domingo, 17 de mayo de 2015

De los ninis a la generación Z

(este artículo fue publicado originalmente en el Diario Montañés el día 17 de mayo de 2015)


El término "ni-ni" saltó a la opinión pública española hace más de seis años de forma paralela al estallido de la crisis económica. Muchos jóvenes estaban abocados a no poder estudiar ni trabajar. En ese contexto de rápida destrucción de empleo, y ante la perspectiva de una larga recesión, no fueron pocas las voces que alertaban del grave riesgo de perder a toda una generación de españoles que iba a tener muy difícil no sólo incorporarse al mercado laboral, sino sobre todo, avanzar hacia la madurez carentes de ilusión y sin ningún proyecto de vida.



Ha pasado mucho tiempo desde 2008 y la crisis ha cambiado nuestra economía, no sin un importante coste para las familias. Muchas de las amenazas siguen ahí, pero España exporta más que nunca -en diversas universidades europeas vuelven a hablar  del "milagro español"-, el crecimiento se consolida  y volvemos a ser atractivos para invertir.

Y sin hacer ruido, buena parte de estos indicadores positivos están directamente relacionados con el constante acceso de integrantes de la generación del milenio -milennials- a puestos y espacios de responsabilidad en la economía española. Ese conjunto de españoles nacidos en los 80 y primeros 90 forman la primera generación que ha convivido con la crisis y la disrupción tecnológica, la más emprendedora y la que mejor ha sabido entender los cambios que nuestro tejido productivo necesitaba para retomar la senda del crecimiento.

Muchos de ellos se han curtido en empleos para los que estaban sobrecualificados; otros no dudaron en inventar su propio puesto de trabajo incluso más de una vez, sin desaliento; y han obligado a las multinacionales a entender su concepto de economía colaborativa y de gestión del talento.

Hace unas semanas en un seminario sobre esta generación impartido en la Fundación Botín, se nos recordó que en su día las grandes compañías incorporaban a sus filas a los trabajadores que entendían más cualificados para hacer crecer sus cifras de negocio dentro de su sector de actividad. Hoy los más demandados son aquellos que aportan ideas para diversificar la empresa, para sumar a nuevos grupos de clientes y para renovar procesos que el propio peso de la compañía había dejado obsoletos. Y a la hora de atraer ese talento, las empresas han tenido que cambiar también determinadas actitudes: por encima del sueldo cuenta el entorno de trabajo, la sensación de pertenecer a un proyecto común y las posibilidades de seguir aprendiendo y desarrollándose.

Los milennials están llevando a cabo en todo el mundo la máxima de que el crecimiento económico actual se genera en espacios de emprendimiento pequeños en los que se unen personas de origen y cualificación diversa. Y en Cantabría, territorio de pymes, pueden ser el estímulo que necesitamos para dejar atrás definitivamente la crisis, renovando nuestra realidad productiva de abajo hacia arriba. Pymes más tecnológicas, más capaces de internacionalizarse y más resistentes a los vaivenes económicos. Los milennials están creando las empresas que darán trabajo a nuestros hijos mientras llevan a España al nivel de I+D+i que el tamaño de nuestra economía exige (el ranking Global Innovation Index nos sitúa aún en el puesto 27).

Además, la segunda mitad de esta década va a ser la de la incorporación masiva de los milennials a los puestos de responsabilidad en la política y en las empresas públicas. Veremos si los nuevos aires que ya han traído a nuestra economía se trasladan a la res pública y obtenemos como resultado un país más proclive al emprendimiento, a la innovación y a la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, para afianzar la recuperación que ellos mismos han iniciado desde el sector privado.

Y por último, no podemos olvidar a los que llegan por detrás: la que diversos autores norteamericanos han denominado "Generación Z" (los nacidos aproximadamente entre 1994 y 2002), y cuya principal característica es la de haber llegado a un mundo en el que la World Wide Web estaba ya plenamente desarrollada. Por lo tanto, carecen del concepto -tanto mental como académico- de libros, archivos y orden bibliotecario: desde la infancia han recibido miles de estímulos informativos sin filtrar -todo cabe en Internet- y siempre en forma de ceros y unos.

Sus integrantes de más edad están accediendo ya a universidades y al mercado laboral, destacando por su facilidad para adaptarse a entornos cambiantes, su pluralidad de opiniones y su necesidad de dedicar su tiempo solamente a aquellas cosas que les interesan. Una generación que ya está siendo objeto de estudio entre analistas y universidades de todo el mundo, porque entenderla es clave para vislumbrar el futuro plenamente digital que se desarrollará a lo largo del siglo XXI.

El reto para lo público, la academia y las empresas será alinear sus estrategias para tener muchos “jóvenes z” y en cambio los “ni-nis” sean ya sólo un triste recuerdo del pasado.


Leticia Diaz es Consejera de Presidencia y Justicia del Gobierno de Cantabria
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto.

NOTA: Este artículo se inspiró en la presentación del libro Millennials, inventa tu empleo (ediciones UNIR) en Santander en la Fundación Botín el día 24 de mayo.

sábado, 9 de mayo de 2015

Atención a los millennials

(este artículo fue publicado originalmente en los periódico El Correo y Diario Vasco el día 7 de mayo de 2015)

La generación del milenio representa las actitudes y habilidades propias del contexto del tercer milenio. Los jóvenes que tienen entre veintitantos y treinta y tantos años - los millennials – se están desarrollando profesionalmente en un contexto muy complejo y novedoso. Por una parte, la larga crisis les ha inducido a desarrollar actitudes laborales proactivas e innovadoras; por otra, la rápida evolución tecnológica en la que han crecido les han convertido en los mejor preparados para afrontarla. Un joven segmento demográfico todavía minoritario, con un importante potencial de crecimiento e influencia en el conjunto de la sociedad.

El estudio sociológico de esos jóvenes pone de manifiesto que estos tienden a cumplir la regla de las 4 Cs: están dispuestos a cambiar de empleo o de ciudad, son más creativos, propensos a la cooperación y a una mayor preparación científico-técnica. Resulta sintomático que durante éste último año el grado universitario con mayor nota de corte en España haya sido la licenciatura de física con matemáticas, unos estudios orientados al análisis cuantitativo más sofisticado. La omnipresencia de la informática, los dispositivos de telefonía, los programas y aplicaciones de interrelación social promueven el dominio de conocimientos y habilidades para aprovecharse de éste entorno. Un nivel de capacitación científico – técnico que está alcanzando a grandes capas de población en el mundo entero, y que les va a permitir una capacidad de progreso personal y dinamización socio-económica como nunca ha habido en la historia.

Los millenials están creciendo con dos clases de “héroes” en sus cabezas. Por una parte los pioneros “mayores” como Bill Gates (Microsoft) o Steve Jobs (Apple); y por otra los más jóvenes, como Larry page y Serguéi Brin (Google), Mark Zuckerberk (Facebook) y Jan Koum (WhatsApp). Ambos grupos de pioneros tienen en común una característica con un enorme potencial de ilusión y de transformación social; partieron de unas escasísimas bases de recursos financieros y humanos, multiplicando exponencialmente la inversión realizada hasta extremos nunca vistos hasta ahora en la historia del hombre sobre la tierra. Tan irresistible atractivo, apoyado por un entorno inversor extraordinariamente favorable (por los bajos tipos y los innumerables clubs de inversores e incubadoras de internet, además del crowdfunding) está convirtiendo el emprendimiento en la primera opción de un creciente segmento de la población occidental.

Por ello los nuevos yacimientos de empleo de los altamente cualificados millenials son cada vez menos accesibles para las grandes empresas, que durante el siglo XX habían venido acaparando el empleo de los segmentos de población más capacitados. Desde que el economista David Birch publicara en 1979 que el empleo lo provocan los emprendedores, los sucesivos estudios han refrendado su tesis; muchas pequeñas y medianas organizaciones son las que crean los empleos; empresas que se coordinan entre sí en complejas cadenas de valor añadido que van copando crecientes parcelas de la economía. Éste entorno les ha empujado a las grandes empresas a buscar cómo integrar en su cultura las actitudes y las capacidades de éste colectivo incorporándolos a sus plantillas; para ello están promoviendo en sus grupos el intra-emprendimiento (el I+D+I que genera nuevos negocios para diversificar); de hecho, el profesor Christiansen – de la Universidad de Harvard – ha afirmado que las empresas del siglo XXI están abocadas a fracasar si no trabajan con emprendedores. No hace falta dedicar mucho espacio a argumentar que la forma de tratar a los millenials debe de ser sustancialmente distinta a la de los empleados habituales; son personas más asertivas, independientes, e incluso rebeldes; si el entorno no les gusta mucho, se marchan. También tienen el potencial de promover y mantener procesos colectivos de innovación y progreso que creen un extraordinario valor para los accionistas de esas corporaciones.

Éste grupo social ha hecho de la necesidad virtud; son fuertes y resueltos. Y nadie puede vislumbrar todavía cual puede ser llegar a ser su influencia en los gustos del conjunto de la sociedad y en las exigencias que van a plantear a las organizaciones sociales y los partidos políticos. Conforme vaya aumentando su número y el peso de sus decisiones en el conjunto de la sociedad, podremos evaluarlo con más precisión. Ahora, en este momento, lo que es seguro que se puede proclamar ¡atención a los millenials!

Ignacio Suárez-Zuloaga, Presidente de la Fundación Zuloaga e Iñaki Ortega Cachón profesor de Deusto Business School.

lunes, 4 de mayo de 2015

Los hackers buenos

(este artículo fue publicado originalmente en los periódico El Norte e Castilla y el Hoy de Extremadura los días 3 y 4 de mayo de 2015)

Los inversores privados que con su saber hacer y capital ayudan a los emprendedores son los llamados
business angels. Toman la forma “angelical” en contraste con los tiburones financieros que en las diferentes crisis financieras con sus ansias especulativas arruinaron a ahorradores y empresas. El término hacker del inglés “piratear”, necesita también una actualización porque cada vez son más los tecnólogos que están pasando de la informalidad de piratear como diversión a la defensa cibernética activa: son los hackers angels.

Porque es ya una realidad que los ciberdelitos acechan a las empresas. Cada vez son más frecuentes las informaciones relacionadas con ataques cibernéticos que sufren grandes empresas y organismos internacionales. Esas son solo las noticias más llamativas, pero lo cierto es que la mayor parte de los ataques informáticos se dirigen a las pymes, solo en España sufrimos  más de 70.000 agresiones cibernéticas en 2014, ostentando el triste honor de ser el tercer país del mundo en esta estadísitca.  Muchas de las empresas “asaltadas” comparten una misma característica: pequeños negocios cuya actividad está en la red y su  tamaño les impide estar alerta de las herramientas que les permiten defenderse de un ataque.

Si hoy en día cualquier negocio de los llamados tradicionales está protegido por alarmas o cámaras de vigilancia, debería tener el mismo sentido que aquellas empresas con exposición digital y en cuyas bases de datos disponen de información confidencial tuvieran las barreras y la ayuda adecuada frente a las nuevas formas de delincuencia informática.

La falta de inversión en seguridad informática por parte de las empresas menos grandes, tenga de ello la culpa la crisis o no es un hecho. A día de hoy muchas empresas están desprotegidas ante acciones de piratas informáticos y de sus programas maliciosos (badwares).   Es por esto que a los conocidos nichos de negocio para los innovadores y las nuevas empresas de base tecnológica, como son el internet de las cosas, la movilidad o la robótica, hemos de incluir ahora todo lo relativo a la ciberseguridad. 

La tecnología está generado agujeros de seguridad, en una pelea permanente en la que las empresas van por detrás de los delincuentes. Es importante que las pymes sean conscientes de los graves riesgos que les acechan y que tomen las precauciones oportunas para mantener a los ciberdelincuentes a raya con los hackers “buenos” de su parte


Iñaki Ortega, es director de Deusto Business School en Madrid