sábado, 17 de enero de 2015

Uber es riqueza en latín

(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 16 de enero de 2015)

El año terminó con una mala noticia para afrontar con garantías los retos del 2015. El cierre de la plataforma colaborativa UBER en España -propiciado por resolución judicial ante la demanda de los taxistas- supone  la persistencia  de insalvables barreras de entrada a un mercado, que como recuerda la teoría económica, solo provoca altos precios y baja calidad.

La noticia tiene consecuencias más allá del sector en el que opera UBER. El recurso de la tecnológica americana ante la prohibición de sus actividades en nuestro país pone el dedo en la llaga al considerar que “en muchas ocasiones las innovaciones han sido consideradas competencia desleal”. Hace ya más de 100 años el economista austro-norteamericano Joseph Schumpeter se refería a la actividad emprendedora como “destrucción creativa” puesto que las creaciones de esos emprendedores acaban por destruir obsoletos productos o servicios que solo se mantienen por la inercia de falta de competencia. El Instituto Tecnológico de Massachusetts, conocido como MIT, define las innovaciones como aquellas novedades que crean valor aunque para ello haya en la mayoría de ocasiones haya que alterar el status quo o como decimos en la academia el estado del arte.

 “La regulación a veces restringe la entrada de servicios más eficientes” continúa la queja de la compañía que busca compartir el transporte privado en las grandes ciudades. Un vistazo rápido a las economías más dinámicas del momento  demuestra que el estado de derecho puede y debe  ayudar e impulsar la creación de nuevas empresas con leyes inteligentes.  En este sentido es bueno recordar que Silicon Valley, el territorio donde nacen las más exitosas compañías, forma parte del país del mundo con más apoyo público a los emprendedores, bien  en forma de subvenciones o con legislaciones adhoc.  

La economía, fruto de las disrupciones tecnológicas, vive el proceso más profundo y rápido de cambios en la historia reciente. Hoy, como recientemente recordaba el dirigente español de  IBM Juan Antonio Zufiría, viven el 99% de todos los científicos de la historia de la humanidad o  tiene más tecnología un coche utilitario fabricado en el 2014 que el propio Apolo 11 que consiguió alunizar en 1969.  Precisamente esa misma historia  nos enseña que negarse a afrontar los cambios -como los luditas que quemaban las primeras máquinas de la revolución industrial en el siglo XVIII o como aquellos que en el siglo pasado, en los inicios del mercado único europeo, saboteaban en las fronteras los productos extranjeros- además de irracional es sinónimo de pobreza futura.

UBER es ya algo más que un unicornio  (así definimos los estudiosos del emprendimiento a las nuevas empresas que alcanza una valoración privada anterior a su salida a Bolsa de 1.000 millones de dólares) sino que presenta algunos de los cuatro atributos a poseer en la nueva economía que casualmente empiezan por la letra s y que algunos países como España y China, que también está poniendo trabas a este nuevo modelo de trasporte, se empeñan en entorpecer.

La llamada ‘regla de las cuatro S’ nos exigirá para poder afrontar la complejidad técnica del momento tener una sólida formación en STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics –ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) como los programadores y  trabajadores de UBER o como los brillantes matemáticos que fundaron WhatsApp o Google.

Utilizaremos las startups para inventarnos nuestro propio empleo y contratar a otros; la Fundación Kauffman, con sede en Oklahoma, no deja de recordarnos cada año desde el  informe del economista David Birch en 1979,  que el empleo neto en USA no lo crean las grandes corporaciones sino las nuevas empresas.   

Tendremos que aprovechar la sharing economy o economía colaborativa, donde prima el uso frente la propiedad, para tratar de solucionar los problemas del mundo, entre los que estará seguro el caótico transporte en las grandes ciudades.  Jeremy Rifkin ha pronosticado una nueva economía de prosumidores, donde seremos productores y consumidores a la vez gracias tecnologías como el internet de las cosas o la impresión 3D. Son ya  ejemplos de ello la nueva industria de la música, el video o el turismo.

Y sobre todo, tendremos que estar dispuestos a asumir a lo largo de nuestra vida muchos cambios de profesión, de competidores o incluso de residencia (switch). La nueva generación del milenio, los millennials nacidos en el periodo comprendido entre finales de los 70 y los 80, se aplican este paradigma del cambio continuo y por eso no hay gran compañía en el mundo que no esté volcando sus políticas de recruitment en atraerles.

En 2015 estamos a tiempo de enmendar el error, con la ley en la mano y permitir que más empresas como UBER surjan en nuestro país y generen la  riqueza que su etimología latina indica.


Iñaki Ortega es director de programas de Deusto Business School y acaba de publicar MILLENNIALS, INVENTA TU EMPLEO (UNIR ediciones)

miércoles, 14 de enero de 2015

Futuro empieza por la letra C

(este artículo se publicó originalmente el día 14 de enero de 2015 en el suplemento Innovadores del periódico EL MUNDO)

En los numerosos análisis que estos días se han hecho sobre lo que nos deparará el año 2015 hay dos elemento coincidentes. Todos los pronósticos reconocen la complejidad  del escenario por los cambios que acontecerán. Por ejemplo, en la geo­estrategia  con el petróleo como protagonista,  en la política con el fin del bipartidismo o en la economía fruto de las disrupciones tecnológicas. Complejidad y cambios que hay una generación que está más preparada que ninguna otra para afrontarlos. Son los millennials, aquellos que nacieron entre finales de los 70 y los 80, que han crecido con la crisis como compañera y que precisamente por eso saben cómo lidiar con ella.

Los más reputados institutos y empresas han estudiado en todo el mundo la generación del milenio concluyendo que tres son los atributos que hemos de aprender de ellos y que casualmente empiezan por la letra “c” igual que los cambios y la complejidad que pretenden explicar:

I. Ciencia que aporte luz y respuestas  a las incógnitas del momento. Será necesario por ello tener una sólida formación en especialidades técnicas que los anglosajones han resumido en el acrónimo STEM  (Science, Technology, Engineering y Mathematics).

II. Crear empresas para emplearte y aportar riqueza a la sociedad en la que vives. Los millennials no emprenden por necesidad sino porque es la forma de ser coherentes con su forma de ser.

III. Colaborar entre emprendedores para solucionar los problemas que nos rodean. No es caridad y no es solo negocio, es ser innovador para salvar el mundo a través de la economía colaborativa y los emprendedores sociales.

Esta sencilla regla de las 3c la siguen millennials como Joaquín Muñoz que le acaba de ganar desde su pequeño despacho en Madrid la demanda del derecho al olvido al todopoderoso Google; José Luis Fernández un jovencísimo ingeniero que ha seducido a Microsoft con su startup de retos fotográficos; Sergio López dirigiendo desde Zaragoza un holding de 20 empresas tecnológicas en el que el trabajador más joven es él; Ángela Borreguero que ha dejado todo para irse a vivir a un recóndito valle cántabro y montar una empresa de ayuda domiciliaria o Pedro Rincón que con su emprendimiento social de descuentos está consiguiendo desde Sevilla una mejor vida para los parados de media España.

Son los millennials que están inventándose su empleo y están llamados a sacarnos de la crisis.


Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School y acaba de publicar MILLENNIALS, INVENTA TU EMPLEO (UNIR ediciones)