(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 10 de junio de 2024)
El trabajo en España siempre da qué hablar. Los datos mensuales del desempleo desde hace décadas nos recuerdan que somos el país europeo con más parados, por encima de los tres millones de personas. Pero en los últimos años han aparecido dos fenómenos que sorprenden mucho en un país supuestamente aquejado por el paro. El primero es que aquí conviven dos realidades aparentemente contradictorias, el desempleo y las vacantes; ya que cientos de miles de ofertas de empleo quedan sin cubrirse por la ausencia de perfiles cualificados. La segunda, es el auge del pluriempleo, 800.000 personas tienen más de un trabajo precisamente porque con un contrato no les vale para alcanzar unos ingresos suficientes.
Ahora, ha aparecido una nueva realidad para complicarlo todo aún más, se le conoce como los turistas laborales. Son profesionales, que, como un turista, viajan de una empresa a otra buscando el mejor destino laboral. Las empresas ya lo están notando con cifras de rotación no deseada de hasta un 40%. Una realidad que afecta a los más jóvenes de la generación z, casi la mitad de ellos quiere cambiar de trabajo, pero también al resto de cohortes que ante un mercado laboral precario y en expansión, han perdido miedo a cambiar de ocupación.
¿Qué es lo que lleva a que en un país donde tener un empleo es todo un triunfo, de la noche a la mañana miles de personas decidan dejar su puesto de trabajo? Son varias razones que se explican en un interesante informe que ha liderado el experto en recursos humanos, Tomás Pereda. Son profesionales que saltan de liana en liana en la jungla laboral, donde cada liana es una empresa que le sirve de impulso para ir a la siguiente y así sucesivamente. Un proceso interminable en el que las empresas tienen mucho que perder si no son capaces de pararlo, usando el marketing que tantos éxitos les ha dado con clientes, para ofrecer la mejor propuesta de valor para sus empleados. Escucha activa, creatividad, pacto intergeneracional, formación y personalización son las herramientas que han de usar las compañías para evitar que sus fichajes apenas superen el año de permanencia.
Pero este proceso tiene que ver también con la demografía y la psicología. La pirámide de la población se ha estrechado y el poder de negociación ha pasado de la empresa que tenía donde elegir hace unos años, a ahora dónde el candidato acaba eligiendo la empresa. Al mismo tiempo, la tecnología -que lo ha acelerado todo- nos ha vuelto a todos más impacientes, no estamos dispuestos a calentar años una silla en una empresa que no nos hace felices. Esa inmediatez, unida a la pérdida del vértigo a los períodos de transición -gracias a un potente sistema de subsidios públicos- explica tanto cambio de trabajo en tan poco tiempo de estos turistas laborales.
El informe de MásHumano termina alertando de que al igual que explorar sin brújula puede llevar al desastre, cambiar de empleo sin un proyecto profesional bajo el brazo, es la antesala del fracaso. Carreras inconsistentes con personas incapaces de casarse con un proyecto empresarial, abonarán futuros parados o lo que es peor candidatos a la insatisfacción permanente.
Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC
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