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domingo, 27 de junio de 2021

3, …, 1, 0 ¿la cuenta atrás para las empresas españolas?

(este artículo se publicó originalmente el día 19 de junio en el diario El Economista)


No hay equivocación en el título de este artículo. No se ha borrado el número “2” de esta particular cuenta. Lo entenderán si se animan a seguir leyendo y de paso para conocerán la mayor startup de finanzas en el planeta.

Ant Group es su nombre. Y ha llegado a esta posición gracias a ser la plataforma de pago y de servicios de Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico. Sus resultados del año 2020 impresionan, unos ingresos de 71.985 millones de dólares que suponen un crecimiento del 62% frente al ejercicio anterior y un beneficio neto de 21.080 millones de dólares que mejora en un 85% el de 2019. Ant Group, con sede en Hangzhou, conocida como el Silicon Valley chino, controla el 70% del mercado de pagos móviles en su país China y da servicio a un total de 960 millones de clientes, en el que dos de cada diez ya están fuera de China.

La ambición de convertirse en un supermercado financiero le ha llevado a abrirse camino internacionalmente a golpe de talonario. En 2018 pagó 880 millones de euros por MoneyGram, el líder americano de las remesas. También ha invertido en la india Paytm, la tailandesa Ascent Money y la surcoreana Kakao Pay. La guinda de esta estrategia corporativa iba a ser la salida a Bolsa a finales del pasado año, la más grande de la historia con un importe total de 270.000 millones de euros, pero se canceló por el gobierno chino que no veía con buenos ojos tanto poder en una única empresa. Abrumadoras cifras e intervenciones estatales aparte, es evidente que Ant Group es un buen ejemplo de la innovación que está sufriendo las finanzas con las conocidas como fintech, empresas de nueva creación en este sector que se apalancan sobre la tecnología.

Los pagos a través de Alipay son el negocio fundamental de Ant Group, sin embargo, la empresa está creciendo rápidamente con nuevos servicios que van desde la gestión de activos hasta los préstamos y seguros. Servicios como Ant Fortune (plataforma de gestión de patrimonio), Zhima Credit (sistema de calificación de riesgos o scoring financiero además de un programa de fidelización) o Ant Forest (aplicación que busca concienciar a los ciudadanos de llevar una vida más saludable y respetuosa con el medio ambiente) son una muestra de esta diversificación.

Pero para lo que nos ocupa aquí tenemos que destacar su servicio MyBank, un banco exclusivamente digital, muy enfocado a los autónomos y a las PYMES chinas que desde su creación en 2015 ha concedido más de 290 billones de dólares en préstamos bajo el modelo 3-1-0. Una oferta imbatible que se resumen en “3 minutos para solicitar el préstamo, 1 segundo para su aprobación y 0 intervención humana”. En todo el proceso no precisan de personal alguno pues el big data y la inteligencia artificial hacen todo el trabajo. Además, lLa cantidad de información que Ant Group posee de sus clientes hace además posible tenerle permite además hacer gala del el menor nivel de impagados del sector, un 1%. Por eso nos preguntamos si el slogan 3-1-0 puede ser la cuenta atrás para la desaparición de las entidades que no sean capaces de digitalizarse a la velocidad china.

A principios de este año Jack Ma, el fundador de este grupo, aseguró que los bancos tradicionales son dirigidos como “viejas casas de empeño”. Más allá del exabrupto contra uno de sus competidores, es una realidad la debilidad de las empresas europeas de finanzas pero también del retail, y lo que es peor el desplome de sus valores bursátiles. Si las empresas incumbentes de esta parte del mundo quieren defender su cuota de mercado están obligados a innovar y prestar una atención excelente al cliente, dos áreas en las que destacan las fintech exitosas,

Por todo lo anterior se requiere una transformación completa y “enseñar a bailar a los elefantes como gacelas” que así como resumieron los investigadores de CISE en su reciente informe sobre intraemprendimiento. En la búsqueda de mantener vivo el espíritu de innovación las grandes empresas se sienten torpes, su estructura paquidérmica les impide ser ágiles como las fintechs. Pero la música está sonando, y la pista de baile se está poblando con infinidad de gacelas bailonas, de hecho, se estima que actualmente hay ya más de 20.000 fintechs operando en los mercados financieros.

Este momento recuerda a un agujero negro, donde las leyes convencionales de espacio y tiempo no resultan aplicables. Las corporaciones tienen que “desaprender” la cultura de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación. Esperemos que la amenaza china del “3, …, 1, 0” junto con la oportunidad del emprendimiento corporativo lleven a muchas grandes empresas a aprender a bailar como estas gacelas fintech y así salvarse.

Por todo lo anterior se requiere una transformación completa y “enseñar a bailar a los elefantes como gacelas” que así como resumieron los investigadores de CISE en su reciente informe sobre intraemprendimiento. En la búsqueda de mantener vivo el espíritu de innovación las grandes empresas se sienten torpes, su estructura paquidérmica les impide ser ágiles como las fintechs. Pero la música está sonando, y la pista de baile se está poblando con infinidad de gacelas bailonas, de hecho, se estima que actualmente hay ya más de 20.000 fintechs operando en los mercados financieros.

Este momento recuerda a un agujero negro, donde las leyes convencionales de espacio y tiempo no resultan aplicables. Las corporaciones tienen que “desaprender” la cultura de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación. Esperemos que la amenaza china del “3, …, 1, 0” junto con la oportunidad del emprendimiento corporativo lleven a muchas grandes empresas a aprender a bailar como estas gacelas fintech y así salvarse.

 

IÑAKI ORTEGA CACHÓN, PhD. Profesor en Universidad Internacional de la Rioja UNIR

JOAQUIN SANZ BERRIOATEGORTUA, PhD. Socio en Kereon venture capital

domingo, 23 de junio de 2019

600.000 valientes

(este artículo se publicó originalmente el día 17 de junio en el diario 20 minutos en la sección de opinión)



De vez en cuando hay buenas noticias. Hace unas semanas se presentó el informe GEM que mide la actividad emprendedora en más de setenta países de todo el mundo. Entre los muchos datos que recoge este estudio quiero destacarte uno que me ha alegrado, el emprendimiento femenino. En España hoy son más de 600.000 mujeres las que desafían diariamente los obstáculos para abrir y hacer crecer un negocio. Una cifra que cada año crece consiguiendo reducir la brecha de género en el emprendimiento. De hecho al día de hoy casi hemos conseguido alcanzar la paridad y hay 9 mujeres que emprenden por cada 10 hombres que lo hacen. Además, y este dato es relevante, las mujeres que optan por ser nuevas empresarias, en un 70% son emprendedoras de oportunidad, o lo que es lo mismo que no emprenden por necesidad -porque no tiene otra opción para trabajar- sino porque han encontrado una idea y apuestan por ella. Estos negocios de oportunidad son los que más valor aportan a la sociedad ya que son innovadores y permiten expandir la economía y generar empleo y riqueza.

Pero todavía una mujer que emprende se enfrenta a demasiadas trabas que nos impiden bajar la guardia a pesar de la positiva evolución. Insuficientes instrumentos de financiación, normas que penalizan el riesgo de las aventuras empresariales o esteriotipos culturales que desincentivan estas vocaciones femeninas. A este respecto un reciente estudio de la consultora francesa Malt ha demostrado que la gran mayoría de los trabajadores por cuenta propia en España lo son por elección propia entre otras cosas porque les ayuda a la conciliación y permite una flexibilidad de la que no disfrutan los que no son freelance.

Nuestro país ha padecido como mínimo durante los últimos 18 años -fecha del primer informe GEM- la falta de mujeres emprendedoras, ese talento desaprovechado nos ha impedido disfrutar del conocido como efecto «purple pound». Los anglosajones llaman «libra morada», a los beneficios de incorporar a tantas mujeres como hombres a la actividad económica. Con esas nuevas empresas no solo se conseguirá reducir el desempleo femenino sino darles autonomía y además ayudar a cebar la economía con más consumo, inversiones y exportaciones. Quizás te estás preguntando la razón por la que se tinta de este color los beneficios de la incorporación de la mujer. La respuesta es a la vez un homenaje a esas 600.000 valientes emprendedoras españolas. En pleno auge de la industrialización, hace más de 100 años en Nueva York, una fábrica textil se incendia y mueren quemadas cientos de trabajadoras ya que las puertas estaban bloqueadas para evitar el absentismo. De la factoria en llamas unas columnas de humo morado pudieron verse a cientos de kilómetros de Manhattan; en la combustión se habían mezclado los tejidos rojos que fabricaban esas mujeres con el hollín de las chimeneas. Esas víctimas, desde donde estén, sonreírán al ver tantas mujeres españolas emprendiendo libremente.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

viernes, 6 de febrero de 2015

Internet cruje

(este artículo fue publicado originalmente el 6 de febrero de 2015 en el diario El Economista)

El sonido del mundo es hoy un crujido. Son las estructuras de lo que ha sido nuestra sociedad y economía durante muchos años que se resienten por la grandes cambios que estamos viviendo.  Los investigadores del MIT lo llamaron hace ya unos años «el gran desacople». La intensidad del cambio tecnológico está provocando que las soluciones no surjan a la misma velocidad que los problemas.

Estos días hemos escuchado ese crujido en España con el ciberataque a los espacios web de Unidad Editorial. Lo ocurrido se refiere bajo el acrónimo “DoS”, Denial of Service, o denegación de servicio y consiste en bloquear intencionadamente un servidor dejándolo más o menos tiempo fuera de servicio, dependiendo en gran medida el restablecimiento, de las herramientas del agredido para repeler el ataque. Nuestro país, a la vez, es de los que más concienciados están con la seguridad digital, de hecho la consultora Deloitte, del selecto grupo de las “big four”, ha creado su centro mundial de expertise sobre seguridad en el uso de las TIC en Madrid. La multinacional española Indra, líder global en tecnologías para la seguridad,  hace ya unos meses puso en marcha Ciber Security Operations Centre, un laboratorio especializado en ciberdefensa con más de cien profesionales al servicio de la causa.

Que nadie caiga en el error de pensar que internet ya es un entorno maduro. Hoy en día es cierto que se pueden realizar y ofrecer una pluralidad de operaciones y servicios pero esto  no ha hecho más que empezar.  No olvidemos que hay campos acelerándose a ritmos frenéticos como son la robótica  y en general la inteligencia artificial, todas dependientes del entorno digital. El desarrollo tecnológico conforme a la Ley de Moore ha sido implacable:  ¿se imagina usted si su vehículo cada año necesitase la mitad de combustible  y así prolongado en el tiempo durante décadas…? Eso es lo que ha hecho posible que un smartphone tenga tecnología que supere los supercomputadores de hace apenas una década. 

Así, el acceso a internet hoy en día es un estándar de derechos humanos, a más restricciones de acceso por las autoridades, menos derechos humanos. Del mismo modo es un medidor de desarrollo país: a mayor capacidad de desplegar e integrar megas de fibra en las viviendas a un menor precio, más desarrollo económico.

Sin embargo internet y toda esta gran tecnología no deja de ser una gran puerta al exterior que las empresas deben de saber gestionar. Esos flujos de entrada y salida en un entorno digital, pero real y parte del mundo en el que vivimos.  Prácticamente todos los tipos delictivos tienen su reflejo en el mundo digital y con una ventaja añadida, para los infractores, y es que en el mundo del cibercrimen es difícil encontrar no solo a los autores sino localizar de dónde parte el ataque. Y así, la sofisticación de la vileza va a más cada día.  

El diccionario define disruptivo,  término etimológico de las ciencias físicas, a aquello que produce una ruptura brusca. Ojalá que estemos preparados, en la seguridad en la red, para afrontar esas disrupciones, esas rupturas que hacen que cruja el Mundo. Para ello las empresas, los profesionales y las instituciones habrán de saber usar las herramientas de la nueva época que nos ha tocado vivir: la ley, la propia tecnología y el apoyo a  los emprendedores como vehículo de las innovaciones.
  
Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School.

Rafael Chelala es abogado penalista experto en delito cibernético. 

jueves, 19 de junio de 2014

Madrid Emprende


Innovar , validar y pivotar. Esa misma filosofía lean que practican las startups a las que  dirige su actividad es la que mejor explica la evolución de Madrid Emprende a lo largo de sus nueve años de andadura.

Lo que empezó  siendo una pequeña agencia del Ayuntamiento de Madrid centrada en la construcción de infraestructuras empresariales, se ha convertido, gracias al aprendizaje y la iteración continuas, en un referente a nivel nacional e internacional en materia de emprendedores.
En 2005, cuando empezamos a poner en marcha Madrid Emprende, éramos conscientes de que otras ciudades nos sacaban una gran ventaja en el terreno de la promoción económica;  Nueva York, Londres y París ya contaban desde hacía tiempo con agencias de desarrollo similares –Barcelona Activa, sin ir más lejos, se había creado a finales de los 80-, y, de hecho, elaboramos nuestra estrategia aprendiendo de su experiencia.

Sin embargo, desde el principio tuvimos muy claro en Madrid Emprende dos cosas: que los emprendedores serían nuestra prioridad y que su apoyo debía ser un campo abierto a la innovación. Ese doble convencimiento  ha dado como resultado un modelo propio, basado en la generación de ecosistemas emprendedores, que el Banco Interamericano de Desarrollo ha tomado como buena práctica y está ayudando a exportar a América Latina.

Fruto de los esfuerzos volcados en las primeras etapas, en el momento en que la  crisis económica sacudió a España, Madrid se había convertido ya en  una de las ciudades de la Unión Europea con más espacios dedicados a los nuevos empresarios.  De la eficacia de la Red de Viveros de la Ciudad, da cuenta la tasa de supervivencia del 90% que las empresas instaladas presentan; y respecto de su eficiencia, cabe señalar que cada euro invertido en las incubadoras se ha recuperado multiplicado por dos en impuestos y contribuciones a la seguridad social.

El que la iniciativa privada tomara el relevo en la creación de espacios de coworking y aceleración en la capital, marcó un punto de inflexión en Madrid Emprende. La ausencia de una oferta especializada en este campo dejó de ser un problema acuciante y se empezó, entonces, a explorar nuevas vías para impulsar el emprendimiento, abriendo en algunos un camino que otras administraciones han acabado siguiendo.

El enfoque se hizo mucho más global, más acorde con la visión ecosistémica con la que se viene estudiando el fenómeno empresarial en lugares como Silicon Valley, Israel o los Países Bajos. El eje de acción dejó de ser exclusivamente la oferta servicios directos a los emprendedores, y se puso el foco en la mejora de las condiciones en las que prende y se desarrolla la iniciativa empresarial.

Así, redujimos a la mitad las cuotas a la seguridad social para jóvenes autónomos, anticipándonos en un año a  la ‘tarifa plana’ del Estado; convertimos un pequeño servicio de asesoramiento a inversores extranjeros en Madrid International Lab, una incubadora de proyectos internacionales única en su especie;  potenciamos la industria del venture capital, constituyendo un fondo de inversión público privada, y nos convertimos en una suerte de lobby dentro del Ayuntamiento, que ha impulsado importantes cambios normativos en beneficio de la actividad empresarial.

Recientemente, el carácter lean de Madrid Emprende ha quedado patente de nuevo en la iniciativa Madrid Tax Free; lo que se concibió como un pequeño incentivo para las industrias culturales y creativas del centro de la capital, ha ido escalando hasta convertirse en un completo programa de estímulo fiscal del que se puede beneficiar cualquier pyme de reciente creación.

Un ecosistema es la suma de muchos, y en nuestro caso han sido cerca de 150 entidades públicas y privadas las que han hecho posible que Madrid Emprende ya se esté asomando a la década de vida, habiendo apoyado a más de 150.000 emprendedores y empresarios.

Hemos procurado en todo momento que la colaboración mantenida con grandes empresas, universidades y otras administraciones fuese de ida y de vuelta, y que se tradujera no sólo en actuaciones concretas, sino también en la asunción de enfoques estratégicos; no en vano, Madrid Emprende  ha contribuido al diseño de programas de innovación abierta como los de Telefónica-Wayra o la Fundación Repsol, así como al de las iniciativas universitarias Compluemprende, Cunef Emprende y las incubadoras de la URJC.

Al hacer balance de estos años, uno se da cuenta de que Madrid Emprende se contagió enseguida del espíritu que guía a los destinatarios de cada una de sus actuaciones. Los intraemprendedores también pueden aparecer en el sector público si se dan las condiciones apropiadas; por este motivo, cuando echo la vista atrás, no puedo sino expresar todo mi reconocimiento hacia todos los que en el Ayuntamiento de Madrid han ayudado, desde arriba o desde abajo, a hacer posible este proyecto.


Iñaki Ortega es doctor en economía y ha sido director general de Madrid Emprende desde el año de su fundación 2005 hasta junio de 2014.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Cancel, abort or retry

(post publicado originalmente en www.ticbeat.com el 25/09/13)

Todo el mundo con un mínimo kilometraje en el entorno informático se ha encontrado alguna vez con el dichoso diálogo cancel, abort or retry, con el que el sistema nos indica que algo ha fallado al introducir un comando. Aunque no siempre resulta, lo normal es que en esta situación pensemos que vale la pena probar al menos una vez más  antes de desistir. Por desgracia, el retry todavía no es una opción atractiva en España fuera del mundo de los ordenadores.
Es un hecho que cuanto más rompedor y ambicioso es un proyecto más probabilidades hay de que acabe malográndose. Por eso el mundo de las nuevas tecnologías, que es la punta de lanza de la revolución que nos está metiendo a marchar forzadas en la sociedad de la información, está plagado de grandes fracasos.
En Internet abundan las listas con los desastres más estrepitosos en el ámbito de las TIC –algunos, por cierto, protagonizados por las empresas fundadas por los mayores emprendedores de todos los tiempos–, pero éstos no son ni la milésima parte de los que ha habido debido a que normalmente lo que falla se acaba extinguiendo sin apenas repercusión.Silicon Valley, de hecho, se ha construido más a golpe de metedura de pata que de éxito porque  empresas como HP, Oracle, Apple, Cisco, Yahoo! o Facebook son el resultado de un caldo de cultivo en el que todas las semanas desde hace décadas se administra el bautismo y la extremaunción a nuevas startups.
Un bucle infinito de prueba y error; así es como hay que entender el funcionamiento de este lugar del globo tan particular. De este modo, lo que está detrás del éxito del epicentro de la cultura startup es paradójicamente el fracaso, o para ser más exactos su aceptación como algo natural cuando alguien arriesga. Claro está que la Universidad de Stanford, la generosa financiación de las agencias federales y  la industria del venture capital son factores importantes, pero es la sana costumbre de no etiquetar a los que tropiezan, e incluso de encumbrarles por habérsela jugado y aprendido con algo que merecía la pena, lo que  marca la diferencia con lo que ocurre en otras latitudes.
En España  hasta hace poco sólo estaba bien visto caerse cuando uno aprendía a montar en bicicleta,  y pese a que poco a poco nos movemos hacia una cultura más tolerante con quienes arriesgan, todavía no nos hemos desprendido de un hábito tan inveteradamente nuestro como colgar sambenitos.
Como prescriben los métotos Agile o Leanlo importante es estar preparado para cometer, no una, sino mil equivocaciones a la hora de sacar adelante un proyecto. Por eso resulta esencial que el entorno, como pasa en el valle californiano, libre al emprendedor de la amenaza de recibir un fatídico “te lo dije” y  refuerce su comportamiento audaz.
La receta, pues, es clara; si eres emprendedor no dudes nunca en reivindicar tu derecho a equivocarte y si eres profesor, padre o amigo de emprendedores hazles ver que más importante que tener éxito es intentarlo tener. Sólo así lograremos que de una vez por todas se desbloquee la opción retry que ha hecho de  San José y sus alrededores la cuna de la mayoría de las tecnologías que utilizamos a diario.

lunes, 29 de julio de 2013

Te lo dije



(post publicado originalmente en el blog madrid2020 del diario Cinco Dias)

Emprender es, por definición, hacer frente a la adversidad. Han corrido ríos de tinta sobre el tema en los últimos años, por lo que es casi imposible que no hayas leído nada acerca de los temibles obstáculos a los que se enfrenta todo emprendedor: trámites interminables, créditos que no llegan, cargas fiscales… Sin embargo, hay un peligro aun mayor que ha pasado en gran medida inadvertido, y no es otro que el riesgo a oír un te lo dije en el peor momento.

La sola posibilidad de que alguien cercano pronuncie esas tres palabras puede ejercer en el ‘startapero` un efecto más demoledor que la propia crisis y sus consabidas consecuencias sobre la actividad empresarial.

Poner en marcha una empresa no es como un problema matemático en el que existe una o varias fórmulas prefijadas que conducen a la solución óptima. El método de prueba y error se impone. Como nos dicen los métodos Agile o Lean, lo importante es estar preparado para cometer, no una, sino mil equivocaciones a la hora de sacar adelante el negocio. Por eso resulta esencial que el entorno refuerce este comportamiento audaz y forzosamente condenado a conocer numerosos reveses antes de conducir al éxito. En este sentido, un fatídico te lo dije no es precisamente lo que más ayuda.


Malcolm Gladwell, en su libro ‘Outliers’, expone que el éxito no es tanto consecuencia del talento innato de los individuos como de los estímulos que éstos encuentran en el ambiente; y aun con eso, tal y como evidencia esta obra, se necesitan al menos 10.000 horas de práctica para dominar cualquier actividad, por lo que la paciencia se hace tan necesaria como la perseverancia.

Ya sabemos que en nuestro país quien manifiesta su intención de emprender se expone a toda clase de comentarios agoreros procedentes de gente de su entorno, muchas veces sin ninguna malicia ya que sólo buscan reconducir una vocación incomprendida hacia la absurda seguridad del salario. Y es la costumbre de espetar un punitivo te lo dije al menor traspiés del que desoye estos vaticinios lo que hace aún más perfecto y perverso este mecanismo de disuasión.

Por si fuera poco, la cultura del te lo dije juega en contra de los que, pese a las advertencias, se han atrevido a dar el paso, pues lo que los psicólogos llaman efecto Pigmalión nos enseña que las expectativas que tienen los demás sobre nosotros acaban influyendo en nuestro rendimiento.

No nos engañemos, el primer enemigo a batir por quien quiere crear una startup es el miedo, y no tanto la burocracia del registro mercantil, el hermetismo del banco o la morosidad de la administración. Por este motivo, con independencia de que las instituciones deban seguir allanando un camino aún demasiado accidentado, todos, desde nuestra responsabilidad de padres, docentes o amigos de emprendedores, podríamos hacer mucho por ellos si tan solo les ahorráramos las dichosas profecías autocumplidas. Si encima las sustituyésemos por palabras de aliento, mejor que mejor.

domingo, 28 de abril de 2013

Jurassic PARK


(Artículo publicado el día 27 de abril en el Diario Expansión)

Sufrimos un periodo de crisis en el sentido moderno de la palabra, ése que hace referencia a una situación difícil o complicada; pero también en su sentido etimológico, aquél que evoca un cambio profundo. Es en el terreno de la economía donde más se están dejando notar tanto las dificultades como las transformaciones.

Una de las mutaciones más visibles del sistema productivo es la que están protagonizando  los emprendedores, quienes parecen estar desplazando poco a poco a la gran empresa como palanca de empleo y crecimiento. La evolución que ha sufrido este colectivo a raíz del estallido de la crisis –en su doble acepción- se asemeja a la que desencadenó el meteorito que chocó contra la Tierra hace 65 millones de años. 



Por aquel entonces,  los dinosaurios, como las multinacionales durante casi todo el siglo XX, llevaban mucho tiempo dominando el planeta en virtud de unas condiciones medioambientales privilegiadas, las cuales les ayudaron a alcanzar unas dimensiones enormes. El mamífero, que para nosotros aquí es el emprendedor, difícilmente podía competir con ellos en ese entorno, por lo que,  aunque coexistía con los reptiles en todas partes, permanecía en un segundo plano, no llegando nunca a superar el tamaño de un roedor actual.

Unos miles de años antes del cataclismo que precipitó la extinción de los dinosaurios, este tipo de animales ya estaba en declive debido a una serie de cambios geológicos y climáticos que venían alterando significativamente las condiciones de vida sobre la Tierra, y que en nuestra metáfora pueden identificarse con la revolución tecnológica acaecida a finales del siglo pasado. Los grandes reptiles, con una capacidad de adaptación reducida, empezaron a tener serios problemas para mantener su supremacía; todo lo contrario que los mamíferos, que no sólo no se vieron perjudicados por la nueva situación, sino que se beneficiaron de ella, comenzando gradualmente a ocupar el hueco que dejaron los saurios. Las startups que han conquistado el mundo en las últimas décadas desde Silicon Valley, el primer lugar del globo en vivir el cambio de era, son el equivalente a los individuos más adaptados de la pujante familia animal. La caída del meteorito no hizo sino acelerar drásticamente este proceso darwiniano, de forma que la población de dinosaurios quedó enseguida diezmada, mientras la de los mamíferos pronto experimentaría una explosión en número y diversidad.

En el presente, nos hallamos en una tesitura económica similar a la que vivieron nuestros antepasados más lejanos en los estertores del jurásico: los modelos de organización dominantes están cayendo, y la pequeña escala empresarial está cobrando fuerza, pese a que aún no ha tenido tiempo de desplegar todo su potencial. Pero lo hará; las leyes que gobiernan la evolución son ineludibles y la especie más adaptada, sí o sí, acaba triunfando.

lunes, 8 de abril de 2013

La segunda transición


(Artículo publicado el 28 de marzo en Cinco Días y firmado conjuntamente por el Profesor de la Universidad Internacional de la Rioja Iñaki Ortega y el Profesor de la Universidad Complutense de Madrid Francesco Sandulli)

La actividad emprendedora determinará cómo y cuando España saldrá de la crisis. En una reciente investigación económica los profesores Koellinger y Thurik de la Erasmus University de Rotterdam han demostrado que, contrariamente a lo que se pensaba, el ciclo económico no es un factor exógeno a la actividad emprendedora y que el emprendimiento en épocas de crisis económica es el factor determinante de cómo y cuando una economía volverá a un ciclo expansivo.


Este hecho debe hacer reflexionar a los responsables de las políticas económicas sobre la necesidad de impulsar en el actual contexto de crisis una decidida transición de una economía del management a una economía emprendedora. Esta transición permitirá que el tejido empresarial en España tenga incentivos a la ampliación de la frontera de posibilidades de producción, en lugar de seguir operando dentro de ella. Asimismo, los datos del Global Entrepreneurship Monitor para 2012 y del Directorio Central de Empresas del INE para 2012 indican que la actividad emprendedora y la microempresa están capeando la crisis mejor que la mediana y gran empresa. Ahora es el momento de aprovechar esta inercia con una política decidida de fomento de la economía emprendedora.

A la hora de diseñar los objetivos de la política que promueva esta nueva cultura se debe tener en cuenta que la economía emprendedora se fundamenta en tres pilares: conocimiento, riesgo y financiación.

En relación al conocimiento, España no es una excepción a la denominada European Paradox, por la cual el proceso de transformación de conocimiento en emprendimiento es muy ineficiente en Europa. Aplicando las lecciones aprendidas en otros países, el responsable de política emprendedora debería en primer lugar preocuparse por conseguir fondos para aumentar el stock medio de capital intelectual disponible en España, atrayendo a individuos altamente cualificados del exterior y fomentando la retención de talento nacional. Además es urgente que el emprendimiento sea una prioridad máxima en las políticas de las universidades españolas para que éstas se integren como un elemento más del sistema productivo y adopten una actitud mucho más activa en la comercialización de su tecnología y conocimiento, tal y como ya sucede por ejemplo en la Universidad de Mondragón. Para fomentar la comercialización del desaprovechado conocimiento universitario, es necesario promover en primer lugar su oferta, reconsiderando por ejemplo los actuales incentivos académicos a la creación de empresas de base tecnológica, e impulsar su demanda, reduciendo por ejemplo la elevada complejidad administrativa y tributaria asociada a los incentivos a la I+D externa en ámbito privado o a los mecanismos de fomento de la transferencia tecnológica como el patent box. Las políticas emprendedoras deberían potenciar el aumento del capital relacional de los emprendedores a través de programas de inmersión en redes de emprendedores como los planteados por Startup Loans en el Reino Unido.

El segundo pilar de la economía emprendedora es el riesgo. Aunque el riesgo es intrínseco a la actividad emprendedora, excesivos niveles de incertidumbre constituyen una barrera infranqueable para el emprendedor. El riesgo del emprendedor depende de la eficiencia de los mercados y la facilidad para que en España se produzcan fenómenos de creación destructiva . Una forma que tienen las administraciones de reducir el riesgo del emprendedor, especialmente la de corte más innovador por ser la que sufre las cotas más altas de incertidumbre, es facilitar el acceso a la contratación pública a la iniciativa emprendedora. Para muchas empresas en Silicon Valley el sector público fue su primer cliente facilitando la supervivencia inicial de la empresa. En España, la Ley de Economía sostenible no ha conseguido resolver los problemas que plantea la Ley de Contratos del Sector Público a los interventores de las distintas administraciones a la hora de aprobar contratos de productos innovadores o empresas nuevas. Estos problemas explican en gran medida por qué en España no existe una fuerte demanda temprana pública de productos innovadores. Este papel de fomento de la demanda temprana también puede ser jugado por la gran empresa, pero sería necesario sustituir los actuales incentivos a la I+D interna por el fomento de la I+D externa y la compra tecnológica.

El riesgo del emprendedor aumenta con regulaciones adversas. Por ejemplo, diversos estudios económicos demuestran que la rigidez del mercado laboral, las excesivas diferencias entre las prestaciones de protección por desempleo entre autónomos y asalariados, la inseguridad jurídica en la regulación de varios sectores de actividad, la elevada morosidad pública y privada o la actual falta de competencia en algunos sectores estratégicos incrementan el riesgo de emprender en España. Por tanto, incentivar el emprendimiento significa intentar resolver estos fallos regulatorios sistémicos que protegen el actual status quo en los mercados y que en muchos casos son intrínsecos a la forma de pensar y a la cultura del management que impera en España.


El tercer pilar de la economía emprendedora es la financiación. Emprendedores y financiadores comparten el mismo riesgo. Es muy elevado el número de investigaciones económicas que demuestran que la política más eficaz para atraer financiación al emprendimiento consiste simplemente en resolver aquellos fallos regulatorios sistémicos que aumentan el riesgo emprendedor. En Europa, Suecia es uno de los mejores ejemplos de cómo modificaciones en la regulación del sistema financiero, del mercado laboral, del sistema tributario o de los mecanismos de transferencia de conocimiento pueden hacer florecer un activo mercado de capitales orientado a la inversión en start-ups. Los ámbitos de potencial mejora son muchos, desde los incentivos fiscales para las ganancias de capital, los incentivos fiscales a la inversión de los fondos de pensiones en capital riesgo, la eficiencia del Mercado Alternativo Bursátil que actualmente tiene unos costes de salida excesivos o la potenciación de cauces más ágiles de acceso a microcrédito para fases semilla de start-ups que siguiendo el ejemplo de la iniciativa americana MicroLoan Program mejoren las actuales ineficaces fuentes de acceso a microcrédito basadas en la intermediación de entidades financieras.

La ejecución es tan importante como la estrategia. Hasta el momento, los esfuerzos públicos de fomento a los emprendedores se caracterizan por su fragmentación y descoordinación. Esta situación se debe a que el emprendimiento es un elemento puramente retórico en el discurso político que se sustenta en políticas coyunturales y en servicios públicos puntuales carentes, en la mayoría de las ocasiones, de un impacto relevante en la economía española. Es necesario definir una estrategia global que desarrolle políticas y programas de fomento del emprendimiento integrales de largo plazo. La estrategia política de fomento del emprendimiento no será eficaz sin un adecuado mecanismo de control. En este sentido, la medición de retorno a las políticas públicas como por ejemplo el ROI (Return on Investment) aplicado con éxito en el caso de Madrid Emprende se antoja esencial en la transición a la economía del emprendimiento. La medición del ROI permitirá discernir qué políticas y qué receptores de dichas políticas son los que generan un mayor retorno, ya que como señala Scott Shane, uno de los mayores expertos mundiales en emprendimiento, las políticas horizontales de fomento del emprendimiento, actualmente preponderantes en España, son mucho menos eficaces que las políticas verticales y discriminantes.

Si no se aprovecha el hecho de que, gracias a la actual crisis económica, el emprendimiento ha recibido la atención de ciudadanos y políticos, una vez superada la crisis, todos volverán a pensar en términos de economía del management y será mucho más complicado que España realice la tan necesaria transición a la economía del emprendimiento. La triple hélice española (administración, empresa y universidad) debe asumir el reto de impulsar esta transición y acelerar el cambio de ciclo económico. Se buscan políticos, consejeros delegados y rectores emprendedores para ello.

domingo, 27 de enero de 2013

Vivir sin aire

(Artículo publicado en el periódico ABC el día 27 de enero de 2013)


El aire ofrece resistencia, pero también permite volar. En pleno apogeo del fenómeno emprendedor en nuestro país, se está extendiendo un estado de opinión en algunos círculos que identifica todo lo público con un incesante viento en contra para los nuevos negocios. El argumento que comienza a calar es que, haga lo que haga, la administración estorba y, por tanto, no hay mejor política de fomento de la iniciativa empresarial que la que no existe.

       
Precisamente porque existe una correlación, constatable en los territorios más dinámicos, entre natalidad empresarial y marco regulatorio, es necesario darle valor a la actuación pública en este terreno. Para la doctrina económica la iniciativa privada es lastrada por la administración con los llamados “fallos gubernamentales” como son los impuestos o las regulaciones y trámites que desincentivan la actividad mercantil e impiden la unidad de mercado. Por ello los gobiernos han de empeñarse en  eliminar esos obstáculos pero, siendo muy importantes, no son el único factor que condiciona la creación de empresas.


Esta compleja realidad también viene determinada por fallos del propio mercado, como la imposibilidad para las pymes de conseguir financiación con los efectos que estamos padeciendo, la desconfianza de las grandes empresas en las nuevas para contratarles que consagran situaciones oligopolísticas o la falta de conexión entre la empresa y la educación con las consecuencias conocidas en materia de desempleo. Sin olvidar otra serie de elementos culturales cuya naturaleza no es stricto sensu económica pero que forman parte de un marco institucional informal. Son ejemplos de ello la preferencia social por el trabajo por cuenta ajena, la mala imagen de los empresarios en el conjunto de la ciudadanía o el estigma social que supone el fracaso en una aventura emprendedora.

Además, los partidarios de la omisión como única estrategia a seguir por la administración suelen tomar Silicon Valley como prueba de que en la consecución de un ecosistema favorable a la iniciativa empresarial lo público no tiene otro rol que el de asegurar la libertad en la interacción entre los agentes privados: emprendedores, inversores, centros de conocimiento y grandes empresas. Efectivamente esta tarea es fundamental, sin embargo, estas voces tienden a obviar que el éxito del «Valle» se basa también en el modelo universitario local auspiciado por numerosas actuaciones públicas fiscales y normativas. Y por supuesto el mejor lugar del mundo para crear una empresa no existiría sin las estrechas conexiones entre el Gobierno norteamericano y el primer cluster industrial que emergió en California (que nunca han cesado y que precisamente están detrás de un desarrollo tan decisivo en la historia reciente de este milagro económico como es internet).


Pero la influencia de los programas y leyes federales en la actividad emprendedora trasciende Silicon Valley. Contrariamente a lo que se cree, el gobierno de Estados Unidos es el que con más intensidad y durante más tiempo ha practicado una activa política pública a favor de la creación de empresas. En efecto, la promulgación de la ley Small Business Act en 1953 marcó el punto de partida de una política caracterizada por una amplia variedad de actuaciones encaminadas, entre otros, a reforzar la cultura empresarial, promover la industria del capital riesgo y los microcréditos, incentivar la participación de las minorías en la actividad emprendedora, construir incubadoras empresariales o auspiciar el nacimiento de spin-offs universitarias. Para ilustrar los beneficios que la fuerte implicación gubernamental ha tenido, baste mencionar que empresas como Apple, Compaq o Intel recibieron en su día apoyo financiero público para acometer su estrategia de crecimiento, y que en la actualidad el 38% de las patentes que se registran en el país proceden de start-ups que se han beneficiado de contratos federales.
Ese papel activo asumido de modo pionero por la administración estadounidense desde mediados del siglo pasado ha servido de inspiración al resto del mundo desarrollado. Aunque no faltan buenos ejemplos en Europa, el caso de éxito más paradigmático se encuentra en Israel; la iniciativa gubernamental Yozma de principios de los 90 fue el germen de una potente red de incubadoras tecnológicas y fondos de capital semilla que ha logrado que el país hebreo sea, después de Estados Unidos y junto a China, el que más empresas tiene cotizadas en el Nasdaq.


La tendencia en los últimos años no es precisamente hacia la extinción de la política de emprendedores, sino hacia su refuerzo por medio de la colaboración con el sector privado y la coordinación con otras políticas públicas susceptibles de incidir en la actividad empresarial incipiente: el visado para emprendedores del Reino Unido y Canadá o el programa de partenariado público-privado Startup América son claros exponentes de esta novedosa intervención a favor de la creación de nuevos negocios, que lo que buscan es la consecución del mejor ecosistema emprendedor.



España es el Estado de la OCDE en el que más ha caído la natalidad empresarial desde la irrupción de la crisis y, habida cuenta de la dirección en que marcha la política de emprendedores en las economías más avanzadas, no parece que el mejor camino para  propiciar su recuperación pase por renunciar a una estrategia de acción. Al contrario, ahora más que nunca lo que se impone es potenciarla: primero, racionalizando los esfuerzos que, de forma no orquestada y aislada, han dado lugar a las más de 2.500 plataformas públicas de apoyo a los emprendedores que actualmente existen; y, segundo, incorporando las líneas de actuación que mejor están funcionando fuera de nuestras fronteras. Esta orientación no solo es plenamente compatible con el avance en la reducción de barreras administrativas; también lo es con la obligada búsqueda de la eficiencia del gasto público.



Afortunadamente, de las muchas y muy destacadas firmas que respaldan el reciente manifiesto «España Emprende» promovido por el Círculo de Empresarios, se desprende que la sensatez se acabará imponiendo a la iconoclasia que abrazan unos pocos que todavía se empeñan en ver un leviatán donde solo hay recursos mal gestionados.



Después de todo, lo público es como el aire en el que los emprendedores baten sus alas; guste o no, forma parte del marco institucional, y, si los resultados no son los esperados, es más inteligente abogar por su reforma que caer en la simple descalificación o pedir su desaparición. Porque, entre otras razones, y  como decía la canción del grupo mexicano Maná «quisiera vivir sin aire pero... no puedo.»

Iñaki Ortega, es doctor en economía y autor del libro "Políticas públicas para emprendedores"