viernes, 28 de abril de 2017

Elefantes y gacelas bailan sin pisarse

(este artículo fue publicado originalmente en el diario El Economista el día 25 de abril de 2017)


A finales de los años 70, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe Job generation process, el cual supuso un hito en la superación del paradigma dominante a favor de la gran empresa, al demostrar que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto. Birch explicó las dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello metáforas del mundo animal que ofrecieran una idea gráfica del tamaño y agilidad del tipo de organizaciones que operaban en el mercado laboral. Aunque han pasado décadas desde esa publicación  las analogías zoológicas utilizadas por el profesor americano siguen hoy muy vigentes con la irrupción de la llamada industria 4.0. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Cesce se ha atrevido a cuantificar el número de empresas gacelas en nuestro país en 485 que han originado cerca de 180.000 puestos de trabajo en los últimos cuatro años, la mayor parte contratos fijos, y con tasas de crecimiento de su facturación de un 240%.

Tras dos años de estudio por parte de un partenariado de universidades, una consultora y el apoyo del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), en mayo se conocerán las conclusiones del informe sobre el estado del emprendimiento corporativo en España.  Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, ya que se usa indistintamente innovación abierta o incluso intraempendimiento además de emprendimiento corporativo. Sobre la definición del mismo se ha optado por aquella que se refiere a un conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno, bien mediante la incorporación de conocimiento externo susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio.
Una de las lecciones aprendidas es que este  fenómeno  ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo en disciplinas como la ciberseguridad, la impresión aditiva, el big data o el cloud las organizaciones industriales ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  Esta investigación permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad.  
Como recordaba recientemente el Foro Económico Mundial junto al Global Entrepreneurship Monitor en Europe’s Hidden Entrepreneurs Entrepreneurial Employee Activity and Competitiveness in Europe, del grado de desarrollo del ecosistema de emprendimiento corporativo dependerá cada vez más la competitividad de los países. Conscientes de ello, los autores del estudio no hemos querido dejar de formular nueve recomendaciones basadas en experiencias exitosas de colaboración entre startups y corporaciones.  La primera es la imprescindible implicación de la alta dirección en el impulso del emprendimiento corporativo. El Alineamiento con los objetivos de la compañía es la segunda. El siguiente consejo es que el emprendimiento corporativo solo es una apuesta segura a largo plazo. Aprender de otros, pero desarrollar una política de emprendimiento corporativo adaptada a la propia organización y dotar a la organización de personas con conocimientos y competencias que les permitan acompañar y entender a startups e intraemprendedores, son la cuarta y la quinta. Buscar sinergias en el ecosistema emprendedor local así como hacer un esfuerzo por evangelizar a toda la organización también se hace necesario.  Como octava lección se recomienda  apoyar a los intraemprendedores con recursos, tiempo y garantías de carrera profesional. Una última reflexión para las empresas que operan en industrias de alta tecnología: al hilo de la velocidad a la que avanzan el cambio en modelos de negocio así como las fórmulas de innovación abierta, la figura del Chief Entrepreneur Executive no tardará en extenderse entre todas aquellas que aspiren a mantenerse líderes.
El título de este artículo es el mismo que el del subtítulo del estudio sobre emprendimiento corporativo elaborado por la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de la Rioja  y Neoris lideradas por Deusto Business School. Todos sabemos que difícilmente dos especies tan distintas podrían ensayar una danza, al menos no sin que la gacela, de apenas 60 kilos, corra un alto riesgo de ser apisonada por los 5.000 kilos del paquidermo. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia, el propósito que ha llevado a que CISE encargase este trabajo ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem.

Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

domingo, 16 de abril de 2017

El dilema de la Generación Z

(este artículo se publicó originalmente en el diario ABC el día 16 de abril de 2017)

Los siete millones de jóvenes que tienen en este momento entre 14 y 23 años se encuentran en un dilema. Por haber nacido en los últimos años del siglo pasado, internet les ha acompañado toda su vida para estudiar, para ser controlados, para tener amigos y por supuesto para su ocio.

Son la llamada Generación Z, también conocidos como centennials. Pero el mundo no es todavía digital 100%. Por eso, tienen que elegir entre renunciar a parte de su identidad para adaptarse a una realidad hecha por y para sus padres y abuelos o, por el contario, ser ellos mismos aun a riesgo de quedar en la periferia del sistema. Seguir buscando el trabajo que ansiaban sus hermanos mayores o trabajar por proyectos y abrazar la gig economy. Sucumbir al descrédito generalizado en  la política o comprometerse por cambiar lo que no les gusta. Ser fieles a las marcas de siempre o ser consecuentes con su mundo digital donde lo que importa es la experiencia del usuario y las recomendaciones. Estas son algunas de las conclusiones de una nueva edición de la investigación sobre la generación Z elaborada por Deusto Business School con el apoyo de ATREVIA.
Tal y como recoge el citado estudio, que es continuación del publicado en 2016 con el nombre deGeneración Z, el último salto generacional, la web ha sido y es omnipresente desde edades tempranas para los integrantes de esta generación, pero junto a internet hay otros cuatro términos que empiezan por la letra i que también les definen: Irreverencia, inmediatez, inclusión e incertidumbre. Irreverentes porque no dudan en llevar la contraria a sus padres, profesores o mayores, entre otras cosas porque han sido autodidactas. Inmediatez como las redes sociales que frecuentan donde todo es rápido y fugaz. La economía colaborativa y la diversidad que abrazan les convierte en inclusivos. El mundo líquido en el que han nacido, en palabras del filósofo Bauman, donde nada es estable y todo cambia, hace que la incertidumbre sea su compañera desde que nacieron en plena crisis global.
Esta generación se encuentra ante un dilema, ante una encrucijada en la que pueden elegir el mejor camino o perseverar en los fallos de las generaciones anteriores.
El del prisionero es para los economistas el dilema más recordado. Muestra que dos personas pueden no cooperar incluso aun cuando vaya en contra del interés de ambas. Fue desarrollado en los años cincuenta del siglo pasado por dos matemáticos, considerados los padres de la teoría de juegos. Para los que no lo recuerden, en el dilema la policía arresta a dos sospechosos. No hay pruebas suficientes para condenarlos y, tras incomunicarles, los visita y les ofrece el mismo acuerdo. Si uno confiesa y el cómplice no, este último será condenado a la pena total, diez años, y el primero será liberado. Si uno calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y será el otro quien salga libre. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, todo lo que podrá hacer la justicia es encerrarlos durante un año por un cargo menor.
El punto clave reside en que las mejores opciones individuales finalmente, puestas en relación con la decisión del otro,  son muy malas para cada uno de ellos. Ser egoísta tiene malas consecuencias. En cambio si se aplica la lógica, la única solución  es cooperar entre ellos. Este planteamiento nos lleva a la correcta resolución del dilema, que es decir la verdad y cooperar.
Volviendo al informe, los Z desconfían de la educación superior actual por su falta de pragmatismo y lejanía de las vanguardias tecnológicas; se muestran muy preocupados por la situación política y votaron masivamente en las últimas elecciones. Como empleados, lo más importante no es el sueldo sino el ambiente de trabajo y la capacidad de conciliar; apuestan por el emprendimiento como el empleo ideal y son la primera generación que aspira a equilibrar trabajo y vida privada.
Pero a la vez que todo lo anterior sucede, persisten demasiados jóvenes abocados a instalarse en la precariedad del empleo actual. Adolescentes que cuando dejen de serlo no podrán aspirar a formar una familia con los sueldos que percibirán. Nuevos votantes que ven que la nueva política ha envejecido demasiado rápido y volverán al desencanto. Jóvenes emprendedores que sufren los rigores de la misma administración que les anima a arriesgarse.
Una contradicción pura, dos realidades que conviven en una misma generación. En definitiva una situación comprometida para los jóvenes que no saben por qué optar, porque ni es bueno lo anterior ni lo que viene, porque el pasado no era tan malo ni lo es el presente. Casi la definición literal de dilema que nos ofrece el diccionario. Pero lo que no aparece en ningún manual es la solución mágica a esta disyuntiva que afecta a más de siete millones de españoles que están llamando a las puertas de nuestra sociedad. Esperemos que la respuesta sea la misma que en el dilema del prisionero. Cooperar.
Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School
Nuria Vilanova es empresaria y presidenta de ATREVIA

martes, 11 de abril de 2017

La moda de emprender

(este artículo fue publicado originalmente en el Diario de Yucatán de México el 7 de abril de 2017)


En lo que va de año se han conocido dos noticias muy positivas para el dinamismo de Yucatán alineadas con un movimiento global como es el apoyo a los emprendedores. En enero el Gobernador Zapata inauguró las instalaciones del HUB, un espacio para emprendedores a la altura de los mejores del mundo, promovido por el instituto yucateco de emprendimiento (IYEM) que fue reconocido ese día con la certificación del INADEM (instituto nacional del emprendedor mexicano). Un mes después el Alcalde de Mérida presentó el nuevo centro municipal de emprendedores con una interesante oferta de servicios para las nuevas empresas.

En Guatemala también celebran estas semanas que la propuesta de ley de fortalecimiento del emprendimiento ha sido aprobada en la comisión de pequeña y mediana empresa del Congreso. En Argentina, después de su paso estos días por el Senado, la nueva ley de emprendedores se acerca a su aprobación. En París, el Gobierno de Francia ha anunciado una nueva edición del programa de atracción y retención de emprendedores French Tech Ticket. Israel ha lanzado hace unas semanas Innovation Visas en el que las autoridades conceden visados a los innovadores que quieran emprender.  Son solo algunos ejemplos de las iniciativas a favor de los emprendedores que gobiernos de todo color y latitud están promoviendo. Pero este movimiento no solo afecta a las administraciones sino que ha desbordado lo público contagiando a las empresas. Un estudio reciente del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) pone de manifiesto que una abrumadora mayoría de las grandes empresas tienen programas de fomento de intraemprendimiento. Apoyar el emprendimiento se ha convertido en una de las estrategias corporativas más habituales para adoptar el modelo de éxito de innovación de las startups, para ello han empezado a trabajar con ellas y a convertir a sus propios trabajadores en emprendedores. Telefónica en Iberoamérica o Google en todo el mundo son ejemplos de empresas que ya lo están haciendo con éxito.

No hablamos de una moda mundial sino simplemente de la constatación de un hecho, el emprendimiento estimula y genera crecimiento económico.  Frente a los que durante demasiados años sugerían que los emprendedores retardaban la actividad económica porque eran menos eficientes y estaban fuera de la actividad innovadora por falta de recursos, hoy nadie duda de los beneficios de los emprendedores. Ha hecho falta quizás la llegada a los rankings de las llamadas empresas GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) y más recientemente con disruptivas startups en sectores del turismo y transporte como son  Airbnb y Uber. Pero en nuestros días es una realidad que la iniciativa emprendedora es el vehículo por el cual las ideas son implementadas. La explicación de este auge tiene su base en la globalización que ha hecho migrar la ventaja competitiva hacia actividades basadas en el conocimiento.  También los cambios tecnológicos han reducido el papel de las economías de escala, aumentado la competencia en los mercados y mejorado la capacitación de los agentes económicos lo que ha beneficiado a las nuevas empresas. Y por último, las nuevas generaciones de millennials que no están dispuestos a malgastar su vida trabajando para otros en proyectos que no les ilusionan, han encontrado en el emprendimiento su válvula de escape.

No pueden estar, por tanto equivocados los gobiernos de esos países que hemos citado u otros como Reino Unido con su programa Startup Britain o Estados Unidos que ya en los años 50 activó políticas públicas a favor del emprendimiento que hicieron posible, por ejemplo con sus préstamos blandos, que naciesen empresas como Intel o Dell. En Yucatán se está por tanto por el buen camino y con el liderazgo del Estado de Yucatán se han incorporado a este movimiento universidades como UADY y Anáhuac Mayab o la sociedad civil a través de la “red de apoyo al emprendedor de Yucatán”. Pero para que no se quede este fenómeno en una efímera  moda es preciso tener en cuenta algunas cuestiones.
Es mucha la tarea pendiente para conseguir una auténtica economía emprendedora. Para ello, son necesarios menos programas públicos de apoyo a emprendedores pero más alineados y coordinados. La política emprendedora no puede ser un elemento retórico y en cambio se necesitan programas integrales, público-privados e insistentes frente a la provisión de servicios concretos o las ayudas coyunturales. Por ello disponer de mecanismos de evaluación para conocer el retorno de las políticas y su comparación con las mejores prácticas nacionales e internacionales se hace indispensable. También hay deberes para los empresarios, ya que han de huir de polémicas al respecto de minusvalorar el término emprendedor y su reciente auge. Frente a la errónea visión de que los emprendedores son aprendices de empresarios merece la pena aprender de los territorios más dinámicos donde esa figura goza de la mayor consideración social. De hecho el uso masivo de la palabra emprendedor facilita que se rompa con los estereotipos negativos del término empresario que tanto necesita México.


El diccionario define moda como “uso o costumbre que está en boga durante algún tiempo”. No queremos eso para el emprendimiento yucateco. Pero la cuarta acepción que la Real Academia de la Lengua Española da a la palabra moda proviene de la ciencia, más concretamente de la estadística y reza así “valor que aparece con mayor frecuencia en una serie de medidas”. Y esa moda sí se necesita, que los emprendedores aparezcan con mucha mayor frecuencia en la vida económica y social de Yucatán.

Por Iñaki Ortega, doctor en economía y director de Deusto Business School en Madrid (España)

miércoles, 5 de abril de 2017

Guatemala Emprende

(este artículo fue publicado originalmente el 4 de abril de 2017 en El Economista de Centroamérica)
¿Qué tienen en común dos ciudades separadas por más de once mil kilómetros y de continentes tan diferentes como América y Asia? La respuesta es dos buenas noticias de emprendimiento. En Estambul nació el economista turco del MIT Daron Acemoglu que ha sido premiado este 21 de febrero con el prestigioso premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA por su trabajo académico que ha ayudado a demostrar que el crecimiento económico sostenido de las naciones depende de las instituciones siempre que éstas sean inclusivas. Una semana antes en el Congreso de Guatemala se presentó la propuesta de ley de fortalecimiento del emprendimiento por parte del presidente de la comisión de pequeña y mediana empresa, Álvaro Arzú Escobar, acompañado por el viceministro de desarrollo de la MIPYME, Ezrra Israel Orozco, del gobierno de Guatemala. La nueva norma promueve, entre otras cosas, una inédita fórmula mercantil en el continente para crear una empresa, inspirada en la ley francesa de los autoemprendedores, que reduce los trámites y costes a la mínima expresión para las personas que quieran emprender.
Las instituciones son, para el profesor Acemoglu, las reglas de juego y los jugadores de un territorio para la actividad económica. Aquellos países con instituciones inclusivas que han promovido la igualdad de oportunidades, por ejemplo, han disfrutado de mejores niveles de desarrollo sostenibles. Pero los que han padecido instituciones extractivas que han propiciado políticas en contra de la redistribución de la riqueza, por muchos recursos naturales que hayan dispuesto, han estado abocados al subdesarrollo. Instituciones son los parlamentos democráticos que legislan para todos y todas; las leyes que eliminan obstáculos para las personas más débiles y las empresas de los y las emprendedoras que como nos confirma la academia  crean riqueza, empleo y provocan cohesión social.
Esas externalidades positivas de la iniciativa empresarial están detrás del hecho de que las administraciones públicas hayan querido apoyar al colectivo emprendedor durante los más recientes más de cien años, bien luchando contra los fallos de mercado que les impiden crecer, bien con apoyos directos para facilitar su supervivencia. Pero los gestores públicos, a la hora de implementar acciones, han diversificado en exceso el foco de actuación, con lo que se ha actuado en muchas ocasiones con incoherencia, cuando no con pura ineficacia. Además, las sucesivas crisis  han impulsado estas políticas, pero también han acentuado la necesidad de resultados visibles en un no largo plazo, lo que ha hecho que lo público haya desdeñado las actuaciones de ecosistema o de ambiente a favor de los programas concretos de impulso a determinados colectivos o sectores. Por ello, se hace necesario ganar coherencia y foco en la acción pública en este terreno.
El trabajo de estos meses que dio a luz a este proyecto de ley ha de permitir seguir uniendo fuerzas y coordinando estrategias por parte de los diferentes agentes implicados (gobiernos, empresas, comunidad emprendedora e instituciones educativas) porque solo así esta ley podrá ayudar a conseguir un auténtico capital emprendedor que garantice una economía basada en las personas, que crezca, cree empleo y además sea sostenible
Los Diputados y Diputadas que han promovido la iniciativa de la ley de fomento al emprendimiento establecen nuevas figuras legales y mecanismos que apoyan directamente a la comunidad emprendedora, así como al ecosistema emprendedor a poder acceder a fuentes de financiamiento así como a capacitación.  El resultado a largo plazo que se busca con la ley es la modernización del sistema mercantil guatemalteco, así como mejorar y apoyar las habilidades empresariales de la comunidad emprendedora con el fin de disminuir la mortandad empresarial y fortalecer el sector de las MIPYMES con empresas cada día más dinámicas y competitivas.   Asimismo, la búsqueda por alcanzar la igualdad de género es posible gracias a leyes, que indirectamente contribuyen a la reducción de brechas de género. La participación de las mujeres en el sector MIPYME es elevada, sin embargo, su participación está concentrada en el sector de los micronegocios. Según el informe Mujeres y MIPYME, la participación de las mujeres en el sector de subsistencia es de casi el 80% y a medida la empresa crece en tamaño y volumen su participación es cada vez menor. En general los hombres constituyen la mayoría de los propietarios de empresas de mayor tamaño que las de las mujeres, por tanto sus ingresos son mayores. En Guatemala, como en el resto de los países de la región SICA, se muestran proporciones significativas de mujeres jefas de hogar en condiciones de pobreza, tanto en el ámbito urbano como rural.
Los Diputados y Diputadas de la comisión de pequeña y mediana empresa del congreso de la República de Guatemala con el respaldo del viceministerio y la asistencia técnica de Centro Regional de Promoción de la MIPYME en Centroamérica (CENPROMYPE), en el marco de la Estrategia Regional SICA EMPRENDE, han dado un paso muy importante para que Guatemala, al igual que los países con las economías más prosperas e innovadoras del mundo, pueda disponer de mayores niveles de emprendimiento. 
Promoviendo iniciativas como esta legislación se hace posible un marco legal  que facilite el acceso de estos emprendedores y emprendedoras  a todas las herramientas que provee el Estado para legalizar sus empresas, así como generar un entorno favorable en donde se propicie el desarrollo y capacitación de los mismos. Cabe destacar, que dentro del articulado no sólo está la mencionada nueva figura mercantil de empresa de emprendimiento sino también el nuevo fondo Guatemala Emprende, la batería de medidas a favor de la simplificación administrativa, la educación emprendedora y la creación de los centros de emprendimiento e innovación.
La región centroamericana, con Guatemala como pieza clave, está inmersa en una trasformación económica y social apasionante. Contar con instituciones inclusivas como las que cita el profesor Acemoglu es un su célebre libro «Por qué fracasan los países » se antoja imprescindible para afrontar un futuro de progreso en el que la democracia, la leyes, la comunidad emprendedora y las MIPYMES tendrán un papel preponderante. 
Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School 
Ingrid Figueroa-Santamaría es directora ejecutiva de CENPROMYPE