domingo, 28 de abril de 2024

El último baile del país vasco

(este artículo se publicó en el Informe sobre las elecciones vascas de LLYC publicado el día 22 de abril de 2024)

El aurresku es una danza típica vasca. Se baila para dar solemnidad a un acontecimiento, bien unas fiestas patronales, una visita de postín o un homenaje a una personalidad. En los últimos años se han convertido en habituales y es difícil un acto en Álava, Vizcaya o Guipúzcoa sin esta tradición. Los aurreskus son protagonizados por dos personas, el bailarín y el músico. El danzarín sube la pierna, realiza varios saltos y mientras su acompañante toca una flauta vasca -txistu- y un tamboril. Dos hombres y toda la atención del público.

Las elecciones al parlamento vasco celebradas el 21 de abril han sido como un aurresku. Un juego de dos personas. PNV y Bildu. Nadie más. Y todo el resto atendiendo. Finalmente ha ganado Imanol Pradales, el candidato a lehendakari del PNV, en votos y porcentaje a Pello Otxandiano de EH Bildu. Igual número de escaños, 27 cada uno, pero como en la danza vasca, aunque salgan dos personas al escenario, todas las miradas son para el bailarín, y este, tras una noche electoral de infarto, es Pradales. La danza ha sido entre los dos, sin embargo, el empate en parlamentarios supone una victoria para el de Santurce, ya que los socialistas apoyarán la continuidad en Ajuria Enea del PNV, con la tranquilidad de que están respetando el veredicto de las urnas (y de los pactos que mantienen en las tres diputaciones vascas y en los principales municipios). 

Pradales y Otxandiano, dos auténticos desconocidos para los vascos han protagonizado una lucha cerrada en estas elecciones en la que el resto de los candidatos, solo les cabía gestionar sus miserias. El PSE con Eneko Andueza, sabiendo que pactaría con el PNV porque así lo exige su pacto en Madrid, aspiraba a aportar unos escaños a los 38 de la mayoría absoluta jeltzale. El PP vasco a subir algún parlamentario, con la esperanza de que no le diesen los números al PNV más el PSE y que Vox no repitiese escaño. Sumar, Vox y Elkarrekin Podemos a tener representación, aunque no aporte nada a la gobernabilidad vasca, pero sí a sus arcas. Al final todos contentos menos los de Pablo Iglesias. Los socialistas vascos seguirán siendo socios del PNV en Vitoria y en Madrid; los populares continúan creciendo con Feijóo, aunque tímidamente; Yolanda Diaz tiene su primera alegría tras la fundación de su partido y Vox -sin que nadie diera un duro por ellos- suben en votos y mantiene el asiento de Amaia Martínez. Podemos da un paso más hacia su desaparición. 

Mientras tanto en la Carrera de San Jerónimo los resultados de las elecciones vascas refuerzan la presidencia de Pedro Sánchez. El PSOE respira porque mejora sus resultados y sobre todo porque amarran el voto del PNV para el resto de la legislatura. Bildu seguirá apoyando al presidente del gobierno porque a la vista de su crecimiento electoral en los tres territorios históricos vascos, es muy rentable en las urnas. Sumar coge resuello para las elecciones catalanas y europeas que lo usará con más hiperactividad aún de sus ministros. Los nacionalistas catalanes se miran en el espejo vasco, con la ilusión de que su electorado también premie los pactos de Madrid que seguirán vigentes estas semanas antes de las elecciones al Parlament. Para el PP estas elecciones, sin ser buenas, les permite mantener el discurso de que Sánchez pacta con los más radicales. Sus portavoces se encargarán de recordar en toda España las declaraciones de los socialistas los días previos a los comicios vascos alertando que Bildu no condenaba el terrorismo.

El 25 julio de 2015 en un pueblo de Vizcaya un joven ingeniero bailó un aurresku en un homenaje a un miembro de la banda ETA. Frente a una foto de la terrorista que formó parte del cruel comando Donosti, el bailarín le rindió honores y terminó inclinándose ante la imagen de la etarra. Ese dantzari era Pello Otxandiano. No sabemos si esto le ha costado o no ganar las elecciones vascas de este domingo. Lo que está claro es que una parte importante de la sociedad vasca ya lo ha olvidado. Las miles de víctimas del terrorismo y los cientos de miles de exiliados jamás podrán hacerlo.

¡A pagar

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 minutos el día 15 de abril de 2024)


Los mayores del lugar se acordarán de un concurso televisivo de los años noventa que consistía en acertar el precio exacto de un producto. Presentado por el mítico Joaquín Prats comenzaba el programa con un recordado gesto con su mano derecha mientras gritaba ¡a jugar!

Han pasado treinta años y ya no se emite este formato, pero miles de españoles recordamos el concurso del precio justo ahora que comienza la campaña de la renta. Lo explico rápidamente. Hasta el primero de julio habrá tiempo para regularizar el IRPF con la hacienda pública con la certidumbre de que habrá que pagar más a la vista de los informes que hemos conocido esta semana. El servicio oficial de estadística europea ha confirmado que en España en los últimos cinco años la presión fiscal ha subido 30 veces más que la media de la Unión Europea. La suma de impuestos, cotizaciones, nuevas figuras recaudatorias y la desaparición de las rebajas del IVA y otras ayudas como la de la gasolina, sitúa a los españoles como los europeos con mayores alzas de impuestos.

Nada que deba sorprendernos porque este gobierno se ha jactado con la ministra de hacienda de portavoz de que hay que subir los impuestos para financiar los crecientes gastos del estado. Montero defiende que hay margen para alcanzar los impuestos de alemanes o franceses, olvidando que no tenemos la riqueza de esas naciones. Lo de los nuevos tributos a los bancos y las eléctricas ya lo sabíamos porque se han empeñado en recordárnoslo, pero me temo que ahora en la campaña del IRPF nos daremos cuenta en primera persona de las subidas en la renta y en las contribuciones extraordinarias para pagar las pensiones. Al mismo tiempo las peticiones para actualizar las tarifas impositivas a la subida de los precios no han sido tenidas en cuenta por el gobierno. No es fácil de entender, así que aquí va un resumen: mientras los españoles, fruto de la inflación y de estos impuestos, tenemos cada vez menos dinero en la cartera, el gobierno ha recaudado como nunca en la historia de la hacienda pública española.  En este contexto ha de entenderse la petición del presidente de los empresarios para que la nómina llegue a los trabajadores sin descontar impuestos, de modo y manera que así millones de empleados se diesen cuenta de la cantidad de impuestos y contribuciones que pagamos al estado. Nada como verlo en tus cuentas corrientes (y no en las ajenas).

En cualquier caso, como nada de esto va a pasar, ni los impuestos bajarán ni la nómina nos llegará integra, nos toca gritar rememorando a aquel presentador de los años noventa ¡a pagar! Esa es la única certeza en los próximos meses para millones de españoles, aunque la renta te salga a devolver (enhorabuena) pagaremos todos los días más impuestos indirectos como el IVA y otros impuestos invisibles asociados a la subida de los precios. Que no abra ya los informativos la inflación no oculta que acumulamos dos años de subidas de los precios en los alimentos y eso unido a que en las nóminas nos retienen más y más dinero, cada vez somos más pobres. Y las arcas públicas a rebosar.  Qué nostalgia de ese precio justo con el que se titulaba el concurso, quizás así podría equilibrarse mejor el dinero del bolsillo y el dinero de hacienda.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

lunes, 8 de abril de 2024

¿Qué les pasa a los europeos?

(este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Cataluña el día 6 de abril de 2024)

El presidente Macron anunció en París hace unas pocas semanas que no descarta tropas francesas en Ucrania. En Alemania el gobierno del canciller Scholz se está planteando volver a un servicio militar obligatorio. Un renacido Donald Tusk saca pecho estos días porque Polonia es el país de la OTAN que más gasta en armamento en relación con su PIB.  Mientras tanto aquí INDRA, la empresa tecnológica participada por el estado español, ha celebrado por todo lo grande la presentación de su nuevo plan estratégico en el que prevé un crecimiento de un 40% de su facturación hasta alcanzar los 6.000 millones de euros debido al auge del sector de la defensa con proyectos emblemáticos que incluyen además de software de seguridad, aviones de combate o una nueva división de espacio satelital.

El embajador Pablo García-Berdoy lleva tiempo defendiendo que en el actual contexto geopolítico de guerras y conflictos para Europa es imprescindible contar con un sistema de defensa que sea capaz de hacer frente a las amenazas regionales y globales.  La Política Común de Seguridad y Defensa, así como la Ley de Refuerzo de la Industria Europea de Defensa mediante Adquisiciones Comunes o el esperado Programa Europeo de Inversiones en Defensa, son el marco perfecto para intensificar una colaboración público-privada que diseñe y ponga en marcha unas capacidades renovadas para la defensa. La mayoría de nuestros socios europeos lo ven claro y nuestra industria también. Hasta la ministra Margarita Robles se ha cansado de repetirlo con poco éxito dentro del gabinete en el que se mantiene la pulsión pacifista del socio del PSOE.

Más allá de poner la bandera de Ucrania en los avatares de redes sociales, no sabemos si esta tendencia es compartida por la ciudadanía europea. A las puertas de unas elecciones europeas en junio no estaría mal conocer si empresas, estados y ciudadanos van alineados. A eso se ha dedicado un reciente estudio que ha analizado la conversación digital en la red social X durante el último año en España, Francia, Alemania, Italia, Portugal, Polonia, Suecia, Países Bajos y Rumanía. En total se han analizado casi un millón de perfiles y más de 17 millones de mensajes. Y la sorpresa es que defensa y política exterior -con cerca de la mitad de todas las menciones identificadas- y ampliación y vecindad -con una de cada cuatro- destacan de manera muy significativa como los temas de conversación más relevantes. En un año que ha seguido marcado por la agresión rusa sobre Ucrania, así como por los ataques terroristas y las tensiones migratorias, la ciudadanía europea manifiesta un interés creciente por cómo la Unión se enfrenta a esas amenazas externas. La mala noticia es que la conversación predominante es ,como se dice en las redes, “hater”. El sentimiento mayoritario es negativo con un 60% de las menciones analizadas en las conversaciones sobre esta temática. La defensa y la ampliación enfadan a la vieja Europa con alemanes, italianos y franceses exhibiendo los niveles de hostilidad más elevados en la conversación social, con un 56%, 51% y 47% de sentimiento negativo neto respectivamente.

Y la muestra de que la defensa es algo que preocupa de verdad, es que esos mismos europeos apenas muestran interés por los problemas de competitividad y tampoco compran el optimismo de los expertos en la lucha contra el cambio climático Ahora el reto, especialmente para España, es superar ese acaloramiento del debate y la calculada ambigüedad del gobierno. Nuestra industria española de defensa que está demostrando una importante capacidad para producir y exportar productos y servicios en el sector terrestre, naval y aéreo, así como en los sistemas de información y comunicaciones requeridos por las operaciones militares, ha de ser percibida como una oportunidad para millones de españoles.  Empresas como Airbus, ITP, Navantia, Oesía o Aciturri además de la citada Indra son algunos ejemplos de esta nueva armada española.

En los próximos años se abre un escenario muy atractivo para todas aquellas compañías, pero también profesionales que quieran crecer en el campo de la seguridad y la defensa. Lejos de ser una responsabilidad exclusiva de los estados miembros, se hace inevitable una intensa colaboración público-privada para reforzar las capacidades europeas y una intensa pedagogía social. La industria española presenta un nivel de madurez elevado en este ámbito, estando en condiciones de afrontar el diseño y despliegue de proyectos europeos. Es probable que aquellas empresas que no participen de forma activa y temprana de esta dinámica de colaboración público-privada encuentren crecientes dificultades para mantener su competitividad y su capacidad de hacer negocio en el sector; pero también aquellos estados que se dejen vencer por trasnochados discursos pacifistas dejarán sin unas indudables oportunidades de empleo y por tanto bienestar para sus habitantes.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

miércoles, 3 de abril de 2024

Luces y sombras

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 2 de abril de 2024)

Todo el mundo suspira por las vacaciones de Semana Santa. El invierno se hace insoportablemente largo e idealizamos esta época del año porque enlazamos varios días de descanso en los que poder disfrutar de las procesiones, cambiar de aires en busca del sol o salir de la rutina de la ciudad. Estos son los pensamientos habituales antes de que llegue el Domingo de Ramos de un español medio. Dedicamos horas y horas durante los primeros meses del año a organizar (y disfrutar anticipadamente) de todos esos planazos que están por llegar.

Luego la realidad es un poco diferente. La lluvia, como este año, puede impedir que los pasos salgan; el sol suele ser sustituido por el viento y las esperas en aeropuertos y estaciones siempre se dan y son insufribles. Los atascos en las operaciones salida y retorno, toda una tortura que ningún navegador por mucha inteligencia artificial que tengamos ha conseguido evitar. Las veladas con tus hijos, idílicamente planificadas, se acaban convirtiendo en una insufrible regañina para que abandonen los chats de sus teléfonos móviles. Las cenas fuera de casa, un atraco a mano armada por un "rancho" mal servido. Los viajes con amigos al tercer día son motivo de discusión porque uno quiere ver museos y el otro ir de compras. Qué decir de esas ciudades tan ideales para visitar según las guías y tan anodinas cuando llueve y hace frío. Y para colmo cogemos tres kilos de más, que ahora que hay chaquetas se disimulan, pero que luego no hay quien se los quite cuando lleguen los calores y más se notan. Los libros vuelven a la estantería sin ser siquiera abiertos así como todos los dosieres pendientes de leer. Por supuesto cada noche añoramos la cama de casa con nuestra almohada. Menos mal que con tu familia también discutes cuando no hay vacaciones...

Pero aún así, nos encantan estos días. Abarrotamos las calles para ver las procesiones y comer churros riquísimos. Arrastramos maletas y mochilas por medio mundo con la sonrisa puesta sin importarnos el peso y esos ruedines que se atascan. Gastamos lo que no tenemos con alegría, porque ¡es una vez al año! Abandonamos regímenes y el gimnasio, por unas deliciosas torrijas y comer entre horas todo lo que nos apetece. Trasnochamos sin miedo al madrugón del día siguiente para holgazanear viendo redes sociales y series varias. Por unos días dejamos las servidumbres diarias y no hay que responder correos, preparar cenas o sonreír a jefes. Hasta olvidamos la bronca política porque los partidos se cogen vacaciones y ya no hay corruptelas en los informativos para echarse en cara. También charlamos sin prisas con hermanos y amigos en animadas sobremesas que luego añoramos todo el año. Algunos hasta recordamos el origen cristiano de las fiestas para reconciliarnos con nuestra fe. Y sobre todo, sin darnos cuenta, la oscuridad de la noche cada vez llega más tarde y nos anuncia que se acerca el calor y la alegría del verano.

Por todo eso, que viva la Semana Santa. Con sus luces y sus sombras


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC