(este artículo fue publicado originalmente el 4 de abril de 2017 en El Economista de Centroamérica)
¿Qué tienen en común dos ciudades separadas por más de once mil kilómetros y
de continentes tan diferentes como América y Asia? La respuesta es dos buenas
noticias de emprendimiento. En Estambul nació el
economista turco del MIT Daron Acemoglu
que ha sido premiado este 21 de febrero con el prestigioso premio “Fronteras del
Conocimiento” de la Fundación BBVA por su trabajo académico que ha ayudado a demostrar que el crecimiento
económico sostenido de las naciones depende de las instituciones siempre que
éstas sean inclusivas. Una semana antes en el Congreso de Guatemala se
presentó la propuesta de ley de fortalecimiento del emprendimiento por parte
del presidente de la comisión de pequeña y mediana empresa, Álvaro Arzú
Escobar, acompañado por el viceministro de desarrollo de la MIPYME, Ezrra Israel Orozco, del gobierno de
Guatemala. La nueva norma promueve, entre otras cosas, una inédita fórmula
mercantil en el continente para crear una empresa, inspirada en la ley francesa
de los autoemprendedores, que reduce los trámites y costes a la mínima
expresión para las personas que quieran emprender.
Las instituciones son, para el
profesor Acemoglu, las reglas de juego y los jugadores de un territorio para la actividad económica. Aquellos países con instituciones inclusivas
que han promovido la igualdad de
oportunidades, por ejemplo, han disfrutado de mejores niveles de desarrollo sostenibles. Pero los que han padecido instituciones
extractivas que han propiciado políticas en contra de la redistribución de la
riqueza, por muchos recursos naturales que hayan dispuesto, han estado abocados
al subdesarrollo. Instituciones son los parlamentos democráticos que legislan
para todos y todas; las leyes que eliminan obstáculos para las personas más
débiles y las empresas de los y las emprendedoras que como nos confirma la
academia crean riqueza, empleo y
provocan cohesión social.
Esas externalidades positivas de la iniciativa
empresarial están detrás del hecho de que las administraciones públicas hayan
querido apoyar al colectivo emprendedor durante los más recientes más de cien años, bien luchando contra los fallos de mercado que les
impiden crecer, bien con apoyos directos para facilitar su supervivencia. Pero
los gestores públicos, a la hora de implementar acciones, han diversificado en
exceso el foco de actuación, con lo que se ha actuado en muchas ocasiones con
incoherencia, cuando no con pura ineficacia. Además, las sucesivas crisis han impulsado estas políticas, pero también
han acentuado la necesidad de resultados visibles en un no largo plazo, lo que
ha hecho que lo público haya desdeñado las actuaciones de ecosistema o de
ambiente a favor de los programas concretos de impulso a determinados
colectivos o sectores. Por ello, se hace necesario
ganar coherencia y foco en la acción pública en este terreno.
El trabajo de estos meses
que dio a luz a este proyecto de ley ha de permitir seguir uniendo
fuerzas y coordinando estrategias por parte de los diferentes agentes
implicados (gobiernos, empresas, comunidad emprendedora e instituciones
educativas) porque solo así esta ley podrá
ayudar a conseguir un auténtico capital emprendedor que garantice una economía
basada en las personas, que crezca, cree empleo y además sea sostenible
Los Diputados y Diputadas
que han promovido la iniciativa de la ley de fomento al emprendimiento
establecen nuevas figuras legales y mecanismos que apoyan directamente
a la comunidad emprendedora, así como al ecosistema emprendedor a poder acceder
a fuentes de financiamiento así como a capacitación. El resultado a largo
plazo que se busca con la ley es la modernización del sistema mercantil
guatemalteco, así como mejorar y apoyar las habilidades empresariales de la
comunidad emprendedora con el fin de disminuir la mortandad empresarial y
fortalecer el sector de las MIPYMES con empresas cada día
más dinámicas y competitivas. Asimismo,
la búsqueda por alcanzar la igualdad de género es posible gracias a leyes, que
indirectamente contribuyen a la reducción de brechas de género. La
participación de las mujeres en el sector MIPYME es elevada, sin embargo, su
participación está concentrada en el sector de los micronegocios. Según el
informe Mujeres y MIPYME, la participación de las mujeres en el sector de
subsistencia es de casi el 80% y a medida la empresa crece en tamaño y volumen
su participación es cada vez menor. En general los hombres constituyen la
mayoría de los propietarios de empresas de mayor tamaño que las de las mujeres,
por tanto sus ingresos son mayores. En Guatemala, como en el resto de los
países de la región SICA, se muestran proporciones significativas de mujeres jefas
de hogar en condiciones de pobreza, tanto en el ámbito urbano como rural.
Los Diputados y
Diputadas de la comisión de pequeña y mediana empresa del congreso de la
República de Guatemala con el respaldo del viceministerio y la asistencia
técnica de Centro Regional de Promoción de la
MIPYME en
Centroamérica (CENPROMYPE), en el marco de la Estrategia Regional SICA EMPRENDE,
han dado un paso muy importante para que Guatemala, al igual que los países con las economías más
prosperas e innovadoras del mundo, pueda disponer de
mayores niveles de emprendimiento.
Promoviendo iniciativas como esta legislación se hace posible un marco legal que facilite el
acceso de estos emprendedores y emprendedoras a todas las herramientas que provee el Estado
para legalizar sus empresas, así como generar un
entorno favorable en donde se propicie el desarrollo y capacitación de los mismos.
Cabe destacar, que dentro del articulado no sólo está la mencionada nueva figura mercantil de empresa de emprendimiento sino
también el nuevo fondo Guatemala Emprende, la batería de medidas a favor de la
simplificación administrativa, la educación emprendedora y la creación de los
centros de emprendimiento e innovación.
La región
centroamericana, con Guatemala como pieza clave, está inmersa en una
trasformación económica y social apasionante. Contar con instituciones
inclusivas como las que cita el profesor Acemoglu es un su célebre libro «Por qué fracasan los países » se antoja imprescindible para afrontar un futuro de progreso en el que la
democracia, la leyes, la comunidad emprendedora y las MIPYMES tendrán un papel preponderante.
Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business
School
Ingrid Figueroa-Santamaría
es directora ejecutiva de CENPROMYPE
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