lunes, 30 de septiembre de 2019

El grito de Greta


(este artículo se publicó originalmente los días 28 y 29 de septiembre de 2019 en los diarios de Vocento asi como el Diario de Navarra)

«¿Cómo se atreven? Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas» Esta ha sido la primera frase que han escuchado los 91 jefes de estado y presidentes de grandes empresas reunidos esta semana en Nueva York en la Cumbre de la ONU sobre cambio Climático. Greta Thumberg quizás la adolescente más famosa de nuestro planeta, convertida ya en el símbolo del activismo medioambiental, comenzó así su intervención.

Más que un discurso fue el grito de Greta, dos minutos de palabras como puños emitidos desde el débil cuerpo de una tímida niña sueca. Greta que ha estado acompañada por otros 12 adolescentes de varios países, terminó diciendo: "los ojos de las futuras generaciones están puestos en ustedes. Si optan por fallarnos, nunca se lo perdonaremos". Pero aún hay más, Iris, una chica francesa de 17 años amenazó a los asistentes con no ser testigo silencioso ni cómplice de la destrucción de su propio hogar y una estadounidense de apellido Villaseñor ha defendido el derecho de los adolescentes a manifestarse en las calles para quejarse de los políticos y directivos. Estos jóvenes activistas han acusado a los adultos, en su propia cara y en la capital económica del mundo, de no haber actuado para parar la emergencia climática.

Pero, qué ha pasado para que estos niños se atrevan a decir estas cosas ante la mayor concentración de poder adulto como es la reunión de presidentes de gobiernos y de grandes empresas en la sede Naciones Unidas. El secretario general de la ONU, António Guterres, que ha convocado esta cumbre e invitó personalmente a Greta,  aportó algunas claves en su discurso. Afirmó que la naturaleza está enfadada con la generación de los hoy adultos, los conocidos como baby boomer y generación x. La crisis climática, para Guterres, ha sido causada por los nacidos antes de los años 80 pero no hay soluciones para frenar el desastre desde esas cohortes de edad.

Greta y sus amigos pertenecen a la generación z; la primera en la historia que se ha educado y socializado con internet en sus casas y han recibido una educación ambiental que les ha enseñado a ahorrar agua o a reciclar y es algo que forma ya parte de su vida de una manera natural. Son de ocho millones de jóvenes en España y el 25% de la población mundial, es decir, 2.000 millones de personas que han forjado su personalidad con acceso libre a la red. Internet, irreverencia e inmediatez son palabras que definen a la generación Z y explican el modo en que estos jóvenes, la primera generación de nativos digitales, están removiendo los cimientos del consumo y el empleo, pero también de la política.

Los integrantes de esta generación nacidos entre 1994 -fecha consensuada por los informáticos como el inicio del internet moderno- y 2009 son autodidactas, creativos, sobreexpuestos a la información y emprendedores. Internet ha hecho que la unidad de medida del tiempo se haya acelerado de tal manera que lo que las generaciones anteriores aspirábamos a tener en un mes ellos lo tienen en un minuto. Música, amigos, compras, lecturas, viajes se consiguen ahora casi de forma inmediata.
La generación Z nos obliga también a cambiar el concepto de autoridad porque estos jóvenes son irreverentes y se lo cuestionan todo. Gracias a internet acceden de modo inmediato a un conocimiento casi infinito con el cual pueden comprobar si algo es falso o alguien está equivocado.

La sociedad debe ser muy ágil para retener su atención, ya que están acostumbrados a moverse de forma rápida entre dispositivos. Eso significa que las empresas y marcas que pretendan ganarse a estos jóvenes deben usar todos los canales a su alcance. La mejor forma, la más directa, es incorporarlos a la empresa. Pero el trabajador Z es irreverente y no duda en llevar la contraria a los jefes, como lo ha hecho con sus padres en casa, profesores en la universidad y hasta en Naciones Unidas con el mismísimo Donald Trump. Pero esa irreverencia también puede ser positiva, ya que es la base para innovar. La generación Z no solo está revolucionando estos días Nueva York sino muchas industrias, innovando con sus startups, saltándose anticuadas barreras de entrada. Estos emprendedores ponen en apuros a las empresas de toda la vida, consiguiendo modernizar mercados obsoletos y dar mejores y más baratos servicios a los consumidores.

Para las generaciones anteriores, el fin justificaba los medios: jefes insoportables, largas jornadas de trabajo o empresas con “cero” conciencia social. Ahora ya no, para los jóvenes Z los valores sociales y medioambientales importan mucho a la hora de decidir trabajar en una empresa o comprar un producto. De hecho, ya no solo las empresas investigan los currículos de los candidatos, sino que éstos escudriñan la reputación de sus posibles empleadores.

En Estados Unidos se ha visto claramente estos días cómo ha saltado por los aires el mito de la indiferencia juvenil ante las instituciones. Lo que sucede es que quieren otra forma de ostentar el poder. Por eso participan ya activamente en muchos círculos decisorios no gubernamentales y en partidos políticos. En las gradas de la sede de Naciones Unidas todavía resuenan los ecos de las duras palabras de la minúscula figura de Greta, engrandecida con el apoyo de millones de adultos como el Papa Francisco y muchísimos dirigentes políticos y empresariales. Ojalá sirva para algo.

Iñaki Ortega, director de Deusto Business School y Nieves Rey, directora de comunicación de Ecoembes


lunes, 23 de septiembre de 2019

¿Quién es Greta?



(este artículo se publicó originalmente en el diario 20 minutos el día 23 de septiembre de 2019)

No exagero si te digo que hoy en el mundo existen solamente dos clases de personas, las que adoran a Greta y las que la odian. Para muchos una superheroína que salvará a nuestro planeta y para otros simplemente un producto de marketing, un juguete al servicio de los lobbys. Una valiente niña que se ha enfrentado al poder establecido por una buena causa o bien una bandera facilona que levantar para lavar conciencias de acomodados ciudadanos del primer mundo.

Si no tienes ni idea de qué estoy hablando y el nombre de Greta te suena a chino me temo que contigo aparece un tercer grupo de personas en el mundo, los que no ven la televisión, ni la prensa, ni las redes sociales. Supongo que te habrás despistado esta temporada y quiero pensar que por ello se te ha escapado el fenómeno mundial de Greta así que te voy a recordar quién es esta chica. Greta Thumberg saltó a la fama hace algo más de un año en Suecia, poco antes de las elecciones de ese país, Greta con 15 años, dejó de ir al colegio y se puso en huelga para que los políticos suecos, en campaña electoral en ese momento, hiciesen algo más para luchar contra el cambio climático. La imagen de una débil niña con una pancarta para frenar el calentamiento global se hizo icónica y pasadas las elecciones decidió seguir todos los viernes con su protesta a la que se unieron cientos de niños en su país pero también en el resto de Europa. Así nació, este pasado otono, el movimiento FFF (fridays for futuro) que se extendió como una mancha de aceite por todo el mundo convirtiendo a Greta en la niña más famosa del planeta en este momento. Asistió a la cumbre de Davos, ocupó la tribuna de oradores en el Congreso de Estados Unidos y en la Asamblea de la ONU. Se ha reunido con Barack Obama y con el presidente Macron. Hasta está nominada para el premio Nobel de la paz. Estos días ha convocado una gran huelga mundial por el clima, verás las imágenes de sus movilizaciones a lo largo y ancho del mundo. Todos nos preguntamos cómo es posible si sólo tiene 16 años y además es una niña que padece el síndrome de asperger, una especie de autismo.

Un compañero profesor que viaja habitualmente a Noruega me ha contado que el fenómeno ya ha superado a Greta y muchos nórdicos han dejado de viajar en avión por turismo. Un reciente estudio ha puesto de manifiesto que el 5% de las emisiones de CO2 tiene por origen los combustibles fósiles quemados por los vuelos comerciales; este año en Suecia por primera vez en la historia han bajado los viajeros de las compañías aéreas. La canciller Angela Merkel, esta misma semana ha aprobado un ambiciosos plan para reducir hasta en un 55% las emisiones de CO2; Alemania dedicará 54.000 millones de euros para acelerar la transición hacia una economía más sostenible. La influencia de Greta se deja sentir. Unos dicen que detrás de ella solamente hay grupos de interés para desestabilizar Occidente porque mientras tanto China sigue aprovechándose en términos de competitividad de saltarse todos los compromisos en este campo; otros que las criticas a la niña vienen bien financiadas por la industria del petróleo. 

En cualquier caso ahora que ya sabes quién es Greta puedes elegir en qué grupo quieres situarte. Yo ya lo he decidido.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

viernes, 13 de septiembre de 2019

Historias (tristes) de verano

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 minutos el día 9 de septiembre de 2019)

Quizás este verano se te pasó leer las crónicas del aniversario de la matanza de la isla de Utoya. En julio de 2011 Anders Breivik asesinó a más de 70 personas en Noruega para dar a conocer al mundo su manifiesto en contra del feminismo, el Islam y por un nacionalismo europeo. Primero puso un bomba cerca de la oficina del primer ministro en Oslo que mató a 8 personas y tras sembrar el pánico en la capital, se desplazó a la cercana isla de Utoya donde todos los años se celebraba un campamento de las juventudes socialistas. Haciendose pasar por un policía congregó a todos los campistas para informales de un supuesto protocolo tras el atentado de Oslo, en ese momento y durante una hora, abrió fuego contra la multitud con un numeroso arsenal que llevaba encima. 69 chicos murieron. 

Quizás este verano la noticia pasó desapercibida para ti porque estabas siguiendo las andanzas de la niña sueca Greta Thunberg reclamando más actuaciones para frenar el cambio climático. Quizás las informaciones sobre el culebrón del verano respecto a las denuncias de acoso a Plácido Domingo te lo impidieron o te enganchaste a las negociaciones del PSOE y Unidas Podemos con la esperanza de terminar el verano con un gobierno estable para Pedro Sánchez. Quizás en estos meses de estío no prestas atención a las noticias pero hay algo que sí deberías saber y es el lugar donde más tiempo han pasado este verano mucha gente cercana a ti. Me refiero a tus hijos, sobrinos o primos.

Ese lugar es una isla muy parecida a la de Utoya, en la que también hay muchos niños y jóvenes que viajan en autobuses escolares  como los que murieron ese día en Noruega y lo que es peor, hay un Breivik que no para de disparar con todo tipo de armas a su disposición. Ese sitio es Fortnite. El videojuego de moda en todo el mundo que ha enganchado a una gran mayoría de chavales de menos de 30 años. Quizás no te has dado cuenta hasta ahora de las similitudes y quizás tampoco recuerdas que este mismo año en Nueva Zelanda un adolescente enganchado a Fortnite y admirador de Breivik y su fanatismo, causó una masacre matando a más de 50 personas en dos mezquitas. Él mismo reconoció que aprendió a disparar gracias al videojuego. Quizás ahora, sabiendo todo esto, puedas hacer algo más que dar un like a modo de solidaridad cuando llegue, que llegará, el siguiente atentado juvenil.


Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR