domingo, 27 de agosto de 2023

¿Qué comunidad autónoma española cuida mejor a sus mayores?

(este artículo se publico originalmente en la revista científica The Conversation el 20 de agosto de 2023)

Frente a los que ven en el envejecimiento un lastre para la sociedad, otros creemos que el aumento de la esperanza de vida puede ser una oportunidad para todos. Se estima que en 2050 más del 50 % de la población española será mayor de 50 años. Esta evolución demográfica debería dar más protagonismo a las personas mayores en el diseño y aplicación de políticas públicas.

En 2023, los mayores de 50 años son ya más del 40 % de la población. En términos económicos suponen, por lo menos, uno de cada cuatro euros del PIB y son el grupo con mayor renta per cápita. Además, son una fuente de conocimiento y experiencia y están en capacidad de seguir realizando actividades productivas. En su mayoría, son un grupo de población con rentas estables y menores cargas económicas, con tiempo para el ocio y con vivienda en propiedad. Todo ello los convierte en piezas clave para la economía.

Con una alta esperanza de vida –entre las cinco mayores del planeta–, una elevada calidad de vida, buenas infraestructuras y un sistema sociosanitario de alto nivel, España puede aspirar a convertirse en referencia mundial en la economía séniorNo obstante, el cambio demográfico hacia una población envejecida presenta una serie de retos:

A estos desafíos se suma el combate contra el edadismo. Es decir, contra la discriminación hacia las personas mayores basada en estereotipos negativos. Por ello, es prioritario eliminar los prejuicios relacionados con la edad con acciones que promuevan la participación activa de la población sénior. Para contribuir a ello, pero también para promover una sana competencia entre comunidades autónomas, el Centro de Investigación Ageingnomics publica, desde 2021, el informe Ranking de territorios por la economía sénior, una herramienta que permite que las autonomías, gestoras de gran parte de las políticas públicas que se aplican en España, puedan medirse y comparar sus actuaciones en torno a la población sénior.

El informe 2022 pone de manifiesto que las comunidades autónomas españolas no ofrecen las mismas condiciones y oportunidades a las personas mayores de 55 años en términos de empleo, acceso a servicios sociales y sanitarios y número de residencias y centros de día, entre otros. Revela, además, que también existen diferencias con respecto a otros indicadores, como la esperanza de vida, la edad media de jubilación, el importe medio de la pensión o el número de diputados autonómicos mayores de 55 años.

A través de 24 indicadores, este documento permite conocer la realidad de la economía sénior y ver su evolución en las 17 comunidades autónomas españolas. Para ello se comparan más de 530 datos de diferentes fuentes. En las conclusiones del estudio destacan País Vasco, Castilla y León y Navarra como las comunidades autónomas más preparadas y con más oportunidades para los mayores de 55 años. El indicador sintético del ranking les otorga las primeras posiciones porque son los territorios con más recursos, servicios y nivel de participación de los mayores de 55 años.

No obstante, al profundizar en algunos indicadores también se puede ver que:

  • Asturias es el territorio con más población sénior.

  • Baleares encabeza el ranking de tasa de actividad.

  • La Comunidad Valenciana es la región con mayor porcentaje de alcaldes mayores de 55 años.

  • Andalucía es la comunidad con más votantes séniores.

  • Extremadura dispone de más centros de día para la población sénior.

  • Castilla-La Mancha, ha atendido a un mayor número de séniores por teleasistencia.

El envejecimiento poblacional está transformando los modelos económicos y sociales, pero esta es una realidad que no está recibiendo toda la atención que merece. Los poderes públicos deben ser los entes encargados de configurar el marco de actuación para aprovechar la capacidad y potencial de los mayores de 55 años. Y aquellos territorios que antes asimilen esa realidad recogerán los dividendos de este nuevo bono demográfico.

Iñaki Ortega es profesor de la UNIR

La casa de Babel

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 21 de agosto de 2023)


No es una errata. No quiero escribir de la serie española más vista en todo el mundo, aunque el juego de palabras me tiente. Te voy a hablar en estas líneas de otra casa, la casa del pueblo que es el Congreso de los Diputados porque es el lugar donde está representado el pueblo español  que ostenta la soberania nacional según reza la Constitución. Efectivamente, podría haber titulado este artículo como la exitosa saga televisiva, “La casa de Papel”, pero hubiera sido un error. Por mucho que, durante un día, el 17 de agosto, todos los ojos estuvieron en el viejo caserón de la Carrera de San Jerónimo y las votaciones fuesen un éxito de audiencia en pleno descanso vacacional. Pero es que todo el mundo no compartiría que en el pleno de constitución del parlamento, como en el serial, han sido muchos los protagonistas pero todos ellos con un objetivo poco loable. Además en la serie una docena de personas son reclutadas por un profesor para robar la casa de la moneda. Y quizás tampoco sería asumido unánimemente que en el congreso también otra docena, esta vez de partidos, como PNV, Bildu, ERC, Junts, BNG y los incluidos en Sumar fueron convocados, a instancias del presidente en funciones, para asaltar el estado de derecho español.

Por eso nada de Casa de Papel y mejor titular la Casa de Babel. En lugar de la serie más vista de la television mejor acudir al libro más visto de la historia, la Biblia y así resumir lo acontecido en el Congreso. Espero que te parezca más certero aunque nos tengamos que remontar al siglo VI a.C.. En el libro del Génesis se cuenta que tras el diluvio universal, los descendientes de Noé se pusieron a construir en la localidad de Babel, en Mesopotamia, una torre altísima para sobrevivir a futuras inundaciones y de paso alcanzar el cielo. Dios se enfadó por la osadía de la familia de Noé; de alguna manera suponía retar su voluntad así que por ello les condenó a hablar en diferentes idiomas. A partir de ese momento, sin posibilidad de comunicarse entre los gremios, el desgobierno se instauró en la construccion de la torre y no hubo ladrillo ni cemento en su sitio. En unos pocos días la increíble estructura de la torre de Babel se derrumbó.

La nueva presidenta socialista del Congreso en sus primeras palabras tras ser elegida anunció en esa casa podrá usarse el catalán, el euskera y el gallego. Fruto de una exigencia de los partidos nacionalistas, el PSOE ha tenido que asumir una reivindicación que en el pasado siempre había rechazado porque "buscaba mezquinamente el separatismo".

Veremos en breve a diputados y ministros que necesitarán traducción, debates que serán ininteligibles para la mayoría de los españoles y las Cortes Generales se convertirán en la sede de lo absurdo al despreciar la mayor herramienta que disponemos los 48 millones de españoles para hacernos entender que es nuestro idioma común, el castellano.

Los partidos que apoyan este acuerdo dicen que buscan apuntalar el armazón institucional para que sea "plurinacional y progresista". El propósito a primera vista parece bienintecionado pero como en la torre de Babel, la consecuencia de no hablar el mismo idioma, de no saber comunicarse y en este caso de deslegitimar para una mayoría de españoles las instituciones, seŕa justo lo que estos socios nacionalistas (y podemitas) llevan años defendiendo que no es otra cosa que la destrucción de la España democrática que nació con la Transición.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

jueves, 10 de agosto de 2023

Qué mentirosos somos

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 8 de agosto de 2023)

La semana pasada se conocieron los resultados de varias encuestas que el CIS realizó unos pocos días antes de las elecciones generales. Cinco de cada diez encuestados creían que Feijóo sería el próximo presidente del Gobierno, mientras que tres de cada diez consideraban que sería Sánchez. La realidad es que la mayoría votó para que no gobernase el gallego. Al mismo tiempo la intención de voto indicada por los encuestados otorgaba al PSOE el 28% de los apoyos, y al PP un 24%. Finalmente, el resultado de las elecciones indica que el 33 % votó a los populares y el 31% a los socialistas. Pero es que también el 83,2 % de los encuestados afirmó que iría a votar con toda seguridad, aunque la participación se quedó en el 70,4 %. Mentimos como bellacos.

La mentira fue la palabra que protagonizó la campaña electoral. Los candidatos se acusaban de mentirosos y los periodistas en sus entrevistas les sacaron los colores por ello. Pero a la vista de la última encuesta de Tezanos también los electores mienten y mucho. Ninguna encuesta, ni siquiera la que más recursos tiene, acertó y no es por la mala calidad de los centros demoscópicos sino porque en la naturaleza humana está mentir y los sondeos no iban a ser la excepción.

Mentimos por vergüenza, mentimos por miedo e incluso mentimos por el gusto de hacerlo. No nos apetece decirle a nadie nuestro voto, y mucho menos a un anónimo que te llama por teléfono. Votamos con las tripas -no con la cabeza- y eso es mejor tenerlo bien escondido. Antes de que empecemos a pensar mal de nuestra calidad democrática como país, tengo que tranquilizar al lector, porque esto de mentir no lo hacemos solo cuando votamos.

Como ha demostrado David Ruiz Uceta de The Valley, los consumidores no hacen siempre lo que piensan. Apoyándose en la ciencia del dato y en la economía del comportamiento, ha comprobado que compramos de una manera no racional, influenciados por numerosos sesgos y prejuicios. Decimos públicamente que tenemos unas preferencias y unos umbrales de precios para nuestras compras, pero luego no las cumplimos. Nos mentimos nosotros mismos. Para este profesor son tres los sesgos cognitivos que nos llevan a engañarnos a la hora de consumir. Primero, el sesgo de presente que por ejemplo nos hace no ahorrar porque ante la decisión de elegir entre una hipotética ventaja futura o una gratificación inmediata, los seres humanos tienden a quedarse con el aquí y el ahora, minusvalorando los beneficios futuros.

En segundo lugar, el sesgo de riesgo cero que nos lleva a contratar seguros de hechos muy improbables, por ejemplo, cuando viajamos al extranjero el riesgo de que nos operen de algo, solo por ganar tranquilidad. Es decir que preferimos reducir un pequeño riesgo hasta el 0% de probabilidad, en vez de reducir en mayor cantidad (aunque sin reducirlo al 0%) un riesgo más probable.

Por último, el sesgo de capacidad que consiste en considerar que es más importante la posibilidad de perder algo que la posibilidad de conseguir algo de igual valor. Debido a este sesgo, muchas personas consideran que perder tiene más impacto que ganar, incluso en aquellas circunstancias donde ganar o perder puede ocurrir con las mismas probabilidades. Nos espanta perder lo logrado y eso nos hace no afrontar cambios, aunque sean más beneficiosos.

No se si lo anterior servirá de consuelo ante estas mentiras puestas de manifiesto en los sondeos electorales, pero tengo que reconocer que la explicación científica de estas trampas mentales, a mí por lo menos me ha ayudado a dejar de dar vueltas a qué narices pasó con las encuestas el 23 de julio. Mentimos y mucho porque está en nuestra naturaleza como seres humanos. Simplemente porque nuestra mente busca protegernos.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

jueves, 3 de agosto de 2023

El momento de Europa

(este artículo se publicó originalmente en el periódico económico La Información el día 3 de agosto de 2023)

Durante la última semana de la campaña electoral el presidente Sánchez voló de Bruselas a España por lo menos dos veces. El candidato Feijóo también se desplazó a la capital europea para reunirse con altos cargos comunitarios incluida la presidenta Úrsula von der Leyen. Al mismo tiempo,  en las semanas previas a la cita electoral, Europa estuvo muy presente en los discursos. El lector recordará el “bulo” de que en Bruselas había preocupación por un gobierno del PP o el asunto de las reformas comunitarias, como la vuelta a los peajes, que el PSOE negó con poca fortuna.

Pero tras las elecciones la supuesta importancia de Europa se ha esfumado a la vez que la hiperactividad presidencial en este campo. Craso error porque Europa es más importante que nunca para España y ahora Europa nos necesita para seguir avanzando.

En primer lugar, estamos en el semestre de la presidencia española. Aunque parezca que ahora a nadie le importa, el uno de julio comenzó la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea. Durante seis meses nuestro país liderará todas las reuniones del consejo, pero también la agenda de la Unión Europea. No hace falta recordar que gran parte de la regulación y de los proyectos de inversión que ponen en marcha el Gobierno de España y las comunidades autónomas, proceden de compromisos adquiridos ante la Unión Europea. Además, existen también otro tipo de acuerdos políticos, alcanzados entre los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros, que tienen un alto impacto en el día a día de los ciudadanos y las empresas. Europa ha asumido en los últimos años una posición de liderazgo ambiciosa y transformadora, con objetivos y financiación a largo plazo que dan lugar a un crecimiento regulatorio exponencial, por lo que es fundamental para los agentes económicos y sociales conocer la agenda normativa y las políticas europeas. Solo de esta forma podrán ser actores principales en su definición y desarrollo, y no meros ejecutores de estas. Las leyes no entienden de vacaciones o de descansos poselectorales.

Por otro lado, es un momento especialmente interesante para las empresas españolas porque coincide con la urgente implementación del Plan Next Generation. La Administración Pública española ha debido afrontar uno de los mayores retos de gestión de su historia, al tener que diseñar, negociar y ejecutar el mayor programa de ayudas europeas de la historia: 164.653 millones de euros cuyo plazo de ejecución finaliza a finales de 2026. Y como recuerda la profesora Paloma Baena el reto es aún mayor porque España se autoimpuso, sin que nadie se lo pidiese, el compromiso de tener adjudicados a sus destinatarios todos los fondos destinados a las primeras subvenciones aprobadas, más de 70.000 millones, a 31 de diciembre de 2023. Según los datos recogidos por el Observatorio Europeo de LLYC faltan por comprometer 13.629 de la dotación sin contar los nuevos compromisos aprobados en junio de este año en la conocida popularmente como la adenda que incluyen 94.653 millones adicionales.  Y por si esto fuera poco, se nos urge a dar pasos en la dirección de las reformas exigidas para recibir las ayudas, la más urgente la de la propia administración pública. Para las autoridades comunitarias es imprescindible que nuestro país gane transparencia en la ejecución de los fondos; lograr que los controles no lastren la velocidad de ejecución del Plan, sin relajar la eficacia de dicha vigilancia y flexibilizar las condiciones de participación de las pequeñas empresas en las convocatorias. Muchos deberes para tomarse ahora tres semanas de asueto.

Y por último, Puigdemont. El líder de Junts per Catalunya, sigue residiendo en Bélgica prófugo de la justicia española. Todo un sarcasmo escuchar hablar de una unidad europea plena con un condenado por graves delitos en un país comunitario como España moviéndose con libertad en el corazón de Europa. Una "patata caliente" para las autoridades europeas y también españolas que no pueden seguir ignorando la grieta que este hecho supone en la construcción europea. Ironías de la vida, el futuro presidente del Gobierno se decidirá no en la Carrera de San Jerónimo de Madrid sino en una pequeña localidad belga de apenas treinta mil habitantes. Waterloo en el año 1815 fue el final del imperio napoleónico, esperemos que no vuelva a pasar a la historia esta vez por acabar con la ilusión de una Europa unida.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

martes, 1 de agosto de 2023

Todos a la huelga

 (este artículo se publicó originalmente en el Periódico de España el día 30 de julio de 2023)


Corría el año 1986 y Washington alojaba la reunión anual del consejo de profesores de matemáticas y una veintena de docentes, portando pancartas, se manifestaban frente al hotel del congreso. En sus carteles frases como "cuidado: el uso prematuro de la calculadora puede ser perjudicial para la educación de su hijo" o "no a la calculadora en la enseñanza primaria hasta que el cerebro sea entrenado". Protestaban ante la recomendación de su asociación de integrar la calculadora en el temario de matemáticas de la escuela en todos los niveles y amenazaban con ir a la huelga. En las caras de los manifestantes se dibujaba el temor a perder sus trabajos, pero también el incordio de que una máquina al alcance de sus alumnos hiciese mejor los cálculos que ellos mismos.

Han pasado casi cuarenta años y hoy en Estados Unidos también se manifiestan un puñado de profesionales en contra de la tecnología. Esta vez es el sindicato de actores denunciando que gran parte de los trabajos de secundarios desaparecerán de las películas porque serán sustituidos por avatares realizados por la inteligencia artificial. Los actores se han unido a la ya convocada huelga de los guionistas. Coinciden ambos colectivos en exigir restricciones en el uso de la inteligencia artificial en las producciones porque es una amenaza "existencial". La inteligencia artificial aplicada al cine podría crear “un escenario apocalíptico en el que actores falsos y muertos podrían ser las estrellas del mañana a través de rostros y voces generados por computadora”. Los sindicatos con más representación en Hollywood alertan de un futuro de películas generadas por computadora sin la participación de un equipo humano de cámaras, actores o guionistas en el que ellos perderían su trabajo.

No es nuevo. También hacia el año 1811 hubo en Inglaterra quienes usaron los piquetes contra los avances tecnológicos. Los luditas, fue un movimiento encabezado por artesanos que atentaban contra las nuevas máquinas como los telares mecanizados introducidos durante la Revolución Industrial. La tecnología de los nuevos telares permitía fabricar sesenta centímetros de brocado de seda a la semana frente a los apenas dos de los antiguos. Por ello cientos de talleres cerraron ante la incapacidad de competir y miles de trabajadores fueron despedidos. Ned Ludd era uno de esos aprendices en Nottingham que pasó la historia por ser uno de los primeros que quemó varios telares textiles mecánicos y de paso poner nombre al movimiento en contra de esa tecnología.

Y todavía más lejos, hacia el 1500 coincidiendo con la invención de la imprenta de Gutenberg, algunas voces alertaban de esta “peste llegada de Alemania” porque la nueva tecnología que permitía producir miles de volúmenes haría que esa “abundancia de libros convirtiese en menos estudiosas a las personas”. La popularización de los libros llevó incluso a algunos a alertar de los efectos nocivos en la salud y en la economía del exceso de lectura. Libros prohibidos o bibliotecas quemadas fueron la reacción. La tecnología de la imprenta, criminalizada por poner en cuestión el orden establecido y porque algunos escribanos se quedaban sin trabajo.

Todos aquellos que en el siglo XVII y en el XIX luchaban contra el paso del tiempo usaban argumentos casi tan peregrinos como los de los profesores de matemáticas en los años ochenta y estos días los actores americanos. Leer novelas de caballeros no enloquece; los telares mecánicos no son instrumentos del mal; usar la calculadora no te convierte en un patán de por vida y la tecnología no ha acabado con la industria del cine, sino que ha provocado que se vean más películas que nunca en la historia.

Ir a la huelga para la defensa de tus intereses es un derecho, pero hacerlo porque pierdes el trabajo o la posición de ventaja de tu empresa es ir contra el progreso. Joseph Schumpeter lo dejó escrito en su teoría económica hace ya más de 100 años.  Se refería a la actividad emprendedora como “destrucción creativa” puesto que las creaciones de esos emprendedores acaban por destruir obsoletos productos o servicios que solo se mantienen por la inercia de falta de competencia. El MIT, una de las universidades con más patentes del mundo, precisamente define las innovaciones como aquellas novedades que crean valor, aunque para ello en muchas ocasiones haya que alterar el statu quo.

Ojalá que, en los próximos meses en la negociación por un nuevo gobierno de España e incluso de Cataluña no se elija el camino de los piquetes. Esta vez no será esgrimida la amenaza de la tecnología y en cambio sí la de la ideología disfrazada de supuestas libertades; también estará muy presente -como en todos los casos citados en este artículo- un puñado de empleos perdidos, aunque sea de militantes políticos. Como dijo el portavoz de los profesores que sí creían en la calculadora "en una sociedad moderna hay que usar herramientas modernas".

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC