(este artículo fue publicado originalmente en el Diario de Yucatán de México el 7 de abril de 2017)
En lo que va de año se han
conocido dos noticias muy positivas para el dinamismo de Yucatán alineadas con
un movimiento global como es el apoyo a los emprendedores. En enero el Gobernador
Zapata inauguró las instalaciones del HUB,
un espacio para emprendedores a la altura de los mejores del mundo, promovido
por el instituto yucateco de emprendimiento (IYEM) que fue reconocido ese día
con la certificación del INADEM (instituto nacional del emprendedor mexicano).
Un mes después el Alcalde de Mérida presentó el nuevo centro municipal de
emprendedores con una interesante oferta de servicios para las nuevas empresas.
En Guatemala también celebran
estas semanas que la propuesta de ley de fortalecimiento del emprendimiento ha
sido aprobada en la comisión de pequeña y mediana empresa del Congreso. En
Argentina, después de su paso estos días por el Senado, la nueva ley de
emprendedores se acerca a su aprobación. En París, el Gobierno de Francia ha
anunciado una nueva edición del programa de atracción y retención de emprendedores
French Tech Ticket. Israel ha lanzado
hace unas semanas Innovation Visas en
el que las autoridades conceden visados a los innovadores que quieran
emprender. Son solo algunos ejemplos de
las iniciativas a favor de los emprendedores que gobiernos de todo color y
latitud están promoviendo. Pero este movimiento no solo afecta a las
administraciones sino que ha desbordado lo público contagiando a las empresas.
Un estudio reciente del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) pone de
manifiesto que una abrumadora mayoría de las grandes empresas tienen programas
de fomento de intraemprendimiento. Apoyar el emprendimiento se ha convertido en
una de las estrategias corporativas más habituales para adoptar el modelo de
éxito de innovación de las startups,
para ello han empezado a trabajar con ellas y a convertir a sus propios
trabajadores en emprendedores. Telefónica en Iberoamérica o Google en todo el
mundo son ejemplos de empresas que ya lo están haciendo con éxito.
No hablamos de una moda mundial
sino simplemente de la constatación de un hecho, el emprendimiento estimula y
genera crecimiento económico. Frente a
los que durante demasiados años sugerían que los emprendedores retardaban la
actividad económica porque eran menos eficientes y estaban fuera de la
actividad innovadora por falta de recursos, hoy nadie duda de los beneficios de
los emprendedores. Ha hecho falta quizás la llegada a los rankings de las
llamadas empresas GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) y más recientemente
con disruptivas startups en sectores
del turismo y transporte como son Airbnb
y Uber. Pero en nuestros días es una realidad que la iniciativa emprendedora es
el vehículo por el cual las ideas son implementadas. La explicación de este
auge tiene su base en la globalización que ha hecho migrar la ventaja
competitiva hacia actividades basadas en el conocimiento. También los cambios tecnológicos han reducido
el papel de las economías de escala, aumentado la competencia en los mercados y
mejorado la capacitación de los agentes económicos lo que ha beneficiado a las
nuevas empresas. Y por último, las nuevas generaciones de millennials que no están dispuestos a malgastar su vida trabajando
para otros en proyectos que no les ilusionan, han encontrado en el
emprendimiento su válvula de escape.
No pueden estar, por tanto
equivocados los gobiernos de esos países que hemos citado u otros como Reino
Unido con su programa Startup Britain
o Estados Unidos que ya en los años 50 activó políticas públicas a favor del emprendimiento
que hicieron posible, por ejemplo con sus préstamos blandos, que naciesen
empresas como Intel o Dell. En Yucatán se está por tanto por el buen camino y con
el liderazgo del Estado de Yucatán se han incorporado a este movimiento
universidades como UADY y Anáhuac Mayab o la sociedad civil a través de la “red
de apoyo al emprendedor de Yucatán”. Pero para que no se quede este fenómeno en
una efímera moda es preciso tener en
cuenta algunas cuestiones.
Es mucha la tarea pendiente para
conseguir una auténtica economía emprendedora. Para ello, son necesarios menos
programas públicos de apoyo a emprendedores pero más alineados y coordinados.
La política emprendedora no puede ser un elemento retórico y en cambio se
necesitan programas integrales, público-privados e insistentes frente a la
provisión de servicios concretos o las ayudas coyunturales. Por ello disponer
de mecanismos de evaluación para conocer el retorno de las políticas y su
comparación con las mejores prácticas nacionales e internacionales se hace
indispensable. También hay deberes para los empresarios, ya que han de huir de
polémicas al respecto de minusvalorar el término emprendedor y su reciente
auge. Frente a la errónea visión de que los emprendedores son aprendices de
empresarios merece la pena aprender de los territorios más dinámicos donde esa
figura goza de la mayor consideración social. De hecho el uso masivo de la
palabra emprendedor facilita que se rompa con los estereotipos negativos del
término empresario que tanto necesita México.
El diccionario define moda como
“uso o costumbre que está en boga durante algún tiempo”. No queremos eso para
el emprendimiento yucateco. Pero la cuarta acepción que la Real Academia de la
Lengua Española da a la palabra moda proviene de la ciencia, más concretamente
de la estadística y reza así “valor que aparece con mayor frecuencia en una serie de medidas”. Y esa moda sí se necesita, que
los emprendedores aparezcan con mucha mayor frecuencia en la vida económica y
social de Yucatán.
Por Iñaki Ortega, doctor en economía y director de Deusto Business School en Madrid (España)
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