(este artículo se publicó originalmente en la revista Executive Excellence el día 4 de abril de 2023)
Hay cambios estrepitosos y otros
lentos, silenciosos al mismo tiempo que imparables. El envejecimiento europeo es
de estos últimos. Es sabido que el continente envejece por la confluencia del
incremento de la esperanza de vida y la reducción de la natalidad. Pero quizás
menos conocida es la evolución de las pirámides de la población laboral de los
países europeos con cuatro grandes tendencias: un déficit cada vez mayor de
efectivos jóvenes, un incremento de residentes y trabajadores no nacidos en el
“viejo” continente, la mayor participación de la mujer en el trabajo y, sobre
todo, cada día más personas mayores de 55 años en el mercado laboral.
Hay y habrá en el futuro más
trabajadores seniors porque cada día esta población es mayor, los baby-boomers
europeos ya son seniors. También debido a que los seniors pueden cubrir la
ausencia de jóvenes en el mercado. Y, por último, porque es tremendamente
beneficioso alargar las vidas laborales de la población activa y retrasar el
momento de integrarse en las listas de beneficiarios de las prestaciones
públicas de previsión social.
En el II Mapa de Talento Sénior,
publicado recientemente por el Centro de Investigación Ageingnomics de la
Fundación Mapfre se ha comparado España con seis países europeos (Suecia,
Alemania, Polonia, Francia, Italia y Portugal) obteniendo sorprendentes
conclusiones. En todos los países analizados los seniors activos -mayores de 55
años que desean seguir trabajando- están aumentando, especialmente las mujeres seniors,
siendo un colectivo cada vez más relevante en la población activa total de sus
países, especialmente en la cohorte que va de los 55 a los 59 años. Cae la
actividad sénior en el grupo de 60 a 64 y ya lo hace de manera muy severa a
partir de los 65 años.
Una tendencia es, por tanto, el
alargamiento de la vida laboral en todos los países europeos. Esta realidad en
cuanto a actividad también se traslada a los trabajadores ocupados, así en los
últimos años la ocupación senior en Europa se ha incrementado, siendo
especialmente relevante entre los que tienen entre 55 y 59 años. La ocupación
de seniors es mayor en hombres que en mujeres, aunque en el caso de las mujeres
sénior el incremento es mayor, lo que está ayudando a reducir la brecha entre
sexos.
En general hay más trabajadores seniors
trabajando por cuenta ajena que por cuenta propia, aunque según se avanza en
edad, los trabajadores por cuenta propia van ganando terrero. Esto es, lo
trabajadores por cuenta ajena salen antes del mercado de trabajo que los autoempleados.,
A partir de los 55 años el trabajo por cuenta propia gana peso sobre el total
del empleo, siendo un gran refugio para aquellos trabajadores que quieren
seguir ocupados. Al mismo tiempo la tasa de emprendimiento de los seniors es
menor que la de otros tramos de edad. España muestra la tasa de emprendimiento
más alta, aunque en cualquier caso es menor que en otros tramos de edad.
Podríamos afirmar que nuestros seniors son los europeos más abiertos a
emprender.
Entre el 70% y el 90% de los
trabajadores seniors europeos que están ocupados desarrollan su actividad a
tiempo completo, lo cual es paragógico, ya que muchos seniors manifiestan que estarían
abiertos a extender su vida laboral desarrollando trabajos a tiempo parcial.
El incremento de la población
activa senior en Europa ha traído como consecuencia también un incremento del
“paro senior” en casi todos los países excepto en Alemania y Polonia. España e
Italia tienen el mayor índice de desempleo europeo. En nuestro país este drama
se traslada en que la mitad de los nuevos parados es senior, uno de cada dos
desempleados mayores es de larga duración y uno de cada tres parados españoles es
mayor de 55 años.
Tendremos que cambiar el
paradigma de que el trabajo es para los jóvenes y que los mayores han de
descansar. Los países del norte de nuestro continente ya están desarrollando
prácticas orientadas a alargar la vida laboral de todos los trabajadores que
hace que trabajen más años de media que los españoles o que su población activa
esté 20 puntos por encima de la nuestra.
La salida temprana del mercado de
trabajo deberá reducirse e introducir mecanismos de no discriminación laboral
por razón de edad hasta alcanzar las edades legales de acceso a la jubilación.
Igualmente, se deberá premiar la extensión de la vida laboral, no solo porque
como dice el II Mapa podría suponer varios puntos de mejora del PIB sino porque
también es un mecanismo para paliar la brecha de jóvenes en el mercado laboral que
ha producido la tremenda caída de natalidad sufrida en Europa.
Estos deberán ser temas clave de
debate social, pero también empresarial y por tanto económico. Las políticas relacionadas
con el talento senior y su aportación económica también una prioridad para los
gobiernos. No dejaremos de recordarlo.
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