Mostrando entradas con la etiqueta creación de empresas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta creación de empresas. Mostrar todas las entradas

miércoles, 30 de octubre de 2013

Startup Manifesto

(Este manifiesto por el emprendimiento y la innovación para impulsar el crecimiento en la UE ha sido firmado por el autor de este blog y puedes adherirte en la web www.startupmanifesto.eu)

Las condiciones económicas en Europa siguen siendo un gran reto teniendo en cuenta que la Comisión Europea prevé que el PIB de la Eurozona se contraerá un 0,4% este año. Sin embargo, la creciente relevancia del crecimiento económico impulsado por Internet podría transformar esta situación, ayudando a mejorar las vidas de millones de personas, creando nuevos empleos, nuevos conocimientos y esperanzas renovadas para un futuro mejor.


Según Boston Consulting Group, está previsto que la economía de Internet en los mercados desarrollados del G-20 crezca a un ritmo anual del 8% en los próximos 5 años. En los mercados emergentes, se espera que el crecimiento anual sea del 18%. Estos porcentajes superan con creces los de los sectores tradicionales. La tecnología digital, que ya no se limita a las empresas de alta tecnología, está dando lugar a la reinvención de todos y cada uno de los sectores, con la promesa de crear nuevos empleos y riqueza.

Esta tendencia de crecimiento puede ayudar a que Europa mejore sus perspectivas de futuro, ayudándola a emerger con más fuerza, más ágil y más próspera. Pero es necesario tomar más acciones para superar todos los obstáculos que amenazan con dificultar el progreso y minar el potencial de este sector vibrante y floreciente. Debemos asegurarnos de que contamos con las políticas, modos de trabajo y la ambición necesarias para tener éxito. Necesitamos abordar el hecho de que Europa continental actualmente no crea nuevas empresas destinadas al crecimiento, como ocurre en otras partes del mundo, ni produce emprendedores que confíen lo suficiente en el entorno que sus propios países pueden ofrecer a las startups.

Los días en los que confiábamos en las grandesempresas o en el estado para la creación de empleo han llegado a su fin. Muchos de los empleos perdidos en los últimos años nunca volverán en su antigua forma. El emprendimiento, que ha sido el motor de crecimiento en Estados Unidos, no se ha fomentado de una manera eficaz o sistemática en Europa. Crear más empresas y startups requiere más que un cambio en las políticas. Requiere un cambio de mentalidad.

La vicepresidenta de la Comisión Europea Neelie Kroes ha creado The Startup Europe Leaders Club, un grupo independiente de fundadores en el área del emprendimiento tecnológico, que proporciona orientación para fortalecer el entorno empresarial de los emprendedores del sector web en Europa. En marzo de 2013, los invitó a desarrollar un manifiesto para el crecimiento económico. Desde junio de 2013, se han ido reforzando las recomendaciones iniciales basadas en las primeras experiencias de los emprendedores de éxito en el sector web con el apoyo y la colaboración del Founders Forum en Londres, una comunidad formada por los mejores emprendedores a nivel global, CEOs selectos y motivadores, así como inversores clave en los medios y en la tecnología.

Basándonos en la experiencia combinada de docenas de europeos que tuvieron la suerte de imaginar, construir y hacer crecer negocios de éxito — negocios que han creado miles de empleos — hemos extraído 22 acciones que, si se toman en conjunto, pueden dar a las empresas europeas una gran oportunidad de éxito en el futuro. Ahora, hacemos un llamamiento a los emprendedores, inversores, asesores y a otras partes interesadas en Europa para que se sumen a este diálogo y compartan su visión sobre el manifiesto, para así ayudar a avanzar hacia la adopción de este plan de crecimiento digital singular en la UE. Nuestras recomendaciones son:


1. Educación & Habilidades

La Comisión Europea ha declarado que es necesario un mayor esfuerzo para dar acceso a todos los niños a formación en las TIC. Un estudio reciente basado en 190.000 encuestados de 27 países 4 puso de manifiesto que un 20% de los alumnos de educación secundaria nunca (o casi nunca) ha utilizado un ordenador en clase y los conocimientos informáticos de los profesores son insuficientes. Recomendamos lo siguiente:

Lograr que los profesores tengan competencias digitales y estén a la altura de este reto.

Las tecnologías digitales ya no están limitadas a los ordenadores o a las telecomunicaciones. En la actualidad, están presentes en todos los aspectos de nuestras vidas, desde la investigación histórica, pasando por la formación en arte o en matemáticas avanzadas, estudios de geografía, etc.. Nuestros hijos nacen en un mundo digital que no existía en la época de sus profesores. Si queremos que la próxima generación utilice las tecnologías digitales para construir un mundo mejor, tenemos que asegurarnos que las personas responsables de orientar y enseñar a los niños se sienten cómodos y tienen la capacidad de usar las tecnologías digitales.


Enseñar a los niños los principios, los procesos y la pasión por el emprendimiento desde edades tempranas.

Si queremos que los más jóvenes creen sus propias empresas, necesitamos enseñarles cómo hacerlo. Tenemos que animarlos e inculcarles la pasión (y el orgullo) por hacerlo. No podemos esperar que cada niño o niña de 12 años cree su propia empresa, pero sí deberían saber qué significa tener una idea, validarla y crear algo que puedan ofrecer a otras personas como producto o servicios. Las herramientas y el conocimiento están ahí. Sólo necesitamos asegurarnos de que esa pasión existe.

Animar a los estudiantes universitarios a empezar un negocio antes de graduarse.

En Estados Unidos muchos estudiantes emprenden un negocio antes incluso de haberse graduado (esto pasa por ejemplo con el 20% de los estudiantes de CalTech, Stanford y Berkeley). Esto sirve para que los estudiantes se formen una idea de cómo es crear y gestionar un negocio al mismo tiempo que permanecen en un entorno protector y estructurado que actúa como una “red de seguridad” en caso de que fallen sus planes. Cuando terminan la universidad, la mayoría de los estudiantes ha perdido ya las ganas de correr riesgos, y con ellas, desaparece también la posibilidad de que creen o se unan a una startup. Las universidades deberían crear más cursos de emprendimiento y establecer una red de Viveros / Centros de Estudiantes Emprendedores (a través de una sociedad si fuera necesario) que puedan proveer a los estudiantes del apoyo y financiación necesarios para convertir sus ideas en realidad.

Preparar a los graduados para un mercado laboral radicalmente diferente.

Las habilidades que se requieren hoy en día para prosperar en el mercado laboral son muy distintas de las de hace apenas una década, pero la mayoría de universidades han hecho muy poco para cambiar su currículum o dotar a los graduados de nuevas herramientas y capacidades. A corto plazo (12-24 meses), los países de la UE deberían ofrecer un “curso de certificado digital” que ayude a los graduados a adquirir las capacidades digitales básicas para que sean más valiosos ante un posible empleador. A medio plazo (2-3 años), los países de la UE deberían asegurarse de que sus universidades añaden algún componente digital a todas las materias que imparten. También habría que tener más en cuenta a los estudiantes universitarios y proporcionarles un apoyo estructurado para que puedan conseguir experiencia en empleos a tiempo parcial, trabajos de verano y prácticas para complementar su formación académica. Esto les aporta una valiosa experiencia en empresas que les permite desarrollar habilidades transferibles y mejorar su capacidad para encontrar un empleo.

Animar a las grandes empresas a proporcionar formación para el público general.

Mientras que se suele poner el enfoque en la escasez de habilidades en el campo de la informática y la tecnología, las empresas no sólo están formadas por programadores. También hay una escasez igual, si no mayor, en las habilidades de gestión y comunicación en la UE. Para crear y hacer crecer una empresa, los emprendedores necesitan managers, personal de ventas, responsables de RRHH y otros profesionales que puedan ayudarles a hacer crecer sus negocios. Las grandes corporaciones se han convertido en auténticas expertas en dar formación en este tipo de habilidades y se debería fomentar el que abriesen sus programas e instalaciones de formación a un público más amplio. Aquellos que se benefician de este tipo de formación deberían ser animados a unirse a startups, en lugar de fundarlas (startups que pueden haber sido fundadas por corporaciones). Las compañías pueden contribuir con mucha más eficacia que el propio gobierno, ya que conocen de primera mano el entorno en el que las personas pueden aprender a través de la práctica.


2. Acceso al talento

McKinsey ha identificado un salto cada vez más grande entre las necesidades de los empleadores y las habilidades de los empleados. El 26% de los empleadores tienen dificultades para completar los puestos que ofrecen por falta de talentos. Muchos emprendedores aspirantes se marchan de Europa a buscar fortuna en otro sitio. Hay unos 50.000 alemanes en Silicon Valley, y se estima que en el área de la bahía de San Francisco hay 500 startups fundadas por franceses. Por lo tanto, nosotros recomendamos:

Convertir Europa en el lugar más adecuado para que las personas con talento y más cualificadas puedan crear una compañía y conseguir un empleo creando un visado paneuropeo para startups.

Este visado facilitará la creación de empresas en Europa por parte de ciudadanos extracomunitarios, así como la contratación de ciudadanos no comunitarios por empresas europeas.

Facilitar la contratación de las empresas fuera de sus países de origen.

Europa ha hecho mucho para hacer el mercado laboral fluido – cualquier europeo puede trabajar en cualquier país de Europa. Pero el mercado de contratación — la habilidad de una empresa para contratar en un país de la UE fuera del mismo – sigue siendo complejo y caro. Esta forma de empleo remoto, en la que la empresa contrata uno o más empleados fuera del mercado nacional va a aumentar. Tenemos que hacer que sea más fácil contratar a personas sin establecer una filial local.

Hacer que para las empresas sea más fácil prescindir de sus empleados.

Las necesidades de los negocios cambian. La demanda del mercado fluctúa. Los empleados no siempre mantienen su potencial o cumplen con lo que se espera de ellos. Para que las empresas europeas sean realmente competitivas, necesitamos que les resulte más sencillo dejar marchar a sus empleados y despedir a aquellos que están por debajo del nivel esperado. Para muchas empresas de todo el mundo que están pensando en abrir una nueva oficina en la UE, uno de los principales motivos por los que se muestran reacios a ello es la posibilidad de verse estancados con una plantilla de trabajadores que no son capaces de adaptarse a la realidad de los mercados de hoy y mañana.

Traer los mejores "cerebros" de vuelta a casa.

Virtualmente todos los países de la UE han visto con desesperación cómo algunas de sus mejores y más brillantes mentes se han marchado a EEUU. Esta “fuga de cerebros” ha tenido un impacto negativo en todos los aspectos de nuestra economía, dejando un gran vacío en cuestiones de liderazgo e investigación avanzada, así como en sectores académicos básicos, por nombrar algunos. Los países de la UE tienen que lanzar campañas dirigidas a este público, destinadas a traer el talento de vuelta a casa, a través de becas de investigación, soporte logístico y reconocimiento público.


3. Acceso al capital

El descenso de las inversiones en capital riesgo es alarmante, prácticamente se ha reducido a la mitad tanto en la zona euro como en la Unión Europea en su conjunto desde 20087. La reducción de estas inversiones en fases más avanzadas es aún más acusada, también en la zona euro y toda la UE en general. En consecuencia, recomendamos lo siguiente:

Incrementar la inversión en startups, tanto privada como institucional.

Ofrecer una serie de ventajas fiscales a aquellos inversores que compren acciones en compañías de alto riesgo, como los beneficios que ya se introdujeron en el Reino Unido por el EIS (Enterprise Investment Scheme) y el SEIS (Seed Investment Scheme Actualmente, muchas startups europeas necesitan buscar financiación fuera de su país, y muchas veces también incluso fuera de Europa. Cuando se consiguen los fondos necesarios, en la mayoría de los casos se exige al equipo que se traslade al país del que provienen estos fondos. Esto supone una fuga de talentos a corto plazo y también la pérdida de capital a medio y largo plazo.

Además, se debería tomar alguna medida para animar a los que han montado un negocio próspero a reutilizar la riqueza que han generado invirtiéndola en aquellas empresas que están emprendiendo, y que pueden convertirse en las historias de éxito empresarial del mañana. Existen múltiples opciones, como el ejemplo israelí de permitir a los business angels que reconozcan sus inversiones en startups como pérdidas en el mismo año de la inversión, concediendo así una exención tributaria a aquellos que tengan rendimientos de capital en otros negocios o startups; o permitir a los inversores una deducción del impuesto sobre el patrimonio si invierten en una pequeña empresa de la UE.

Facilitar que las empresas de gran crecimiento puedan recaudar capital a través de los mercados públicos.

Hacer que estos mercados sean una fuente de capital más accesible y atractiva para este tipo de empresas, similar al segmento de alto crecimiento del London Stock Exchange. Además, dada su considerable contribución a la economía, recomendamos la creación de una categoría dedicada plenamente a Internet y Móvil en los mercados de valores de la UE, reduciéndoles a las empresas europeas los incentivos para que salgan a bolsa en EEUU, basándonos en la rentabilidad del sector y ayudando así a contrarrestar las reticencias que pueda tener cualquier inversor.

Comprar más a las pequeñas empresas.

Las ayudas del Gobierno son una de las maneras de ayudar a prosperar a las pymes. Otra es asegurar que el propio gobierno contrate más servicios con estas empresas. En toda la UE, la mayoría de los contratos públicos se firman con grandes compañías, a menudo multinacionales. Para muchos emprendedores, vender sus servicios al estado es prácticamente imposible. El proceso de adjudicación de estos contratos es complejo y los proveedores actuales se han atrincherado de tal manera que muchos emprendedores, ante la idea de tener que competir con ellos, se desaniman sin ni siquiera haberlo intentado. Si los gobiernos de la UE quieren poner en marcha los motores del crecimiento en sus países, deberían comprometerse a cambiar un porcentaje de sus contratos de adjudicación a empresas más pequeñas.

Instituir una E-Corp: un nuevo tipo de corporación común en Europa.

Constituir una empresa tiene sus propios obstáculos en cada país de la UE. Algunos requerimientos que tuvieron sentido en su momento, como exigir una cantidad mínima de dinero para lanzar el negocio, no tener acceso a las acciones o el cumplimiento de requisitos legales complejos incluso para montar el negocio más pequeño, ahora no son más que un impedimento a la creación de nuevas empresas. Recomendamos la creación de un nuevo tipo de corporación, la E-Corp, que unifique los requerimientos en toda la UE, y que además la puede crear cualquiera en menos de 24 horas. Esto simplificaría no sólo la creación de nuevas empresas sino que también facilitaría el flujo de inversiones entre países, es decir, inversores de un país invirtiendo en compañías de otro.

Gravar las opciones sobre acciones como rendimientos del capital, no como renta.

En Europa, las opciones sobre acciones que se otorgan a los empleados en una empresa normalmente se gravan como impuestos sobre la renta, reduciendo su atractivo como mecanismo utilizado tanto para atraer el talento como para recompensar la toma de riesgo. Nuestro consejo es que las opciones sobre acciones ofrecidas por las empresas europeas se graven como rendimientos del capital, y no como renta ordinaria.


4. Políticas de protección de datos, seguridad y privacidad.

Las regulaciones europeas en materia de protección de datos están anticuadas. Es muy fácil que una empresa se vea afectada por una brecha de privacidad, lo que para empezar le disuade de intentar acceder a la UE. Por una parte queda mucho trabajo por hacer para proteger a los consumidores de manera consistente y efectiva, y por otra la mayoría de los gobiernos de la UE se está demorando a la hora de facilitar el acceso a algunos datos públicos, lo que sería fundamental para mejorar sus servicios y reducir costes operativos. Por lo tanto, recomendamos:

Revisar y normalizar las leyes de protección de datos.

La ausencia de una ley unificada de protección de datos en Europa genera obstáculos innecesarios para las empresas que intentan hacer negocios con y a través de la región. Éste es uno de los motivos por los que tan sólo el 12% de todas las transacciones realizadas en Internet por consumidores europeos son transnacionales. En general, las leyes europeas son mucho más restrictivas que las estadounidenses, lo que sitúa a las compañías estadounidenses y a EEUU en su conjunto en una posición ventajosa en lo que de otra manera debería ser un terreno de juego equilibrado y justo. Abogamos por una nueva ley europea de protección de datos y su adopción por todos los países de la UE.

Eliminar el requisito que exige a los proveedores de datos almacenar la información en un país en concreto.

Teniendo en cuenta que actualmente una gran cantidad de información y de sistemas se está trasladando de instalaciones en servidores locales a la nube, exigir a las empresas que operan en la UE que tengan sus servidores en ese mismo país es una estrategia obsoleta que eleva los costes, aumenta las barreras para liberar el comercio y reduce la adaptabilidad.

Hacer públicos los datos estatales.

La paradoja de la información pública en la UE es que muy poca es realmente pública. Desde el transporte a Hacienda, pasando por otro tipo de información sensible, hacer los datos estatales más accesibles aumentaría el nivel de transparencia y confianza, así como el compromiso, la autonomía e igualdad ciudadanas. Además, sacar esos datos públicos a la luz permitiría a las empresas más innovadoras introducir nuevos productos y servicios que a la larga reducirían la dependencia del gobierno central y al mismo tiempo crearían nuevos negocios.

Hacer que los gobiernos piensen de manera digital.

Para mantener unos niveles de relevancia y eficacia aceptables en una época de financiación pública y presupuestos reducidos, los gobiernos tienen que “pensar digitalmente” para reducir costes y a la vez mejorar los servicios ciudadanos. Las instituciones y administraciones públicas deberían operar en una plataforma tecnológica única, siguiendo los mismos principios tecnológicos que son igual de buenos, o incluso mejores que otras plataformas que utilizan hoy en día los ciudadanos de manera habitual.


5. Ser referentes del sector.

Europa cuenta con muchas historias exitosas de emprendedores, talentos increíbles y algunas ideas sorprendentemente innovadoras. En la mayoría de países hay docenas de empresas tecnológicas preparadas para salir a bolsa con la intención de conseguir capital en la economía global de Internet, pero necesitamos más y también necesitamos que las empresas que han nacido en la UE prosperen aquí en vez de buscar fortuna en América. Por eso, recomendamos lo siguiente:

Iniciar un cambio de mentalidad en Europa en lo que se refiere a la definición de éxito.

En nuestra cultura se admira a los personajes célebres y a los deportistas, músicos y actores. También deberíamos admirar a los emprendedores que tienen un impacto real en el modo de vida de las personas. Necesitamos que todo el mundo se entusiasme con la innovación y el emprendimiento, no solamente los profesionales del ámbito tecnológico. Esto significa promover el camino hacia el emprendimiento como una carrera alternativa fiable, y admirar a los emprendedores de negocios exitosos como si fueran héroes. También significa democratizar las herramientas y procesos necesarios para emprender nuevos negocios y ofrecérselos a todo aquel que tenga las ganas y el coraje de empezar uno.

Nombrar a un Chief Digital Officer para cada país de la UE.

El impacto de designar a un defensor digital por cada estado miembro para ayudarles a promocionar los beneficios de una sociedad digital ya ha quedado probado, pero no es suficiente. Los CDO permanentes y a tiempo completo permitirán asegurar que la innovación digital tiene su impacto sobre todos los sectores y abre el gobierno hacia una mayor transparencia y colaboración para con sus ciudadanos.

Crear un repositorio de “mejores prácticas”.

Proporcionar un recurso para que los gobiernos locales y nacionales puedan compartir los mejores “hacks” que encuentren con el fin de conseguir un impacto inmediato.

Establecer un Foro Digital Europeo.

Reunir a emprendedores, políticos y creadores de políticas para alcanzar un entendimiento y unos objetivos comunes que permitan llevar el manifiesto a la práctica.


Tenemos la esperanza de poder reflejar las diferentes visiones y perspectivas de emprendedores, inversores, asesores y otras figuras clave del ecosistema tecnológico y digital en Europa, ya que esto asegurará que las propuestas sean sólidas y con una aplicación práctica. Estamos trabajando por conseguir tantos registros y expresiones de apoyo como sea posible.


miércoles, 22 de mayo de 2013

¡Pégalo en la nevera!


(Post publicado originalmente en el blog Madrid2020 del diario Cinco Días)

Las ideas son genuinas, la forma en que las exteriorizamos suele ser convencional. Por eso es fácil que el producto de un gran momento de inspiración pierda frescura cuando tratamos de plasmarlo negro sobre blanco.

Si eres emprendedor debes tener en cuenta  que el plan de negocio, antes que un documento que sirve para convencer a ángeles o VCs, es sobre todo una herramienta interna que te ayuda en las primeras fases del proyecto a dar forma y organizar algo que solo existe en tu mente.


El canvas es un tipo de business plan muy apropiado para evitar que el proceso creativo termine en el salto de la idea al papel. Esto es así gracias a que es un formato que fuerza a romper con la tiranía del pensamiento lineal que nos han inculcado desde el colegio. Además, su visualidad favorece la construcción del modelo empresarial desde una visión global y facilita la participación de todo el equipo promotor en su elaboración.

Se trata de una  fórmula muy distinta de la tradicional, la cual tiende a encorsetar demasiado al concebir la empresa non nata desde el catecismo del management. Y es que el emprendedor debe pensar más como creador que como gestor.  Marketing, operaciones, recursos humanos, jurídico, plan financiero… son áreas clave para cualquier empresa en funcionamiento, pero planificar al detalle el contenido de cada una de ellas para un proyecto en formación, además de difícil, es estéril. Lo normal es que los  planteamientos iniciales cambien mucho a medida que la startup va entrando en contacto con el mercado. Por otra parte,  resulta complicado bajo este esquema anclado en la organización y no en el negocio  distinguir aquello que es estratégico en el lanzamiento empresarial de lo que es puramente instrumental.

La cultura del lean startup demanda algo más conceptual, práctico y móvil, y los modelos canvas responden precisamente a esta necesidad; la propuesta de valor se sitúa en el centro del lienzo, y en torno a ella se organizan los elementos imprescindibles para su concreción. De este modo, las ideas fluyen y se tejen de una forma natural, respondiendo a cuatro sencillas preguntas conectadas entre sí: qué, a quién, cómo y cuánto. Cuando es preciso repensar el concepto de empresa, es muy fácil ver cómo cada parte afecta al todo y el todo a las partes, y hacer las modificaciones oportunas, por profundas que sean,  es una operación tan sencilla como poner o quitar post-its.

Las ventajas del canvas son obvias en una economía en la que pensar con el lado derecho del cerebro marca cada vez más la diferencia; no en vano, la única forma de concebir un negocio verdaderamente innovador es tratando de impedir que la lógica de la eficacia ahogue el ingenio del emprendedor.

En el fondo, pasar del plan de negocio que se encuaderna al plan de negocio que se puede pegar en la nevera de tu casa constituye un buen reflejo de la revolución startup que está en marcha. Recuerda que, ahora más que nunca, emprender no es una profesión, es un estilo de vida.

domingo, 28 de abril de 2013

Jurassic PARK


(Artículo publicado el día 27 de abril en el Diario Expansión)

Sufrimos un periodo de crisis en el sentido moderno de la palabra, ése que hace referencia a una situación difícil o complicada; pero también en su sentido etimológico, aquél que evoca un cambio profundo. Es en el terreno de la economía donde más se están dejando notar tanto las dificultades como las transformaciones.

Una de las mutaciones más visibles del sistema productivo es la que están protagonizando  los emprendedores, quienes parecen estar desplazando poco a poco a la gran empresa como palanca de empleo y crecimiento. La evolución que ha sufrido este colectivo a raíz del estallido de la crisis –en su doble acepción- se asemeja a la que desencadenó el meteorito que chocó contra la Tierra hace 65 millones de años. 



Por aquel entonces,  los dinosaurios, como las multinacionales durante casi todo el siglo XX, llevaban mucho tiempo dominando el planeta en virtud de unas condiciones medioambientales privilegiadas, las cuales les ayudaron a alcanzar unas dimensiones enormes. El mamífero, que para nosotros aquí es el emprendedor, difícilmente podía competir con ellos en ese entorno, por lo que,  aunque coexistía con los reptiles en todas partes, permanecía en un segundo plano, no llegando nunca a superar el tamaño de un roedor actual.

Unos miles de años antes del cataclismo que precipitó la extinción de los dinosaurios, este tipo de animales ya estaba en declive debido a una serie de cambios geológicos y climáticos que venían alterando significativamente las condiciones de vida sobre la Tierra, y que en nuestra metáfora pueden identificarse con la revolución tecnológica acaecida a finales del siglo pasado. Los grandes reptiles, con una capacidad de adaptación reducida, empezaron a tener serios problemas para mantener su supremacía; todo lo contrario que los mamíferos, que no sólo no se vieron perjudicados por la nueva situación, sino que se beneficiaron de ella, comenzando gradualmente a ocupar el hueco que dejaron los saurios. Las startups que han conquistado el mundo en las últimas décadas desde Silicon Valley, el primer lugar del globo en vivir el cambio de era, son el equivalente a los individuos más adaptados de la pujante familia animal. La caída del meteorito no hizo sino acelerar drásticamente este proceso darwiniano, de forma que la población de dinosaurios quedó enseguida diezmada, mientras la de los mamíferos pronto experimentaría una explosión en número y diversidad.

En el presente, nos hallamos en una tesitura económica similar a la que vivieron nuestros antepasados más lejanos en los estertores del jurásico: los modelos de organización dominantes están cayendo, y la pequeña escala empresarial está cobrando fuerza, pese a que aún no ha tenido tiempo de desplegar todo su potencial. Pero lo hará; las leyes que gobiernan la evolución son ineludibles y la especie más adaptada, sí o sí, acaba triunfando.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Las políticas públicas para la promoción de la capacidad emprendedora en España


(Artículo publicado en el numero 132 de la "Revista  Economistas" de Septiembre 2012 del Colegio de Economistas de Madrid)

Resumen
Desde lo público y la academia se ha ido prestando una creciente atención al fenómeno emprendedor, de manera paralela a las transformaciones económicas vividas en el último tercio del siglo pasado; lo que viene a constatar el cambio de orientación operado en la política de apoyo empresarial de los países avanzados en la transición hacia la entrepreneurial economy. La materialización de esta intervención pública frente a los fallos de mercado –o gubernamentales- ha sido dispar en cuanto enfoque, instrumentos y resultados: en el caso español, se ha caracterizado por la existencia de un elevado número de iniciativas centradas en el nivel empresarial y la ausencia de una verdadera estrategia nacional dirigida a orquestarlas.

Palabras clave:
Emprendedores, entrepreneurial economy, creación de empresas, política de emprendedores.


Génesis y evolución de la  política de emprendedores

El momento en  que se puede considerar que nacieron las  políticas públicas de promoción del emprendimiento varía según la propia definición de estas políticas  que se adopte. Si se emplea una definición estricta, referida exclusivamente a  actuaciones cuyo objeto es propiciar la aparición de emprendedores e impulsar la puesta en marcha de empresas, sólo en tiempos muy recientes puede hablarse de una verdadera  actividad administrativa de esta naturaleza.

No obstante, en caso de que se parta de un concepto más laxo se comprobará que las primeras manifestaciones datan al menos de los años 501.
 
Mediante el análisis comparado de intervención pública de fomento empresarial en los países industrializados, se pueden identificar  tres tipos de políticas:

-          Política de PYMEs
-          Política de Nuevas Empresas
-          Políticas de Emprendedores

Se trata de orientaciones que han surgido en diferentes momentos desde la segunda mitad del siglo pasado de resultas de los esfuerzos vertidos por  los gobiernos para  acompañar el avance hacia la economía del conocimiento. Hay que precisar que la adopción de una nueva política en ningún caso ha supuesto el abandono  de la anterior, sino su adaptación en algunas de sus materializaciones y  su coexistencia  en otras.

La política de PYMEs surge en la década de los 50, precisamente en los años dorados de la gran empresa cuando en Estados Unidos y en otros países industrializados se crean los primeros instrumentos estables de apoyo a los pequeños empresarios motivados por la creciente sensibilidad de la clase política hacia los propietarios de negocios y la situación de las minorías (Dennis, 2005; Blackford, 2003).

Los programas de fomento empresarial tienden a tener una importancia muy limitada y apuntan   principalmente a ayudar a los empresarios más débiles a desarrollar su actividad y a facilitar a sectores desfavorecidos de la población el acceso a la condición de autoempleado.  Los emprendedores, por tanto, son destinatarios de la nueva actividad gubernamental de promoción únicamente en la medida en que se hallen al frente de una empresa de reducida dimensión.

Las actuaciones se circunscriben a subvenciones, microcréditos, servicios de asesoramiento y otros instrumentos de alcance limitado, siendo sus destinatarios emprendedores y empresarios consolidados indistintamente.

La aparición de una política específicamente dirigida a la promoción del emprendimiento es para Audretsch y Thurik (2001), dos de los más renombrados especialistas en la materia, el resultado de la acomodación de la intervención pública en el sector empresarial a los cambios acontecidos en las palancas de competitividad y crecimiento en el último tercio del siglo pasado. Es a partir de entonces cuando empiezan a resquebrajarse los cimientos de lo que denominan managed economy, un planteamiento  inspirado en las ideas de Chandler y  Galbraith que concibe a la gran corporación como el puntal de la economía y considera que las PYMEs están condenadas indefectiblemente a la ineficiencia. La contribución de Birch a principios de los 70 acerca del dinamismo de la pequeña empresa en la creación de empleo en Estados Unidos sería la primera evidencia empírica que oradaría esta concepción.

De manera paralela a los procesos de redimensionamiento y deslocalización empresarial experiementados en el mundo occidental,  la entrepreneurial economy empezaría a abrise paso. En el panorama económico dibujado por las crisis del petróleo, la creciente interdependencia económica y el espectacular desarrollo tecnológico, el conocimiento sustituye al capital como  principal fuente de  competitividad, lo que revaloriza  la pequeña escala y supone una amenaza a la hegemonía de la multinacional. Debido a ello, la intervención gubernamental en el sector empresarial abandona gradualmente el carácter restrictivo:  la actividad de control y aseguramiento del libre mercado, dominante hasta entonces, pierde protagonismo frente a la de fomento y promoción.

Los policymakers, apoyándose en las aportaciones de la investigación académica en el ámbito de la nueva economía,  vieron en este contexto la conveniencia de desligar las actuaciones de apoyo al tejido empresarial emergente de las dirigidas a las empresas existentes. La intervención a favor de la creación de empresas se configura desde el principio como una política económica encaminada a elevar la competitividad y la innovación del tejido productivo, si bien no supone el cese de las actuaciones destinadas a favorecer el autoempleo que caracterizaban el anterior enfoque. La acción pública busca apoyar con medidas específicas a quienes están dando los pasos para sacar adelante una nueva empresa.

El objeto de la acción no es la dinámica emprendedora, sino la actividad empresarial de nuevo cuño. Bajo esta orientación, el propósito general de elevar el número de empresas es compatible con  programas destinados a grupos sociales o profesionales concretos: investigadores, estudiantes universitarios y mujeres son los colectivos destinatarios más habituales. Los instrumentos de promoción se caracterizan por actuar principalemente en el plano de la organización empresarial: incubadoras empresariales, fondos de capital semilla, avales,  incentivos para la constitución de spin-offs, entre otros.

Desde el cambio de siglo, son varios los trabajos de investigación que se hacen eco de la apertura de una nueva etapa en las políticas de fomento empresarial: Reynolds et al. (1999), Lundström y Stevenson (2001, 2002, 2005), Wennekers y Thurik (1999), Verheul et al.(2002), Audretsch et al. (2007)2. Es en estos momentos cuando surge la política de emprendedores en sentido estricto:  la acción pública ya no se dirige exclusivamente a quienes han tomado la decisión de crear una empresa, sino que busca difundir la cultura emprendedora en el conjunto de la sociedad. Esta orientación estratégica comprende la actividad administrativa general, de forma que el alcance de las actuaciones públicas a favor del emprendimiento van mucho más allá de la órbita directa de los interesados, abarcando ámbitos como el sistema educativo, la cultura empresarial y los valores de la sociedad. El cometido de los gobiernos y la administración es auspiciar entornos que incrementen el flujo de nuevos emprendedores, junto con las condiciones que permitan a estos crear y desarrollar su empresa con éxito.  En consecuencia, la política de emprendedores no es competencia de un organismo público o un ministerio concreto, sino de la administración en su conjunto.

Una de las características definitorias de esta estrategia es que la intervención pública incide en el nivel individual y en el del entorno, además de en el empresarial.   Las actuaciones que se inscriben en esta política comprenden  las previstas en las anteriores concepciones  a las que se añaden otras destinadas a generar un ecosistema emprendedor: adaptación de currículos educativos para  familiarizar a los alumnos con el espíritu empresarial, eliminación de barreras de entrada y salida en el sistema productivo, promover la presencia en los medios de comunicación de la cultura emprendedora, adaptar el marco fiscal a las necesidades de las empresas inicipientes, entre otras.

Un particularidad de esta política es que la acción administrativa trasciende el ámbito competencial de la administración central; los gobiernos buscan la participación activa de otros agentes tanto públicos (administraciones locales y regionales) como privados (multinacionales, entidades de la sociedad civil) en las fases de diseño y ejecución, a través de esquemas colaborativos que suponen la distribución de esfuerzos y costes en aras a la máxima eficiencia.

Cuadro 1

Evolución de la actividad de fomento empresarial

          Fuente: Elaboración propia.


Los emprendedores como destinatarios de la actividad de fomento empresarial en España

En España la asunción de los planteamientos de la entrepreneurial economy  en la política empresarial es relativamente tardía. Si se repasa la historia reciente no fue hasta  bien entrada la década de los años 70 cuando se puso en marcha una intervención pública sistemática en beneficio de  la pequeña empresa -el principal hito sería la creación del Instituto de la Mediana y Pequeña Empresa Industrial (IMPI);  y las primeras medidas expresamente encaminadas a incrementar la natalidad empresarial se adoptaron casi tres décadas después, cuando los emprendedores pasaron a ser el colectivo objetivo de algunas de las actuaciones de la recién constituida Dirección General de la Pequeña y Mediana Empresa. En este sentido, la transferencia de las competencias del Ministerio de Comercio a la macrocartera de Economía y Hacienda supuso que por primera vez un centro directivo del Estado asumiera como objetivo incrementar el número de empresas que componen el tejido productivo, con independencia de su sector de actividad. Desde entonces, la administración central  ha hecho un esfuerzo considerable  por dotarse de una verdadera  política de emprendedores. Un esfuerzo que ha tenido eco en las administraciones autonómicas y locales, ya sea en coordinación, colaboración o solapamiento con la estrategia estatal.

El resultado es que se han adoptado en relativamente poco tiempo un buen número de iniciativas que operan  en el nivel de empresa de reciente constitución.  La actuación en el terreno de la financiación es un claro exponente, ya que, por un lado, se encuentran las líneas ICO y de  las sociedades de garantía recíproca que operan bajo el paraguas de CERSA, con una vocación generalista, y por otro,  las entidades CDTI y ENISA, mucho más centradas en proyectos empresariales tecnológicos o innovadores.

La actividad pública ha comprendido otros campos: la simplificación administrativa (creación de Ventanillas Únicas Empresariales y puesta en marcha de la red CIRCE), la divulgación del espíritu emprendedor (introducción de la noción de empresa en los programas educativos mediante la LOCE, programa Emprendemos Juntos) e instrumentos específicos de promoción (acciones de formación, asesoramiento y alojamiento empresarial de los diferentes Centros de Apoyo a Emprendedores).

Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas los obstáculos que se interponen en el camino hacia una economía emprendedora siguen siendo muy importantes: restricciones al crédito (CSC, 2012), escaso emprendimiento innovador (GEM, 2011), alto porcentaje de  emprendedores por necesidad frente a los de oportunidad (Alemany et al., 2011), menor participación de la población femenina en la actividad empresarial (GEM, 2011), trabas administrativas a  la creación de empresas (Banco Mundial, 2012), actitud negativa o ambivalente hacia los empresarios (Círculo de Empresarios, 2010), baja preferencia por el trabajo por cuenta propia (Comisión Europea, 2009), débil difusión de la cultura emprendedora desde el sistema educativo (Comisión Europea, 2009; Alemany, 2011).  Algunos de estos problemas se están agravando en el nuevo escenario económico –especialmente los relativos a la financiación-, lo que está privando al emprendimiento de su potencial anticíclico. De hecho, un estudio ha puesto de manifiesto que España es el país de la OCDE donde más ha caído la natalidad empresarial durante la crisis (UHY, 2011).

Una Política de Emprendedores en ciernes

El despliegue de actuaciones por parte de la administración ha tenido poco éxito en la promoción de la iniciativa empresarial en gran medida porque la mayor parte de los esfuerzos volcados han seguido respondiendo a una política de nuevas empresas en vez de a una auténtica política de emprendedores; hoy día, esta intervención sigue adoleciendo de un enfoque estratégico y transversal, lo que se manifiesta en la falta de actuaciones “ambientales” eficaces (North, 1990) y en la deficiente coordinación de los agentes implicados en su implementación.

En este sentido, la actividad pública ha puesto el acento en el plano empresarial, siguiendo un esquema similar al de la política de PYMEs –la denominación del centro directivo estatal competente  es suficientemente ilustrativa a este respecto-, descuidando así los aspectos individuales y del entorno. Aunque se ha tratado de cubrir algunos aspectos  propios de una aproximación más holística del fenómeno emprendedor, su materialización ha sido muy débil. Así, se han creado muchos instrumentos  para ayudar al nuevo negocio a hacer frente  a problemas concretos del entorno, pero no se ha logrado de manera efectiva  atacar el origen de estos ni generar en el seno de la sociedad una cultura emprendedora que propicie el aumento del número y calidad de los emprendedores.

Por otra parte, como ocurre en otros ámbitos de la actividad administrativa, son notas características la dispersión institucional, la falta de coordinación y la escasez de puentes de colaboración con el sector privado. En este sentido, ya en 2005 el Consejo Económico y Social llamó la atención sobre la necesidad de elaborar una estrategia coordinada que unificara, integrara y vertebrara todas las actuaciones (CES, 2005). Cinco años después, la DGPYME (2010) identificó en España más de 2.500 plataformas públicas de apoyo a los emprendedores y sus responsables admitieron los graves inconvenientes que comporta esta complejidad institucional; en primer lugar para los futuros empresarios, por generar confusión ante la pluralidad de incentivos públicos; y en segundo lugar, para la propia actividad  de promoción, pues la dispersión, las duplicidades y la falta de sinergias van en detrimento de su eficiencia. Ello refuerza los argumentos que llevan a Velasco a asegurar que  nuestro país carece de una verdadera política de emprendedores, pues  “la simple acumulación de programas no basta para configurar una política y, de hecho, podríamos llegar a la conclusión de que la convivencia de un número tan elevado de estos es precisamente el síntoma más inequívoco de su ausencia” (Velasco, 2007).

El dinamismo de la iniciativa emprendedora de alto potencial que se está registrando en países como Estados Unidos y Reino Unido, merced a los grandes programas nacionales de colaboración público privada (Startup Britain y  Startup America), o el espectacular incremento en plena crisis de la natalidad empresarial en Francia resultante de la aplicación del Estatuto del Emprendedor parecen indicar que la política de emprendedores puede convertirse en un potente instrumento de reactivación económica si se configura adecuadamente. En este sentido, España estaría en condiciones mucho más favorables para abordar la ansiada recuperación si en lugar de haber perdido 560.000 empresarios en los últimos cuatro años, hubiese alcanzado en este tiempo, como en Francia, las cifras más altas de creación de empresas de su historia.

Pero hay razones para pensar que todavía se puede dar la vuelta a la situación.  Y es que una de las pocas cosas positivas relacionadas con la economía que han acontecido en los últimos años es el aumento de la sensibilidad de la administración pública y los partidos mayoritarios hacia el emprendimiento como fuente de empleo,  actividad y competitividad.  Quienes tienen el coraje de alimentar, con sacrificio y talento, las actividades empresariales en el actual escenario han pasado por fin a formar parte de la agenda política, lo que es un paso fundamental en el avance hacia la entrepreneurial economy.

Sin embargo, el agravamiento de la crisis en los últimos meses y  la austeridad que imponen las instituciones comunitarias y los mercados financieros pueden comprometer la implantación de las medidas requeridas para obrar el cambio hacia la política de emprendedores que tanto necesita nuestro país. A este respecto, la anunciada Ley de Emprendedores, un instrumento jurídico con capacidad para desplegar efectos a todos los sectores y niveles de actividad administrativa, constituye una gran esperanza con vistas a sentar las bases de una estrategia nacional de impulso de la iniciativa emprendedora. En este sentido, es imprescindible que no se frustre en el último momento esta iniciativa decisiva para apuntalar la maltrecha  economía real por la irracionalidad de la economía financiera.




Notas

1 Es Estados Unidos un país pionero en este terreno. Así, el Congreso de este país aprobó en 1953 la Small Business Act,  que dispuso la creación de la primera agencia federal de promoción empresarial con carácter permanente. No obstante, algunos estudiosos  ven en determinadas actuaciones del New Deal  e incluso en las   en las leyes antitrust de finales del siglo XIX una forma temprana de política de apoyo a las PYMEs (Audretsch, 2006;   Blackford, 2003; Bean, 1995). En el caso de España, se suele señalar como primer hito de la política de PYMEs la creación del Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa Industrial en 1976.

2 La gran aportación de estos autores  es el estudio de la política de emprendimiento desde un enfoque integral, destinado a orientar todos aquellos ámbitos de actuación administrativa susceptibles de afectar a la actividad emprendedora, en sustitución de la tradicional visión que identificaba esta intervención con una serie de servicios específicos encaminados a facilitar el arranque y expansión de las nuevas empresas.

El contenido de la naciente política de emprendedores es el resultado de un concepto del emprendimiento que trasciende la tradicional concepción economicista: el fenómeno emprendedor es una realidad multidimensional que solo puede comprenderse plenamente a través de un enfoque ecléctico, que incorpore aspectos de distintas disciplinas -psicología, sociología, economía...- y atienda a los diferentes ámbitos en los que se produce -individuo, sector, empresa, entorno y país (Verheul et al. 2002; Wenekers y Thurik. 1999).

Por otra parte, estos académicos defienden que  la Ciencia Económica,  en el estudio de los procesos empresariales, ha de superar los postulados de la teoría neoclásica, ya que esta se interesa por el fenómeno emprendedor casi exclusivamente desde el punto de vista de la eficiencia de los mercados, obviando el papel que desempeñan las nuevas empresas en la penetración de la economía del conocimiento. En este sentido, la noción de emprendimiento estaría mucho más próxima a la tradición Schumpeteriana, que considera al emprendedor como un agente de innovación con un papel clave en el crecimiento económico.

Su postura entronca en cierta medida con los postulados de la Nueva Economía Institucional, la cual estudia cómo  el entorno, que se identifica con las instituciones formales e informales de una sociedad, conforma el comportamiento de los individuos en la actividad empresarial (North, 1990). La creación de empresas a la luz de este enfoque vendría determinada por las instituciones presentes en un territorio, pues fijan la estructura de incentivos óptima para la iniciativa emprendedora al incidir en las percepciones empresariales que condicionan la acumulación de conocimientos, las actitudes hacia la modernización de la estructura productiva y distributiva, así como en la acumulación de capital físico y humano (Montes, 2010).


Bibliografía

Alemany, L.; Alvarez C.; Planellas M. y Urbano D. (2011). Libro blanco de la
iniciativa empresarial en España. Fundación Príncipe de Girona - Fpg Esade
Entrepreneurship Institute, Barcelona.

Audretsch, D. B., Grilo, I. y Thurik A. R. (2007). “Explaining entrepreneurship andthe role of policy: A framework”. En Audretsch, D. B., Grilo, I. y Thurik A. R.
Handbook of research on entrepreneurship policy (Pp. 1-17). Cheltanham: Edward Elgar Publishing Limited.

Banco Mundial (2011). Ease of doing business 2012. Washington D.C.


Blackford, M. G. (2003). A history of small business in America, The University of North Carolina Press, NC.

CES-Consejo Económico y Social (2005). “El proceso de creación de empresas y el dinamismo empresarial”. Informe Número 5/2005. Madrid: Consejo Económico y Social.

Circulo de Empresarios (2010). Prioridad: más empresarios.

Comisión Europea (2009). Eurobarómetro: Encuesta sobre emprendimiento.


CSC- Consejo Superior de Cámaras (2011), Encuesta del CSC sobre el acceso de las PYMEs a la financiación ajena. IV Trimestre.


Dennis, W. (2005). Public policy, competition and entrepreneurship in the UnitedStates: the wheat, the chaffe and the irrelevant. United States Association for Small Business and Entrepreneurship.


DGPYME (2010). Servicios de apoyo a la persona emprendedora.

GEM Global Report (2011). Global entrepreneurship monitor. 2010. Babson y
Universidad del Desarrollo.

Lundström, A. y Stevenson, L. (2005). Entrepreneurship policy: Theory and
Practice. Springers Publishers.

Lundström, A. y Stevenson, L. (2002). “On the road to entrepreneurship policy. En:Lundström, A. y Stevenson, Entrepreneurship policy for the future series. Swedish Foundation For Small Business Research, Estocolmo, Vol. 1.

Lundström, A. y Stevenson, L. (2001). “Entrepreneurship policy for the future”. En Entrepreneurship Policy For The Future Series. Sme Forum, Växjö, March.
Swedish Foundation For Small Business Research. Estocolmo, Vol 1.

North, D. C. (1990). Institutions, institutional change and economic development. Cambridge University Press.

Reynolds, P. D.; Hay, M. y Camp, S. M. (1999). Global entrepreneurship monitor, Kauffman Center For Entrepreneurial Leadership, Kansas, Mi.


UHY (2011) New Start-up List in OECD.

Velasco, R. y Saiz, M. (2007). “Políticas de creación de empresas y su evaluación”. Documentos De Trabajo Fundación Alternativas. N.º 118.

Verheul I. , Wennekers S. , Audretsch D. y Thurik A. R. (2002). An eclectic theoryof entrepreneurship: policies, institutions and culture. Research Report 0012, Eim,Zoetermeer.

Wennekers, A. R. M., y Thurik, A. R. (1999). “Linking entrepreneurship and
economic growth”. Small Business Economics, 13(1), 27-55.