jueves, 1 de septiembre de 2016

Son los emprendedores, estúpido

(este artículo se publicó originalmente en el diario económico CINCO DÏAS el día 1 de septiembre de 2016)

Se cuenta que durante la campaña electoral de 1992 que enfrentó a George Bush y Bill Clinton en el  cuartel general de los demócratas había un cartel bien visible que mandó colocar James Carville y que fue clave para el desenlace final. El asesor del marido de Hillary Clinton asumió el reto de luchar contra el entonces invencible presidente texano usando unas armas modestas frente a los grandes éxitos en política exterior de Bush padre. Modestas porque se referían a la vida cotidiana de los votantes americanos y sus necesidades más inmediatas. “Es la economía, estúpido” era la frase puesta en ese cartel que se convirtió en una especie de eslogan no oficial de la campaña de Clinton que inopinadamente le llevó a la Casa Blanca al identificarse precisamente con las preocupaciones más acuciantes de los votantes americanos. Desde entonces la frase se ha instalado en la cultura electoral de todo el mundo para referirse en los debates políticos a poner la atención en lo esencial de determinados momentos históricos.

Hace unos meses unos profesores de las universidades de Deusto e ICADE Business School analizamos los programas electorales de los cuatro principales partidos españoles. Las conclusiones de este estudio fueron explicadas en un artículo en las páginas de este mismo periódico (26-2-16) y mostraban, sorprendentemente,  coincidencias mayúsculas en lo referido a las materias de emprendimiento e innovación en dichos programas y en los posteriores documentos base para los eventuales pactos. Los partidos de Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera apostaban por mejorar las condiciones de los emprendedores usando los resortes de lo público para ello y reconocían que sin la capacidad de innovación de los pequeños y nuevos empresarios no hay posibilidad de aumentar el bienestar en nuestro país.

Ahora la historia se ha vuelto a repetir y el debate de investidura del Congreso de los Diputados ha estado precedido por un acuerdo de 150 compromisos entre el Partido Popular y Ciudadanos en el que los emprendedores han sido los absolutos protagonistas con más de 40 medidas puestas negro sobre blanco. Pero es que el PSOE unos meses antes pactó con  el partido de Albert Rivera un similar acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez que en una clara declaración de intenciones comenzaba con un capítulo dedicado al emprendimiento y la innovación.

Por si fuera poco, ayer en el hemiciclo, el único nexo común en las broncas intervenciones de los representantes de PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos fueron sus menciones a los emprendedores, al esfuerzo de ser autónomo en  nuestro país y a la necesidad de apoyar más la ciencia y la innovación desde lo público. Repasen los documentos suministrados por los partidos con las transcripciones de los discursos de sus líderes y verán que no me equivoco.  Si James Carville  escuchase los ecos de la Carrera de San Jerónimo reformularía hoy su mítica frase para decir “son los emprendedores, estúpido”.

Porque los emprendedores son los creadores de la mayoría del empleo neto creado en nuestro país. Porque emprender es la vía para innovar y mejorar los mercados haciéndolos más eficientes. Porque emprender es generar riqueza para la sociedad y la forma de sostener el Estado de Bienestar. Porque emprender es luchar contra las injusticias de los oligopolios. Porque emprender es sinónimo de cohesión social y la vía para empoderar a muchísimos jóvenes españoles. Porque emprender es el vehículo más idóneo hoy para promover cambios sociales y estar preparado para el nuevo empleo que está llegando con la tercera revolución industrial.

“Espíritus animales” es un término acuñado en 1936 en el libro Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero. John M .Keynes utilizó en el manual ese símil para explicar que en ocasiones las decisiones de los agentes económicos están basadas en una irracional espontaneidad por actuar, en detrimento de un estudio ponderado de los beneficios o perdidas de esa decisión. Siguiendo la estela de ese consenso tácito por los emprendedores de las cuatro fuerzas políticas ahora toca no sucumbir a los espíritus animales que piden -como aquellos tambores de guerra- venganzas o desenterrar viejos odios. Más bien al contario toca usar lo que nos diferencia de los animales que es el sentido común. Hoy ese sentido común pide a los partidos políticos españoles de nuevo pensar en lo esencial, en lo que realmente importa que es mantener y mejorar las condiciones que hagan posible que España cree empleo y por tanto pueda ser un país donde vivir dignamente.


Iñaki Ortega es doctor en economía y Director de Deusto Business School

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