lunes, 8 de abril de 2024

¿Qué les pasa a los europeos?

(este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Cataluña el día 6 de abril de 2024)

El presidente Macron anunció en París hace unas pocas semanas que no descarta tropas francesas en Ucrania. En Alemania el gobierno del canciller Scholz se está planteando volver a un servicio militar obligatorio. Un renacido Donald Tusk saca pecho estos días porque Polonia es el país de la OTAN que más gasta en armamento en relación con su PIB.  Mientras tanto aquí INDRA, la empresa tecnológica participada por el estado español, ha celebrado por todo lo grande la presentación de su nuevo plan estratégico en el que prevé un crecimiento de un 40% de su facturación hasta alcanzar los 6.000 millones de euros debido al auge del sector de la defensa con proyectos emblemáticos que incluyen además de software de seguridad, aviones de combate o una nueva división de espacio satelital.

El embajador Pablo García-Berdoy lleva tiempo defendiendo que en el actual contexto geopolítico de guerras y conflictos para Europa es imprescindible contar con un sistema de defensa que sea capaz de hacer frente a las amenazas regionales y globales.  La Política Común de Seguridad y Defensa, así como la Ley de Refuerzo de la Industria Europea de Defensa mediante Adquisiciones Comunes o el esperado Programa Europeo de Inversiones en Defensa, son el marco perfecto para intensificar una colaboración público-privada que diseñe y ponga en marcha unas capacidades renovadas para la defensa. La mayoría de nuestros socios europeos lo ven claro y nuestra industria también. Hasta la ministra Margarita Robles se ha cansado de repetirlo con poco éxito dentro del gabinete en el que se mantiene la pulsión pacifista del socio del PSOE.

Más allá de poner la bandera de Ucrania en los avatares de redes sociales, no sabemos si esta tendencia es compartida por la ciudadanía europea. A las puertas de unas elecciones europeas en junio no estaría mal conocer si empresas, estados y ciudadanos van alineados. A eso se ha dedicado un reciente estudio que ha analizado la conversación digital en la red social X durante el último año en España, Francia, Alemania, Italia, Portugal, Polonia, Suecia, Países Bajos y Rumanía. En total se han analizado casi un millón de perfiles y más de 17 millones de mensajes. Y la sorpresa es que defensa y política exterior -con cerca de la mitad de todas las menciones identificadas- y ampliación y vecindad -con una de cada cuatro- destacan de manera muy significativa como los temas de conversación más relevantes. En un año que ha seguido marcado por la agresión rusa sobre Ucrania, así como por los ataques terroristas y las tensiones migratorias, la ciudadanía europea manifiesta un interés creciente por cómo la Unión se enfrenta a esas amenazas externas. La mala noticia es que la conversación predominante es ,como se dice en las redes, “hater”. El sentimiento mayoritario es negativo con un 60% de las menciones analizadas en las conversaciones sobre esta temática. La defensa y la ampliación enfadan a la vieja Europa con alemanes, italianos y franceses exhibiendo los niveles de hostilidad más elevados en la conversación social, con un 56%, 51% y 47% de sentimiento negativo neto respectivamente.

Y la muestra de que la defensa es algo que preocupa de verdad, es que esos mismos europeos apenas muestran interés por los problemas de competitividad y tampoco compran el optimismo de los expertos en la lucha contra el cambio climático Ahora el reto, especialmente para España, es superar ese acaloramiento del debate y la calculada ambigüedad del gobierno. Nuestra industria española de defensa que está demostrando una importante capacidad para producir y exportar productos y servicios en el sector terrestre, naval y aéreo, así como en los sistemas de información y comunicaciones requeridos por las operaciones militares, ha de ser percibida como una oportunidad para millones de españoles.  Empresas como Airbus, ITP, Navantia, Oesía o Aciturri además de la citada Indra son algunos ejemplos de esta nueva armada española.

En los próximos años se abre un escenario muy atractivo para todas aquellas compañías, pero también profesionales que quieran crecer en el campo de la seguridad y la defensa. Lejos de ser una responsabilidad exclusiva de los estados miembros, se hace inevitable una intensa colaboración público-privada para reforzar las capacidades europeas y una intensa pedagogía social. La industria española presenta un nivel de madurez elevado en este ámbito, estando en condiciones de afrontar el diseño y despliegue de proyectos europeos. Es probable que aquellas empresas que no participen de forma activa y temprana de esta dinámica de colaboración público-privada encuentren crecientes dificultades para mantener su competitividad y su capacidad de hacer negocio en el sector; pero también aquellos estados que se dejen vencer por trasnochados discursos pacifistas dejarán sin unas indudables oportunidades de empleo y por tanto bienestar para sus habitantes.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

miércoles, 3 de abril de 2024

Luces y sombras

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 2 de abril de 2024)

Todo el mundo suspira por las vacaciones de Semana Santa. El invierno se hace insoportablemente largo e idealizamos esta época del año porque enlazamos varios días de descanso en los que poder disfrutar de las procesiones, cambiar de aires en busca del sol o salir de la rutina de la ciudad. Estos son los pensamientos habituales antes de que llegue el Domingo de Ramos de un español medio. Dedicamos horas y horas durante los primeros meses del año a organizar (y disfrutar anticipadamente) de todos esos planazos que están por llegar.

Luego la realidad es un poco diferente. La lluvia, como este año, puede impedir que los pasos salgan; el sol suele ser sustituido por el viento y las esperas en aeropuertos y estaciones siempre se dan y son insufribles. Los atascos en las operaciones salida y retorno, toda una tortura que ningún navegador por mucha inteligencia artificial que tengamos ha conseguido evitar. Las veladas con tus hijos, idílicamente planificadas, se acaban convirtiendo en una insufrible regañina para que abandonen los chats de sus teléfonos móviles. Las cenas fuera de casa, un atraco a mano armada por un "rancho" mal servido. Los viajes con amigos al tercer día son motivo de discusión porque uno quiere ver museos y el otro ir de compras. Qué decir de esas ciudades tan ideales para visitar según las guías y tan anodinas cuando llueve y hace frío. Y para colmo cogemos tres kilos de más, que ahora que hay chaquetas se disimulan, pero que luego no hay quien se los quite cuando lleguen los calores y más se notan. Los libros vuelven a la estantería sin ser siquiera abiertos así como todos los dosieres pendientes de leer. Por supuesto cada noche añoramos la cama de casa con nuestra almohada. Menos mal que con tu familia también discutes cuando no hay vacaciones...

Pero aún así, nos encantan estos días. Abarrotamos las calles para ver las procesiones y comer churros riquísimos. Arrastramos maletas y mochilas por medio mundo con la sonrisa puesta sin importarnos el peso y esos ruedines que se atascan. Gastamos lo que no tenemos con alegría, porque ¡es una vez al año! Abandonamos regímenes y el gimnasio, por unas deliciosas torrijas y comer entre horas todo lo que nos apetece. Trasnochamos sin miedo al madrugón del día siguiente para holgazanear viendo redes sociales y series varias. Por unos días dejamos las servidumbres diarias y no hay que responder correos, preparar cenas o sonreír a jefes. Hasta olvidamos la bronca política porque los partidos se cogen vacaciones y ya no hay corruptelas en los informativos para echarse en cara. También charlamos sin prisas con hermanos y amigos en animadas sobremesas que luego añoramos todo el año. Algunos hasta recordamos el origen cristiano de las fiestas para reconciliarnos con nuestra fe. Y sobre todo, sin darnos cuenta, la oscuridad de la noche cada vez llega más tarde y nos anuncia que se acerca el calor y la alegría del verano.

Por todo eso, que viva la Semana Santa. Con sus luces y sus sombras


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

lunes, 25 de marzo de 2024

La palabra es el arma más poderosa

(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el día 23 de marzo de 2024)


Esta frase atribuida al filósofo mallorquín Ramon Llull ilustra a la perfección cómo la violencia contra las mujeres se ceba por palabras que leemos y escuchamos. Por supuesto que las armas letales son las pistolas, cuchillos o cuerdas con las que todos los años hombres matan a mujeres aquí y en todos los países del mundo. Claro que los culpables son exclusivamente esos asesinos, pero para llegar a quitar la vida a una mujer hay detrás una cultura ancestral que sigue muy viva a pesar de la luz que en los últimos tiempos se ha puesto sobre tantos crímenes. Pero hay que decir bien claro que la violencia de género se alimenta de manera inconsciente con costumbres adquiridas, frases hechas, sesgos y, también, con noticias en medios de comunicación. Y eso incumbe también a la economía y a la empresa.

El informe “Desenfocadas” ha estudiado el tratamiento de los mensajes en medios online y mensajes en redes sociales, para concluir que queda mucho trabajo por hacer para que la cobertura mediática de la violencia de género cumpla adecuadamente las reglas deontológicas internacionales. El examen pone en evidencia en especial las menciones en redes sociales sobre violencia de género. En concreto una de cada cinco noticias justifica las agresiones. Frases como “La asesinada fue descuartizada y violada por vestir ropa demasiado corta” o “El tribunal condena por agresión al violador de una mujer ebria” acaban siendo munición para la violencia de género.

Tras analizar más de 220 millones de artículos de noticias generalistas, casi seis millones de noticias sobre violencia de género y catorce millones de mensajes en la red social X relacionados con la violencia de género en doce países de Europa y América, se ha demostrado que una de cada seis noticias vulnera la intimidad de las víctimas exponiendo datos personales que estas preferirían evitar. Además, con estas noticias sabemos mucho de las damnificadas y poco del agresor. Hay un 75% más de menciones a los atributos de las víctimas que a los de los agresores, acabamos por tanto sabiendo más de ellas que de los criminales.

Es sabido que los medios de comunicación cumplen un papel fundamental en la sociedad para promover un cambio real. Su labor informativa tiene un impacto muy importante en la conformación de nuestros pensamientos y opiniones, influyendo en las estructuras y sistemas sociales directamente. Es por eso, que, con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se ha promovido una interesante iniciativa que usa la Inteligencia Artificial para analizar el uso del lenguaje en medios online y mensajes en redes sociales en relación con el machismo, los roles y los estereotipos sociales.

En la investigación se han empleado los conocidos como Large Language Models para identificar y aislar descriptores dirigidos a víctima y agresor, en noticias públicas obtenidas mediante programas automatizados que extraen información, así como técnicas de procesamiento de lenguaje natural en cuatro idiomas para analizar el cumplimiento de 21 reglas de buenas prácticas derivadas de las guías de referencia en este campo. El resultado es un asistente virtual (The Purple Check) que permite saber si las palabras como las armas las carga el diablo. Para ello hay que introducir un titular en la herramienta y la solución comprueba si las palabras que se han utilizado están en línea con las reglas de buenas prácticas. En caso de que no, recomendará cómo decir lo mismo para informar sin promover la desigualdad y así devolver el foco a la comunicación. Yo mismo he metido este artículo así como textos corporativos que he escrito y comprobado los micromachismos que tengo asumidos sin darme cuenta.

Pero volvamos al sentido original de la sentencia de Ramón Llull. El filósofo que hoy da nombre a la prestigiosa universidad de Barcelona viajó en plena Edad Media por el centro de Europa y el Mediterráneo, creía firmemente en el poder de la palabra para acercar las culturas y las personas. Llull en esos tiempos tan duros descubrió, hablando cuatro idiomas, un arma mucho más poderosa que las espadas y las catapultas, la palabra. Con ella, pasó a la historia por acercar culturas y personas desde la ciencia. Han pasado casi diez siglos y las palabras ahora han de ser más fuertes que la desinformación y la polarización. Informar y concienciar a la sociedad sobre la lucha contra la violencia de género es un asunto de interés general pero también de derechos humanos. Solo detectando el sesgo podrá conseguirse que el lenguaje sea esa herramienta de cambio.

La lucha feminista ha exhibido en el último medio siglo una extraordinaria capacidad de transformación social. Las conquistas de las mujeres han traído mayores niveles de justicia social y progreso tanto para ellas como para los hombres. Hasta los economistas hablamos de un dividendo morado (purple dollar) por las positivas consecuencias en términos económicos para las sociedades que alcanzan esa igualdad, un bono del que disfrutan los territorios que avanzan en diversidad de género.

Con no poco esfuerzo y hasta sonados errores que ha habido que enmendar, se han producido cambios legislativos de gran calado en igualdad salarial, libertad sexual y persecución de la violencia machista. Hoy una de cada cuatro mujeres de 15 a 49 años sufre, según la Organización Mundial de la Salud, violencia física o sexual por parte de su pareja. Frente al 27% de la media global, el porcentaje en Europa central es del 16% y en España, del 15%. Cualquier grado de violencia es inaceptable, pero los datos indican un progreso que invita a persistir e intensificar la batalla. La lucha contra la violencia machista se ha colocado en el centro de la agenda pública, pero también debe ser un compromiso intrínseco de las empresas. Desde aquí animo a que las compañías aporten también su granito de arena para desactivar esas palabras que carga el diablo o la inercia. Basta con intentarlo, hoy tecnologías como las explicadas aquí lo hacen posible.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

martes, 19 de marzo de 2024

Una piedra en el zapato

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 MInutos el 18 de marzo de 2024)


Hace tiempo que no recuerdo un año con tanta guerra y tanto conflicto político aquí y en todo el mundo. Pero mi sorpresa ha sido morrocotuda al leer un estudio sobre las preocupaciones de los directivos empresariales y comprobar que para este colectivo que está tan informado, lo que de verdad le quita el sueño es otra batalla, la del talento.

Puestos sin cubrir por la ausencia de candidatos cualificados; la fuga de los perfiles más demandados en el mercado; la desconexión de muchos empleados con sus empresas, el aumento del absentismo (en especial los lunes); la conflictividad de las relaciones laborales; la incapacidad de sus propias compañías para ofrecer salarios atractivos a los mejores candidatos o los retrasos para contratar fuera por el recrudecimiento de las políticas migratorias son algunos de los pensamientos que llevan al insomnio a los consejeros delegados.

Es verdad que la gestión de personas siempre ha tenido un lugar referente en la agenda los primeros ejecutivos. El alto rendimiento empresarial solo se consigue con equipos y no con individualidades, pero en los últimos años, la atracción de determinados perfiles y lograr el compromiso profesional se ha convertido en una incómoda piedra en el zapato que hace tambalear cualquier plan empresarial. Seguro que esos directivos se preguntan de qué les sirve ser haber escalado posiciones ejecutivas en una empresa si cada día sus empleados son menos productivos, sienten pánico a que su puesto de trabajo sea sustituido por una máquina al mismo tiempo que cada día pierden poder adquisitivo y motivación.

Y mientras tanto los dosieres se acumulan en sus despachos con índices de rotación de los más jóvenes que no dejan de crecer o con la negativa de los mejores expedientes a formar parte de una compañía con la que no se sienten identificados. El mundo al revés. Son los candidatos los que examinan a las empresas y éstas suspenden en demasiadas ocasiones por prácticas del siglo pasado.

La profesora experta en recursos humanos, Pilar Llácer, defiende, que en estos tiempos de la velocidad del x2 de los audios que nos llegan a nuestros móviles, pararse a pensar y cuestionarse con honestidad si las políticas de gestión del talento funcionan. Comprobar de primera mano por ejemplo asistiendo a ferias de empleo o participando activamente en redes sociales profesionales, si no hay suficiente talento o es que las empresas no son capaces de atraerlo. Para ser competitivos se necesitan a los mejores y para llamar su atención se me ocurren al menos tres cosas. Tener cierta notoriedad como empresa, una cultura corporativa adaptada a los tiempos y sistemas que eviten las tareas más tediosas. Las herramientas para lo anterior son conocidas. modelos de trabajo flexible con el teletrabajo y los horarios dinámicos como opciones; fortalecimiento de la comunicación interna para que sea tan relevante e impactante como la externa y sea capaz de impactar en toda la fuerza laboral; sin olvidar una oferta potente de programas para mejorar la cualificación y acabe permitiendo una larga carrera profesional.

Tener tiempo para estas cosas será el gran reto que debería regalar la tecnología a estos directivos.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

viernes, 15 de marzo de 2024

De Barcelona al mundo pasando por Estambul

(este artículo se publicó en El Periódico y otras cabeceras del grupo prensa iberica el 9 de marzo de 2024)

Desde el año 2019 varias asociaciones empresariales, con el respaldo de la Casa Real, conceden el Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial a una personalidad que con su empresa haya tenido alto desempeño en la creación de empleo, inversión, innovación e internacionalización. Los círculos de empresarios vascos, catalanes y de Madrid buscan más allá de premiar una carrera, dar un ejemplo para las futuras generaciones a través de figuras empresariales que han promovido el progreso y bienestar de la sociedad española en su conjunto.

España ha gozado de una clase empresarial de primera, reconocida en sus respectivas industrias e incluso a nivel global, pero en demasiadas ocasiones con poco conocimiento dentro de nuestras fronteras, lo que ha lesionado las futuras vocaciones. De hecho, en los últimos tiempos al necesario dinamismo de estos empresarios se les ha exigido un importante espíritu de sacrificio para adaptarse a las dificultades del mercado y a las trabas promovidas desde el sector público. Crisis, pandemias, regulaciones, nuevos impuestos, aumento de la carga fiscal y sobre todo la sombra de la sospecha sobre la actividad empresarial han desincentivado la creación de empresas en España.

El premio de este año al presidente de Mango, Isak Andic, es una oportunidad espléndida para que millones de españoles encuentren la inspiración necesaria para ser emprendedores. Isak nace en Turquía, pero siendo menor de edad y adolescente llega a Barcelona con su familia. Sin cumplir los 18 años ya comienza su actividad mercantil con unas alegres camisas que importa de su país natal y que arrasan en la Barcelona gris de esos años. Han pasado más de cincuenta años, Andik ya no vende en mercadillos, sino que tiene más de 2700 tiendas en los cinco continentes. De tener como empleados a su familia ha pasado a dar trabajo a más de 15.000 personas. De una maleta con 50 camisetas a más de 180 millones de prendas cada año.

Siendo importante esa evolución, lo relevante son los valores de Isak Andic que lo han hecho posible y que se han acabado convirtiendo en la cultura de Mango y en su mejor legado. Peter Drucker alertaba que la cultura se come a la estrategia de desayuno. Para el profesor de NYU no hay plan de éxito sin una cultura potente. Los objetivos por muy sofisticados y ambiciosos que sean no resisten un primer asalto si van en contra de la cultura. Durante los últimos meses he tenido el honor de zambullirme en la cultura de Mango de la mano de sus empleados. Las increíbles anécdotas escuchadas sobre su fundador ratifican lo que el economista Robbins lleva tiempo defendiendo, las historias son una de las formas más potentes para transmitir los principios de una compañía.

No volver nunca a casa, cuando Isak era viajante, hasta que la maleta de prendas para vender estuviera vacía. Por eso en 2024 desde el centro logístico de Lliçà se puede servir género a 115 países del mundo; esa fuerza de voluntad que ha llevado a Andik a trabajar durante cerca de medio siglo, todos los días, desde al alba hasta la noche, ha imprimido en los más de 30.000 colaboradores de Mango la ambición de cumplir con la palabra.

Soñar en grande, tras abrir la primera tienda en Barcelona Andik prometió tener un establecimiento en cada una de las grandes capitales del mundo. Ahora no hay gran capital sin tienda Mango y en breve serán más de un millón de metros cuadrados de superficie de venta en todo el planeta. Siempre desde Barcelona con una vocación de servir al mundo como marca española.

Isak invirtió, casi a ciegas, en lo desconocido como era internet en los años noventa para acabar siendo la primera marca de moda en ver la oportunidad del online. Ahora nuevas plataformas con altas capacidades cognitivas permitirán a los colaboradores de Mango tener copilotos para mantener esa obsesión de su fundador, que cada cliente se sienta como invitado a nuestra casa.

Rodearse de los mejores, pero ante todo de buenas personas. Este año se cumplirán cuarenta años de la creación de Mango y siguiendo la máxima lampedusiana, todo ha cambiado para que nada cambie. Isak sigue siendo el presidente de la compañía, pero con un equipo directivo de altísimo rendimiento liderado por un consejero delegado, Toni Ruiz, que ha conseguido los mejores resultados de la historia cuidando los equipos y que representa a la perfección el espíritu de los primeros tiempos de la empresa.

Isak Andic es un faro para los españoles, un emprendedor que emigró a nuestro país y encontró el mejor lugar para crear su empresa y por tanto generar riqueza para esa tierra. Constancia, ambición, innovación y generosidad. El premio que recibirá en unos días es una llamada de atención para todos porque sin una clase empresarial fuerte, reconocida y apoyada, España no puede pretender ofrecer un futuro esperanzador a sus habitantes y ni mucho menos estar en el grupo de los países más desarrollados del mundo.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

martes, 5 de marzo de 2024

Nos quieren muertos

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 4 de marzo de 2024)

Bastó unos sorbos de té para producirle un coma mortal. Era el año 2020 y Aleksei Navalny ya era el principal opositor al régimen de Putin. Ingresado de urgencia en un hospital de Siberia comienzan las especulaciones a la vez que el mundo teme por su vida. Los médicos rusos descartan el envenamiento y al mismo tiempo Alemania flota un avión medicalizado que le traslada a Berlín. Un laboratorio germano confirma la intoxicación con un compuesto químico aunque semanas después el activista ruso, gracias a los cuidados recibidos en esta parte del mundo, logra recuperarse. 


2014, un joven reunido con la cúpula de su partido, salva la vida gracias a un casco de moto que le oculta la identidad ante la policía política bolivariana que le viene a detener. No corrieron la misma suerte varios de los simpatizantes de Voluntad Popular que fueron asesinados a sangre fría unas horas antes. Leopoldo López pasa a la clandestinidad mientras se convierte en la presa a cazar por la autoridades venezolanas y comienza un sufrimiento infinito de su familia, hoy a salvo en Madrid.


Ambos políticos, con órdenes de búsqueda y captura por gobiernos acusados de violar sistemáticamente los derechos humanos, deciden -inopinadamente para el comun de los mortales- entregarse para defender su inocencia. Con nada que esconder y mucho que temer, Aleksei y Leopoldo, se presentan ante la policía para ser detenidos. Rápidamente se organizan juicios farsa donde son condenados a años de cárcel y enviados a las peores prisiones del planeta. Una sentencia de muerte planificada.


Yulia y Lilian, casadas con ellos pero también con sus causas, como en su día lo hizo Ofelia, repiten a sus maridos y todos sus compañeros de fatigas que tengan cuidado porque "nos quieren muertos". Ofelia es la viuda del opositor cubano Oswaldo Payá y lo recuerda estos días en el que se han celebrado las exequias por Navalny tras aparecer muerto en extrañas circunstancias en un siniestro penal de los Urales. Una mañana de julio de 2012 se despidió en La Habana de su marido con un beso y no le volvió a ver. Un accidente de coche inducido le llevó a la muerte en una inhóspita carretera cubana. Payá amenazaba la omertá de la isla caribeña, una ley de silencio que oculta el hambre y los asesinatos.


Los dictadores de Cuba y Rusia debilitaron con sus muertes la oposición y la defensa de las libertades. Leopoldo pasó más de cuatro largos años encerrado y torturado -explicados magistralmente en el libro de Javier Moro que está semana tuve el honor de presentar-. Sin embargo su causa sigue viva. Maria Corina Machado en su país, también condenada, y otros intrépidos han cogido el testigo en Nicaragua, Irán, Ruanda, Azerbaiyán y también en Rusia. Les quieren muertos como a la democracia, como a la justicia, como a las libertades.


Acabamos de enterrar a Navalny y las imágenes de esos valientes haciendo cola en la iglesia moscovita golpean en nuestra conciencia, mientras vemos las noticias en el calor de nuestro hogar y nuestra democracia. Esos rusos esperando -muertos de miedo- en la fila de la Iglesia nos emplazan a que la libertad siempre gana cuando hay quien la defienda.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

lunes, 4 de marzo de 2024

Aristóteles y Ábalos

(Este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el 2 de abril de 2024)

Lo sé. Parece un anatema el título de este artículo, pero con un poco de paciencia el lector encontrará la conexión entre las academias de la Antigua Grecia y las marisquerías de Valencia en nuestros días. Aristóteles además de a la filosofía, la física y la astronomía dedicó parte de su producción científica a la oratoria, en concreto a criticar a los sofistas y sus teorías de persuasión. Para el genio heleno los sofistas usaban la palabra para engañar, tejían una tela de araña con trucos retóricos en la que lo importante era cazar a la audiencia y no perseguir la verdad. A Aristóteles, pero también a Platón les indignaba el relativismo de los sofistas que solamente creían en la persuasión, es decir en una inteligencia práctica frente a la búsqueda de la sabiduría o una inteligencia ética.

Aristóteles se reveló, por tanto, contra las falacias y artimañas sofistas. Las más eficaces redes de araña o trampas mentales las resumió en tres: ethos (el comportamiento social), logos (los datos lógicos) y pathos (los sentimientos). Y es aquí donde aparece la actualidad y el caso Koldo para ayudarnos a entender a Aristóteles. José Luis Ábalos ha comparecido en el Congreso compungido y con cara de circunstancias (pathos), paseado por platós y estudios de radio para defender su honorabilidad aduciendo que no está ni imputado ni condenado (logos) y finalmente alardeando de ser un hombre normal y corriente, sin apenas recursos, aplastado por el poder (ethos).

El exministro Ábalos, convertido en un experto sofista manejando las herramientas de la persuasión que tanto le molestaban a Aristóteles. Dicho y hecho, ha salido vivo de los directos con reconocidos periodistas escabulléndose detrás de sentencias y de boletines oficiales (logos). Al mismo tiempo que interrumpía una entrevista en prime time para atender a un familiar que se le habían olvidado las llaves de casa (ethos) o ahogaba unas lágrimas de congoja por sentirse abandonado por sus amigos (pathos).

El diputado valenciano, defiende con aplomo y voz profunda que jamás tirará de la manta y traicionará a los suyos (ethos) aunque eso le suponga un gran sacrificio personal por no tener medios para vivir fuera de la política (pathos) porque no hay prueba, indicio o dictamen de la justicia que le implique en ningún delito (logos).

Aristóteles hubiese sentido lo mismo escuchando al ex vicesecretario de organización del PSOE que cuando asistía a las clases de retórica de los sofistas en Atenas. No se puede defender cualquier cosa con la palabra, es inadmisible usar trucos retóricos para engañar a la audiencia, pensaría el sabio. Hoy como ayer, un sofista es un embaucador y a la vista de las informaciones que estamos conociendo sobre los desmanes de los colaboradores cercanos del exministro, Ábalos está más cerca de la categoría de farsante que la de un ateniense que usaba la oratoria para llegar a la verdad.

Nuestro alumno aventajado de Gorgias, el más conocido de los sofistas, utiliza la calma en sosegadas respuestas como haría alguien que no miente (pathos), viste con la dignidad del traje y la corbata (logos) y conecta con una audiencia antisanchista por haberse atrevido a desafiar al todopoderoso presidente del Gobierno (ethos). Ábalos sigue a pies juntillas uno de los pronunciamientos del maestro clásico “el discurso es un amo poderoso”.

A diferencia de Aristóteles, a otro genio de la época como Sócrates lo acusaron de prácticas sofistas por lo que fue juzgado. Justo antes de ser sentenciado señaló que, de quedar libre tras el juicio, seguiría haciendo lo que había hecho hasta entonces, sabiendo que sería condenado de nuevo y por ello ejecutado. Sócrates finalmente se suicidó con cicuta precisamente por defender su verdad antes de aceptar los atajos que poderosos amigos le ofrecían. No hay quizás convicción más absoluta, más irreversible que ésta. Ábalos ha elegido las argucias cognitivas de la escuela de Sofos y así se ha despojado de su pasado y optado por vivir una nueva vida -en el grupo mixto y fuera del PSOE- que no le gusta demasiado. Veremos lo que le dura (con permiso de la justicia) pero esa propia opción y las formas con las que la ha tomado son ya todo un mensaje. En cualquier caso, la comunicación, una vez más, aparece como la palanca clave ante cualquier situación de crisis.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

viernes, 1 de marzo de 2024

Kennedy tenía razón

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 19 de febrero de 2024)


El que fuera ministro de Podemos, Alberto Garzón anunció hace unos días su fichaje por una agencia de lobby. Al día siguiente tuvo que renunciar por las presiones de sus colegas de ideología, muchos de ellos hoy en Sumar. Me temo que no solo en la cabeza de los militantes de izquierdas, sino en una parte importante de la sociedad, la actividad del lobby es una de las menos honorables. Pero no siempre fue así.

Corría el año 1869 y un héroe de guerra presidía los Estados Unidos de América. El general Ulysess S. Grant había liderado el ejército unionista que había vencido a los esclavistas en la guerra de secesión. El militar acostumbrado al trato con la leva se resistió a encerrarse en las cuatro paredes de la Casa Blanca y todas las tardes las pasaba en el Hotel Willard a escasos metros de la residencia oficial. Con un puro en una mano y en la otra un whisky, paseaba por el lobby del hotel deseando escuchar a unos y otros. Rápidamente la costumbre del 18º presidente americano se hizo conocida y personas de todo el país comenzaron a presentarse en el recibidor del hotel para trasladar sus cuitas. La leyenda cuenta que Grant no tomó la decisión de irse al hotel sino su mujer, harta del fuerte olor de los habanos. Sea como fuere, ciudadanos de toda condición vieron una oportunidad para trasladar directamente al mandatario, sin intermediarios, sus demandas en todo lo relativo a las políticas públicas. Vecinos aislados que reclamaban una línea de ferrocarril, comerciantes ahogados por los precios de los monopolios o viajantes atracados por forajidos trasladaban sus propuestas de nuevas regulaciones e inversiones en seguridad en estos ratos de cigarros y licores.

Pasaron los años y la Casa Blanca se amplió con la famosa Ala Oeste, los presidentes dejaron de visitar el vestíbulo del hotel, pero el término de lobista se consagró para referirse a aquellos que defienden sus intereses ante la administración pública. En Europa no tuvimos un Hotel como el Willard, pero todas las cámaras legislativas, sea en el Reino Unido o en España y ahora en Bruselas, tienen sus lugares de encuentro en los que los políticos se cruzan con periodistas, colegas o representantes de sectores afectados por alguna regulación. Esos salones conocidos como lobbies en el mundo anglosajón, en castellano son los salones de los pasos perdidos y los encontramos en el Senado y el Congreso de Madrid, pero también en Uruguay o Perú. Grandes vestíbulos de entrada a las cámaras de representantes donde se cruzan los pasos de los visitantes con los de los políticos.

Desde Grant a John F. Kennedy muchos presidentes se alojaron en la Casa Blanca, exactamente diecisiete, pero a pesar del tiempo, JFK como el militar, quiso hablar de los lobistas. Son aquellos “que me hacen entender un problema en 10 minutos, mientras que mis colaboradores tardan tres días”. Esos encuentros fugaces con los gobernantes y la necesidad de explicar en poco tiempo problemas complejos, exigían altas dotes de comunicación y de conocimientos para sintetizar propuestas de cambios legislativos.

Los años han pasado y las leyes regulan esta actividad, miles de profesionales trabajan en este sector que no dejará de crecer mientras lo haga el impacto de lo público en la actividad privada. Una economía de mercado dinámica necesita herramientas y profesionales confiables que permitan la colaboración público privada desde el respeto mutuo. Antes de lo de Garzón y después.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

domingo, 11 de febrero de 2024

Lo que viene

(este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Cataluña el día 27 de enero de 2024


En 2024 las preocupaciones corporativas girarán en torno a una cuestión unánime: la incertidumbre. La época de las certezas ha desaparecido a juzgar por las encuestas a directivos que hemos conocido estas semanas de inicio del año, coincidiendo además con la celebración del Foro de Davos. Los informes de tendencias de los principales analistas del mundo que hemos ido conociendo mencionan las siguientes siete tendencias:

1.       La geopolítica transfigurada en geoeconomía

El conflicto en la franja de Gaza continuará impactando en el precio del petróleo. La Guerra en Ucrania cumplirá este mes de febrero dos años distorsionando el mercado de los alimentos, sin visos de que esto cambie. Y los ataques desde Yemen contra barcos mercantes en el Mar Rojo amenazan con estrangular el comercio internacional. Además, todas las previsiones macroeconómicas indican una desaceleración de las principales economías avanzadas, especialmente preocupantes son la situación de Alemania y China. Este riesgo de coyuntura se une a la vuelta de la disciplina fiscal que lesionará la demanda agregada. Por ello, en la mente de los directivos se ha instalado que 2024 será un periodo de debilidad que lastrará beneficios.

2.       La inteligencia artificial (IA) incrustada en la agenda

La IA seguirá dando que hablar por sus potenciales amenazas, ya que empieza a ser prácticamente imposible diferenciar lo que es real de lo que no. Pero también por los empleos que se esfumarán o las empresas que cerrarán por ineficientes al no adaptarse a esta tecnología en tiempo y forma. 2024 será el año también de la ratificación de la nueva normativa europea sobre los usos de la IA. Por ello, los cargos públicos de Europa tendrán sus siglas en la agenda. Las preocupaciones versarán sobre si los derechos de los humanos se verán lesionados o la posibilidad de que un algoritmo altere la conciencia de los votantes. La alta dirección no será una excepción. Las empresas que no apliquen la IA en este nuevo año serán muertos vivientes.                                                                              

      3.  La polarización se colará en todas las sociedades

El estudio The Hidden Drug ha puesto de manifiesto que el fenómeno de la polarización, que genera división, enfado y enfrentamiento en la sociedad, ha crecido hasta un 40% en los últimos meses y el calendario político de 2024 no dejará a nadie sin caer en una trinchera. Cerca dr la mitad de la población mundial pasará por las urnas con elecciones en Rusia, Ucrania, India, Reino Unido y Estados Unidos. La maquinaria de la polarización se alimentará con estas contiendas y este contexto exigirá no solo seguimiento por parte de las corporaciones sino implicarse en complejas cuestiones sociales para seguir identificándose con sus grupos de interés.

     4. La batalla por el talento se recrudecerá

En un año de guerras, las empresas tendrán que gestionar otra batalla que se antoja la más compleja: la batalla por el talento. Vacantes por ausencia de candidatos cualificados, fuga de los perfiles más demandados en el mercado, la desconexión de muchos empleados con sus empresas, el aumento del absentismo y el recrudecimiento de las políticas migratorias que intensificarán el problema del déficit de trabajadores que tenemos en esta parte del mundo. La gestión del talento será en 2024 una incómoda piedra en el zapato de los CEOs que hará tambalear el resto de prioridades. En estos tiempos de prisas y aplicaciones para ganar eficiencia, disponer de tiempo para las personas será el gran reto que debería regalar la tecnología a los directivos.

   5. El cliente volverá a estar en el centro de todo

Aunque suene a manido, las empresas son plenamente conscientes de la importancia de poner al cliente en el centro de todas sus decisiones. Según una reciente encuesta 3 de cada 4 directivos consideran una prioridad este año, poner foco en el cliente. Además, se trata del desafío ante el que más preparación se asegura tener por parte de la empresa: el 63% de los entrevistados dicen estar muy preparados para afrontar este reto. Será fundamental, contar con un conocimiento profundo del consumidor que permita tomar decisiones basadas en datos (el 85% así lo cree). Este conocimiento exhaustivo de la singularidad de cada consumidor será la base que permita ofrecer una experiencia plenamente satisfactoria, un aspecto que el 80% de la muestra considera de alta importancia de cara a 2024.

   6. La emergencia climática exigirá algo más que palabras

La profesora Paloma Baena no se cansa de repetir que la naturaleza humana tiende a postergar todo aquello que no es inmediato. Las consecuencias de la inacción climática son, incompatibles con la vida tal y como la conocemos. Al incremento de fenómenos climáticos adversos, ya presentes en los últimos años, podríamos sumar este año cambios irreversibles en biodiversidad, cultivos o exposición a enfermedades infecciosas, profundizando las desigualdades sociales existentes y motivando, inevitablemente, un aumento de conflictos por razones de mera supervivencia. A pesar del reciente cuestionamiento de las siglas ESG, la responsabilidad corporativa en esta materia no dejará de aumentar en 2024 impulsada por tres vectores: capturar el jugoso mercado de las renovables, la regulación del greenwashing y el activismo climático.

  7. La resiliencia será el atributo más buscado

2024 no será un año más para las empresas. Ya casi ninguno lo es. Las tendencias descritas exigirán líderes con capacidad no solo para afrontar los desafíos de la agenda sino para beneficiar de ello a su compañía. Siguiendo con la encuesta ya mencionada, el 95% de los CEOs y altos ejecutivos afirmaron dar importancia a la resiliencia empresarial como uno de los desafíos que afrontarán las empresas este ejercicio. Para 2024 el 90% de los encuestados cree necesario ser flexible y adaptarse al cambio. El profesor Nassim Taleb lleva años defendiendo un atributo para estos tiempos, no se trata de ser robusto sino aprovechar ese desorden para mejorar y estar preparado para la siguiente disrupción.  

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

miércoles, 7 de febrero de 2024

Aquí hay tomate

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 5 de febrero de 2024)


Hacia el año 1800, Nicolas Chauvin, un joven soldado francés después de caer herido más de quince veces sirviendo a Napoleón, tiene que abandonar el ejército con una exigua pensión. Los años pasan, la época bonapartista se olvida y Nicolas sigue defendiendo, ahora con la palabra, pero con el mismo fervor, la causa imperial francesa. Por su verbo encendido a la vez que exagerado logra la celebridad en su país gracias a su defensa de una imaginaria e idílica Francia. Desde entonces su apellido es usado para describir el patrioterismo. El chauvinismo o chovinismo es la exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero. Francia es la cuna del soldado y por tanto del término. Han pasado dos siglos, parece mucho, pero siguen ganándose a pulso ser los más chovinistas.

La que fue ministra francesa, la socialista Segolène Royal, esta semana ha criticado en un programa de televisión los tomates españoles por “incomibles” y hacerse pasar por ecológicos “falsamente”. Inmediatamente la caja de pandora se abrió, los españoles respondimos al ataque de la política y los productores galos boicotearon con más ímpetu al agro español. Chovinismo en estado puro: los productos franceses virtuosos y los españoles indignos e inferiores. Una devoción fanática unida a una parcialidad basada en prejuicios, en el mismo lapso que los agricultores europeos paralizan el centro continental. Gasolina al fuego por parte de la exministra del Hexágono para avivar los ataques contra nuestros productos y de paso alimentar el voto ultra en las elecciones de junio.

Habrá que recordar a Segolène que el tomate es originario de México y que somos los españoles los que lo introducimos en Europa en el año 1521 gracias a Hernán Cortés. De hecho “tomate” es una palabra azteca que los descubridores aprendieron y probaron en la conquista de Tenochtitlan. Las crónicas nos cuentan que en los primeros viajes de Colón ya desembarcó en Sevilla con el fruto rojo y se cultivó rápidamente por todo el territorio español, tradición que ha llegado hasta nuestros días con deliciosas variedades en Murcia, Valencia, Andalucía, País Vasco, Navarra, Rioja y las Castillas. Solo gracias a España este producto se introdujo en Francia, muchos años después, señora Royal.

En castellano tenemos una expresión que explica perfectamente lo que está pasando en Francia. Aquí hay tomate, se utiliza para explicar que detrás de algunos sucesos hay escondidas “sustanciosas” cuestiones. Las ofensas a nuestras frutas y verduras esconden la incapacidad de los gobiernos para acercarse a los verdaderos problemas de los ciudadanos, opacan también una burocracia europea obsesionada con contentar los estándares internacionales de sostenibilidad pero que arruina industrias enteras. Los insultos al vecino demuestran la impotencia de determinadas opciones políticas para reconectar con unas clases trabajadoras que se han ido alejando de estadistas de salón y sus discursos ininteligibles. Este proteccionismo trasnochado oculta un estado confiscatorio que aspira solo a distribuir riqueza, pero no a crearla. O las subvenciones imparables que desincentivan la competitividad de los territorios y el emprendimiento de sus vecinos. Ese es el tomate del que deberíamos hablar.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

domingo, 4 de febrero de 2024

La psique de los políticos

(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el 27 de enero de 2024)

La anécdota ha pasado desapercibida para el gran público. Me permito recordarla, como economista, pero con un fin exclusivamente psicológico porque ilustra a la perfección el estado de ánimo de esta Europa del año 2024. Davos, 16 de enero, el presidente Pedro Sánchez, tras meses de desencuentros, convoca a los directivos españoles que asisten al foro económico mundial. A la cita, en una pequeña sala, acuden todos los primeros ejecutivos de las grandes compañías patrias presentes esos días en Suiza. Se cierran las puertas y se escucha inopinadamente un aplauso atronador. En la reunión, el presidente de Ferrovial acusado por el gobierno de antipatriota por trasladar la sede social a Ámsterdam, también su colega de Iberdrola -el más vilipendiado por los ministros de la coalición-, Josu Jon Imaz de Repsol -ahora negacionista del cambio climático para la vicepresidente Teresa Rivera- y los primeros ejecutivos de los “malvados” bancos que padecen un nuevo impuesto que se ha justificado desde el ejecutivo por los injustos beneficios que generan para sus accionistas. El equipo de comunicación de Moncloa tras escuchar la ovación comienza a contar a los periodistas acreditados que Sánchez es recibido en olor de multitudes por los empresarios. La realidad era bien diferente, ya que los aplausos eran para el CEO de Cepsa -también presente en la reunión- que acababa de ser reconocido por Forbes como uno de los mejores ejecutivos globales. Un fallo lo tiene cualquiera y rápidamente el equipo presidencial rectifica y cuenta el verdadero motivo de semejante homenaje.

Lo realmente relevante no es el error, sino qué es lo que lleva a alguien a interpretar ese aplauso de los empresarios como un reconocimiento a Pedro Sánchez. La explicación reside en la conocida como economía del comportamiento en la que su máximo exponente es el premio Nobel de economía Daniel Kanheman. En su libro “Pensar rápido, pensar despacio” este psicólogo defiende la necesidad de pensar antes de actuar. La mente nos engaña muchas veces y parece que los asesores del presidente español cayeron en el “sesgo de confirmación” que se explica en este manual superventas. A saber, la tendencia a interpretar la información para confirmar las propias creencias. Sánchez bueno, empresarios malos. El problema no es la anécdota de Davos sino que esos prejuicios cognitivos se muestran todos los días en las políticas públicas con nefastas consecuencias en nuestra economía. Más regulaciones y más impuestos provocan menos empresas y por tanto menos riqueza.

Pero España no es la excepción del territorio europeo de este fenómeno psicológico.  En un año electoral en el continente europeo, de tanto hablar de la amenaza de la ultraderecha y cebar su discurso con estrategias ininteligibles, estamos acabando por conseguir que se cumpla. Profecía autocumplida es otra forma de llamarlo. De nuevo una trampa de nuestra psique que tendrá consecuencias económicas. Como recuerda la profesora Alicia Coronil los últimos datos del PIB estadounidense abonan una posible revisión al alza de sus perspectivas de crecimiento en 2024; coyuntura contraria a la de la de la Eurozona en la que aumentan las señales de polarización en el continente europeo ante una crisis agraria, que ha llevado a los funcionarios de Bruselas a reunirse con el sector en busca de soluciones y por la preocupación de que esta ola de protestas se extienda al resto de Estados miembros. Un hecho que, más allá de las implicaciones sobre las cadenas de suministros y los precios de los alimentos, podría condicionar los resultados de las próximas elecciones europeas, en las que Fico, LePen y Orban acudirán con viento a favor.

La solución a estos sesgos es pensar despacio antes de actuar como defiende Kahneman y todos los seguidores de la heurística o capacidad de las personas para resolver problemas mediante la creatividad o pensamiento lateral. Se trata de aplicar un conjunto de reglas simples que permiten explicar los procesos de toma de decisiones y la solución de problemas, cuando estos son complejos o no se cuenta con la información completa sobre los mismos y así evitar caer en las trampas que nuestra cabeza (con nuestra ideología) nos pone.

El profesor de la Voxel School, José Cuesta defiende para lo anterior un talento híbrido fundamentado en la creatividad. Esa mezcla ganadora, es una combinación perfecta de habilidades blandas con conocimientos técnicos que podría contribuir, desde la empresa o el gobierno, a la competitividad de la economía aportando ideas innovadoras fundamentadas en la razón y no en el prejuicio.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

 

Espejo roto

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 22 de enero de 2024)

Son muchos, más de 16 millones, uno de cada tres españoles, que no entienden nada.  Se miran en el espejo y la imagen que les devuelve no es la suya. Tienen buen ánimo. salud y dinero, pero se ha instaurado un estereotipo sobre ellos de fragilidad y tristeza.

El filósofo José Luis Aranguren defendía que los medios de comunicación, la opinión publicada, son un espejo de la sociedad. Hoy la imagen que recibe la sociedad de los mayores de cincuenta y cinco años es muy diferente de la realidad. El espejo se ha roto y así lo sienten millones de mayores que no dan crédito a lo que ven. Cumplir años en nuestro país es una condena en el imaginario social que no se compadece con la realidad. Me explico.

Si pensamos en personas mayores inmediatamente nos viene a la cabeza obsolescencia tecnológica, enfermedad y miseria. Cuando lo cierto y verdad es que nunca en la historia de nuestro país los mayores han tenido mejor salud, más ingresos y más ganas de comerse el mundo. Hace unas semanas se conoció una nueva edición del barómetro de consumo sénior en la que se ha demostrado como el 78% de los mayores tienen una presencia activa en internet, 12 millones de internautas con canas que compran, se informan y socializan con amigos y familias en la red de redes. Cada año, desde hace cuatro, un millón más de mayores se digitalizan lo que llevará a cerrar la brecha digital en un lustro. Pero seguimos viendo a los mayores como incapaces de afrontar los cambios tecnológicos, vencidos por el progreso.

La misma encuesta explicaba que apenas van al médico porque se cuidan. El 79,7% van menos de una vez al mes a un centro sanitario y una mayoría cuida su alimentación y practica ejercicio físico. Muy coherente con el dato de que somos uno de los países del mundo con mayor esperanza de vida que ronda ya los ochenta y cinco años.  En cambio, la publicidad nos devuelve una imagen de mayores enfermos cuando no impedidos. Pero los gimnasios se abarrotan de mayores y es el grupo de edad que más ganas tiene de viajar.

Si hablamos ahora de su capacidad económica los datos vuelven a ser muy diferentes al mantra que se ha instalado sobre la precariedad de los mayores. Tienen casa en propiedad y pagada -qué sueño para el resto de generaciones-, dos ingresos en el hogar, lo que les lleva a poder ahorrar y ayudar generosamente a sus descendientes. Esta fortaleza en lo económico se ha trasladado en un optimismo abrumador de los mayores con su futuro con un 68% que cree que su situación será igual o mejor.

Por eso cada mañana al levantarse y ven ese espejo roto, piensan que la imagen que se refleja de ellos nada tiene que ver con lo que ellos sienten. Amanece un nuevo día y sin mirarse en ese cristal se lanzan a la calle con la idea en la cabeza de saber que viven en un país envidiado en todo el mundo por la calidad de vida de sus mayores.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

lunes, 8 de enero de 2024

Se acabó el turrón duro

(este artículo se publicó originalmente el día 8 de enero de 2024 en el periódico 20 Minutos)

El turrón forma parte de la Navidad. Además el de toda la vida, el duro. Recientemente he tenido que analizar la presencia digital de los directivos en redes sociales y me he acordado del dulce navideño típico. Mi sorpresa ha sido comprobar que aquí los líderes empresariales tienen una menor presencia digital que en otras partes del mundo. En Brasil y Argentina prácticamente todos los primeros ejecutivos de las empresas importantes están en redes sociales de carácter profesional, en España únicamente uno de cada tres.  

Hoy la opinión pública ya no se moldea, como antaño, exclusivamente en los medios de comunicación convencionales como televisión, prensa y radio, sino que es líquida. Este concepto fue acuñado hace unos años por el filósofo polaco Bauman para describir cómo las sociedades estaban dejando de tener principios rígidos y por tanto inmutables para evolucionar hacia un mundo sin certezas, dónde todo es susceptible de cambio. Lo sólido pasa a ser líquido.

En el pasado todo era más fácil para un directivo de una empresa. Se sabía que había que rendir cuentas por unos resultados ante una junta general y un consejo de administración. Una pléyade de empresarios vivió, así, tiempos felices, pero llego la modernidad líquida de Bauman con internet y las redes sociales. Y todo se complicó. Ya no basta con contentar a accionistas, sino que el prestigio de la empresa y por tanto su futuro, depende de lo que opinen clientes, proveedores, trabajadores, administraciones y cualquier paisano sin relación aparente. Y conforman su opinión de mil maneras. Nadie, por muy presidente que sea de una gran empresa, puede pretender aprehender algo líquido, como la nueva opinión pública, porque se te desparrama entre las manos.

Dicho eso, no se puede colegir que hay que rendirse ante la complejidad del momento. Más bien al contrario. La investigación de la que estoy hablando ha conseguido demostrar que cuando los directivos están en redes sociales con una presencia genuina y honesta, aumenta el prestigio de la empresa a la que representan. Largo camino por recorrer porque el análisis también ha detectado que no solo la presencia de los directivos, sino que el volumen de conversación es mucho menor que el de sus empresas.

Ahora que empieza un nuevo año y todos nos ponemos propósitos, no estaría mal que los que tienen altas responsabilidades en empresas piensen más allá de ratios económicos y saquen tiempo para abrir perfiles en redes sociales. No es una frivolidad invertir parte de la agenda en interactuar con cientos de miles de internautas, es una exigencia social. Un directivo que aspire a la excelencia ha de tener una huella digital sólida y ha de implicarse en el devenir de la comunidad a la que sirve. La conversación social no puede ir disociada de las preocupaciones empresariales. Un buen test para que hagan estos días muchos primeros ejecutivos sería esta simple cuestión ¿se habla lo mismo en mi comité de dirección que en la calle? Hoy la calle son las redes sociales y me temo la respuesta, a la vista de los datos que disponemos.

Pero volvamos al turrón duro. Seguro que nuestros padres no concebían la Navidad sin el. Pero todo cambia y también los gustos. Hoy otros dulces lo han sustituido. Una diversificada oferta de postres nos permite seguir disfrutando de estos días. Cambiar para seguir igual. Pues eso.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

jueves, 4 de enero de 2024

Elegantia est

(este artículo se publicó originalmente en El Periódico de España el día 3 de enero de 2024)

Cuando pensamos en una persona elegante nos viene a la cabeza su indumentaria porque la propia definición en castellano habla del buen gusto y la distinción en el vestir. Sin embargo; la etimología de esta palabra, del latín "elegantia", nos recuerda que puede ser también algo mucho más importante que unos ademanes, es la cualidad que tienen algunas personas para extraer lo mejor. José Antonio Llorente era elegante, en español y en latín.

José Antonio murió este 31 de diciembre a los 63 años tras una carrera empresarial de éxito. Periodista de profesión y por vocación familiar, fundó en 1995 la empresa LLYC (Llorente&Cuenca) buscando llevar a la comunicación corporativa esa distinción y refinamiento de la definición que la RAE hace del término elegancia. Y así, durante los 29 años que fue presidente, quiso que la delicadeza y el atractivo estuviesen muy presentes -de nuevo más sinónimos de esa elegancia- en todos los servicios prestados por su empresa, fuese en la comunicación corporativa o en el marketing pasando por la publicidad o por la monitorización de datos. Frente a los que, por desgracia en demasiadas ocasiones, optan por las prisas y la vileza en el desempeño profesional, Llorente construyó desde cero una nueva industria de servicios con la calidad por bandera y sobre todo con los más cinco mil profesionales que pasaron por su compañía en tres décadas.

Pero José Antonio Llorente también era la "elegantia" latina. Esa palabra que proviene del vocablo "elegire", traducido como seleccionar, pero también en el vocablo recolectar. Es decir, alguien elegante es aquel que sabe sacar lo mejor de cada cosecha. Era elegante porque extraía la mejor versión de las personas con la que topó en su larga carrera bien como emprendedor de éxito, brillante directivo, periodista de raza o coleccionista de arte. “Elegire” siempre. Y a lo largo de su biografía escogió el riesgo de emprender, la generosidad de construir una firma de socios, la visión de desbordar las fronteras de su sector, la humildad para dar oportunidades a su equipo y servir a la comunidad con su propia Fundación. También tuvo que volver elegir este último año cómo afrontar la enfermedad y no defraudó al optar por la resistencia y la discreción.  Parece fácil, aunque de nuevo el diccionario nos da alguna pista de lo que es caer en lo contrario y padecer de afectación, ordinariez, desfachatez, informalidad o chapucería. Ninguna de esas palabras ha estado en la vida de Llorente.

Todos los que tuvimos la fortuna de cruzarnos en nuestra carrera con José Antonio sentíamos que éramos mejores con él. Después de escuchar sus silencios, leer sus reflexiones o pasear por su oficina, tenías la sensación de querer más, de desear más tiempo para disfrutar de esa elegancia en el trato o de su inquietud intelectual para ser siempre moderno, fuese en la fortuna o en la adversidad. La familia de José Antonio, Irene y los más de 1200 empleados de LLYC con sus cientos de clientes y proveedores en todo el mundo, sabemos que no podremos disfrutar más en persona de esa elegancia, pero nos queda el consuelo que está y estará muy presente en su legado empresarial.

 Iñaki Ortega es doctor en economía y director general de LLYC en Madrid

martes, 2 de enero de 2024

Un empresario para el mundo

(este artículo se publicó originalmente en El Heraldo de Aragón, 20 Minutos y La Información el día 2 de enero de 2024))

Ser líder no es fácil. En tu país o en tu especialidad siempre exige talento y alto desempeño. José Antonio Llorente fue algo más que eso, consiguió ser de los mejores del mundo en lo suyo y además desbordar su profesión para llevarla desde las relaciones públicas al marketing digital. Se inventó una industria en un país sin tradición alguna en los servicios profesionales de acompañamiento de alto valor a las empresas.

Llorente nació en Madrid en 1960, aunque siempre miró al mundo. Estudió en el Reino Unido, vivió en Brasil, pasó largas temporadas en Estados Unidos y situó su empresa Llorente&Cuenca (LLYC) en diecinueve países. Un mundo de empresas que le apasionaba y que le llevó a crear su propia compañía después de haber aprendido de los mejores en EFE, CEOE y Burson-Marsteller. 

Mucho hemos escrito los profesores de economía sobre el liderazgo empresarial, pero no exagero en que casi todo de ello podría sintetizarse en la biografía de José Antonio Llorente. La misma dedicación y delicadeza que ponía en sus inicios para hacer un collage de noticias con sus propias manos, pegamento y tijeras, la mantuvo a lo largo de cuatro décadas de carrera para liderar las más complejas crisis empresariales, inspirar las campañas de publicidad más creativas, confluir los intereses de lo público y lo privado en legislaciones claves o interpretar millones de datos para que los consejeros delegados tomasen las mejores decisiones. 

Los que tuvimos la suerte de trabajar con él sabíamos que José Antonio era elegante y dialogante, lo que no significaba ser elitista ni relativista. Su elegancia en sus maneras y a la hora de vestir era el reflejo de algo mucho más importante; en primer lugar, su respeto a las personas con las que trataba -fuesen empleados o clientes- y en segundo lugar su obsesión por la modernidad y la calidad total. Testigos de lo anterior son las más exigentes compañías clientes de LLYC que han permitido que hoy su empresa cotice en bolsa o facture cerca de cien millones de euros; como también los cinco mil profesionales que han pasado por la empresa desde su fundación hace 29 años, auténtico semillero de talento que ha fructificado en las mejores compañías. Por último, esa capacidad de dialogar estaba basada en su profundo sentido de la tolerancia: como Popper amaba tanto sus ideas que entendía perfectamente el amor de otros a ideas diferentes.

Pero José Antonio, sobre todo, transformaba. Cambió el panorama de las agencias de comunicación en España y en Latinoamérica, y su muerte le impedirá ver cómo su legado hará posible esta misma proeza en el mercado más exigente del mundo, los Estados Unidos de América. Creó un sector nuevo para mejorar la relación entre lo público y privado basado en la profesionalidad y no en una agendilla de teléfonos. Mutó los profesionales de la comunicación para hibridar los graduados en letras y las especialidades STEM. Y nos hacía ser diferentes cuando le veíamos trabajar: después de escucharle con un cliente o atender las cuitas de un directivo, ya no eras el mismo. El profesor del MIT McGregor acuñó el concepto de liderazgo transformacional como un proceso por el cual una persona logra que sus seguidores pongan las más elevadas necesidades de la organización, por encima de las suyas, para lograr que ambos, empresa y empleado, sean mejores. Así era José Antonio Llorente.

Murió el último día de diciembre como si con su fallecimiento quisiese dar la última lección. Los planes se luchan hasta el último día del ejercicio.  DEP.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director general de LLYC en Madrid