(este artículo se publicó originalmente en el diario económico La Información el día 30 de abril de 2019 )
Actualizando mis apuntes de “Economía de la Empresa” de cara al curso que viene, me he topado con el cuarto tema de la asignatura titulado “La toma de decisiones”. El manual explica que elegir es la esencia de una empresa, pero también de la vida de cualquier persona, sea o no directivo. Todos los gerentes de una compañía aspiran a tomar buenas decisiones, es decir elegir entre dos o más alternativas de un modo óptimo. Por ello intentamos enseñar a los alumnos matriculados, diferentes técnicas para la toma racional de decisiones o lo que es lo mismo herramientas para una elección entre alternativas lógicas, consistentes y que maximicen el valor. Son las llamadas reglas generales de administración y dirección de empresa o heurísticas (perdón por el palabro). La experiencia nos indica que no siempre hay tiempo para examinar todas las alternativas de un modo exhaustivo, por eso desde hace un tiempo en la empresa se habla de la racionalidad limitada. El fundador de Netflx lo llama “intuición informada”, de hecho, Reed Hasting ha llegado a afirmar que “en el crecimiento internacional invertimos muchos recursos en analizar datos pero que esa información es tan importante como la intuición”. Es decir, que la experiencia, los sentimientos y los juicios acumulados nos ayudan tanto a tomar decisiones como la mera lógica. Hemos evolucionado, por tanto, de huir de la emotividad en la toma de decisiones a incluirla junto a la racionalidad en la fórmula mágica para acertar.
Lo dicho hasta ahora sirve para dirigir empresas, pero si repasan las líneas anteriores comprobarán que este domingo los españoles hemos seguido fielmente -sin saberlo- mi asignatura. Y los electores como los directivos han de saber que tomando decisiones de modo absolutamente racional o hibridando con la intuición, no están libres de padecer los llamadas sesgos cognitivos que el premio nobel Kahneman describió magistralmente en un artículo en Harvard Business Review en 2011.
Los sesgos no son mas que errores o prejuicios que nos llevan a distorsionar la realidad o a juicios inexactos o interpretaciones ilógicas. Algunos de esos sesgos que nos llevan a la irracionalidad son los siguientes:
1. Exceso de confianza, cuando los responsables de tomar decisiones tienden a pensar que saben más de lo que realmente saben.
2. Gratificación inmediata, lo sufren aquellos individuos que siempre buscan los beneficios rápidos frente a las opciones en que la gratificación es mayor, pero en el largo plazo.
3. Efecto ancla, cuando es más importante la información primera que se recibe (aunque sea incompleta) frente a una posterior de calidad.
4. Confirmación, se busca información parcial que reafirme nuestras decisiones y se huye de los datos que nos contradicen.
5. Disponibilidad, solamente recordamos para tomar decisiones los sucesos recientes, olvidando los más antiguos, de modo y manera que distorsionamos la realidad.
6. Representatividad, o lo que es lo mismo hacer analogías o ver situaciones idénticas en donde no existen.
7. Casualidad o serendipia que da título a esta columna en La Información, que no es otra cosa que hacer categoría de una simple casualidad.
8. Egoísmo, aquellas personas que alardean de sus éxitos inmediatos y culpan a cualesquiera factores externos de sus fracasos
9. Retrospectiva o la tendencia a creer erróneamente que hubiera podido predecir con exactitud el resultado de un evento, una vez que ya se conoce el resultado.
10. Y aunque Kahneman no la menciona exactamente, no puedo dejar de citar las profecías autocumplidas, que usan los autores de las fake news. Quizás la más famosa es aquel bulo que hablaba de la insolvencia de un banco, que al propagarse genera el pánico en los clientes de la entidad financiera que retiran sus fondos provocando de ese modo la banca rota.
No siempre razonamos correctamente, por supuesto. Y ninguna de nosotros está libre de ello. Pero como nos recuerda el premio nobel de economía de 2005, simplemente si somos conscientes de esos sesgos y luchamos contra ellos por ejemplo formándonos o simplemente prestando algo de atención a esta lista corta, el desempeño de las instituciones en las que trabajamos aumentaría en el entorno del 10 por ciento. Y esto vale para las empresas, pero también para grandes decisiones colectivas como las de este domingo.
Si se han quedado con ganas de profundizar más en estos sesgos les animo a que lean el libro "Nuestra mente nos engaña. Sesgos y errores cognitivos que todos cometemos", de Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental de la Universidad de Deusto. Pero si además tienen curiosidad de situar circunstancias concretas de estas elecciones generales en el decálogo anterior de sesgos tendrán (como en los crucigramas) que ojear esta leyenda tan particular como que solo la suscribo yo y no las instituciones que me honran siendo docente.
1. Ley D´Hondt 2. Debates electorales 3. Moción de censura 4. Programas electorales 5. Situación económica 6. Elecciones andaluzas y generales 7. El bolso de Soraya en el escaño de Rajoy 8. Clase política 9. Tertulias políticas 10. Redes sociales
Iñaki
Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR
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