miércoles, 29 de julio de 2015

Hackea tu empresa

(este artículo fue publicado originalmente en el suplemento Innovadores del periódico El Mundo el día 29 de julio de 2015)

Los pueblos antiguos recurrían habitualmente a los oráculos como sistema de predicción del futuro. Antes de cualquier gran evento, reyes y líderes consultaban las previsiones de las pitonisas en esos oráculos. Una de los más conocidos fue, en la Grecia Clásica, el llamado oráculo de Delfos que inspiró muchos siglos después “el método delphi” de predicción, a través de expertos, en las investigaciones sociales

Hoy sin necesidad de convocar a expertos o recurrir a sacerdotisas podemos augurar que las grandes empresas de todo el mundo correrán el mismo destino que compañías también  míticas como Nokia, Kodak o Motorola, es decir, poco a poco ir muriendo.

Clayton Christensen en su libro “El dilema del innovador” explicó  que las empresas diseñadas para triunfar en el siglo XX estaban abocadas a fracasar en el siglo XXI.  Para el profesor de Harvard , solamente inoculando el virus del emprendimiento en las grandes organizaciones y convirtiéndolas en startups se salvarán de una muerte segura. Son muchas las empresas en todo el mundo que practican el emprendimiento corporativo y en nuestro país además de los conocidos casos de Telefónica o el Banco Santander se están incorporando con mucha fuerza empresas de sectores tan alejados, aparentemente, de los emprendedores tecnológicos como Enagas, Ecoembes o el grupo Correos.

Por paradójico que parezca para muchas grandes organizaciones la única forma de sobrevivir será que sus propios empleados les hackeen. El término hackear, del inglés to hack –piratear o dar hachazos- se hizo popular a finales del siglo pasado cuando las líneas telefónicas de Harvard y el MIT fueren saboteadas por los propios investigadores para demostrar la vulnerabilidad de dichos sistemas. Desde entonces, estos nuevos piratas, han puesto en jaque  a muchísimas corporaciones y a los servicios secretos de las grandes potencias del mundo. Hoy la ciberseguridad ocupa prioritariamente  la agenda  de todas esas instituciones.
Pero los hackers también son los inventores de conceptos como los hackatones o el growth hacking sin olvidarnos de los llamados hackers buenos que son demandados por todas las empresas para proteger sus infraestructuras críticas de ataques cibernéticos.

Los hackatones son encuentros de programadores de un par de días para mediante la colaboración y la inteligencia colectiva conseguir resultados increíbles. El concepto es una mezcla de los términos maratón y hacker;  es ya una herramienta que utilizan instituciones tan solventes como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para mejorar sus procesos internos.

Growth hacking es la técnica de marketing que  está revolucionando el posicionamiento web de las compañías usando herramientas alternativas a la publicidad y buscando la viralidad. Facebook, Twitter o Linkedin practican habitualmente con estas nuevas técnicas de mercadotecnia que además están permitiendo que emprendedores compitan de igual a igual con grandes empresas.

Son solo algunos ejemplos para ponernos en la pista de que las empresas necesitan de estos piratas del nuevo milenio como empleados, precisan intraemprendedores que quieran emprender desde dentro con el descaro de estos hackers. Porque el principal objetivo de los trabajadores de una gran corporación debería ser retarla, probarla, es decir hackearla, que  no es más que la aplicación del método científico en el que se formula una hipótesis, se ejecuta un test y se valida o invalida el mismo. Ese es el nuevo perfil de trabajador que les salvará: sagaz, atrevido, que observa y analiza la vulnerabilidad de su propio entorno, de su organización y utiliza las estrategias legales para ser capaz de crear un valor que hará crecer rápido a las empresas.

Esa irreverencia de los trabajadores millennials hará innecesario recurrir a los oráculos y que sus fatalistas previsiones no se cumplan porque desde dentro cambiarán sus organizaciones.

Iñaki Ortega es doctor en economía y  profesor de Deusto Business School


Daniel Martin trabaja en el departamento de innovación del grupo Correos

domingo, 26 de julio de 2015

Galicia con Z

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico La Voz de Galicia el día 26 de julio de 2015)


La generación Z‎ son los jóvenes nacidos entre 1994 y 2010 y representan ya el 25,9% de la población mundial. Han crecido con la crisis e internet de acompañantes. Hoy, todavía, están en las aulas del colegio o la universidad ‎pero en muy poco tiempo serán los actores principales de una nueva economía, de las nuevas profesiones y de un nuevo mundo que esta ya aquí. Aunque algunos piensen que las mega tendencias que las consultoras como Gartner se empeñan en trasladarnos son solo ciencia ficción, la movilidad, el big data o el internet de las cosas han llegado para quedarse. De hecho hoy ya hay más móviles en África que en Estados Unidos; el cibercrimen es con ventaja la mayor preocupación y ocupación de los Tribunales, y hay ya más cosas conectadas que personas en el mundo. 
  
Los hermanos mayores de los Z, la generación Y o también llamada del milenio ya están escribiendo este nuevo mundo y con sus disrupciones tecnológicas lo están haciendo posible. ‎Pero a la vez esos millennials han sufrido como nadie la funesta triada del desempleo juvenil, la precariedad y el fracaso escolar. Sin embargo y gracias a internet, quizás el invento más democratizador y generador de riqueza desde la empresa, han sido capaz de vencer a esos tres jinetes del apocalipsis con su regla de las 4 Cs. A saber: ‎ están dispuestos a cambiar de empleo o de ciudad, son más creativos y emprendedores,  tienen una propensión a la cooperación no en vano son los inventores de la economía colaborativa y por último una mayor preparación científico-técnica coherente con la complejidad de nuestra era digital. 
  
Galicia con su ecosistema de innovación ha querido ser consecuente con estos cambios. Durante los últimos años con un liderazgo compartido de la Xunta y el tejido empresarial y de conocimiento gallego, ha querido deshacerse de las viejas barreras, promover instituciones inclusivas y crear un nuevo sistema de incentivos a favor del emprendimiento y la inversión inteligente. 
  
La eliminación de las licencias, la promoción de la financiación no bancaria, la creación de Galicia Emprende o la red gallega de Viveros‎ de Empresa sin olvidar el pionero trabajo de innovación abierta con las aceleradoras de pymes como Open Future de Telefónica en la Ciudade da Cultura o la red para fomentar el emprendimiento en las universidades Iberoamericanas, RedEmprendia, de Santander Universidades, creada en la Universidad de Santiago de Compostela, son ejemplos del camino iniciado y del que ya miles de jóvenes millennials se están beneficiando y abonando el camino para la generación Z que trasformara definitivamente Galicia. 
  
Estas dos cohortes de edad comparten además una nueva escala de valores sustentada en la ética por encima del dinero, el deseo de cambiar el mundo con soluciones nuevas a problemas viejos y ‎la necesidad de cooperar frente a la feroz competencia del pasado. 
  
El futuro de Galicia está en los colegios. Hace más de un siglo  el economista austro-americano Schumpeter constató que  « la destrucción creativa de los emprendedores es la que hace que el mundo sea mejor» Hoy esos innovadores están a punto de egresarse y reescribir nuestra historia para mejor. Hagamos entre todos que eso sea posible. 

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School en Madrid


Alfredo Bermúdez de Castro es director de operaciones de RedEmprendia

jueves, 16 de julio de 2015

La brújula no funciona

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico ABC de Sevilla el día 14 de julio de 2015)

La brújula como instrumento de orientación se inventó en China hacia el siglo IX. Utiliza una aguja imantada para señalar el norte magnético terrestre. Sin ella no podría explicarse el avance de las comunicaciones marítimas y sus consecuencias en clave de intercambios no sólo comerciales sino también culturales. A partir de mediados del siglo XX, como nos recuerda wikipedia, la brújula empezó a ser reemplazada por sistemas de navegación más avanzados con tecnología láser o GPS. No obstante, aún es muy popular en actividades que requieren alta movilidad o que impiden el acceso a energía eléctrica, de la cual dependen los demás sistemas. 

Eso sí, en el Polo Norte y sin electricidad no funcionan ninguna de las dos, ni el GPS ni nuestra vieja amiga la brújula por la convergencia de las líneas de fuerza de los campos magnéticos terrestres.‎ Pero aún así todavía la brújula nos da algunas claves para entender el momento en el que vivimos. 

La conjunción de dos elementos está provocando cambios profundos y rapidísimos que superan lo económico y que están capilarizándose en todos los aspectos de nuestras vidas. Esos dos factores son la disrupción tecnológica y la permanencia de la crisis económica desde 2007. 

Internet, quizás el invento que además de la empresa más ha hecho por la igualdad de oportunidades, está cambiando nuestro mundo. Hoy, la mayor tienda del planeta, Amazon, no tiene un solo establecimiento a pie de calle. La ciencia vive un esplendor como no se recordaba desde el Renacimiento y los matemáticos son las nuevas estrellas que todos admiramos. La red ha permitido, como nos recuerda Moisés Naim, que el poder haya dejado de ser intocable y estemos en un cambio de escala hacia los micropoderes ciudadanos. Este nuevo enfoque que nació en lo económico con las investigaciones de David Birch y su constatación de que el empleo no lo crean las grandes corporaciones sino las nuevas empresas ha traído un nuevo paradigma. De la búsqueda por la eficiencia y la obtención de la calidad total estamos pasando a la obsesión por el cambio continuo. De los laboratorios cerrados protegidos por la propiedad industrial, a la innovación abierta propiciada por miles de emprendedores en todo el mundo. 

Pero a la vez convivimos con situaciones dramáticas fruto de la persistencia de la crisis. En nuestro país, por desgracia, los jóvenes saben bien de lo que hablamos con la funesta triada del paro juvenil, la precariedad y ‎el fracaso escolar. Ese viento en contra ha hecho que los miembros de esa generación que hoy tiene entre veintitantos y treinta y tantos, los millennials, hayan tenido que hacerse fuerte ante las adversidades y buscar sus propias soluciones a los problemas de su alrededor. Ejemplos de ello son las nuevas formas de comunicarse, de viajar, de estudiar o de mostrar la solidaridad que están dentro de lo que se ha venido en llamar la nueva economía colaborativa con un importante peso del emprendimiento social.‎ Además, y de la mano de esa generación, ha llegado a nuestras vidas el internet de las cosas (hoy hay más sensores conectados a objetos que teléfonos móviles en el mundo), el cloud computing (la mayor amenaza para la libertad en el mundo no viene por tierra sino desde el cibercrimen), el 3D (que nos convertirá en proconsumidores como vaticina Joseph Rifkin porque seremos a la vez consumidores y productores) o la movilidad (Tesla con sus baterías está revolucionando el mercado del automóvil y promete romper con el cerrado mercado de las energéticas aplicándose en los hogares).

Por todo lo anterior nuestra brújula no funciona. Hemos perdido el Norte. Seguimos mirándola para que nos indique por dónde dirigir nuestras vidas sin darnos cuenta que ya está obsoleta, que el mundo ha cambiado y necesitamos nuevas coordenadas por las que guiarnos, nuevas herramientas de las que fiarnos.  Las nuevas generaciones de emprendedores con su regla de las 4Cs nos muestran el nuevo Norte. La ciencia, la creatividad, la cooperación y el cambio continuo.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de la escuela de negocios de la Universidad de Deusto en Madrid‎. El día 20 de mayo presentó en Sevilla de la mano de Sevilla Capital Inteligente su nuevo libro Millennials, inventa tu empleo (Ediciones UNIR)

martes, 14 de julio de 2015

In extremis

(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 14 de junio de 2015)

El lingüista Ferdinand de Saussure, a comienzos del siglo XX, concibió  la posibilidad de la existencia de una ciencia que estudiara los signos «en el seno de la vida social», a la cual denominó semiología, del griego semeion ("signo"). En nuestro país en la educación obligatoria se enseña la diferencia entre la semántica y la semiótica, siendo la primera la que estudia el significado de las palabras y la segunda los signos. Pues bien, respecto al acuerdo de Grecia merece la pena que recordemos que para la semiótica hay tres posibilidades de ordenar la narración de los hechos. Ab ovo,  la más intuitiva, indicaría que la historia se desarrolla desde su inicio, siguiéndose un orden cronológico. La segunda posibilidad, in medias res, señala que la narración empieza en medio de los hechos, pudiéndose hacer una rememoración o vuelta atrás. En la tercera posibilidad, in extremis, la narración se empieza por el final, empieza por el desenlace.

Después de una maratoniana reunión de 16 horas por fin se ha llegado  a un acuerdo entre los jefes de Estado de la zona Euro y Grecia para negociar el tercer rescate por valor de 86.000 millones de euros y una duración de tres años. Los negociadores helenos han optado por subirse al tren de la Unión en el último vagón. No tenían más remedio. Lo contrario habría significado su salida del euro, con unas repercusiones casi catastróficas para su pueblo y una peligrosa incertidumbre sobre el futuro para el resto de Europa.

El acuerdo al que ahora se ha plegado Gracia incluye a la Unión Europea pero también al Fondo Monetario Internacional muy a pesar de los negociadores griegos. Las medidas aceptadas para optar al rescate son mucho más exigentes de las que se sometieron a votación en referéndum hace más de una semana, por lo que el gobierno griego, tiene ante sí una difícil papeleta para lograr vender el acuerdo a los habitantes de su país.
Entre las nuevas exigencias se incluyen una reforma completa de las pensiones, el aumento de la edad de jubilación, la subida del IVA y la independencia de la oficina oficial de estadística (ELSTAT) y del consejo fiscal, Pero lo más significativo del acuerdo es la creación del fondo de privatizaciones para que se vendan bienes públicos por valor de unos 50.000 millones de euros de los que la mitad irán destinados a la recapitalización de los bancos y el resto a partes iguales en inversiones productivas y el pago a los vencimientos de la deuda.

Pero el proceso no está totalmente cerrado ya que el primer ministro Alexis Tsipras tiene hasta mañana miércoles para someter a votación el acuerdo y recibir el respaldo del parlamento. En principio no debería tener problemas, aunque ya en la última votación de hace unos días hubo diecisiete diputados de su partido que se opusieron a llegar a un acuerdo con la Unión Europea. En este momento Atenas tiene una urgencia en recibir fondos ya que tiene unas necesidades de unos doce mil millones de euros de aquí a mitad de agosto.

Alejar el fantasma del Grexit y evitar la bancarrota del sistema financiero heleno ha supuesto finalmente para Tsipras aceptar unas condiciones implacables que, muy probablemente, desembocarán en la necesidad de que Grecia celebre unas nuevas elecciones generales a lo largo de 2015, ya que el actual partido del Gobierno, Syriza, no sólo no ha conseguido implementar la mayoría  las medidas que planteaba en su programa electoral, sino que ahora no tendrá más remedio que dar marcha atrás en algunas de las medidas ya aprobadas y puestas en marcha durante su mandato.

Es importante recalcar que ahora debería empezar una nueva etapa para los griegos. Pero el tiempo perdido no solo ha ahondado el sufrimiento del pueblo griego, sino que ha incrementado aún más si cabe, la desconfianza sobre el país.

De haberse implementado las reformas que ahora se han acatado durante el primer rescate, hace ya varios años, Grecia nos habría ahorrado inestabilidad económica al resto de miembros de la Unión, a los mercados financieros y una salida de la crisis mucho menos costosa para el pueblo griego, que es el principal afectado.

Pero no todo tiene una lectura negativa. Es cierto que es previsible que los próximos años sean muy duros para los habitantes del país heleno, que tendrán una menor renta disponible. Además, tendrán que reducir el endeudamiento de las familias y poner orden a sus finanzas públicas. Pero si cumplen podrán disfrutar de las mieles al final del camino. Nosotros, los españoles, hemos vivido una situación similar, salvando las distancias, pero ahora empezamos a decir que los sacrificios no han sido en balde.

Como decíamos al principio la semiótica viene de la palabra griega “signo”, y no somos pocos lo que en Europa vemos hoy este acuerdo como una esperanza no solo para el futuro de la Unión si no para el de cada una de las naciones que lo componen. Este acuerdo aunque “in extremis” ha de ser como nos recuerda la lingüística, no el final sino el inicio de una historia basada en los vectores de la nueva sociedad que nos ha tocado vivir: la ejemplaridad, la solidaridad, el talento y el esfuerzo.

Luis Sánchez de Lamadrid. Director General en España de Pictet & Cie

Iñaki Ortega, es doctor en economía y director de Deusto Business School en Madrid

lunes, 6 de julio de 2015

Ecosistema emprendedor



(este artículo fue publicado originalmente en América Economía el día 23 de junio de 2015)

La Real Academia de la Lengua define ecosistema como la comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente. El término proviene de la biología y fue acuñado en 1930 por el botánico inglés Roy Clapham. La gran aportación del concepto residía en que los ecosistemas forman una serie de cadenas que muestran la interdependencia de los organismos dentro del sistema; si se rompe un eslabón, es muy difícil recuperarse.

Durante los últimos años la economía mundial ha vivido una mejora evidente de la estabilidad económica y política, un interés creciente por reformas económicas y un crecimiento considerable fundamentalmente centrado en las economías emergentes. Sin embargo, tanto los salarios como la calidad de vida en muchos países en vías de desarrollo todavía muestran una distancia sustancial con respecto al mundo desarrollado.

Durante mucho tiempo se pensó que la prosperidad económica en un territorio solo podría llegar a través de una gran intervención: una inversión mastodóntica, la llegada de una multinacional, la organización de un gran evento internacional, incluso mediante la promulgación de una nueva ley o un cambio de gobierno. La realidad es tozuda y la experiencia de territorios dinámicos como Corea, Dinamarca o Canadá demuestra que los cambios no vienen de arriba sino de muchas pequeñas actuaciones sistémicas, que los anglosajones llaman bottom-up.

El emprendimiento representa esa capacidad de cambiar las cosas y ha mostrado a lo largo de la historia, tal y como atestigua el informe mundial Global Entrepreneurship Monitor/GEM, el potencial suficiente para reducir esa brecha siempre y cuando sea capaz de evolucionar desde sus formas más primarias, basadas en la necesidad que caracterizan las experiencias emprendedoras de los países emergentes.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de su agencia de innovación, el Fondo Multilateral de inversiones (FOMIN), lo tiene muy claro, y por ello lleva años colaborando con los países de la región para incentivar emprendimientos dinámicos, promover una cultura ad hoc, potenciando redes de inversores ángeles, incubadoras y aceleradoras que liberen el talento innovador; sin olvidar los programas para desarrollar las fuentes de financiamiento y las inversiones en fondos de capital semilla y emprendedor (venture capital, en ingles).

Por suerte para nuestra región, el apoyo a los emprendedores es hoy una de las prioridades de prácticamente todas las instituciones públicas y privadas. Pero apoyar a las nuevas empresas no significa que todo lo que se haga en materia de emprendimiento esté bien hecho. La positiva experiencia de la capital de España, Madrid, junto con el estudio de los ecosistemas emprendedores más exitosos de todo el mundo y el riesgo de una cierta burbuja en este terreno por la inflación de actuaciones, nos lleva a recomendar el seguimiento de la regla de las cuatro Es para todos aquellos que quieran ayudar a los nuevos empresarios.

Primera E. Estorbos. El introductor de la Ilustración en lengua castellana, Melchor Gaspar Jovellanos, dejó escrito que la más importante tarea de las leyes era levantar los estorbos que impedían que la actividad económica fluyese. Más de dos siglos después de su cita, eliminar obstáculos a los emprendedores ha de ser la principal tarea de cualquier programa en la materia. Por ello la primera pregunta que se debe hacer a los emprendedores es cómo se les puede hacer la vida más fácil, eliminando estorbos que les impidan crecer.

Segunda E. Emprender ligero. La multinacional japonesa TOYOTA aplicó los principios de lean manufacturing para, a través de su productividad, convertirse en la empresa líder en automoción. Las más exitosas empresas en Estados Unidos han adaptado esos principios de Japón para hacer viables sus compañías, y lo han llamado lean startup. Podríamos traducirlo al castellano como “emprender ligero” puesto que la clave para estos visionarios es no malgastar recursos en proyectos que no se sabe si tendrán respuesta positiva por parte del mercado. Emprender ligero permite cambiar el rumbo del proyecto sin grandes trastornos. Ellos lo llaman iterar o pivotar el plan de negocio. Esa coherencia ha de aplicarse también a los recursos dedicados a los emprendedores por las instituciones: programas ligeros que solo crecen si son exitosos, es decir si tienen respuesta positiva de los beneficiarios, que es la validación del mercado.

Tercera E. Ecosistema. Como hemos mencionado los ecosistemas de la naturaleza son una serie de cadenas de interdependencia. En economía los ecosistemas emprendedores son la clave para que las nuevas empresas surjan y finalmente generen empleo. Cualquier programa de intervención en este terreno ha de fortalecer ese ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes, a saber instituciones del conocimiento, administraciones públicas, grandes empresas y los propios emprendedores. Buscar el rédito a corto plazo y el protagonismo unilateral es síntoma de que no se está respetando la tercera E.

Cuarta E. Evaluar resultados. De poco servirá nada de lo anterior si no disponemos de métricas objetivas que nos permitan saber si las actuaciones de apoyo a emprendedores están eliminando obstáculos, reforzando los agentes del ecosistema y lo más importante, si están logrando retorno social en términos de empleo o bienestar social. Monetizar los resultados de los programas de apoyo a emprendedores también es imprescindible para que los financiadores de los programas de apoyo vean que son rentables socialmente.

Innovar, validar y pivotar. Esa misma filosofía lean que practican las startups es la que mejor explica la evolución de Madrid Emprende a lo largo de sus diez años de andadura. Lo que empezó siendo una pequeña agencia del Ayuntamiento de Madrid centrada en la construcción de infraestructuras empresariales, se ha convertido, gracias al aprendizaje y la iteración continua, en un referente internacional en materia de emprendedores. Un ecosistema es la suma de muchos, y en este caso han sido cerca de 150 entidades públicas y privadas las que han hecho posible que se haya apoyado a más de 150.000 emprendedores y empresarios, o que Madrid se haya convertido en una de las ciudades de la Unión Europea con más espacios dedicados a los nuevos empresarios, con una tasa de supervivencia del 90% de las empresas instaladas en sus incubadoras, teniendo muy presente que cada euro invertido en esas infraestructuras se ha recuperado multiplicado por dos en impuestos recaudados.

Es precisamente la diferencia entre ecosistemas que funcionan y los que no lo que ha propiciado nuestra búsqueda de sistematización de un proceso de transferencia de buenas prácticas. Al no ser entornos equiparables, Europa y Latinoamérica-Caribe, es imprescindible adaptar las estrategias de éxito a las particularidades concretas de cada ecosistema, ya que al tener diferentes características, la implantación de la agenda no obtendría los resultados esperados.

Las nuevas empresas de la economía digital que están cambiando hoy la economía global, ponen de manifiesto que los cambios empiezan desde abajo y que los emprendedores no han dejado de ser, como afirmó el siglo pasado el economista austriaco Schumpeter, los protagonistas de la actividad económica por su capacidad para prever el futuro.

Al igual que la biología nos habla de ecosistemas, los principios de la física nos dicen que el agua siempre empieza a hervir por abajo. En economía los emprendedores, aquellos que el FOMIN/BID busca fomentar y fortalecer, con su capacidad innovadora, perseverancia, ilusión y conciencia social, son el motor que, desde abajo, puede promover el cambio hacia una sociedad más sostenible en Latinoamérica y Caribe.

Por Iñaki Ortega Cachón, Doctor en Economía y Director de Deusto Business School en Madrid. Fue Director General de Madrid Emprende de 2005 a 2014 y Susana García Robles, Oficial Principal de Inversiones a cargo del Grupo de Financiamiento en Etapas tempranas, Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN)/Banco Interamericano de Desarrollo (BID)