(este artículo fue publicado originalmente en los diarios del grupo Vocento, El Norte de Castilla, El Diario Montañés, La Verdad de Alicante y Las Provincias los días 28 y 29 de septiembre de 2016)
Obama lo
sabía. Los millennials, los jóvenes
nacidos a finales de los años 80, fueron decisivos en su triunfo electoral en
las dos pasadas elecciones presidenciales. Ahora la llamada "generación
y" parece que también puede inclinar la balanza hacia Hillary Clinton si
van a votar, o hacia Trump, si se quedan en casa y no acuden a su cita con las
urnas.
Según las
últimas publicaciones del US Census Bureau del mes de abril, el número de
millennials alcanzó los 75,1 millones, sobrepasando por primera vez al hasta
ahora segmento demográfico más numeroso, los baby boomers -que protagonizaron
la explosión demográfica de los 50- ahora son 74,9 millones y tienen edades entre 51 y 69
años. Lo más revelador de esos datos, es
que el 40% de los así denominados millennials, son de origen hispano y
asiático, y como el resto de los jóvenes, se inclinan en su gran mayoría por
las propuestas demócratas. Obama capturó
su admiración, utilizando un estilo de comunicación fresco y mensajes dirigidos
a ellos, y sobre todo, haciendo uso de los medios de comunicación que la
generación del milenio entiende: redes sociales, móviles, audiovisuales...
Estas
elecciones se presentan algo distintas. No sólo porque los dos candidatos
podrían ser sus abuelos, y con achaques como estamos viendo, sino por otro
factor intestino del partido del burro. El
masivo apoyo que obtuvo Bernie Sanders entre los jóvenes en las primarias demócratas, con
sus vehementes demandas de libertad y equidad social, ha desfigurado la
percepción de la candidata demócrata entre esta cohorte de edad. Hillary
Clinton, a quien la mayoría de los millennials perciben como una persona
epítome del establishment, alejada de sus pensamientos y costumbres, hace que
tengan muchas dudas en apoyar la candidata demócrata o quedarse en casa
nostálgicos, viendo videos del senador Sanders. Trump les parece de otro
planeta, pero Hillary no despierta la ilusión, que en su día emanó el todavía idolatrado
presidente Obama o hace unos muy pocos meses el venerable revolucionario
senador por Vermont. Un reciente sondeo del New York Times concluye
que para lo jóvenes americanos ni Clinton, ni Trump son hoy las opciones.
En un intento
de contrarrestar esa patente apatía de los millennials hacia el voto a Hillary
Clinton, los estrategas de campaña están promoviendo de manera decidida, el
voto anticipado por correo, posible solo en 33 estados. Con este movimiento, la candidatura demócrata
busca captar los votos de los millennials, animándoles a votar anticipadamente y
así evitar la posibilidad de que finalmente se queden en casa el día de las
elecciones. Pero como se ha visto en recientes contiendas electorales en el
ámbito internacional, sin ir más lejos, el todavía sorprendente Brexit, la
disputa generacional en la pelea presidencial se presenta apasionante con
inciertos resultados. En Reino Unido, las
encuestas daban ganadora a la opción preferida de los millennials, pero la
batalla la ganaron los motivados “boomers”, que no se quedaron en casa y fueron
a votar en masa. En España durante la
última campaña electoral parecía que sólo las personas mayores apoyaban al PP
pero volvió a ganar en junio las segundas elecciones en seis meses.
Los millennials
han llegado también a la política y ya no sólo quitan el sueño a los directores
de recursos humanos de las grandes compañías por su rebeldía o a los
responsables de marketing por su infidelidad a las marcas sino también hasta el
mismísimo futuro presidente de los Estados Unidos de America.
Iñaki Ortega
es director de Deusto Business School y publicó en 2014 el libro Millennials,
inventa tu empleo.
Gregorio Bustos es directivo de empresa y actualmente está cursando en
USA un Master en la Kennedy School of Government de Harvard.