jueves, 30 de abril de 2015

La lucha contra el cibercrimen

(este artículo fue publicado originalmente en el suplemento Innovadores del periódico El Mundo el día 30 de abril de 2015)

Hace unas semanas el Presidente Obama se desplazó al corazón de Silicon Valley, a la Universidad de Stanford. La recomendación partía nada menos que de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), además de la propia CIA. El objetivo era lograr apoyos entre los emprendedores tecnológicos a favor de la ciberseguridad. La preocupación de ambas agencias nos demuestra que la cuestión no es baladí. El Presidente aseguró en su visita que desde que es inquilino de la Casa Blanca los ataques informáticos se han quintuplicado. De hecho, recientemente gigantes empresariales han sufrido las consecuencias, como es el caso de Target, Home Depot o Sony con la polémica película sobre Corea del Norte. También en España, la editora de este periódico, Unidad Editorial y entidades bancarias como el Santander han elevado la prioridad de control de los riesgos cibernéticos y actuado en consecuencia, destinando cada día más recursos a la ciberseguridad. Somos ya el tercer país del mundo con  más ataques. En 20014  sufrimos alrededor de 70.000 agresiones cibernéticas. 


Con su visita a Silicon Valley el presidente de EE UU  buscaba  sensibilizar a los emprendedores y lograr llamar su atención con el argumento de que si ayer esas otras empresas fueron atacadas, mañana cualquiera puede sufrirlo en sus propias carnes, embistiendo contra su privacidad o sus finanzas.

Los expertos en riesgos son menos laxos en sus planteamientos que el Presidente Obama y consideran que hay muchas industrias que no han invertido lo suficiente en este terreno y de hecho al día de hoy están desprotegidas ante acciones de piratas informáticos y de sus programas maliciosos (badwares).  

Es por esto que a los conocidos nichos de negocio para las nuevas empresas de base tecnológica, como son el internet de las cosas, la movilidad o la robótica, hemos de incluir ahora todo lo relativo a la ciberseguridad. 

La nueva generación del milenio, los millennials, es la primera generación nativa digital y al igual que con sus innovaciones disruptivas están dando soluciones en sectores tan variopintos como el turismo, la música, la energía o las telecomunicaciones, han de afrontar necesariamente el reto de la seguridad dentro de ésta nueva era cibernética.


Iñaki Ortega es  doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto

Rafael Chelala es abogado y  codirector del PIC (programa de innovación en ciberseguridad)  de Deusto Business School

domingo, 26 de abril de 2015

La economía circular

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico ABC el día 26 de abril de 2015)



En el siglo XVII en el seno de la Iglesia Católica surgió un movimiento místico-religioso que se extendió rápidamente por Europa. El quietismo propugnaba el abandono más absoluto de la participación en la vida pública. Fundado por el sacerdote español Miguel de Molinos, defendía la pasividad porque era más probable que Dios hablase al alma cuando ésta estuviera en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar facultad alguna, aceptando el mandato divino.

Han pasado cuatro siglos desde entonces pero hoy un quietismo actualizado está plenamente vigente. Es habitual leer o escuchar la apología de la no implicación social, el desprecio hacia los asuntos públicos o la desconfianza hacía la política. Las razones de esta defensa de la inacción tienen bases sólidas en el descrédito de la clase política o en la larga crisis económica que ha exigido el redimensionamiento de las administraciones públicas, lesionando el estado del bienestar y por supuesto en el ensimismamiento que ha venido de la mano de internet y las redes sociales. En ocasiones parece que esos nuevos ideólogos de la pasividad olvidan la crisis que sufrimos y pontifican en una suerte de “il dolce far niente”.


Pero si hacia el 1685 la propia Iglesia fue capaz de impedir que el quietismo echase raíces o el actual Papa ha hecho bandera de lo opuesto con un activismo rayano en lo políticamente incorrecto, por qué no vamos a poder cambiar ese determinismo imperante. La cultura del encuentro del Papa Francisco unido a su defensa de las causas pérdidas sin olvidar su valentía en asuntos como la limpieza de la finanzas vaticanas son la pauta de cómo actuar.

No estamos tan lejos de lograrlo y basta con cambiar el enfoque de la lente con la que nos aproximamos a la realidad cotidiana para darnos cuenta de ello. Hoy el activismo social es la forma con la que miles de ciudadanos del mundo intentan cambiar las cosas que no les gustan. Son innovadores sociales los que han hecho posible que SAP, la multinacional alemana del software, se haya comprometido a tener en su plantilla a un 1% de empleados autistas porque con su capacidad de concentración son los más eficaces detectando errores de programación.
Ashoka, nos recuerda que el 99% de las muertes en los partos se producen en zonas rurales del mundo no desarrollado que podrían evitarse si tuviesen atención médica. Andrés Martínez es un profesor español de ingeniería en telecomunicaciones que ha ideado una mochila con un kit que permite realizar ecografías y mandarlas vía wifi al médico más cercano. Los resultados de la mochila de este emprendedor social en Guatemala, Perú y Ecuador son espectaculares y lo que es más importante están salvando cientos de vidas de madres y bebés.

La profesora de la universidad de Sussex, Mariana Mazzucato se ha atrevido a defender y demostrar en su libro “El estado emprendedor” que la acción de lo público está detrás de las más arriesgadas innovaciones, como por ejemplo internet. Sin duda, la red es la herramienta conocida más democratizadora y generadora de oportunidades. Por ello no hay que dejar de actuar con políticas gubernamentales que fomenten la actividad económica como lo hacen Israel, Corea del Sur o Dinamarca.

La nueva amenaza del cibercrimen hizo posible, hace unos días, que se reuniesen en La Haya gobiernos, empresas, hackers y juristas, dejando a un lado sus diferencias para, en palabras del primer ministro holandés, “que internet siga siendo libre, abierto y seguro”.

Actuar en cooperación es, asimismo, la filosofía de la nueva economía colaborativa que ha hecho posible que la mayor cadena de hoteles del mundo no tenga ni una habitación, o que la más amplia red de trasporte público del mundo sea privada y no posea ni un vehículo en propiedad. AirBnb o Uber, permiten que la gente viaje barato y seguro y son ejemplos de un mundo que viene, que se ha definido con el acrónimo P2P (del inglés peer to peer o lo que es lo mismo: una red entre iguales).

El concepto de “economía circular” surgió hace unos años vinculado a la energía y la necesidad de tener un mundo sostenible donde el reciclaje o las renovables ayudasen a esa causa. Hoy podemos decir que su significado se ha desbordado capilarizándose a toda la economía esa actuación circular, inclusiva, concertada de los emprendedores, el sector público y las grandes corporaciones en un mundo que no es el que nos gustaría tener pero que nos ofrece, como nunca antes, herramientas para cambiarlo.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario

NOTA: Este artículo fue inspirado por una visita a la sede de la empresa Ecoembes. También el presidente de Ashoka, Carlos Abad y el visionario emprendedor español Carlos Barrabés, en sendas conversaciones me dieron, sin saberlo, las claves para escribirlo.

martes, 14 de abril de 2015

El Partido de la Innovación

(este artículo fue publicado originalmente en el suplemento Innovadores del periódico El Mundo el día 14 de abril de 2015)


Se ha puesto en marcha un reloj que no dejará de andar hasta que termine este año. ‎El calendario electoral en España, con elecciones en los tres niveles administrativos en los próximos meses, nos aboca a que las noticias estén monopolizadas por el contraste de las propuestas de los diferentes partidos políticos. La lentitud con que la recuperación económica se está capilarizando en la economía real y en la percepción de la ciudadanía, está provocando que el debate esté virando hacia la economía, cómo crear empleo y mejorar las condiciones de vida de los españoles.  Todos los partidos y candidatos hablan, en una suerte de déjà vu (para los que tenemos algo de memoria) de términos como innovación, emprendedores, fiscalidad, trabas administrativas, inversión, autónomos  y talento.


Por ello me atrevo desde la independencia de la academia ‎y con la vista puesta en las mejores prácticas de los territorios más dinámicos del mundo a proponer a las diferentes fuerzas políticas algunas ideas que les ayuden a ser consideradas como el partido de la innovación. 

Hace unas semanas en la celebración del décimo aniversario de la agencia pública Madrid Emprende, elegida por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como modelo de referencia de fomento del ecosistema emprendedor para trasferir‎ a Latinoamérica, se puso de manifiesto las 3 Es sobre las que se sustenta su éxito: equipo, estorbos y ecosistema. Personas motivadas,  preparadas y emprendedoras trabajando para eliminar los obstáculos a los que se enfrentan las nuevas empresas. Con instituciones y grandes corporaciones que son capaces de alinear sus intereses para lograr que las innovaciones de los emprendedores sean buenas para sus negocios, el territorio y la ciudadanía.

La Fundación Kauffmann con sede en Kansas City, sin duda el think tank más respetado y seguido en el mundo del entrepreneurship, dio las claves en una conferencia en el congreso PRODEM celebrado en República Dominicana. Las políticas públicas no deben replicar en ningún caso el irrepetible Silicon Valley, ni acabar considerando los proyectos de apoyo a la innovación como meras actuaciones de real state o inmobiliarias. En cambio ha de apostarse por programas de innovación abierta, que integren a los diferentes actores para evitar que cada uno haga la guerra por su cuenta. ‎Inspirarse en las experiencias públicas de éxito además de la solidaridad entre las startups consagradas y las incipientes son otra clave para la fundación americana. La competición entre los diferentes programas para lograr la excelencia ha de promoverse; huir del elitismo de apoyar exclusivamente a las empresas de base tecnológica sino ayudar a que nuevo tejido aparezca, sean o no futuras gacelas. Sin olvidar que para evaluar y saber el retorno que estas actuaciones provocan han de exigirse métricas, cuyo conocimiento por los policymakers y por la ciudadanía garanticen que los impuestos invertidos no son malgastados.

En Deusto Business School llevamos años formando a directivos públicos de todos los partidos políticos a través del PLPE (programa de liderazgo público en emprendimiento e innovación) con el concurso de la Fundación Rafael del Pino. ‎Nuestra experiencia nos lleva a concluir que no hay unos participantes que sean más proactivos a aprender que los servidores públicos. Por tanto no dejemos de repetir que no es necesario volver a inventar la rueda sino que basta con tener ganas de aprender, de mirar a nuestro alrededor con ánimo no destructivo y actuar en comandita y con coherencia. Solo así conseguiremos, no tener el partido de la innovación a quien votar, sino algo mucho mejor, el país de la innovación que tanto necesitamos‎.

Iñaki Ortega es profesor de la Universidad de Deusto  y autor del libro “Políticas Públicas para los Emprendedores”.


miércoles, 8 de abril de 2015

El futuro ya está aquí (y empieza por la C)

(este artículo fue publicado originalmente en América Economía el día 8 de abril de 2015)

En los numerosos pronósticos con los que habitualmente nos deleitan think-tanks de medio mundo hay dos elemento coincidentes. Todos las predicciones reconocen la complejidad  del escenario por los cambios que acontecerán. Por ejemplo, en la geo­estrategia  con el petróleo como protagonista,  en la política con el fin del bipartidismo o en la economía fruto de las disrupciones tecnológicas.

Complejidad y cambios que hay una generación que está más preparada que ninguna otra para afrontarlos. Son los millennials, aquellos que nacieron entre finales de los 70 y los 80, que han crecido con la crisis como compañera y que precisamente por eso saben cómo lidiar con ella. Los más reputados institutos y empresas han estudiado en todo el mundo la generación del milenio concluyendo que tres son los atributos que hemos de aprender de ellos y que casualmente empiezan por la letra “c” igual que los cambios y la complejidad que pretenden explicar:

1.      Ciencia que aporte luz y respuestas  a las incógnitas del momento. Será necesario por ello tener una sólida formación en especialidades técnicas que los anglosajones han resumido en el acrónimo STEM  (Science, Technology, Engineering y Mathematics). Cada vez son más los territorios que usan el ratio de estos titulados sobre el total de egresados para conocer el grado de inserción en la nueva economía. Israel y Corea nos sacan también en esto ventaja a los europeos.

2.      Crear empresas para emplearte y aportar riqueza a la sociedad en la que vives. Los millennials no emprenden por necesidad sino porque es la forma de ser coherentes con su forma de ser. La llamada revolución emprendedora supera lo económico y es coherente con un nuevo mundo que está naciendo en el que los cambios vendrán de abajo a arriba, de los micropoderes que llama Moises Naim; frente a lo que estábamos acostumbrados o incluso seguimos esperando y es que alguna gran institución nos ofrezca la solución mágica.

3.       Colaborar entre emprendedores para solucionar los problemas que nos rodean. No es caridad y no es solo negocio, es ser innovador para salvar el mundo a través de la economía colaborativa y los emprendedores sociales. Es una disrupción en los modelos de negocio que supera los que priorizaban el volumen (B2C) o para los que lo importante eran pocos pero buenos clientes (B2B) para llegar a la cooperación entre iguales (P2P), tal y como preconiza Jeremy Rifkin en su obra Economía de coste cero.

Esta sencilla regla de las 3c la siguen millennials como Joaquín Muñoz que le acaba de ganar desde su pequeño despacho en Madrid la demanda del derecho al olvido en Luxemburgo al todopoderoso Google; José Luis Fernández un jovencísimo ingeniero que ha seducido a Microsoft con su startup de retos fotográficos; Sergio López dirigiendo  un holding de 20 empresas tecnológicas en el que el trabajador más joven es él; Ángela Borreguero que ha dejado todo para irse a vivir a un recóndito valle y montar una empresa de ayuda domiciliaria o Pedro Rincón que con su emprendimiento social de descuentos está consiguiendo, sin abandonar su ciudad natal, una mejor vida para las personas desempleadas.

Son muchas las multinacionales de muy diferentes sectores que se sitúan en esta tendencia global. Telefónica con OPEN FUTURES, El BBVA con OPEN TALENT o Ferrovial con SMART LAB.  Por ejemplo la gestora de infraestructuras con este proyecto  trata de escalar la capacidad de los emprendedores millennials en el entorno de la innovación en los servicios urbanos contando para ello con una agencia pública como Madrid Emprende que en último término hará posible convertir la capital de España en una inmensa incubadora donde testar las innovaciones de los emprendedores.
Son los millennials, la nueva generación del milenio que están inventándose su empleo y están llamados a sacarnos de la crisis.


Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School y acaba de publicar su segundo libro con el título MILLENNIALS, INVENTA TU EMPLEO (UNIR ediciones)