(Post publicado originalmente en el blog Madrid2020 del diario Cinco Días)
Las ideas son genuinas, la forma
en que las exteriorizamos suele ser convencional. Por eso es fácil que el
producto de un gran momento de inspiración pierda frescura cuando tratamos de
plasmarlo negro sobre blanco.
Si eres emprendedor debes tener
en cuenta que el plan de negocio, antes
que un documento que sirve para convencer a ángeles o VCs, es sobre todo una
herramienta interna que te ayuda en las primeras fases del proyecto a dar forma
y organizar algo que solo existe en tu mente.
El canvas es un tipo
de business plan muy apropiado para evitar que el proceso creativo termine en
el salto de la idea al papel. Esto es así gracias a que es un formato que fuerza
a romper con la tiranía del pensamiento lineal que nos han inculcado desde el
colegio. Además, su visualidad favorece la construcción del modelo empresarial
desde una visión global y facilita la participación de todo el equipo promotor
en su elaboración.
Se trata de una fórmula muy distinta de la tradicional, la
cual tiende a encorsetar demasiado al concebir la empresa non nata desde el
catecismo del management. Y es que el emprendedor debe pensar más como creador
que como gestor. Marketing, operaciones,
recursos humanos, jurídico, plan financiero… son áreas clave para cualquier
empresa en funcionamiento, pero planificar al detalle el contenido de cada una
de ellas para un proyecto en formación, además de difícil, es estéril. Lo
normal es que los planteamientos iniciales
cambien mucho a medida que la startup va entrando en contacto con el mercado.
Por otra parte, resulta complicado bajo
este esquema anclado en la organización y no en el negocio distinguir aquello que es estratégico en el
lanzamiento empresarial de lo que es puramente instrumental.
La cultura del lean
startup demanda algo más conceptual, práctico y móvil, y los modelos canvas
responden precisamente a esta necesidad; la propuesta de valor se sitúa en el
centro del lienzo, y en torno a ella se organizan los elementos imprescindibles
para su concreción. De este modo, las ideas fluyen y se tejen de una forma
natural, respondiendo a cuatro sencillas preguntas conectadas entre sí: qué, a
quién, cómo y cuánto. Cuando es preciso repensar el concepto de empresa, es muy
fácil ver cómo cada parte afecta al todo y el todo a las partes, y hacer las
modificaciones oportunas, por profundas que sean, es una operación tan sencilla como poner o
quitar post-its.
Las ventajas del canvas son
obvias en una economía en la que pensar con el lado derecho del cerebro marca
cada vez más la diferencia; no en vano, la única forma de concebir un negocio
verdaderamente innovador es tratando de impedir que la lógica de la eficacia
ahogue el ingenio del emprendedor.
En el fondo, pasar del plan de
negocio que se encuaderna al plan de negocio que se puede pegar en la nevera de
tu casa constituye un buen reflejo de la revolución startup que está en marcha.
Recuerda que, ahora más que nunca, emprender no es una profesión, es un estilo
de vida.