martes, 18 de octubre de 2022

Las otras pensiones

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 17 de octubre de 2022)


Todos los días 1 de octubre se celebra el día de la persona mayor. La ONU en 1990 pensó que era bueno fijar un día al año para recordar que las personas, aunque envejezcan, siguen teniendo derechos.  La lucha contra la discriminación laboral, el mantenimiento de los servicios públicos presenciales, el trato digno en los últimos años de la vida o la denuncia de los triajes en la pandemia, han aparecido en la agenda otros años por estas fechas.

Pero en este octubre de 2022, las pensiones de los mayores han sido el monotema. No parece que el gobierno haya querido hacer coincidir la presentación de los presupuestos con el mes de los mayores, pero la realidad es que estos días se ha conocido que las pensiones subirán un 8,5%. Sea o no por lo anterior, ha surgido una polémica que en poco ayuda a defender los derechos de los mayores, a saber: los pensionistas están drenando ingresos del sistema que corresponderían a los jóvenes. Toda una batalla intergeneracional, inédita en nuestro país y que atenta contra las bases de nuestro actual bienestar, basado en la convivencia solidaria.

Lo curioso es que, al mismo tiempo, a unos pocos kilómetros, otro gobierno, el portugués, aprobaba sus presupuestos con una menor subida de las pensiones en especial para las más altas, pero con un paquete fiscal muy atractivo para que personas -mayores o no- de todo el mundo fijen su residencia en el país luso. Portugal daba un paso más para convertirse en el territorio del mundo más amable con los que vienen de fuera sobre la base de un sencillo argumento económico: si se quiere seguir creciendo, con tan bajas tasas de natalidad, ha de contarse con más mano de obra y personas que tributen en el país.

El plan busca atraer a profesionales que quieran trabajar en remoto desde Portugal ofreciendo un visado y un país estable con una presión fiscal menor que la española, por ejemplo. La medida se une a las que tomó en el pasado para atraer a retirados de todo Europa con bajos impuestos o aquella que busca que grandes patrimonios se instalen en la república portuguesa con una presión fiscal de risa comparada con la que por estos lares se quiere promover. Grecia ha seguido su estela y quiere beneficiarse de que cada vez hay más mayores de 55 años en Europa -150 millones- que tienen ahorros y ganas de ocio, mediante un plan de incentivos fiscales.

Por aquí seguimos pensando en los mayores como un grupo de edad a los que proteger en lugar de considerarlo una fuente de desarrollo económico. Ya hoy los que superan los 55 años son el 30% de la población, tienen más de la mitad del patrimonio patrio, quieren consumir y muchos -gracias a la tecnología que lo permite- seguir trabajando. Por suerte en España, no todos piensan así, esta misma semana el Gobierno de Canarias ha presentado un plan turístico enfocado solo a los seniors, mayores europeos que puedan pasar largas estancias en las islas, descansando, pero también trabajando. Su argumento es que los cincuentones son el 40% de los directivos continentales. Esos ingresos que buscan Canarias, Portugal y Grecia, pagarán las nuevas jubilaciones, pueden ser ya las otras pensiones que necesitamos.

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad de Internet (UNIR) y LLYC

miércoles, 5 de octubre de 2022

No son ricos

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 3 de octubre de 2022)


Esa abogada que parece que vive en el despacho porque a la hora del día que vayas, hasta los sábados, está impecable con su carmín y su traje de chaqueta. Ya ha contratado a varios graduados en derecho, mucho mayores que ella y a una docena de auxiliares, al mismo tiempo que está cursando por las noches su enésimo máster sobre fiscalidad. Los domingos los dedica a viajar a las seis ciudades donde ha abierto delegaciones.

Ese amigo del colegio que por las tardes estudiaba alemán mientras los demás estábamos callejeando, acabó graduándose en ingeniería, aunque la mayoría de sábados no le veíamos por la noche porque siempre tenía que “empollar”. Pidió un crédito para estudiar en MBA en la mejor escuela de negocios y le fichó muy pronto una empresa americana. Se casó y empezó a viajar por todo el mundo, los niños llegaron y él seguía viviendo en un avión. Ahora, es directivo de esa compañía. Pasa más noche al año fuera de casa que con su familia.

Ese zapatero a punto de jubilarse que te sigue atendiendo con una sonrisa, pese a que ya casi no le visitas. Empezó con un almacén de calzado, repartiendo por toda la ciudad género que traía desde Alicante. Madrugar con los pedidos y trasnochar con las devoluciones fue su vida durante cuarenta años. La primera tienda la abrió con los nuevos barrios de la ciudad, luego llegaron una docena más, que ahora gestionan sus hijos.

Esa doctora de la seguridad social que ha curado todos los catarros de tus hijos y ahora los achaques de tus padres. De joven, empezó por las tardes en una consulta privada que le hacía llegar a casa muy tarde. Los fines de semana, atendía guardias en varias clínicas, para ahorrar y tener su propia consulta. Hoy sigue trabajando más de 12 horas, seis días a la semana, pero tiene su negocio en propiedad.

Ese bisabuelo que harto de la miseria de su pueblo, se enroló como polizonte en un carguero hacia América. En México entró de aprendiz con un herrero que hacía cajas de caudales. 15 años de ferrería le sirvieron para conocer el oficio y empezar a vender ese producto por todo el país. Cada hotel nuevo disponía de cientos de esas cajas, 50 años en la carretera le convirtieron en el principal proveedor de cajas de seguridad de los hoteles de esa parte del mundo. Sus hijos, nietos y bisnietos heredaron su patrimonio; con prudencia y ahorro lo mantienen hoy en día.

Dentistas, arquitectos, industriales, comerciantes, ganaderos… esas historias y muchas más que seguro conoces, tienen un denominador común: esfuerzo, riesgo y ahorro. No son personas ricas, son españoles que generaron riqueza e hicieron mejor su vida y la de mucha gente a su alrededor. Por eso cuando oigas eso de que hay que subir los impuestos a los ricos, no te fíes. Piensa si no sería más importante dedicar los debates a cómo tener menos pobres, a cómo conseguir más biografías de éxito y no a poner trabas a los que generan riqueza con su dedicación. Pero si, aun así, crees que esos ricos no merecen lo que tiene, te animo a que lo intentes tú mismo. Verás que no es tan fácil.

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad de Internet (UNIR) y LLYC

domingo, 2 de octubre de 2022

El poder para las trabajadoras

(este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el día 1 de octubre de 2022)

Las niñas españolas tienen una ratio de fracaso escolar mucho menor que sus compañeros de clase, lo ha certificado un informe de ESADE que hemos conocido estos días. Llueve sobre mojado porque desde hace años las universitarias superan en número y en expediente académico a los hombres. Inopinadamente la cosa cambia cuando las chicas empiezan a trabajar. Hay menos mujeres que hombres trabajando en números absolutos, su tasa ocupación y actividad también es menor. El trabajo autónomo y el emprendimiento femenino se comportan, por desgracia, de la misma manera.


Esta brecha de género no solo es padecida en todas las cohortes de edad, sino que aumenta conforme cumplen años las mujeres. Al mismo tiempo el agujero crece conforme la responsabilidad profesional es mayor, hasta alcanzar un diferencial máximo en la alta dirección, como nos recuerdan los informes promovidos por la directiva española Mirian Izquierdo desde la Fundación Woman Forward.


No hay un techo de cristal, esa expresión tantas veces utilizada para referirse a la ausencia de mujeres en las posiciones de alta responsabilidad en las empresas. Son muchos techos y no uno único en los consejos de administración. Porque, como acabamos de ver, no es una situación que afecta exclusivamente a las mujeres directivas, sino que la sufren todas las mujeres, de todas las edades y en todo el nivel jerárquico. Por ello, desde hace un tiempo se habla de “peldaños rotos” en la escalera de la igualdad. Esa escalera social funciona en la enseñanza obligatoria y en la superior, los datos lo certifican, pero una vez que se inicia el tramo profesional, comienzan los escalones rotos que dificultan que las mujeres sigan ascendiendo hacia la igualdad plena.


Algunos de esos peldaños en los que no pueden apoyarse las mujeres, son conocidos, otros no tanto. Por eso te animo a que subamos juntos -en este artículo- esa escalinata para darte cuenta que el problema del talento desaprovechado no reside en el consejo de administración o en los comités ejecutivos, sino que comienza aguas abajo.

 
Efecto flip se le ha llegado a bautizar, por la drástica reversión de las cifras, desde una mayoría de mujeres que entran a trabajar en la parte baja del escalafón hasta que se convierten en clara minoría en la alta dirección. En concreto, el estudio elaborado por McKinsey descubrió para Estados Unidos que de cada 100 hombres que promocionan a mandos intermedios, únicamente son 72 mujeres las que lo hacen. Y esta tendencia se acentúa al ascender en el organigrama; según Gender Diversity Index en 2022, las mujeres ocupaban únicamente el 27,3% de los puestos directivos. Si miramos a España, este dato -para la CNMV- es más bajo todavía, únicamente un 19% de directivas mujeres.


Estamos ya en la escalera y nos encontramos un primer peldaño roto, el de la ambición. Las profesionales no pueden apoyarse en este escalón porque la sociedad ha comprado la idea contraria: las mujeres son menos ambiciosas. Por eso si no alcanzan funciones de máximo poder no es porque no se les presente la oportunidad, sino porque no quieren desempeñarlas.  Pronto llega el peldaño roto del trabajo no remunerado. No por conocido deja de ser lacerante un escalón en el que lejos de impulsar, ancla a las mujeres evitando promocionar. La cantidad de tiempo que las mujeres dedican a las tareas no remuneradas -cuidados de la familia y atención al hogar- es muy superior al que dedican los hombres. El de los sesgos es otro escalón estropeado. La sociedad atribuye a la mujer atributos teóricamente opuestos a los que debe reunir un buen líder; por eso se les exige demostrar un rendimiento superior para poder ascender. De modo y manera que no únicamente tienen las mujeres escalones rotos sino la meta más lejana que los hombres.


Y quedan más trampas en este viaje por la escalinata que estamos haciendo, por ejemplo, el del salario. Aunque parezca increíble sigue siendo así. Por el mismo trabajo, los hombres cobran más que las mujeres. Funcas lo ha analizado para nuestro país y aunque la buena noticia es que se redujo a la mitad en la década previa a la pandemia, la retribución media por hora trabajada de los hombres sigue superando en un 8,5% a la de las mujeres en 2020. También tropezaremos con el peldaño roto de la autoestima. Resumido perfectamente en el conocido “síndrome de la impostora” que afecta a las mujeres, pero no a los hombres. Un estudio publicado en Harvard Business Review demostró que ellos optan a un puesto si cumplen el 60% de las habilidades requeridas, pero las mujeres no lo hacen si no cuentan con el 100%. Y finalmente el peldaño roto de la visibilidad. Luisa García de LLYC lleva tiempo analizando este lastre del diferencial de notoriedad que la sociedad -medios de comunicación y redes sociales- les otorga. Estudiando conversaciones en Twitter ha demostrado la escasa visibilidad de las mujeres en el ámbito empresarial que ha acabado provocando un vacío importante de referentes.

 
Así está nuestra escalera de la igualdad en España, a pesar de los avances en la educación de las mujeres, en el mundo laboral la velocidad es lenta. Como si hablásemos de un embudo, en la base son mayoría las mujeres tituladas y que ingresan en el mercado laboral, pero al final solo una minoría alcanza las máximas responsabilidades.
Así que cuando te cuenten eso del techo de cristal recuerda que no vale con mirar los datos del final de la escalera, el consejo, y con eso quedarnos satisfechos por el avance. La realidad es que ocultan lo importante, los nefastos datos desde las primeras promociones en el escalafón hasta las últimas. De hecho, el esperanzador dato que aporta la CNMV, de un 29% mujeres consejeras en las cotizadas españolas, no puede ocultar que la brecha salarial no existe cuando las mujeres tienen menos de 35 años, pero luego se agranda hasta dispararse cuando se alcanzan los sesenta. El impacto en nuestra economía de esta pérdida de talento es un drama que no nos podemos permitir. Si la herramienta de la educación ha funcionado para alcanzar la igualdad entre las profesionales menores de la treintena, consigamos que haga ese mismo efecto en las mayores de esa edad. Educación a lo largo de la vida o upskilling -como se dice ahora- es una de las fórmulas mágicas para tener mejores y más empleos. Es el verdadero poder para las trabajadoras.


Pero seguro que no verás nada de esto en las campañas de las ministras que tienen esta responsabilidad en el gobierno.  Esto de esforzarse está mal visto y es mejor hablar de hombres blandengues y niños sexualizados. Así nos va.

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad de Internet (UNIR) y LLYC