viernes, 23 de diciembre de 2016

¿Robots con toga? Los litigios electrónicos

(este artículo se publicó originalmente en el periódico Expansión el  23 de diciembre de 2016)

Antes de que acabe el año los ayuntamientos de toda España habrán emitido más de 36 millones de recibos de IBI. Los recibos se habrán generado de manera automática por programas de gestión y recaudación tributaria a partir de los datos del padrón catastral. En caso de reclamación, un abogado podrá acceder al valor catastral, y a partir de este dato podrá aplicar los coeficientes y demás operaciones necesarias para calcular la cuota. Si el resultado de los cálculos es discrepante tratará de encajar las alegaciones y planteará el recurso.

En los semáforos de nuestras ciudades ya hay cámaras y radares capaces de poner centenares de multas en un solo día. La máquina toma la imagen y otra máquina calcula la multa. El ciudadano o su abogado intentarán defenderse accediendo a un expediente que es un archivo electrónico, viendo si la imagen es correcta, si el aparato de medición se encuentra en estado de revista y otras alegaciones para valorar presentar un recurso.

Los dos casos anteriores tienen en común la existencia de una máquina que produce un acto de relevancia jurídica que perjudica de manera directa y ejecutiva al patrimonio de los afectados. Si queremos que la defensa despliegue los argumentos jurídicos de manera completa debe conocer el funcionamiento de las máquinas y programas que originan la actuación para poder alegar contra sus defectos y sus debilidades.

Un buen análisis de la máquina nos lo puede proporcionar otra máquina. A partir del diagnóstico que esta nos dé, el jurista podrá aplicar las categorías jurídicas correspondientes a cada uno de los fallos detectados y, si el fallo es recurrente, el jurista podrá ordenar a otra máquina que lo combata de forma automatizada llegando incluso a adaptarse al ritmo de producción del emisor de las resoluciones. Naturalmente, se produce un efecto recíproco y el primer emisor valorará si procede o no estimar las alegaciones y responder en consecuencia generando cuantas respuestas automatizadas sean necesarias.

Así es como están naciendo los primeros litigios electrónicos y así es como se resolverá en el futuro una parte importante de los conflictos originados por la actuación de las grandes organizaciones. Se vislumbra así un gran futuro para la utilización de sistemas informáticos para el diagnóstico jurídico y el desarrollo los mediadores electrónicos de conflictos o sistemas ODR (Online Dispute Resolution), al menos en su fase amistosa o extrajudicial. Algunas corporaciones de la llamada nueva economía ya lo están haciendo. Las empresas con base en Silicon Valley, PayPal o eBay utilizan estos sistemas. Esta última ya resuelve más de 60 millones de conflictos entre compradores y vendedores al año como nos recuerdan los profesores, padre e hijo, Susskind en su reciente y recomendable libro “El futuro de las profesiones”.

Pero también las Administraciones Públicas. La Comisión Europea lanzó a principios de este año su propia plataforma de resolución de litigios en línea en materia de consumo, si bien poniendo más el énfasis en la resolución alternativa de conflictos que en su automatización.  Los sistemas ODR tienen un funcionamiento común. Si una de las partes tiene una queja, abre el caso y expone el problema. La otra parte recibe la notificación y tiene un plazo para contestar. El sistema ODR se ocupa del resto promoviendo en primer lugar la negociación automatizada y al mismo tiempo se modelizan conflictos y se identifican controversias típicas con soluciones óptimas. Todos ellos culminan, en su caso, con mediación o arbitraje pero a nadie se le escapa que también ayudarán a “desastacar” los saturados tribunales de justicia.

Los bancos llevan años alarmados por la amenaza de las empresas fintech, la educación superior ha mejorado con la llegada de las nuevas universidades online, algoritmos programables ya escriben muchísimas noticias en periódicos de todo el mundo, el turismo ya no se entiende sin las hasta hace poco startups como Amadeus o Airbnb… No hay sector que no esté sufriendo la disrupción tecnológica y el derecho no iba a ser una excepción. Bienvenidos los robots con toga.


Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto

Pedro Gonzalez es doctor en derecho y profesor de la Universidad Autónoma


miércoles, 21 de diciembre de 2016

La era de la colaboración

(Este artículo fue publicado originalmente en el periódico La Nueva España, La Opinión de Tenerife, La Provincia de Las Palmas el día 21 y 22 de diciembre de 2016)

Cuando la crisis nos obligó a renunciar a viajar o coger un taxi surgieron unos emprendedores que primando el uso frente a la propiedad y con el impulso de la tecnología nos daban una solución. Así nació la economía colaborativa con empresas como Uber o Blablacar para compartir coche en las grandes urbes o alojarte en apartamentos de particulares gracias a AirBnb. El movimiento de la economía P2P (entre iguales, peer to peer en inglés) es imparable porque gracias al consumo compartido se puede acceder a bienes y servicios que de otro modo sería imposible, de hecho se ha extendido ya a industrias como la música, con spotify, la textil, con la moda de segunda mano o  las finanzas con los préstamos colectivos también conocidos como crowfunding.

Esa colaboración es lo que explica algunos avances tecnológicos que disfrutamos hoy. Emprendedores programando en un código suministrado por Apple o Google porque la inteligencia colectiva llega más lejos que la corporativa. Grandes empresas recurriendo a startups para encontrar soluciones a sus problemas porque ya sus departamentos de I+D son incapaces de tener la velocidad que exige el momento. E industrias beneficiándose de los investigaciones de otras ha venido pasando con  los microprocesadores, las cámaras digitales o el reconocimiento de voz.

Los empleos  tampoco se entienden sin la colaboración. La mitad de los trabajadores del prestigioso ranking Forbes 500 desarrollan sus tareas en equipos y como ha vaticinado el World Economic Forum en 2020 una mayoría de nosotros estaremos involucrados profesionalmente en sistemas de colaboración abierta. Los trabajos del futuro estarán más cerca de la experiencia cooperativa de wikipedia que de la soledad de un investigador encerrado en un laboratorio.

La universidad también se ha beneficiado de la corriente de colaboración. Los cursos masivos y gratuitos (los  llamados MOOCs), los grupos multidisciplinares e internacionales de investigación, por no hablar del polémico pero pionero emprendedor español del rincón del vago. De hecho la cooperación ha estado siempre en el ADN de la educación superior, precisamente este año la escuela de negocios de la Universidad de Deusto celebró su centenario con una clase magistral en Madrid del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, flanqueado por el antiguo máximo dirigente del PSOE, Joaquín Almunia, y el actual presidente del PP, Mariano Rajoy. Igual que sin la colaboración entre ambos dirigentes políticos no hubiera sido posible tener al banquero italiano en el aniversario de Deusto Business School la legislatura que acaba de empezar exigirá como estamos viendo ceder y dialogar en asuntos como la educación, el mercado de trabajo o la fiscalidad.

Vivimos una época en la que el acceso a la tecnología se ha democratizado. Pero a la vez, hoy los ciudadanos, se han convertido en palabras de Moises Naim, en micropoderes que exigen trasparencia y ejemplaridad. Con nuestro móvil todos podemos cambiar el mundo y desde las redes sociales todos podemos llevar la contraria al poder. Aunque suene idílico, en muchos países ya está pasando y pronto no quedará ningún territorio libre de tiranos gracias al empoderamiento ciudadano. España disfruta de una democracia bien engrasada como lo demuestra la irrupción de dos nuevas fuerzas políticas que han mediatizado la formación de gobiernos en los dos últimos años. La fórmula mágica para afrontar con garantías el futuro de nuestro Estado de Derecho será, como acabamos de ver en la economía, hablar mucho y cesiones entre diferentes, en definitiva pactos por el bien de España. Si no como ha vaticinado el profesor Brandenbrurger, para las empresas que no colaboren con otras, tendremos que cerrar la persiana.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

lunes, 19 de diciembre de 2016

Hablar de trasformación digital no es suficiente

(este artículo fue publicado originalmente el domingo 18 de diciembre de 2016 en el diario ABC)

Pocos quedan que se resistan a asumir que el hasta ahora mundo estático de la economía y la empresa está moviéndose y cada vez más rápido. Pero que la trasformación digital se haya convertido en la muletilla oficial de las conversaciones corporativas no impide que muchos directivos sigan actuando como si nada hubiese cambiado.

La aparición de tres fenómenos ineditos que además se retroalimentan entre sí permite entender porqué la trasformación digital en las empresas no es un slogan sino el cambio más profundo en el mundo empresarial desde la primera revolución industrial.

Primeramente, la mayoría de las industrias de nuestra economía están reventándose  por su base. No hay sector que quede libre de la desaparición de las barreras de entrada, nuevas empresas de jóvenes innovadores están cambiando los modelos de negocio de todos los verticales: el turismo, el transporte o las telecomunicaciones son solo ejemplos de lo que está por llegar con las fintech o la industria 4.0. Las startups buscando mejores productos y servicios compiten sin complejos con las grandes corporaciones.

En segundo lugar,  la democratización en el acceso a la tecnología y la madurez de muchas disciplinas técnicas están reinventado todos los empleos.‎ En pocos años, como ha alertado el presidente Obama, la mitad de los empleos de los americanos serán sustituidos por máquinas. Ya sucede en la venta minorista, donde el comercio electrónico en pocos años ha explotado; o en las finanzas, por ejemplo en Bankia ya solo el 8% de sus operaciones son en oficinas;  o en el mundo jurídico con plataformas e-litigationcomo la de Ebay que resuelve millones de disputas legales sin abogados.  Para reinventarnos como profesionales solo nos quedará la hibridación. Mezclar habilidades  tecnológicas con conocimientos de tu sector es ya la clave en especialidades como la enseñanza universitaria donde los moocs campan por sus respetos o el marketing con el big data sin olvidarnos de la policía y la ciberseguridad. 

Nada de lo anterior tendría sentido sin la tercera variable a tener en cuenta. La crisis llegó en 2007 para no abandonarnos. De hecho desde entonces se ha reivindicado una nueva sociedad con ciudadanos empoderados usando las nuevas formas de comunicarsepara convertirse en micropoderes. Como nos recuerda Moisés Naim el poder ya no es lo que era y la energía iconoclasta de esos micropoderes no perdona la mentira, puede derrocar a políticos corruptos, acabar con los monopolios, apostar por lo políticamente incorrecto y abrir nuevas e increíbles oportunidades.

En un reciente estudio académico que he tenido el honor de coordinar hemos entrevistado sobre este nuevo momento a cuarenta empresas con sede en España que representan la mayor parte del PIB. Todas ellas coinciden en que han de cambiar sus culturas organizacionales para incluir la mentalidad transgesora de los emprendedores. De hecho no hay ni una de esas grandes corporaciones que no haya puesto en marcha programas para atraer ideas de startups porque son conscientes que ya no surgen los mejores proyectos de sus laboratorios. El 91% de estas empresas coinciden en que su actividad de búsqueda de intraemprendedores, empleados que crean empresas, se va disparar en los próximos tres años. Ya se habla sin complejos de tener que promover en los comités de dirección la figura del Chief Corporate Entrepreneur, un director general para promover el emprendimiento corporativo.

Lewis Carrol inventó en su célebre Las aventuras de Alicia, el país de la Reina Roja. Alicia lo visita y la Reina le agarra de la mano y se ponen a correr a toda velocidad, la sorpresa de la niña es que a pesar de su esfuerzo no se mueven de su sitio. La Reina le explica que en su país no basta con correr para avanzar porque como su tierra se mueve hay que hacerlo pero mucho más rápido para no quedarse atrás o en el mismo sitio. Hoy negar el cambio del paradigma de la economía es estar abocado al fracaso más rotundo. Asumir que la disrupción tecnológica ha llegado pero no trasladarla al corazón de las corporaciones y simplemente convertirlo en algo estético o reputacional es como en Alicia en el país de las maravillas quedarse en  el mismo sitio.


Iñaki Ortega Cachón,  Doctor en Economía y Director de Deusto Business School en Madrid.

domingo, 11 de diciembre de 2016

El Antropoceno empresarial

(Este artículo fue publicado originalmente en la revista Forbes México de diciembre de 2016)

Hace unas semanas se anunció por parte de un grupo multidisciplinar de científicos, tras siete años de investigación coral, que la tierra iniciaba una nueva era geológica, el Antropoceno. Con este término cuya etimología griega significa "nuevo por el hombre”, bautizan una nueva época dentro del periodo Cuaternario‎. La Tierra ha entrado en una página distinta del calendario geológico porque  ‎los humanos hemos conseguido con nuestras acciones alterar el ciclo vital del planeta lo que se colige del cambio climático, la acidificación de los mares o la desaparición de cientos de especies naturales entre otros muchos ejemplos. Pero al mismo tiempo estamos venciendo a las calamidades naturales que de vez en cuando nos azotan, las pandemias están dejando de serlo y la esperanza de vida al nacer no deja de crecer.

El hombre con la tecnología ha cambiado la Tierra para bien y para mal como acabamos de ver, pero también la economía. ‎Hoy a la vez que entramos en el Antropoceno en el mundo de la empresa están sucediendo tres fenómenos que merece la pena conocer y que tienen su causa en la disrupción tecnológica.

Primero. La mayoría de las industrias de nuestra economía están reventándose  por su base. No hay sector que quede libre de la desaparición de las barreras de entrada y el talento de los emprendedores está cambiando los modelos de negocio de todos los verticales: el turismo, el transporte o las telecomunicaciones son solo ejemplos de lo que está por llegar con las fintech o la industria 4.0. Las startups con su talento y buscando mejores productos y servicios compiten sin complejos con las grandes corporaciones.

En segundo lugar, la vuelta a las bases del capitalismo original sin asimetrías de información junto a la democratización en el acceso a la tecnología están reinventado todos los empleos.‎ En pocos años, como alertó el presidente Obama, la mayoría de los actuales puestos de trabajo podrán ser sustituidos por máquinas. Ya sucede en los medios de comunicación, donde como en este mismo medio la información financiera la elabora una máquina, o en las finanzas con los llamados robadvisor que invierten el dinero de clientes usando un algoritmo  o en el mundo jurídico como la plataforma e-litigation de Ebay que resuelve disputas legales sin abogados  Para reinventarnos como profesionales solo nos quedará la hibridación. Mezclar habilidades  tecnológicas con conocimiento de tu sector es ya la clave en especialidades como la enseñanza universitaria donde los moocs campan por sus respetos o el marketing con el big data sin olvidarnos de la policía y la ciberseguridad. Seremos polímatas para poder tener empleo. 

Nada de lo anterior tendría sentido sin la tercera variable a tener en cuenta. La reivindicación de una nueva sociedad dónde los ciudadanos se han empoderado usando las nuevas formas de comunicarse para convertirse en micropoderes. Como nos recuerda el economista venezolano Moisés Naim el poder ya no es lo que era y la energía iconoclasta de los micropoderes no perdona la mentira, puede derrocar a políticos corruptos, acabar con los monopolios, apostar por la economía circular y abrir nuevas e increíbles oportunidades.
Hoy los jóvenes llamados millennials, porque se hicieron mayores con el nuevo milenio, tienen en su poder armas inéditas, para cambiar el mundo y han empezado a usarlas. La tecnología y el capital están a su disposición y por primera vez en la historia no importa donde nazcas o si dispones o no de dinero...si tienes talento puedes conseguir que tus ideas se hagan realidad. El vehículo de este fenómeno es el emprendimiento. En los años 60 si querías cambiar el mundo ibas a una manifestación hoy los jóvenes idealistas usan el emprendimiento para solucionar problemas. Esta tendencia se ha convertido en global y Iberoamérica no es una excepción. Si repasamos los mejores expedientes de los egresados en las universidades de la región veremos que se han convertido en emprendedores, algunos ya creando cientos de empleos y recibiendo inversiones millonarias. Sus ámbitos de actuación son nuevos, modelos de negocios que nadie reparó antes pero que están funcionando. La lucha contra la contaminación, el agrotech, los mapas, la segunda mano por internet, los bitcoins…son ejemplos de sus disrupciones. Por eso hoy los grandes inversores, las multinacionales y cualquiera que quiera adivinar el futuro ya no recurre a pitonisas sino que visitan las incubadoras de las startups que se han implantado por toda Latinoamérica.

Los geólogos también nos recuerdan que a pesar de los avances tecnológicos solo hemos perforado catorce kilómetros de los seis mil trescientos que tiene de radio nuestro planeta. Queda mucho por descubrir bajo nuestros pies,  queda mucho por inventar para hacer un mundo más humano y los millennials latinoamericanos pueden conseguirlo en este Antropoceno que acaba de empezar. Para ello necesitamos un efectivo ecosistema donde el dinero y las instituciones sean coherentes y conscientes de que el mundo es mejor con los emprendedores.

Iñaki Ortega Cachón,  Doctor en Economía y Director de Deusto Business School en Madrid.


martes, 8 de noviembre de 2016

¿Por qué nos interesan tanto las elecciones de EE UU?

(este artículo fue publicado originalmente en el diario Cinco Días el día 8 de noviembre de 2016)

Este miércoles, sabremos quién va a ser el nuevo, o la nueva y primera Presidente de los Estados Unidos.  Para España, como para el resto del mundo, la elección de uno u otro candidato puede suponer una nueva etapa en las relaciones entre nuestros países, tan necesarias en el mundo global en el que vivimos.  Si como parece que las encuestas anticipan, Hillary Clinton llega a la Casa Blanca, puede representar una oportunidad de oro para nuestro país. 

El programa de la candidata demócrata tiene como objetivo principal revitalizar la economía y la productividad del país a través del mayor programa de inversiones en infraestructuras que se hayan realizado en su país desde la Segunda Guerra Mundial.  Y si hay un sector donde España destaca por su competitividad, es precisamente ese.  Numerosos puentes, carreteras, aeropuertos, y demás infraestructuras de Estados Unidos necesitan modernizarse y, si la economía del país lo permite, esto representa una oportunidad de oro para las empresas y para los intereses españoles.

Pero el programa de Hilary Clinton va más allá.  Siguiendo las iniciativas adoptadas por la administración Obama, su proyecto incluye también inversiones destacadas en sectores de la nueva economía, como las energías alternativas y renovables, donde España también tiene mucho que aportar.  Sin embargo, las cosas no pasan solas, por lo que para llevar estas propuestas a buen puerto, la clave estará en cómo establecer y afianzar una relación cercana a la nueva administración americana.  El flamante ministro de Fomento y Íñigo de la Serna, tiene ante sí la tarea aprovechar todas estas nuevas oportunidades. Y de hacerlo combinando el desarrollo industrial con el necesario respeto medioambiental. La especialización de este ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en Hidráulica, Oceanografía y Medio Ambiente deberán ser de ayuda. 

En cualquier caso, podríamos contar con una ayuda adicional en la figura del candidato a la Vicepresidencia, Tim Kaine, un referente en la populosa y cada vez más influyente comunidad hispana. Kaine es un buen conocedor de España y de Latinoamérica, y puede jugar un papel verdaderamente importante a la hora de elevar las relaciones con el país estadounidense a una nueva dimensión.

Pero hay más temas que se deben tener en cuenta.  Desde un punto de vista demográfico, los estadounidenses de origen hispano son ya más de 57 millones. Esta cifra representa el 25% de la población. Un porcentaje que tiene incluso perspectivas de crecimiento, hasta llegar a superar el 30% en un futuro próximo. Además, Estados Unidos es ya el segundo país del mundo, después de México, donde más se habla el español.  Esta circunstancia supone para España un universo de oportunidades para establecer lazos comerciales con esta importante e influyente parte de la población y dar a conocer el origen, y la cultura a esta parte tan considerable del nuevo Estados Unidos.

Asimismo, España puede convertirse en un aliado de referencia dados los intereses que nos unen, como la compatibilidad de nuestros mutuos intereses económicos.  En este sentido, España puede ayudar a Estados Unidos a actualizar sus infraestructuras, y avanzar en nuevas tecnologías.  Pero nuestro país también puede convertirse en un aliado para Estados Unidos dentro de la nueva Unión Europea, después de la salida de Gran Bretaña como aliado histórico de la nación americana.  Nuestra posición geoestratégica es de un interés clave para Estados Unidos, como puerta al Mediterráneo. También son extremadamente interesantes nuestras buenas relaciones y proximidad a Medio Oriente, y a África.

Por último, pero no menos importante, es muy relevante el papel que desempeña nuestro país en Latinoamérica.  En colaboración con Estados Unidos, España puede ser clave para consolidar de manera definitiva, el desarrollo económico y social de los países del Sur de América.  Nuestros lazos culturales, históricos y económicos, son la mejor base para asentar el desarrollo y el bienestar que Latinoamérica se merece. España puede convertirse en el socio económico de los países americanos, ayudando a desarrollar su industria, infraestructuras y servicios de calidad, y abriendo las puertas de Europa para las exportaciones e inversiones americanas.
En fin, es mucho lo que nos jugamos el próximo martes con las elecciones que se celebran en Estados Unidos. Ante esa circunstancia España tiene que hacer memoria y saber cuál es su potencial como país. 

Eso sí, el nuevo Gobierno Rajoy tiene entre sus tareas pendientes la de asegurarnos una mayor visibilidad de nuestro país y la de urdir un programa de estado que sitúe a España en el panorama global de los negocios internacionales. 

Iñaki Ortega, director de Deusto Business School Madrid y Gregorio Bustos, directivo de empresa, ahora cursando un posgrado en Harvard Kennedy School of Government

lunes, 31 de octubre de 2016

Disrupción en el retail

(este artículo fue publicado originalmente en la revista Contact Center del mes de octubre de 2016)

La palabra retail no existe en el idioma castellano,  se usa en inglés para referirse “a la venta minorista”. Tampoco existe en el español la palabra “incumbente”, un calco también del idioma de Shakespeare. En economía llamamos “incumbentes” a aquellas empresas que llevan años en un mercado y que disponen de una posición de dominio precisamente por ello.

En cambio la voz insurgente sí aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE); dos son los significados sugeridos: levantado y sublevado. En ambos la acción o si quieren la reacción, está muy presente. La actual dirección de la RAE se ha caracterizado por su dinamismo para incorporar nuevas entradas cuando su uso es habitual. Más pronto que tarde incorporará a los incumbentes porque el fenómeno que define la situación económica del momento les ha puesto en el punto de mira debido a que unos agentes nuevos, los “insurgentes” -jóvenes emprendedores-, les están desplazando del liderazgo que han disfrutado en las últimas décadas.

Hoy los jóvenes tienen en su poder armas inéditas, hasta ahora, para su empoderamiento y han empezado a usarlas. La tecnología y el capital están a su disposición y por primera vez en la historia no importa donde nazcas o si dispones o no de dinero...si tienes talento puedes conseguir que tus ideas se hagan realidad. El vehículo de este fenómeno es el emprendimiento. En los años 70 si querías cambiar el mundo montabas una banda de rock, hoy los jóvenes idealistas crean una startup. Esta tendencia se ha convertido en global y España no es una excepción.

Si repasamos los mejores expedientes de los egresados en nuestras  universidades veremos que se han convertido en emprendedores, algunos ya creando cientos de empleos y recibiendo inversiones millonarias. Sus ámbitos de actuación son nuevos, modelos de negocios que nadie reparó antes, pero que están funcionando. La venta de entradas online, las nuevas bebidas, los tractores autónomos, la segunda mano por internet…son ejemplos de sus disrupciones.

Los emprendedores están obligando a que la mayoría de las industrias se reinventen. Pronto serán todos los sectores los que habrán de cambiar hacia un nuevo modelo en el que quien no lo haga, verá como esos “insurgentes”, revientan su mercado con sus innovaciones. Unos jóvenes suecos que con 24 años crearon Spotify cambiaron la industria de la música con las descargas online; dos startups de veinteañeros como Uber y AirnBnb han revolucionado el mundo del trasporte y el turismo. ¿Tendríamos tarifa plana en nuestros teléfonos sin el talento de un valiente emigrante ucraniano que creó Whatsapp?; comunicarse nunca será lo mismo gracias a la empresa que fundó Marc Zuckerberg con 20 años, y la seguridad en internet tiene un antes y después de que el emprendedor guatemalteco Luis Von Aul crease los captchats, esos números torcidos que tenemos que escribir antes de rellenar un formulario en línea. Podríamos seguir dando ejemplos de jóvenes emprendedores que amenazan años  de tranquilidad de las empresas “incumbentes”, pero no tendríamos suficiente espacio en este artículo.

El Foro Económico Mundial, reunido como todos los años en Davos, pronosticó este mes de enero que el 65% de los empleos del 2020 ni siquiera existen en este momento. Por ello, si quieres predecir el futuro, habla con los emprendedores, visita las incubadoras y aceleradoras donde se alojan. Están muy cerca de tu lugar de trabajo o residencia y están inventando el futuro de la economía.

Y si el Foro de Davos presagiaba esta employement revolution, el Retail Big Show, evento de referencia del retail a nivel mundial celebrado anualmente en la Ciudad de Nueva York, auguraba otra predicción revolucionaria cuando, en su edición de 2013, concluía que el comercio cambiaría en los próximos cinco años el equivalente a la transformación experimentada en las últimas cinco décadas.

Un futuro que no será ni on ni off, sino “omnicanal”, con el cliente en el centro de la escena. Un cliente conectado, donde quiera y cuando quiera, que exige a los retailers un nuevo modelo de relación. Un cliente mucho más exigente, más informado, más responsable, más solidario y, ante todo, menos fiel; que prioriza la comodidad, utilizando cualquier canal a su alcance para encontrar aquello que busca.

Según un estudio llevado a cabo por Goldman Sachs, en cinco años la generación millenial podría representar un tercio de las ventas en retail. Clientes impulsivos, impacientes, caprichosos, que demandan respuesta inmediata y eficaz, que comparten sus gustos y experiencia de compra, y que, en muchos casos, pueden disponer de más información sobre un producto que el propio retailer.

Vivimos en un mundo en el que las líneas móviles ya han alcanzado la cifra de habitantes del planeta. Los dispositivos móviles nos acompañan a todas partes, y sin lugar a dudas serán, en un futuro no muy lejano, el eje principal en la toma de decisiones e impulso de las conversiones por parte de los clientes.

Efectivamente, estamos inmersos en una auténtica, profunda y de consecuencias desconocidas, retail revolution, en la que “el tamaño ya no importa”. Es la hora de los “pequeños bebés tiburones”, los “insurgentes” del retail. Es la ley del mar: los viejos escualos que no pueden ya nadar con rapidez son devorados por los más rápidos y hambrientos, que, con un poco de suerte, en su día serán tiburones grandes.

Y todo ello combinado con un emergente “ejército de clientes”, cada vez más tecnológico, más alineado, más cooperador y colaborador, que exige a los retailers un esfuerzo continuo e incesante de prácticas innovadoras y comportamientos éticos, responsables y transparentes.

La tecnología ha saltado de las empresas y las oficinas al individuo, proporcionándole un poder sin precedentes en la historia de la humanidad. Facebook y Twitter, las redes sociales más usadas en el mundo, se han convertido en el “libro de reclamaciones de los consumidores”.

Cuando los detonantes de la primera, segunda y tercera revolución comercial fueron, respectivamente, el nacimiento de los grandes almacenes, los hipermercados y los e-shoppers; la cuarta, en la que estamos inmersos, es el de la disrupción. Es innovación, tecnología, creatividad, hibridación, cooperación, colaboración, transparencia, ética, responsabilidad y sostenibilidad. Y en el centro del tablero, un cliente con todo el poder en sus manos, o, mejor dicho, en sus smartphones.

Y si a estas alturas de la presente reflexión todavía hay algún incrédulo le animamos a que lea atentamente esta explicación: en los bolsillos de los chicos y chicas de hoy tienen en sus smartphones más capacidad de computación que todos los ordenadores de la NASA cuando el hombre llego a la Luna… y la están empezando a usar. Tienen acceso, de manera libre, a todo el conocimiento de la historia; pueden hacer llegar a los inversores de Boston, Israel o Londres sus planes de negocio porque todos quieren invertir en ellos; no hay gran empresa en el mundo que no esté detrás de su trabajo para acelerar sus startups y de paso "contagiarse" de sus innovaciones.

El estudio de los ecosistemas más dinámicos ha demostrado que el papel de las instituciones en este terreno es clave con actuaciones concertadas de gobiernos, normas y sociedad civil. Así se puso de manifiesto en las ponencias y debate de Madrid Retail Congress, celebrado hace unas semanas en la capital de España

La historia nos ha enseñado que se llega más lejos sumando fuerzas y no restando. No hagamos de este momento una batalla entre insurgentes e incumbentes, entre los nuevos y los viejos, entre los  emprendedores y las empresarios. Al contrario, el crecimiento será exponencial si trabajamos juntos.

Las startups están reinventando el capitalismo para volver a sus esencias. Mercados en el que no haya asimétricas de la información, con menos barreras de entrada y salida, en el que el talento sea lo que determine el éxito y no los "contactos". Pero si todo ello no fuera suficiente, además estos jóvenes están consiguiendo con sus disrupciones que el mundo sea mejor, más decente.

Vivimos uno de los mejores periodos de la historia para ser joven. Aprovechar ese potencial al servicio de la humanidad nos exigirá a todos, con independencia de nuestra edad, una tarea: levantarnos de nuestra comodidad para  colaborar y cooperar con humildad.​

Iñaki Ortega es Doctor en Economía y Director de Deusto Business School

Guillermo Gonzalez es Promotor de Madrid Retail Congress y Director General de la Confederación de Comercio de Madrid (COCEM)


jueves, 13 de octubre de 2016

Las fronteras y el talento

(este artículo fue publicado originalmente en el diario Cinco Días el día 13 de octubre de 2016)

Debería llamar a la reflexión el hecho de que mientras el candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, lleva meses utilizando el freno a la inmigración y el levantamiento de fronteras económicas como sus principales armas electorales, los seis estadounidenses que han sido galardonados esta semana con el premio Nobel en diferentes especialidades hayan nacido fuera de Norteamérica.

Curiosamente dos de esos nobeles afincados en Estados Unidos procedían del Reino Unido, donde los émulos británicos de esa corriente neoproteccionista, con Theresa May a la cabeza, anunciaron hace tan solo unos días que  no están dispuestos a esperar a la materialización del ‘Brexit’ para adoptar medidas que restrinjan la entrada de trabajadores y estudiantes en el país.

Este es el caso de Oliver Hart, nacido en Londres pero nacionalizado en Estados Unidos, quien junto al finlandés Bengt Holmström, ha recibido el famoso galardón de la academia sueca por sus contribuciones a la teoría de los contratos. Ambos académicos, que han pasado por algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos como Harvard, Yale o Princeton, han desarrollado los aspectos económicos que subyacen a las relaciones contractuales ligadas a la remuneración de los directivos, las franquicias, los copagos en los seguros o la privatización de las actividades del sector público.

Los planteamientos de estos dos autores no dejan de entroncar con el “institucionalismo” de Douglass North, quien también fue acreedor de un premio Nobel en 1993 por explicar la economía como una extensión de la sociedad a la que sirve. Si algo define a las sociedades libres, para esta escuela, es la existencia de instituciones inclusivas que garantizan la igualdad de oportunidades. Y los contratos cumplirían esa misma función siempre que se interpreten ecuánimemente y mantengan un carácter pactado y libre.

Conviene recordar en este momento al filósofo vienés Karl Popper, que aunque no recibió el reconocimiento del Nobel sí supo cómo nadie plasmar en su ensayo “La sociedad abierta y sus enemigos” la necesidad de huir de la organización tribal y abrazar aquello que asegura la pluralidad. Exiliado en  Londres por el auge del nazismo en su tierra natal, este pensador alertó por medio de esta célebre obra publicada en 1945 acerca de los populismos y los totalitarismos, apostando por el Estado de Derecho.

Ese espíritu abierto a las ideas que hizo posible que Popper publicara en el Reino Unido la que sería su obra maestra es precisamente el que posibilitó varias décadas después que Hart y Holmström pudieran desarrollar su etapa académica más fructífera en el lado opuesto del Atlántico.

Pero las ventajas de hacer permeable un país al talento van más allá de la producción científica, como bien lo demuestran algunas de las startups globales de Silicon Valley que han sido creadas por emprendedores extranjeros afincados en Estados Unidos. Tal es el caso de Google, con un cofundador de origen ruso –Sergei Brin-; Tesla, a cuyo frente se encuentra un emprendedor nacido en Sudáfrica -Elon Musk-,  o de Whastapp liderada por un CEO que ostentó la nacionalidad ucraniana antes que la estadounidense.

La administración saliente en Estados Unidos tuvo tan claro que abrir el país al talento emprendedor era una fuente ventajas competitivas que una de las medidas por las que abogó Obama desde su primer mandato fue la creación de la llamada startup visa: una vía fácil y rápida para que los emprendedores de alto potencial de cualquier rincón del mundo pudieran obtener el permiso de residencia en el país. Lamentablemente el impulso presidencial inicial en el marco del programa Startup America se fue diluyendo en los ásperos debates que se han venido produciendo sobre la reforma de la política inmigratoria del país y  el proyecto de ley acabó atascándose en los complejos vericuetos del Congreso Norteamericano. Lo que no deja de ser interesante es que esta iniciativa fue fuente de inspiración para el gobierno británico de Cameron, que sí llegó a relajar la normativa de extranjería para facilitar la llegada de emprendedores extranjeros al Reino Unido.

En todo caso, ahora que todavía resuenan los ecos del nuevo proteccionismo en la convención Tory o los mítines del controvertido candidato republicano en contra de los trabajadores extranjeros, cabría preguntarse si científicos como Hart y Holmström, emprendedores como Sergei Brin, Elon Musk o Jan Koun habrían tenido la oportunidad de contribuir al progreso científico y económico de la humanidad de haberse topado en el momento de iniciar su carrera profesional con las mismas barreras que la nueva primera ministra del Reino Unido y Donald Trump están propugnando como respuesta a los problemas de la ciudadanía.

Iñaki ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School


De contratos, matemáticas y sociedades

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico El Economista el día 11 de octubre de 2016)

Ayer conocimos que el premio Nobel de Economía de 2016 viaja de nuevo a Estados Unidos en las personas de dos matemáticos Oliver Hart, nacido en Londres, y el finlandés Bengt Holmström, por "sus contribuciones a la teoría de los contratos", tal y como anunció la Real Academia de las Ciencias Sueca. Ambos académicos han desarrollado su carrera en prestigiosas instituciones americanos como Harvard, Yale o Princeton.

Estos tres aspectos: los contratos, la matemática y los Estados Unidos merecen la pena ser puestos en relación para entender la virtualidad del galardón.

"Los premiados desarrollaron la teoría del contrato, un amplio marco de análisis de los múltiples aspectos del contrato, como la remuneración de los directivos basada en sus resultados, las franquicias, los copagos en los seguros o la privatización de las actividades del sector público", ha explicado el jurado.
El comité del Nobel ha destacado que "las contribuciones de los galardonados ayudaron a un mejor entendimiento de muchos de los contratos que se observan en la vida real. Brindaron, además, nuevas maneras de pensar cómo deberían ser diseñados, tanto en los mercados privados como en materia de política pública".

Su teoría de los contratos no deja de entroncar con el institucionalismo de Douglass North, quien también fue acreedor de un premio Nobel en 1993 por explicar la economía como una extensión de la sociedad a la que sirve.
La concesión del premio Nobel de Economía es un reconocimiento tácito a esa concepción de las ciencias económicas que trasciende lo que en el mundo anglosajón se conoce como "physics envy", pues huyen del ideal mecanicista de las ciencias de la naturaleza, para explicar el comportamiento de los agentes económicos desde una perspectiva humana.

Y es ahí ,en el humanismo de las teorías de los dos nuevos galardonados, donde encuentra sentido la decisión de la Academia Sueca. Porque si algo define a las sociedades libres es la existencia de contratos que se cumplan, que se interpreten ecuánimemente y su carácter paccionado que precisamente recoge la primera acepción de este término por parte del diccionario de la Real Academia Española de Lengua.

En segundo lugar y aunque no faltan los matemáticos que han ganado el Nobel de Economía como el célebre John Nash en 1994, no debemos volver a incidir que esta es una disciplina que queda coja si se aísla completamente del componente humano que mueve y da sentido a los fenómenos que la integran.
La disrupción de la tecnología nos ha situado en un momento de la historia en la que hasta la geología ha propuesto un cambio de era por su efecto, hemos entrado en el Antropoceno, porque como evoca su etimología helena, el hombre lo está haciendo todo nuevo.

Las ciencias puras o como dicen en el mundo anglosajón, las STEM, han pasado a ser más importante que nunca y los grados en matemáticas son los más demandados por los futuros estudiantes de la educación superior y los protagonistas de nuestro tiempo: los emprendedores, lo saben bien.

Los dos fundadores de Google tienen en común con el creador de Amazon o con Elon Musk de Tesla que los cuatro estudiaron STEM (science, tech, engine y maths). La ciencia recobra el protagonismo que nunca debió perder pero lo hace con alma como esos emprendedores que solucionan problemas o los dos matemáticos premiados el día de ayer.

Por último conviene recordar en este momento al filósofo Karl Popper, que aunque no recibió el reconocimiento del Nobel sí supo cómo nadie plasmar en su ensayo "La sociedad abierta y sus enemigos" la importancia de la libertad de pensamiento que ha hecho posible que dos europeos talentosos como Hart y Holmström hayan desarrollado su carrera académica en un país tan lejano de sus lugares de origen.

Ahora cuando todavía resuenan los ecos de la convención tory con la primera ministra del Reino Unido Theresa May poniendo trabas a los profesionales extranjeros, por no hablar del inefable Donald Trump con una campaña centrada en volver al proteccionismo más montaraz, conviene recordar que solo las sociedad abiertas como Estados Unidos, son capaces de egresar y atraer talentos como los premiados ayer.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Ni Clinton, ni Trump. Los millennials

(este artículo fue publicado originalmente en los diarios del grupo Vocento, El Norte de Castilla, El Diario Montañés, La Verdad de Alicante y Las Provincias los días 28 y 29 de septiembre de 2016)

Obama lo sabía.  Los millennials, los jóvenes nacidos a finales de los años 80, fueron decisivos en su triunfo electoral en las dos pasadas elecciones presidenciales. Ahora la llamada "generación y" parece que también puede inclinar la balanza hacia Hillary Clinton si van a votar, o hacia Trump, si se quedan en casa y no acuden a su cita con las urnas.

Según las últimas publicaciones del US Census Bureau del mes de abril, el número de millennials alcanzó los 75,1 millones, sobrepasando por primera vez al hasta ahora segmento demográfico más numeroso, los baby boomers -que protagonizaron la explosión demográfica de los 50- ahora son 74,9 millones y tienen edades entre 51 y 69 años.   Lo más revelador de esos datos, es que el 40% de los así denominados millennials, son de origen hispano y asiático, y como el resto de los jóvenes, se inclinan en su gran mayoría por las propuestas demócratas.  Obama capturó su admiración, utilizando un estilo de comunicación fresco y mensajes dirigidos a ellos, y sobre todo, haciendo uso de los medios de comunicación que la generación del milenio entiende: redes sociales, móviles, audiovisuales...

Estas elecciones se presentan algo distintas. No sólo porque los dos candidatos podrían ser sus abuelos, y con achaques como estamos viendo, sino por otro factor intestino del partido del burro. El masivo apoyo que obtuvo Bernie Sanders entre los jóvenes en las primarias demócratas, con sus vehementes demandas de libertad y equidad social, ha desfigurado la percepción de la candidata demócrata entre esta cohorte de edad. Hillary Clinton, a quien la mayoría de los millennials perciben como una persona epítome del establishment, alejada de sus pensamientos y costumbres, hace que tengan muchas dudas en apoyar la candidata demócrata o quedarse en casa nostálgicos, viendo videos del senador Sanders. Trump les parece de otro planeta, pero Hillary no despierta la ilusión, que en su día emanó el todavía idolatrado presidente Obama o hace unos muy pocos meses el venerable revolucionario senador por Vermont.   Un reciente sondeo del New York Times concluye que para lo jóvenes americanos ni Clinton, ni Trump son hoy las opciones.

En un intento de contrarrestar esa patente apatía de los millennials hacia el voto a Hillary Clinton, los estrategas de campaña están promoviendo de manera decidida, el voto anticipado por correo, posible solo en 33 estados.  Con este movimiento, la candidatura demócrata busca captar los votos de los millennials, animándoles a votar anticipadamente y así evitar la posibilidad de que finalmente se queden en casa el día de las elecciones. Pero como se ha visto en recientes contiendas electorales en el ámbito internacional, sin ir más lejos, el todavía sorprendente Brexit, la disputa generacional en la pelea presidencial se presenta apasionante con inciertos resultados.  En Reino Unido, las encuestas daban ganadora a la opción preferida de los millennials, pero la batalla la ganaron los motivados “boomers”, que no se quedaron en casa y fueron a votar en masa.  En España durante la última campaña electoral parecía que sólo las personas mayores apoyaban al PP pero volvió a ganar en junio las segundas elecciones en seis meses.

Los millennials han llegado también a la política y ya no sólo quitan el sueño a los directores de recursos humanos de las grandes compañías por su rebeldía o a los responsables de marketing por su infidelidad a las marcas sino también hasta el mismísimo futuro presidente de los Estados Unidos de America.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y publicó en 2014 el libro Millennials, inventa tu empleo.


Gregorio Bustos es directivo de empresa y actualmente está cursando en USA un Master en la Kennedy School of Government de Harvard.