viernes, 28 de abril de 2023

La mala tecnología

(este artículo se publicó originalmente el en el periódico económico La Información el día 28 de abril de 2023)

Dos de cada tres ciudadanos son incapaces de diferenciar una noticia real de un bulo. El 85 por ciento de los encuestados cree que existe una intención deliberada de manipularlos a través de las redes sociales. Estas fueron las conclusiones del barómetro de Oxfam España y al mismo tiempo vemos como sucesos escalofriantes nos hielan la sangre por la capacidad que tienen algunas aplicaciones móviles de sacar lo peor del ser humano. Muchachos apaleados, chicas violadas en manada o jóvenes que se quitan la vida, muchas veces energizados por perniciosos mensajes que se expanden como una mancha de aceite en internet.

Pero qué decir sobre la digitalización y la fuerza de trabajo. McKinsey defiende que 800 millones de personas serán desplazadas de sus puestos de trabajo antes de 2030 debido a la automatización. El Foro Económico Mundial considera que el 29 por ciento de las tareas laborales son realizadas por una máquina, pero para 2025 está cifra significaría la pérdida de 75 millones de empleos en el mundo.

La memoria de la Fiscalía General del Estado demuestra que los delitos han pasado de la calle a internet. Más del 80 por ciento de las compañías han sufrido un ciberataque, uno de cada tres particulares han sufrido un pirateo, aunque no lo sepan. Hasta existe una industria - por cierto, muy lucrativa - del cibercrimen: delincuentes organizados en la conocida como “internet profunda” en la que se ofrecen y demandas servicios de ataques informáticos a empresas y particulares con total impunidad.

Son tres grandes ámbitos en los que la digitalización está lesionando la dignidad del ser humano. Las noticias falsas nos llevan a tomar decisiones injustas, la automatización destruye los empleos de los más vulnerables y la ciberdelincuencia campa por sus respetos empobreciendo a los atacados y haciendo más fuertes a los criminales. Pero podríamos citar muchas más, como la “uberización” de la economía -precarización de muchos empleos vinculados a plataformas tecnológicas-, la habitual utilización de los datos personales para usos mercantiles sin permiso alguno, o el uso de sofisticadas técnicas psicológicas en las aplicaciones móviles para generar dependencia, por no mencionar la violación de derechos humanos por empresas tecnológicas basadas en dictaduras pero que blanquean sus productos revistiéndolos de buena calidad y precio. 

Y ahora la inteligencia artificial (IA). Italia ha dado la voz de alarma al bloquear el uso del famoso ChatGPT porque considera que la plataforma no respeta su ley de protección de datos. Y es que la IA es un salto inédito en relación a otras tecnologías. La IA ha conseguido hacerse un hueco en nuestras vidas y su uso está mucho más extendido que el trastear con chatGPT. La IA ya hace cosas mejor que el ser humano, el reconocimiento de voz y de imagen de la máquina son ejemplos de ello. Todos los días Alexa de Amazon nos informa del tiempo; Spotify pone la música que nos gusta cuando se lo pedimos; Facebook nos etiqueta y clasifica fotos a través del reconocimiento de imágenes y Google Maps nos da información optimizada y en tiempo real sobre los atascos. Empiezan también a ser conocidos los dispositivos domóticos como termostatos inteligentes y ahora hemos empezado con los chatbots -sistemas que usan el lenguaje natural para la comunicación entre seres humanos y máquinas y que gracias a la IA mejoran con cada experiencia-. La lista se haría interminable si incluyéramos los videojuegos, los drones, las armas inteligentes y los vehículos autónomos donde la IA ha desembarcado con fuerza.

La Unión Europea ya está planteando una propuesta de regulación y algunas empresas, en boca del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, se han unido a este debate sobre sus límites. Pero no podemos olvidar que es esta reacción es muy débil porque las mayores compañías del mundo por capitalización bursátil son tecnológicas y viven precisamente de obtener datos masivamente de sus usuarios. De las diez comunidades más grandes del planeta, solamente dos son países, el resto son plataformas como WhatsApp o YouTube. Así, al final, algunas de esas plataformas, que ya son más poderosas que los gobiernos de algunas de las grandes naciones del mundo, saben más de nuestra vida que nosotros mismos.

El decano de la escuela de negocios del MIT, el doctor Peter Hirst, siempre cita en las ceremonias de graduación la locución latina mens et manus, para remarcar que los titulados han de ser líderes que apliquen soluciones prácticas a problemas reales. En este campo también toca mente y mano. Porque detrás de todas estas expresiones de la mala tecnología hay profesionales. Personas que trabajan en empresas, muchas veces directivos, que deberían ser conscientes de que sus propias decisiones en el ejercicio de su actividad lesionan derechos y pueden llegar a ser inmorales. Una suerte de nuevo juramento hipocrático, de autorregulación, para estos tecnólogos podría ser la solución y no son pocas las instituciones que ya lo han propuesto. La Universidad de Columbia con el neurobiólogo español Rafael Yuste ha promovido uno que ha llamado tecnocrático. Las empresas han de darse cuenta de que tan importante como ganar dinero es hacerlo con la ética como aliada.

Que nadie se equivoque, la solución no pasa por quitar poder a las compañías para dárselo al Estado. La solución está en crear instituciones que operen bajo el imperio de la ley, que promuevan los valores democráticos y que permanezcan por encima de los cambios políticos o las ideologías. Instituciones en el sentido amplio del Premio Nobel North: empresas, administraciones, leyes o códigos de conducta que garanticen que la tecnología use la información para mejorar nuestras vidas.

Estas semanas con tantos colegas probando los chats de inteligencia artificial alguno me llegó a comentar que los resultados eran tan espectaculares que parecían magia. La clave está que esa magia sea blanca y no negra. Buena y no mala. Está en nuestra mano (y mente).

NOTA: este artículo se ha basado en el libro La Buena Tecnología

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor en UNIR y LLYC

lunes, 24 de abril de 2023

Las canas olvidadas

(este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Cataluña el día 22 de abril de 2023)

El FMI ha actualizado las previsiones macroeconómicas para España elevando unas décimas el crecimiento del PIB y dejando a la mitad la inflación. Buenas noticias que han ocultado la mención del organismo a nuestro mercado laboral. Según Georgieva seguiremos este año y el siguiente con una tasa desempleo que no bajará del 12% liderando las cifras de paro en Europa. Triste estadística que comparten los jóvenes españoles y los mayores de 55 años, ya que, en ambos, el paro juvenil y el paro senior, es de los más altos del continente.

A la vez que desde Washington se presentaba este informe, en Valencia la empresa Ford, los sindicatos y los gobiernos autonómico y estatal, daban el visto bueno a prejubilar con 53 años a 1124 trabajadores de la compañía de automoción. Fruto de un pacto tripartito, más de mil trabajadores pasarán los siguientes quince años sin trabajar, pero cobrando de la empresa y de la administración hasta que llegue la pensión pública. O lo que es lo mismo, treinta años por delante de ingresos asegurados sin trabajar. En la mayoría de los casos los trabajadores estarán muchos más años cobrando de lo público que años empleados. El caso de esos mil seniors es sintomático de lo que sucede en España con un colectivo de 6.588.873 personas (población entre 55 y 65 años) en el que apenas 3.600.000 están trabajando.

Esta penosa situación, empero, ayuda a poner foco en el camino que nos queda por recorrer. Por ejemplo, alcanzar las cifras de los suecos en tasa de empleo senior del 85% frente al 65% de los españoles, lo que supondría ganancias medidas por el PIB de entre cinco y diez puntos, conforme a estudios citados por el centro de investigación ageingnomics de la Fundación Mapfre. El discurso del ministro Escrivá de alargar la vida laboral, convertido ahora en papel mojado tras el acuerdo de Ford que él mismo ha defendido, pone de actualidad la apuesta de un grupo de docentes -entre los que me encuentro- por el talento senior. Con una legislación que contemple el retiro como un derecho no como un deber, facilite el trabajo -al menos voluntario- por encima de la edad de jubilación, mejore la fórmula para compatibilizar pensión y trabajo, acerque la edad real de salida del trabajo a la edad legal y penalice las jubilaciones anticipadas y las prejubilaciones.

En una suerte de acuerdo colusorio, la empresa y el sindicato UGT con la bendición del Estado han olvidado que la generación de las canas no se agota con los mil prejubilados de Ford, sino que millones de españoles padecen tener una carrera laboral más corta, hasta ocho años, que los suecos o los alemanes. Menos años trabajando es sinónimo de pobreza en la vejez y una mayor probabilidad de morir por el efecto de la soledad.

Para luchar contra el olvido de las canas urge el establecimiento de un gran pacto de país para el fomento del empleo senior que corte de raíz el derroche de talento de los mayores españoles. Este pacto, cuyo compromiso superaría los cinco años, debería firmarse públicamente por los principales representantes políticos, de trabajadores y empresarios. El acuerdo se incorporaría a los programas de gobierno, planes estratégicos empresariales e institucionales de los firmantes.

El gran reto laboral no es retirar con 53 años a empleados con plenas facultades sino trabajar más años, lo cual es posible en todas aquellas ocupaciones focalizadas en el sector terciario o en la servindustria que no demanden un gran esfuerzo físico. 

Al mismo tiempo el trabajo autónomo y el emprendimiento de los seniors ha de fomentarse desde los poderes públicos con atractivas bonificaciones fiscales, ayudas públicas y reducciones de las cuotas de autónomos. Las empresas siguiendo el ejemplo de compañías pioneras de otros lares han de propiciar esta fórmula como vía para alargar la vida laboral de sus antiguos empleados y hacer real “segundas carreras”.

La formación a lo largo de la vida de los trabajadores seniors españoles es una asignatura pendiente que las administraciones, pero también las empresas han de superar. Los datos del Banco de España sobre la distancia de los empleados mayores españoles respecto a sus pares europeos en actividades formativas realizadas, exige una actuación concertada para fomentar con instrumentos públicos nuevos programas de recualificación profesional (reskilling y upskilling)

La prolongación de la actividad exige cambios también culturales. Una nueva mentalidad por parte de todos los actores del mercado laboral para comprender que, en una próxima vida muy cercana a los cien años, la prolongación del trabajo se va a convertir en una necesidad ineludible. En especial los propios mayores han de concienciarse de que por muy atractivo que parezca adelantarse a la edad oficial del retiro, es inviable económicamente y perjudicial para su salud física y emocional, dejar de trabajar con más de treinta años por delante de vida. 

Por último, los seniors se han convertido en el más importante grupo en el campo económico (consumo y patrimonio) y político (censo electoral) pero esta realidad no es conocida por la opinión pública. Una suerte de activismo senior en España inspirado en la exitosa asociación americana de retirados (AARP) promovida desde la sociedad civil, no solo visibilizaría el colectivo, sino que haría inviables actuaciones flagrantemente edadistas. Un reciente experimento del Gobierno Vasco lo ha constatado al mandar a reclutadores idénticos currículos de mayores de 50 años y de menores de esas edades y obtenerse la mitad de entrevistas para los seniors. Propiciar la presencia en la opinión pública de españoles que superan los cincuenta años y siguen aportando a la sociedad con su trabajo en campos como la ciencia, el funcionariado, la docencia o el emprendimiento, ayudaría a desterrar esta discriminación. 

En definitiva, por mucha giga factoría de baterías que cree Ford y que la acabe inaugurando el presidente del Gobierno, es infinitamente más rentable económicamente para el país no olvidar las canas.

 

Iñaki es doctor en economía en La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y LLYC

lunes, 17 de abril de 2023

Prohibido aburrirse

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 17 de abril de 2023)

Me cuentan Iñigo y Jaime lo que está pasando en el fútbol. Tienen 16 años y les brillan los ojos cuando explican el nuevo formato que está arrasando. Lo han promovido youtuberos junto a un famoso exfutbolista y hace unas semanas fue capaz de convocar en el Nou Camp a más de 92.000 personas. La clave es que el aficionado no se aburra, nunca más pasar por 90 tediosos minutos de un Las Palmas-Osasuna, me dicen. Aquí los partidos duran la mitad, los cambios son ilimitados, hay más goles porque el campo es más pequeño y menos jugadores en el campo. Los presidentes de los clubes ya no son serios empresarios, sino divertidas estrellas de internet que se hicieron famosos por comentar partidos de fútbol y videojuegos. Pero eso no es todo, las normas de este fútbol 7, incluyen dos gamberradas que lo hacen super ameno y que recuerdan a los juegos de mesa. Son los dados y las cartas. En un momento dado tiran al campo un dado gigante y en función del número que salga se cambia el número de jugadores en el campo, es decir que si sale el número uno, el partido se convertirá en un mano a mano; si sale tres, únicamente jugarán tres jugadores de cada equipo. Lo mejor viene con las cartas, ya que cada presidente elegirá al azar una y podrá usarla con su equipo en cualquier momento; la carta te permite cosas como que un gol valga el triple, sancionar al rival o disparar un penalti cuando te dé la gana. Tronchante.

Hoy está prohibido aburrirse. Parece que es lo peor que te puede pasar en pleno año 2023. Las clases de los profesores tienen que ser divertidas, a pesar de que la materia no lo sea; las noticias en la televisión, entretenidas, aunque acaben recordando a un concurso; las reuniones en las empresas, fugaces; los informes han de tener resumen ejecutivo y muchos gráficos porque nadie tiene tiempo para leerlo completo y menos si es sólo letras. Pero aún hay más. Las series con capítulos cortos y no muchos para que puedan verse en un fin de semana. Los libros mejor en audio, porque es mucho más divertido escucharlo que tener que leerlo. Los matrimonios siempre riéndose, porque si un día uno de los cónyuges se aburre, habrá que buscar un abogado para el divorcio. Tus redes sociales con momentos siempre épicos, no vaya a ser que tus seguidores piensen que eres un soso.

Hoy se identifica esfuerzo con tedio, concentración con aburrimiento, seriedad con apatía, profundidad con indolencia. Craso error. Por mucha inteligencia artificial que venga, siempre habrá que invertir tiempo en aprender cosas, resolver problemas de la vida cotidiana o reflexionar sobre tu futuro. Aunque en internet exista la doble velocidad para ver videos, en la vida real no puedes pedir a tus colegas del trabajo o amigos que te cuenten rápido su problema. Reivindicar el aburrimiento es la forma de denunciar el mal uso de internet que está provocando problemas de falta de atención y de concentración de cada vez más personas. ¡Viva el bostezo!

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y en LLYC

lunes, 10 de abril de 2023

Talento senior y viejo continente

(este artículo se publicó originalmente en la revista Executive Excellence el día 4 de abril de 2023)


Hay cambios estrepitosos y otros lentos, silenciosos al mismo tiempo que imparables. El envejecimiento europeo es de estos últimos. Es sabido que el continente envejece por la confluencia del incremento de la esperanza de vida y la reducción de la natalidad. Pero quizás menos conocida es la evolución de las pirámides de la población laboral de los países europeos con cuatro grandes tendencias: un déficit cada vez mayor de efectivos jóvenes, un incremento de residentes y trabajadores no nacidos en el “viejo” continente, la mayor participación de la mujer en el trabajo y, sobre todo, cada día más personas mayores de 55 años en el mercado laboral.

Hay y habrá en el futuro más trabajadores seniors porque cada día esta población es mayor, los baby-boomers europeos ya son seniors. También debido a que los seniors pueden cubrir la ausencia de jóvenes en el mercado. Y, por último, porque es tremendamente beneficioso alargar las vidas laborales de la población activa y retrasar el momento de integrarse en las listas de beneficiarios de las prestaciones públicas de previsión social.

En el II Mapa de Talento Sénior, publicado recientemente por el Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre se ha comparado España con seis países europeos (Suecia, Alemania, Polonia, Francia, Italia y Portugal) obteniendo sorprendentes conclusiones. En todos los países analizados los seniors activos -mayores de 55 años que desean seguir trabajando- están aumentando, especialmente las mujeres seniors, siendo un colectivo cada vez más relevante en la población activa total de sus países, especialmente en la cohorte que va de los 55 a los 59 años. Cae la actividad sénior en el grupo de 60 a 64 y ya lo hace de manera muy severa a partir de los 65 años.

Una tendencia es, por tanto, el alargamiento de la vida laboral en todos los países europeos. Esta realidad en cuanto a actividad también se traslada a los trabajadores ocupados, así en los últimos años la ocupación senior en Europa se ha incrementado, siendo especialmente relevante entre los que tienen entre 55 y 59 años. La ocupación de seniors es mayor en hombres que en mujeres, aunque en el caso de las mujeres sénior el incremento es mayor, lo que está ayudando a reducir la brecha entre sexos.

En general hay más trabajadores seniors trabajando por cuenta ajena que por cuenta propia, aunque según se avanza en edad, los trabajadores por cuenta propia van ganando terrero. Esto es, lo trabajadores por cuenta ajena salen antes del mercado de trabajo que los autoempleados., A partir de los 55 años el trabajo por cuenta propia gana peso sobre el total del empleo, siendo un gran refugio para aquellos trabajadores que quieren seguir ocupados. Al mismo tiempo la tasa de emprendimiento de los seniors es menor que la de otros tramos de edad. España muestra la tasa de emprendimiento más alta, aunque en cualquier caso es menor que en otros tramos de edad. Podríamos afirmar que nuestros seniors son los europeos más abiertos a emprender.

 

Entre el 70% y el 90% de los trabajadores seniors europeos que están ocupados desarrollan su actividad a tiempo completo, lo cual es paragógico, ya que muchos seniors manifiestan que estarían abiertos a extender su vida laboral desarrollando trabajos a tiempo parcial.

El incremento de la población activa senior en Europa ha traído como consecuencia también un incremento del “paro senior” en casi todos los países excepto en Alemania y Polonia. España e Italia tienen el mayor índice de desempleo europeo. En nuestro país este drama se traslada en que la mitad de los nuevos parados es senior, uno de cada dos desempleados mayores es de larga duración y uno de cada tres parados españoles es mayor de 55 años.

Tendremos que cambiar el paradigma de que el trabajo es para los jóvenes y que los mayores han de descansar. Los países del norte de nuestro continente ya están desarrollando prácticas orientadas a alargar la vida laboral de todos los trabajadores que hace que trabajen más años de media que los españoles o que su población activa esté 20 puntos por encima de la nuestra.

La salida temprana del mercado de trabajo deberá reducirse e introducir mecanismos de no discriminación laboral por razón de edad hasta alcanzar las edades legales de acceso a la jubilación. Igualmente, se deberá premiar la extensión de la vida laboral, no solo porque como dice el II Mapa podría suponer varios puntos de mejora del PIB sino porque también es un mecanismo para paliar la brecha de jóvenes en el mercado laboral que ha producido la tremenda caída de natalidad sufrida en Europa.

Estos deberán ser temas clave de debate social, pero también empresarial y por tanto económico. Las políticas relacionadas con el talento senior y su aportación económica también una prioridad para los gobiernos. No dejaremos de recordarlo.

Rafael Puyol, Alfonso Jiménez e Iñaki Ortega son investigadores y autores del II Mapa de Talento Senior

domingo, 9 de abril de 2023

Un chicle en el zapato

(este artículo se publicó originalmente en el diario 20 Minutos el día 3 de abril de 2023)

Seguro que te ha pasado alguna vez. De repente notas que has pisado algo blando. Un par de pasos después el zapato se queda pegado al suelo. Por más que lo intentes, el chicle sigue ahí. Si además hace calor, es misión imposible quitártelo de la planta del pie. La goma de mascar te acompañará haciendo muy incómodo ese rato y dejando perdido de trozos de pegajoso chicle todo tu camino. De nada servirá nada de lo que hagas, el chicle se resistirá a dejar tu zapato.

Los economistas anglosajones califican así a la inflación que estamos viviendo. Pegajosa, como un chicle en una calle de Sevilla. Es aquella situación en la que determinados precios inician una carrera alcista que acaban contagiando a toda la economía. Y cuando esa inflación se introduce en un país, como es España, poco se puede hacer. Y lo estamos viendo. De nada han servido todas las medidas puestas en marcha por el Gobierno, el alza de precios, por ejemplo, se ha incrustado en la cesta de alimentos alcanzando hasta el 20% en el año 2022. La esperanza del gobierno de Pedro Sánchez es que, como un chicle en un zapato, tarde o temprano se despegará de la economía y podrá seguir tranquilamente con su hoja de ruta.

Pero hay más chicles para este gobierno. A Podemos se la ha pegado en el zapato, Yolanda Diaz con Sumar y cada vez les será más difícil disimular como si no pasase nada. Los nacionalistas catalanes tienen el chicle de Puigdemont desde que en 2017 huyó a Bruselas que cada poco tiempo les recuerda que sigue pegado al zapato de la política catalana. El PNV lleva toda la legislatura con el pegote en la suela de Bildu pactando en Madrid y aspirando a sustituirlos.

Hay un truco para quitarte el chicle del zapato. Quizás te acuerdes, yo tengo en la cabeza a mi madre diciéndomelo. No es otra cosa que poner frío, un hielo, sobre la superficie en la que se ha pegado el chicle. Al enfriarse se pondrá duro y ya será fácil despegarlo. Pero hay que hacer toda esta operación rápidamente porque en cuanto se caliente de nuevo, volverá a ser un amasijo pegajoso. La sabiduría de los trucos de las madres podría inspirarnos. En Europa y Estados Unidos sus bancos centrales han seguido este viejo truco y han decidido enfriar la economía subiendo los tipos de interés para acabar con la inflación. En España bastaría con bajar la temperatura de la política, dejarse de descalificaciones, buscar acuerdos entre diferentes y promover grandes pactos de Estado, para lograr el mismo efecto que el hielo sobre el chicle. Enfriar el debate político en nuestro país en favor de los intereses de todos los ciudadanos, permitiría, sin duda, que algunos de los grandes problemas que padecemos: la escalada de precios, el futuro del trabajo y la educación o el sistema de pensiones, fuesen resolubles.

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y LLYC

domingo, 2 de abril de 2023

La “pegajosa” política económica

(este artículo se publicó originalmente en el Periódico de Cataluña el día 31 de enero de 2023)

En economía la ley de oferta y demanda es como la constitución para una democracia, su norma suprema. De modo y manera que los precios son la consecuencia del acuerdo entre los demandantes y los oferentes. Por eso cuando la demanda sube y la oferta no se adapta rápidamente, los precios también suben, ya que los que más pagan consiguen satisfacer sus deseos. Si la oferta se reduce drásticamente, pero la demanda es la misma, los precios irán hacia arriba igualmente por el mismo razonamiento. Cuando este mecanismo no funciona se habla de precios rígidos o bienes inelásticos. Y todo empieza a fallar, de igual manera que si la ley de leyes en un país no se cumple, comienzan los problemas y las tensiones antidemocráticas.  

En coyunturas económicas como la actual nos encontramos estas rigideces en Estados Unidos, con un alza de precios fruto de una fortísima demanda y un resiliente mercado laboral, a pesar de la restrictiva política monetaria de la Reserva Federal (inflación de demanda). Y también en Europa, con una inflación de oferta, o lo que es mismo, unos precios que suben no porque la demanda esté fuerte sino por el alza de los suministros y las materias primas de los propios bienes fruto de las debilidades continentales entre ellas el precio de la energía.

Por eso en Estados Unidos ante la persistencia de los precios que se resisten a bajar califican a la inflación como “pegajosa”. Sticky prices o precios pegajosos, es una forma de referirse a la resistencia de los precios de mercado a cambiar rápidamente, a pesar de las alteraciones en la economía general que recomendarían otro precio de equilibrio. Las malas noticias de los índices de inflación de estas semanas en Estados Unidos y a este lado del Atlántico han llevado a las autoridades monetarias a anunciar que hay que seguir con la política dura de subir los tipos con la esperanza de despegar la inflación de los precios. Da igual si hay que rescatar bancos a los dos lados del atlántico, la política monetaria no se toca. El término “pegajoso” es fácil de entender si comparamos la inflación con el colesterol. Si hay demasiado colesterol en la sangre, se forman depósitos que se pegan en las paredes de la arteria que acaban estrechándola, corriendo el riesgo de un coágulo mortal. Con precios que no bajan, la actividad económica se estrecha porque el poder adquisitivo de los consumidores disminuye y las empresas cierran porque no ganan dinero.

Pero en España además de la inflación hay más elementos “pegajosos” de la economía. El ministro Escrivá ha aprobado su reforma para la sostenibilidad del sistema de pensiones que supondrá un incremento adicional de 15.000 millones de euros en cotizaciones sociales. O lo que es lo mismo para cuadrar el desfase entre gastos e ingresos de la Seguridad Social, se subirán los costes empresariales. La creciente factura de las pensiones se compensará con más cargas a los empresarios y autónomos, con un alza de un 38% en las cotizaciones sociales de aquí al 2050. Este nuevo impuesto se suma al aumento de la presión fiscal que vienen sufriendo los empresarios, de modo y manera que es otro “pegajoso” coste incrustado en la actividad empresarial que funcionará como el colesterol taponando la circulación económica. La economía fluye cuando hay incentivos para ganar dinero, con trabas como la creciente fiscalidad el mercado de trabajo se secará.

“Pegajosa” porque también se han instalado en nuestra economía y no hay quien lo despegue, es la obsesión por subir el salario mínimo, con un alza cercana al 50% en cuatro años.  O la negativa a modificar el fraudulento sistema de los fijos discontinuos que hace que cerca de 500.000 españoles en paro no aparezcan en la tasa oficial de desempleo. También la subida continua de las cuotas de autónomos que está provocando el desplome del número de trabajadores por cuenta ajena o la permanente campaña de desprestigio de los empresarios. Y lo mismo podríamos decir de la resistencia numantina a indexar la fiscalidad a pesar de la evidencia de que se está con ello subiendo los impuestos a la clase media.

"Pegajoso" es un término económico que puede aplicarse a cualquier variable que sea resistente al cambio. Por eso y en base a todo lo anterior, me atrevo a calificar así la política económica de este gobierno. No funciona, no ha conseguido que recuperemos la actividad económica de antes de la pandemia, tampoco que los precios bajen ni que se cree empleo, la pobreza ha aumentado por la caída del poder adquisitivo y el empleo sólo crece nominalmente porque la realidad es que la mitad de los trabajadores no tiene una jornada completa. Aun así, no se cambia. No se mueve ni un milímetro la hoja de ruta. Como si las políticas fuesen pegamento y del fuerte, cuando deberían ser de aceite para engrasar el sistema.

Iñaki es doctor en economía en La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y LLYC