domingo, 19 de mayo de 2019

Nos mandan unos pocos

(este artículo se publicó originalmente el día 19 de mayo de 2019 en el diario 20 minutos en la sección de opinión)


Son pocos. De hecho nunca hubo tan pocos. Solamente siete millones de españoles sobre una población de 46 millones. En diez años se ha reducido su cifra en más de un 30%. Pero cada vez tienen más influencia. La publicidad y la música se hace para ellos. La tecnología, por supuesto, pero también tus gustos, aficiones o hasta la ropa que compras está pensada para ellos. Son la generación z: aquellos  chicos y chicas nacidos a partir de 1994, año en el que comenzó el despliegue masivo de internet. 

Pero cómo es posible que influyan tanto si jamás en la historia de nuestro país ha habido tan pocos veinteañeros como ahora. Cómo se entiende que nunca antes la riqueza estuvo tan concentrada en los mayores de 60 años pero los que dictan el futuro son los más jóvenes, precisamente los que menos dinero tiene. 


La respuesta está en la tecnología. Los chavales de menos de 25 años son los primeros que se encuentran con internet desde el comienzo de sus vidas. Para los demás es algo que nos pilló mayores. Los z, gracias a internet, se han acostumbrado a no depender tanto de padres y profesores para adquirir conocimientos, a recibir cantidades ingentes de datos y a discriminarlos con arreglo a su propio criterio. Por ello, la capacidad para organizar y transmitir la información de estos jóvenes es extremadamente flexible y compartida, lo que les hace estar muy preparados para ser  ciudadanos en la era digital y ocupar las nuevas profesiones que están surgiendo.

Un reciente informe de Deusto Business School y la consultora Atrevia puso de manifiesto cuatro hábitos que definen a los más jóvenes en cuanto a su consumo. El primero, la compra de productos low cost y de uso efímero. Segundo, la red de redes como el lugar donde mayoritariamente fijan opinión sobre qué comprar. En tercer lugar, el rastreo intensivo de la web para obtener el mejor precio y oferta. Por último, el llamado shoowrooming o la compra por internet tras la búsqueda en tiendas físicas.

Si repasas las cuatro tendencias anteriores verás que tú también, aunque no tengas menos de 24 años, las practicas. Compras por la noche con el móvil algo que allí mismo te han recomendado; cada vez más, esos productos que adquieres,  son más baratos porque tienes la capacidad de encontrar entre una amplísima oferta el mejor precio; además no tienes problemas alguno para luego cambiarlos en una tienda física si no te gustan.

Todos nos hemos contagiado de la forma de comprar de esta generación tan pequeña en número pero con arrolladora personalidad. Si eso ha pasado con el consumo, dejo a tu reflexión, si también está impactando en otras facetas de nuestra vida y si siempre es para bien.



lunes, 6 de mayo de 2019

De las zonas azules a las zonas rojas


(este artículo se publicó originalmente en la revista Cataluña Económica el día 3 de mayo de 2019)

En el país más envejecido del mundo, Japón, se superó en 2013 la frontera de un 25 por ciento de la población mayor de 65 años. Pero sin necesidad de irse tan lejos, en Barcelona la esperanza de vida de una mujer alcanza los 87 años y el 22% de los ciudadanos catalanes tiene en estos momentos más de 65 años; y en Europa se prevé que en 2050 el primer grupo de edad serán los mayores de 65 años, que en el año 1960 solo representaban un 10 por ciento de la población
El de la longevidad es un fenómeno que parece ser global. De hecho, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida al nacer a nivel mundial ha venido creciendo desde 1950 a un ritmo de más de tres años por cada década. A partir del año 2000 se ha incrementado en una media de cinco años. Este aumento de la esperanza de vida implica, sin duda, buenas noticias para el género humano que permitirá que millones de personas de esa edad sigan trabajando, ahorrando, creando y consumiendo. Se trata de una nueva revolución, la revolución de las canas, que hará posible que nazcan nuevas industrias para servirles y nuevos emprendedores, muchos de ellos séniores, que encuentren oportunidades donde nadie pensó que podía haberlas.
En 2005, el escritor americano Dan Buettner publicó en la revista National Geographic un reportaje titulado «Los secretos de una vida larga» que popularizó el término «zona azul» para referirse a aquellos lugares del mundo en los cuales las personas son más longevas. El nombre de «zona azul» tiene una sencilla explicación: cada vez que el equipo de investigadores encontraba algún hallazgo estadístico que demostraba una elevada longevidad en determinados territorios, marcaban en el mapamundi esa zona con un círculo en tinta azul. Después de señalar con grueso trazo azul Okinawa, en Japón, las siguientes localidades descubiertas ya pasaron a ser referenciadas como las zonas azules. A la ya citada Okinawa le acompañaron en ese mapa con trazos en azul Icaria (Grecia), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda (Estados Unidos) y Cerdeña (Italia).
Los expertos en longevidad han identificado algunos factores que están relacionados con la dieta y el estilo de vida y que pueden sintetizarse en dos: mantener un estilo de vida sano, lo que implica practicar ejercicio de intensidad regular, con rutinas para «romper» con el estrés diario, incluir principalmente productos a base de plantas en nuestra dieta, comer sin llenarse y no beber en exceso. Y, por otro lado, tener vida en comunidad, es decir, integrarse en grupos que promuevan y apoyen las «buenas prácticas» anteriores, como familia, comunidades religiosas o grupos sociales.
Tras leer las zonas azules, en las que esas longevidades extremas no están circunscritas exclusivamente al llamado primer mundo y al momento actual, podría colegirse —equivocadamente— que estamos ante un fenómeno global que siempre ha existido.
Al contrario, si hoy pintásemos de un color el mundo, el azul estaría en muchas partes del planeta y en unos años pronosticamos que todo el planeta se teñiría de añil. Pero actualmente hay muchas zonas rojas, si nos permiten el juego de palabras, zonas donde se ha encendido la «alarma roja» porque no están haciendo lo suficiente para prepararse para el nuevo mundo longevo. Lugares donde no se legisla pensando en la sostenibilidad del sistema público de pensiones o no se facilita el ahorro, se ponen trabas para que los mayores sigan trabajando, las empresas expulsan el talento senior, incluso no se fomenta la vida saludable o la sanidad no avanza al ritmo de la tecnología. Pero dejemos a la elección del lector el color de la zona donde vivimos.
No son pocos expertos los que creen que estos nuevos patrones tienen efectos en el funcionamiento económico y, en última instancia, en la dinámica de crecimiento de la economía.
Pocas dudas caben de que nuestro sistema económico envejece y esto produce que se genere un cada vez mayor desencanto en muchos estratos de la sociedad que sienten que se han quedado fuera del sistema. El reto es rejuvenecer la economía con una población que peina canas y no olvidar que el talento no parece tener fecha de caducidad. Miguel de Cervantes escribió la segunda parte de El Quijote con 68 años; Steve Jobs convirtió Apple en la empresa de mayor capitalización del mundo con 56 años y la bioquímica Margarita Salas fue la primera mujer española en formar parte de la Academia de Ciencias Estadounidense a los 69 años. Hay más ejemplos: Nelson Mandela llegó a ser presidente de Sudáfrica con 76 años y Goethe publicó su Fausto a los 80. Además, las tres personas más ricas del planeta tienen más de 54 años, que es la edad media de los asistentes en los últimos años al Foro Económico Mundial de Davos. ¿Alguien se atrevería a jubilar o prejubilar a todos estos personajes? Carlos Slim, emprendedor mexicano septuagenario y conocido mundialmente, lo tiene claro: «En una sociedad del conocimiento postindustrial, a los 65 años uno está en su plenitud, en su mejor momento profesional».
Hay que tener en cuenta que la extensión de la vida laboral debiera producir una mayor satisfacción personal y, con ella, una mayor transferencia de la experiencia laboral acumulada, afectando positivamente a la productividad. Algunas encuestas ya reflejan que cada vez son más quienes se plantean seguir trabajando después de la edad legal de jubilación, al menos con contratos a tiempo parcial o temporal. En el Reino Unido, el 25 por ciento de los jubilados vuelve a trabajar a los cinco años de retirarse y porcentajes muy similares se están dando en Estados Unidos desde 2010.
Por otra parte, la aparición de un nuevo modelo social, con personas cada vez más longevas, propiciará la aparición de nuevas industrias de todo tipo, desde las vinculadas al ocio hasta las relacionadas con la salud, que bien aprovechadas por emprendedores, pueden generar importantes oportunidades económicas para los territorios que apuesten por ello.
Emprendedores que, por cierto, son mucho más mayores de lo que sugeriría el lugar común, que lleva a pensar en un joven millenial de zapatillas y pantalones rotos. Por el contrario, en la actualidad el número de personas mayores que trabajan por cuenta propia en el mundo ya supera al de los jóvenes de entre 18 y 29 años, de acuerdo con los datos que se desprenden del Informe Especial GEM (Global Entrepreneurship Monitor) sobre emprendimiento sénior. Este documento puntualiza que considera como emprendedor sénior a toda aquella persona de más de 50 años que ha estado involucrado en actividades emprendedoras en los últimos 42 meses. Asimismo, ese informe llama la atención sobre el hecho de que son muchos los programas de apoyo al emprendimiento que están orientados hacia los segmentos más jóvenes, cuando el apoyo complementario a los emprendedores de más edad podría generar también importantes beneficios para la estabilidad económica.
Si se analizan los países de la OCDE encontramos que existen importantes diferencias que señalan que países como España y Francia muestran los niveles más bajos de emprendimiento sénior, mientras que los más altos se dan en Chile y México. En cualquier caso, podemos afirmar que las personas de 50 años están encontrando una vía en autoemplearse para seguir activos y saltar la trampa de un mercado laboral que todavía hoy les estigmatiza. La mayor longevidad está abriendo paso a una nueva etapa vital donde la “despreciada” tercera edad formada por pensionistas se convierte en la de los nuevos emprendedores.
Además, la tecnología ofrece una ventana de oportunidades únicas para crecer y prosperar, pero es necesario dejar de hablar de problemas y comenzar a ver las posibilidades que ofrece esta nueva etapa de la vida. La irrupción tecnológica se dará la mano con sectores como la salud y el turismo, las finanzas y los seguros, el urbanismo y la vivienda e incluso el mercado laboral para transformarse y ofrecer nuevos escenarios adaptados a la extensión de la longevidad.
Gracias a los avances médicos disfrutamos de un extra de quince años de vida. Esto ha propiciado la aparición de una nueva etapa vital entre los cincuenta y setenta años que se ha bautizado como la generación silver o como nosotros preferimos, la revolución de las canas.
El nuevo mundo que nos ha tocado vivir está repleto de buenas noticias. Más años de vida para disfrutar, menos enfermedades y nuevas tecnologías a nuestra disposición. Además, sin darnos cuenta, ha surgido un nuevo grupo social a medio camino entre el retiro y el trabajo que tiene en su mano liderar lo que hemos llamado la revolución de las canas. Esta revolución pasa por abandonar los planteamientos catastrofistas alrededor de la longevidad para poner el foco en las oportunidades de nuestro momento histórico.

Antonio Huertas es presidente de MAPFRE. 
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School. 
Ambos han escrito el libro LA REVOLUCIÓN DE LAS CANAS editado por la Editorial Planeta en diciembre de 2018.

domingo, 5 de mayo de 2019

El efecto ancla

(este artículo se publicó originalmente el día 5 de mayo en el diario 20 minutos en la sección de opinión)



Seguro que alguna vez te has subido en un bote. Para poder pescar o bucear, el marinero suele lanzar un ancla y así el barco está fondeado y no va a la deriva. Las primeras anclas datan de dos mil años A.C. y en economía también se lleva años estudiando porqué  los directivos toman decisiones erróneas con graves consecuencias para clientes, trabajadores y accionistas. Se le ha dado tanta importancia al estudio de esa falta de lógica en los gerentes que hasta se ha creado una escuela dentro de esta ciencia social llamada Economía del Comportamiento. Uno de los prejuicios que nos llevan a distorsionar la realidad y por tanto a acometer  decisiones  ilógicas ha tomado su nombre del mundo del mar, es el efecto ancla. Este efecto se da cuando es más importante la información primera que se recibe, con independencia de su veracidad,  que cualquiera posterior de mayor calidad. Nuestra mente se queda anclada en ese primer dato lo que nos impide avanzar.

Los primeros compradores de cada nueva versión del iPhone hacen grandes colas y compran muy  caro el nuevo Smartphone. Pero el grueso de las venta las obtiene Apple por aquellos que después del lanzamiento, al ver un descuento, se deciden a comprarlo pensando que se llevan un chollo al pagar por debajo de su precio inicial (sin darse cuenta que estaba inflado para que lo comprasen solo los fanáticos).

Pero este efecto sirve también para explicar cuando queremos vender nuestra casa al mismo precio que la vendió nuestro vecino aunque hayan pasado varios años y estemos en otra coyuntura. También cuando no vuelves a mandar tu CV a una empresa porque hace un tiempo te descartó en otro proceso de selección. Este anclaje mental funciona cuando en el supermercado aparece un aviso prohibiendo llevarse más de diez latas de una cerveza especial y el resultado es que se venden más unidades que si en el cartel hubiera aparecido que no pueden comprarse más de cinco. Hasta los electores sufren de este efecto y no son pocos los votantes que se quedan anclados en sucesos del pasado desmentidos posteriormente. Pero el anclaje tiene sus peores consecuencias con esos enfados familiares por malentendidos que nunca se perdonan por mucho que pase el tiempo o se aclare el lío. O cuando te empeñas en seguir discutiendo con tu pareja por una tontería fruto de un mal día y el ofuscamiento te impide ver evidencias posteriores que entierran el supuesto agravio. La mente humana tiene estas cosas y es así de imperfecta, En la náutica lo resuelven muy fácil, si quieres avanzar para volver a puerto o seguir navegando tienes que levar el ancla. Por eso en tu trabajo pero también en tus relaciones personales te recomiendo que a veces hagas un esfuerzo, pases página y subas el ancla. Avanzarás.  

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR



miércoles, 1 de mayo de 2019

Sesgos electorales


(este artículo se publicó originalmente en el diario económico La Información el día 30 de abril de 2019 )




Actualizando mis apuntes de “Economía de la Empresa” de cara al curso que viene, me he topado con el cuarto tema de la asignatura titulado “La toma de decisiones”. El manual explica que elegir es la esencia de una empresa, pero también de la vida de cualquier persona, sea o no directivo. Todos los gerentes de una compañía aspiran a tomar buenas decisiones, es decir elegir entre dos o más alternativas de un modo óptimo. Por ello intentamos enseñar a los alumnos matriculados, diferentes técnicas para la toma racional de decisiones o lo que es lo mismo herramientas para una elección entre alternativas lógicas, consistentes y que maximicen el valor. Son las llamadas reglas generales de administración y dirección de empresa o heurísticas (perdón por el palabro). La experiencia nos indica que no siempre hay tiempo para examinar todas las alternativas de un modo exhaustivo, por eso desde hace un tiempo en la empresa se habla de la racionalidad limitada. El fundador de Netflx lo llama “intuición informada”, de hecho, Reed Hasting ha llegado a afirmar que “en el crecimiento internacional invertimos muchos recursos en analizar datos pero que esa información es tan importante como la intuición”. Es decir, que la experiencia, los sentimientos y los juicios acumulados nos ayudan tanto a tomar decisiones como la mera lógica. Hemos evolucionado, por tanto, de huir de la emotividad en la toma de decisiones a incluirla junto a la racionalidad en la fórmula mágica para acertar.

Lo dicho hasta ahora sirve para dirigir empresas, pero si repasan las líneas anteriores comprobarán que este domingo los españoles hemos seguido fielmente -sin saberlo- mi asignatura. Y los electores como los directivos han de saber que tomando decisiones de modo absolutamente racional o hibridando con la intuición, no están libres de padecer los llamadas sesgos cognitivos que el premio nobel Kahneman describió magistralmente en un artículo en Harvard Business Review en 2011.

Los sesgos no son mas que errores o prejuicios que nos llevan a distorsionar la realidad o a juicios inexactos o interpretaciones ilógicas. Algunos de esos sesgos que nos llevan a la irracionalidad son los siguientes:

1. Exceso de confianza, cuando los responsables de tomar decisiones tienden a pensar que saben más de lo que realmente saben.

2. Gratificación inmediata, lo sufren aquellos individuos que siempre buscan los beneficios rápidos frente a las opciones en que la gratificación es mayor, pero en el largo plazo.

3. Efecto ancla, cuando es más importante la información primera que se recibe (aunque sea incompleta) frente a una posterior de calidad.

4. Confirmación, se busca información parcial que reafirme nuestras decisiones y se huye de los datos que nos contradicen.

5. Disponibilidad, solamente recordamos para tomar decisiones los sucesos recientes, olvidando los más antiguos, de modo y manera que distorsionamos la realidad.

6. Representatividad, o lo que es lo mismo hacer analogías o ver situaciones idénticas en donde no existen.

7. Casualidad o serendipia que da título a esta columna en La Información, que no es otra cosa que hacer categoría de una simple casualidad.

8. Egoísmo, aquellas personas que alardean de sus éxitos inmediatos y culpan a cualesquiera factores externos de sus fracasos

9. Retrospectiva o la tendencia a creer erróneamente que hubiera podido predecir con exactitud el resultado de un evento, una vez que ya se conoce el resultado.

10. Y aunque Kahneman no la menciona exactamente, no puedo dejar de citar las profecías autocumplidas, que usan los autores de las fake news. Quizás la más famosa es aquel bulo que hablaba de la insolvencia de un banco, que al propagarse genera el pánico en los clientes de la entidad financiera que retiran sus fondos provocando de ese modo la banca rota.

No siempre razonamos correctamente, por supuesto. Y ninguna de nosotros está libre de ello. Pero como nos recuerda el premio nobel de economía de 2005, simplemente si somos conscientes de esos sesgos y luchamos contra ellos por ejemplo formándonos o simplemente prestando algo de atención a esta lista corta, el desempeño de las instituciones en las que trabajamos aumentaría en el entorno del 10 por ciento. Y esto vale para las empresas, pero también para grandes decisiones colectivas como las de este domingo.

Si se han quedado con ganas de profundizar más en estos sesgos les animo a que lean el libro "Nuestra mente nos engaña. Sesgos y errores cognitivos que todos cometemos", de Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental de la Universidad de Deusto. Pero si además tienen curiosidad de situar circunstancias concretas de estas elecciones generales en el decálogo anterior de sesgos tendrán (como en los crucigramas) que ojear esta leyenda tan particular como que solo la suscribo yo y no las instituciones que me honran siendo docente.


1. Ley D´Hondt 2. Debates electorales 3. Moción de censura 4. Programas electorales 5. Situación económica 6. Elecciones andaluzas y generales 7. El bolso de Soraya en el escaño de Rajoy 8. Clase política 9. Tertulias políticas 10. Redes sociales

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR