obtener predicciones financieras, así como, recomendaciones de ahorro en función de nuestro estilo de vida. Fintonic, es española y es el primer banco de este tipo de habla hispana que facilita servicios financieros gracias a su oferta de préstamos, cuentas y tarjetas, renegociación de facturas y acceso único a los movimientos de todos los bancos y tarjetas. Todo en remoto.

El tercer vertical fintech podría ser la financiación alternativa. Son préstamos rápidos online. Préstamos a particulares y empresas, de pequeños importes, concedidos de forma ágil. Y por otro lado la financiación participativa, que consiste en poner en contacto a través de una plataforma a promotores que necesitan financiación para sus proyectos con una pluralidad de inversores particulares. Este tipo de financiación, también conocida como crowdfunding, puede ser a través de préstamos (crowdlending) o mediante la emisión de determinados instrumentos financieros como son las acciones (crowdequity). Grow.ly fundada en 2014 ha sido pionera en nuestro país en este campo.

No podemos olvidar las fintech que usan tecnologías disruptivas como el bigdata, inteligencia artificial, la biometría y el blockchain. En este último caso los más llamativos están siendo los criptoactivos que son la representación de activos, registrados en formato digital, que se apoyan en la criptografía y en las tecnologías de registros distribuidos como el blockchain. Entre estos activos se encuentran las criptomonedas como el bitcoin, omnipresentes en los últimos tiempos por sus expectativas a pesar del alto grado de volatilidad y especulación.

Pero las fintech están desbordando las finanzas para alcanzar industrias como los seguros o la promoción inmobiliaria. Si siguen al doctorado por Deusto Business School, Sanz-Berrioategortúa, podrán saber que la comparación entre las entidades tradicionales del sector financiero con las nuevas fintech exige fijarse en el modelo de negocio de cada una de ellas. Se trata de lo digital frente a lo analógico. De ese modo podemos resumir en tres conceptos este cambio de paradigma. En primer lugar, el coste fijo vs coste variable. La forma tradicional de hacer empresa exige una estructura física, en las fintech todo pasa a ser coste variable y venta incremental. En segundo lugar, la fábrica vs plataforma. Tradicionalmente era dentro de las paredes de la empresa donde se crean, elaboran y gestionan las nuevas propuestas de negocio. A la inversa, las fintech operan en un entorno abierto y compartido. No funcionan como compartimentos estancos, sino frente a las caducas relaciones bidireccionales empresa-cliente, para ellas cualquier relación, hasta la más simple, es multilateral. Y por último conocimiento privado vs conocimiento compartido. En la empresa tradicional el conocimiento es considerado parte de la propiedad. Por el contrario, en las fintech el centro de gravedad se desplaza hacia los usuarios que van ganando en libertad de elección y visibilidad de la oferta gracias a la mayor transparencia que concede internet.

No quiero terminar sin recordar que Flywire ha podido llegar hasta aquí gracias a talento de sus fundadores pero también al apoyo de inversores españoles que creyeron en ellos desde el inicio del proyecto, como Kibo Ventures, el fondo de inversión liderado por Aquilino Peña y Javier Torremocha, además de agentes clave del ecosistema valenciano como Raúl Aznar o Iñaki Berenguer. Estos inversores españoles, pero también otros como Carina Szpilka, Javier Santiso, Iñaki Arrola, Jon Uriarte o Yago Arbeloa y emprendedores fintech como Lupina Iturriaga, Asier Uribeechevarria y Mireia Badía son la esperanza para que un día gritemos ¡España, si es un país para startups!.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


lunes, 2 de noviembre de 2020

Que emprendan ellos

(este artículo se publicó originalmente el dia 2 de noviembre de 2020 en el diario 20 Minutos)


En los últimos doce meses han desaparecido más de 800.000 puestos de trabajo en las empresas españolas, pero al mismo tiempo el empleo público aumentó para 108.500 personas. Estos datos oficiales de la pasada semana se unen a los que conocimos hace menos de un mes que certificaban que la covid19 se había llevado por delante 21.900 puestos de dirección del sector privado a la vez que -inopinadamente- crecían los directivos públicos en 6.100 posiciones, en una gran mayoría nombramientos políticos. Pero por si este mazazo para los valientes que deciden cada año emprender no fuese suficiente, el presupuesto del gobierno para 2021 prevé, en plena crisis, una mayor presión fiscal para empresas y autónomos; en cambio los sueldos de los funcionarios se beneficiarán de una subida y habrá recursos para nuevas ofertas públicas de empleo.

Hace un siglo, en un momento en el que España también se encontraba en una encrucijada, Miguel de Unamuno escribió la lapidaria frase “que inventen ellos”. El escritor estaba inmerso en una polémica con Ortega y Gasset sobre la necesidad de mejorar el sistema de ciencia patrio y dejó claro con esa expresión que por estos lares no estábamos por la labor de investigar y conseguir patentes como nuestros vecinos franceses, italianos o alemanes. El triste argumento de Unamuno fue que ya nos beneficiaremos del esfuerzo de otros porque los inventos acaban llegando siempre.

Ahora, si actualizamos ese debate, parece que España está lanzando el mensaje a sus ciudadanos “que emprendan otros”. Si en plena recesión solo crecen los empleos públicos, los funcionarios ven que sus remuneraciones suben, pero los empleo privados se destruyen por cientos de miles y los autoempleados pagaran más impuestos por emprender, el mensaje es atronador “todos funcionarios” que ya emprenderán los chicos de Silicon Valley.

Si el adagio de Unamuno fue coherente con el retraso español del siglo pasado me temo que estos mensajes desincentivadores para las personas emprendedoras no traerán nada bueno para nuestro país. Los emprendedores son algo más que unos soñadores que quieren desafiar lo establecido con sus nuevas empresas. Conviene recordar el informe GEM -firmado por reputados investigadores- que sitúa en el emprendimiento la palanca del desarrollo de las sociedades. Aquellos países que fomentan las vocaciones innovadoras se benefician de la trasferencia de conocimiento de estas personas emprendedoras lo que a la postre permite el crecimiento de tejido empresarial y un más eficiente entorno competitivo. También permite ciudadanos más preparados para afrontar situaciones adversas a las que inevitablemente estamos abocados.

El economista Daniel Lacalle en su último libro lo ha definido como capitalismo social frente al capitalismo de amiguetes en el que para medrar has de estar cerca del poder. El emprendimiento es una expresión de ese capitalismo social en el que se tiene en cuenta la responsabilidad, el mérito y la recompensa; donde no todo lo resuelve el Estado, sino que el impulso individual en sana competencia provoca bienestar y cohesión social. Así que, por favor y a pesar de los pesares, sigamos emprendiendo.

 

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

lunes, 18 de noviembre de 2019

Los unicornios

(este artículo apareció publicado originalmente el 18 de noviembre de 2019 en el diario 20 minutos)

Es habitual que los economistas nos inspiremos en animales para conseguir analogías que expliquen sucesos complejos. Los cisnes negros (animales que predicen una catástrofe) han sido mencionados estos días ante la posibilidad de un acuerdo político en España que nos lleve al populismo. Los dragones asiáticos en los años 90 del siglo pasado eran los emergentes países del sudeste asiático que competían sin complejos con las potencias occidentales. Hoy te quiero hablar de un animal menos siniestro pero que tienes que conocer, te interese o no la economía, porque puede que acabes trabajando para ellos.

Un unicornio es un animal mitológico que se representa generalmente con cuerpo de joven caballo blanco además de con un gran y afilado cuerno que sale de su cabeza en la que también caben unos hermosos ojos azules. En ocasiones se le menciona con patas de antílope, cola de león y cabeza de chivo, pero siempre tiene un único cuerno que le da sus poderes porque le permite ser inmortal e invencible en la lucha. Desde antes de Cristo se ha documento el carácter milagroso de su cornamenta y los poderosos de todas las épocas han buscado beber pociones hechas con ese cuerno para alcanzar la vida eterna.

Pero hoy, en el mundo empresarial, un unicornio es una compañía muy poco común que consigue en los tres primeros años de vida una capitalización global superior a mil millones de dólares. Seguro que conoces a la americana Dropbox que te ayuda a colgar tus archivos en la nube o la alemana Zalando con la que compras moda por internet, ambas son unicornios como también lo es AirBnB para conseguir hacer turismo sin pagar caros hoteles. No es algo tan ajeno a ti porque en España también tenemos unicornios que superan la valoración de un billón, usando la terminología americana. Cabify en el trasporte de personas en las ciudades o Glovo en la comida a domicilio, engrosan la lista de estos nuevos “seres fantásticos”.

Estas empresas son el objeto de deseo de todas las grandes corporaciones como lo era el cuerno del unicornio en la Edad Media para los reyes ansiosos de alcanzar la inmortalidad. La explicación es sencilla, las empresas y los humanos seguimos tendencias contrarias.  Me explico: las niñas que están naciendo en nuestro país vivirán más de 100 años, en cambio la edad media de las empresas no ha dejado de caer en el último siglo. La vida media de las empresas más importantes del mundo ha pasado de 65 años en 1955 a apenas 15 años hoy día. Éste será un proceso de regeneración increíble de la población de las grandes empresas, en el que sólo sobrevivirán unas pocas que practiquen un nuevo liderazgo y una nueva capacitación que sí poseen los unicornios.

Por eso te decía que trabajarás para estas “mitológicas empresas” y aunque pienses que esos “poderosos” les encontrarán antes que tú, no olvides que los unicornios, tal y como nos ha llegado a nuestros días en sucesivas leyendas, solo se aparecen ante personas puras.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR



martes, 28 de junio de 2016

Ecosistema versus Egosistema

(este artículo se publicó originalmente en el periódico Expansión el  27 de junio de 2016)



El término ecosistema proviene de la biología y fue acuñado en 1930 por el botánico inglés Roy Clapham. Un ecosistema es un sistema de organismos vivos interdependientes que comparten el mismo hábitat.‎ La gran aportación del concepto a la ciencia de la naturaleza residía en la interrelación de los organismos que viven en el sistema; si se rompe un eslabón de esa cadena es muy difícil recuperar el equilibrio y afectará seriamente a su sostenibilidad.

La literatura económica ha incorporado ese concepto para explicar las características de los territorios más dinámicos. En coherencia con la escuela institucionalista del premio Nobel de economía Douglass North, los países con ecosistemas emprendedores egresan continuamente nuevas empresas con capacidad de crecer y crear empleos, innovando en bienes, servicios y modelos de negocio. Y lo hacen porque los gobiernos, instituciones de conocimiento y grandes empresas orquestan sus actuaciones para conseguir más actividad emprendedora en el país.

Los ecosistemas de la naturaleza son una serie de cadenas de interdependencia. También en economía. Por ello, cualquier programa de fomento en materia de emprendimiento ha de fortalecer el ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes. Actuar buscando el rédito a corto plazo y el protagonismo unilateral es síntoma de que no se está respetando ese equilibrio sino que al contrario, del ecosistema estamos migrando a un egosistema.
Como documenta todos los años desde 1999 el informe GEM, actualmente ya en más de sesenta países, el cambio tecnológico y la innovación de la mano de los emprendedores son las formas principales en que la civilización ha progresado a lo largo de la historia.

GEM recomienda como de vital relevancia estudiar el ecosistema emprendedor, o lo que es lo mismo analizar la fotografía de las condiciones del entorno para emprender de cara al diseño de las actuaciones de las instituciones en este terreno. Los 36 expertos entrevistados este año en el informe español han vuelto a poner de manifiesto en una puntuación de 1 a 5, que seguimos por debajo del 3, y pese a una ligera mejoría todavía es difícil emprender en nuestro país.

En 2011, coincidiendo con la larga campaña electoral que llevó a Mariano Rajoy a ser presidente, irrumpió en la agenda pública de España el emprendimiento y los emprendedores. Desde entonces es difícil encontrar un gobierno, fundación, gran empresa o incluso un medio de comunicación que no haya lanzado un programa de apoyo a startups.

Pero todavía vamos muy lentos. El informe GEM  de 2015 sitúa en 5,7 la tasa de actividad emprendedora en nuestro país frente al 11,9 de USA o el 8,5 de media de las llamadas economías basadas en la innovación. Precisamente por el unilateralismo en las actuaciones que he bautizado en estas líneas como egosistema emprendedor. Una docena de leyes autonómicas‎ para apoyar a los emprendedores sin coordinarse entre ellas. La obsesión por patrimonializar el concepto de emprendimiento en los autónomos enfrentándolo a las llamadas empresas de base tecnológica. La persistencia y creación de grandes infraestructuras para la innovación desconectadas‎ de los emprendedores y sus necesidades.

La sobreactuación sin el mínimo análisis previo motivada por la agenda política o económica. El autismo de las grandes empresas a la hora de colaborar en sus programas de emprendimiento corporativo. La continua promoción de espacios para emprendedores desde lo público en claro ejercicio de competencia desleal. La inexistencia de una gran fundación público-privada al estilo de Startup América impulsada por el presidente Obama con la ayuda de las más importantes empresas americanas. La utopía de disponer de una auténtica unidad de mercado‎ es también otro ejemplo de actuaciones en contra del ecosistema.

No obstante soy optimista porque en materia de emprendimiento hay mucho más que nos une que lo que nos separa. Esta primavera un grupo de profesores de Deusto e ICADE Business School estudiamos los programas electorales de las cuatro principales fuerzas políticas y constatamos que es unánime el apoyo a esta figura. Eso mismo explica que Barack Obama haya decidido que su visita de julio a nuestro país esté dedicada a un tema que genera unidad y orgullo en España y USA: los emprendedores.

Por todo lo anterior las elecciones del 26 de junio son una oportunidad para recuperar ecosistema y huir de un egosistema donde sólo se piensa en los intereses particulares sino, como en las cadenas de la naturaleza, ser capaces de alinear todos esos intereses para lograr un país donde sea más fácil crear una empresa, escalarla y así crear empleo, riqueza y bienestar.


Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School e investigador del Global Entrepreneurship Monitor (GEM)


domingo, 26 de octubre de 2014

Los nuevos rockeros

(este artículo fue publicado en el diario ABC el día 25 de octubre de 2014)

Los emprendedores son los nuevos rockeros. Carlos Barrabés, quizás la mente más visionaria en este momento en nuestro país, expresa con ese símil cómo para los jóvenes del milenio, emprender se ha convertido en una filosofía de vida.

Del mismo modo que en los años 60 el rock and roll supuso una rebelión contra las normas sociales y políticas de la época, hoy emprender es una suerte de inconformismo activo porque es la vía para cambiar el mundo y hacerlo mejor.





























Bill Drayton el fundador de Ashoka, la red global de emprendedores sociales, explicaba hace unos años en la revista de la universidad de Harvard su teoría de las cadenas hibridas de valor, en virtud de la cual las grandes compañías y las entidades sociales trabajando juntas con emprendedores pueden resolver los más importantes problemas del mundo sin renunciar ninguno a sus intereses. No es caridad y no es solo negocio, es ser innovador para salvar el mundo. “Los emprendedores sociales no se conforman con ofrecer un pez al que tiene hambre, ni siquiera con enseñarles a pescar sino que no descansarán hasta revolucionar la industria del pescado”

Los jóvenes millennials emprenden porque es la herramienta que les permite ser consecuentes con su forma de ser. Tecnología, libertad y creatividad se fusionan en las miles de empresas que  se crean cada año en nuestro país. Los emprendedores hoy son nativos digitales y sin esa hiperconexión no entienden las relaciones sociales pero tampoco el trabajo. Frente al estereotipo de su narcisismo y falta de compromiso están protagonizando las demandas de democracia desde el norte de África a Hong Kong. Son los inventores de la economía colaborativa que pone el acento en el uso de los bienes y servicios frente a la propiedad que está arrasando en sectores como el turismo.

Vivimos una época de cambios profundos y rápidos. Esa velocidad está causando que las soluciones sean más lentas que el crecimiento de los problemas. Por ello es necesario alinear los agentes que pueden hacer cambiar esa tendencia. Los emprendedores sociales lo llaman co-creación. Un proceso colaborativo entre iguales: grandes empresas, administraciones, instituciones financieras y emprendedores que, juntos, co-diseñen y co-implementen nuevos y mejorados bienes y servicios.

Desde que se inventó el Rock ha habido quienes pensaron que la solución era prohibirlo e incluso mandar a prisión a los rockeros, como hace unos años Putin en Rusia con las Pussy Riots. Es una opción. La otra es dejar de aplicar normas antiguas y paradigmas obsoletos asumiendo que la nueva economía exige abrir las mentes aunque para ello haya que cambiar leyes y viejas costumbres.


Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor en la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR).

sábado, 2 de agosto de 2014

Innovación abierta, una oportunidad

( Este artículo se publicó el día 2 de agosto de 2014 en el periódico El Norte de Castilla )

Por mucho talento y buenas ideas que haya dentro de una empresa siempre habrá más y mejores fuera de ella. No tener en cuenta este nuevo paradigma económico es desperdiciar oportunidades cuando no estar abocado a la bancarrota.

En la empresa, durante mucho tiempo, se pensó que las grandes ideas solo podían surgir en el seno de una gran compañía fruto de la acumulación de recursos y talento. En esa lógica las innovaciones debían de ser protegidas con patentes, con el secreto industrial o incluso aislando los laboratorios del resto de la organización, para mantener la exclusividad y así poder recuperar la ingente inversión


La economía de nuestros días basada en la capacidad de desarrollo de nuevos productos y servicios que permitan competir, ha demostrado lo erróneo de esa forma cerrada de pensar y actuar.

En 2003, Chesbrough, un profesor de Berkeley acuñó el término “Innovación abierta” para referirse  a una nueva concepción de la I+D que aprovecha no sólo los flujos de conocimiento de la propia empresa sino también del mercado. La idea es sencilla y, sin lugar a dudas, ha demostrado su eficacia en múltiples organizaciones y entornos: desde la generación de ideas para campañas publicitarias hasta el planteamiento de algoritmos para resolver una recomendación en una web, pasando incluso por la propuesta de tratamientos para curar la Diabetes. ¿Increíble? Pues es cierto. Emprendedores, en muchos casos ni siquiera contrastados expertos en el tema, con un bagaje diverso y con puntos de vista poco convencionales, son capaces de resolver problemas de un modo brillante y, además, con un coste que puede llegar a ser muy limitado para las organizaciones implicadas. La inteligencia colectiva es imbatible y sirve además de sumario de esta nueva forma de entender la innovación.

Son muchas las empresas en todo el mundo que se están beneficiando de este nuevo torrente de innovaciones: General Electric, 3M, Procter&Gamble y en España con Telefónica, BBVA y Ferrovial a la cabeza, son ya habituales las convocatorias abiertas al ecosistema emprendedor e innovador para que ayuden a resolver los numerosos retos a los que se enfrentan en estos momentos las grandes corporaciones.

La innovación abierta funciona. En muchos casos y de forma muy sobresaliente. Si nos centramos en la generación de ideas, parece sensato concluir que la apertura del proceso al exterior tendrá un efecto inmediato en el incremento exponencial del número de ideas lo que, por pura estadística, aumentará la calidad de la mejor idea obtenida en el proceso. Además, este tipo de procesos también fomenta la diversidad de las propuestas: la desemejanza de puntos de vista, implica esa mayor diferencia en las ideas, lo que también afecta en positivo a que la idea final sea mejor. Es la co-creación de la nueva economía que está surgiendo y es además una expresión de la llamada economía compartida o “sharing economy”.

Christensen, profesor de Harvard, afirmó en 1997 “aunque sigan los mejores métodos de gestión, las grandes empresas están abocadas a fallar si no son disruptivas; en esa tarea los emprendedores les pueden ayudar” El término disruptivo esta traído a la ciencia económica desde la física (“que produce ruptura brusca”) y no es más que una actualización del viejo pero muy actual paradigma de Schumpeter, uno de los padres de la economía moderna, que basaba en los emprendedores la supervivencia de la economía de mercado por su capacidad para innovar a través de la destrucción creativa. Algo que hoy  tienen muy presenten las grandes empresas en todo el mundo y en todos los sectores,  para no acabar destruidas por la creatividad de nuevos jugadores como Amazon, PayPal, AirBnb o Whatsapp.



Iñaki Ortega, es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Juan José Nájera, es doctor en economía y vicerrector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)


domingo, 5 de enero de 2014

La economía emprendedora

(Artículo publicado originalmente en el periódico ABC el día 5 de enero de 2014)


El país más pobre de Asia a mediados del siglo pasado es hoy el líder mundial en alta tecnología. Donde hace un siglo en la costa mediterránea había un desierto, hoy se sitúa la mayor concentración de innovación y talento del planeta. La nación sudamericana con la dictadura más extractiva en los años setenta se ha convertido en la referencia global de políticas gubernamentales inclusivas a favor de las startups. El estado europeo con más impuestos a los emprendedores hacia el año 1990 goza estos días de la tasa de actividad más alta gracias a la eliminación de trabas a la creación de nuevas empresas. En una granja cerca de la costa californiana, a finales del siglo XIX, quince profesores crearon una universidad que gracias a la iniciativa emprendedora de sus alumnos, docentes y con la ayuda de los diferentes gobiernos se ha convertido en el lugar donde han nacido y siguen naciendo las mejores empresas.


Los casos de Corea, Israel, Chile, Holanda y Silicon Valley demuestran que en economía el estado de las cosas puede cambiarse y no hay determinismos basados en la geografía, la cultura o la tradición política. El conocimiento se ha convertido en el factor de producción decisivo que está reconfigurando la estructura económica mundial. Y los emprendedores son el vehículo imprescindible para que ese conocimiento se trasforme en prosperidad. Por ello los países han de garantizar un entorno, orquestado desde lo público y lo privado, con un alto grado de libertad económica que incentive la iniciativa empresarial. La literatura económica ha definido esta tarea como la búsqueda de una “economía emprendedora”.



La presidenta de Corea lo ha llamado “economía creativa” y fundamenta su modelo en una educación de excelencia como motor de desarrollo e innovación empresarial. Lo que le ha permitido a esta nación asiática multiplicar un 400% su riqueza en apenas cincuenta años. Simón Peres bautizó a Israel como “la nación emprendedora” para lo cual trasformaron las granjas en incubadoras tecnológicas y los agricultores en científicos. Chile se cansó en 2010 de que los mejores se fuesen de su territorio y unió la fuerza de un programa gubernamental de atracción de emprendedores con fortísimos incentivos a un entorno institucional y territorial atractivo para crear “Startup Chile” que ha inspirado a los gobiernos del Reino Unido o Canadá a replicarlo en sus países. Holanda veía como se desincentivaba la iniciativa emprendedora con inasumibles cargas de seguridad social a empresas que apenas facturaban. Ante esta situación, el país acometió a finales del siglo pasado varias reformas inspiradas en el aforismo “pensar primero en pequeña escala”, que supusieron la eliminación de trámites y la rebaja de cargas fiscales y de seguridad social, especialmente para los emprendedores. Hoy, los Países Bajos se sitúan como una de las naciones con menor desempleo en Europa. Francia, por cierto, en 2008 emprendió una estrategia similar basada en reducir los costes de seguridad social para los emprendedores desde la aprobación del “estatuto del autoemprendedor” y logró escalar veinte puestos en el ranking del Banco Mundial sobre facilidad para hacer negocios. En Estados Unidos, hacia 1892, el fundador de la Universidad de Stanford, el corazón de Silicon Valley, cogió como lema “sopla el viento de la libertad”. Desde entonces, ese viento ha sido generado por el talento que ha egresado de esa institución, pero también por los sucesivos gobiernos federales con sus programas públicos de financiación a pymes, por los municipios del “Valle” con sus zonas libres de impuestos para emprendedores, con las actuaciones estatales que facilitaban la inversión de las grandes empresas y con el capital financiero más inteligente que por todo lo anterior se situó allí.


Son diferentes expresiones para una misma misión que Melchor de Jovellanos, hace ya más de 200 años, exigía a las leyes “remover estorbos que impiden la libre acción de la actividad económica”. En economía los milagros no existen, y solo propiciando las mejores condiciones para que el talento emprendedor nazca y crezca conseguiremos que España esté en la lista de esas “economías emprendedoras”. La buena noticia de la aprobación de la ley de emprendedores solo será recordada como el punto de inflexión hacia esa nueva economía si se consiguen políticas públicas eficientes en este terreno y se alinean con los valiosos programas de innovación abierta de las grandes compañías españolas y con una educación que promueva actitudes emprendedoras.



Iñaki Ortega es director de Madrid Emprende y profesor de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja)




martes, 5 de noviembre de 2013

Los diez mandamientos

(Artículo publicado el 16 de noviembre de 2013 en Yo Dona)


Aunque este decálogo no aparece en el libro del Deuteronomio, tampoco ha pasado por las manos del profeta Moisés, ni mucho menos ha sido redactado por Yahvé y por supuesto nunca fue esculpido en piedra en el Monte Sinaí... Lo que si es seguro es que estos diez consejos han de ser cumplidos «religiosamente» por cualquiera que quiera emprender.

1. Busca una especialidad para emprender que domines, un nicho en el que seas especialista y estés BIEN PREPARADO.

2. Además es imprescindible que TE GUSTE lo que hagas como emprendedor, que disfrutes con el trabajo y con el sector elegido. Porque vas a tener que trabajar muchas horas.




3. NO emprendas SOLO, busca socios, no amigos, y con habilidades distintas a las tuyas.

4. No te obsesiones con obtener financiación de bancos o fondos de inversión. Dedica todas tus energías a BUSCAR CLIENTES.

5. BOOTSTRAPPING: Hay que emprender con pocos recursos y con mínimos gastos.

6. PRODUCTO MINIMAMENTE VIABLE. No te enfangues meses en tener un producto o servicio perfecto. Tienes que ser eficiente (lean) y salir cuanto antes al mercado para conocer si tu negocio tiene interés. ¡El primer iphone no tenia email!

7. GOLUM. No te enamores de tu idea o la trates como un tesoro a esconder. Estamos en la era de la Open Innovation. Que todo el mundo la conozca porque te ayudaran sus opiniones

8. CUIDA TU IMAGEN online y offline. Que tus presentaciones en papel y en persona estén trabajadas y trasmitan tu mejor imagen.

9. VALIENTE. No hay nada que perder por fracasar sino que no hacer nada es el mayor error. Fallar es el principio del éxito.

10. Aprovecha el ECOSISTEMA emprendedor: las muchas oportunidades y ayudas que las administraciones públicas, universidades y las grandes empresas ofrecen hoy a las startups.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Cancel, abort or retry

(post publicado originalmente en www.ticbeat.com el 25/09/13)

Todo el mundo con un mínimo kilometraje en el entorno informático se ha encontrado alguna vez con el dichoso diálogo cancel, abort or retry, con el que el sistema nos indica que algo ha fallado al introducir un comando. Aunque no siempre resulta, lo normal es que en esta situación pensemos que vale la pena probar al menos una vez más  antes de desistir. Por desgracia, el retry todavía no es una opción atractiva en España fuera del mundo de los ordenadores.
Es un hecho que cuanto más rompedor y ambicioso es un proyecto más probabilidades hay de que acabe malográndose. Por eso el mundo de las nuevas tecnologías, que es la punta de lanza de la revolución que nos está metiendo a marchar forzadas en la sociedad de la información, está plagado de grandes fracasos.
En Internet abundan las listas con los desastres más estrepitosos en el ámbito de las TIC –algunos, por cierto, protagonizados por las empresas fundadas por los mayores emprendedores de todos los tiempos–, pero éstos no son ni la milésima parte de los que ha habido debido a que normalmente lo que falla se acaba extinguiendo sin apenas repercusión.Silicon Valley, de hecho, se ha construido más a golpe de metedura de pata que de éxito porque  empresas como HP, Oracle, Apple, Cisco, Yahoo! o Facebook son el resultado de un caldo de cultivo en el que todas las semanas desde hace décadas se administra el bautismo y la extremaunción a nuevas startups.
Un bucle infinito de prueba y error; así es como hay que entender el funcionamiento de este lugar del globo tan particular. De este modo, lo que está detrás del éxito del epicentro de la cultura startup es paradójicamente el fracaso, o para ser más exactos su aceptación como algo natural cuando alguien arriesga. Claro está que la Universidad de Stanford, la generosa financiación de las agencias federales y  la industria del venture capital son factores importantes, pero es la sana costumbre de no etiquetar a los que tropiezan, e incluso de encumbrarles por habérsela jugado y aprendido con algo que merecía la pena, lo que  marca la diferencia con lo que ocurre en otras latitudes.
En España  hasta hace poco sólo estaba bien visto caerse cuando uno aprendía a montar en bicicleta,  y pese a que poco a poco nos movemos hacia una cultura más tolerante con quienes arriesgan, todavía no nos hemos desprendido de un hábito tan inveteradamente nuestro como colgar sambenitos.
Como prescriben los métotos Agile o Leanlo importante es estar preparado para cometer, no una, sino mil equivocaciones a la hora de sacar adelante un proyecto. Por eso resulta esencial que el entorno, como pasa en el valle californiano, libre al emprendedor de la amenaza de recibir un fatídico “te lo dije” y  refuerce su comportamiento audaz.
La receta, pues, es clara; si eres emprendedor no dudes nunca en reivindicar tu derecho a equivocarte y si eres profesor, padre o amigo de emprendedores hazles ver que más importante que tener éxito es intentarlo tener. Sólo así lograremos que de una vez por todas se desbloquee la opción retry que ha hecho de  San José y sus alrededores la cuna de la mayoría de las tecnologías que utilizamos a diario.

lunes, 29 de julio de 2013

Te lo dije



(post publicado originalmente en el blog madrid2020 del diario Cinco Dias)

Emprender es, por definición, hacer frente a la adversidad. Han corrido ríos de tinta sobre el tema en los últimos años, por lo que es casi imposible que no hayas leído nada acerca de los temibles obstáculos a los que se enfrenta todo emprendedor: trámites interminables, créditos que no llegan, cargas fiscales… Sin embargo, hay un peligro aun mayor que ha pasado en gran medida inadvertido, y no es otro que el riesgo a oír un te lo dije en el peor momento.

La sola posibilidad de que alguien cercano pronuncie esas tres palabras puede ejercer en el ‘startapero` un efecto más demoledor que la propia crisis y sus consabidas consecuencias sobre la actividad empresarial.

Poner en marcha una empresa no es como un problema matemático en el que existe una o varias fórmulas prefijadas que conducen a la solución óptima. El método de prueba y error se impone. Como nos dicen los métodos Agile o Lean, lo importante es estar preparado para cometer, no una, sino mil equivocaciones a la hora de sacar adelante el negocio. Por eso resulta esencial que el entorno refuerce este comportamiento audaz y forzosamente condenado a conocer numerosos reveses antes de conducir al éxito. En este sentido, un fatídico te lo dije no es precisamente lo que más ayuda.


Malcolm Gladwell, en su libro ‘Outliers’, expone que el éxito no es tanto consecuencia del talento innato de los individuos como de los estímulos que éstos encuentran en el ambiente; y aun con eso, tal y como evidencia esta obra, se necesitan al menos 10.000 horas de práctica para dominar cualquier actividad, por lo que la paciencia se hace tan necesaria como la perseverancia.

Ya sabemos que en nuestro país quien manifiesta su intención de emprender se expone a toda clase de comentarios agoreros procedentes de gente de su entorno, muchas veces sin ninguna malicia ya que sólo buscan reconducir una vocación incomprendida hacia la absurda seguridad del salario. Y es la costumbre de espetar un punitivo te lo dije al menor traspiés del que desoye estos vaticinios lo que hace aún más perfecto y perverso este mecanismo de disuasión.

Por si fuera poco, la cultura del te lo dije juega en contra de los que, pese a las advertencias, se han atrevido a dar el paso, pues lo que los psicólogos llaman efecto Pigmalión nos enseña que las expectativas que tienen los demás sobre nosotros acaban influyendo en nuestro rendimiento.

No nos engañemos, el primer enemigo a batir por quien quiere crear una startup es el miedo, y no tanto la burocracia del registro mercantil, el hermetismo del banco o la morosidad de la administración. Por este motivo, con independencia de que las instituciones deban seguir allanando un camino aún demasiado accidentado, todos, desde nuestra responsabilidad de padres, docentes o amigos de emprendedores, podríamos hacer mucho por ellos si tan solo les ahorráramos las dichosas profecías autocumplidas. Si encima las sustituyésemos por palabras de aliento, mejor que mejor.

miércoles, 22 de mayo de 2013

¡Pégalo en la nevera!


(Post publicado originalmente en el blog Madrid2020 del diario Cinco Días)

Las ideas son genuinas, la forma en que las exteriorizamos suele ser convencional. Por eso es fácil que el producto de un gran momento de inspiración pierda frescura cuando tratamos de plasmarlo negro sobre blanco.

Si eres emprendedor debes tener en cuenta  que el plan de negocio, antes que un documento que sirve para convencer a ángeles o VCs, es sobre todo una herramienta interna que te ayuda en las primeras fases del proyecto a dar forma y organizar algo que solo existe en tu mente.


El canvas es un tipo de business plan muy apropiado para evitar que el proceso creativo termine en el salto de la idea al papel. Esto es así gracias a que es un formato que fuerza a romper con la tiranía del pensamiento lineal que nos han inculcado desde el colegio. Además, su visualidad favorece la construcción del modelo empresarial desde una visión global y facilita la participación de todo el equipo promotor en su elaboración.

Se trata de una  fórmula muy distinta de la tradicional, la cual tiende a encorsetar demasiado al concebir la empresa non nata desde el catecismo del management. Y es que el emprendedor debe pensar más como creador que como gestor.  Marketing, operaciones, recursos humanos, jurídico, plan financiero… son áreas clave para cualquier empresa en funcionamiento, pero planificar al detalle el contenido de cada una de ellas para un proyecto en formación, además de difícil, es estéril. Lo normal es que los  planteamientos iniciales cambien mucho a medida que la startup va entrando en contacto con el mercado. Por otra parte,  resulta complicado bajo este esquema anclado en la organización y no en el negocio  distinguir aquello que es estratégico en el lanzamiento empresarial de lo que es puramente instrumental.

La cultura del lean startup demanda algo más conceptual, práctico y móvil, y los modelos canvas responden precisamente a esta necesidad; la propuesta de valor se sitúa en el centro del lienzo, y en torno a ella se organizan los elementos imprescindibles para su concreción. De este modo, las ideas fluyen y se tejen de una forma natural, respondiendo a cuatro sencillas preguntas conectadas entre sí: qué, a quién, cómo y cuánto. Cuando es preciso repensar el concepto de empresa, es muy fácil ver cómo cada parte afecta al todo y el todo a las partes, y hacer las modificaciones oportunas, por profundas que sean,  es una operación tan sencilla como poner o quitar post-its.

Las ventajas del canvas son obvias en una economía en la que pensar con el lado derecho del cerebro marca cada vez más la diferencia; no en vano, la única forma de concebir un negocio verdaderamente innovador es tratando de impedir que la lógica de la eficacia ahogue el ingenio del emprendedor.

En el fondo, pasar del plan de negocio que se encuaderna al plan de negocio que se puede pegar en la nevera de tu casa constituye un buen reflejo de la revolución startup que está en marcha. Recuerda que, ahora más que nunca, emprender no es una profesión, es un estilo de vida.

domingo, 28 de abril de 2013

Jurassic PARK


(Artículo publicado el día 27 de abril en el Diario Expansión)

Sufrimos un periodo de crisis en el sentido moderno de la palabra, ése que hace referencia a una situación difícil o complicada; pero también en su sentido etimológico, aquél que evoca un cambio profundo. Es en el terreno de la economía donde más se están dejando notar tanto las dificultades como las transformaciones.

Una de las mutaciones más visibles del sistema productivo es la que están protagonizando  los emprendedores, quienes parecen estar desplazando poco a poco a la gran empresa como palanca de empleo y crecimiento. La evolución que ha sufrido este colectivo a raíz del estallido de la crisis –en su doble acepción- se asemeja a la que desencadenó el meteorito que chocó contra la Tierra hace 65 millones de años. 



Por aquel entonces,  los dinosaurios, como las multinacionales durante casi todo el siglo XX, llevaban mucho tiempo dominando el planeta en virtud de unas condiciones medioambientales privilegiadas, las cuales les ayudaron a alcanzar unas dimensiones enormes. El mamífero, que para nosotros aquí es el emprendedor, difícilmente podía competir con ellos en ese entorno, por lo que,  aunque coexistía con los reptiles en todas partes, permanecía en un segundo plano, no llegando nunca a superar el tamaño de un roedor actual.

Unos miles de años antes del cataclismo que precipitó la extinción de los dinosaurios, este tipo de animales ya estaba en declive debido a una serie de cambios geológicos y climáticos que venían alterando significativamente las condiciones de vida sobre la Tierra, y que en nuestra metáfora pueden identificarse con la revolución tecnológica acaecida a finales del siglo pasado. Los grandes reptiles, con una capacidad de adaptación reducida, empezaron a tener serios problemas para mantener su supremacía; todo lo contrario que los mamíferos, que no sólo no se vieron perjudicados por la nueva situación, sino que se beneficiaron de ella, comenzando gradualmente a ocupar el hueco que dejaron los saurios. Las startups que han conquistado el mundo en las últimas décadas desde Silicon Valley, el primer lugar del globo en vivir el cambio de era, son el equivalente a los individuos más adaptados de la pujante familia animal. La caída del meteorito no hizo sino acelerar drásticamente este proceso darwiniano, de forma que la población de dinosaurios quedó enseguida diezmada, mientras la de los mamíferos pronto experimentaría una explosión en número y diversidad.

En el presente, nos hallamos en una tesitura económica similar a la que vivieron nuestros antepasados más lejanos en los estertores del jurásico: los modelos de organización dominantes están cayendo, y la pequeña escala empresarial está cobrando fuerza, pese a que aún no ha tenido tiempo de desplegar todo su potencial. Pero lo hará; las leyes que gobiernan la evolución son ineludibles y la especie más adaptada, sí o sí, acaba triunfando.

viernes, 19 de abril de 2013

Obstáculos

(Artículo publicado, en parte, en el número de abril de la revista "Nuestra" de la Universidad Nebrija)

Emprender es una carrera de obstáculos. Precisamente para luchar contra  ello nació Madrid Emprende al objeto de promover un ecosistema emprendedor que facilitase el arranque de nuevas empresas.


Partiendo de la misma premisa que soporta el informe Global Entrepreneurship Monitor: el emprendimiento es un fenómeno complejo en el que intervienen factores tan variados como el  marco fiscal, las cargas administrativas, la financiación, los conocimientos del emprendedor, la disponibilidad de locales,... el objetivo de la agencia madrileña que dirijo es proporcionar apoyo en las distintas vertientes de este proceso. Para ello se trabaja íntimamente con todas las entidades que integran el entorno empresarial de la ciudad: administraciones públicas, asociaciones sectoriales, grandes empresas, bancos, redes de inversores y, por supuesto, universidades.


El catálogo de servicios y recursos que Madrid Emprende ofrece a los futuros empresarios abarca un one-stop-shop desde el que nuestros expertos asesoran sobre los pasos a seguir para montar la empresa y tutelan el plan de negocio; programas de in-formación en marketing, finanzas, ventas y sobre todo mucho networking;  puntos de tramitación telemática que permiten constituir tu empresa en 48 horas; y unared de incubadoras y espacios de co-working en los que el emprendedor puede instalar su proyecto y acceder a todo lo anterior.

En el último año, con el programa MADRID.BIZ se han creado nuevos apoyos e incentivos con vistas a atajar algunos de los problemas más acuciantes que sufren los emprendedores como son las cargas asociadas al alta como empresario, la financiación y los impuestos; así, hemos sacado una ayuda destinada a rembolsar al nuevo autónomo el 50% de las cuotas a la seguridad social, y se ha creado, en colaboración con business angels y la industria del capital riesgo, un fondo de inversión en startups dotado de 8 millones de euros. Por último Madrid será la primera ciudad europea donde los emprendedores no paguen impuestos con el programa taxfree.

Por último la candidatura olímpica de Madrid también se ha incorporado a la “revolución emprendedora” con el programa 2020startupMadrid que pretende atraer a 2020 emprendedores a la ciudad antes de 2020.

En Madrid, con un incipiente ecosistema emprendedor, se está logrando  que emprender se parezca cada vez menos a una competición de 1.000 metros vallas y más a una de 100 metros lisos.

Quienes ya tengan claro que su meta es trabajar en su propia empresa, tienen que saber que en Madrid es más fácil porque cada vez los obstáculos son más saltables. El año pasado 30.000 emprendedores lo pudieron comprobar acudiendo a los servicios de Madrid Emprende, en 2013 serán muchos más.


viernes, 28 de diciembre de 2012

Startup World Cup

(Artículo publicado en Marketing Directo el día 28 de diciembre de 2012)

¿Qué pasaría si, en un mundial de fútbol, España tuviera la suerte de enfrentarse a rivales de la talla de Koshovo, Botsuana o Kazajistán, y perdiera contra todos ellos por goleada? Ciertamente, no se hablaría  de otra cosa durante semanas, o quizá meses, y la consternación de todo un país exigiría la adopción de medidas urgentes y de calado para evitar que esta deblacle se repitiera en el futuro.

Las airadas consecuencias que traería  este fracaso hipotético en lo deportivo contrastan con las tímidas reacciones suscitadas por otro fracaso, en este caso real y en lo económico, que hemos sufrido hace poco contra esos mismos Estados -y otros muchos tanto o más modestos-. Y es que el Banco Mundial publicó hace unas semanas un informe en el que se situaba a España en el puesto 136 del mundo en cuanto a facilidad para abrir negocios.

El hecho de que la noticia  no haya tenido más que un tenue eco en algunos diarios especializados, sin que haya servido de revulsivo para policymakers ni para la opinión pública, sorprende tanto como el hecho de que sea más sencillo montar una empresa en  latitudes tropicales que en este rincón de Europa.

El contenido  y la repercusión del informe  reflejan los escasos resultados que han dado  las medidas de los últimos años tanto para mejorar de las condiciones en que nace la iniciativa empresarial como para sensibilizar a la sociedad hacia el emprendimiento. La situación es grave, dado el papel de las nuevas empresas en la regeneración del tejido productivo, y, por tanto, cuanto más tardemos en tomar conciencia de que los más de 2.800 programas que impulsan la creación de empresas no están funcionando será peor.

Afortunadamente, no todo es negativo; en los últimos años el colectivo emprendedor ha pasado a ocupar un lugar destacado en la agenda institucional, lo que evidencia que existe voluntad política de apoyarlo –el ingente número de actuaciones en marcha habla por sí mismo-. Por tanto, no se trata de construir una política partiendo de cero, sino de  revisar la estrategia que se ha seguido para traducir los compromisos asumidos en actuaciones eficientes. En este sentido, la propia metodología que emplea el Banco Mundial a la hora de medir la capacidad de una economía para generar actividad empresarial nos pone sobre la pista: es preciso sustituir el enfoque tradicional, que se centra en la prestación de servicios y la concesión de ayudas al negocio de reciente creación, por otro más amplio que tenga en cuenta factores ambientales tales como los trámites y plazos requeridos para constituir una empresa, la fiscalidad de los empresarios noveles, la flexibilidad de la legislación laboral, etc. Asimismo, habida cuenta de la influencia de la cultura en el  fenómeno del emprendimiento, resulta perentorio que  la nueva estrategia incida en aquellas  actitudes contrarias al espíritu emprendedor que todavía persisten y que el propio marco institucional ha contribuido a generar  y perpetuar.

La combinación de estos dos niveles de acción, junto a la introducción de mecanismos de coordinación de las diferentes iniciativas y la estricta evaluación de su eficiencia, permitiría, sin comprometer más recursos, aumentar el número de emprendedores y, con ello,  las cifras de empleo,  actividad e innovación.

Y es que, si queremos volver a ilusionarnos como país en el actual escenario económico, no basta con que  nuestra selección nacional esté en la élite mundial, también lo debe estar nuestro ecosistema emprendedor.