(este artículo se publicó originalmente en el diario 20 Minutos el día 3 de abril de 2023)
Seguro que te ha pasado alguna vez. De repente notas que has pisado algo blando. Un par de pasos después el zapato se queda pegado al suelo. Por más que lo intentes, el chicle sigue ahí. Si además hace calor, es misión imposible quitártelo de la planta del pie. La goma de mascar te acompañará haciendo muy incómodo ese rato y dejando perdido de trozos de pegajoso chicle todo tu camino. De nada servirá nada de lo que hagas, el chicle se resistirá a dejar tu zapato.
Los economistas anglosajones califican así a la inflación que estamos viviendo. Pegajosa, como un chicle en una calle de Sevilla. Es aquella situación en la que determinados precios inician una carrera alcista que acaban contagiando a toda la economía. Y cuando esa inflación se introduce en un país, como es España, poco se puede hacer. Y lo estamos viendo. De nada han servido todas las medidas puestas en marcha por el Gobierno, el alza de precios, por ejemplo, se ha incrustado en la cesta de alimentos alcanzando hasta el 20% en el año 2022. La esperanza del gobierno de Pedro Sánchez es que, como un chicle en un zapato, tarde o temprano se despegará de la economía y podrá seguir tranquilamente con su hoja de ruta.
Pero hay más chicles para este gobierno. A Podemos se la ha pegado en el zapato, Yolanda Diaz con Sumar y cada vez les será más difícil disimular como si no pasase nada. Los nacionalistas catalanes tienen el chicle de Puigdemont desde que en 2017 huyó a Bruselas que cada poco tiempo les recuerda que sigue pegado al zapato de la política catalana. El PNV lleva toda la legislatura con el pegote en la suela de Bildu pactando en Madrid y aspirando a sustituirlos.
Hay un truco para quitarte el chicle del zapato. Quizás te acuerdes, yo tengo en la cabeza a mi madre diciéndomelo. No es otra cosa que poner frío, un hielo, sobre la superficie en la que se ha pegado el chicle. Al enfriarse se pondrá duro y ya será fácil despegarlo. Pero hay que hacer toda esta operación rápidamente porque en cuanto se caliente de nuevo, volverá a ser un amasijo pegajoso. La sabiduría de los trucos de las madres podría inspirarnos. En Europa y Estados Unidos sus bancos centrales han seguido este viejo truco y han decidido enfriar la economía subiendo los tipos de interés para acabar con la inflación. En España bastaría con bajar la temperatura de la política, dejarse de descalificaciones, buscar acuerdos entre diferentes y promover grandes pactos de Estado, para lograr el mismo efecto que el hielo sobre el chicle. Enfriar el debate político en nuestro país en favor de los intereses de todos los ciudadanos, permitiría, sin duda, que algunos de los grandes problemas que padecemos: la escalada de precios, el futuro del trabajo y la educación o el sistema de pensiones, fuesen resolubles.
Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y LLYC
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