martes, 24 de junio de 2025

Hola doctora IA, adios doctor Google

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 minutos el día 24 de junio de 2025)

Leo que el 80% de los consumidores españoles utiliza la inteligencia artificial (IA) para cuestiones vinculadas a la salud. Eso significa que los que estáis leyendo este artículo con alta probabilidad habéis consultado a la IA –conforme especifica ese estudio– en asuntos como los usos de un medicamento, la interpretación de determinados síntomas corporales, así como recomendaciones para el mejor ejercicio físico o la dieta ideal para adelgazar.

No parece algo llamativo porque desde la irrupción de internet los buscadores acaparaban consultas de todo tipo en materia de salud. Si buscamos el mejor hotel, por qué no el mejor médico. De hecho, los científicos de datos digitales eran capaces de predecir la llegada de una cepa de la gripe a una geografía en función del número de consultas que se hacían en Google sobre cómo atajar los síntomas de esa afección. A mayor número de entradas en el buscador con esas dudas, mayor probabilidad de un brote de gripe con alta prevalencia.

Los tiempos en los que leíamos un manual de medicina o incluso los prospectos de los medicamentos pasaron a la historia hace tiempo. También es un recuerdo de nuestros padres y abuelos visitar al médico con rapidez cuando nos encontramos mal. Por supuesto que hay gente que todavía únicamente confía en los facultativos y las urgencias en fin de semana siguen colapsadas, pero hoy la mayoría nos hemos contagiado de la inmediatez del momento y no estamos dispuestos a esperar semanas para una consulta médica o una interminable cola si hay otras vías para encontrar respuesta a nuestras cuitas de salud.


La salud digital ha avanzado de una manera espectacular en los últimos años y hoy es posible desde las consultas telemáticas a las recetas electrónicas. Además, se están probando con éxito dispositivos que miden en remoto el pulso, la presión arterial, la saturación de oxígeno en sangre o la capacidad pulmonar. Pero somos impacientes. El avance de la tecnología en materias como el comercio electrónico nos ha impregnado de la necesidad de disponer de respuestas inmediatas a nuestras necesidades. Amazon y luego todas las grandes marcas nos han educado en tener las compras en casa en apenas unas horas. Los bancos han ayudado a este cambio de mentalidad con los pagos al instante, Bizum es la mejor expresión de lo anterior. Y la salud, que es lo más importante para la mayoría de los ciudadanos, no podía ser la excepción.

La novedad ahora es que en apenas unos meses hemos pasado de confiar en el doctor Google que nos buscaba las páginas web donde consultar nuestras preocupaciones en materia de salud a charlar con una aplicación de IA. Confiábamos en los buscadores clásicos porque nos permitían obtener respuestas sobre enfermedades tras leer sitios web de institutos médicos u hospitales. Ahora simplemente confiamos en la doctora IA, sin leer nada ni saber las fuentes que utiliza o cómo ha conseguido la información, simple y llanamente la damos por válida.

Esta doctora IA nos recomienda un ayuno intermitente, una rutina de ejercicio o un tratamiento para la diabetes cuando no el mejor médico u hospital para curarse. Sin duda, la nueva doctora nos puede ayudar a mejorar la salud, pero antes de abrazarnos a ella deberíamos pedir a los doctores de siempre y a las empresas e instituciones de la salud que no minusvaloren la IA y entren en ese campo por nuestro bien. Con ellos dentro, todo será mejor.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

sábado, 21 de junio de 2025

No existían

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos con motivo de sus 25 aniversario el día 19 de junio de 2025)


Parece mentira, pero hace 25 años no se sabía qué era eso de la generación Z y apenas habían nacido ninguno de los que hoy marcan las tendencias en todo el planeta.

Cuando apareció el primer ejemplar de 20minutos, el mundo estaba dominado por las generaciones que se habían educado en la EGB, con la televisión y la calle o el patio del colegio como inspiradores. En ese momento en el que se repartía el primer número de este diario, en alguna calle de una ciudad española, estaban naciendo esos jóvenes que hoy influyen -como ninguna otra generación antes- en lo que pasa en la política, en la economía y en la sociedad. Se educaron con internet, se socializaron con internet y ahora se expresan y aspiran a trabajar, solo con internet.

Son nativos digitales porque vieron la luz al mismo tiempo que los primeros portales que te ayudaban con los deberes escolares; crecieron con las redes sociales (ya muy polarizadas) y con la irrupción de los programas accesibles de inteligencia artificial. Por eso entienden tan bien este momento marcado por la tecnología y todas las empresas los quieren en sus plantillas.

No habían nacido en el año 2000 y no nos podíamos imaginar que en 25 años ellos decidirían dónde trabajar y cómo hacerlo, pero es la realidad. Y si no pregunten a cualquiera que entreviste para un puesto de trabajo a un joven hoy en día: ellos mandan.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

miércoles, 11 de junio de 2025

Resentidos

 (este artículo se publicó originalmente el día 9 de junio de 2025 en el diario 20 Minutos)

Así estamos. Resentidos. Lo ha dicho el ministro Óscar Puente para calificar a Eduardo Madina por atreverse a criticar la deriva del socialismo español. Y, aunque parezca mentira, una mayoría nos sentimos tan resentidos como Madina. Tengo el orgullo de conocer a Eduardo desde hace tres décadas. La primera vez que le vi ambos no superábamos los 20 años y Madina defendía con pasión las siglas del PSOE en el País Vasco. Era un joven estudiante en una época en la que militar en un partido no nacionalista en esa parte de España te costaba la vida. Sus compañeros socialistas vascos, Fernando Buesa en el año 2000 o Enrique Casas en 1984, fueron asesinados en Vitoria y San Sebastián por ello. Eduardo se salvó de milagro en 2002 de una bomba terrorista en los bajos de su coche en la margen izquierda de Bilbao, pero, aunque su cuerpo quedó mutilado, sus ideas salieron de ese atentado más fuertes.

Lo recuerdo perfectamente. Salió del hospital y no cambió un ápice sus palabras sabiendo la desgracia que le habían supuesto. Y siguió. Vaya que siguió. De las juventudes socialistas al Congreso de los Diputados y de ahí a disputar con coraje y por dos veces a Pedro Sánchez la secretaría general del PSOE. Valentía y coherencia. Tras su segunda derrota en 2017 emprendió una trayectoria profesional fuera de la política que no le ha impedido seguir participando activamente en el debate social del país con la misma convicción y honestidad.

Digo que nos sentimos resentidos -como ha dicho el ministro- porque para una mayoría de españoles que vivió con dolor los años de terrorismo las palabras de Puente son como volver a sentir esa misma desazón. Sí, estamos resentidos como reza la etimología de la palabra: sentimos de nuevo -con ese infame ataque a una víctima del terrorismo- algo parecido a cuando ETA mataba y los que les apoyaban encima vilipendiaban al asesinado una vez muerto. Por encima de las siglas políticas, los españoles, da igual de qué partido fueran, sintieron el asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997 como el de un hermano o el de Fernando Múgica en 1996 como el de un padre. Unidos frente a la tragedia, miembros de un país por encima de las legítimas diferencias políticas.

¿Qué ha pasado en esta tierra para llegar al extremo en el que un miembro del Gobierno tache de resentido a una persona a la que se le debe tanto y cuya hoja de servicios a la democracia es excepcional? Es difícil encontrar a alguien que hable mal de Eduardo Madina, en su partido o en el de enfrente; en su empresa o en la de la competencia; de sus mismas ideas o de las contrarias. Y sé muy bien de lo que hablo porque en estos años he estado muchas veces en la otra orilla de Eduardo. Y jamás dudé ni conocí a una persona que dudara de su honradez intelectual.

Ahora que solo nos ocupa el penúltimo escándalo, toca recordar que Eduardo Madina representa lo mejor de este país, lo mejor de nuestra historia reciente y lo que tanto echamos de menos en este preciso cuarto de hora: concordia, decencia y altruismo.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC