lunes, 19 de diciembre de 2011

No hay dos sin tres


La tarea de enderezar el rumbo de la economía española puede parecernos casi imposible, habida cuenta de la altas tasas de paro, la ausencia de crédito y el acoso de los mercados financieros. Sin embargo, si prestamos atención a nuestra historia reciente, encontraremos razones para no caer en el desánimo, puesto que no es la primera vez que la democracia española se ve en la tesitura de encontrar con urgencia una salida a una situación de profunda recesión.

Ya lo tuvo que hacer a finales de los años 70, cuando finalmente llegaron a España las consecuencias de la crisis del petróleo: el estancamiento del PIB, el rápido aumento del desempleo y, sobre todo, la desbocada inflación, amenazaron seriamente la estabilidad del país, en un momento todavía muy delicado. La solución, entonces, vino por el esfuerzo que hicieron las fuerzas políticas y sociales para aparcar sus diferencias y llegar a los llamados Pactos de la Moncloa de 1977.

El segundo gran desafío económico al que tuvo que hacer frente nuestro país se produjo en los 90, cuando, tras perder año tras año competitividad, el deterioro de la balanza de pagos se hizo insostenible y los mercados financieros recién liberalizados empezaron a castigarnos duramente. El resultado fue que conocimos una debacle económica sin precedentes, en la que el paro superó la cota del 24%. No obstante, salimos adelante porque tuvimos muy claro cuál era el camino a seguir: ingresar en el euro dentro del grupo de cabeza. La política de rigor que nos impusimos para cumplir los criterios de convergencia dio sus frutos.

Ahora estamos nuevamente ante una situación complicadísima, en la que los cinco millones de personas que quieren y no pueden trabajar son su más dramático exponente. No obstante, como en el pasado, podremos sobreponernos a la adversidad si damos con la fórmula adecuada, que, tal y como han visto en otras latitudes, tiene mucho que ver con la iniciativa emprendedora.

Y es que, conscientes de la capacidad de los emprendedores para ver oportunidades y nuevas actividades, aun en escenarios difíciles e inciertos como el que estamos viviendo, países como Estados Unidos, Reino Unido y Chile han redoblado su apoyo a los emprendedores, como eje fundamental de su estrategia de estímulo de la economía y el empleo.
 
En nuestro país, la atención que se ha prestado a los emprendedores hasta la fecha ha sido insuficiente y el apoyo que se les ha brindado, por la dispersión, parcialidad y falta de concierto de las instituciones, ineficaz; por lo que hay mucho recorrido para mejorar y ensayar esta solución.
 
Apoyar con las mejores condiciones institucionales a los emprendedores es garantía de empleo, innovación y desarrollo económico. Así lo demuestra por ejemplo que el total del empleo neto creado en los USA en los últimos años tenga su causa en las nuevas empresas o que las más recientes e importantes innovaciones hayan surgido de start-ups o que el espíritu emprendedor esté ya considerado como un nuevo factor de producción en el mix necesario para ser competitivo.

Si los españoles pudimos con la crisis en los 70 con la fórmula del consenso o en los 90 convergiendo con Europa, ahora también lo haremos cuando nos demos cuenta de que la clave, en esta ocasión, pasa por generar las condiciones apropiadas para que quienes estén dispuestos a emprender lo tengan más fácil y puedan empezar a ayudarnos a recuperar la prosperidad perdida y construir una nueva economía competitiva. Cuanto antes nos demos cuenta, antes comprobaremos que no hay dos sin tres. Y ya se sabe, a la tercera va la vencida.


Artículo publicado en el diario El Economista el 19 de diciembre de 2011.
Iñaki Ortega
@InakiOrtega

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Start-up Spain España Emprende

We are late arrivals, but that's precisely why we are in time to get it right. In the 1980s, there was a shift in the scale of developed economies' competitiveness and employment levers, and the United States was the first to spot the new paradigm. In fact, in the 1990s, works by PhD. David Birch were already evidencing that, contrary to the then popular view, it was not the major corporations that boosted employment most, but start-ups. In particular, the conclusion reached by this MIT researcher was that 80% of jobs created in that decade were attributable to SMEs less than 4 years old.

In light of these results, the federal government ramped up its backing for training and expanding start-ups, creating financial instruments which, coupled with private capital, have enabled technologies like GPS, Internet and Wi-Fi to develop. Recently, a study conducted by the Kauffman Foundation underpinned the strategic role played by business initiatives in the US, concluding that start-ups have driven all net job creation in the last few decades, which shows that the culture of entrepreneurship has gained considerable ground on the culture of management in the period.

This manner of understanding the world of business is a valuable intangible asset since entrepreneurs have incentives to broaden the range of production possibilities, while managers, more efficiency-driven, are motivated to operate within it–the economic success of Silicon Valley and Israel, two of the top eco-systems for global entrepreneurship, are evidence of this. Spain, which has traditionally been slow to appreciate the potential of small-scale business, has also started to make significant progress in this direction.

The Ministry of Industry has identified more than 2,500 public and private platforms focusing on boosting entrepreneurship. However, despite increasing the support, the strategy is not working, as evidenced by the shaky path towards economic recovery and, above all, the figure of five million unemployed. The fact is that these mechanisms have neither prevented the fall in the business birth rate (more than 40% since 2007) nor helped start-ups, with a few notable exceptions, to gain enough projection to be able to accelerate the transition towards an economy that is skewed towards production.

The reason for the lack of results is the way the measures have been implemented. While in the United States–giving a renewed boost to the policy of support for entrepreneurship–Start-up America was launched, based on the Chilean experience, a major public-private cooperation programme between the federal government and the country's leading companies to channel and coordinate efforts to help entrepreneurs, in Spain there has been little or no joint action between the administrations and the possibility of setting up strategic alliances with the cornerstones of business fabric has not been sufficiently explored.
If these deficiencies were corrected there is every likelihood that the measures implemented would end up having the intended multiplying effect on employment and innovation. The tough financial environment means the administration must make further cuts to the budget, but building bridges for cooperation with the private sector, coupled with greater coordination between institutions, would enable the government resulting from the 20 November election to continue to change scale through support to entrepreneurs with no need to increase the taxpayer funds already earmarked for this purpose and, no doubt, with better results.

If we are to avoid confusing progress with growth, as we did during the real estate boom, Spain must have more business initiative, especially in technology- and knowledge-intensive sectors, which offer greater upside. For there to be real progress, high-potential entrepreneurship must take its place as the engine of the economy, just as the culture of hard work and talent must replace that of speculation and subsidy. Spain needs a real "Start-up Spain" plan, and the sooner the better.

* This article is signed and supported by a group of professors and entrepreneurs who advocate the launch of a plan to foster entrepreneurship and the creation of new companies. Iñaki Ortega (Professor at Universidad Rey Juan Carlos), Javier Santiso (Professor at ESADE Business School), Zaryn Dentzel (Tuenti. Entrepreneur), Gustavo Garcia (Buyvip. Entrepreneur), Iñaki Arrola (Business Angel and Chamberi Valley), Luis Rivera (Tetuan Valley. Entrepreneur) and Marek Fodor (Business Angel and Seedrocket).
To show your support, use the hashtags #EspañaEmprende #StartupSpain


lunes, 14 de noviembre de 2011

España Emprende, Start-up Spain

Llegamos con retraso, pero precisamente por este motivo estamos a tiempo de no llegar mal.

En los años 80,  se produjo un cambio de escala en las palancas de competitividad y empleo de las economías desarrolladas, y fue Estados Unidos el primer país en atisbar el nuevo paradigma. De hecho, ya en el cambio de década, los trabajos de D. Birch pusieron de relieve que, contrariamente a lo que se venía creyendo, no eran las grandes corporaciones las que más impulsaban el empleo, sino la empresa incipiente. 

En particular, la conclusión a la que llegó este investigador del MIT fue que el 80% de los puestos de trabajo que se creaban entonces debían atribuirse a PYMEs que no alcanzaban los cuatro años de antigüedad.  A la luz de estos resultados, el gobierno federal incrementó considerablemente su apoyo a la formación y expansión de start-ups, creando unos instrumentos financieros que, junto al capital privado, han hecho posible el desarrollo de tecnologías como el GPS, Internet o el wifi.


Recientemente, un estudio de la Fundación Kauffman ha corroborado ese papel estratégico que ha tenido la  iniciativa empresarial en Estados Unidos al concluir  que las empresas de reciente constitución están detrás de todo el empleo neto creado en las últimas décadas, lo cual no deja de ser una constatación de que la cultura del entrepreneurship ha ganado terreno durante ese tiempo a la del management. Esta forma de entender el mundo de la empresa es un valioso intangible puesto que los emprendedores tienen incentivos para ampliar la frontera de posibilidades de producción mientras que los directivos, más inclinados hacia la eficiencia, los tienen para operar dentro de ella –el éxito económico de Silicon Valley e Israel, los dos mejores ecosistemas para el emprendimiento a nivel mundial, son prueba de ello.

España, país donde tradicionalmente no se ha sabido valorar el potencial de la pequeña escala empresarial,  también ha empezado a dar importantes pasos en esa dirección. El Ministerio de Industria ha identificado, entre públicas y privadas, más de 2.500 plataformas dedicadas a la promoción del emprendimiento. Sin embargo, y pese a esta inflación de apoyos, la estrategia no está funcionando, como lo demuestra la vacilante marcha hacia la recuperación económica y, sobre todo, la cifra de cinco millones de parados. Y es que estos mecanismos ni han evitado la caído de la natalidad empresarial -más de un 40% desde 2007- ni han propiciado que las empresas creadas, salvo alguna notable excepción, posean proyección suficiente para acelerar la transición hacia una nueva orientación productiva.

El porqué de la ausencia de resultados hay que encontrarlo en la forma en que se ha implementado. Mientras que en Estados Unidos –dando un renovado impulso a la política de apoyo al emprendimiento- se ha lanzado Start-up America, siguiendo la experiencia chilena, un gran programa de colaboración público-privada entre el gobierno federal y las grandes empresas del país para canalizar y coordinar los esfuerzos dirigidos a los emprendedores, en España ha faltado orquestación entre administraciones y no se ha explorado lo suficiente la posibilidad de establecer  alianzas estratégicas con los puntales del tejido empresarial. Si se corrigieran estas deficiencias a buen seguro que las actuaciones realizadas acabarían teniendo el efecto multiplicador pretendido sobre el empleo y la innovación.

El difícil panorama financiero impone a la administración más ajustes prespuestarios, pero el establecimiento de puentes de colaboración con el sector privado, unido a una mayor coordinación entre instituciones, permitiría al gobierno que saliese de las elecciones del 20N seguir avanzando en el cambio de escala a través del apoyo a los emprendedores  sin necesidad de incrementar los recursos públicos que ya se destinan a este fin y, desde luego,  con mejores resultados.

España necesita más iniciativa empresarial, especialmente en sectores que, por ser intensivos en tecnología y conocimiento, tienen más recorrido, para que no volvamos a confundir, como durante el boom inmobiliario, progresar con crecer.  Para que haya verdadero progreso el emprendimiento de alto potencial debe ocupar su lugar como motor de la economía, de igual forma que la cultura del esfuerzo y el talento debe sustituir a la de la especulación y el subsidio. España necesita un plan España Emprende, un auténtico Start-up Spain, y cuanto antes lo tenga mejor.

Publicado originalmente El Confidencial

Promotores de la Iniciativa:
- Iñaki Ortega Profesor en la Universidad Rey Juan Carlos
- Javier Santiso Profesor ESADE
- Zaryn Dentzel Emprendedor TUENTI
- Gustavo Garcia Emprendedor BUYVIP
- Iñaki Arrola Business Angel y Chamberi Valley
- Luis Rivera Emprendedor Tetuan Valley

- Marek Fodor Business Angel y Seedrocket 


viernes, 28 de octubre de 2011

Asimetrías de información, el peor enemigo

En Madrid Emprende, hemos constatado que muchos emprendedores tienden a ver la actitud de inversores y entidades de crédito como caprichosa o aprovechada porque les deniegan o encarecen en exceso la financiación solicitada, cuando, a menudo, es puramente racional, habida cuenta de la percepción que tienen desde el lado de la oferta del mercado financiero. 




Para dar cuenta de esta particularidad, propia de los mercados de capitales, los economistas desarrollaron hace años el concepto de 'información asimétrica'. Su conocimiento puede servirle al emprendedor para afrontar la ardua tarea de la búsqueda de financiación con mayores posibilidades de éxito gracias a una mayor comprensión de la posición de quienes financian empresas. 

Grosso modo, la asimetría de información es un fallo del mercado que se fundamenta en el menor conocimiento que tiene una de las partes, la que tiene el dinero, en relación a la otra, la que lo necesita, lo que produce el efecto indeseado de endurecer las condiciones bajo las que se ofrece financiación. 

En el caso de las start-ups, la información es especialmente asimétrica debido a la gran incertidumbre que rodea a todo proyecto empresarial de nueva creación, máxime si se basa en una tecnología novedosa o se dirige a un mercado incipiente. Por ello, conviene que el futuro empresario se familiarice con las tres principales consecuencias de la información asimétrica: 
  • La selección adversa: hace referencia a la insuficiente información de que dispone la parte capitalista sobre el sector de actividad de la futura empresa, el valor del modelo de negocio propuesto y la habilidad del emprendedor para ejecutarlo. El emprendedor puede combatir la selección adversa a través de múltiples acciones encaminadas a reducir el riesgo percibido: dirigirse a inversores especializados en su sector; cuidar al máximo la comunicación del proyecto y tratar de generar confianza en la otra parte; elaborar un esquema de financiación progresivo cuyo desarrollo esté condicionado a la consecución de ciertos hitos, etc. 
  • El riesgo moral: motivado por la preocupación del inversor de que, consciente o inconscientemente, el emprendedor sea prudente a la hora de desarrollar la idea empresarial con su dinero que si lo hiciera con su propio patrimonio. Para rebajar esta inquietud, hay que demostrar que es el primero que está dispuesto a asumir riesgos. La dedicación absoluta del emprendedor al proyecto y la aportación de sus ahorros al mismo son, por esta razón, comportamientos valorados, cuando no exigidos, por potenciales socios o acreedores. 
  • Los costes de transacción: son aquellos en que incurre la parte que financia al analizar la inversión, formalizar la operación o velar por el cumplimiento del contrato. Son inevitables y una de las pocas cosas que puede hacer el emprendedor es averiguar qué umbrales mínimos de financiación suele manejar cada inversor o entidad de crédito de cara a no perder ni hacer perder el tiempo. Por lo general, la deuda tiene costes de transacción inferiores a los aportes de capital y normalmente cuanto menor es la cuantía de la operación más pesa este esfuerzo. 
Estas tres asimetrías no son los únicos factores que explican por qué el maná financiero no llega a los emprendedores en su travesía por el desierto en un momento económico tan complicado, pero, sin duda, conocerlas les evitará tropezar con alguna de las piedras que existen en su difícil camino. 


Publicado originalmente en Dossier Empresarial.
Imagen de Thomas Hawk

martes, 19 de julio de 2011

Holanda golea a España


En las economías de referencia, los emprendedores son la clave de la recuperación económica y la creación de empleo. Sus esfuerzos están centrados en conseguir ecosistemas que ayuden a las startups.
En Europa, son muchos los países que están liderando esta particular competición por favorecer a microempresas y autónomos. Start-Up Britain en Reino Unido o el Estatuto del Autoemprendedor en Francia. Pero si hay un país que destaca es Holanda.
Los Países Bajos registran la tasa de paro más baja de la Unión Europea –5,1% actualmente– precisamente porque los trabajadores por cuenta propia han experimentado uno de los incrementos más elevados entre los Estados miembros, ganando en los últimos cinco años más de 150.000 efectivos. Una cifra muy significativa si tenemos en cuenta que su población activa es un tercio de la española y más aún si la contrastamos con los 375.000 autónomos que han cesado su actividad en nuestro país desde que empezó la crisis.
Cabe preguntarse la razón de este dinamismo empresarial y la respuesta es que Holanda constituye el paradigma opuesto al de España en lo que se refiere a apoyo al autónomo. Ciertamente, hay mas aspectos que explican las diferencias, pero hay que poner en valor los esfuerzos realizados por los gobiernos de La Haya desde mediados de los 90 por mejorar el marco jurídico de los empresarios individuales y eliminar obstáculos administrativos.


Cotizaciones sociales

Las reformas han ido encaminadas a flexibilizar el régimen de Seguridad Social, consolidando un modelo en el que la obligación de cotizar del autónomo queda modulada por su nivel de ingresos. Las cargas fijas en este sistema se limitan al pago de la prima del seguro médico obligatorio, mientras que la cotización por el resto de contingencias –vejez, incapacidad y maternidad– que son cubiertas por el sistema público de protección social varían en función de la facturación del empresario y son satisfechas a posteriori, coincidiendo con la declaración anual del IRPF.
Estas mutaciones del régimen holandés de Seguridad Social responden a su concepción del Estado del Bienestar, fruto de las particularidades socioeconómicas del país del tulipán. Por ello, es difícilmente exportable a otros Estados, sobre todo a los más alejados de la tradición nórdica.
Sin embargo, la experiencia holandesa sirve para cerciorarnos de que reducir las cargas sociales a los trabajadores por cuenta propia que ingresan poco o nada tiene un efecto positivo en la natalidad empresarial.
Y es que nuestra Seguridad Social presupone que todo autónomo ingresa al menos 850 euros al mes; un importe que parece bajo si pensamos en trabajadores por cuenta ajena, pero que no lo es tanto si hablamos de empresarios que, bien por estar arrancando su actividad, bien por estar sufriendo las consecuencias de la crisis, apenas facturan.
Esta absoluta desvinculación entre las cotizaciones sociales y los ingresos de la actividad empresarial actúa como barrera de entrada para quienes se plantean emprender –sobre todo si parten con pocos recursos– y contribuye a expulsar del mercado a los que han dado el paso sin mucha fortuna. El resultado se traduce en menos empresas creadas, más autónomos que cierran y un aumento de la economía sumergida.
La solución pasaría por flexibilizar el RETA, siguiendo las recomendaciones que hace la Unión Europea en su Libro Verde, a fin de dar facilidades a quienes más lo necesitan, como en Holanda, aunque siendo fieles a la esencia de nuestro modelo en el que todos, ya sean asalariados o autoempleados, gozan de un alto grado de protección por parte del Estado.
Algunas medidas impulsadas en los últimos tiempos, como la ley vasca de emprendedores, que permite a los autónomos capitalizar el 100% del desempleo o, en la Ciudad de Madrid, las ayudas de hasta un 50% de las cuotas de autónomos a los menores de 30 años van en la buena dirección. Sin embargo, es difícil que por sí solas puedan frenar la sangría de autónomos y propiciar la creación de las 500.000 nuevas empresas que España precisa para salir de la crisis.
La ley de emprendedores anunciada por Mariano Rajoy en el ultimo debate sobre el estado de la Nación, en trámite en el Congreso, es un claro avance en este terreno previendo, entre otras medidas, la reducción de la fiscalidad a los creadores de empleo y la consagración del criterio de caja frente al de devengo en el IVA de los autónomos.
Con esta iniciativa, el PP marca el camino de la ingente tarea reformista que un nuevo Gobierno de España ha de iniciar para lograr un marco económico proemprendedores. España tiene las ideas, las mejores personas y el talento para llevarlo a cabo. Si a eso añadimos las mismas herramientas de que disponen las grandes naciones emprendedoras, venceremos sin duda nuestra particular lucha contra el desempleo.
Artículo escrito por: Antonio Basagoiti, presidente PP vasco; Lorenzo Amor, presidente ATA; Iñaki Ortega, profesor Universidad Rey Juan Carlos.


Publicado originalmente en Expansión.